Holas de nuevo!!!!! Tanto tiempo.
Antes de que lean este segundo capítulo debo dar excusas y advertirles. La demora fue causada ya que hacer este segundo capítulo ha sido lo más desastroso que me ha pasado, pues no me convence en lo más mínimo v_v. Se podría decir que es necesario para el buen transcurso del fic y que aunque no es precisamente lo que uno se esperaba después del primer capítulo, explica cosas importantes.
Este fic será bastante angst, pero en este segundo capítulo el angst se va de paseo y nos deja con... algún género extraño. Gomen!!!! Ya en el retomé las riendas correctas del asunto.
La advertencia es absolutamente la misma de siempre: este fic es SLASH. Si no te gusta no lo leas y nos ahorramos problemas y malas palabras.
Gracias a todas las que me dejaron review!!!!!!
Ah! Nada del mundo de Harry Potter es mío, aparte de algún personaje original que aparezca por ahí. Con escribir esto no gano nada.
Condenados: capítulo 2
Una amistad que muere y otra que nace
Cuando Harry entró al último vagón, se alegró de encontrar al fin a sus amigos. Luego de recorrer todo el tren, se sentía particularmente fatigado, por lo que no prestó atención a las mejillas ruborizadas de sus dos amigos y las miradas perdidas en puntos inexistentes en el espacio. Había sido uno de los peores veranos. Casi no había tenido descanso, levantándose al alba y acostándose entrada la noche, luego de una larga jornada de trabajos a pleno sol y regaños por nada. Así que lo único que hizo, ante el silencio ausente de sus acompañantes, fue recostarse en su asiento y echarse a dormir hasta llegar a Hogwarts.
Hermione remeció un par de minutos al dormido pelinegro, hasta que, hastiada, conjuró un sencillo hechizo con su varita, que arrojó un chorro de agua fría al rostro de Harry. Sin hacer caso a las quejas del joven ni a las risitas apagadas de Ron, la chica les indicó que era hora de descender del tren. Nunca antes les había parecido tan triste la visión de Hogwarts. Las extremas medidas de seguridad eran una clara demostración de la intranquilidad en todo el mundo. El cielo comenzaba a oscurecerse, dando paso a las primeras estrellas, cuando ellos entraron.
Curiosos por averiguar quien sería su nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, las tres cabezas se volvieron para mirar la mesa principal. Un par de ojos azabaches los observaban en ese mismo instante, con una fijeza que los hizo aturdirse unos segundos. Harry tuvo la desagradable sensación de que Snape lo miraba a él. Había dos puestos vacíos.
- ¿Dónde está Hagrid?- susurró Ron a Hermione. Ella se limitó a encogerse de hombros.
- Bienvenidos alumnos y alumnas, señoritas y señores... - exclamó repentinamente Albus Dumbledore, levantándose de un salto, sorprendiendo a todos.
Harry notó cuan viejo parecía el director en esos momentos. Si bien sus ojos seguían teniendo el brillo pícaro de siempre, parecían más cansados, ancianos. "Parecen los de alguien que se siente derrotado" pensó Harry, sorprendido ante la expresión mustia del hombre. Vio también que sus manos parecían más débiles, hasta se diría temblorosas, recordando cuan fuerte era la garra del Lord. "Él es el único a quien Voldemort teme... ¿Qué haremos si algo le pasa?".
- ... como el señor Filch repite año tras año. Por otro lado... - Harry se dio cuenta que se había perdido de la mitad de lo dicho por Dumbledore-... este año nuestro profesor de Cuidado de las Criatura Mágicas, Rubeus Hagrid, ha renunciado pues ha tenido ciertos inconvenientes para seguir haciendo esa clase. En su reemplazo, vuelve con nosotros, Remus Lupin.
Gratamente sorprendidos, la mayoría de los presentes volvió sus cabezas hacia las puertas del Gran Comedor, que se abrieron dando paso a un hombre alto, delgado, con el cabello color miel ondulado y amables ojos dorados. Sus túnicas se veían menos raídas que antes, pero tampoco eran lo que se llaman nuevas. Se le veía cansado pero feliz. Harry al verlo sintió el dolor punzante y amargo del choque de emociones: alegría de ver de nuevo a Remus y tristeza al recordar a Sirius. Antes de que alcanzara a decidirse por una de las dos emociones, Remus lo miró, dejando ver inmensa desdicha en la profundidad de sus ojos ambarinos.
