Cómo
me apena el verte llorar
toma mi mano siéntela
yo te
protejo de cualquier cosa
no llores mas aquí estoy
-Hermione! El profesor Dumbledore te habla!- le mustió Ginny ahogadamente.
La pequeña de cabellos enmarañados cayó en su realidad. Era demasiada la necesidad de tocarlo, sentirlo y besarlo, que lo veía en cualquier lado. Miró hacía atrás, esperando una equivocación de Ginny. Pero no, ahí se encontraba un anciano hombre de barbas platinas y nariz encorvada.
-Necesito que me acompañes a mi escritorio, querida.- dijo Albus Dumbledore, el director de la escuela, con un dejo de compasión y ternura reflejado en sus profundos ojos azules.
Hermione lo miró curiosamente, e hizo un ademán de levantarse de su lugar. Pero no consiguió fuerzas para lograr su propósito. Vaciló, bruscamente. Dumbledore la ayudó a levantarse, y tomándola de brazo salieron del gran salón. Nadie dijo nada, mientras caminaban por el trayecto que Hermione conocía muy bien. Iban camino hacía el despacho del director.
Al llegar a los pies de una extraña gárgola posándose en sus pies. Dumbledore pronunció "Bavaroisse de Castañas", y mágicamente la gárgola comenzó a ascender.
Llegaron a la cima y cruzaron el umbral de una obscura puerta. La pequeña, que iba aún tomada del brazo por Albus, miró a los retratos que se encontraban en la sala. En éstos siempre se podían encontrar los ex directores que Hogwarts había tenido, pero extrañamente ahora no había ninguno. Se curvó para mirar a Dumbledore, el cual no correspondía aquella mirada. Todo le parecía muy extraño, aunque viniendo de su director, todo era posible.
-Siéntate- dijo Dumbledore mientras la posaba en una silla delante de su escritorio. Hermione obedeció sin titubear, no quería seguir de pie, no le quedaban fuerzas.
Frágil
te vez dulce sensual
quiero abrazarte te protegeré
esta
fusión es irrompible
no llores mas aquí estoy
Dumbledore se sentó en su aposento, mientras q bajo sus extraños anteojos la miraba.
-Hermione, sé que estás mal. Sé cómo te sientes. Te comprendo.- al ver lo afligida que comenzó a ponerse la pequeña cortó en seco su discurso- Bueno, no quiero darte el típico discurso que ya muchos te han dado. Creo que tu inteligencia no se ha esfumado, así que sé que habrás observado que no hay ninguna persona, o espectro, que nos acompañe. No te preocupes por nada, te he traído acá porque creo que debería haber hecho esto desde hace tiempo.
Hermione estaba más confundida que cuando entró. No logró entender y comprender ninguna palabra pronunciada por el viejo hombre. No le importó tampoco, pues debía haber sido otra típica peroración.
En
mi corazón tu vivirás
desde hoy será y para
siempre amor
en mi corazón no importa que dirán
dentro
de mi estarás siempre...
Siguió pensando en la nada, pero de repente se percató de una ensordecedora bulla que la sacó de su ensimismado mundo. Observó al director, y se llevó la sorpresa de que no se encontraba. Lo buscó por toda la habitación, por lo menos sabía que seguía en aquel despacho. Pero se encontraba completamente sola. Se consternó demasiado, no entendía nada de nada. Tenía miedo, pavor, terror. Últimamente nada bueno le había pasado, no era de esperarse la excepción. Caminó a trancadas hacia la puerta, trató de girar la perilla, y como se lo esperaba, no se abrió. Volvió a su asiento y se aposentó en él. Solo debía esperar, solo eso. Todo pasaría luego...
-Hermione, debes venir conmigo- musitó una conocida voz.
Hermione no lo dudó, hace unos pocos minutos había vivido lo mismo. Se tornó para la anciana cara de Dumbledore, pero al hacerlo su corazón se detuvo en seco. En vez de ver los azules ojos del viejo hombre, se encontró con unos grisáceos que reconocía muy bien. Había visto muchas veces esos ojos que irradiaban ternura, que le demostraban amor, que la hacían sentir segura.
