El disclaimer, el mismo que en el capítulo 1, y esto es aplicable a todos los siguientes capítulos.
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Lo primero que tenía que hacer Harry era encontrar un atuendo que le gustase, que reflejase cómo era él por dentro, ya que no creía que su espíritu tuviese el mismo aspecto de tercermundista que tenía él, medio desnutrido, con ojeras y una ropa más gastada que las túnicas de Remus. La marca que tenía en la frente había dejado de brillar, símbolo de que había conseguido calmarse un poco, pero todavía daba algún chispazo de vez en cuando.
Con esto en mente, intentó transportarse hasta el callejón Diagon, y si bien no lo había hecho nunca anteriormente, tuvo que hacer un pequeño esfuerzo y en seguida pudo las clásicas tiendas esperando a su monedero... igual el esfuerzo no había sido tan pequeño... había tenido que romper los controles de aparición de la zona, que vigiliban el núcleo mágico de cada persona, y él se los había saltado pensando que eran dañinos... bueno, mejor así, no sabrían que estaba ahí... aunque estaba bastante agotado, estaba comprobando que sus poderes no eran ilimitados... la explosión en casa de sus tíos y esto estaban empezando a hacer mella en su cansado organismo...
Sin más preámbulos, después de coger una suma importante de su cámara en Gringotts, se encaminó hacia la tienda de ropa más cercana... no encontró nada que se adaptase a su gusto...ni en esa ni en las 15 siguientes... ya un poco harto, dejó de buscar ropa, para centrarse en otro tipo de adquisiciones... Vaya, resulta que la gente se empezaba a apiñar en torno a la tienda de Quidditch... no jodas! otra escoba... menudo negocio que se tenían montado ésos... se acercó para curiosear, sin ánimo de comprar nada... pero lo que vio le hizo cambiar totalmente de parecer:
El encargado estaba colocando con mucho celo en el escaparate una escoba que a simple vista parecía de cristal... la "tormenta helada" decía su nombre, de la compañía que le hacía la competencia a las nimbus... Era soberbia, de hecho el cartelito de abajo indicaba que era indestructible, poseía una aceleración de 0 a 500kms en 15 segundos, manteniendo luego un aumento constante de velocidad en 30 kms cada 3 segundos, sin aparente límite de velocidad, la marca más alta la ostentaba Víctor Krum, que había llegado a los 2000kms/hora antes de salir disparado y caer en el océano, lugar en el que se desarrolló la prueba.
Sin pensárselo dos veces, apartó de un empujón a uno de los mirones y entró en la tienda.
-¿Cuánto por esa escoba?
-No está a la venta hasta que llegue la remesa de Abril, lo sentimos, de momento sólo es para exponerla.- Fue la cortante respuesta del vendedor.
-¿Cuánto?-
-¿No me ha oído?-el dependiente empezó a enfadarse.- Le he dicho que...
Tuvo que cortar la frase ya que Harry le había plantado encima de la mesa una suculenta bolsa de galeones... y la varita en la sien.
-¿Será suficiente?- preguntó inocentemente.
El hombre, sin necesidad de la amenaza ya le habría dicho que sí, esperaban vender la escoba por 1500 galeones, y lo que el joven le ofrecía incluía dos veces esa cantidad... total, por unos mesecitos de adelanto, quién iba a notar la diferencia?
Los mirones no podían salir de su asombro, a los cinco minutos de haber expuesto la escoba, el encargado volvía a quitarla... la multitud intentó entrar en la tienda a ver qué era lo que pasaba, y en medio del tumulto (que acabó con el robo de unas cuantas Barredoras) aprovechó Harry para salir sin que nadie notase su presencia.
La verdad... se estaba aburriendo... y aún no sabía cómo hacer su aparición delante de los que pensaba interrogar... hasta que al final se hartó del callejón Diagon, salió al Londres muggle a ver si éste le ofrecía un poco más que su contrapartida mágica. Se acercó a un centro comercial... hasta que la vio, allí, apartada del resto de los negocios, en apariencia invisible para el resto de transeúntes, pero no por causas mágicas, sino porque a nadie le interesaba lo que vendía esa tienda: un pequeño antro oscuro en cuya entrada había estacionada una imponente Harley.
Se acercó, picado por la curiosidad, el local parecía poseer tanta magia como el "caldero chorreante", pero no era magia lo que detectaba en el ambiente, era... algo más... "melódico en su disfonía", difícil de explicar cuando el único contacto que había tenido con la música antes de la aparición de los Ainur habían sido las "Brujas de Macbeth" y grupos similares (hay que estar desesperados para coger semejante nombre).
Entró en la tienda... al principio se desilusionó un poco... vendían un montón de discos y un poco de ropa... en un antiquísimo televisor sonaba una canción, mientras las figurillas de los componentes del grupo se sincronizaban entre sí, acababan de empezar una canción cuyos acordes cautivaron a Harry, eran tocados con una precisión hipnotizante, midiendo cada nota, cada alarido que salía de la boca del cantante, Harry casi se echó a llorar cuando tras una melodía inicial empezó la letra de la canción:
"Cuando paaaaaasas a mi laaaado,
y te veeeo sooonreír,
sonríe la ignoraaaancia.
