Harry se enfrentó a su segundo día un poco más animado. Volvió a recibir bastante correo en el desayuno, mientras que Severus se entretenía redactando una especie de pedido de hierbas y glándulas para su clase.
Tenía libre el primero de los dos periodos de la mañana, con lo que le daba tiempo a preparar una clase con cuidado. Estaba decidido a hacerlo mucho mejor que el día anterior, y a hacerse respetar siendo al mismo tiempo agradable y divertido. Se había informado acerca del nivel de sus alumnos de cuarto, y no le sorprendió ver que nunca había estudiado cómo convocar un "patronus". Así que decidió copiarle la clase de los "boggart" a Remus... sí, eso no podría fallar.
Detectó fácilmente un boggart y lo redujo en un periquete. Lo encerró en un baúl, y se lo llevó al aula de Defensa. Preparó una música tranquilizante, y se sentó a esperar a sus alumnos, un poco impaciente y con muchas ganas de superarse.
Sonó el timbre del final de primer recreo. Pasaron cinco minutos, y nadie aparecía. "Bueno, el castillo es grande", se dijo Harry, "es normal que tarden un rato...". Pero se acordó de que, en sus tiempos, y no hacía tanto de esto, el timbre significaba el comienzo de la clase, y que más te valía estar dentro de ella cuando sonara.
Por fin, poco a poco, los alumnos empezaron a entrar, perezosamente. Eran Hufflepuffs y Gryffindors, y las diferencias saltaban a la vista más allá de las corbatas: los Huffs entraban como medio dormidos o totalmente distraídos, y la mayor parte de los Gryffs estaban terminando alguna pelea o juego. El caso es que los alumnos iban entrando, no todos se sentaban, y nadie parecía hacerle caso. Así que borró la sonrisa de su cara.
-¡Buenos días!- declaró con un tono firme y asertivo, con el que creía estar dejando claro quién mandaba allí.
Poco a poco, se fueron sentando y calmando. Harry esperó a que todos lo hubieran hecho en silencio, lo cual tardó un buen rato, en vez de imponerse desde un principio.
-Soy el profesor Potter, y estáis aquí para continuar vuestro aprendizaje de las ciencias oscuras en el sentido defensivo... Creo que lo mejor será que nos vayamos presentando. Ya sé que vosotros os conocéis desde hace años, pero no es mi caso- dijo Harry, intentando sonar gracioso. Pero la clase empezó a generar un murmullo de fastidio. Una delgada Gryffindor levantó la mano.
-Perdone, profesor, es que eso de presentarse es para los pequeños. Nosotros ya no tenemos edad de semejantes tonterías...
Y los demás no dejaban de hablar por grupos, en voz baja, pero sin parar. Parecía que no les pudiera interesar nada de lo que Harry les enseñara. Pero era sólo un murmullo, así que Harry no sabía si enfadarse o no, ni cómo detenerlo.
-Si no os importa, preferiría llamaros por vuestro nombre sin tener que consultar las fichas. Puedes empezar tú- le contestó Harry.
-Me llamo Kitiara, de la familia Waylan. Me imagino que la conoce...
Harry hizo un gesto de negación con la cabeza.
-... soy golpeadora en el equipo de Gryffindor y tengo planeado dedicarme a ello profesionalmente. ¿Algo más? ¿Mi color favorito o mi sabor de helado preferido?
Harry estaba sorprendido por el tono de esa chica, que no dejaba de ser una Gryffindor. Aparentemente no le había hecho gracia que no supiera de su "famosa" familia. Harry endureció un poco su tono.
-Creo recordar que estamos en clase de Defensa, señorita.
-Ah, eso... mire, profesor, le voy a ser sincera. Voldemort- Harry se sorprendió de la facilidad con que la chica pronunciaba ese antaño temido nombre- está fuera de combate, si es que está en alguna parte, ocupando el cuerpo de alguna babosa, y hace tanto tiempo que no se oye de él que ya nadie está preocupado por eso, así que no sé para qué sirve esta clase. Además, perdone que le diga, pero si unos niños de once años pudieron derrotarle, no sería para tanto... me encantaría tener la oportunidad de haber estado en lugar de Harry Potter en aquel momento. Quizá lo hubiera hecho mejor que él.
No, no podía ser... la cantidad de barbaridades que estaba diciendo esa niña. Los otros Gryffindors la miraban con un poco de desaprobación, pero se notaba que les divertía ver cómo desafiaba a Harry. De todas formas, Harry se dio cuenta de que la chica decía lo primero que le pasaba por la cabeza, sin pensarlo mucho. Y desde luego que era valiente... "Pero por qué tengo que ser psicólogo, si yo iba a ser profesor..."
Harry dejó caer la rueda de presentaciones. Mucho después se daría cuenta del gran error que supone dejar ver a los alumnos que no se tienen las cosas claras. El resultado fue que no le prestaron nada de atención mientras explicaba cómo convocar el patronus corpóreo.
Al rato, les hizo colocarse en fila, con Kitiara al frente, puso música (dando lugar a que el murmullo se incrementara), y les explicó cómo iba a desarrollarse el ejercicio con el boggart. Tampoco fue capaz de ganarse su atención: sólo unos pocos parecían escucharle, pero también pudiera ser que su cabeza Hufflepuffiana estuviera en las nubes.