- Como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras- siguió Dumbledore luego del aplauso a Remus- tienen a Daniel Spencer.
Harry alzó una ceja, dubitativo, al ver a la figura que acababa de entrar. Era un hombre joven, demasiado joven a opinión de los presentes. " ¡Apenas parece un poco mayor que yo!". Era bastante alto, delgado, con una piel de blancura sublime que le daba un aspecto delicado, casi de muchacha al profesor. Tenía el cabello castaño oscuro más largo de lo normal, rozando con las puntas los hombros, mientras rebeldes mechones le cruzaban el pálido rostro, cubriendo parcialmente uno de sus ojos. Ojos sorprendentemente azules, como un par de zafiros, de brillo metálico, con cierto toque enigmático que seducía. "Es hermoso" pensó Harry de forma inconsciente, ruborizándose al instante. Fue entonces que el desconocido lo miró a los ojos, removiendo algo dentro de Harry, algo que también se ocultaba tras esos ojos azules.
- Sirius... - susurró Harry en voz baja, mientras una lágrima dolorosa, ardientes, corría por su mejilla.
- Bien... ya están hechas las presentaciones... así que ¡A comer!
Sentía el pecho oprimido, como si una mano invisible le estrujara el corazón y el alma despiadadamente. Estaba tan absorto en sus pensamientos, que no notó la serie de miradas furtivas, sonrojos repentinos y roces disimulados entre Ron y Hermione. Estaba demasiado concentrado en su análisis al profesor nuevo (que a su vez no le despegaba la vista de encima) como para darse cuenta de los ojos que no le perdían detalle.
- Harry... ¿Podemos hablar un segundo?
- ¿Ah?
Sorprendido por la actitud de su amiga, Harry olvidó al misterioso personaje aparecido una hora antes en el Gran Comedor. Hermione se veía nerviosa, no dejada de estrujarse el borde de la túnica y sus mejillas tenían un sorprendente tono escarlata. A su lado, mirando obstinadamente el piso, estaba Ron, con la cara pecosa del mismo color que su encendido cabello. A punto de soltar la risa, Harry los siguió camino a la sala común sin decir palabra. Los chicos lo condujeron hasta el rincón más apartado, en donde lo acomodaron largo rato en un sillón hasta que Harry empezó a ponerse nervioso.
- ¿Qué sucede?- preguntó viendo como sus amigos lo miraban profundamente apenados- ¿Mione? ¿Ron?
- Verás Harry... yo... digo, nosotros... es decir ella y yo... como decirlo- tartamudeó el pelirrojo, antes de que la chica lo interrumpiera de un manotón.
- Oh, Ron, mejor cállate. Lo que pasa es que... desde este verano... Ron y yo somos novios.
Si bien Harry lo veía venir desde hacía mucho (desde el primer día de escuela en el tren escarlata, para ser más precisos) fue una noticia sorpresiva. Nunca creyó que Ron se atrevería algún día a declarársele a Hermione. En verdad, pensándolo mejor, lo más probable es que ella hubiera tomado la iniciativa. De un salto, se levantó del sillón y los abrazó, colgándose de los cuellos de sus dos mejores amigos, dichoso de que ellos hubieran encontrado su felicidad.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
No fue necesario que pasara demasiado tiempo, para que Harry se diera cuenta de la nueva realidad. Los antiguos tiempos, en que él, Hermione y Ron conformaban el trío de oro de Gryffindor, habían pasado para no volver. Muchas mañanas al despertarse, se encontraba con que Ron se había levantado hacía ya mucho, sin molestarse en hacer lo mismo con él, y que bajaba a la Sala Común a hablar con Hermione. En los peores casos, la pareja se marchaba de inmediato a desayunar, olvidándose por completo del pobre de Harry que se veía obligado a comer solo. En todas las clases sin excepciones, los dos se sentaban juntos en los últimos puestos, dejando al Chico que Vivió abandonado en un pupitre por cualquier parte.
Lo peor eran las noches. Ellos, que antes se habían entretenido tanto vagando por los pasillos oscuros, cubiertos por la capa invisible, dispuestos a descubrir herederos de tipos que hace mil años que estaban muertos, profesores dementes con turbantes o asesinos prófugos, ahora dedicaban sus vidas a otras cosas. No había noche en que Ron y Hermione no desaparecieran de la Sala Común, para volver varias horas más tarde, tomados de la mano, con ese aspecto de ensoñación que tienen los enamorados. Harry se contentaba con observar el techo de su habitación, esperando a que el mundo se acabara.
