EL ELEGIDO

- Chicos voy a cabalgar un rato – Harry estaba con sus amigo en la biblioteca de la mansión Potter y la verdad es que ya estaba aburrido de estar allí esperando

- Parece que prefieres estar con esa bestia – Como Ginny llamaba al caballo desde que intentó acercarse para tocarlo y el semental se encabritó – más que con tus amigos.

- Vamos Ginny, no seas así – se defendió Harry – dentro de una semana volveremos a Hogwarts y no podré montar en él en todo un año – la chica hizo un gesto desinteresado y Harry despidiéndose de sus amigos se dirigió hacia los establos.

Poco antes que Harry entrara en los establos sintió como algo se enrollaba en su pierna pero no se molestó en mirar que era ya que sabía de buena tinta que se trataba de Seth, la serpiente que le había regalado Luna, al principio de tener a la King imperial se mostró un poco receloso y más sabiendo que Voldemort también tenía como mascota uno de estos raros ejemplares pero con el paso de los días le había cogido el mismo cariño que a Orthac del que le faltaba poco para alcanzar su etapa adulta así como a Hegwid, su fiel lechuza albina y a Nogmarum su fiel caballo.

Al entrar en el establo Nogmarum comenzó a agitarse emocionado, Harry sonrió mientras le pasaba su mano por su lomo, este caballo parecía tener inteligencia propia, equipando a su semental lo montó de un salto mientras comenzaba a cabalgar velozmente, la sensación que le daba en su lomo era algo que ni siquiera en una escoba podía superar.

Con gesto rápido se dirigió al bosque del valle, que desde que salvó a Orthac de una muerte segura, el bosque así como sus habitantes parecía darle la bienvenida cada vez que se adentraba a él. Desviando su vista hacia el inmenso cielo azul descubrió a su fénix sobrevolando en círculos el lugar por donde el cabalgaba, una débil sonrisa se le dibujó en la cara, eso era otra cosa por la que le había cogido tanto cariño a sus nuevas mascotas, todas eran muy sobreprotectoras con él y siempre lo seguían por si alguien lo atacaba. De repente su fénix bajó en picada hacia el hombro de Harry y se posó elegantemente en su hombro mientras entonaba una bella melodía, Seth había sacado su cabeza por la manga y miraba fijamente a un punto indefinido.

- Algo se acerca – siseo la serpiente sin desviar su mirada – Algo poderoso y antiguo, más de lo que nuestras especies pueden recordar.

- ¿Es peligroso? – Preguntó Harry al tiempo que sacaba su varita dispuesto a atacar a lo que se acercaba.

La serpiente pareció tener una charla mental con el fénix ya que las miradas de ambos se conectaron durante varios segundos, era curioso ver como dos especies opuestas tanto como el fénix y la serpiente podían haber llegado a tener una especie de amistad sólo por su amo.

- Orthac dice que no es peligroso... – Siseó después de romper el contacto visual, esa era otra de las cosas que nunca podría llegar a comprender, al parecer todas las criaturas mágicas podían comunicarse entre sí con una especie de telepatía. No pudo seguir hablando porque en ese mismo instante un estallido de fuego tal como hacían los fénix pero con mayor intensidad surgió delante de Harry haciendo encabritar al caballo que esperaba impaciente una orden de Harry para continuar.

- No temas – Dijo el enorme fénix con una voz profunda y femenina que había surgido del estallido en llamas – No te haré daño

- ¿Puedes hablar? – De todas las preguntas que podía haber echo a Harry se le ocurrió la más estúpida

- Obvio jovencito – El extraño fénix cuyas plumas parecían estar echas de fuego hizo lo que se podía considerar una sonrisa – Soy Kael, guardiana del fuego y vengo a ti para proponerte algo que podría cambiar tu futuro y el del mundo mágico.

- ¿Qué es? – Harry todavía sorprendido cerró rápidamente la boca al darse cuenta que la tenía abierta.

- El mago oscuro que asola la paz en el mundo está llegando demasiado lejos, su poder oscuro crece y dentro de poco podrá controlar las puertas del infierno. Si las puertas se llegaran a abrir el mundo que conoces llegaría a su fin porqué allí habitan los más antiguos y ancestrales demonios, criaturas oscuras que su único propósito es destruir todo ser vivo – Harry miraba a Kael sin saber porqué le contaba todo eso – Has sido elegido por los guardianes de los elementos para recibir el entrenamiento necesario para en caso que el maligno consiga abrir las puertas puedas detener la horda de demonios que atacarían el planeta y volver a cerrar las puertas

- ¿Porqué yo? – Dijo Harry al ver que todo se volvía a complicar y que todo seguía dependiendo de él

- Las estrellas marcaron tu nacimiento, así como tu presente, el futuro al que nos avecinamos no está escrito todavía y nosotros los guardianes no podemos intervenir directamente en la lucha, ya que fuimos creados para proteger y llevar la vida allí donde las hordas demoníacas llevaban la muerte.

