-Es extraño que la jodida gata de ese cabrón no esté por los pasillos...-comentó George

-Puede ser que estén ahora mismo en un momento romántico.-respondió Fred mirando a su hermano a los ojos mientras imitaba a Filch dándole besitos en el morro a una Sra. Norris imaginaria.

-Eres un cerdo!- repuso George mientras reía en voz baja.

-Lo sé, pero eso es lo que a ti te gusta verdad, hermanito?- sonrió con malicia y le dirigió una mirada repleta de picardía mientras se aproximaba al rostro de George lanzándole besitos al aire.

-Estás colgado, lo sabes verdad?-contestó George empujando rápidamente a su hermano contra la pared cercana.

-Claro! Pero tú también!

-Es verdad!- dijo George y ambos se echaron a reír.

Siguieron mirando el mapa hasta que estaban en las proximidades de las mazmorras. Ahí decidieron borrarlo, cerrarlo y guardarlo muy bien, lo último que querrían era que el profesor más odiado lo encontrase, acto seguido apagaron las varitas, quedándose a oscuras en la entrada del túnel que los conducirían a la oficina y las habitaciones de Severus Snape.

Se realizaron un pequeño encantamiento para ver en la oscuridad, conjuro secreto del que estaban orgullosos, sacado de un viejo e incompleto libro de magia oscura del que sólo unos cuantos conjuros estaban completos. Este sencillo hechizo tenebroso proporcionaba la visión nocturna de un felino, no los transformaba, sino que a sus ojos humanos les era proporcionada esa habilidad al instante. Lo cierto es que el estudiante medio de Hogwarts tendría escalofríos y no practicaría consigo mismo nada de ese volumen al ver cualquiera de sus ilustraciones, en las que se veían personas deformadas con partes de animal y que parecían como mínimo muy doloridas por tal estado, pero claro, estas cosas no detendrían a Fred y George, ellos no eran típicos alumnos del colegio y a parte, lo habían practicado hasta la saciedad y en el nivel actual no tendrían problema alguno. Llevaban bastante tiempo con ellos, desde que lo encontraron un día de detención en la oficina de Filch. "Otro regalo más de nuestro querido conserje" pensaron mientras libraban a ese pobre libro de la incomodidad de un cajón cerrado a cal y canto. El único problema de estos hechizos, que todavía no habían conseguido hacer que actuaran 2 al mismo tiempo, como "los ojos de gato" y la habilidad de camuflaje del camaleón, otro de los que estaban indemnes y se contaba entre sus preferidos.

Ya conocían el camino al despacho del profesor de pociones demasiado bien, tantas noches fregando calderos habían hecho que fuera algo casi automático, pero a pesar de esto tardaron bastante puesto que se detenían en cada cruce con otro pasillo, aguzando sus oídos humanos y ojos gatunos, para garantizarse que no se encontrarían con algún habitante del castillo. La visión nocturna les proporcionaba una gran ventaja ante alguien que rondara por allí, con o sin varita. Podrían distinguir al que viniera antes que él a ellos, sus ojos tardarían en acostumbrarse a los cambios de luz y oscuridad, en el caso de que llevara algo que proporcionara iluminación, y por supuesto ,si no llevaban nada, no era más que un ciego.

El camino se les estaba haciendo eterno cuando, al fin apareció la puerta que buscaban. Sólo tendrían que cruzarla y se encontrarían dentro de la guarida del profesor de pociones.

Al principio pensaron que la puerta sería muy difícil de abrir, y que estaría cargada de numerosos hechizos y encantamientos de protección y alarma, pero cuál fue su sorpresa cuándo la contrario de lo que esperaban, les resultó facilísimo entrar realizar una inspección exhaustiva de la puerta.

El ser hermanos gemelos que no se habían separado nunca, cómplices de los mismos gustos, los había convertido en un equipo perfecto y totalmente compenetrado, no necesitando hablar entre ellos para comunicarse e interactuar. Ambos silenciaron su voz con la varita al tiempo que realizaron un ahogado "Alohomora!" a la vez, para que la efectividad disminuida del hechizo fuera reemplazada por la fuerza de la magia de los dos Weasley, que esperaban a una terrible trampa o alarma, o peor aún un Snape totalmente alerta y a punto de echárseles encima y expulsarlos. Pero no, ni trampa, ni alarma, ni nadie que no fuera un dormido profesor de pociones en un sillón junto al fuego.

Intentando no alegrarse antes de tiempo, pues ya se sabe que nunca hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado, por burlar al profesor más temido y odiado de todo Hogwarts, y según decían las malas lenguas, un mago tenebroso muy poderoso. Al fin estaban a punto de ejercer su vendetta personal.

Lo cierto es que tras salir de la clase doble de pociones su ira no había disminuido, al contrario, en parte debido a la misma que sintieron al tener que continuar la clase sin rechistar y pasarse esas horas removiendo y añadiendo ingredientes totalmente ofuscados, tanto que las pociones les salieron extraordinariamente mal y tendrían que presentar como tarea extra un pergamino cada uno de un metro sobre las aplicaciones de las joyas en las pociones curativas. A eso se le añadió que sus inquietas mentes que tantas y tan divertidas "diabluras" les había inspirado no les había ayudado en nada durante las 2 horas que se llevaron intentando que se les ocurriera algo que hacerle a Snape mientras trabajaban en clase. Pero nada, sus mentes les dio como respuesta un gran, absoluto y determinante vacío. Estaban que echaban chispas, no se lo podían creer, es que acaso estaban teniendo un bloqueo creativo? No se lo podían creer, esta situación era ridícula! Cómo podía pasarle esto a ellos?

-Esto es una mierda, George! No se me ocurre nada con qué putear a Snape, joder!-resopló Fred, con cara de cansancio

-Estoy igual hermanito. Quizás sea...¿estrés?-miró dubitativo e incrédulo George-Aún quedan un par de horas para la cena, quizás un baño nos aclare las ideas y nos relaje un rato. Así lo mismo, se nos pasa algo por la cabeza, porque esto está comenzando a ser preocupante y desesperante!

-Muy cierto....esto apesta!, pero eso de relajarnos dándonos un baño no me convence demasiado, y si...y si...nos vamos a "nuestro escondite" y nos fumamos algo!-dijo Fred iluminándole la cara esa idea

-Je, je, je, anda que no sabes nada, Freddie, querido!, si mamá supiera que andas pervirtiendo a tu hermano gemelo- George chasqueó la lengua e intentó poner la mejor cara de sorpresa e inocencia que pudo- se pondría hecha un basilisco!

-Ja, ja, ja! Es cierto, además no me dejaría explicarle que quién me enseñó a fumar fuiste tú Georgie!

-Anda, vamos de una vez! A ver si se nos ilumina la mente!!!-dijo cogiéndolo del brazo y echando a correr.