DISCLAIMER: Ninguno de estos personajes son mios. Todo pertenece a JK
Rowling, Warner Bros, etc, etc... NO gano dinero con esto
ADVERTENCIA: este fic contiene slash, si no te gusta no lo leas. ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS MUY VIOLENTAS!!! ACONSEJO QUE LAS PERSONAS IMPRESIONABLES NO LAS LEAN, DE TODOS MODOS, SABRAN LO QUE SUCEDIÓ.
RESPUESTAS A REVIEWS:
LUNA_LOVEBLACK: No te preocupes, que ahora sigo. Tardé un poco mas, porque cuesta escribir algunas escenas. Me alegro que te guste el ff!
JENNYTONKS: Gracias! Me alegro que te guste lo que voy poniendo!
OPHELIA DAKKER: Mi lectora mas fiel! Estas en todos lados! Aca dejo otro capitulo. Costo mucho esctibir algunas cosas, por eso tardé mas que una semana.
LIAM_BLACK: Me alegro que te haya gustado el capitulo. Espero que despues de este no me digas que estoy completamente loca.
AGUSSTINA: Veo que te has sacado una parte del nick. Gracias por tus comentarios. Me alegra que te guste el capitulo.
MAURICIO BISTENI: Hola! Me alegro que te guste. Con respecto al tema de la homosexualidad, es sencillo, yo avisé que este ff iba a contener slash. La falta de tiempo y la forma en que imaginé el ff, hicieron que haga de este tipo de relaciones algo normal en el mundo mágico. Espero que de todas formas, sigas leyendo.
CAPITULO 7: El padre es peor que el hijo.
Los días siguientes pasaron sin represalias por parte de Draco, lo cual era mas que sospechoso para Lizeth. Si su prometido no la castigaba por haberlo humillado frente a todo el Gran salón, debía haber algún motivo detrás, y por lo general, no le gustaban sus motivos.
Harry había cumplido su promesa y no había vuelto a hablarle, aunque no estaba segura de que era lo que quería. Estaría bien tener una amigo con quien hablar de vez en cuando, pero no podía permitirse otra muerte mas. Si Draco o Lucius se enteraban que ella pensaba de ese modo hacia Harry Potter, nada bueno iba a suceder.
El desayuno transcurría con normalidad. Alumnos y profesores, en el Gran Salón, disfrutaban de una apacible mañana de viernes, felices por la próxima llegada del fin de semana. Salvo dos: Lizeth sabía que Lucius Malfoy estaba por llegar en su búsqueda y eso la incomodaba, odiaba a ese hombre mas que a nada en el mundo. Y Draco Malfoy, sonreía imaginando su próxima salida junto a su padre.
Las puertas se abrieron, dando paso a uno de los mortífagos mas temibles del Señor Tenebroso. Ese hombre tan hábil que se había salvado de Azkaban por segunda vez. Con la superioridad digna sólo de un Malfoy, se dirigió a la mesa de profesores, dispuesto a incomodarlos.
-Buenos días –saludo solemnemente –Supongo que no habrá inconvenientes en que retire a Draco y Lizeth, ¿verdad?
-Claro que no –dijo McGonagall –Su carta me llegó hace algunos días. Pero debo preguntarle a que hora regresarán.
-Será sólo medio día. –informó Lucius –A la hora del almuerzo estarán aquí.
-Cuidado con lo que haces Malfoy –dijo Sirius peligrosamente.
-¿Me estás amenazando. Black?
-Sólo te advierto.
-Claro, claro. Olvidaba que los Gryffindors son muy nobles para amenazar a la gente –dijo Lucius irónicamente -¡Draco! ¡Lizeth! Nos vamos.
Los dos rubios menores se pusieron de pie al escuchar sus nombres y siguieron al mayor por el trayecto hacia el exterior del castillo. La imagen que daban los tres juntos era absolutamente envidiable. Fríos, calculadores, soberbios, letales, sensuales y hermosos. Los tres muy similares pero diferentes a la vez. Rubios, ojos claros y cuerpos perfectos, eran el paradigma de la belleza. Un carruaje los esperaba para llevarlos hacia Hogsmeade, desde donde se dirigirían al Ministerio de la Magia.
Remus Lupin caminaba por uno de los pasillos del castillo con rapidez, escapando de Sirius Black, su mejor amigo, pero que en ese momento se estaba comportando como el mayor pesado de la historia. El animago lo seguía, hablando mas calmadamente que el licántropo, pero tan furioso como él.
-¡BASTA SIRIUS!
-¡Me estás evadiendo! ¡No me quieres contestar mis preguntas!
-¡YA TE DIJE QUE NO TENGO NADA QUE CONTESTARTE! ¡NO ERES MI PADRE!
-¡Soy tu amigo! ¡Quiero saber que fue lo que presencié en el despacho de Snivellus el otro día!
Snape, que pasaba por allí, se quedó de piedra y, con lo justo, logró ocultarse detrás de una armadura. Ese era el momento de aclarar algunas dudas. No había podido dejar de pensar en el licántropo desde ese día, pero sabía que no era posible. Además, estaría bien saber cual era la relación entre Black y Lupin.
-¡Deja tus celos de lado, Padfoot! –respondió Remus, deteniendo su caminata y enfrentándo a su amigo –No ganas nada con eso. Ya viste lo que causaste en Harry, y sigues actuando de ese modo.
-No son celos. Ya te lo dije. Me preocupo por ti. –dijo Sirius intentando calmar su respiración agitada por la carrera –Snivellus te hará sufrir, va a jugar contigo.
-No va a jugar conmigo porque NO PASA NADA ENTRE NOSOTROS.
-Pero tu quieres que pase –aseguró Sirius, sin obtener respuesta –Moony...por favor, piensalo un momento...¿Qué posibilidades reales hay de que Snivellus tenga corazón?
-Basta Sirius. –suspiró derrotado Remus.
-Yo lo contesto: NO HAY MANERA DE QUE ESE IMBÉCIL TENGA ALGÚN SENTIMIENTO POSITIVO.
-¡SIRIUS! –Se unió una tercera voz a la discusión
-¿Harry? –preguntó el aludido –Genial. Ahora que estás tu también, vas a ayudarme a hablar con Moony.
