ANORK
Los días iban pasando lentamente en el templo de Jade, Harry descubrió que una fuerte cúpula que rodeaba el castillo y gran parte del bosque hacía modificar el tiempo de forma que dos días dentro de los terrenos protegidos por los guardianes equivalía a un día fuera de ella, lo cual era una ventaja ya que podría prepararse mejor en los avances contra el lado oscuro.
Harry en un mes había conseguido hacer grandes avances en lo respecto a los campos de la magia, descubrió que con un poco de concentración podía llegar a hacer magia sin su varita de forma más cómoda que con ella, con respecto a magia elemental podía convocar pequeñas bolas de fuego, crear pequeñas brisas, hacer manar agua de sus manos y crecer pequeñas semillas. En el poco tiempo que llevaba allí había encontrado algunos animalillos con heridas superficiales, tales como arañazos que había conseguido curar sin problemas y su conocimiento en magia moderna y magia antigua se había incrementado notablemente debido a las horas dedicada en la biblioteca del templo.
Con respecto a los antiguos artes de la guerra, cierto es que había conseguido avanzar en tiro con arco (incluso cabalgando con Nogmarum), artes marciales y lanzamiento de cuchillos, pero lo que no había conseguido gran avance era el manejo de la espada, Harry estaba seguro que con una espada más liviana podría conseguir mejores resultados, pero por mucho que lo intentaba no conseguía los progresos que los guardianes esperaban de él.
- Esto es inútil Kael, no conseguiré avanzar en con la espada – Le dijo Harry a la guardiana del fuego cuando vino a comprobar sus avances – Sería mejor dejar este campo y dedicarlo a otros.
- Limitando tus habilidades solo conseguirás darle armas al lado oscuro, joven Harry, debes expulsar de tu cuerpo todo tipo de dolor, de cansancio, de sufrimiento, olvida que esa arma que tienes en tus manos es pesada, olvida que estás cansado y que tu cuerpo comienza a pedir un descanso, entonces y sólo entonces conseguirás mejorar.
Harry cerró los ojos con la espada todavía en sus manos, intentando olvidar todo lo que la guardiana del fuego le había pedido que hiciera, aunque era difícil de hacer cuando sentías el peso de la espada en sus manos, ya que más que intentar concentrarse en que la espada no pesaba intentaba concentrarse en que la espada no se le cayera de sus manos.
Entonces Harry pensó algo que podría dar resultado, vaciando toda su mente de emociones entró en trance consiguiendo llegar hacia el plano astral (plano donde se concentran las fuerzas de la naturaleza), una vez allí desconectado de su cuerpo, hizo todo aquello que Kael le había pedido que hiciera. Una vez conseguido volvió a la movilidad de su cuerpo, su cara reflejada una gran concentración, comenzó a hacer algunos movimientos con la espada, aunque era difícil hacer el movimiento propuesto con ella, le comenzaba a resultar más fácil, cosa que Harry notó y le hizo alegrarse por lo tanto perder la concentración y volver a sentir la espada igual de pesada haciéndola soltar por el súbito aumento de peso.
- No está mal para ser tu comienzo joven Harry – la guardiana dio un rápido vistazo hacia el cielo para volver a mirar a Harry – Tomate el resto del día libre, necesitas descansar mi joven discípulo.
Harry se dirigió hacia sus habitaciones para poder cambiarse de ropa y soltar la espada y el arco que había usado hoy, tomando algo de ropa cómoda para cabalgar procedió a cambiarse, antes de dirigirse a los establos pasó por las cocinas en donde Samy gustosa le proporcionó una gran variedad de alimentos, si una cosa los elfos que moraban en el castillo no atendían a esclavitud, si tenían un gran respeto a Harry al que consideraban el señor del castillo.
Harry se dirigió hacia los establos del templo en donde encontró a Nogmarum ya ensillado, era una de las cosas que no conseguiría entender de los elfos domésticos eran las habilidades que poseían para saber en cada momento que necesitaba. Con un salto montó al magnífico semental y se dispuso a cabalgar por las profundidades del bosque negro.
