Ya era jueves. Harry se despertó un poco más animado que en días anteriores: seguramente, había tenido un buen sueño del que no se acordaba. Además, la ducha funcionaba, el desayuno fue delicioso, e incluso Estela compartió su conversación entre Oliver y él durante el desayuno, para variar, liberándolo de tener que mirar a Snape. Harry se sentía ligeramente incómodo en su presencia, después de lo que había pasado la noche anterior: había visto más de Snape que lo necesario.

Y además, tenía la horrorosa sospechaba de que en su sueño de esa noche, de alguna manera, habían aparecido algunas cicatrices extrañamente apetecibles...

...oooOOOooo...

El grupo de refuerzo contra las artes oscuras de Slytherin trabajaba en silencio. Las chicas y chicos se concentraban al máximo, sabiendo que Severus no les toleraba ni siquiera a ellos que su atención no fuera total y silenciosa. Ese día estaban aprendiendo cómo fabricar un pensadero: era una labor ardua y endemoniadamente complicada. La lista de conjuros llenaba una pared, ya que había que hechizar el extraño metal con trece fórmulas diferentes mientras estaba bañado en suero dendrital.

Era una labor que requería alta concentración... y sin embargo, el profesor de pociones no estaba todo lo concentrado que solía.

Algo... algo en cierta persona que volvía a estar cerca después de cierto tiempo le perturbaba, le distraía, le ocupaba la cabeza...

"Basta", se dijo a sí mismo, y siguió explicando.

...oooOOOooo...

¿Era posible que sólo hubiera pasado un día? Harry no se lo podía creer. Estaba tan agotado que no podía con su cuerpo. Una alumna de segundo había fingido desmayarse sólo para que la llevara en brazos hasta la enfermería, otra había intentado que le firmara un acta matrimonial diciendo que sólo quería un autógrafo, una de esas provocativas Slytherin de quinto había chocado "por accidente" con él en el pasillo, tirándole todos los libros, una de las clases había hecho huelga porque querían practicar con "boggarts", cosa a lo que Harry no estaba dispuesto después de lo que pasó con Nereida Hooper, otra había sido un grupo mayoritariamente Hufflepuff que ni siquiera parecían escucharle y no tenían el más mínimo interés, y en la tercera Harry se había equivocado en una fecha, y una sabihonda se lo había hecho notar, con lo cual ya nadie tomó en serio el resto de la explicación. Había recibido tres cartas de amor y cinco con todo tipo de insultos, y además, un grupo de chicos de tercero de Ravenclaw y Gryffindor le habían pedido que reanudara el club de duelo y se habían puesto muy tristes cuando les había dicho que no... para clubes estaba él.

Harry se sumergió en la bañera hasta las orejas, haciendo un gran esfuerzo por relajarse y liberar su mente. Quería dejarla completamente en blanco...

De pronto, empezó a sonar una música lejana, sutil, muy parecida al canto de un pájaro, pero más fluida y melodiosa... era justo lo que el profesor Potter necesitaba. Cerró los ojos y se dejó llevar por ese sonido leve y mágico,

Estaba tan a gusto que se quedó dormido en la bañera, con lo cual casi se ahoga para rematar el día.

...oooOOOooo...

El desayuno del viernes habría sido mejor si no hubiera recibido la carta de Cho.

"Cariñito:

Voy a verte un par de días. Llegaré el domingo y me iré el martes.

¿Por qué no me has escrito? Estaba empezando a preocuparme.

Tu amorcito que te adora aunque no la escribas,

Cho"

Harry no dejó que la lechuza se marchara, y rápidamente, por detrás de la carta, escribió la respuesta:

"Querida Cho,

no estoy nada seguro que venir a Hogwarts sea una buena idea, por ahora. Acabo de empezar aquí, y estoy bastante liado.

Te escribiré lo más pronto posible,

Muchos besos,

Harry"

Era extraño. Debería estar ansioso por contar con la compañía de Cho, pero no era así. La idea de tenerla en Hogwarts no le resultaba agradable, y no acababa de saber por qué.

-¿Problemas conyugales, Potter?- dijo esa voz semejante al terciopelo. La espina vertebral de Harry se estremeció con ese profundo sonido.

