Hola mis amores!! Bueno, vengo de alemania, como muchos de vosotros sabéis!! Ha sido GENIAL!! Había un italiano... que dios mío como me ha vuelto loca!!!! Bueno no tengo mucho tiempo, ya que mañana me voy a sevilla a visitar a mis abuelos y el día siguiente de volver a mi casa de voy a Inglaterra. (Pensaréis que estoy rica o algo así, os ekivocais, es la primera vez que viajo tanto en tan poco tiempo, y no soy ninguna pija!!!!).

ArwenWood: Me ha hecho ilu tu review ya q ha sido el único...!!! Pero tengo que seguir animada!! Hay millones de fiks, x ahí, y x lo menos alguien dejó un review en mi historia!!! La vdd es que las dos protas se parecerán xq soy yo la escritora y las dos son parte de mí... (ya tengo hijitas y todo!!)

Bssssssssssssssssss

20. CAPITULO: El comienzo del final

Los dos llevaban sus varitas en la mano. Y cogieron desprevenido a Lucius. Que cayó desvanecido al suelo. Dándose cuenta de que su padre estaba inconsciente en el suelo y que Harry y Hermione habían llegado Draco sacó su varita e intentó echarles alguna maldición a Hermione o a Harry pero Hermione fue más rápida y Draco cayó al suelo y empezó a reírse. No se podía parar. Harry vino a desatarme. Me froté las muñecas y saqué mi varita. Hermione estaba preocupada por Ron, estaban discutiendo:

- ¿Qué te hicieron? Pareces un muerto. Enserio, hay que llevarte a la enfermería inmediatamente. Leí en un libro que si alguna vez alguien-

- Hermione ahora mismo no es el momento para esas cosas.

Se calló.

- ¿Por qué habéis tardado tanto en venir?

- Es que Hermione estaba con su novio. Y la he buscado por todas partes. Hasta que la he encontrado en la biblioteca detrás de la sección de invisibilidad.

- Nos tendríamos que ir, y no quedarnos aquí, como si fuéramos a tomarnos un café.

Pero, ya era demasiado tarde. Nos tendríamos que haber ido hacía mucho. Colagusano y el otro hombre habían aparecido. Yo volví a tener las manos atadas. Harry, Hermione y Ron también tenían las manos atadas, estaban a mi lado y nos encontrábamos los cuatro contra dos árboles distintos. Hermione estaba conmigo y Harry con Ron en otro árbol. Draco dejó de reírse. Y Lucius Malfoy recobró el conocimiento. Nos quitaron las varitas y las dejaron en una esquina. Al lado del tronco de un árbol. Que estaba algo lejos de nosotros.

- Bien... bien... bien... ya que os creéis tan listos como para escaparos pero tan estúpidos como para quedaros aquí hablando... empezaremos ahora con los renacimientos... Las damas primero.

Con un hechizo me soltó las cuerdas de las manos. E hizo que me levantara. Temblaba de miedo. Veía como Harry intentaba deshacerse de sus cuerdas. Pero lo hacía en vano. No servía de nada, ya lo había estado intentando yo desde antes que ellos llegaran. Draco y Colagusano acercaron el ataúd al fuego. Yo parecía un flan, no paraba de temblar. Imaginaros en mi situación, vuestro abuelo, uno de los magos más tenebrosos del siglo, se iba a unir junto con Voldemort. El ataúd tembló. Y lenta, muy lentamente se fue abriendo... una cabeza de pelo negro se levantó, tenían una nariz afilada y los labios finos. Los ojos eran marrones claros y estaban un poco achinados. (Como los míos.) Akisato era muy pálido, (aunque habiendo estado dormido durante tanto tiempo es normal que no le haya dado el sol) era alto y delgado. Tenía manos gruesas que contrastaban con el resto del cuerpo. Llevaba una capa negra y roja. Me miró. Su mirada no era como la mía. La gente siempre me decía que mi mirada tenía todo lo que no todas tenían. Muchísima ternura. Y aquellos ojos eran fríos, sin el más mínimo sentimiento. Se acercó a mí.

- Hija mía, date cuenta de quién eres, de quién soy, fíjate en tus raíces. –Reconocí aquella voz... era la que tantas veces había oído en clase de adivinación. De repente no sé porqué recuperé la confianza en mí misma.

- Perdona que te diga que tú no formas parte de ninguna de mis raíces. Dejastes preñada a mi abuela y adiós. Nada más. No soy nada tuyo ni tú mío. Tenemos la misma sangre pero, eso sólo es química.