Harry había tenido pocas ocasiones de adentrarse en las profundidades de este bosque, pero cada una de las veces que lo había echo había sido algo memorable, todas las criaturas mágicas que allí habitaban parecían reconocerlo como el protegido de los guardianes dejándolos pasar sin intentar hacerle algún daño.
Los rayos del sol apenas se filtraban a través de las copas de los árboles, dejando los pocos senderos que allí habitaban en una penumbra inquietante, pero lejos de acobardar al joven Potter lo encontraba gratificante, podía sentir que el bosque era viejo, lleno de sabiduría perdida por el paso de los años, cualquiera que se adentrara dentro de él y no respetara aunque sea un arbusto podría salir lastimado y no precisamente por las criaturas que allí habitaban.
Harry apretó las bridas de su corcel, mientras el caballo apretaba un poco su paso hasta convertirlo en un trote, por alguna razón Harry sentía que algo se agitaba en las profundidades del bosque, algo maligno que intentaba dar caza por el mero echo de cazar. Mirando al cielo descubrió que los últimos rayos del sol acariciaban las viejas ramas de los árboles, con paso raudo intentó descubrir que mal se agitaba en ese bosque, había hecho la promesa a los guardianes de preservar la vida y esa promesa era algo sagrada para él.
Llegando a un pequeño descampado descubrió un pony negro con manchas blancas, demasiado grande para ser un pony y demasiado pequeño para considerarse un caballo, el animal en sí se encontraba realmente agitado, Harry viendo a la exuberante bestia que se agitaba con su sola presencia desmontó a su fiel caballo y se acercó con cautela hacia él para intentar calmarlo de la agitación que tuviera, no fue sino cinco minutos después que consiguió calmarlo, pero fue precisamente cuando consiguió que el pony dejará de relinchar y de pisotear la tierra cuando comenzó a oír lo que parecía ser una batalla no muy lejana de donde él estaba.
Dejando a ambos, el pony y su semental, se dirigió hacia donde parecía provenir los ruidos de donde provenía la batalla, Harry sacó de entre sus túnicas una daga de forma curva, dispuesto a atacar a cualquier criatura oscura que hubiera mancillado el bosque con su sola presencia.
A los pocos metros descubrió que la batalla que se llevaba a cabo, era un enano con una larga barba castaña oscura, provisto como única arma con un hacha que bien podría superar la altura del enano contra una horda de orcos, sin duda aunque el enano manejaba con gran destreza su hacha se notaba que la superioridad numérica de los orcos que poco a poco hacían al enano retroceder.
Sin pensárselo dos veces Harry lanzó la daga que tenía en la mano hacia el orco más cercano, haciendo que de la garganta de la bestia inmunda brotara una sangre verdosa, este echo llamó la atención tanto de atacantes como de atacado, pero sin dejar lugar a presentaciones Harry comenzó una vez más a atacar, sin estar provisto de armas con la que protegerse de las citimarras con la hoja envenenada que portaban los orcos, Harry hizo acopio de sus conocimientos adquiridos en esos dos meses con los guardianes, de su mano elevó una gran bola de fuego (elemento del que mejor tenía control) lanzándolo contra otra de las criaturas carbonizándola en el acto, el enano en sí una vez visto que ese joven no iba a atacarle blandió con fuerza su hacha decapitando a otro orco.
Diez minutos después de lo que hubiera sido una noche de festín para los orcos como plato especial enano, era ahora una gran mancha de cenizas y cuerpos de orcos decapitados por los alrededores de ambos combatientes.
- Desde luego, es una sorpresa encontrarme por estos parajes a un mago – Habló por primera vez el enano – y sobretodo uno que domina alguno de los antiguos conocimientos perdidos en el tiempo – El enano escrutó con la mirada al joven mago durante unos segundos para después seguir hablando – No obstante, olvidando viejos odios del pasado, debo estarle agradecido mi buen señor por haberme salvado la vida, mi nombre es Anork, hijo de Anquell, a vuestro servicio – Esto último dijo el enano haciendo una leve reverencia.
- Harry Potter, al vuestro – Dijo Harry imitando su saludo.
- Decidme joven señor, ¿qué hace un mago transitando por estos parajes perdido de la mano de los dioses y conocedor de los antiguos saberes? si no es inoportuna mi pregunta claro está – El enano había colocado su hacha en su espalda sujetada con unas fuertes correas de cuero.