-¿Cómo lo sabes?- se asustó Harry, para corregirse luego-. Quiero decir no, claro que no...

-Has respondido demasiado rápido, como si estuviera inquieto. Y la carta que has recibido llevaba el perfume que la señorita Chang usa desde segundo- aclaró Snape, disfrutando del apuro de Harry.

Harry tragó saliva. El día anterior había sido horrible, y el presente no tenía pinta de ir a mejorar. Su primera clase era un horroroso grupo de segundo con Slytherins y ravenclaws que tenían fama de llevarse a matar.

...oooOOOooo...

Dumbledore entró justo a tiempo. Un segundo más y Harry se habría puesto a gritar, perdiendo completamente el control de la situación (que no de los alumnos, porque nunca lo había tenido). Pero eso no sucedió.

-Buenos días... el profesor Potter ya os habrá dicho que hoy voy a venir a daros una pequeña charla sobre las artes oscuras. Así que, para que me podáis escuchar bien, ya que yo soy un poco viejo y mi voz ya no es tan fuerte, sentaos en círculo en el suelo, así... muy bien.

Los de primero, ordenadamente y en silencio, obedecieron a las palabras mágicamente calmantes de Dumbledore.

-Te he traído la capa de invisibilidad-, le dijo Dumbledore a Harry sin que lo oyeran los alumnos-, por si te interesa visitar otras clases esta mañana. Yo me encargo de las tuyas hasta la comida.

Harry mostró su gratitud con una mirada elocuente. Esa estupendo verse libre de pronto de semejantes bestias...

Se puso la capa de invisibilidad y fue a investigar.

Primero se metió en una clase de Mac Gonagall: estaba con un grupo horrendo de segundo, mezcla de Hufflepuff y unos Gryffindor especialmente revoltosos, pero en el aula había un silencio total. "¿Cómo es posible que estos animalillos estén así de quietos y aplicados? Si hasta parecen alumnos. ¿cómo lo hace?", se preguntaba Harry. Mac Gonagall no parecía hacer ningún esfuerzo para mantener el orden, pero Harry se dio cuenta de que en su voz siempre había cierto tono de advertencia. Las líneas que podían cruzarse o no, con Macgonagall, estaban muy claras. "Pero conmigo no es así", se dijo Harry con pesar. "A veces permito ciertas cosas que no debería, y luego me arrepiento, y por eso descubren que no tengo las cosas claras".

Harry suspiró, y siguió caminando, bajando cada vez más escaleras. Se introdujo en la mazmorra donde Severus enseñaba pociones. La clase estaba en silencio total. Y eso que se trataba del grupo de quinto donde estaban las Slytherin de la minifalda y el escote, esas tan seguras de sí mismas. Frente a Severus, se comportaban tan respetuosamente que parecían del siglo pasado. Y ni una palabra de más, por no hablar de las golosinas. Harry sonrió imaginando el castigo que Severus podría imponer si alguien lamía en su presencia...

Así que no eran las nuevas generaciones las que habían cambiado, porque en las clases con Mac Gonagall y Snape no se oía ni una mosca, como siempre.

Harry ya había visto suficiente. Derrotado y deprimido, volvió a su habitación. Menos mal que tenía una botella de emergencia.

...oooOOOooo...

Severus Snape notó que un esqueleto de dragón colgado del techo se movía ligeramente, como si lo hubieran rozado al pasar.

"Parece que el Profesor Potter echa de menos sus tiempos de estudiante..." pensó. "¿Por qué habrá venido?".

Le ponía nervioso tener que estar pendiente de Potter mientras daba su clase. Así que decidió asegurarse de que la situación no se repitiera... sí, le daría a Harry una lección que por fin iba a entrar en su cabeza.

Severus entró en el almacén de materias y escogió unos nuevos ingredientes para la clase siguiente. Cambio de planes...

...oooOOOooo...

Las alumnas de séptimo entraron en el aula de pociones, con total silencio y reverencia las de Slytherin, con total silencio y cara de resignación las de Gryffindor.

-La poción que van a intentar hacer hoy está fuera del programa. La he escogido porque desarrolla ciertos interesantes procedimientos de decocción y filtrado que de otro modo no practicaríamos. Se trata de una pomada con características muy peculiares... pero ya que podrían querer utilizarla en su propio beneficio, no les diré para qué sirve. Empecemos.