- ¿Qué clase de entrenamiento recibiría? ¿y cuando comenzaría? – Preguntó Harry asumiendo el peso del mundo una vez más en sus manos ya que si ahora Voldemort era poderoso si conseguía abrir esas puertas sería indestructible.

- El entrenamiento que recibirás ahora no es relevante – Contestó la guardiana del fuego con una voz seria – En cuanto a cuando comenzarías, si aceptas vendrías conmigo en este momento al lugar en el que tenemos preparado para tu entrenamiento

- Pero tendría que ir a recoger mis cosas y despedirme de mis amigos – Esto último Harry lo dijo en un susurro que no pasó desapercibido por Kael.

- Puedes ir, pero nadie podrá venir contigo, por mucha confianza que les tengas, todavía no podemos revelar los conocimientos a más personas.

- ¿Porqué? – Preguntó curioso

- Lo sabrás todo a su debido tiempo, vendré a buscarte mañana al alba, lleva a tu caballo ya que lo necesitarás para tu entrenamiento más adelante – Y tal como vino se fue.

Harry no demoró mucho tiempo en volver a partir hacia la mansión Potter donde sus amigos estarían esperándolos ya. El poderoso semental cabalgaba a tal velocidad que a Harry le costaba trabajo mantenerse en firme en el lomo del animal, pero aún así no le pidió que aminorara la marcha, por lo que en menos de cinco minutos ya se encontraba en la entrada de la mansión. Cuando entró vio que sus amigos estaban hablando con Remus animadamente.

- Harry ¿dónde estabas?, empezábamos... – Harry cortó a Hermione con un gesto de su mano, y sin dar explicaciones se dirigió hacia la chimenea tomando un puñado de polvos flu que rápidamente los arrojó pidiendo comunicación con el despacho de Dumbledore.

- Profesor, puede venir hacia acá, hay algo de urgencia que tengo que comunicar y tiene que ser antes de mañana al alba – sin esperar respuesta Harry sacó la cabeza del fuego y miró a sus amigos que los miraba con gestos interrogantes – Cuando venga Dumbledore os lo contaré

- Harry tiene que ver con Voldemort – Preguntó Ginny de forma nerviosa.

- Tranquila, no lo implica directamente, pero en parte si tiene que ver con él - Ignorando las miradas que habían comenzado a intercambiar los presentes Harry se sentó en el cómodo sillón mientras acariciaba la cicatriz e intentaba asimilar lo ocurrido, pasados cinco minutos el profesor Dumbledore apareció en el salón seguido de la profesora McGonagall, ambos con una expresión bastante seria.

- ¿Qué ocurre Harry? – Preguntó preocupada su profesora de transformaciones. Harry hizo caso omiso a la pregunta y siguió acariciando su cicatriz durante unos segundos más.

- Este curso no voy a ir a Hogwarts – Con esas simples palabras sus amigos comenzaron a decir una sarta de palabras mientras se ponían bastantes nerviosos, los únicos que permanecían serios y estáticos eran los tres adultos que allí se encontraban esperando una explicación – Chicos si me dejáis continuar podré seguir con la historia – Sus amigos se callaron un tanto avergonzado por la mirada de su amigo y los tres adultos, así sin más Harry comenzó a narrar toda la historia que había vivido en el bosque del valle.

- Estás seguro que no es una trampa de Voldemort Harry – Preguntó el profesor Dumbledore después de unos segundos de silencio.

- Estoy seguro profesor, ese fénix irradiaba poder, no lo dudo, pero también irradiaba una paz con su sola presencia que ni el canto de un fénix común podría proporcionar, dudo mucho que Voldemort pueda crear algo que irradie tanta paz y tranquilidad – Contestó el joven ojiverde con determinación.

- Estoy de acuerdo contigo en ese punto Harry – Los demás no sabiendo que decir permanecían callados intentando no perder detalle de la conversación que se llevaba a cabo por ambos.

- Señor, la verdad es que no me hace mucha gracia el tener el peso del mundo otra vez bajo mis hombros, pero si las puertas del inframundo se abren ni los muggles ni los magos de mayor linaje de sangre pura estarán a salvo de lo que se avecina, si yo e sido elegido – hizo una pequeña pausa mirando fijamente al director con un brillo de determinación en sus ojos – que así sea.

- Es tu decisión Harry, podría inventar una excusa en la que estás en un programa de intercambio de colegio – Comentó Dumbledore divagando en su mente, los demás lo miraban con los ojos fueran de sus orbitas al ver que el director no pensaba impedírselo.