Abrió la caja, y una bludger salió disparada de su interior, a gran velocidad. A Kitiara no le dio tiempo ni de decir "Quidditch" antes de que la dura bola le golpeara la cabeza, rebotando violentamente. Mucha gente se puso a gritar, dominada por el pánico, mientras Harry obligaba al boggart a cambiar de aspecto, y le encerraba e nuevo.
Entre cuatro chicas llevaron a Kitiara a la enfermería. El resto de la clase simplemente se fue. Pero, ¿cómo iba a saber Harry que lo que más miedo le daba en el mundo a la chica era precisamente que una pelota de Quidditch le golpeara la cabeza? No había previsto ese tipo de posibilidades, y había dejado indefensos a los alumnos. ¿Cuántos errores más iba a ser capaz de cometer?
Pero no todos se habían ido. Aún había una hufflepuff en clase.
-Profesor, permítame que yo sí me presente. Me llamo Sayuri Ashura, y esta no es mi asignatura preferida. Demasiado peligrosa. Pero usted me cae bien, no parece tan creído como dicen- explicó con un poco de timidez-. Tiene que perdonar a Kitiara, es un poco atolondrada, pero es muy buena chica, como todos sus hermanos. Bocazas, eso sí, todos ellos. Quería decirle una cosa respecto de su clase, pero no quiero que se moleste.
Harry la miró con curiosidad. Parecía bastante inteligente, con ese tipo de perspicacia psicológica de la que Harry andaba tan necesitado.
-Te lo agradecería mucho- le dijo sinceramente.
-No es usted un profesor normal. Todos estamos hartos de oír sus hazañas, que empezó a realizar cuando sólo era un estudiante de primero. ¿En que nos convierte eso a los demás? Es muy fácil: en mediocres. Le va a costar ganarse la simpatía de los nuevos alumnos, profesor, que le ven, además, como de otra época...
Parecía que la chica quería decir algo más, pero no se atrevía. Harry la animó.
-...No intente ser simpático, profesor. Hágase respetar primero. Después ya habrá tiempo para que le conozcan en realidad, como usted realmente es.
Harry se quedó pensando. Ese había sido uno de los consejos que Remus e había dado: era como si ya no tuviera que ser "Harry Potter", ni siquiera "Harry", por mucho que quisiera quitarse el estigma de la fama que le precedía, sino un profesor, y sólo eso. Y más le valía intentar ser un buen profesor...
Le dio las gracias a Sayuri, y se despidió de ella. Le había dado qué pensar...
...oooOOOooo...
Esa tarde, Harry bajó a la Sala de Profesores para tomarse un té con Oliver y Estela. Los tres comentaron sus experiencias, y la conclusión que sacó Harry era que había sido el peor de los tres.
-No digas eso- le interrumpió Estela. Ten en cuenta que yo sólo tengo alumnos mayores que han escogido la asignatura, y que están muy interesados en ella. Tú tienes a todos los del colegio, y a muchos no les gusta que les recuerden que existe el lado oscuro...
-Es verdad, tío. Lo mío también es muy fácil de enseñar, y exceptuando algunos ratones de biblioteca y algunos vagos totales, lo de volar es algo que le suele hacer gracia a la gente. Y muchos me hacen la pelota para que les haga entrar en los equipos de Quidditch. Así que lo tengo mucho más fácil.
Harry sabía que esas cosas eran ciertas, pero eso no hacía que se sintiera mejor. No tenía mucha experiencia en fracasar en nada, la verdad: sus años en la universidad habían sido aún más gloriosos que en el colegio. Estaba muy pensativo.
-Harry, ¿te encuentras bien? ¿Quieres hacer unos pases? Seguro que te anima...
En un primer momento, la idea no le atrajo. Pero poco a poco fue recordando lo bien que le hacía sentir volar y buscar, así que Harry aceptó.
Harry y Oliver se fueron al vestuario, y Estela prometió reunirse con ellos en el campo después de un rato. Oliver estaba un poco nervioso: iba a ser la primera vez que Estela le viera jugar, y se le notaba que quería impresionarla porque sacaba brillo a sus botas compulsivamente.
Por fin salieron al campo. Lo cubrieron con un hechizo de oscuridad, para que no lo vieran los estudiantes, y luego lo iluminaron, porque ya estaba cayendo la noche.
El olor de la hierba, el viento frío y el ruido que hacía al silbar entre los aros... Harry se llenó de buenísimos recuerdos, y en ese momento se le olvidaron todos sus problemas docentes. Él y Oliver practicaron un par de pases, y entonces llegó Estela. Pero no venía sola: Sinistra, Vector, Sprout y Snape iban con ella.
-¿No pensaríais que nos íbamos a perder este duelo entre dos leyendas del Quidditch, ¿verdad?- dijo Sinistra, con un sarcasmo casi imperceptible.