- Su pregunta no es inoportuna, pero si es larga de contar – Harry todavía intentaba por todos los medios sonar amable ya que en sus estancias en la biblioteca había descubierto que los enanos eran temperamentales hasta cierto punto – Podríamos ir hasta el templo de Jade, donde por ahora habito y contar todo lo que tengamos que hablar con una buena cena, ya que el sol se a puesto hace poco y dudo mucho de que estas sean las únicas criaturas oscuras que habiten por los alrededores.
- Habláis de una leyenda como si fuera realidad joven señor – Dijo Anork mirándolo escéptico – Pero el templo de Jade, al que mencionáis no es solo si no una antigua leyenda perdidas en las canciones de tiempos antiguos, en donde todas las razas del mundo pasado habitaban en armonía.
- Cierto es maese Anork, pero una vez más los antiguos misterios de la magia blanca son concedidos a los magos, siendo yo el primero de los míos en ser merecedor de tal honor – El enano abrió los ojos desmesurados como sabiendo a que se refería el joven Potter – Si Anork, los guardianes de los elementos han vuelto para detener el mal que se avecina.
- Parece que cierto son los rumores que corren entre mi gente, el mal se agita una vez más entre las criaturas vivas, y una vez más los puros de corazón irán a luchar por un mañana mejor, tal y como cantan las canciones de los días mejores.
- No nos quedemos aquí, no muy lejos de aquí está mi caballo aguardando mi llegada junto a un pony desbocado que encontré antes de llegar a ti, imagino que ese pony será vuestro Anork – Dijo Harry agachándose frente al primer orco abatido y extrayendo de su garganta su daga.
- No imaginas mal, más no rechazaré la oferta sobre esa cena antes mencionada – Dijo jovialmente el enano mientras ambos partían rumbo hacia donde ambos equinos esperaban.
El camino hasta el templo de Jade fue realmente entretenido para Harry, Anork parloteaba sobre la grandeza de su pueblo y las magníficas armas que forjaban los herreros de su tierra.
- O sí, nada más me gustaría que fuerais conmigo hacía las minas de Khazad-dûm, rugientes hogueras, cerveza de malta, rica carne deshuesada, descubriríais la famosa hospitalidad de los enanos.
- Me encantaría acompañaros, si la maldad no avanzara de forma inexorable por estas tierras y no estuviéramos en los comienzos de esta maldita guerra – Dijo Harry con su semblante serio y deseando en el fondo de su corazón el poder visitar aquello de lo que le hablaba Anork.
- Hablas mi joven muchacho como si tuvieras el destino de esta guerra en tus manos – dijo el enano distraídamente sin notar la expresión del rostro de Harry.
- Hay cosas de mí que es mejor no saber por la seguridad de aquellos que llegan a conocerme – Dijo enigmáticamente el Gryffindor – Bien mi buen señor enano, e aquí el templo de Jade – De entre los árboles surgió la imponente figura del castillo dejando al enano embelesado por la belleza de tal construcción.
- Sin duda alguna, es mejor que las descripciones que cuentan las antiguas canciones.
- Puede que sí, pero no soy conocedor de tales canciones, tal vez podríais cantarme alguna después de haber saciado nuestros estómagos – Le dijo Harry con una sonrisa.
- Sin duda alguna mi buen señor – Harry se sorprendía cada vez más como el enano le trataba como si un miembro de la nobleza se tratara, puesto al trato que recibía del enano él intentaba tratarlo con el mismo respeto que recibía.
- Bienvenidos un año más a Hogwarts – Dijo Dumbledore alzando la voz de pie frente a todos los alumnos del colegio Hogwarts – Antes de nada quisiera dar unos avisos que creo son de gran magnitud – Dumbledore pasó su mirada por cada uno de los alumnos parando especialmente en cierto grupo de Gryffindor – Las fuerzas oscuras toman cada vez más poder y poco a poco se van uniendo para lo que sin duda serán días de guerra – En este punto todos los alumnos contenían la respiración – Todos los alumnos deben saber que el bosque prohibido siempre a estado prohibido por las criaturas que habitan en él, este año, más que nunca los alumnos no podrán acercarse ni siquiera a los límites del bosque.