- De acuerdo si Harry va, yo voy – Dijo Ron hablando por primera vez, Harry miró a su amigo con gratitud al saber que tendría a su amigo en las buenas y en las malas pero desafortunadamente Kael había sido específica en ese punto.

- Lo siento Ron, pero esta aventura tengo que hacerla por mi cuenta, por lo menos por el principio – Su amigo pareció comprender. Harry sin nada más que decir salió de la estancia para preparar alguna de sus cosas que necesitaría para irse al lugar que iría.

Llevaba media hora preparando algunas ropas, así como la percha de Orthac, ya que había decidido dejar a Hegwid al cuidado de Ginny por si querían ponerse en contacto con él, enrolló la alfombrilla donde acostumbraba a dormir Seth y la metió en su baúl, cuando quedaba poco para acabar alguien llamó a la puerta.

- Adelante – Contestó el moreno sin siquiera mirar, por la puerta entró Remus con una cara bastante seria.

- ¿Lo tienes todo preparado? – Contestó de forma ausente sentándose en su cama.

- Casi – Harry se volteó hacia su tutor, en los ojos del licántropo vio que se reflejaba una gran pena al tener que separarse antes de tiempo.

- Harry prométeme que te cuidarás – Dijo el hombre lobo después de varios minutos de silencio en el que sólo se miraban a los ojos.

- Tranquilo Remus, Orthac, Seth y Nogmarum no permitirán que nada me pase, además siempre puedo contar con el medallón que me regalaste – Dijo el muchacho con una ligera sonrisa.

- ¿Piensas llevarte a Nogmarum? – Preguntó curioso.

- Si, Kael me dijo que me lo llevara ya que sería importante más adelante en mi entrenamiento

- ¿Y que piensas hacer con Hegwid?

- La dejaré a cargo de Ginny por si necesitan escribirme, esa lechuza nunca a dejado de entregar una carta, vendrá conmigo para saber donde me quedaré y después le diré que vuelva, se que no me fallará y cualquier cosa que necesiten hacerme llegar, llegará.

Remus sin mediar palabra se levantó de la cama en la que estaba sentado y se dirigió a Harry dándole un monumental abrazo, sin decir una sola palabra, sobraban las palabras en ese momento y sólo quedaba el corazón. El licántropo abandonó la habitación, intentando por todos los medios que no se vieran las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos, en el fondo sabía que tenían que separarse para cuando Harry, el hijo de cornamenta, se fuera a Hogwarts, pero esto era algo diferente no sabía a donde iba y si estaría bien.

Una vez Harry hubo acabado de preparar todas sus cosas se dirigió hacia donde sabían que estarían sus amigos, sin lugar a duda hablando de las noticias que había dado en menos de dos horas, y si conocía tan bien como conocía a Hermione, la chica habría arrastrado a los demás hacia la biblioteca para buscar información sobre los guardianes de los elementos. Al llegar allí no se equivocó, cada uno tenía entre sus manos un pesado volumen y enfrascados como estaban en su lectura no notaron la presencia de Harry que los miraba con eterna gratitud y amistad.

- Chicos – Sus amigos levantaron rápidamente la cabeza al oír la voz de su amigo que en tan poco tiempo había causado un gran dolor de cabeza a todos – Puede que no lleguéis a entenderlo del todo, pero no solo voy a cumplir un entrenamiento, voy a cumplir con la misión que el destino me ha impuesto desde antes de mi nacimiento.

- No entiendo que quieres decir Harry – Dijo Ginny y Harry vio reflejado en sus ojos la tristeza de su marcha.

- Chicos, vosotros sois los únicos de la ED que estuvo conmigo en el ministerio, del mismo modo que conocen que se hizo una profecía que relacionaba a Voldemort y a mí.

- Si, pero la profecía se rompió, yo mismo la rompí – Dijo Neville sin saber que decía su amigo - ¿a dónde quieres llegar?.

- A lo que quiero llegar Neville es que lo que tu rompiste no era la profecía, lo que se rompió fue la copia de la profecía, la profecía fue echa por alguien, y para que alguien pudiera registrarla en el departamento de misterios, alguien tuvo que haberla escuchado – Contestó Harry lentamente.

- ¿Y tú lo sabes verdad? ¿Sabes el contenido de ella? – Preguntó Hermione mirando ahora a su amigo entendiendo el significado de sus palabras.

- El único con el poder para vencer al Señor Oscuro se acerca... nacido de aquellos que lo han burlado tres veces, nacerá mientras el séptimo mes este muriendo... y el Señor Oscuro lo marcará como su igual, pero él tendrá un Poder que el Señor Oscuro no conoce... y uno debe morir a manos del otro, pues ninguno puede vivir mientras que el otro sobreviva... El único con el poder para vencer al Señor Oscuro nacerá mientras el séptimo mes este muriendo... – Harry recitó la profecía lentamente, su rostro carente de emoción alguna.