Siete chicas de Slytherin parecían muy interesadas por las cualidades de la poción secreta... al mismo tiempo, cuatro alumnas de Gryffindor que las observaban se miraron sospechosamente entre sí: esa poción misteriosa no presagiaba nada bueno...

-Me parece que vamos a tener que investigar un poco- dijo Marla.

Irene y Shitsa asintieron con la cabeza.

-Esta noche, después de la cena, las seguiremos...- susurró Hyya-. ¿Estás preparada, Shitsa?

Esta asintió con la cabeza. Shitsa tenía la capacidad de ver quince minutos de futuro. Así que, con ella, era muy fácil segur o espiar a la gente, ya que siempre se sabía cuándo iban a moverse, y podían abandonar el lugar quince minutos antes que los espiados, sin miedo a ser encontradas.

Las siete Slytherins, ajenas a estas maquinaciones, también formaban su propio plan...

Snape sonreía. Sabía perfectamente que decir esas palabras misteriosas era la manera más eficaz de que las Slytherin buscaran la utilidad de la poción, y la utilizaran... y tenía una idea muy aproximada sobre quién iba a ser su victima...

...oooOOOooo...

-No, por supuesto que no eres un mal profesor.

Mac Gonagall había interceptado a Harry mientras este vagaba melancólicamente por los pasillos, había adivinado lo que le ocurría, y se lo había llevado a su despacho, lleno de pájaros exóticos.

-Esta profesión sólo puede aprenderse así, Harry: equivocándose. No se puede practicar con monigotes de madera, ni con fantasmas: no existen simuladores de clases. El primer año, es duro, el segundo va mucho mejor, y al tercero ya se es un buen profesor; es lo mismo con todo el mundo. Además, estoy segura de que no lo estás haciendo tan mal como crees... Confía más en ti mismo. Ah... Y otra cosa...

Harry levantó la cabeza, interrogante. Las palabras de Mac Gonagall le hacían sentir un poco mejor, pero no mucho...

-No te compares con nadie más que contigo mismo.

...oooOOOooo...

Era ya de noche. Siete chicas de septimo habían conseguido burlar a Filch, mediante el sistema de sembrar ciertos pasillos alejados con hormonas de gato para volver loca a la gata del conserje, la "Señorita Norris 2", y estaban en la sección de libros prohibidos de la biblioteca.

Lo que les había dicho, o mejor, lo que no les había dicho Snape, había despertado su curiosidad. Al terminar la clase, y después de darle una parte a Snape para que las evaluara, disponían de siete frascos de pomada rosácea e irisada, pero no sabían par qué podían utilizarla... Habían planteado la posibilidad de probarla en alguna de ellas, pero ninguna quería servir de conejillo de indias. Así que estaban buscando entre libros polvorientos y pesados grimorios.

-¿Qué tal por ese libro? Aquí no encuentro nada. Susurró Lilith.

-Yo tampoco...- contestó Chiquinquirá-, y además este libro me está soplando a la cara.

-Ya, el mío se ha vuelto muy frío al tocarlo. Por cierto, ¿qué tipo de poción será?-preguntó Samantha Bane en voz muy baja.

-Claro, conocer el tipo de poción nos avanzaría mucho- dijo Naleh de Nimrod.

-Yo solo puedo precisar, por el tipo de procedimientos que hemos empleado, que seguramente se trataba de un preparado de finales del quince o principios del dieciséis.

-Erika, estudias demasiado... a veces me das miedo- se rió Chiquinquirá, mientras masticaba un chicle que parecía dar puñetazos y patadas dentro de su boca.

-Si era algo que Snape no podía decir en clase, es que se trataba de algo prohibido... o sexual, o ambas cosas a la vez- dijo Anna Rickman, volviendo a ruborizarse.

-¡Qué más quisieras tú!- se rió Sabry.

-Pues yo creo que tiene razón. Sospecho que el profesor Snape nos ha intentado dar un arma para algo... y las pociones cuyos efectos pasa más desapercibidos son las de tipo amoroso. Nadie va a la enfermería a quejarse de los síntomas- explicó Erika, para alivio de Anna.