-Dejalo en paz, ¿quieres? –Al ver que Sirius iba a alegar alzó una mano –Y deja de insultar y agredir a Snape sin causas.
-¿QUÉ?
-Ya me escuchaste. Debes reconocer que Snape no es una mala persona.
-Eso suponiendo que sea una persona –murmuró el animago.
-¡SIRIUS! –le gritaron Remus y Harry a la vez.
-Está bien. Es una persona, lo acepto. Pero de ahí a que tenga buenas intenciones con Moony hay un largo trecho.
-Padfoot... –advirtió Remus.
-Déjalo –dijo Harry –Si no cambia su actitud se va a quedar completamente solo. Creí que estarías agradecido con Snape por salvarme la vida unas cuantas veces, pero por lo visto, ni siquera eso te interesa. –sentenció Harry alejandose.
Sirius observó a su ahijado irse y volteó a ver a Remus, buscando alguna explicación, pero todo lo que obtuvo fue una mirada herida de su amigo y como se iba por otro pasillo. Lanzando maldiciones a diestra y siniestra, se dirigió a su aula, para comenzar con las clases.
Severus había escuchado toda la conversción, y no pudo dejar de sonreír ante las defensas de Potter. El chico se había metido en su corazón, ganandose su aprecio y respeto, aunque nunca iba a admitirlo. Desde que notó que no era como su padre, se permitió conocerlo un poco mas, y descubrió alguien muy diferente a lo que se imaginaba.
Pero no era Potter quien ocupaba sus pensamientos. Lupin. No le había negado a su amigo que se sentía atraído por él. Y lo defendió cuando Black lo agredió. ¿Estarían los dos pasando por siruaciones similares? Sacudió su cabeza. Lupin no había dicho sentir algo por él. No era posible.
***
Lizeth, Draco, Lucius y Narcissa habían estado firmando y completando papeles por dos horas seguidas. Al fin abandonaban el Ministerio de la Magia, dispuestos a regresar a sus rutinas. Pero Lucius tenía otra idea en mente. Después de haber intercambiado unas palabras con su hijo Draco, mientras Narcissa y Lizeth les buscaban sus refrigerios, se enteró del desplante que la chica le hizo a su primogénito y prometió hacerse cargo.
Narcissa era la encargada de acompañar al menor de los Malfoy a su destino, mientras que Lizeth iba a "aprender como viven los elfos domésticos", según las palabras del exmortífago. Ya no había nada que la mujer pudiera hacer, cuando su marido se proponía algo, no había vuelta atrás. Sólo le quedaba rogar porque no se comporte como el ser ruin que era.
Por medio de un traslador llegaron a Hogsmeade y, sin dirigirse la palabra, ambos caminaron hacia Hogwarts. Lucius no se había equivocado, llegaron justo para la hora del almuerzo. Narcissa acompañó a Draco hasta el Gran Salón y se aproximó a la mesa mas alta de las cinco.
-Narcissa –dijo Sirius -¿dónde está Lizeth?
-Lo siento –respondió la mujer evitando los ojos azules que tanto amó una vez –Lucius quería hablar con ella. Llegará a la noche.
-¿QUÉ? –exclamó Sirius. Ante tal grito, todos los alumnos se volvieron hacia él.
-Sirius –intercedió McGonagall –Cálmate.
-Lo mejor será que yo me vaya a mi casa –dijo Narcissa levantando la mirada, que volvía a ser fría y desgarradora.
-Narcissa –la llamó Severus y le habló al oído –Cuidala, sólo tu sabes de lo que Lucius es capaz. Es una niña.
-Lo se –la rubia soltó un suspiro –Pero no puedo hacer nada. Ya saber que si me pongo en su contra es peor.
-Si te toca un pelo me avisarás, ¿verdad?
-Si –mintió Narcissa. –Debo irme Severus.
-Te acompaño –se ofreció el jefe de Slytherin y caminaron juntos, hasta la puerta de entrada, donde debían despedirse –Espero que te cuides.
-Sabes que lo hago, de otra manera no habría llegado viva a esta edad.
-¡Narcissa! –la reprendió Severus.
-Deja de preocuparte por mi, y haz algo con tu vida. No estás bien Sev, date una oportunidad de querer a alguien.
-Estoy bien así. Gracias por preocuparte.
-Escúchame bien Sev: Draco, Lizeth y tu son lo único que me importa. Lamentablemente, Draco está siguiendo los malditos pasos de su padre a la perfección. Yo voy a estar con Lizeth, porque su vida no va a ser fácil –agregó con una mueca de tristeza –Pero tu...tienes derecho a tener una pareja, una real, sin mentiras ni contratos. No intentes mentirme porque sé que lo sigues queriendo como antes. Deja el pasado y los ridículos resentimientos atrás.
-No se de que me hablas.
-¡Severus Snape! –exclamó Narcissa perdiendo la paciencia –Si yo no pude olvidar a Sirius, tu tampoco pudiste hacerlo con Remus.
-¿Cómo puedes estar tan segura? –le preguntó Snape sonriendo.
-Porque te conozco. Eres mi único amigo en el mundo. Eres un hermano para mí, y quiero tu felicidad.
-Pero él no...
-Eso no lo sabes. –Narcissa se acercó a él y le dio un cálido beso en la mejilla, para después susurrarle en el oído –Inténtalo.
***
GENTE IMPRESIONABLE...NO LEER
Lizeth estaba arrodillada en el suelo de la habitación de Lucius y Narcissa Malfoy. Una cubeta con agua y jabón junto a ella, y un cepillo en su mano derecha. Con toda la dignidad posible, evitando que sus rebeldes lágrimas cristalinas dejen sus ojos, cumplía con el castigo impuesto por Lucius. Después de todo no era tan malo, no la había golpeado como suponía que iba a pasar.
Dos horas llevaba en esa posición cuando el dueño de la mansión ingresó a la habitación. Lucius apreció la tarea de su futura nuera y sonrió con malicia. El piso relucía y brillaba como nunca, la chica le había puesto empeño. Se acercó a ella, extendiéndole la mano.
