Disclaimer: Todo lo relacionado a Inuyasha pertenece a Rumiko-sensei y esto esta escrito solo por diversión.
-¡Inuyasha!- el odio era tan obvio que el valiente hanyo sintió un escalofrió; con un ágil movimiento de sus garras terminó a los últimos youkais vivos y esquivó el bumerang que se dirigía a él antes de observar a su oponente.
Desde que tenía memoria él siempre había sido detestado por la mayoría de especies, pero nunca de la forma en que aquella niña, fuese quien fuera, lo hacia.
¿Cómo lo sabia? Lo notaba en sus ojos, pero debajo del odio también pudo ver una profunda tristeza.
Antes de poder pensar más la humana lo ataco de nuevo y esta vez esperó a que él eludiera el hiraikotsu antes de atacarlo con unas espadas cortas, Inuyasha rechazó este ataque con su tessaiga sin el mayor problema.
-¡Pagaras por lo que hiciste, Inuyasha!- la mujer sacó otra arma de corto alcance y esta vez consiguió hacerle una herida pequeña en su brazo.
-¡Inuyasha, detente!- la voz de Kagome detuvo al hanyo de contraatacar, aun cuando tenía pensado herir a su oponente lo menos posible -¡Ella es una taijiya!-
-Veo que aun quedan sobrevivientes- la voz del recién llegado Miroku sorprendió a Kagome -Me alegra ver que esta bien Kagome-sama- añadió observando la pelea.
-¡Miroku-sama! Tenemos que detenerlos.-
-Sí, Miroku, tu sí puedes hacerlo- dijo Shippo retirando sus ojos de la pelea por un momento.
-Lo haría, pero...-
-¿Pero?- preguntaron Kagome y Shippo al tiempo.
-Ella es demasiado hermosa y preferiría conocerla de otra forma, tal vez salvándola...- Kagome poco y se cae al suelo ¿como se lo ocurría al monje decir tales cosas en esos momentos? Shippo soltó un pequeño suspiro y volvió su vista a la pelea, hasta que escucho de nuevo hablar a Miroku, esta vez con voz seria -Inuyasha no tiene intención de hacerle daño y ella es fuerte, pero por la forma en que esta peleando dudo que pueda hacerle verdadero daño a Inuyasha.-
La joven miko no pudo menos que asentir, sabía que ninguno de los dos saldría herido, al menos entre ellos; pero tenia un mal presentimiento.
Inuyasha, sacrificando su espada, consiguió por fin alejar del todo el hiraikotsu de la exterminadora y sin perder tiempo usó sus garras para quitarle las espadas y gracias a un mal movimiento de Sango esta quedó a merced del hanyo, el cual solo le quito su mascara y permaneció amenazándola.
-Ahora
nos explicaras que demonios es todo esto.- dijo serio y sin bajar la
guardia, pero aun así la bomba de humo que lanzo la taijiya en el
último momento lo tomó por sorpresa.
Para la mala suerte de Sango
las cosas no salieron como ella deseaba ya que cuando consiguió salir
del humo unas manos firmes la inmovilizaron.
-Será mejor que no se mueva- Sango movió su cabeza lo suficiente para observar a su captor y descubrió a un monje budista de rostro agradable y el cual aparentemente no tenia ningún tipo de arma en su mano, por lo que al tiempo que murmuró un suélteme hizo lo que pudo para librarse del agarre, mas solo consiguió lastimarse.
-Ahora sí nos explicarás que sucede aquí.- dijo Inuyasha reapareciendo de entre el humo y alistando sus garras.
-Inuyasha, cálmate.-
-Sí, Sango no es una mala persona y esto puede ser solo una confusión.- agregó Kagome posando una de sus manos en el hombro del hanyo con intención de calmarlo.
-Inuyasha-sama, ellos tienen razón.- Myoga saltó al cuello del hanyo, sin intentar si quiera beber algo de sangre.