- Pero entonces... – Hermione se había dado cuenta de algo rápidamente mientras miraba rápidamente a Neville.

- Si Hermione, en un principio la profecía señalaba a dos niños, a Neville y a mi – El mencionado miró con temor a sus amigos sin saber que decir – Pero Voldemort me eligió a mí, me marcó como su igual por medio de mi cicatriz.

- Pero entonces... – Luna fue interrumpida por Harry con un gesto de su mano.

- Chicos, debo hacer esto sólo, intentaré visitaros siempre que pueda pero no prometo nada. Ginny, Hegwid vendrá conmigo para que reconozca el lugar en el que voy a quedarme, después le ordenaré que vuelva contigo, ella te obedecerá como si fuera yo, cuídala – Sin mediar palabra y como si se hubieran puesto de acuerdo los 6 se unieron en un abrazo – Cuidaos amigos.

- Hermanos – Le corrigió Ron mientras le estrechaba la mano

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Los primeros rayos del sol despertaron al joven Potter dispuesto a dar todo de sí para poder proteger a sus seres queridos de la maldad que se avecinaba, si los guardianes de los elementos tenían razón lo que se avecinaba podría llegar a ser peor incluso que Voldemort. Sin esperar a que sus amigos se despertaran para despedirse, se levantó llevando sus cosas al jardín de la mansión Potter, acompañado de sus tres mascotas. Sin perder un solo momento se dirigió hacia los establos en donde Nogmarum estaba esperando a su joven jinete. Sin perder tiempo equipó al caballo con su silla de montar y montó para dirigirse hacia donde había dejado sus cosas y sus otras tres mascotas.

Llevaba cinco minutos esperando cuando un pequeño temblor en la tierra le hizo poner sus sentidos en alerta, después de unos segundos de inquietud vio aparecer por detrás de uno de los robles al mayor unicornio en el que toda su vida podría siquiera poder imaginar, su pelaje del color más blanco más puro que existía sobre la faz de la tierra estaba impregnado en su bello pelaje, su cuerno, a diferencia de los unicornios comunes era de un dorado intenso en el que casi cegaba si lo miraba fijamente, su constitución era mucho más fuerte e impotente que los unicornios comunes. El unicornio se acercó a Harry con paso fijo, cuando estuvo a no menos de tres metros el joven Gryffindor comenzó a sentir una paz interior que ni siquiera la guardiana del fuego le había inspirado.

- Buenos días joven Harry – El unicornio le habló con una voz cargada de confianza y pureza – Soy Tarod, guardián de la tierra, vengo a llevarte al templo de Jade – Harry no se sorprendió que el unicornio hablara a estas alturas ya nada podía sorprenderle y tampoco se le pasó por la cabeza preguntarle que era el templo de Jade ya que sabría que dentro de poco lo descubriría.

- Estoy listo – Dijo Harry con convicción.

- El tiempo es un arma que lucha en contra nuestra, las fuerzas del mal se agitan con mayor terror y dentro de poco se desatarán las fuerzas las fuerzas del caos y si no hacemos nada, el mundo podría llegar a su fin.

El bello unicornio hizo un movimiento con su cabeza desde el césped hasta la altura de Harry. Su cuerno pareció rasgar el suelo como cual puerta se abre formando lo que parecía un portal de un color blanco intenso. Harry se quedó mirando el portal anonadado alternando desde el unicornio hacia al portal y viceversa.

- Vamos no tenemos todo el día – Dijo Tarod con un deje de impaciencia en su voz.

Sin pensárselo dos veces, Harry tomó su baúl, y la percha de Orthac y las bridas de su caballo y comenzó a andar con paso decidido hacia el portal, antes que él lo atravesara vio como su lechuza, su fénix y su serpiente se lanzaban en picada hacia el portal sin siquiera flaquear. Acto seguido cruzó el portal, a decir verdad no sintió nada, era como si pasara por una puerta, en un momento estabas en un lugar y en el siguiente en otro.

Harry avanzó cauto por algunos de los árboles siguiendo hacia donde se dirigían su fiel lechuza y su leal fénix, hasta que la vista de los árboles se quedó atrás y dejó paso a unas enormes murallas de un color blanco como el marfil, a lo lejos se veía un castillo del mismo color que las murallas, parecía como si la luz misma que irradiaban los unicornios se hubieran concentrado en aquellas paredes, torres por doquier, y una gran torre alta en el centro mismo de aquel hermoso castillo, no castillo si no palacio. Un hermoso puente pasaba por el río que nacía en la cascada situada detrás del castillo.

