Lunes. En la mesa del desayuno, una voz ligeramente chillona y bastante autoritaria le daba al profesor Potter una batería ininterrumpida de consejos. Se había situado entre él y Snape. Esto tenía muchas ventajas: la principal era que Harry se ahorraba la humillación de ver la expresión sardónica de Severus ante semejante avalancha de recomendaciones. Otra, que sólo reconocían algunas partes de la mente poteriana, era que de ese modo no se pondría más nervioso de la cuenta. El olor y el calor de la presencia cercana de Snape tenían una cualidad desasosegante...
Sin embargo, la sola presencia del profesor de pociones en una habitación bastaba para hacer sentir a Harry un tipo de extraña alegría, parecida al alivio. Aunque, como en este momento, no pudiera verle, el hecho de saber que estaba por allí le tranquilizaba de una manera profunda, aunque le alterara en las superficies del estado de ánimo. Estas cosas pensaba Harry mientras Cho hablaba y hablaba y hablaba:
-... y no te olvides de retapizar inmediatamente la butaca de la chimenea, de llamar al cristalero para la grieta de la ventana del fondo, de echar insecticida en las rendijas del muro de la derecha; bueno, mejor echa insecticida en todas partes, y también...
Desde la mesa de Ravenclaw, ojos conspiradores la miraban con furia, y planeaban sin descanso.
...oooOOOooo...
En la sala común de Griffindor había otras seis conspiradoras cabizbajas, que no habían acudido al desayuno por encontrarse deprimidas. No habían conseguido los ingredientes necesarios para su poción. Erika propuso:
-¿Y si alguien la sigue hasta Londres? Naleh, tú podrías fingir un problema de familia.
-¿Y cómo la buscamos una vez allí?- respondió la aristocrática chica de piel muy blanca y pelo muy negro.
-Tiene razón. Habrá que esperar a que regrese- añadió Sabrina.
-Seguro que no tarda mucho en regresar...- corroboró su gemela, con malicia.
-Basta ya, me pongo enferma de pensarlo- dijo Lilith- ¿Cómo puede estar con semejante arpía?
-Querida, no sé qué tienen de malo las arpías- la corrigió Anna Rickman -Qué más quisiera ella, que poder ser llamada así...
En ese momento entraron en la sala tres presencias sigilosas, estilizadas y sonrientes. Con sonrisas de serpiente.
-Chicas, queríamos contaros una cosa muy divertida- empezó Gizeh Prym.- Ayer por la tarde, mientras el profesor Potter estaba en su reunión de profesores del domingo...
-...nos encontramos a la pobre Cho muy aburrida en la sauna. Y como nos daba mucha pena el estado de su pelo y de su cutis...- continuó la hija de Trelawney,
-¡hacía como una semana entera que no iba a la peluquería! Así que nos ofrecimos a igualarle las puntas- añadió Nereida Hooper, sacando un mechón de pelo negro.
Las siete alumnas de séptimo se quedaron con la boca abierta.
-También le propusimos hacerle una buena manicura- dijo Sibyl, mostrando una cajita con recortes de uñas.
-Sin olvidar, por supuesto, las cutículas, y una buena exfoliación de la epidermis- completó Gizeh.
Lilith estaba en el cielo.
-Qué listas...- exclamó, rendida ante ellas.
-Dignas Slytherin- anunciaron las prefectas.- Veinte puntos para cada una, chicas.
-Muchísimas gracias- dijeron graciosamente las tres bellas estudiantes, con sendas reverencias.- Encantadas de contribuir a la felicidad del Profesor Potter.
...oooOOOooo...
En la biblioteca, cinco ravenclaws trabajaban furiosamente para encontrar maneras de juntar a un fantasma con una chica.
-El principal inconveniente- dijo Azalea- es que Peeves no puede abandonar el castillo, ¿verdad?
-Eso parece- respondió Katina.- Murió aquí, así que mucho me temo que aquí deberá quedarse para siempre.