A las pocas semanas, llegó el momento crítico. Los dos jóvenes novios habían tratado inútilmente de comportarse como siempre con Harry, tratando de mantenerlo integrado, pero se dieron cuenta sorprendidos que él mismo empezaba a rehuirlos. Con el corazón triste por tener que perder de una manera tan penoso a los mejores y únicos amigos que había tenido en su vida, Harry había tomado la única resolución que encontró posible: alejarse. Sólo sobraba con ellos.
Y así, una mañana cualquiera, se los dijo. No hubo forma de convencerlo de lo contrario. Pero, tal como él les dijo, la amistad siempre existiría entre ellos, aunque ya no se vieran tanto, seguirían siendo amigos. Eso, en cierta forma, fue una despedida. Una adiós esporádico, que sería más largo de lo que ellos mismo creían, a una amistad de seis años.
De esa forma, Hermione y Ron se marcharon por un camino muy diferente al de su amigo. Delante de ellos quedaba solamente la felicidad. Él aún tenía que buscarla.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Las clases eran particularmente duras ese año. Con el mundo pasando por una guerra, los niños se veían obligados a aplicarse más, a esforzarse al máximo. A Harry nunca se le había hecho tan difícil obtener buenos resultados como en esos momentos. Apesadumbrado, pensaba que tal vez le afectaba la falta de amigos cercanos, de ese apoyo incondicional que solían brindarse. Pasaba la mayor parte de su tiempo paseando por los fríos terrenos del colegio, solo, vagando sin rumbo alguno. Otras veces la pasaba en el despacho de Remus, tratando de disipar un poco esa aura de tristeza y soledad que había creado en torno suyo el licántropo, pero sus intentos eran inútiles. Dos personas tan heridas como eran ellos dos no podían sanarse mutuamente. Su última ocupación de día, era pensar en su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Se le había creado alguna clase de obsesión en la mente, pero no podía evitar pasar las noches buscando cual era el misterio que escondían esos ojos azules.
En clases, Daniel era un buen profesor. Amable, razonable, simple, inteligente. Hasta se le podría denominar como simpático. Pero era muy reservado, hablaba lo justo y necesario, no interactuaba demasiado con sus alumnos y, tal como lo veía Harry, tampoco con sus colegas. Pero se había visto más de una vez como el blanco de sus miradas y eso lo intrigaba.
Las otras materias también eran muy pesadas. Pociones en particular se le hacía insostenible a Harry. Tener que aguantar más de cinco minutos en presencia de Snape y sus pupilos lo ponía de mal humor. Aparte de que no contaba con Ron para burlarse de ellos, había algo en la actitud del profesor hacia él que lo incomodaba. No le agradaba tratar de preparar una poción con los ojos negros fijos en sí.
Además, también estaba el quidditch. Siendo capitán ese año (Harry aún se preguntaba como lo habían elegido a él siendo tan irresponsable) le tocaba aún más pesado que antes. Ese fin de semana tenía que elegir a los nuevos integrantes del equipo, que básicamente era todo el equipo, por lo que se sentía estresado. No estaba muy seguro de saber que criterio usar para elegir. Para su total decepción, Ron había decidido no postularse como cazador ese año, probablemente convencido por Hermione. Harry tenía la secreta esperanza de que podría ser su compañero de equipo pero falló.
Y así, entre clase y clase, falto de amigos y siendo asediado por una risueña Lavender (a quien pareció darle todas las ganas de ser su amiga), pasó todo un mes.
" Oh, si, esto es muy emocionante. Estoy en clases de pociones, tratando de hacer algo que no sea una explosión con este condenado caldero y al adorable profesor se le viene a ocurrir que formemos parejas. Afortunadamente Malfoy no está, porque sino ya me habría puesto con él. Ojalá no me ponga con Neville. No sé si él o yo soy peor." Harry no paraba de pensar cosas de este tipo, tratando de inútilmente pasar desapercibido por el profesor.
- A ver... Potter con Zabini- dijo Snape mirándolo fijamente.
- ¿Con quien?