- Guau – Exclamó Harry asombrado al ver tan maravillosa vista - ¿Dónde estoy?

- Estás en el templo de Jade – Una voz hizo a Harry girarse para descubrir que el dueño de esa voz era un centauro con un pelaje entre verde y azul, un color realmente raro para un centauro – Donde los primeros magos fueron concebidos y recibidos nuestra bendición.

- ¿Quién eres? – Harry tenía gran curiosidad por saber quien era, ya que había conocido a dos de los guardianes de la naturaleza y se preguntaba si este centauro sería otro guardián.

- Soy Banamén, guardián del elemento del agua – Respondió el centauro con voz solemne – mientras llegan Kael, Tarod y Aeoris seré tu guía por el templo de Jade por donde pueda mostrarte debido a mi condición (como todos sabrán en la orden del fénix, el aula de adivinación es cambiada a la primera planta debido a que Firenze no puede subir las escaleras)

Banamén guió a Harry por las salas principales, conforme a distribución del templo de Jade, era muy parecido a Hogwarts, aunque todo estaba tallado con mayor exquisitez y forma. Los corredores estaban todos muy iluminados con grandes ventanales que daban al exterior dando al castillo un aire de paz y tranquilidad. Cuando Harry entró en lo que sería el comedor, habiendo una única mesa larga con un montón de sillas, en el fondo había un estandarte con un escudo muy parecido al de Hogwarts pero en lugar de haber un león, un águila, un tejón y una serpiente se encontraban un fénix, un unicornio, un centauro y un grifo envolviendo a una J en el centro. En ese punto Harry levantó una ceja incrédulo y miró a Banamén como esperando una explicación.

- Valla veo que te has dado cuenta que es muy parecido al escudo de tu colegio – Contestó con un toque de gracia en su voz – Fue Kael quien lo creó. Cuando tuvo contigo tu primer encuentro ella sondeo tu mente accediendo a todas tus memorias y al parecer le gustó esa forma de representar el colegio en donde aprendes magia.

- ¿ Leísteis mi mente? – Harry sabía por las lecciones de Snape que el termino de leer la mente estaba mal enfocado, pero no quiso pensar en cosas sin insignificancia, habían invadido su privacidad y eso le había echo enfadar.

- Solo te la sondeamos – Cortó el centauro.

- ¿Y que diferencia ahí? – A Harry no le importaba ser grosero.

- Pues que Kael solo accedió a la parte de tu mente que concierne a tu conocimiento mágico, no sabemos nada de tu vida personal, bien porque no es relevante para tu entrenamiento, bien porque no nos importa lo relacionado con tu vida personal de momento – Harry vio su furia aplacada por la explicación dada por el centauro.

- ¿Y que clase de entrenamiento voy a recibir? – Harry en realidad tenía la duda de que clase de entrenamiento podría llegar a recibir de cuatro criaturas mágicas.

- Se te instruirá en los antiguos artes de la guerra...

- ¿Y eso quiere decir exactamente? – No le importaba si podía llegar a ser grosero quería respuestas, y las quería sin rodeos.

- Eres curioso joven Harry, en esta etapa de tu entrenamiento, trabajaremos tu parte física, coordinación, defensa, reflejos, fuerza y puntería. En otras palabras, aprenderás el manejo de la espada, el tiro con arco, lanzamiento de cuchillos, aprenderás a defenderte sólo con tu cuerpo, aprenderás a cabalgar en pos de una batalla – Harry miraba al centauro con renovado interés, si bien nunca se había interesado en ninguno de esos artes siempre quiso aprender el manejo de la espada desde que en su segundo año cuando venció al basilisco con la espada de Godric Gryffindor – Aunque no será lo único que aprenderás, aprenderás el dominio de la magia elemental, a prescindir de tu varita mágica usando sólo tu magia interior, magia curativa en la que tengo entendido que ya la has usado una vez inconscientemente, los antiguos saberes de la magia perdidos en el tiempo y la magia mental.

- ¿Y cuando comenzaré? – Preguntó el joven Gryffindor ansioso?

- Veo que tienes interés, comenzaremos mañana cuando los primeros rayos del sol iluminen el templo – Banamén tenía una pequeña sonrisa al ver que el joven pupilo tenía interés por aprender – Ahora será mejor que acomodes tus cosas, muchas cosas no las necesitarás pues se te entregarán conforme las vallas necesitando. Un elfo doméstico tiene que estar esperándote en el salón para llevarte al que será tu dormitorio.

- ¿Hay elfos domésticos aquí? – Preguntó el chico curioso.

- Si, muchos se ofrecieron cuando sintieron el templo volver a levantarse, pero de eso hablaremos mañana.