- ¡HABLA CON MÁS RESPETO A TU SEÑOR!- Lucius Malfoy me fulminó con la mirada.

- Tranquilo Malfoy, bien Galatea, si no lo quieres hacer por las buenas lo harás por las malas.

Me agarró de una de mis manos. Y sacando un cuchillo que le tendió el hombre del cual no sabía todavía su nombre me hizo una raja en la mano, tan grande y profunda que tuve ganas de desmayarme. Todo cayó en un frasco del que habían sacado un poco de contenido del caldero, y salió un vapor azul fosforito. Draco me arrancó un mechón de pelo y también lo tiró al frasco.

- Con esto bastará.- Dijo Akisato. Me soltó.

- ¡No me toques! ¡TE HE DICHO QUE NO ME TOQUES! ¿NO HAS OIDO?

- ¡Qué bien! Tengo una nieta con carácter. Dime Draco, ¿tiene mucho carácter?

- No te lo puedes ni imaginar.

- Cuánto me alegro, eso demuestra quién es fuerte y quién débil en esta vida.

- ¡McDevon! Átala, y trae a Potter.- Dijo Akisato refiriéndose al hombre del que todavía no se sabía el nombre.

Harry no temblaba al contrario que yo. Akisato estaba cogiendo el pequeño frasco y se lo bebió. Una luz azul cegadora salió del lugar en el que se encontraba Akisato y al volver a mirarle me di cuenta de que tenía color y su cuerpo era musculoso, parecía haber rejuvenecido de algunos años. McDevon cogió la mano de Harry e hizo una raja igual de profunda a la que tenía yo. Echó unas gotas de sangre y Colagusano le cortó un mechón de pelo. También se hizo a él mismo una raja en la mano y echó algunas gotas de sangre. Harry volvió a su sitio junto a Ron. McDevon removió la pócima y cogió a la serpiente que andaba rondando por el suelo. La tiró dentro. Espero, el tiempo se me hacía eterno, ¿qué hora podría ser? ¿Las 2 o quizá 3? Me giré para preguntarle la hora a Hermione cuando, una luz blanca y cegadora me hizo cerrar los ojos, y bajar la cabeza. Esa horrible luz duró varios segundos y al desparecer vi una silueta, era alta, y me daba la espalda. Se giró, el blanco de los ojos lo tenía rojo. Tenía una túnica negra y rajada, su nariz era fina y sus dedos tan finos y largos como palos. Era Voldemort.

- Con que esta es tu nieta Akisato... podríamos hacerla de nuestro bando, tanto poder como tiene ella nos vendría bien, y aquí...-dijo girándose hacia Harry- aquí está el niño que me mató, el que hizo que estuviera como he estado durante estos años... y como no, sus fieles amigos que le siguen como perros.

- No son perros, si no que muy buenos amigos, no sé si sabe. – No sabía porqué pero en vez de tenerle miedo a Voldemort, lo único que sentía en mi interior era ira, una enorme ira que hacía que no le tuviera miedo a nadie.

- Niña, cállate la boca o acabarás como tu hermanastro.

- Perdona pero, gracias a mí han resucitado a alguien con quien compartirás el poder, así que el respeto me lo tienes tú a mí.

- ¡Crucio!

Me retorcí de dolor. Cada parte de mi cuerpo parecía llena de cristales rotos que se incrustaban más y más en mi piel.

- ¿Perdona, decías?

Me callé. No quería volver a sufrir aquél maleficio.

- Bien, bien. Así estás mejor Galatea. Me alegro tanto de veros... ¿Dónde están los demás?

- Esperando que nosotros le demos el aviso de venir, señor. –Dijo Malfoy.

- No les llaméis, no quiero que vengan aquí, no me parece un lugar muy seguro como para que vengan aquí todos mis fieles mortífagos. Y ahora que estamos reunidos los dos, ¿con quién quieres empezar, Akisato?

- Con quien tú quieras, yo ahora ya tengo todo mi tiempo.

- Bien, pues... ¿qué te parece si empezamos con estos críos? Harry, por ejemplo.

- Buena idea, solo quiero una cosa, Galatea guárdala, tengo que arreglar cuentas con ella más tarde.

Se oyó un montón de ruido, alguien se acercaba, y parecía que quisieran ser oídos. Reconocí el ruido. Le vi, allí estaba igual de protector que siempre. Aunque no venía solo. Otros 20 le acompañaban. Se habían unido a la batalla los centauros.