Molesto por tener que estar dentro de la misma sala con Snape, Harry se levantó dirigiéndose rápidamente hacia el asiento indicado por su profesor. Sin ninguna consideración, arrojó sus cosas sobre la mesa, mientras se dejaba caer cansinamente en la silla. Vio a Ron caminar, molesto, en dirección a Pansy Parkinson, mientras que Hermione se sentaba con Dean Thomas. Volvió la cabeza para observar mejor a su acompañante desconocido. Era un muchacho alto, de perfil arrogante, piel bronceada y cabello negro atado en una pequeña coleta. Sus ojos color verde musgo le sonreían con cierto aire de suficiencia.
- ¿Tienes pensado trabajar?- algo en su voz le recordó a Malfoy.
- Está bien. Empecemos.- dijo Harry sin ánimos de discutir.
En completo silencio, comenzaron a trabajar. Harry se dedicó a cortar y moler todos los ingredientes, mientras que Blaise medía y agregaba los mismos al caldero. Una vez terminado de hacer eso, ambos se hundieron en sus propios pensamientos, hasta que la voz de Harry rompió el ambiente aburrido.
- Es más agradable trabajar contigo que con Malfoy, aunque eres muy callado- no se dio cuenta de lo dicho hasta que Blaise lo miró con diversión.
Probablemente Zabini habría respondido algo, pero un grito y un líquido ardiente los interrumpió. Neville, de una manera bastante ingeniosa, se las había arreglado para hacer explotar su caldero encima de ellos.
- ¡Longbottom! ¡Inútil! ¡Agregó el veneno de araña antes de tiempo!- oyó gritar Harry antes de caer en total inconsciencia.
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
- ¿Sabes? Esta es la primera vez que vengo a la enfermería en este año. Creo que Madame Pomfrey ya me echaba de menos- comentó Harry sonriendo. Por respuesta, una almohada lo golpeó fuertemente en la cabeza.
Habían despertado hace ya dos horas, para descubrir que había pasado ya todo el día y que era medianoche. La poción para confundir de Neville aún los tenía algo aturdidos, enredados en pensamientos incoherentes. Sin darse cuenta, estaban conversando amigablemente.
- Al menos no fue algo demasiado grave... - comentó Blaise, levantándose de su cama para ir a sentarse a la de su acompañante.
- No. O al menos eso creo. Aún estoy algo confundido- comentó Harry lanzando una risita.
- Yo también. ¿Quien eres tú?- ambos se carcajearon un rato, arrullados por los ululares de las lechuzas en las afueras y el leve olor a antiséptico y somnífero en el aire.- Es extraño todo esto. Tú eres el enemigo de mi casa.
- Mmmmm, lo sé. Tengo sueño. ¿Qué tal si hablamos mañana de eso?
Por toda respuesta Blaise lo empujó un poco para acomodarse mejor. Casi de inmediato cayeron en un profundo sopor. Una figura delgada se hizo visible, mientras unos ojos azules brillaban en la oscuridad plena de la enfermería.
0-0-0-0-00-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0
Toda la mesa de Slytherin se sorprendió al ver llegar a uno de sus integrantes en compañía de Harry Potter. Venían los dos caminando tranquilamente, riéndose como dos amigos de años, sin importarles las miradas sorprendidas que se levantaron. Ante el asombro de todos, cada uno cogió un par de tostadas y desaparecieron de la vista curiosa de los comensales.
Sin ningún acuerdo ni una palabra de confirmación, habían decidido ser amigos. Sucedió que al despertar por la mañana se encontraron con un muy preocupado profesor de Pociones que, sentado en una silla cercana, los veía dormir. Harry casi se desmaya ahí mismo, mientras que Blaise se atragantaba de la risa ante su actitud. Salieron de la enfermería conversando de quidditch, riéndose de diversas situaciones y anécdotas que se relataron mutuamente. Pero al entrar al Gran Comedor y ver las caritas que se traían los de la casa de la serpiente, decidieron recoger algún alimento e ir a comer al lago.
Pasaron todo ese día domingo juntos, conversando y riendo sin cesar, sintiéndose secretamente reconfortados por haber encontrado un amigo. Con alegría, Harry le contó al chico el asunto de sus antes dos mejores amigos, enfatizando que seguían manteniendo una amistad cercana, aunque su tono no dejaba de ser dolido. Habló también de su infancia, su vida como muggle, sus tíos, la llegada de Hagrid (Blaise se divirtió con lo de su primo) y finalmente su encuentro con Ron y Hermione en el tren.