Sin nada más que decir, Harry se dirigió al salón en donde le esperaría un elfo doméstico, Nogmarum se quedó pastando tranquilamente en el patio exterior del templo, mientras que Seth y Orthac iban a hacer un reconocimiento del terreno. Al llegar al salón vio a una elfina vestida con una túnica verde pálido, cosa que sorprendió de sobremanera a Harry ya que no era lo acostumbrado a ver en los elfos domésticos.

- Buenos días señor Potter – Dijo la elfina muy educadamente – Le estaba esperando, mi nombre es Samy, sígame le acompañaré a su dormitorio – Mientras subían escaleras y recorrían pasadizos llevando las cosas de Harry levitando tras de ellos, Harry no podía dejar de mirar de reojo a la elfina preguntándose si los elfos que habían en el templo serían igual a esta elfina, ya que parecía no comportarse de forma esclavizada como hacían los elfos de Hogwarts.

- ¿Ocurre algo señor? – Preguntó la elfina cuando vio que Harry seguía mirándola de reojo.

- Nada, simplemente que no te pareces a los elfos domésticos que estoy acostumbrado a ver – Contestó el joven moreno a modo de disculpa

- Oh señor, es normal que se sorprenda, aquí en el templo de Jade no existe la esclavitud, nadie puede hacer que nos sintamos a mi y a mis hermanos inferiores. Aquí toda forma de vida es igual a otra, cada una tiene su función y tiene que cumplirla.

- Me parece muy bien – Harry sonrió pensando en la alegría que tendría su amiga Hermione si descubriera los elfos de este lugar.

Después de casi 15 minutos recorriendo diferentes salas y corredores, la elfina abrió la puerta revelando un cómodo dormitorio, sin muchos lujos pero confortable. Harry se dedicó en lo que quedaba de tarde a arreglar sus cosas en su nuevo dormitorio sin apenas salir a comer. Cerca de la puesta del sol Samy apareció con una bandeja llena de comida y bebida ya que se extrañó que Harry no hubiera bajado a comer nada.

A la mañana siguiente, Harry se despertó por el relajante canto de Orthac en el que estaba posado en el resquicio del ventanal de la habitación agitando las alas suavemente instando a Harry a que se levantara. Harry no queriendo perder su tiempo y comenzar rápidamente su formación, se vistió con una túnica de color verde pálido que había dejado preparada la noche anterior. Bajó al salón en donde ya había preparado algo para desayunar cortesía sin duda de los elfos domésticos.

Una vez acabado su abundante desayuno salió al patio exterior en donde encontró a Nogmarum trotando levemente por los amplios terrenos, miró a su alrededor buscando a alguno de los guardianes de los elementos que conocía, pero sin duda no vio a ninguno, hasta que oyó un fuerte batir de alas, levantando su vista hacia el cielo vio que un potente grifo se acercaba rápidamente a él, en posición de ataque. Harry sin pensárselo dos veces dio un rápido salto esquivando la envestida del grifo y sacó su varita dispuesto a lanzarle algún hechizo, pero al parecer el grifo ya no tenía intención de atacarlo ya que se había posado levemente en el mullido césped y se dedicó a observar misteriosamente a Harry el cual no había bajado su varita y seguía en posición de alerta.

- Tranquilo, no te haré daño – Le habló el grifo – Soy Aeoris, guardián del viento.

- ¿Porqué me has atacado? – Preguntó Harry enojado bajando un poco su varita pero sin dejar de mirar fijamente al guardián del viento.

- Probaba tus reflejos, ya que eso será parte de tu entrenamiento, joven Harry, entre otros – dijo tranquilamente Aeoris – Ahora guarda tu varita, en tu estancia aquí no la necesitarás – Harry guardó su varita lentamente.

- ¿Que es lo que haremos hoy? – Preguntó el chico confiando en el guardián.

- Lo primero que harás será entrar en armonía con la naturaleza y aprender a usar tu magia sin necesidad de instrumentos mágicos – El chico miró con ansias de conocimientos a Aeoris, desde que le habían dicho que aprendería a hacer magia sin necesidad de su varita había estado ansioso por aprender – Bien siéntate en el césped y vacía tu mente de toda emoción, siente la libertad que te ofrece el aire, entrégate a la sabiduría que te ofrece la tierra, cálmate con el sonido del agua, siente el calor que emana de todo lo que te rodea.

- ¿Cuándo sabré que e entrado en armonía con la naturaleza? – Preguntó el chico confundido.

- Simplemente lo sabrás – Sin más que decir el guardián del viento se sentó en la tierra cerrando sus ojos, señal para Harry que por mucho que le preguntara no reaccionaría.