-Bien hecho –le dijo siseando –Ya puedes dejar de limpiar.
-Gracias señor –dijo Lizeth tomando la mano que se le ofrecía.
Pero Lucius nunca soltó su mano. Cuando estuvo de pie, tiró de su mano para acercarla mas a él y cerró su otro brazo en torno a su delgada cintura. Sus ojos grises, por lo general inexpresivos, ahora mostraban lujuria y pasión. Lizeth se asustó ante las ideas que se le estaban cruzando por la mente.
-No tiembles, no tengas miedo –susurró Lucius –No te voy a hacer daño.
-Por favor señor no me...
Lizeth no pudo continuar con su súplica porque una boca hambrienta se apoderó de la suya. Lucius Malfoy la besaba con ansiedad, demostrando su poderío y toda su fuerza. La chica se debatía en sus brazos, intentando escapar, cosa imposible teniendo en cuenta fortaleza del hombre que la tenía aprisionada.
Sin miramientos ni compasión, Lucius la llevó hasta la cama matrimonial y la dejó caer, situandose sobre ella. Volvió a besarla con furia, mientras sus manos recorrían cada curva y centímetro del joven cuerpo que forcejeaba para huir. Las lágrimas caían libremente por su rostro, el miedo y el asco que sentía no podía ser mayor. Nunca nadie la había besado y tocado de esa forma. Cuando Lucius comezó a quitarle la ropa con fiereza, Lizeth comenzó a gritar y patalear.
-¡POR FAVOR SEÑOR! ¡DEJEME IR!
-¡Maldita cría! ¡NADIE HUMILLA A UN MALFOY SIN RECIBIR SU MERECIDO!
-¡Por favor! ¡Se lo ruego! –imploró Lizeth en un último esfuerzo, aún sabiendo que de nada servía.
-¡CALLATE! –le gritó el mayor mientras le propinaba una bofetada.
Lucius continuó con su tarea, y pronto ambos estuvieron despojados de toda prenda. Lizeth yacía en la cama como un objeto inanimado, sabiendo que la lucha sólo iba a aumentar el dolor. Sentía con asco las manos, los labios y la lengua de Lucius recorrer su cuerpo lascivamente.
Sin siquiera preocuparse por su compañera, Lucius la penetró en un movimiento tosco, bruto y salvaje, haciendo que la chica gritara de dolor. Lizeth se retorcía debajo del cuerpo de su agresor, intentando escapar, pero eso no iba a ser posible y sólo lograba exitar mas a Lucius.
Lucius entró y salió a su gusto del cuerpo de Lizeth, disfrutando de la estrechez de su entrada, y haciendo caso omiso a la sangre que se desprendía de la parte íntima de la chica. Con una última embestida, se liberó dentro de ella y soltó un gemido ronco, para luego desplomarse sobre el pequeño cuerpo.
-Supongo que habrás aprendido la lección, Lizeth –le susurró al oído. –NADIE humilla a un Malfoy.
-Si señor. –dijo Lizeth entre lágrimas y sollozos.
-Bien.
Lucius salió del cuerpo de Lizeth y se adentró en el cuarto de baño, indicándole con un gesto que podía retirarse de la habitación. La chica no se hizo rogar. Tomó su ropa, mientras envolvía su cuerpo desnudo en su capa y se dirigió a su habitación. Al entrar, encontró a Twinky, el elfo doméstico personal de Narcissa Malfoy.
-¡Señorita Avery! señorita ¿que le sucedió? –preguntó Twinky alarmado.
-Lucius.... –fue lo único que pudo decir Lizeth antes de desmayarse y caer al suelo.
YA PUEDEN VOLVER A LA LECTURA ***
Snape aún no lograba quitar las palabras de Narcissa de su mente. ¿Por qué demonios lo conocía tan bien? ¿Qué debía hacer? ¿Dejar de lado su orgullo? ¿Esperar que Lupin le demuestre si sentía algo por él? Ni siquiera estaba prestando atención a la clase que presidía en ese momento, hasta que una voz lo despertó de su ensueño.
-¿Severus?
-¿Si? –Snape levantó la vista para encontrarse con el protagonista de su confusión frente a él.
-¿Estás bien? –preguntó Lucpin sonando preocupado.
-Si. Sólo pensaba. –Snape echó un vistazo a su clase. ¡No había ningún alumno! -¿Dónde están todos?
-Eh...hace media hora terminó su clase. Como los Gryffindors no llegaban a Transformaciones, Sirius me pidió que vea que sucedía. Estaban todos aquí, sentados, esperando que los dejes ir. Así que los saqué yo. Espero que no te moleste.
-Está bien.
-¿Sucedió algo con Narcissa? –Lupin se acercó un paso a su excompañero –Desde que se fue estás algo...uhm...distraído.
-Ya te dije que estoy bien, licántropo.
-¡Eres un imbécil Severus! –le dijo Lupin ofendido –No tiene caso preocuparse por ti.
-Nadie te pidió que lo hagas.
-Tienes razón. No se por que me meto.
Lupin giró para irse del salón de Pociones, y Snape se sintió la peor basura del mundo. Había sonado dolido ante sus insultos gratuitos, tal vez Narcissa tenía razón. Pero, ¿cómo estar seguro? En un impulso, se acercó a Lupin antes de que abra la puerta y lo tomó de un brazo.
-No te vayas –pidió en un susurro, con su orgullo herido.
-¿Para qué quieres que me quede? ¿Para seguir agrediéndome? No, gracias.
-Por favor.
-¿Por qué me tratas de este modo? ¡Hasta mantienes una relación normal con Harry! ¿Tanto miedo me tienes?
-Si. –fue la simple respuesta de Snape, enfrentándo los ojos dorados frente suyo, hundiéndose en ellos, buscando una respuesta a todas sus preguntas.
-¿Por qué? –preguntó Lupin, notando la mirada profunda del Slytherin. –Yo nunca te haría daño.
-Lo sé.
-¿A qué tienes miedo Severus? ¿A mi condición de Licántropo? –Lupin levantó una de sus manos y acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja del otro hombre -¿O a lo que te puedo hacer sentir?