-Un momento, chicas. Escuchad- intervino Nevi, que había encontrado algo en un libro escrito sobre pergaminos tan antiguos como las pirámides:
"Espíritvs en pena qve vagan de por el mvndo,
en habiendo olvidado por tristesa o por siglos el lugar de la su mverte,
se han visto en esotros lvgares,
confundiendo la maledictione en la su cabeça"
-Espera, que no entiendo nada- dijo Salamander, aturdida.- ¿Me lo puedes explicar con palabras de hace menos de mil años, por favor?
-Bueno- dijo Nevi- aquí parece que documenta casos de fantasmas que, al olvidar el sitio donde nacieron, es decir, donde murieron, y por tanto nacieron como fantasmas, aparecieron en lugares diferentes. O sea que...
-...que el lugar está en la mente- explicó Peggy.
-Así que... bastaría con hacer que Peeves olvidara cómo y dónde murió, ¿no es eso?- preguntó Salamander.
Las otras cuatro asintieron.
-¡Fantástico! Pues hala, a seguir buscando cómo volver amnésico a un poltergeist. ¿Acaso existe un plan mejor para una tarde tonta de lunes?- pronunció con alegría.
Las cinco volvieron al trabajo, con ahínco renovado. Estaban cada vez más cerca.
Peggy miró un instante por la ventana. Y dio la casualidad de que, justo en ese momento, pasaba por allí cierto entrenador, volando con su escoba a ras del edificio.
Oliver Word sonrió al encontrarse con su mirada, a toda velocidad.
...oooOOOooo...
La poción "intercorpus" era tan complicada que sólo podía llevarse a cabo dentro del aula de pociones, con los ingredientes y os instrumentos que allí había. A pesar de eso, no requería mucho tiempo. Lilith estaba impaciente.
-Cuando esté lista, sólo tendré que embadurnarme con ella, y ya está... iré a buscar a Harry, le diré que le echaba mucho de menos, y...
Lilith se quedé extasiada en su mundo, imaginando las infinitas posibilidades de su intercambio corporal. Pero tenían que andarse con mucho ojo: hacer, delante de Snape, una poción diferente a la prevista en clase, requería todos los recursos del grupo. Erika, Lilith y Chiquinquirá, las mejores en pociones, se pusieron manos a la obra mientras las otras cuatro distraían todo lo posible al profesor. Había preparado decenas de preguntas muy complicadas sobre la poción que tocaba ese día, y Severus se alegró de lo mucho que parecían progresar sus estudiantes.
Pero desde el otro lado de la clase, cuatro brillantes alumnas de la casa del león no iban a dejarse engañar tan fácilmente.
-¿Os habéis dado cuenta?- dijo Shitsa Terrians-. Están distrayendo al profesor. ¿Qué estarán tramando?
-Sabrina ha ido al armario de los ingredientes peligrosos. Pero como es tan silenciosa... - completó Irene.
-Creo que están haciendo una poción. Y debe de ser una tremenda para que no la puedan hacer en otra parte- dedujo Hyya.
-Bueno- dijo Marla, con decisión,- como no puede ser nada bueno, más vale que acabemos con ello de una vez. Muerto el pero, se acabó la rabia, ¿no?
Las otras asintieron. Tenían que conseguir volcar la poción como por accidente. Pero no iba a ser nada fácil...
...oooOOOooo...
En el despacho de Dumbledore se estaba desarrollando una escena interesante: Severus Snape estaba llorando. Por su puesto, no se trataba de él, sino de alguien que estaba ocupando su cuerpo. Pero resultaba impresionante ver soltar lágrimas a ese rostro habitualmente impasible. El verdadero Severus, dentro del cuerpo de Cho, miraba con altanería.
-Vamos, Cho, no es para tanto...- dijo Harry Potter, al lado de su novia.
-¿Qué no es para tanto? Estoy atrapada en el cuerpo más horrible del colegio, ¿y me dices que no es para tanto? Por lo menos me podría haber tocado Sinistra...
-He interrogado a las alumnas cupables, y han confesado cual fue la poción que utilizaron. El antídoto que este hechizo requiere necesita dos meses para ser preparado.