No lo puedes comprender,
lo que tus oooojos ven, y es que
ciegos por tu meeeente,
noooo saben diferenciar
quéeee está bien y qué está mal.
Creees saber,
pero al ponerse el sol habrá algún coooncieeerto,
y mi gente allí se reunirá...
Al ponerse el sol
todas las almas, puuuuras
oirán acordes de METAL.
El periódico no habló
del grupo que tocóoooooo ayer,
el heavy no intereeeesa
nada en la televisión
esa es su intencióooon, creed
que ya no existimos.
Ya no nos pueden acusaaar,
deeeee las drogas y demáaas.
Lo saaaaben bien.
Pero al ponerse el sol habrá algún coooncieeerto,
y mi gente allí se reunirá...
Al ponerse el sol
todas las almas, puuuuras
oirán acordes de METAL.
Caaaaada concieeeeerto, cada canción,
me haaaacen seeeentir, que hoy gaaano yo
caaaaada bareeeto, cada actuación,
me hacen sentir, que hoy gaaaano
Y al ponerse el sol se escucharáaaa..."
Llegado a este punto Harry estaba a lágrima viva, joder, qué guay la canción y su melodía... y justo en ese momento el cantante, se hacía a un lado y uno de los guitarristas se lanzaba a un atrevido solo, rasgando las cuerdas de su eléctrica con divina precisión, siendo secundado por el segundo guitarrista, que llenaba los huecos de la melodía que dejaba su compañero, todo ello de forma natural, sin pensar si quiera en que lo que estaban haciendo tenía una importancia cósmica.
"Pero al ponerse el sol habrá algún coooncieeerto,
y mi gente allí se reunirá...
Al ponerse el sol
todas las almas, puuuuras
oirán acordes de METAL.
Caaaaada concieeeeerto, cada canción,
me haaaacen seeeentir, que hoy gaaano yo
caaaaada bareeeto, cada actuación,
me haaaaacen sentir, que hoy gaaaano yo
Cuano los "jevis" alzan su voz,
me hacen sentir, que hoy gaaaano yo.
Aunque teeeeermiiine, esta canción,
yo sé muy bien, que hoy gaaaano yo."
En estos momentos la letra terminaba, pero la melodía proseguía haciendo los propios músicos las voces del coro, guiándose por el ritmo de sus instrumentos.
-Joder...- mencionó el dependiente.- Hacía tiempo que no se veía a un joven tan emocionado con esta música... todos andan como borregos detrás del pop o cosas peores... dicen que el fantasma de la música disco ha evolucionado en algo conocido como "techno"... espeluznante... Pero tú pareces sangre joven... ¿será la tan esperada nueva generación que ya creíamos que no llegaría? algunos de nosotros aún conservamos la esperanza de que no muera del todo nuestra música.
Y es que Harry se había pegado al televisor, que en ese momento decidió dejar de funcionar...
-¿Cómo se llama ese grupo? ¿tenéis discos suyos?- preguntó mientras se dirigía al mostrador con ansiosa mirada.
-Ese grupo se llama "Warcry", son unos heavys españoles, el heavy une naciones tan enfrentadas durante la historia como las nuestras, es el pop el que las separa, ¿qué te crees que escuchaba Isabel I cuando mandaba atacar a los barcos españoles que venían cargados de oro desde América? ¡escuchaba lo que fue el antecesor de Bisbal!
Ignorando los comentarios del demente vendedor, Harry se compró los tres discos del grupo, además de otros éxitos para "cultivar" su cultura musical... desde luego que si todos eran como ése, no iba a tener ningún problema con integrarse en esa faceta que lo entusiasmaba.
Además de eso, entre la poca ropa que vendía la tienda, encontró lo que buscaba: unas discretas camisetas negras y sus correspondientes juegos de pantalones y botas negros, y otras no tan discretas, con motivos tales como muertos vivientes, aberraciones mutantes o, en el caso más extremo, Umbridge posando desnuda (Harry se preguntaba cómo era que aparecía en el mundo mágico, lo que no sabía era que la vice-presidenta tenía una doble vida como monstruo de las nieves, y los de Iron Maiden la habían pillado como portada de uno de sus discos).
Armado con un par de sacas cargadas de CD's y una guitarra eléctrica decidió que por hoy ya había comprado suficiente (el dueño de la tienda no iba a tener que volver a trabajar en su vida) y después de comer algo en el caldero chorreante, y sin quitarse ni por un momento sus recién estrenados discman y gafas de sol, se preparó para romper las barreras anti-aparición de Grimmauld Place, al parecer las oleadas de decibelios le habían "repuesto" de su anterior aparición.
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Hasta aquí este capítulo, era sólo transitorio, para ir aclarando lo que va después, los iré haciendo más largos a medida que vaya teniendo tiempo.