-Creo que tienes razón- murmuró lentamente Naleh, con su voz aristocrática-. Voy a buscar en la sección de pociones eróticas.

Varias hicieron lo mismo. No pasaba nada por intentarlo...

-¡Lo tengo!- dijo Erika, al cabo de un rato-. Aquí está.

Las siete amigas se reunieron alrededor de Erika, para leer el viejísimo libro, que tenía el tamaño de una mesa pequeña.

"Piel de ópalo

Es aquesta una pocion grandemente util. Servira para que aquel que la reciba en su piel enferme de ardientes deseos por unas pocas horas, llegando a cometer todo tipo de divertidos disparates, para solaz y distraimiento de quienes lo vean actuar ansí. Tan bien sirve para descubrir los verdaderos sentimientos de una persona, ya que aquesta pocion no face desear cual quiera, mas solo a la persona amada".

A continuación, estaba la receta exacta que Snape les había hecho confeccionar.

-¡Genial! Un bálsamo para enfermar de deseo! ¡Es lo mejor que he oído nunca! Además, nunca nos descubrirán. Nuestra victima pensará que le ha dado un ataque hormonal, e intentará disimularlo como sea sin quejarse... ¡será divertidísimo!

-Bueno, pero el caso es que aún no tenemos víctima...- dijo Samantha-. ¿A quién sería más divertido ver en esa situación.

Sabry, Chiquinquirá y Naleh la miraron con sorpresa.

-¿Es que no está claro?- preguntaron las gemelas a la vez.

-¿Quién puede ser más cómico que el inocente y pardillo nuevo profesor?

-Chicas, olvidáis un detalle. Hay que administrar la poción por vía cutánea. ¿Quién se la va a untar a Potter?- puntualizó Erika.

Pero las Santillán y Naleh ya estaban saboreando la diversión, y no querían pensar en detalles.

-Oye, Lilith, tú que estudias historia, ¿ese Potter no fue buscador de Quidditch?- preguntó Anna.

-Pues sí-, respondió esta-. Pero no sé qué tiene que ver...

-Chicas, me parece que tengo un plan- murmuró Anna, un poco tímidamente, pero con una sonrisa pícara.

...oooOOOooo...

Muy cerca, cuatro alumnas de séptimo año de la casa rival escuchaban atentamente el plan. Quince minutos antes del final de la conversación, abandonaron lentamente la biblioteca.

......oooOOOooo......

Sarhaliene, perdona... no me acordaba de que te puse en primero y esos aún no salen hasta el capítulo del lunes (en la historia). Pero te prometo una buena intervención...

Keny Black: lo mismo digo. Saldrás dentro de dos capítulos... ¿es este el nombre que quieres para tu personaje?

b-neko: necesito un nombre para tu personaje...

OlgaxTomFelton: sales en el siguiente capítulo, jugando al Quidditch.

Salazar Lestrange: Buena idea, ya ves que se va planteando... Ay, qué pícaras Slytherinas...

yukinajaganashi: lo siento mucho, pero no puedo desarrollar tantos personajes... los nombraré de vez en cuando, ya has visto que la familia está, pero es que si cada uno me pide tres o cuatro personajes, no acabaría nunca... ¿Por qué no desarrollas tú una historia con todos ellos? Animo...

Ignorante: la relación de este Severus con Hagrid no me parece forzada. Es un tipo más activo que el de Rowling, un poco más humano y relajado, y es normal que se acerque al profesor con quien más cosas en común tiene durante el tiempo libre: el bosque, los pájaros, la bebida... Snape aprecia verdaderamente estar con alguien tan transparente, en quien se puede confiar al cien por cien, después de una vida rodeado de mentiras y espionajes, sin poder bajar la guardia ni un segundo.

En cuanto a Hagrid, además del hecho de que confía y cuenta con Snape porque Dumbledore lo hace, aprecia compartir con Severus esas actividades masculinas, que no podría realizar con ningún otro profesor (excepto con Hooch que ya se fue). Y le hace sentir muy bien que un erudito como Snape le trate como a un igual.

Proximo capítulo: la broma de las slytherins, partido de Quidditch, Cho desembarca en Hogwarts... no puedo decir más.

BesoSalamanders