Severus tragó saliva. El contacto de la mano de Remus detrás de su oreja había despertado en él todos los sentimientos que había ocultado por demasiados años. Tenía que hacer algo y eso estaba claro. Si no hacía algo Remus se iba a ir y él no quería eso. ¡Por nada del mundo quería eso! Fue cuando todo se aclaró dentro suyo. Demasiado tiempo en soledad y oscuridad, y ahora tenía una oprtunidad única.
Remus cerró los ojos y apretó los puños. Ya había hecho demasiado, si Severus no reaccionaba era porque no quería nada con él. Dio media vuelta y tomó el plomo de la puerta, dispuesto a irse y darle la razón a Sirius. Ya podía escuchar la voz de su amigo en su cabeza "te lo dije Moony, te lo dije". Pero entonces sintió dos brazos que se cerraban en su estómago y apretaban con fuerza, impidiéndole escapar.
-Severus ¿Qué...
-Shh –Snape pidió silencio apoyándo se mentón en uno de los hombros de Lupin, sin soltarlo aún –Te pedí que no te vayas.
-Pero tu no.... –Remus se cayó al sentir los labios de Severus sobre su cuello, besándolo con delicadeza, demostrándole que quería estar con él.
-Remus, quédate conmigo.
-No puedo –dijo Lupin girándose y enfrentando a un confundido Snape –Tengo una clase y a la noche es luna llena.
-No me importa –Snape se puso terco, ahora que había dado el primer paso no lo iba a dejar escapar.
-Severus...nada me gustaría mas, pero no es seguro. Ya te dije que no voy a hacerte daño. ¿Podrías esperar hasta mañana? Creo que tenemos muchas cosas de que hablar.
-No creo que haya demasiadas opciones, ¿verdad Lupin?
-Remus, Severus. Me encanta que me llames Remus –dijo el licántropo sobre los labios del Slytherin.
Snape tomó sus labios entre los suyos. La cercanía con Lupin le hacía perder los sentidos y todo pensamiento coherente. Su compañero recibió el contacto lanzando un suspiro involuntario. Tantas veces había soñado con ese momento, y ahora se estaba volviendo realidad. Severus Snape y Remus Lupin se estaban besando, con cariño, con pasión, con suavidad, con firmeza...
-Vete ahora o no te dejaré ir.
-Hasta mañana Severus –dijo Remus sonriendo.
***
Twinky curaba las heridas de Lizeth y le ocultaba los moretones, provocados por la presión de las manos de Lucius, cuando Narcissa Malfoy ingresó muy alterada a la habitación de la chica. Había entrado a su propio dormitorio, dispuesta a dormir un poco, cuando vio la sangre en las sábanas de su cama. Sin mas, salió corriendo al encuentro de la pobre adolescente.
-Lizeth...¿estás bien?
-No –contestó la mas joven con lágrimas en los ojos y la mirada vacía.
-Perdóname, no tendría que haberte dejado sola con él.
-No es tu culpa Narcissa. Yo no debí tratar de ese modo a Draco.
-Es mi hijo y lo amo, pero él te ha hecho cosas peores. Vamos, vístete que te acompaño a Hogwarts.
El camino fue recorrido en el mas absoluto silencio por parte de Lizeth, mientras Narcissa intentaba confortarla, acariciandole el cabello y abrazandola como si fuera su hija. Se despidió con un beso en la mejilla de la chica y la promesa de no dejar que algo así volviera a suceder.
Lizeth caminó hacia el Gran salón. No tenía hambre, pero Narcissa le había pedido que informe su llegada a Sirius o Severus. Al abrir la puerta, se encaminó con paso lento hacia la mesa de profesores, mientras Draco Malfoy la observaba desde su lugar en la de las serpientes.
-He venido a informar que regresé –dijo Lizeth a Sirius.
-¿Estás bien Lizeth? –preguntó el animago preocupado.
-No se preocupe, sólo estoy cansada profesor. Me voy a ir a la Torre a descansar.
Lizeth se giró sin esperar respuesta por parte de su profesor y regresó sobre sus pasos. Intentando no mostrarse demasiado turbada, no notó cuando Draco se puso de pie y se acercó a ella. Recién cuando estuvieron frente a frente, la chica detuvo su caminata. En la mesa alta, todos los profesores fijaban su atención en la pareja.
-¿Aprendiste la lección Lizeth? –preguntó Draco sonriendo, pero su rostro se volvió serio, al notar la mirada de su prometida. Sus hermosos ojos celestes no brillaban, estaban apagados, muertos, sin vida. -¿Qué te hizo?
-Déjame Draco, de verdad tengo sueño y quiero dormir.
-No te vas de aquí hasta contestarme que fue lo que te hizo.
-¿De verdad quieres saberlo? –preguntó Lizeth fríamente y se acercó a Draco, para hablarle en el oído –Me mató Draco, por tu culpa tu padre me mató. –Luego lo miró a los ojos y se dirigió a su otro oído –Me quitó lo único que me quedaba para mí. O mejor dicho, para ti cuando nos casaramos. Y es tu culpa. Me mataste Draco.
Lizeth volvió a enfrentarlo, notando la estupefacción en sus ojos grises y se acercó a él. Posó sus labios con suavidad sobre los de su prometido, haciéndole probar el sabor de su sangre y se fue, dejando a todo el alumnado intrigado sobre la onversación que habían mantenido.
Draco no reaccionó de inmediato, pero cuando lo hizo, tomó un plato que había en la mesa mas cercana y, sin escuchar las quejas del pequeño Ravenclaw al que pertenecía la comida, lo tiró contra una pared, gritando descontrolado, intentando liberar la furia dentro de sí. Fue en ese momento cuando Severus Snape supo lo que había sucedido en Malfoy Mannor.
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO. SE QUE LA ESCENA DE LIZETH Y LUCIUS ES ALGO FUERTE, PERO ERA NECESARIA....
POR OTRO LADO, QUISE CONTRARRESTARLA CON ALGO DE "DULZURA" POR PARTE DE SEVERUS...CLARO QUE EL HOMBRE NO ES MUY DUCHO PARA LAS RELACIONES.