-¿Pero por qué tuvieron que intervenir esas malditas Gryffindor?- sollozó Cho, desesperada.- Estar en el cuerpo de Lilith no hubiera sido tan malo...
-Ya se sabe cómo es esa casa- apuntó Severus, mirando sarcásticamente a Harry con los ojos de Cho.- Héroes, heroínas...
-Sí, bueno...- dijo Hary, como disculpándose.-. Pero la verdad es que yo todavía no me he enterado de lo que pasó exactamente...
-Las señoritas Hyya y Shitsa- explicó Snape desde su nuevo cuerpo- sólo querían volcar la poción, porque intuyendo que se trataba de algo extraño. Lo malo es que yo había pensado lo mismo, y que cuando me acerqué para ver qué pasaba, la poción "intercorpus" me cayó encima. Ya estaba terminada, afortunadamente...
-¡Afortunadamente!- chilló de nuevo Cho.
-Señorita Chang, si no hubiera sido así, ahora mismo usted y yo podríamos tener una forma aún más desagradable: la de nube de átomos.
El argumento convenció a Cho, que se dedicó a sollozar más en silencio.
-Por tanto, en ese mismo instante, los cuerpos de la señorita Chang y el mío fueron intercambiados.
-Yo estaba en el gimnasio- sollozaba Cho-, y de pronto mis mallas estallaron, y se me estiró todo el cuerpo, me creció la nariz, y el pelo...- lo contaba con verdadero horror.- La ropa se rasgó y me quedé desnuda, con esta pinta... en medio de los muggles...
-El señor Weasley acudió en seguida, y todo se solucionó. Nadie recordará la escena, Cho- la tranquilizó Dumbledore.- Pero será mejor permanezcas aquí mientras esto dure. ¿Severus, existe alguna solución?- preguntó la venerable voz del director.
-Por supuesto. Además es bastante rápida. Sólo necesitaré dos meses para confeccionarla.
Por primera vez en la historia, el cuerpo de Severus Snape se desmayó.
oooOOOooo
Como durante el día no había nadie en ella, la torre de astronomía se había convertido en un refugio para cierto grupo de Gryffindores que tramaban algo.
Habían "sacado prestados" algunos libros de la biblioteca, y algunos ingredientes de la clase de transformaciones, por no hablar del empleo no autorizado de la clase de astronomía y sus equipos. En teoría, se trataba de un inocente grupo de leones que sólo buscaban divertirse realizando sus propios horóscopos mágicos: eran Kenny Black, autora de la idea, Sayuri Ashura, Neko Weasley, hija de Charlie, los gemelos Waylan, de nombre kitiara y Toya, y su compañera de Quidditch, Sarah Freewood, que había traído a sus amiga Consuelo González. Diana Cantillo, la estudiante enamorada de Harry Potter, que era muy amiga de Kitiara Waylan a pesar de estar en quinto, se había enterado de los planes del grupo para confeccionar sus horóscopos mágicos, y se había unido a ellos con entusiasmo, y con algo más que eso...
Dos de las chicas tenían muy distintos planes: además de trazar sus propios horóscopos, dibujarían también otro. El de su amado Severus Snape, en el caso de Kenny Black. Y, por supuesto, Diana Cantillo pensaba trazar el del nuevo profesor de DCAO.
A las dos se les había ocurrido la misma idea por separado, sin saberlo. Conocer cualquier dato más acerca de sus amados profesores las acercaría más a ellos, y, quién sabe, quizá se descubriera algo que podría resultar de utilidad...
Trazar un horóscopo mágico necesitaba varios procedimientos muy complicados, de ahí que fuera más sencillo hacerlo en grupo. Se dividieron el trabajo en equipos, gracias a que Sarah Freewood puso un poco de órden, y comenzaron a trabajar siguiendo los pasos indicados por Kenny.
Ya que todos eran leones, y por tanto un poco atolondrados y poco observadores, no se dieron cuenta de cómo a ésta, y a Diana, les temblaban las manos.
...oooOOOooo...
Después de mucho abanicar y muchas sales mágicas, Cho volvió en sí. Y lo primero que dijo, con los ojos muy asustados, fue:
-Harry, tengo que hacer algo urgentemente-. Anunció Cho-. ¿Me acompañas?