La historia de Blaise era muy diferente a la de él. Su familia era una de las más antiguas de magos de sangre pura y estaba emparentada con muchas otras, entre ellas los Malfoy, lo que explicaba el hecho de que fuera bastante cercano con Draco. Su madre había muerto hacía seis años por una enfermedad desconocida que la consumió lentamente, para dejarlo al cuidado de su padre que no entendía nada de niños. Se le había dado todo lo que quería, menos un calor de hogar y se le había inculcado amor por las Artes Oscuras y devoción hacia Lord Voldemort. Tenía dos hermanos: una menor de cinco años y otro mayor de veinte.
- Tu... mmmm... ¿Te harás mortífago?- preguntó Harry sin saber si era correcto inmiscuirse en esos asuntos.
- Mi padre desea que yo sea mortífago, aún no me lo planteo la verdad sea dicha.
"Es extraño conocer a un Slytherin agradable luego de años de odiar a todas estas serpientes. El futuro mortífago siempre está presenta en toda la Casa, pero desearía por una vez que haya excepciones. Sé que en la batalla final tendré que luchar en contra de quienes fueron mis compañeros y odiaría tener que hacerlo contra un amigo."
0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
Harry comenzó a cambiar de modo imperceptible. Ahora adoraba todas las clases que compartía con los Slytherin, pues en ellas se sentaba junto a Blaise y realmente la pasaban muy bien. Comenzó a andar de mejor humor, incluso dejó de gruñirle a Lavender cuando esta se le acercaba y hasta pasaban un rato juntos de vez en cuando. Salía todas las noches, con la capa invisible bajo un brazo y el Mapa del Merodeador bajo el otro, a encontrarse con su amigo Slytherin que acostumbraba esperarlo frente a la biblioteca. Toda la vida había vuelto a él.
Hermione y Ron no veían con buenos ojos su nueva amistad, pero sabían que no podían interferir y se quedaron al margen, observando el ir y venir de los muchachos. Entre Blaise y Harry se establecía incluso cierto aire de semejanza física en los verdes ojos y el cabello azabache.
Pero algo aún no cambiaba en Harry y esto era la fijación con su profesor de Defensa. Cada día que pasaba sentía aumentar la curiosidad por ese hermoso joven, que si bien parecía muy cálido en su trato con la gente, permanecía siempre distante. Más de una vez Harry trató de acercársele pero Daniel escapaba de él, como huyendo de un temor desconocido y esto no dejaba de agradarle a Harry.
- Señor Potter... ¿Sería tan amable de mostrarnos su Patronus?- la voz suave del profesor Spencer lo sacó de sus cavilaciones.
- ¿Perdón?
A su lado Blaise ahogó una risa, mientras que Draco Malfoy lo veía con el ceño fruncido desde el otro lado del aula. La mayor parte de la clase observó divertida como Harry pasaba por diversos tonos de rojo bajo la mirada del profesor.
- Tengo entendido que usted desde su tercer año es capaz de conjurar el Expecto Patronum. Me gustaría que les enseñase a sus compañeros.
Con mucha torpeza y nerviosismo, Harry pasó al frente de la clase, evitando por todos los medios la mirada inquisitiva de Daniel Spencer, que por primera vez parecía haber perdido su careta de frialdad y lo observaba interesado. Justo ahora que Harry quería que la tierra se lo tragara. Recordó ese tiempo lejano en que Sirius había escapado de Azkaban y por eso se había visto obligado a aprender el encantamiento patronus, para defenderse de esas criaturas putrefactas que perseguían a Sirius. Su padrino. Aquel que quiso ser como un padre y que la loca de su prima lo arrebató de su lado.
- ¿Por qué, Sirius?
Notas de la autora: Harry y Blaise no son pareja por si acaso. Sólo necesitaba que fuesen amigos para el buen desarrollo del fic.
Notas de la Autora 2: Dejadme reviews!!! Cualquier comentario o crítica (constructiva y no destructiva) adelante. No hay nada mejor que una sepa en lo que está fallando para poder mejorarlo.
Notas de la Autora 3: Un amigo acaba de hacerme una pregunta y aquí la contesto = Sí!!!!!!! Estoy segura de que es un fic slash!!!!!!
Nos vemos!