DEJENME SUS REVIEWS!!!!!
Gala
ADVERTENCIA: este fic contiene slash, si no te gusta no lo leas. ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS MUY VIOLENTAS!!! ACONSEJO QUE LAS PERSONAS IMPRESIONABLES NO LAS LEAN, DE TODOS MODOS, SABRAN LO QUE SUCEDIÓ.
RESPUESTAS A REVIEWS:
LUNA_LOVEBLACK: No te preocupes, que ahora sigo. Tardé un poco mas, porque cuesta escribir algunas escenas. Me alegro que te guste el ff!
JENNYTONKS: Gracias! Me alegro que te guste lo que voy poniendo!
OPHELIA DAKKER: Mi lectora mas fiel! Estas en todos lados! Aca dejo otro capitulo. Costo mucho esctibir algunas cosas, por eso tardé mas que una semana.
LIAM_BLACK: Me alegro que te haya gustado el capitulo. Espero que despues de este no me digas que estoy completamente loca.
AGUSSTINA: Veo que te has sacado una parte del nick. Gracias por tus comentarios. Me alegra que te guste el capitulo.
MAURICIO BISTENI: Hola! Me alegro que te guste. Con respecto al tema de la homosexualidad, es sencillo, yo avisé que este ff iba a contener slash. La falta de tiempo y la forma en que imaginé el ff, hicieron que haga de este tipo de relaciones algo normal en el mundo mágico. Espero que de todas formas, sigas leyendo.
CAPITULO 7: El padre es peor que el hijo.
Los días siguientes pasaron sin represalias por parte de Draco, lo cual era mas que sospechoso para Lizeth. Si su prometido no la castigaba por haberlo humillado frente a todo el Gran salón, debía haber algún motivo detrás, y por lo general, no le gustaban sus motivos.
Harry había cumplido su promesa y no había vuelto a hablarle, aunque no estaba segura de que era lo que quería. Estaría bien tener una amigo con quien hablar de vez en cuando, pero no podía permitirse otra muerte mas. Si Draco o Lucius se enteraban que ella pensaba de ese modo hacia Harry Potter, nada bueno iba a suceder.
El desayuno transcurría con normalidad. Alumnos y profesores, en el Gran Salón, disfrutaban de una apacible mañana de viernes, felices por la próxima llegada del fin de semana. Salvo dos: Lizeth sabía que Lucius Malfoy estaba por llegar en su búsqueda y eso la incomodaba, odiaba a ese hombre mas que a nada en el mundo. Y Draco Malfoy, sonreía imaginando su próxima salida junto a su padre.
Las puertas se abrieron, dando paso a uno de los mortífagos mas temibles del Señor Tenebroso. Ese hombre tan hábil que se había salvado de Azkaban por segunda vez. Con la superioridad digna sólo de un Malfoy, se dirigió a la mesa de profesores, dispuesto a incomodarlos.
-Buenos días –saludo solemnemente –Supongo que no habrá inconvenientes en que retire a Draco y Lizeth, ¿verdad?
-Claro que no –dijo McGonagall –Su carta me llegó hace algunos días. Pero debo preguntarle a que hora regresarán.
-Será sólo medio día. –informó Lucius –A la hora del almuerzo estarán aquí.
-Cuidado con lo que haces Malfoy –dijo Sirius peligrosamente.
-¿Me estás amenazando. Black?
-Sólo te advierto.
-Claro, claro. Olvidaba que los Gryffindors son muy nobles para amenazar a la gente –dijo Lucius irónicamente -¡Draco! ¡Lizeth! Nos vamos.
Los dos rubios menores se pusieron de pie al escuchar sus nombres y siguieron al mayor por el trayecto hacia el exterior del castillo. La imagen que daban los tres juntos era absolutamente envidiable. Fríos, calculadores, soberbios, letales, sensuales y hermosos. Los tres muy similares pero diferentes a la vez. Rubios, ojos claros y cuerpos perfectos, eran el paradigma de la belleza. Un carruaje los esperaba para llevarlos hacia Hogsmeade, desde donde se dirigirían al Ministerio de la Magia.
Remus Lupin caminaba por uno de los pasillos del castillo con rapidez, escapando de Sirius Black, su mejor amigo, pero que en ese momento se estaba comportando como el mayor pesado de la historia. El animago lo seguía, hablando mas calmadamente que el licántropo, pero tan furioso como él.
-¡BASTA SIRIUS!
-¡Me estás evadiendo! ¡No me quieres contestar mis preguntas!
-¡YA TE DIJE QUE NO TENGO NADA QUE CONTESTARTE! ¡NO ERES MI PADRE!
-¡Soy tu amigo! ¡Quiero saber que fue lo que presencié en el despacho de Snivellus el otro día!
Snape, que pasaba por allí, se quedó de piedra y, con lo justo, logró ocultarse detrás de una armadura. Ese era el momento de aclarar algunas dudas. No había podido dejar de pensar en el licántropo desde ese día, pero sabía que no era posible. Además, estaría bien saber cual era la relación entre Black y Lupin.
-¡Deja tus celos de lado, Padfoot! –respondió Remus, deteniendo su caminata y enfrentándo a su amigo –No ganas nada con eso. Ya viste lo que causaste en Harry, y sigues actuando de ese modo.
-No son celos. Ya te lo dije. Me preocupo por ti. –dijo Sirius intentando calmar su respiración agitada por la carrera –Snivellus te hará sufrir, va a jugar contigo.
-No va a jugar conmigo porque NO PASA NADA ENTRE NOSOTROS.
-Pero tu quieres que pase –aseguró Sirius, sin obtener respuesta –Moony...por favor, piensalo un momento...¿Qué posibilidades reales hay de que Snivellus tenga corazón?
-Basta Sirius. –suspiró derrotado Remus.
-Yo lo contesto: NO HAY MANERA DE QUE ESE IMBÉCIL TENGA ALGÚN SENTIMIENTO POSITIVO.
-¡SIRIUS! –Se unió una tercera voz a la discusión
-¿Harry? –preguntó el aludido –Genial. Ahora que estás tu también, vas a ayudarme a hablar con Moony.
