Capítulo 11. Es un poco extraño y tal vez confuso, léanlo con calma y después me dejan un review diciéndome que les parece.

** NADA del mundo maravilloso y mágico de Harry Potter es mío. TODO es de J.K. Rowling y yo los utilizo por diversión sin ánimos de lucro. **

** Este fic es slash, lo cual indica temática homosexual, escenas gráficas, violencias, muertes y algunos pensamientos suicidas. Si esto no te gusta, no lo leas. **

El próximo capítulo, será un extra dedicado especialmente a Remus. Es más corto que los anteriores y si lo quieren mañana dejen reviews.

Condenados: Capítulo 11

Déjame soñar

Antes de que terminara de aclararse el cielo, tanto Harry como Severus ya estaban levantados. El chico rehuía por todos los medios la mirada de su profesor mientras que este se esforzaba por establecer contacto visual con él.

Severus necesitaba adentrarse en esos bellos ojos esmeraldas y encontrar que el sentimiento era recíproco, que Harry también lo amaba y que todo estaba bien. Necesitaba la seguridad de que no había entregado su alma y corazón en vano, que esta vez la vida si había sido justa con él. Necesitaba ver en Harry el mismo amor que consumía sus entrañas. Pero el chico se negaba a mirarlo. Por el contrario se vistió rápido y luego de unos momentos de duda se dirigió hacia la puerta con pasos indecisos.

¿De nuevo se marcharía como si nada? ¿Una vez más tendrían que pasar meses para que volviera a encontrarse con esa piel sabor a caramelo? ¿Por qué hacía eso? Tal vez él tendría que ir tras el muchacho, decirle nuevamente sus sentimientos y no dejarlo marchar así como así. Ése niño no era un amante de una noche como para que lo dejara huir.

No lo hizo. Se quedó sentado en el sofá, mirando fijamente al muchacho caminar, sus labios apretados fuertemente. Vio al chico dudar unos pasos antes de la puerta y detenerse. Harry giró en sus talones y por primera vez vio a Severus a los ojos. Estaba llorando. Lágrimas corrían irrefrenables por las tersas mejillas. Sostuvo la mirada unos instantes, dio un paso vacilante como queriendo volver, pero se refrenó a sí mismo y se marchó. Y Severus no dijo nada.

Observó fascinado las llamas en la chimenea, como si fuera la primera vez que las viera. Aquel fuego había sido testigo de su amor. El amor que ahora se marchaba, dejando tras de sí una estela que se borraría con el tiempo. Soltó un suspiro contenido y su rostro abandonó su fría expresión para volverse la más desesperada de las máscaras. Tanto tiempo ocultando que era humano, encerrando sus sentimientos bajo llave que ahora era incapaz de dejarlos salir a flote. Debería haber hablado con Harry.

"¿Y decirle qué? ¿Cuánto lo amas? Oh, vamos Severus. ¿Ya te diste cuenta, no? El chico sólo está desesperado por la soledad. Su adorable padrino murió hace poco y está necesitado de un poco de cariño incondicional. Y tú eres el que está más a mano. No te ilusiones, Severus. Él se irá de tu lado apenas haya recobrado un poco de confianza en sí mismo..."

No quería seguir oyendo esa voz. Sonaba a la voz odiosa de Black. Burlona y cruel como siempre. Como agradecía que lo hubieran matado... Al fin y al cabo, su muerte había sido la causante de que Harry se hubiera refugiado en sus brazos.

Era patético y estaba perfectamente consciente de eso. Se estaba conformando con un engaño, una fantasía idílica que se acabaría prontamente. Se estaba conformando con un pobre niño solitario que necesitaba consuelo y que apenas encontrara alguien mejor que lo consolara se iría para siempre. Y aún así seguía amándolo.

Amándolo a pesar de que sabía que el sentimiento no era correspondido. Amándolo como alguna vez amó a Lily. Y ese amor también se había desvanecido, como un espejismo demasiado hermoso, un oasis flamante en medio del más seco de los desiertos.