Los murmullos entre los alumnos no se hicieron esperar dejando a Dumbledore incapacitado a hablar debido al túmulo de estudiantes histéricos que se habían formado.
- No obstante han de saber que mientras estén dentro de los límites permitidos de Hogwarts, ningún mal podrá llegar hasta ustedes – El griterío pareció bajar de intensidad aunque todavía se oían susurros por todo el comedor – Otra cosa que quizás algunos ya habrán notado, sobre todo la mesa de Gryffindor, es que su compañero Harry Potter a decidido pedir un traslado a otro colegio de magia debido a problemas personales.
En este punto Dumbledore ni siquiera intentó volver a llamar la atención de los alumnos ya que sabía que el tema de Harry abarcaría gran cantidad de rumores, cada uno peor que el otro y lo peor de todo es que por mucho que quisiera detener aquella sarta de mentiras no podría detenerlo. Mientras veía como sus estudiantes abandonaban el gran comedor, se preguntaba que estaría haciendo su alumno favorito, aquel al que había llegado a considerar como un nieto. Por alguna extraña razón, el amuleto del fénix no funcionaba como debía funcionar, ya que no conseguía ubicarlo en ningún lugar del planeta, aunque el amuleto todavía le daba el informe sobre el estado del muchacho.
- ¿Creéis que estará bien? – Preguntó la menor de los Weasley a su hermano y sus dos amigos.
- Debe de estarlo, si algo le hubiera pasado Dumbledore nos habría informado, recordad que el amuleto que le dio a Harry informa al director sobre como se encuentra – Dijo Hermione pensativamente mientras pasaba su libro de defensa contra las artes oscuras sin siquiera prestarle atención.
- Creo que cuanto antes reunamos a los miembros de la ED para ver que piensan ellos, más tiempo tendremos para prepararnos – Dijo Neville jugando distraídamente con su nueva varita.
- Es lo mejor – Ron se levantó de su asiento – Chicos será mejor que vallamos a dormir, mañana tendremos un día ajetreado.
Hermione había terminado de cambiarse cuando vio una lechuza parda posada en el alfeizar de su ventana, cuando se acercó a la lechuza descubrió que llevaba una carta para ella y por la letra podía deducir que era de Hagrid.
Querida Hermione:
Mañana antes de comenzar el desayuno, si no es mucha molestia te agradecería que te pasaras por mi cabaña, tengo algo importante que decirte, se que tienes la suficiente confianza en los chicos pero me gustaría que mantuvieras esto en secreto la mayor parte del tiempo posible. Aunque sé que será difícil de mantener por mucho tiempo.
Hagrid
A la mañana siguiente, una curiosa Hermione se dirigía hacia la cabaña del guardabosques donde Hagrid lo esperaba en la puerta impaciente, al verla llegar su rostro preocupado cambió por una sonrisa sincera.
- ¿Qué ocurre Hagrid? – Preguntó Hermione preocupada.
- Ven sígueme – Dijo Hagrid después de mirar hacia los alrededores esperando que nadie les hubiera visto, comenzó a caminar, bordeando el castillo, lo suficientemente lejos de los límites del bosque, al llegar a su destino Hermione descubrió que se trataba de una cueva y la chica temió que fueran a ver al hermano "pequeño" de Hagrid.
- Hagrid, no estará aquí dentro... – Las palabras de la chica quedó en el aire cortadas por el semigigante.
- Buckbeak – Dijo Hagrid a la vez que el hipogrifo salía del interior de la cueva y comenzaba a agitar sus alas al reconocer a Hermione - Verás Hermione, Buckbeak todavía está perseguido por el ministerio y si alguien se enterara que está a mi cargo podría meter a Dumbledore en serios problemas, así que he pensado que como él ya te conoce y que te tiene respeto que tal vez podrías cuidarlo.
- Pero Hagrid, yo... – La chica hacía trabajar su mente a marchas forzadas para intentar dar una excusa para negarse.
- Tranquila, en la puerta de mi cabaña dejaré todos los días un saco de ratas para que puedas alimentarlo, sólo tendrás que venir a darle de comer y tal vez dadle un poco de mimos – Contestó Hagrid riendo suavemente.