-Por supuesto... ¿ de qué se trata?
La chica atrapada en el cuerpo de su ex profesor cogió aire, y anunció solemnemente:
-Es necesario que vaya de compras.
...oooOOOooo...
En la biblioteca, después de mucho tiempo de trabajo, cinco avispadas ravenclaw consiguieron encontrar, en un moderna revista de psicomagia dirigida por Alexander Iodorovski, la manera de hacer olvidar cosas a un fantasma.
Sólo faltaba lo más difícil: llevarlo a cabo.
-Por cierto- dijo Azalea, de pronto.
Todas levantaron la cabeza de sus libros.
-Todo esto está muy bien, pero que no se nos olvide hacer el calendario de los bombones del colegio, eh.
-Apoyo la moción- dijo Salamander.
Las otras tres se miraron con paciencia.
...oooOOOooo...
Cho y Harry regresaron de Hogsmeade tras las compras, y la "chica" corrió a cambiarse en cuanto volvieron a pisar las habitaciones de Harry.
Después de medio hora larga, salió del baño.
Harry no podía creer lo que veía. Era un Severus completamente distinto, vistiendo unos tejanos lavados a la piedra de último modelo y una camisa blanca de seda salvaje con anchas mangas. Harry estaba boquiabierto con el cambio. Era innegable el buen gusto de Cho para la ropa.
-Vaya... es tan... tan diferente...
Cho ni le contestó. Estaba demasiado deprimida. Dumbledore le había asignado una habitación en el castillo, cerca de Mac Gonagall, mientras durase el efecto de la poción.
Harry no sabía que hacer para que la chica se encontrara mejor. Se sentía extrañamente culpable y responsable de lo que había sucedido. Pero, al mismo tiempo, le turbaba la presencia de ese cuerpo masculino, tan maravillosamente bien vestido, que conservaba un perfume muy característico... el sutil y magnético olor de Severus Snape.
Se estaba poniendo cada vez más nervioso. Le dio un beso a Cho, para calmarla (esa era su excusa mental, pero en realidad, algo le atraía irremediablemente hacia esa boca afilada y peligrosa). Al principio, la chica estaba tan acomplejada y cohibida, dentro de ese cuerpo que encontraba tan desagradable, que sólo permitió un breve y seco contacto de los labios. Sin embargo, poco a poco Harry la fue convenciendo, y ese beso se convirtió en mucho más. Harry exploraba esos nuevos labios, finos, elásticos, y tan inesperadamente suaves y dulces; y se deleitaba con el sabor que descubrió dentro de la boca que tantos puntos le había quitado a Gryffindor... el tacto y el calor de la firme lengua que encontró dentro de esa cueva de placer perverso no hacían más que encenderle de una manera absurda, inexplicable. Harry no podía alejarse de esa boca, no podía despegarse de ella, porque estaba buscándose a sí mismo dentro...
Hasta que Cho detuvo el beso.
-Muchas gracias, Harry, ya sé que intentas hacer que me sienta bien, pero no quiero que te sacrifiques por mí hasta el punto de tener que hacer nada con este...- Cho no puso adjetivos, porque el tono de repugnancia de su voz lo decía todo-... cuerpo.
Pero Harry tenía un problema: necesitaba seguir. Estaba más excitado que en mucho tiempo. Intentó débilmente convencer a Cho, ya sabiendo que sería inútil, pero la chica le dijo que ya era hora de acostarse, y se despidió de él con un casto beso en la frente, después de que Harry la acompañara hasta su dormitorio.
Sin embargo, el profesor Potter no estaba en condiciones de irse a dormir. Le ardía el vientre. Se dio a sí mismo dos opciones: ducha fría o bebida caliente, y eligió la segunda. No le apetecía hablar con Hagrid. Pero recordó que Severus tenía un gran surtido de bebidas alcohólicas en su habitación, justo al lado de la de Harry.
Precisamente Severus.
Y se dirigió hacia allí.
...oooOOOooo...
"Quizá..."