Harry cerró los ojos e intentó seguir las instrucciones que le había dado para entrar en contacto con la naturaleza, en realidad era relajante estar así, sentado en el fría hierba escuchando el cantar de las aves en los árboles, el sentir el viento mover la copa de los árboles, la calidez que le brindaba los rallos del sol al golpear su rostro. Tranquilo, en paz, libre de toda preocupación, y que si Voldemort lo quería muerto cuando en estos instantes podía sentirse a gusto consigo mismo y con su alrededor.

- ¿Cómo va hermano? – Oyó la fuerte voz de Banamén, aunque para Harry sólo fue un murmullo.

- Su mente y su cuerpo se adaptan con facilidad y su magia es poderosa, creo que este chico se sale de nuestras expectativas.

- Eso lo hará todo más fácil – Oyó que decía Banamén – Bien joven Harry – Llamó el centauro al niño que vivió – Es hora de comenzar a hacerte sudar – Harry abrió lentamente los ojos para volverlos a cerrar por la intensidad que emanaban los rayos del sol. Se sorprendió un poco al ver la posición del sol y consultando su reloj descubrió que habían pasado dos horas y media desde que comenzó a intentar a entrar en armonía con la naturaleza.

- Pasa rápido el tiempo, cuando se está a gusto verdad joven Harry – Dijo de forma burlona Aeoris – Bueno, creo que mi tiempo aquí a acabado, volveré mañana para seguir con el entrenamiento Harry.

Sin mediar palabra, Banamén le pasó a Harry una espada totalmente brillante, si la mirabas fijamente podría hacerse pasar por plata, aunque era realmente pesada para poder ser plata y demasiado brillante, aunque decidió no preguntar cuál era el material ya lo sabría con el paso del tiempo. Y así durante dos horas Harry intentaba hacer los movimientos que el centauro le iba explicando, aunque sin muchos avances ya que esa espada era realmente pesada y se lo hizo saber.

- Banamén esta espada es realmente pesada – Después de más de 15 intentos de hacer algún movimiento lo único que había conseguido hacer era cansarse sin ningún tipo de avances.

- Lo siento joven Harry, pero en es la espada más liviana que puedo crear, este material es difícil de forjar incluso por nosotros los guardianes de la naturaleza, sólo los enanos han sido capaz de moldear a su gusto el mithril.

- Entonces quizás habría que buscar a algún enano.

- Puede ser, pero los enanos hace siglos que rompieron todo contacto con la comunidad mágica y las barreras que había entre enanos y elfos se hizo más profunda de lo que ya era.

- ¿Elfos?

- Altos elfos, mi joven aprendiz, de los primeros nacidos, son pocos los que quedan, creo recordar que quedan como unos 5000 o 10000 elfos que todavía viven en la comunidad élfica, es por eso que son muy cautelosos con dejarse mostrar a las otras comunidades, los enanos saben de su existencia pero como ya te he dicho, las viejas rendijas que habitan entre ambas comunidades les hacen ignorarse y siempre que alguna de ambas razas se encuentran incluso llegan a enzarzarse en una enraizada lucha que no acaba hasta que uno de los dos mueren.

- ¿Y los magos? ¿Porqué nunca había oído hablar de ninguna de las dos razas? – Preguntó el joven Potter realmente confuso pero a su vez sediento de información.

- Los magos hicieron una gran ofensa contra los elfos y los enanos cosa que desencadenó en una guerra, fue una de las peores guerras habitadas en el mundo, los enanos y elfos se unieron en una batalla contra los humanos, ya fueran magos o no – Harry vio en los ojos del guardián del agua una profunda tristeza – Los elfos y enanos se separaron de los humanos, los no mágicos culparon de la edad de hambruna que azotó el mundo y eso desencadenó nuevos odios y rendijas creando la separación de magos y muggles. Por otra parte, como ya te e contado los enanos comenzaron a recluirse en debajo de sus montañas, creando nuevos odios entre los altos elfos. Poco a poco la comunidad mágica fue olvidándose de las otras comunidades mágicas y concentrándose en hacerles creer a los muggles que ellos no existían.

- Eso es horrible – Comentó el joven mago mientras soltaba la espada y la dejaba caer secamente al suelo.

- Lo es, la guerra acabó cuando los guardianes de la naturaleza rompimos nuestros lazos con todo vestigio de muggles, magos, elfos y humanos.

- Según tengo entendido, vuestras enseñanzas eran conocidas por los magos, ¿qué ocurrió para que las olvidaran?

- La creación de las varitas hizo acomodar a los magos, descubrieron que el uso de una varita era relativamente más fácil la manipulación de la magia que usando su poder interno, eso hizo que con el paso de las generaciones comenzaran a crear lo que ahora tu conoces como la magia moderna.