- Se que me voy a arrepentir de esto – murmuró la chica para ella – De acuerdo Hagrid, lo cuidaré
Mientras tanto, en el templo de Jade, Harry contaba a Anork sobre Voldemort y un poco de sus andanzas por Hogwarts, haciendo énfasis en los encuentros que había tenido con Voldemort antes de su retorno y después de ellos.
- Valla, así que ese mago oscuro ha vuelto para esclavizar a todas las criaturas libres y someterlas a su voluntad – Respondió el enano después de haber oído el relato de Harry.
- Así es, al parecer los guardianes creen que quiere abrir las puertas del inframundo desatando en el mundo el mal que habitan tras las puertas – Dijo Harry con tono lúgubre.
- Mi corazón se parte en dos mi buen señor – Dijo Anork después de unos segundos de silencio – la primera sería el deber de informar a los míos sobre la amenaza que asola este mundo y la otra la gratitud para con vos por el haberme salvado la vida y el querer pagarla estando con vos en vuestro entrenamiento y en la hora de su partida.
- Aunque no hay nada más que agradecería que tu ayuda, debo rechazarla Anork, las personas que me rodean tienen a estar en peligro, y no podría aceptar que te embarcaras conmigo en tal peligrosa contienda.
- Tonterías, tonterías, tener el hacha de un enano como amigo, es tener una posibilidad de victoria, mi hacha está a tu disposición en cuanto arregle el asunto para con mi gente – Respondió el enano haciendo alardes de batalla.
- Si no puedo hacerte cambiar de opinión, lo menos que puedo hacerte es ofrecerte un lugar cómodo donde pasar la noche.
Con los primeros rayos del sol, Harry se levantó dispuesto a seguir con su entrenamiento, esperando que al menos su nuevo amigo Anork pasara a despedirse antes de su marcha. Con todas sus armas dispuestas en el patio principal regadas por el suelo, Harry estaba en esta ocasión con Tarod, el guardián de la tierra, practicando una vez más sus habilidades de magia sin varita y los conjuros de tierra. Una hora después Harry tomándose un pequeño descanso para reponer fuerzas, Anork hizo presencia quedándose mirando durante unos segundos sin ser capaz de reaccionar a Tarod.
- Bienvenido seas Anork, hijo de Anquell – Dijo el unicornio con una leve inclinación a Anork que ya había sido informado por Harry sobre su estancia en el templo y su pronta partida.
- Disculpad mis modales, OH tu gran guardián – Dijo Anork clavando su rodilla en el suelo y bajando la cabeza en señal de sumisión – Terribles los tiempos venideros para que los guardianes de los elementos vuelvan una vez más a nosotros.
- Levántate Anork, pues eres digno de hablar libremente – El enano se levantó visiblemente emocionado al ver el trato recibido por el guardián.
- Venía a despedirme Harry, tengo un largo camino de tres días y cuanto más pronto sea mi partida mucho mejor.
- Espero que no te moleste que haya ordenado rellenar los fardos de tu pony con alimentos y agua para el camino – Dijo Harry con una sonrisa.
- De ningún modo, tendré que apuntar otra de las deudas que tendré que saldar – Haciendo una reverencia a Harry y otra más profunda al guardián se retiró rumbo a los establos donde un elfo doméstico seguro estaría aguardando los últimos preparativos del animal.
Aunque Harry le hubiera gustado acompañarlo, o aunque fuera estar con el en el momento de su partida, siguió haciendo lo que tenía que hacer, tomando la espada se dispuso a seguir entrenando. De entre los árboles se escuchó un suave canto y Harry sin siquiera voltearse sabía que se trataba de Orthac, por lo que dedujo que Seth no debería andar muy lejos. Volviendo al entrenamiento, Harry estuvo más de una hora intentando hacer progresos con la espada, pero Tarod se lo ponía difícil ya que cada vez que parecía empezar a controlarla, el unicornio se acercaba y con su cuerno hacía chocar la espada haciendo que esta se desprendiera de las manos de Harry.