Agotado de tantos pensamientos negativos, Severus se levantó e hizo el mismo recorrido que había hecho el chico rato antes. Tenía clases que dictar, castigos que asignar y a un chico de ojos verdes y cabello oscuro al que debía apartar de sus pensamientos al menos por un rato. Salió de sus habitaciones en silencio, cabizbajo, la expresión de enfado y amargura plasmada en cada poro de su piel. No hizo caso a algunos alumnos que lo observaban aterrorizados y sólo se preocupó de llegar al Gran Comedor.

Estaba vacío y eso era demasiado extraño. A esas horas siempre estaban los alumnos responsables de los cursos superiores que se levantaban al alba o los típicos insomnes que tomaban café con sonrisas fatigadas. No había nadie. Las cuatro mesas estaban vacías totalmente. La mesa de los profesores presentaba un espectáculo similar. En cada puesto estaban los cubiertos dispuestos y los platos estaban a rebosar de alimentos, pero no había nadie para degustarlos.

Antes de lograr recomponerse de la sorpresa inicial, una figura encogida se hizo visible en una de las esquinas del gran Comedor. Una persona estaba de pie, apoyada en la pared, con el rostro hacia el suelo y una mano aferrándose desesperadamente a su pecho. No hizo falta demasiada deducción para que Severus supiera que era Lupin.

Verlo le causaba la misma conmoción en el alma de cuando tenían quince años. Tanto tiempo y aún seguía sintiéndose indefenso ante los ojos dorados de Remus. Dorados, de un color que no era humano y que revelaba la parte casi mitológica de su ser. El color que mostraba el lobo dentro del cuerpo del hombre. Tanto tiempo y Severus seguía viendo a ese adolescente que quiso traspasar la barrera huraña de su ser. "Cabello color sangre. Labios con el sabor de la sangre".

El licántropo levantó el rostro y en sus labios se dibujó una sonrisa débil. Sus ojos dorados brillaron con particular fuerza y haciendo un gigantesco esfuerzo dado su estado, caminó o se arrastró mejor dicho hasta donde estaba Severus.

- Tanto tiempo, Sevvie.- fue lo único que brotó de sus labios. Pero Severus sabía que no lo había dicho en voz alta, tal parecía que había podido leer el movimiento de sus labios. El hombre lobo volvió a sonreír.- Sé que puedo confiar en ti. Aún después de todo lo que ha pasado sé que aún eres sólo un niño asustado.

Severus quiso replicar algo mordaz, pero su lengua parecía trabada. Tras algunos segundos de profundo silencio, Remus levantó la vista nuevamente y se acercó aún más a su colega.

- Y sé lo que sientes, Sevvie. Te conozco demasiado bien como para no darme cuenta. Pero estás equivocado y lo sabes. Y yo no quisiera tener que verte sufrir otra vez.

Antes de que Severus terminara de analizar la última frase, Remus acercó su rostro hasta que sus narices se rozaron. Su sonrisa se había intensificado, pero aún así sonaba algo triste. Con lentitud causada por la debilidad de su cuerpo, tocó los labios de Severus con los propios. Luego los besó con la misma inocencia de años atrás, como de quien besa por primera vez. Una lengua apacible que se enredaba tímidamente con la otra. Y dejó en la boca del otro el sabor empalagoso y temido de la sangre.

Habían pasado demasiado años como para que esa candidez inequívoca que era sólo de Remus siguiera ahí. Pero así era. La misma inocencia placentera, el mismo suspiro compartido entre sus labios. Era como volver al pasado. Tantos años y sus besos seguían siendo los de dos niños desamparados.

Pero antes la sangre no formaba parte de la escena.

