CAPITULO UNO: "POTTER APESTA DE VERDAD"
Todos los personajes de esta historia, escrita única y exclusivamente como entretenimiento personal y sin ningún ánimo de lucro, pertenecen a J. K. Rowling
-¿Por qué eres así?
-¿Por qué él es así?
-Así no llegaréis a ninguna parte.
-Tal vez sea lo que él quiere.
-Sí, pero, ¿es lo que tú quieres?
Hermione le miró apenada. Llevaba ya varios días yendo y viniendo, hablando con Harry y con él, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
Echó un vistazo a través de la ventana y suspiró.
-No lo sé.
-Ay, Ron, sabes tanto como yo que tú le echas de menos, y que él también te echa de menos a ti.
-¿Qué? –exclamó mirando a la chica con el ceño fruncido-. Yo no le...
-Vale, vale –le interrumpió ella levantando los brazos en el aire y mirándole con exasperación-. Haz lo que quieras, yo me voy a estudiar.
Hermione se dio la vuelta y echó a andar por el corredor del castillo. Ron pensó que había quedado en la Biblioteca con Harry, como solía hacer últimamente.
Era su cuarto curso en Hogwarts. Aquel año se celebraba en el colegio el famoso Torneo de los Tres Magos, suspendido durante tanto tiempo debido al número de muertes que se le sumaban. Ron les había confesado, días atrás, a sus dos mejores amigos, Harry Potter y Hermione Granger, que de no ser por la línea de edad que Dumbledore había conjurado alrededor del cáliz, le hubiese encantado echar su nombre dentro. Pero, en su lugar, fue Harry quién echó el suyo y quien fue elegido cuarto campeón por el propio cáliz. Ron no podía seguir soportando que siempre fuera él quien destacase en todo, pero menos podía soportar una mentira por su parte. La misma noche en que Harry fue elegido campeón, le negó a Ron, su mejor amigo, haber puesto su nombre dentro del cáliz. Era evidente que estaba mintiendo.
Ahora Ron estaba allí, en mitad del corredor, sin saber muy bien si ir a su siguiente clase o no, tal vez le vendría bien un poco de aire fresco. Se dispuso a buscar la salida más próxima del castillo, pero al darse la vuelta chocó de frente con quien menos deseaba encontrarse.
-La próxima vez mira por donde vas –exclamó irritado, frotándose la frente dolorida.
Dos grandes ojos verdes le miraban con ira detrás de unas gafas de redondas.
-No he sido yo el que se giró de repente.
-Disculpa que olvidase mirar antes de girarme por si chocaba con el gran Harry Potter.
Harry frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho, en un gesto de indignación. Parecía dolido y enfadado, tal y como lo estaba Ron.
-Te creía más listo –escupió Harry con ira-. No entiendo cómo no puedes darte cuenta de que...
-¿De qué? –le interrumpió Ron desafiante-. ¿De que cuando voy contigo nadie se da cuenta de que existo? ¿De que hasta mi hermana te quiere más a ti? ¿De que nunca seré nadie? ¿Es eso?
-Ron, yo no...
-Vaya, vaya. Mirad quienes están aquí: ¡¡Pero si son el Sr. Caracortada y el Sr. Pobretón en persona!! –Draco Malfoy acababa de llegar, escoltado, como siempre, por Crabbe y Goyle, que reían tontamente sus gracias-. ¿No te enseñó tu padre que si te paras en mitad del pasillo molestas, Weasley? –preguntó empujando a Ron-. Aunque, bueno, dudo que alguien tan insignificante como tú tenga modales.
El rostro pálido de Malfoy tenía dibujada una expresión de asco que a Ron le estaba revolviendo el estómago. Tenía ganas de pegarle un puñetazo en su enorme bocaza y hacer que se tragase todo lo que acababa de reír, pero entonces miró a Harry de reojo. Estaba allí parado, con lo brazos todavía cruzados sobre su pecho, pero su expresión había cambiado: parecía alegrarse de que Malfoy le despreciara de aquella manera.
-¿Qué te pasa, Weasley? ¿Tienes miedo?
Malfoy movió las manos a la altura de su cara, en un gesto de miedo sarcástico.
Entonces Ron lo recordó. Recordó aquella noche, hacía escasos días, en la que a la una de la madrugada Harry aún no había subido a acostarse. A pesar de estar enfadado con él, le preocupaba que algo malo pudiera estar sucediéndole, así que, sin ni siquiera cambiarse el pijama, había salido a la Sala Común de Gryffindor, a ver si Harry se encontraba allí. Y así era, pero no parecía estarle agradecido, ni mucho menos. Estaba al lado de la chimenea, con el semblante rojo de ira porque, al parecer, Ron había interrumpido algo muy importante para él. Fue entonces cuando, después de gritarse mutuamente, el propio Harry le tiró a Ron a la cabeza una insignia con la inscripción "POTTER APESTA DE VERDAD" grabada en luminosas letras rojas. Ron aún la guardaba en el bolsillo de su túnica. La sacó tímidamente y la miró en silencio, luego miró a Harry, que seguía con la misma expresión de triunfo dibujada en su joven rostro. Entonces supo lo que tenía que hacer. Sin vacilar, mirando fijamente a Harry con un brillo de odio reflejado en sus ojos, se puso la insignia en la solapa de su túnica. Le estaba desafiando.
-Pero, ¿qué...? –Malfoy no daba crédito a lo que estaba presenciando-. ¿Es que acaso es posible que te hayas vuelto aún más estúpido, Weasley?
-¡¡Cierra tu enorme bocaza, Malfoy!! –exclamó Ron sin apartar la mirada de Harry-. Seré todo lo estúpido que quieras, pero sé arrepentirme a tiempo de las malas compañías.
Harry tenía la boca abierta, pero no decía nada. Ron sonrió, adoptando una expresión de orgullo en su rostro, y echó a andar por el corredor en dirección opuesta a la que había tomado Hermione. Al pasar al lado de Harry, le dedicó una mirada triunfante, e hizo que sus hombros se chocasen a propósito. Le pareció oír que Harry susurraba algo parecido a: "Imbécil", mientras se alejaba con su mochila al hombro.
