-Vamos, ándate. Quedamos en que sería la última noche.- resonó por toda la habitación una fría voz.
-Draco, juntos podremos contra el mundo, contra tus padres- suplicaba la voz de una triste chica.
Qué debo hacer para que te fijes en mí
Para ganarme tu amor y calmar este dolor
Pues que no ves que ya no lo puedo ocultar
Que desearte me hace mal
Que necesito tu calor.
-Olvídalo sangre sucia. Eso es lo que eres, ÁNDATE YA!- vociferó Draco.
La triste muchacha entre lágrimas recogió sus cosas y salió del aula de pociones. Le destruía el corazón alejarse del hombre que amaba. No podía vivir sin él, pero a la vez tampoco podía vivir con él. Sus mundos eran demasiado diferentes.
El chico de cabellos de oro también sufría por aquel adiós. No se imaginaba una vida sin ella, sin sus abrazos, sin sus besos, sin sus caricias, sin Hermione Granger.
Y yo daría todo por ti
Yo por ti podría morir.
Dime qué otra cosa puedo hacer
Para derrumbar esta pared
Que no te deja verme como soy
Y me prohíbe el paso hacia tu amor
Dime cómo hacer para lograr
El poderte un día enamorar
Dame alguna pista o dirección
Para conquistar tu corazón
No puedo más...
Lloró, era la primera vez que lo hacía. Seguramente la primera vez que un Malfoy lo hacía. Ellos no tenían sentimientos, pero gracias a aquella chica de cabellos enmarañados Draco había descubierto un mundo lleno de alegría, el sabor de un dulce beso, la protección de un abrazo, el calor de las caricias: el amor.
Tal vez será que me queda grande tu amor
Que mereces algo mejor
Que el destino me engañó
Incierto es todo lo que pueda pasar
Por eso nada voy a esperar
Te amaré sin condición.
Corrió sin rumbo alguno, no podía vivir en ese calvario. La necesitaba para ser feliz, le tenía que decir que la amaba, que no le importaba nada. Pero si lo hacía, ella correría peligro, y no podía dañarla de esa manera. Draco sabía de lo que era capaz su padre... No, debía seguir odiándola, aunque se muriera de amor por ella.
Y yo daría todo por ti
Yo por ti podría morir
Dime qué otra cosa puedo hacer
Para derrumbar esta pared
Que no te deja verme como soy
Y me prohíbe el paso hacia tu amor
Dime cómo hacer para lograr
El poderte un día enamorar
Dame alguna pista o dirección
Para conquistar tu corazón
Por ti podría morir.
Sus pasos lo llevaron a las orillas del lago, donde fue la primera vez que sus labios con los de Hermione se encontraron. Miró la luna y recordó lo que ella una vez le dijo...
-Mira Draco, ahí está la luna. La única testigo de nuestro amor. Siempre que la veas recuerda, recuerda que siempre estaremos juntos, que pase lo que pase, te amaré. Si no sucede eso, la luna entristecerá. Verás como se llenará de sangre, no soportará el adiós de lo nuestro, el amor más puro que jamás haya presenciado.-
Miró otra vez la luna. Se encontraba sola, no había ninguna estrella acompañándola, estaba solitaria, al igual que su vida, y que como sería su existencia por siempre.
Metió su mano al bolsillo y sacó un cortaplumas que llevaba. Observó a todos lados, estaba completamente solo.
-Así es la única forma de terminar con todo. El dolor que llevo no lo soportaré, debo hacerlo, así quizá luego me encuentre con ella- pensó el muchacho.
Apretó con todas sus fuerzas el arma que ocasionaría su final. Miró la luna por última vez, estaba triste, igual que él. Sintió como varias lágrimas rodaban en su mejilla, pero no las limpió.
Dime qué otra cosa puedo hacer
Para derrumbar esta pared
Que no teja verme como soy
Y me prohíbe el paso hacia tu amor
Dime como hacer para lograr
El poderte un día enamorar
Dame alguna pista o dirección
Para conquistar tu corazón
No puedo más...
Era la hora, su hora. Posó su mano con el instrumento junto a su corazón, el cual latía a toda velocidad. Empezó a presionar, y cada momento vivido con Hermione comenzó a pasarse por su cabeza..
"Mañana a las diez", "Te amo, Draco", "No me dejes nunca Hermione", "Nada nos separará"...
No le importaba morir, tarde o temprano se encontraría con ella. Poco a poco comenzó a salir sangre, "Hermione, tenía razón. La luna se vestiría de rojo"... pensó entre suspiros. Su corazón perdía potencia, su respiración se cortaba, su pulso ya no punzaba. Y era cierto, poco a poco la luna tomó un color rojizo, culpable de ser la testigo del amor más maravilloso visto jamás. Comenzó a llover, llover sobre el cuerpo lacio de aquel enamorado chico...