"¿Quizá qué, imbécil?", le decía el Harry bueno al Harry malo. Pero ninguno de los dos se atrevía a formular la posibilidad que los hacía enfrentarse...
TOC TOC TOC
Una voz de Cho, bastante cambiada preguntó ásperamente "quién es", y Harry respondió tímidamente con su nombre. La puerta se abrió.
Harry, por segunda vez en la jornada, no podía creer lo que tenía delante de los ojos. Una Cho con ojeras, fumando un cigarillo de sándalo y envuelta en el kimono negro de Severus le abrió la puerta gruñendo ininteligibles maldiciones.
-Buenas noches, Severus. Venía a pedirte alguna botella para poder dormir.
Esa Cho desconocida tenía un peculiar brillo en los ojos, se dijo Harry, y extrañamente, eso la hacía más atractiva que nunca, y eso no ayudaba nada a la inflamación local de su bajo vientre. Harry intentaba disimularla metiéndose las manos en los bolsillos. Esperaba que un bulto más no se notara. La chica que era Severus le miró con atención, como intentando saber qué pasaba realmente por su cabeza.
-¿Una poción para dormir o alcohol?
-Me temo que lo segundo- confesó Harry, un poco avergonzado.
-Entonces, querido colega- dijo la boca de Cho mientras se quitaba el cigarro de la boca- vas a hacer el favor de compartirla conmigo. Como verás, lo necesito más que tú. Pero permiteme que no hable mucho, y perdona por si te molesta, pero es que odio esta voz.
No hacía falta hablar más. Los dos hombres, abatidos, se sentaron a la mesa, delante de una gran botella de ouzo, un fuerte aguardiente griego. Severus-Cho iba llenando pequeños vasos, que se vaciaban de un solo trago que quemaba la garganta. Así, vasito a vasito, terminaron la botella. Pero todo el ardor del aguardiente parecía acumularse en el mismo punto de Harry, a la sazón ya bastante cargadito. Además, el profesor Potter se dio cuenta de que había dos botellas más vacías en el suelo. Y el cuerpo de Cho nunca había aguantado la bebida...
-Bueno, ya es hora de que me vaya a dormir...- musitó el nuevo profesor. Hizo además de levantarse, pero una ágil mano lo detuvo.
-Potter, sé porqué estás aquí. Te entiendo. Es normal que eches de menos el cuerpo de tu novia.- Severus señaló la evidente erección de Harry con un rápido gesto.
Harry lo miró, asombrado. Severus le mantenía la mirada.
-Mira, somos adultos. Y creo que todo hombre debe tener cubiertas sus necesidades conyugales, ¿sabes?- dijo la extraña voz de Cho, que susurraba en tonos bajos- Creo que siempre he tenido curiosidad por saber lo que sienten las mujeres en la cama- dijo, posando una manita en el vientre de Harry, mientras fumaba con la otra. Hizo un anillo con el humo del cigarro y metió la lengua dentro, haciendo estremecerse a, profesor Potter.
Pero este, paralizado en su silla (unas partes más que otras), no veía nada claro. Las pequeñas burbujas de alcohol que se iban liberando en su cabeza hacían ruiditos al estallar, y tampoco le ayudaban. Cada parte de su cuerpo le enviaba un mensaje diferente de acción...
Entronces "Cho" se quitó el kimono, exponiendo con naturalidad su desnudez. Con una naturalidad que la verdadera nunca había tenido, y que resultaba encantadora y seductora al máximo...
-Bueno, la verdad es que no me importa que no quieras jugar... yo mismo puedo divertirme bastante con este cuerpo para mí sólo- dijo Severus, mientras pellizcaba los pezones de Cho de un modo provocador, tocándose a sí misma de una manera muy provocativa. Aquello fue demasiado para ojos verdes.
-¡Maldito cabrón!
Harry, muy enfadado, muy excitado y muy borracho, se abalanzó sobre Severus para impedirle que tocara a su novia, pero este, con hábiles manos, dirigió las del chico hacia sus puntos más eróticos, comportándose de una manera libertina que seducía enormemente a Harry, que perdió la cabeza con un lento lametón en el cuello.