Sí, era él. Draco, su amado y perdido amor. No cabía duda que era él, o si?. Hermione cerró los ojos, temía abrirlos. No quería creer que al frente de ella tenía a su tesoro más preciado, siendo que hace unas semanas lo había visto partir.
Los abrió de nuevo, debía descubrir de qué se trataba todo. Sí, era él. Sin duda alguna era él. Estaba bello, más hermoso que nunca. Una luz especial lo rodeaba, un brillo sobrenatural expandían sus ojos.
-Hermione, no.- dijo Draco mientras veía que los ojos de Hermione se inundaban.- He venido a verte, para ayudarte, hacerte feliz. No quiero que llores más. Nunca más-
Imposible. Saber que en ese momento lo tenía ahí lo hacía imposible. Saber que pronto no lo vería más era destrozador. Su corazón comenzó a detenerse, distorcionadores mareos la abatían.
-Por qué?- dijo ahogadamente.
-Por ti- fue lo único que pudo responder él.
Draco sabía perfectamente a qué se refería su pregunta. Sin duda alguna era el por qué de su suicidio.
-Debía hacerlo Herms. De todos modos moriría. Te amo tanto, que no podía exponerte a un mundo lleno de furiosos mortífagos. Te amo tanto, que no podía vivir sin ti expresando un falso odio. Viendo como tú sufrías por mi indiferencia, viendo como yo volvía a ser el de antes. No podía... Simplemente no podía seguir viviendo este martirio que me tenía entre la espada y la pared. Pero créeme, te amo. Te amé ayer, te amo y te amaré por siempre.-
No
pueden entender nuestro sentir
ni confiarán en nuestro
proceder
se que hay diferencias mas por dentro
somos iguales tú
y yo
En
mi corazón tu vivirás
desde hoy será y para
siempre amor
Hermione lo rodeó con sus brazos y pudo comprobar que era como sentirlo vivo. Lo tenía de vuelta y no lo dejaría escapar. Nadie se lo impediría, nadie la separaría del amor de su vida.
Draco la tomó por la cintura. La abrazó como la primera vez que lo hizo, cuando le juraba amor eterno bajo la luz de la luna. Se fundieron en un profundo beso, un beso que lo único que demostraba era el amor más puro y verdadero visto jamás.
-Todo está en ti Herms. Tú sabes que siempre contarás con un ángel que te cuidará y protegerá contra todo mal. Pero debes dejarme ir... Debes recordarme, recordar todo el amor que compartimos, pero debes buscar nuevos horizontes que alegren tu existir. El momento que estas viviendo no es vida, es tortura. No quiero verte así, no quiero que por mi culpa estés en esa oscuridad que no te deja ver la luz que te espera. Debes recordarme, pero no atarme a tu vida...
No
escuches ya más que pueden saber
si nos queremos mañana
y hoy
entenderán lo sé....
Talvez el destino te
hará pensar
más la soledad tendrás que
aguantar
entenderán lo sé....
-Y tú crees que puedo?!?!?!?!- chilló Hermione.- Crees que mi corazón puede dejar de latir por ti? Acaso crees que me olvidaré de la única persona que he amado?-
-Amor, DEBES hacerlo.- sentenció el aún más blanquecino muchacho.- Acaso tú crees que es lo que quiero? Por mi te llevaría al paraíso conmigo, por mi no te dejaría nunca y partiría una nueva vida donde fuera con tal de estar junto a ti, de besarte, de sentir tu calor. Crees que para mi es justo?!.- terminó vociferando él.
-Llévame, llévame contigo. Draco, por favor- suplicó la pequeña hecha un mar de lágrimas.
Aquí
siempre
para ti estaré siempre
siempre y por siempre
solo
mira a tu lado
yo estaré siempre.