-Dejalo en paz, ¿quieres? –Al ver que Sirius iba a alegar alzó una mano –Y deja de insultar y agredir a Snape sin causas.
-¿QUÉ?
-Ya me escuchaste. Debes reconocer que Snape no es una mala persona.
-Eso suponiendo que sea una persona –murmuró el animago.
-¡SIRIUS! –le gritaron Remus y Harry a la vez.
-Está bien. Es una persona, lo acepto. Pero de ahí a que tenga buenas intenciones con Moony hay un largo trecho.
-Padfoot... –advirtió Remus.
-Déjalo –dijo Harry –Si no cambia su actitud se va a quedar completamente solo. Creí que estarías agradecido con Snape por salvarme la vida unas cuantas veces, pero por lo visto, ni siquera eso te interesa. –sentenció Harry alejandose.
Sirius observó a su ahijado irse y volteó a ver a Remus, buscando alguna explicación, pero todo lo que obtuvo fue una mirada herida de su amigo y como se iba por otro pasillo. Lanzando maldiciones a diestra y siniestra, se dirigió a su aula, para comenzar con las clases.
Severus había escuchado toda la conversción, y no pudo dejar de sonreír ante las defensas de Potter. El chico se había metido en su corazón, ganandose su aprecio y respeto, aunque nunca iba a admitirlo. Desde que notó que no era como su padre, se permitió conocerlo un poco mas, y descubrió alguien muy diferente a lo que se imaginaba.
Pero no era Potter quien ocupaba sus pensamientos. Lupin. No le había negado a su amigo que se sentía atraído por él. Y lo defendió cuando Black lo agredió. ¿Estarían los dos pasando por siruaciones similares? Sacudió su cabeza. Lupin no había dicho sentir algo por él. No era posible.
***
Lizeth, Draco, Lucius y Narcissa habían estado firmando y completando papeles por dos horas seguidas. Al fin abandonaban el Ministerio de la Magia, dispuestos a regresar a sus rutinas. Pero Lucius tenía otra idea en mente. Después de haber intercambiado unas palabras con su hijo Draco, mientras Narcissa y Lizeth les buscaban sus refrigerios, se enteró del desplante que la chica le hizo a su primogénito y prometió hacerse cargo.
Narcissa era la encargada de acompañar al menor de los Malfoy a su destino, mientras que Lizeth iba a "aprender como viven los elfos domésticos", según las palabras del exmortífago. Ya no había nada que la mujer pudiera hacer, cuando su marido se proponía algo, no había vuelta atrás. Sólo le quedaba rogar porque no se comporte como el ser ruin que era.
Por medio de un traslador llegaron a Hogsmeade y, sin dirigirse la palabra, ambos caminaron hacia Hogwarts. Lucius no se había equivocado, llegaron justo para la hora del almuerzo. Narcissa acompañó a Draco hasta el Gran Salón y se aproximó a la mesa mas alta de las cinco.
-Narcissa –dijo Sirius -¿dónde está Lizeth?
-Lo siento –respondió la mujer evitando los ojos azules que tanto amó una vez –Lucius quería hablar con ella. Llegará a la noche.
-¿QUÉ? –exclamó Sirius. Ante tal grito, todos los alumnos se volvieron hacia él.
-Sirius –intercedió McGonagall –Cálmate.
-Lo mejor será que yo me vaya a mi casa –dijo Narcissa levantando la mirada, que volvía a ser fría y desgarradora.
-Narcissa –la llamó Severus y le habló al oído –Cuidala, sólo tu sabes de lo que Lucius es capaz. Es una niña.
-Lo se –la rubia soltó un suspiro –Pero no puedo hacer nada. Ya saber que si me pongo en su contra es peor.
-Si te toca un pelo me avisarás, ¿verdad?
-Si –mintió Narcissa. –Debo irme Severus.
-Te acompaño –se ofreció el jefe de Slytherin y caminaron juntos, hasta la puerta de entrada, donde debían despedirse –Espero que te cuides.
-Sabes que lo hago, de otra manera no habría llegado viva a esta edad.
-¡Narcissa! –la reprendió Severus.
-Deja de preocuparte por mi, y haz algo con tu vida. No estás bien Sev, date una oportunidad de querer a alguien.
-Estoy bien así. Gracias por preocuparte.
-Escúchame bien Sev: Draco, Lizeth y tu son lo único que me importa. Lamentablemente, Draco está siguiendo los malditos pasos de su padre a la perfección. Yo voy a estar con Lizeth, porque su vida no va a ser fácil –agregó con una mueca de tristeza –Pero tu...tienes derecho a tener una pareja, una real, sin mentiras ni contratos. No intentes mentirme porque sé que lo sigues queriendo como antes. Deja el pasado y los ridículos resentimientos atrás.
-No se de que me hablas.
-¡Severus Snape! –exclamó Narcissa perdiendo la paciencia –Si yo no pude olvidar a Sirius, tu tampoco pudiste hacerlo con Remus.
-¿Cómo puedes estar tan segura? –le preguntó Snape sonriendo.
-Porque te conozco. Eres mi único amigo en el mundo. Eres un hermano para mí, y quiero tu felicidad.
-Pero él no...
-Eso no lo sabes. –Narcissa se acercó a él y le dio un cálido beso en la mejilla, para después susurrarle en el oído –Inténtalo.
***
GENTE IMPRESIONABLE...NO LEER
Lizeth estaba arrodillada en el suelo de la habitación de Lucius y Narcissa Malfoy. Una cubeta con agua y jabón junto a ella, y un cepillo en su mano derecha. Con toda la dignidad posible, evitando que sus rebeldes lágrimas cristalinas dejen sus ojos, cumplía con el castigo impuesto por Lucius. Después de todo no era tan malo, no la había golpeado como suponía que iba a pasar.
Dos horas llevaba en esa posición cuando el dueño de la mansión ingresó a la habitación. Lucius apreció la tarea de su futura nuera y sonrió con malicia. El piso relucía y brillaba como nunca, la chica le había puesto empeño. Se acercó a ella, extendiéndole la mano.
-Bien hecho –le dijo siseando –Ya puedes dejar de limpiar.