La chica agarró la cabeza de Harry, ya dócil, y la situó entre sus piernas, murmurando que quería ser devorada. Harry obedeció, enloquecido de excitación. Ojalá Cho fuera así siempre...
¿Pero qué demonios estaba pensando? ¡Estaban violando el cuerpo de su novia entre los dos! Era una locura... pero era tan agradable, cómo le acariciaban esas manos perversas, exactamente allí donde más podía encenderle... cómo se movía ese cuerpo... cómo se ofrecía...
Harry no se lo esperaba. "Cho" cogió la varita y le hizo levitar, arrastrándole hasta la cama. Una vez allí, con otro par de movimientos, le despojó de toda la ropa. Y antes de que Harry pudiera reaccionar, la tenía encima, gateando sensualmente sobre su cuerpo, arañándole, mordisqueándole, lamiéndole... Harry se retorcía de impaciencia, gimiendo ligeramente, mientras sentía cómo la culpa y la responsabilidad se fundían, convirtiéndose en un placer brutal y perfecto, que...
Cho le estaba lamiendo el miembro, golosamente. Toda la columna vertebral de Harry se arqueó, acusando el placentero golpe. La verdadera Cho nunca había hecho eso... y era tan maravilloso, tan cálido, tan intenso... Una lengua muy experta le marcaba, le tomaba, le acogía en su cálida humedad, le envolvía en una funda de carne tibia en movimiento, en un movimiento perfecto... Harry estaba a punto de alcanzar el placer total cuando esa boca le dejó solo, bruscamente.
Un aullido de frustración salió de la boca de Harry, ya cegado por la impaciencia. Levantó la cabeza a tiempo para ver como su amante hacía aparecer un gran tarro lleno de un espeso líquido dorado, con toda la apariencia de la miel.
"Cho" introdujo en el fluido su mano hasta el codo, para luego frotársela por sus pechos. Después, descendió hasta rebozar la crema por los pectorales de Harry, que permanecía tumbado con la boca abierta. Los pezones manejados por Severus servían de pincel para extender la sustancia dorada por todo el cuerpo de Harry, produciéndole sensaciones desconocidas. El chico ya ni siquiera intentaba pensar, no digamos llevar las riendas de la situación. Su voluntad era muy pobre frente a semejante placer.
Entonces el cuerpo elástico de la ex jugadora de Quidditch se irguió, y se sentó sobre el vientre de Harry, buscando que este entrara en su cuerpo. Pero la sensación era muy diferente a la habitual con la chica, acertó a darse cuenta Harry mientras una nueva y tremenda oleada de placer se lo llevaba.
El cuerpo se movía lentamente sobre él, exprimiendo su excitación. Harry sentía que con sólo un par de golpes más intensos se desharía inevitablemente...
Pero esos golpes no llegaban. El ritmo era cada vez más lento, y Harry, por fin, se dio cuenta de que no estaba penetrando ese cuerpo por el lugar habitual.
-No quiero que de esto resulten consecuencias desagradables... quiero decir, a las que haya que cambiar los pañalitos. No estoy preparada para se madre- dijo esa voz turbia e irónica al ver cómo Harry comprendía.
Severus le miraba directamente a los ojos, mientras se mezcaban sus cuerpos. Todo el cuerpo del profesor Potter se había convertido en un lugar donde sólo podía existir el placer, en un auténtico cáliz de fuego. Cada nervio de su cuerpo estaba tenso como una cuerda de arpa, esperando la mano maestra que le arrancara los sonidos más bellos del mundo.
La unión era perfecta. Algo más allá del sexo y de los cuerpos, más allá del tiempo y del espacio, más importante que la realidad evidente, cobraba sentido en ese abrazo. Harry sentía la caricia más cercana de su vida, y era incapaz de desviar la mirada de esos ojos, tan diferentes, capaces de hablar. Severus, clavándole los ojos, hundía más y más el cuerpo de Harry en su cuerpo prestado, y al mismo tiempo, sin liberar el miembro de Harry de su estrecha prisión, cogió la mano derecha del chico y le hizo introducir tres dedos en su propio interior, indicándole cómo agitarlos. Harry lo hizo.