- Debes saber que aunque nosotros te mostremos todo lo necesario para tu aprendizaje, también tendrás que aprender por tu propia cuenta, tendrás que descubrir hasta cuando llegan tus límites, aprender por tu propia cuenta.

- pero... – El joven Potter intentaba replicar aquello que le decía Banamén

- Nosotros sólo podemos enseñarte las puertas, eres tú quien tiene que atravesarlas, en el templo hay una biblioteca creada por los antiguos moradores del castillo y muchos de los libros de la magia moderna que tu conoces, tendrás que investigar, aprender a conocerte, nosotros sólo estamos aquí para servirte de guía, pero recuerda que como guardianes tenemos otras obligaciones que nos reclamaran fuera del templo por lo que no podremos estar siempre contigo, más no obstante estaremos a tu lado para tus primeros pasos

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Ron, Hermione, Neville, Luna y Ginny iban arrastrando sus pesados baúles, en busca de algún compartimiento vacío para el retorno a Hogwarts, casi al final del tren y como ya iba siendo costumbre se acomodaron en el último compartimiento del tren.

- ¿Cómo creéis que estará Harry? – Preguntó Neville después de un incómodo silencio que envolvió al grupo

- Estará bien, es fuerte y podrá con todo lo que se avecina – Dijo Hermione de forma ausente mientras tomaba uno de sus libros y se disponía a leerlo.

- Bueno chicos, que creéis que deberíamos hacer – Preguntó Ron después de otro incómodo silencio que los envolvía desde que su amigo se fue para prepararse para la guerra.

- ¿Qué quieres decir Ron? – Preguntó Luna dejando de ojear el quisquilloso.

- Quiero decir que ahora sabemos el contenido de la profecía, y si conozco a Harry como lo conozco, el se culpa de la guerra que amenaza el mundo mágico, lleva una carga en los hombros que nadie podría soportar sin caer en la locura y él la afronta llevando la cabeza bien alta, presenció la muerte de Cedric y el retorno de Vol – Tomó aire para decir su nombre y volvió a retomar su palabra – Voldemort, el curso pasado presenció la muerte de su padrino y ahora se está preparando para algo que es mucho más grande que él – Miró a todos sus amigos como esperando un gesto de aprobación, pero ellos no se inmutaron seguían mirándolos como esperando que llegara a su conclusión – la pregunta es ¿vamos a sentarnos a esperar a que nuestro amigo muera mientras que nosotros nos quedamos sin hacer nada?

- Entiendo tu punto de vista hermano – Dijo Ginny que desde que Harry se había ido estaba mucho más cautelosa y pensaba con mayor seriedad las cosas antes de exponer algo.

- Y que tiene en mente nuestro querido estratega – Dijo Hermione con una pequeña sonrisa para intentar romper la tensión que se había acumulado y en el fondo orgullosa de que su amigo comenzara a pensar como un adulto y luchara contra sus temores.

- El año pasado Harry creó la ED, en ella él nos entrenaba, incluso aunque Harry no esté aquí, creo que deberíamos seguir con la ED.

- Pero Harry no está para que nos siga enseñando – Comentó Luna siguiendo seriamente la conversación muy a diferencia de cómo solía comportarse en sus pasados cursos.

- No necesitamos necesariamente a Harry – Dijo Ginny con un brillo en sus ojos – Todos nosotros tenemos algún tipo de experiencia en algún campo que otro, todos tienen algo que enseñar, y todos tienen algo que aprender, aunque ahora que seguramente tendremos una profesora decente... – Refiriéndose a Tonks

- Siempre estaríamos mejor preparado si tuviéramos por decirlo de alguna otra forma una asignatura extra – Cortó Neville a la pelirroja

- Valla, valla – Malfoy acompañado de sus dos gorilas había entrado en el compartimiento - ¿Qué tenemos aquí? Los pobretones Weasley, la sangre sucia Granger, Lunática Lovegood y el inútil de Longbottom ¿Dónde está el cara-rajada de Potter?

- ¿Qué ocurre Malfoy? Tu papá no te compró una nueva escoba – Contraatacó Ginny desafiante – Ay pero que digo, si está en Azkaban

- Pagarás por eso... – Malfoy intentó sacar su varita pero se encontró con cinco varitas apuntándole directamente al entrecejo.

- Dame un razón Malfoy – Dijo Ron desafiante – Solo una para mandarte directamente a la enfermería – Con un gesto de cabeza a sus gorilas, los tres Slytherin abandonaron el compartimiento.

Después de muchas charlas, bromas y preparativos para el inicio de curso, el tren llegó a su destino, encontrando a Hagrid llamando a los de primer curso y los carruajes esperando para ser llevados hacia el colegio. La mirada de ambos Weasley y Hermione se entristeció al ver que podían ver a los Thestral, y sabían que eso era debido a la muerte de Sirius.