Un duelo. Vaya. Oliver y Harry no habían pensado en un duelo, sólo en perseguir un poco la snitch, o en dar un par de pases, como mucho... Un duelo de Quidditch significaba que cada jugador tenía que hacerlo todo, como si fuera un equipo entero: golpear, evitar, buscar la snitch, defender y parar, con las cinco bolas en movimiento. Pero en los duelos no ganaba quien encontraba la snitch, porque eso le hubiera dado siempre la ventaja a los buscadores. El sistema de puntos era bastante diferente, y para ganar había que llegar a sesenta.
Estela miraba a Oliver fijamente, como si esperara ver una maravilla en acción. Pero Harry no iba a dejarse ganar tan fácilmente...
Las cuatro pelotas entraron en juego. Oliver metió la primera casi en seguida, ganando veinte puntos y el aplauso entusiasta de Estela, Sprout y Vector. Pero Sinistra y Snape, quien tenía una sonrisa más irónica que cualquier comentario, no iban a rebajarse a semejante esfuerzo de sus palmas. Cosas de Slytherin.
...oooOOOooo...
En la sala común de Slytherin, los alumnos aprovechaban la ausencia de su jefe de casa para divertirse. Las gemelas prefectas tenían cada una un reloj de pulsera detector de Snape, regalo de los gemelos Weasley, que les indicaba dónde estaba su profesor de pociones en cada momento. Aunque las habitaciones de Severus estuvieran físicamente alejadas de Slytherin, el profesor tenía alguna manera instantánea y secreta de pasar de su dormitorio a la sala común, así que había que andarse con cuidado. Pero cuando ni siquiera estaba dentro del castillo...
Chiquinquirá y Sabry, las dos rubias novias de Fred y George, estaban organizando una carrera con apuestas de ranas de chocolate. Además de las apuestas monetarias, el castigo para el perdedor era comerse todas las ranas, con lo cual tenía un día después bastante... saltón.
Mirando la competición, ciertas alumnas de quinto aprovechaban para poner nerviosos a los chicos participantes, que estaban abalanzados sobre la mesa, rozándoles el trasero; y les echaban miradas hirvientes, para que perdieran la concentración. Es una forma como otra cualquiera de influir en los resultados de una apuesta...
En otra parte de la sala, tres alumnos de primero comentaban sus primeros días. Niea y Andie estaban muy orgullosos de que Amazona hubiera sido seleccionada buscadora de Slytherin.
-Eres la segunda más joven en más de cien años, después de Harry Potter...
-Creo que su cumpleaños es en Julio. El mío es en Enero, por eso soy más vieja que él cuando hacía primero- respondió Amazona, que no podía ocultar su alegría.
Niea y Andie también estaban muy contentos. Sus primeras clases les habían ido muy bien, y habían sido de los primeros en convertir un caramelo en un botón. Niea incluso había conseguido volver a convertirlo en caramelo, con tanto éxito que Mac Gonagall le había dado permiso para comérselo.
Andie, por su parte, estaba encantado con la clase de Astronomía y Astrología. Tenía ganas de aprender la leyenda que había detrás de cada constelación.
...oooOOOooo...
Harry perdió, por sólo diez puntos. La snitch de noche era casi invisible, y... bueno, quizá no había puesto todo el empeño del mundo en buscarla. La dichosa bola dorada parecía tener una fijación esa noche en acercarse a Snape, y Harry tenía que ocuparse de defender los aros. Pero ver a Oliver tan contento, con esa sonrisa de oreja a oreja frente a Estela, merecía la pena. Ella le miraba encantada, como si se hubieran confirmado sus sospechas de que era el chico ideal.
Los demás profesores comentaban el partido.
-Ha sido un juego excelente, Harry, muy entretenido- decía Vector-. Pero ya va siendo hora de recogerse...
-No puedo por menos que estar de acuerdo... sí, esa es la expresión. Muy... entretenido- dijo Snape, paladeando cada sílaba. A Harry siempre le parecía adivinar segundas y terceras intenciones en sus palabras... Y de qué manera extraña le estaba mirando, por cierto...
Harry se despidió y regresó al vestuario con Oliver. Se ducharon rápidamente y en seguida se fueron a dormir... al menos eso fue lo que juró Oliver.
Pero Harry no tenía nada de sueño. Sólo de pensar que al día siguiente tendría clase con los alumnos de séptimo... Había hecho todo lo posible por no tener grupos de Slytherin con Gryffindor, mezcla evidentemente explosiva, y lo había conseguido con todos los cursos excepto con ese. Pero ya en su cuarto, decidió quitarse preocupaciones de la cabeza y terminó el libro que le había dejado Snape. Luego se quitó la ropa: por fin podría volver a dormir sin pijama. Y se dejó caer en su gran cama antigua, que chirriaba al menor movimiento.
Justo en la frontera entre la vigilia y el sueño, Harry creyó oír una música líquida, melodiosa y plateada como el trino de un pájaro maravilloso. Pero ya eran las dos de la noche, y Harry fue vencido por el sueño.
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Ahí va otra nueva jornada... mil gracias por sus lechuzas a todos, de verdad. Son las causantes de que sean las 4:39 y yo siga aquí como una loca. Creo que todas las que faltan ya saldrán en el próximo cap.
Besos Knockturnos.