- Sabes no puedo llegar a manejar esta espada si cada vez que consigo hacer algunos movimientos tu vas y me das un golpe con el cuerno – Harry en estos momentos le daba igual sonar grosero, pero lo único que quería era conseguir manejar la espada ya que era lo único que todavía no había conseguido hacer algún avance y realmente comenzaba a frustrarse.
- Debes saber que en un campo de batalla, el enemigo intentará desarmarte de todas las maneras posibles, si no eres capaz de sostener tu espada en tus manos como piensas defenderte de un ataque demoníaco.
- Bueno, tal vez si tuviera una espada menos pesada podría conseguir que no se me fuera de las manos – Dijo Harry soltando la espada en un gesto de frustración.
- Sabes que es lo mejor que podemos proveerte – Repuso el unicornio como quien lo había discutido miles de veces, y en cierto modo era verdad, ya que siempre que Harry no hacía avances en la esgrima discutía con el guardián encargado de su entrenamiento por ese día de lo pesada de la espada – Pero ahora al parecer tienes un amigo enano, podrías pedirle que te otorgara una espada más liviana.
- Sería descarado por mi parte pedirle eso – Dijo Harry en un susurro audible, aunque en realidad lo había pensado desde que conoció al enano.
Harry siguió los siguientes cinco días entrenando arduamente después de la partida de Anork, en este día había comenzado una nueva preparación con el tiro con arco, después de demostrar un nivel medio en el manejo del medio y era, disparar flecha mientras cabalgaba a lomos de Nogmarum. En los otros campos físicos avanzaba lentamente, aunque mirando fijamente su cuerpo podrías ver el cuerpo formado de un luchador implacable. Con respecto a la rama de la magia, Harry había olvidado por completo su varita, no recordando siquiera que existía, los poderes elementales poco a poco comenzaban a dar sus frutos, Harry se asombraba de las cualidades de la magia antigua y estaba seguro que le serían muy útiles en su lucha contra Voldemort y ponía gran empeño en conocer todos los hechizos que existían.
Al sexto día de la marcha del enano regresó una vez más, pero esta vez no venía solo, montado en un carromato tirado por dos poneys venía sentado otro enano de aspecto señorial y otro del que parecía también un noble aunque claramente se notaba que doblaba la edad a Anork.
- Salud y riquezas Harry – Dijo con voz jovial Anork mientras descendía del carromato.
- Salud y riquezas para ti también Anork – Respondió Harry haciendo una leve inclinación de cabeza.
- Quisiera presentarte a Belror, señor de las minas de Khazad-dûm, y e aquí mi padre Anquell – Harry hizo una ligera reverencia hacía ambos enanos, después de la partida de Anork se había informado por los guardianes sobre alguna de las costumbres de las dos razas desconocidas por los magos y una de ellas, era la reverencia.
- Un honor conocer por fin al elegido de los guardianes, aunque sea en tiempos tan oscuros como los que se avecinan – Dijo con voz profunda Belror – y por supuesto también el honor al conocer al salvador del hijo del consejero.
Harry evaluó con la mirada a Anork, así que era el hijo del consejero, por lo tanto tenía ante él a una de las máximas autoridades en la comunidad enana. Miró nuevamente a su amigo enano intentando discernir bien sus facciones, llegaría a medir 1´20 de alto aunque por la altura de los otros dos enanos tendrían que ser todos casi de esa estatura. Vestía enteramente de cuero llevando encima de sus ropas una cota de malla, su hacha parecía brillar más que la última vez que la vio. Los otros dos enanos iban vestidos más señorialmente provistos solamente con unas dagas a sus cinturones y ninguna armadura, los colores de su ropa aunque oscuros discernían claramente de la posición de ambos.
- Podríamos acompañar esta charla con una buena jarra de cerveza y tal vez un buen filete de ternera – Dijo Anork mientras se relamía pensando en la comida de los elfos domésticos los cuales le habían dejado impresionado por sus peculiaridades culinarias.
- Podríamos si señor – Contestó Harry jovialmente, la verdad es que le agradaba hablar con otras personas, aunque no fueran humanos, y no es que no aceptara de buen grado las charlas de los guardianes o de su serpiente.