-Gracias señor –dijo Lizeth tomando la mano que se le ofrecía.
Pero Lucius nunca soltó su mano. Cuando estuvo de pie, tiró de su mano para acercarla mas a él y cerró su otro brazo en torno a su delgada cintura. Sus ojos grises, por lo general inexpresivos, ahora mostraban lujuria y pasión. Lizeth se asustó ante las ideas que se le estaban cruzando por la mente.
-No tiembles, no tengas miedo –susurró Lucius –No te voy a hacer daño.
-Por favor señor no me...
Lizeth no pudo continuar con su súplica porque una boca hambrienta se apoderó de la suya. Lucius Malfoy la besaba con ansiedad, demostrando su poderío y toda su fuerza. La chica se debatía en sus brazos, intentando escapar, cosa imposible teniendo en cuenta fortaleza del hombre que la tenía aprisionada.
Sin miramientos ni compasión, Lucius la llevó hasta la cama matrimonial y la dejó caer, situandose sobre ella. Volvió a besarla con furia, mientras sus manos recorrían cada curva y centímetro del joven cuerpo que forcejeaba para huir. Las lágrimas caían libremente por su rostro, el miedo y el asco que sentía no podía ser mayor. Nunca nadie la había besado y tocado de esa forma. Cuando Lucius comezó a quitarle la ropa con fiereza, Lizeth comenzó a gritar y patalear.
-¡POR FAVOR SEÑOR! ¡DEJEME IR!
-¡Maldita cría! ¡NADIE HUMILLA A UN MALFOY SIN RECIBIR SU MERECIDO!
-¡Por favor! ¡Se lo ruego! –imploró Lizeth en un último esfuerzo, aún sabiendo que de nada servía.
-¡CALLATE! –le gritó el mayor mientras le propinaba una bofetada.
Lucius continuó con su tarea, y pronto ambos estuvieron despojados de toda prenda. Lizeth yacía en la cama como un objeto inanimado, sabiendo que la lucha sólo iba a aumentar el dolor. Sentía con asco las manos, los labios y la lengua de Lucius recorrer su cuerpo lascivamente.
Sin siquiera preocuparse por su compañera, Lucius la penetró en un movimiento tosco, bruto y salvaje, haciendo que la chica gritara de dolor. Lizeth se retorcía debajo del cuerpo de su agresor, intentando escapar, pero eso no iba a ser posible y sólo lograba exitar mas a Lucius.
Lucius entró y salió a su gusto del cuerpo de Lizeth, disfrutando de la estrechez de su entrada, y haciendo caso omiso a la sangre que se desprendía de la parte íntima de la chica. Con una última embestida, se liberó dentro de ella y soltó un gemido ronco, para luego desplomarse sobre el pequeño cuerpo.
-Supongo que habrás aprendido la lección, Lizeth –le susurró al oído. –NADIE humilla a un Malfoy.
-Si señor. –dijo Lizeth entre lágrimas y sollozos.
-Bien.
Lucius salió del cuerpo de Lizeth y se adentró en el cuarto de baño, indicándole con un gesto que podía retirarse de la habitación. La chica no se hizo rogar. Tomó su ropa, mientras envolvía su cuerpo desnudo en su capa y se dirigió a su habitación. Al entrar, encontró a Twinky, el elfo doméstico personal de Narcissa Malfoy.
-¡Señorita Avery! señorita ¿que le sucedió? –preguntó Twinky alarmado.
-Lucius.... –fue lo único que pudo decir Lizeth antes de desmayarse y caer al suelo.
YA PUEDEN VOLVER A LA LECTURA ***
Snape aún no lograba quitar las palabras de Narcissa de su mente. ¿Por qué demonios lo conocía tan bien? ¿Qué debía hacer? ¿Dejar de lado su orgullo? ¿Esperar que Lupin le demuestre si sentía algo por él? Ni siquiera estaba prestando atención a la clase que presidía en ese momento, hasta que una voz lo despertó de su ensueño.
-¿Severus?
-¿Si? –Snape levantó la vista para encontrarse con el protagonista de su confusión frente a él.
-¿Estás bien? –preguntó Lucpin sonando preocupado.
-Si. Sólo pensaba. –Snape echó un vistazo a su clase. ¡No había ningún alumno! -¿Dónde están todos?
-Eh...hace media hora terminó su clase. Como los Gryffindors no llegaban a Transformaciones, Sirius me pidió que vea que sucedía. Estaban todos aquí, sentados, esperando que los dejes ir. Así que los saqué yo. Espero que no te moleste.
-Está bien.
-¿Sucedió algo con Narcissa? –Lupin se acercó un paso a su excompañero –Desde que se fue estás algo...uhm...distraído.
-Ya te dije que estoy bien, licántropo.
-¡Eres un imbécil Severus! –le dijo Lupin ofendido –No tiene caso preocuparse por ti.
-Nadie te pidió que lo hagas.
-Tienes razón. No se por que me meto.
Lupin giró para irse del salón de Pociones, y Snape se sintió la peor basura del mundo. Había sonado dolido ante sus insultos gratuitos, tal vez Narcissa tenía razón. Pero, ¿cómo estar seguro? En un impulso, se acercó a Lupin antes de que abra la puerta y lo tomó de un brazo.
-No te vayas –pidió en un susurro, con su orgullo herido.
-¿Para qué quieres que me quede? ¿Para seguir agrediéndome? No, gracias.
-Por favor.
-¿Por qué me tratas de este modo? ¡Hasta mantienes una relación normal con Harry! ¿Tanto miedo me tienes?
-Si. –fue la simple respuesta de Snape, enfrentándo los ojos dorados frente suyo, hundiéndose en ellos, buscando una respuesta a todas sus preguntas.
-¿Por qué? –preguntó Lupin, notando la mirada profunda del Slytherin. –Yo nunca te haría daño.
-Lo sé.
-¿A qué tienes miedo Severus? ¿A mi condición de Licántropo? –Lupin levantó una de sus manos y acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja del otro hombre -¿O a lo que te puedo hacer sentir?