De nuevo, sangre que no era propia en sus labios. Sangre ardiente que quemaba su piel, sangre espesa que le recordaba el cabello de Lily. Sangre de Remus en sus labios. ¿Por qué todo llevaba sangre? ¿Por qué besar al mismo Harry le llevaba esa sensación de ingravidez y el sabor místico?

Ante sus ojos Remus tosió, dejando en su pecho la estela escarlata del líquido vital. Lo vio cerrar los ojos y su sonrisa fue la última imagen que tuvo antes de que una neblina espesa que hedía a muerte lo cubriera todo y el bullicio clásico de los alumnos entrando lo distrajera. Los jóvenes pasaron junto a sus profesores sin mirarlos, hablando y riendo, haciendo caso omiso al hombre de cabello negro que veía al otro evaporarse ante sus ojos. Y aunque la imagen ya no estaba frente a sí, seguía oyendo muy cerca de su oído, como un susurro de íntima complicidad.

- Estoy muriendo, Sevvie.

0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Frente a él se encontraba una muchacha alta, casi tanto como él mismo, con el cabello rubio largo hasta media espalda. Ciertamente era muy hermosa. Estaba sentada a las orillas del lago, abrazando sus rodillas y apoyando la aristocrática barbilla en estas. Sus ojos celestes estaban perdidos en las ondas suaves que provocaban los tentáculos del calamar en el agua.

A pesar del frío, la chica no vestía más que un elegante vestido blanco. Sus hombros estaban desnudos, expuestos al frío aire nocturno, pero eso a ella no le importaba. Demasiados pensamientos oscuros como para percatarse del muchacho que la observaba a pocos metros, con clara expresión de intriga en los pálidos ojos grises.

Se podía oír a la perfección el bullicio proveniente del interior del castillo. Era como si trataran de seducirla a entrar, de incitarla a refugiarse en el cálido Gran Comedor y sonreír como si fuera feliz. El problema radicaba en que no era feliz. Y todo el mundo lo sabía y aún así la dejaban sumirse en la oscuridad de su tristeza. Era una importantísima heredera y más que eso, no era nada.

Draco hizo el ademán de acercarse, pero antes de que lograra hacerlo, la muchacha se levantó y, con el vestido ondeando como una bandera de rendición, se marchó corriendo hasta perderse tras las puertas abiertas del Gran Comedor. Como si huyera de algo. Como si temiera a un ente poderoso e invisible que se ocultaba entre los pliegues cristalinos del remanso. La música y las voces se oían aún más fuerte si eso era posible, por lo que Draco decidió averiguar que era lo que causaba tanto alborozo.

Sus pasos lentos y elegantes, con cualidad casi felina, no se dejaban oír. Tal parecía que sus botas negras no tocaban el suelo. El viento jugueteaba con sus cabellos rubios, azotándolos contra su rostro, obstruyéndole parcialmente la vista. Draco no se molestaba ya en apartarlos, sabía a la perfección que regresarían en un gesto de valiente rebeldía a cubrir sus ojos.

A las claras se veía que era una fiesta. Y él no estaba de ánimos como para fiestas, por lo que se dispuso a regresar de donde venía. Demasiada gente alegre, demasiada música, demasiado cinismo. Algo que iba demasiado acorde a su ambiente natural como para agradarle. Con la cabeza gacha y ocultando cierta turbación en las pupilas grises, Draco salió del engalanado Gran Comedor.

Su meta era volver a los terrenos libres de Hogwarts, poder huir por un rato de su vida y sumergirse en esos pensamientos torturadores que comenzaban a ser parte cotidiana de sus días. Se sentaba en la frontera misma del bosque prohibido, oculto por la sombra misteriosa de los árboles, y lloraba en silencio. Era como presenciar una película muda, de sus labios no brotaba sonido alguno. Abrazaba sus rodillas y lloraba, derramando todo el dolor acumulado en sus dieciséis años de vida. Incluso en esos momentos, su mente sólo evocaba el recuerdo imperecedero de Harry. Siempre alegre, siempre fuerte, siempre él mismo.