-¡Kirara!- Sango se sorprendió y alegró al ver a la recién llegada, con ella a su lado seguramente podría vencer sin problemas a ese hanyo.
Pero antes de poder intentar el improvisado plan B y pedirle ayuda a Kirara, lo que parecía el miembro de un youkai la arrancó de los brazos del monje y la deposito casi con cuidado al lado del dueño de este.
-¡Naraku!- el grito de asombro de todos no se hizo esperar e Inuyasha intentó atacar sin pensar siquiera en retomar su espada, pero el otro fue más rápido y huyo rápidamente del lugar llevándose a Sango con él.
-¡No podemos perder el tiempo, tenemos que seguirlos!- dijo Kagome de inmediato.
-Lo sé.- Inuyasha no esperó ni un segundo para comenzar su carrera y un poco después Miroku y Kagome lo siguieron con la ayuda de Kirara.
-¡Suéltame! Tengo que acabar con Inuyasha.- reclamó Sango intentando soltarse del firme agarre del otro. Ahora sí estaba segura que no podía confiar en Naraku.
-Sango, Kagewaki me envió a protegerla.- fue la única respuesta que le dio y a pesar con las quejas de la mujer no la liberó hasta llegar al castillo, luego desapareció.
Inuyasha se encontraba olfateando el suelo junto a Kirara, sintiéndose desesperado. No solo aquel de nombre Naraku había conseguido escaparse, si no que también cualquier rastro del olor de la taijiya parecía haberse esfumado.
-Esto tiene que ser obra de algún tipo de barrera,- opinó el monje -es probable que de esta forma no consigamos encontrarlos.-
-¿Entonces como...?- preguntó Kagome, por respuesta solo obtuvo un movimiento negativo en la cabeza del monje.
-Escuchaste,
Inuyasha, pierdes el tiempo. Mejor vámonos- Inuyasha ignoró por
completo al pequeño kitsune y continuó olfateando; no podía
desperdiciar la oportunidad de enfrentarse a Naraku.
-Kagewaki- dijo en voz neutra Sango al tiempo que entró a la habitación del joven dueño del palacio.
-Sango, me alegra que esté bien- el hombre, sentado en la penumbra sonrió -Kohaku todavía se encuentra dormido, no tiene de que preocuparse.-
-¿Porque envió a Naraku?-
-Temía por su seguridad- la respuesta fue dicha con una voz tan suave que parte de la ira que había invadido la mente de Sango unos momentos antes se esfumó por completo.
-Él es un youkai, no se como no pude darme cuenta. No debe confiar en él.-
-Sango, yo sé que él es un youkai. Pero es de confianza.-
-Entonces ¿Por qué interrumpió mi pelea¡No entiende que lo que quiero es vengar a mi aldea!- la falsa calma en la voz de la taijiya dio paso a cierta desesperación y sin poder evitarlo ella cayó al suelo dejando escapar algunas lagrimas. Cuando salió de castillo quiso pensar que todo terminaría pronto, pero ahora sabía que no sería tan simple.
Kagewaki no se esperaba tal cosa, por lo que siguió sus instintos y se inclino a su lado y casi sin pensarlo la abrazó de forma superficial. Al ver que Sango no rechazaba su contacto la acercó un poco más a si mismo y le permitió desahogarse.
Pero a pesar de que su cuerpo solo tomaba acciones para consolarla de la forma en que cualquier lo haría, su mente comenzó a trazar nuevos planes en los que la taijiya tenia un papel importante.
Necesitaba la confianza de Sango.
Notas de Nakuru: ¡Al fin terminé este capitulo! Sé que, como de costumbre, me demoré, pero esta vez también influyó un poco mi computador.
Gracias a Akeru Fujimi por el review, en serio me alegra saber que alguien aún lee esto.
Como siempre cualquier comentario, tomatazo y similares son bienvenidos.
¡Hasta el próximo capítulo!
-Nakuru Tsukishiro.