Harry hizo un gesto a los tres enanos para que le siguieran, con unos segundos de espera por parte de Harry al ver que los tres descargaban del carromato lo que parecían varios fardos, los guió hacía el comedor en donde a través del fuego de la chimenea se comunicó con los elfos domésticos avisándole que prepararan algo de comida para los cuatro y acondicionaran 3 habitaciones para sus invitados
- Y Bien díganme nobles señores, ¿Qué le traen a mi humilde morada? – Harry había hablado con los señores de los elementos sobre que pasaría cuando él abandonara el templo, habiéndoles respondido ellos que ahora él era el señor del templo de Jade y que si las cosas le salían bien al señor oscuro pronto sería un punto a tener en cuenta en la resistencia contra el mal y las alianzas futuras.
- Muchas cosas han pasado desde que los enanos rompimos nuestras alianzas con los humanos, más algunos de nuestros ancestros juraron a aquellos magos con los que simpatizaban que los enanos acudirían en ayuda de los magos en tiempos de necesidad – Respondió Anquell.
- Muchos siglos han pasado desde que perdimos contacto con el mundo exterior, recluyéndonos bajo las montañas, saliendo sólo lo necesario, más las noticias alentadoras que nos a traído el buen Anork nos hacen volver a salir fuera de nuestro exilio por llamarlo de algún modo – El modo de hablar de Belror no daba dudas a Harry que era un gobernante leal y fiel a sus creencias – Con nuestro primer contacto con un mago después de siglos de ausencia quisiéramos poder retornar alianzas perdidas en el olvido.
- De muy buen grado son aceptadas mi noble señor – Contestó Harry alzando su jarra de cerveza en señal de brindis.
- Y como muestra de tal alianza – Dijo Anork rebuscando en los fardos que habían traído con ellos – Te entregamos a ti, como señor del templo de Jade unos presentes que seguro encontrarás de buen grado.
Anork comenzó a sacar varias cosas de entre los fardos entre ellos una pulida y reluciente espada, una cota de mallas hecha de mithril, digna de un príncipe en el cinturón llevaba engarzada algunas diminutas gemas que hacían realzar la belleza de la cota de mallas.
- Aceptad estos presentes como muestra de la nueva alianza – Dijo Belror gravemente.
- Me siento frustrado al no poder entregaros a vos ningún presente como muestra de alianza – Dijo Harry un tanto apenado – Más no obstante, las puertas del templo están abiertas para cualquier enano que busque una morada donde pasar la noche o simplemente busque un lugar donde tomar alimentos.
- No esperaba otra cosa de vos mi buen señor – Respondió el señor de las minas de Khazad-dûm. Harry tomó los presentes que se ofrecían y descubrió con deleite que la espada que se le entregaba era muy liviana y ligera, aunque resistente, sin duda una obra maestra de los herreros enanos – Serías un magnifico rey entre los magos si no fuera porque el linaje real de los magos se perdió mucho antes de que las viejas alianzas se rompieran – Harry sintió que se ruborizaba con semejante halago por parte del señor de los enanos.
- Viejas leyendas e oído en mi estancia en Hogwarts, sobre el rey que volverá cuando la noche inunde el día cabalgado por los cielos – Respondió Harry recordando la leyenda que había leído en los libros de historia de la magia sobre el rey mago el cual abdicó de su corona por amor, si mal no recordaba, fue por eso por lo que se creó el ministerio de magia, siendo el ministro sólo un regente a la corona o senescal como se llamaba en los tiempos antiguos.
Al día siguiente partirían hacía el reino bajo la montaña el señor Belror y Anquell para reportar a la comunidad enana las nuevas que provenían del templo de Jade, Anork se quedaría como nexo entre los enanos y el templo y en pago de la deuda de vida que le debía a Harry.
Los días después de la visita de los enanos fue un cambio brutal en las habilidades con la espada para Harry, portando ahora una espada que parecía echa para su mano, tardó solo cuestión de una semana para alcanzar un buen nivel en la esgrima, tanto que Harry comenzó a destacar en su manejo. Anork que le ayudaba con su entrenamiento de los antiguos saberes de la guerra como buen guerrero que era elogiaba a Harry diciendo que ninguna criatura oscura se atrevería a ponerse bajo el filo de su espada.