Nunca antes se le había hecho tan largo el camino desde el Gran Comedor hasta las grandes puertas. Tal vez era por la ausencia típica de estudiantes molestosos en el pasillo o por la sensación de irrealidad que se había apoderado de su cuerpo. Fuese lo que fuese, no le gustaba. Necesitaba salir de ahí. Apresuró el paso, sin llegar a correr. Y a sus espaldas, el sonido nítido de un llanto infantil lo detuvo.

Algo en esos sollozos le sonaba horriblemente familiar. Giró en su eje y escudriñó la pomposa oscuridad, sin conseguir ver nada parte de los fríos muros. Pero el llanto seguía ahí, constante y estremecedor. Dio unos pasos tambaleantes de regreso por donde venía, pero volvió a detenerse. Su corazón palpitaba violentamente, amenazando con salírsele del pecho y su mente dictaba una advertencia: ¡No vayas! Y el llanto aumentaba en intensidad, los sollozos eran cada vez más fuertes, dolorosos, desgarradores.

El llanto provenía de un aula cercana. Tras la puerta de tosca madera, alguien lloraba. Un niño más precisamente. Un niño asustado que gemía dolorosamente, escondido en un aula del lugar mas seguro del mundo mágico: Hogwarts. Draco acercó tentativamente su mano a la perilla y la giró con cuidado.

No se podía ver mucho. La escasa luz de la luna entraba en finas hebras por las ventanas, bañando todo en una engañosa iluminación blanca. El llanto permanecía implacable, sonando por todos lados, proviniendo de cada rincón y de ninguno a la vez. Draco entrecerró los ojos, buscando la fuente de tan desconsolado sonido. Y lo encontró.

Abajo de un pupitre, había un niño pequeño. Rubio, menudo, con el rostro pálido empapado en lágrimas incontrolables. Estaba encogido, estremeciéndose el pequeño cuerpo a causa de los continuos sollozos. Y entre balbuceos, Draco escuchó que el chico llamaba a su padre.

Dio un paso y el niño desapareció entre hipidos. Fue tan sutil como cuando se desempaña un espejo, la imagen sencillamente perdió nitidez, para luego desaparecer por completo. Y el silencio fue tenso, mientras que Draco se esforzaba por controlar las lágrimas. Ese niño...

- Oye...

Junto a la puerta abierta, había un jovencito, un niño de no más de diez o doce años, que lo observaba fijamente, los ojos ribeteados de rojo. Su cabello rubio enmarcaba un rostro delicadamente hermoso, la piel era muy pálida y se veía brillante a causa de estar mojada. El niño lo miraba con franca curiosidad.

- ¿Qué haces aquí? No debiste de haber venido.- susurró el niño, mirando profundamente dentro de las pupilas grises que parecían un reflejo de las propias.- Mi padre lo sabrá, sabrá que viniste y que yo te vi. Soy su hijo, tal vez, pero no por eso un impedimento en sus planes. Por mucho que lo ame, siempre estará en peligro a mi lado.

El niño le dedicó una sonrisa triste, que murió antes de terminar de formarse. Los labios pálidos se curvaron en una mueca de amargura adulta, que había tocado su cuerpo antes de tiempo. Se acercó lentamente a Draco y suavemente cogió una mano de éste y la apoyó en su pecho.

- Después de tantos años, sigo sintiendo el dolor, más allá de lo físico. Ella nunca me quiso y es triste en estas ocasiones tener corazón. Pero esos sentimientos sólo nos hundirán más. ¿Sabes? Cuando has tenido la vista durante toda tu vida y la pierdes, el mundo de las sombras y la soledad es más duro que si nunca hubieras conocido la luz. Esa es nuestra condena. La sangre oscura y funesta de la soledad.

Draco lo observó aturdido unos segundos, el tiempo necesario para que el niño desapareciera sin que pudiera decir nada. Y era mejor así, porque no tenía nada que decir.