Severus tragó saliva. El contacto de la mano de Remus detrás de su oreja había despertado en él todos los sentimientos que había ocultado por demasiados años. Tenía que hacer algo y eso estaba claro. Si no hacía algo Remus se iba a ir y él no quería eso. ¡Por nada del mundo quería eso! Fue cuando todo se aclaró dentro suyo. Demasiado tiempo en soledad y oscuridad, y ahora tenía una oprtunidad única.
Remus cerró los ojos y apretó los puños. Ya había hecho demasiado, si Severus no reaccionaba era porque no quería nada con él. Dio media vuelta y tomó el plomo de la puerta, dispuesto a irse y darle la razón a Sirius. Ya podía escuchar la voz de su amigo en su cabeza "te lo dije Moony, te lo dije". Pero entonces sintió dos brazos que se cerraban en su estómago y apretaban con fuerza, impidiéndole escapar.
-Severus ¿Qué...
-Shh –Snape pidió silencio apoyándo se mentón en uno de los hombros de Lupin, sin soltarlo aún –Te pedí que no te vayas.
-Pero tu no.... –Remus se cayó al sentir los labios de Severus sobre su cuello, besándolo con delicadeza, demostrándole que quería estar con él.
-Remus, quédate conmigo.
-No puedo –dijo Lupin girándose y enfrentando a un confundido Snape –Tengo una clase y a la noche es luna llena.
-No me importa –Snape se puso terco, ahora que había dado el primer paso no lo iba a dejar escapar.
-Severus...nada me gustaría mas, pero no es seguro. Ya te dije que no voy a hacerte daño. ¿Podrías esperar hasta mañana? Creo que tenemos muchas cosas de que hablar.
-No creo que haya demasiadas opciones, ¿verdad Lupin?
-Remus, Severus. Me encanta que me llames Remus –dijo el licántropo sobre los labios del Slytherin.
Snape tomó sus labios entre los suyos. La cercanía con Lupin le hacía perder los sentidos y todo pensamiento coherente. Su compañero recibió el contacto lanzando un suspiro involuntario. Tantas veces había soñado con ese momento, y ahora se estaba volviendo realidad. Severus Snape y Remus Lupin se estaban besando, con cariño, con pasión, con suavidad, con firmeza...
-Vete ahora o no te dejaré ir.
-Hasta mañana Severus –dijo Remus sonriendo.
***
Twinky curaba las heridas de Lizeth y le ocultaba los moretones, provocados por la presión de las manos de Lucius, cuando Narcissa Malfoy ingresó muy alterada a la habitación de la chica. Había entrado a su propio dormitorio, dispuesta a dormir un poco, cuando vio la sangre en las sábanas de su cama. Sin mas, salió corriendo al encuentro de la pobre adolescente.
-Lizeth...¿estás bien?
-No –contestó la mas joven con lágrimas en los ojos y la mirada vacía.
-Perdóname, no tendría que haberte dejado sola con él.
-No es tu culpa Narcissa. Yo no debí tratar de ese modo a Draco.
-Es mi hijo y lo amo, pero él te ha hecho cosas peores. Vamos, vístete que te acompaño a Hogwarts.
El camino fue recorrido en el mas absoluto silencio por parte de Lizeth, mientras Narcissa intentaba confortarla, acariciandole el cabello y abrazandola como si fuera su hija. Se despidió con un beso en la mejilla de la chica y la promesa de no dejar que algo así volviera a suceder.
Lizeth caminó hacia el Gran salón. No tenía hambre, pero Narcissa le había pedido que informe su llegada a Sirius o Severus. Al abrir la puerta, se encaminó con paso lento hacia la mesa de profesores, mientras Draco Malfoy la observaba desde su lugar en la de las serpientes.
-He venido a informar que regresé –dijo Lizeth a Sirius.
-¿Estás bien Lizeth? –preguntó el animago preocupado.
-No se preocupe, sólo estoy cansada profesor. Me voy a ir a la Torre a descansar.
Lizeth se giró sin esperar respuesta por parte de su profesor y regresó sobre sus pasos. Intentando no mostrarse demasiado turbada, no notó cuando Draco se puso de pie y se acercó a ella. Recién cuando estuvieron frente a frente, la chica detuvo su caminata. En la mesa alta, todos los profesores fijaban su atención en la pareja.
-¿Aprendiste la lección Lizeth? –preguntó Draco sonriendo, pero su rostro se volvió serio, al notar la mirada de su prometida. Sus hermosos ojos celestes no brillaban, estaban apagados, muertos, sin vida. -¿Qué te hizo?
-Déjame Draco, de verdad tengo sueño y quiero dormir.
-No te vas de aquí hasta contestarme que fue lo que te hizo.
-¿De verdad quieres saberlo? –preguntó Lizeth fríamente y se acercó a Draco, para hablarle en el oído –Me mató Draco, por tu culpa tu padre me mató. –Luego lo miró a los ojos y se dirigió a su otro oído –Me quitó lo único que me quedaba para mí. O mejor dicho, para ti cuando nos casaramos. Y es tu culpa. Me mataste Draco.
Lizeth volvió a enfrentarlo, notando la estupefacción en sus ojos grises y se acercó a él. Posó sus labios con suavidad sobre los de su prometido, haciéndole probar el sabor de su sangre y se fue, dejando a todo el alumnado intrigado sobre la onversación que habían mantenido.
Draco no reaccionó de inmediato, pero cuando lo hizo, tomó un plato que había en la mesa mas cercana y, sin escuchar las quejas del pequeño Ravenclaw al que pertenecía la comida, lo tiró contra una pared, gritando descontrolado, intentando liberar la furia dentro de sí. Fue en ese momento cuando Severus Snape supo lo que había sucedido en Malfoy Mannor.
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO. SE QUE LA ESCENA DE LIZETH Y LUCIUS ES ALGO FUERTE, PERO ERA NECESARIA....
POR OTRO LADO, QUISE CONTRARRESTARLA CON ALGO DE "DULZURA" POR PARTE DE SEVERUS...CLARO QUE EL HOMBRE NO ES MUY DUCHO PARA LAS RELACIONES.
DEJENME SUS REVIEWS!!!!!
Gala
