-No!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!- gritó Hermione. Se levantó exaltada. Había soñado algo, pero no sabía qué era. Sus compañeras seguían durmiendo, mientras ella sentía una opresión en su pecho. "Draco", pensó. Pero, qué le importaba? De ahora en adelante debía vivir la vida sin él, aunque sabía que sería imposible. Eran las tres de la mañana, hacía solo una hora había estado con Draco. Se río, de lo estúpida que fue. Cómo era posible haberle creído su amor? Era imposible que tal ser sintiera algo así, su corazón era un témpano. Trató de reír otra vez, pero sabía que no podía. Unas cuantas lágrimas comenzaron a caer por su mejilla. Presionó la almohada contra su cara, no podía, no debía llorar por él. Comenzó a pensar en sus amigos, aquellos fieles compañeros que nunca le fallaban. Recordó cada momento de alegría que vivió, pero entre esos felices momentos, recurrían los recuerdos con Draco.
Me
muero por suplicarte que no te vayas mi vida
me muero por
escucharte decir las cosas que nunca digas
mas me callo y te
marchas
aun tengo la esperanza de ser capaz algún día
de
no esconder la heridas que me duelen
al pensar que te voy
queriendo cada día un poco más
cuanto tiempo vamos a
esperar.
-Hermione, no podemos- decía un chico de ojos grises.
-Draco, confía en mí. El amor vence barreras, por muy grandes y fuertes que sean.-
-Pero, tú sabes. Me niego a seguir con esta relación. Simplemente no se puede. Así que mejor márchate y así cada uno seguirá por su lado.- sentenciaba el muchacho con una falsa sonrisa.
La chica de cabellos enmarañados se iba dolida. Lo amaba tanto, era capaz de dar su vida por él. Draco también la amaba, pero era imposible pensar en un futuro junto a ella, en una vida unidos. Era lo que más anhelaba, pero lo que más lejos de alcance tenía. No quería que se fuera, pero no la podía poner en riesgo. Debía dejarla partir, que fuera feliz con otro, mientras él se quedaba en silencio amándola.
Me
muero por abrazarte y que me abraces tan fuerte
me muero por
divertirte y que me beses cuando despierte
acomodado en tu pecho
hasta que el sol aparezca
me voy perdiendo en tu aroma
me voy
perdiendo en tus labios que se acercan
susurrando palabras que
llegan
a este pobre corazón
voy sintiendo el fuego en mi
interior.
No podía, no la dejaría ir. Ella era todo para él, por ella había aprendido a ser feliz, a mirar la hermosura de los mínimos detalles, a amar. Corrió, corrió en busca de su princesa, debía por lo menos besarla por última vez. No la encontraba, sería así el final? No. No se resignaba a perderla, a dejarla partir. No sin antes decirle que si lo hacía, era por ella. Era increíble que tan solo hace tres días se habían besado bajo el destello del sol. En tres días había descubierto que siempre la había amado, que era dependiente de ella. Sí, quería estar con ella por siempre. Quería saber cómo hacerla feliz, cómo demostrarle su amor, cómo hacerle saber que solo ella le importaba.
Me muero por conocerte saber que es lo que piensas
Abrir todas tus puertas y vencer esas tormentas
Que nos quieran abatir sembrar en tus ojos mi mirada
Cantar contigo al alba
Besarnos hasta desgastarnos nuestros labios
Y ver en tu rostro cada día crecer esa semilla
Crear, soñar, dejar todo surgir aparcando el miedo a sufrir.
A lo lejos divisó una pequeña figura arrodillada a las orillas del lago. Era ella, que estaba destrozada por aquel falso adiós. Había una luna hermosa y grande iluminando el paisaje, llena de estrellas admirando su belleza.
-Hermione!- susurró.
La chica se dio vuelta. Sorprendida secó sus lágrimas y se levantó.
-Qué haces aquí? Déjame estar sola- sollozó.
-No puedo. No puedo dejarte ir, mi corazón no me lo permite, mi cuerpo me lo prohíbe. Simplemente, no puedo, no puedo contra lo que siento por ti.-
No se contuvo. Tenía que besarla, sus labios eran un imán para él. La luna brillaba más que nunca, iluminando aquella escena de amor.
-Dime que no me dejarán nunca, Hermione- suplicaba el blanquecino muchacho.
-Nunca, Draco, nunca.-
No se reconocía quién era quién. Juntos sus almas se fundían, sus cuerpos se entrelazaban, juntos eran uno solo.
Me
muero por explicarte lo que pasa por mi mente
me muero por
intrigarte
y seguir siendo capaz de sorprenderte
sentir cada
día ese flechazo
al verte que más dará lo que
diga
que mas dará lo que piensen si estoy loco es cosa
mía
y ahora vuelvo a mirar el mundo a mi favor
vuelvo a
ver brillar la luz del sol.
-Hermione, necesito pedírtelo.- mustiaba Draco mientras se tendían en el pasto, a las orillas del lago.
-Si?-
-Cásate conmigo. A penas salgamos de Hogwarts. Nos iremos lejos, donde nadie ni nada se interponga. Donde tú y yo seamos felices.-
-Mira Draco, ahí está la luna. La única testigo de nuestro amor. Siempre que la veas recuerda, recuerda que siempre estaremos juntos, que pase lo que pase, te amaré. Si no sucede eso, la luna entristecerá. Verás como se llenará de sangre, no soportará el adiós de lo nuestro, el amor más puro que jamás haya presenciado.- decía Hermione
Draco se sentía feliz, estaría por siempre con ella. La besó, como nunca lo hizo antes. No la podía soltar, era su vicio, mientras más trataba de dejarla, más la requería.