Su aullido de placer fue el sonido más excitante que Harry creía posible. El chico aceleró el ritmo de sus dedos dentro de ese cuerpo, intentando acelerar la llegada del clímax, pero se encontró con una sorpresa que no esperaba: con una mirada pícara, y entre gemidos que todo el castillo debía estar oyendo, "Cho" le introdujo a EL un pequeño pero malicioso dedo, con su correspondiente uña.
La sensación fue increíble. Nada más sentirlo, Harry estalló dentro de la estrecha abertura que estaba penetrando, y casi al mismo tiempo, oyó cómo una voz, ya en nada parecida a la de Cho, se desangraba de placer, aullando con una especie de estertor imposible de fingir.
...oooOOOooo...
QUE DEMONIOS HE HECHO... o mejor dicho, me han hecho... Severus me violó con el cuerpo de la pobre Cho...
No, es aún peor... entre los dos, entre dos machos pervertidos y lujuriosos, violamos a una chica inocente... Era tan horrible que Harry ni siquiera podía empezar a integrar los hechos en su mente. ¿cómo dar clase, cómo mostrarse como ejemplo si la misma noche anterior se ha protagonizado semejante perversión?
Los desayunos en Hogwarts eran de todo menos tranquilos para el pobre Harry. Afortunadamente, una elegante mano blanca, a su derecha, le pasó un diminuto frasco con la inscripción
"resaquex".
-Gracias.- murmuró Harry, distraídamente, mientras vertía la poción en su copa de zumo de limón.
De repente, se dio cuenta de algo, que le golpeó como un rayo. Se volvió hacia su derecha y vio el cuerpo de Severus Snape.
-Pero... cómo... ¿eres tú?- murmuró Harry, medio dormido, muy resacoso, y más confundido aún.
-Depende de lo que entiendas por "tú"-. respondió esa voz, que había recobrado todos sus oscuros matices y resonancias.
-¿Pero no se necesitaban dos meses para el antídoto?- aventuró Harry, derrotado.
Entonces, Severus Snape, dentro de Severus Snape, contestó:
-Podía haber deshecho ese hechizo en cualquier momento. Pero eso no hubiera sido tan divertido, ¿no crees, potter?
ooooooooooooooooooooOOOOOOOOOOoooooooooooooooooo
Capítulo talla L (y un poco brutito, I know...) en agradecimiento a los más de 100 reviews de esta historia, que, si os va gustando, no ha hecho más que empezar. Ya sé que tardo bastante en subir capitulos, pero es que no os podéis imaginar el caos que se me ha echado encima... menos mal que siempre tendremos el refugio de los pasillos de nuestros Hogwarts.
Respuestas a los reviews: ya veo que la señorita Chang cuenta con las simpatías unánimes... pues hala, a aportar ideas perversas para fomentar sus amoríos con Peeves. Echen una manita a las ravenclaws...
Diana Cantillo: Perdona, perdona, perdona. Aquí estás por fin. Y te prometo una buena intervención en el futuro.
Sarhaliene: no queremos que te castiguen TANTO, ¿qué sería del equipo sin tí? Pero si se te ocurre algo menos asesino...
Kaleth Sands: no sabía lo que significaba Mary Sue y lo busqué. Creo que tiene dos acepciones, parecidas pero muy diferentes:
1: alter ego del autor (normalmente autora) del fic, simplemente como personaje dentro del fic.
2: personaje femenino, identificado con la autora, muy sabihonda y perfecta, que llega a cobrar más importancia que los propios personajes principales
a este propósito, ver el divertido cómic irónico sobre la quinta casa de Hogwarts:
Con lo cual: el personaje llamado Selene Salamander sería del tipo uno, pero no del dos, eh... es mas bien un apoyo cómico, espero.
Peggy Cannon: ¿Crees en las casualidades? Yo no. Esa mirada a través de las vidrieras de la biblioteca tiene mucho peligro...
Kenny Black: Buena idea. A ver cómo le vamos dando forma...
¡¡¡besos perversos!!!