Un llanto perdido seguía existiendo, pero sólo sonaba en su cabeza, confundiéndolo cada minuto más. Las lágrimas pugnaban por salir, al tiempo en que la vocecita clara del chico seguía oyéndose en las profundidades de su ser, atormentándolo.

Esa es nuestra condena. La sangre oscura y funesta de la soledad.

0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

La pared frente a él era de sólidos ladrillos oscuros, interponiéndose profana entre él y su tan anhelada libertad. Harry cerró los ojos fuertemente, sabiendo que era una nueva pesadilla. No quería ver lo que sucedería.

Una risa grácil y melodiosa llegó a sus oídos, la voz sonora de un niño pequeño que jugueteaba cerca. Justo detrás de esa roñosa pared que le impedía llegar más allá. El chico de ojos verdes gimió de manera casi inaudible y golpeó suavemente la barrera que lo detenía, al tiempo que lágrimas corrían indecisas por su rostro. "¿Por qué estoy llorando?" Se preguntaba a sí mismo. La risa pareció aumentar en intensidad, mientras que otra más ronca se le unía en un coro desigual de alegría. Y Harry seguía alejado de quien fuera que estuviera al otro lado, conformándose con rasguñar la piedra inútil de la pared.

- ¿Quieres saber quien es?

La voz a sus espaldas lo detuvo en medio de sus sollozos secos. Fría, levemente aguda, con ese acento de gélida crueldad. Inconfundible. No quería volverse para encontrarse con esas profundas pupilas escarlata. Sólo quería despertar. Al fin y al cabo, sería como continuar con su pesadilla.

Una mano brusca lo hizo darse la vuelta, a pesar de que forcejeó inútilmente por no hacerlo. No quería que viera sus lágrimas, no su mayor enemigo. Levantó la vista desafiante, con los dedos pálidos enterrándose en sus hombros y la mirada fiera escrutándole el rostro. Observó duramente al otro, viendo la expresión de profunda diversión en la cara pálida de Lord Voldemort. Como lo odiaba.

- Eres tú. O al menos lo que pudiste haber sido.- la voz sonaba llena de alegría sádica.- ¿Quieres ver? Yo puedo sacar esa pared, pues soy el único que domina tu destino.

- ¿Por qué no te callas de una maldita vez? Me enferma oírte todo el tiempo.- susurró el muchacho entre dientes, sintiendo su corazón desbocado al oír una vez más aquella risa cristalina.

- Oh, Harry. Ese carácter no te llevara a ninguna parte.- comentó Voldemort. Entre sus manos enguantadas se deslizaba veloz su varita.- Pero, supongo que estás en esa edad.

Harry bufó molesto, captando la esencia irreal del lugar en donde se encontraba. Todo a su alrededor era blanco, color sólido rodeándolo en paredes que no existían. Ellos parecían flotar en ese espacio de blancura indescriptible, dos cuerpos distantes que topaban con la suciedad morbosa de esa pared de ladrillos.

Y atrás de esa pared se seguían oyendo las voces claras, risas cortas y agudas. ¿Él? ¿A qué se refería con eso? Lord Voldemort captó la confusión de su acompañante y sonrió, acercándose a paso elegante al muchacho, que retrocedió instintivamente, logrando que la sonrisa se intensificara.

- Comprendo.- susurró rozando con la punta de sus dedos la mejilla del muchacho que tembló.- Tienes miedo ¿De mí? Todo un honor. Pero hoy he decidido ser bueno y te enseñaré algo, pequeño.

La misma mano que había tocado su rostro como la caricia de una pluma, se posó en la pared de ladrillo tras de él. En el lugar en donde la palma tocó, el muro comenzó a abrirse, como si el material fuera desintegrándose, fundiéndose sin dejar rastro. Y Harry al fin pudo ver más allá.

Un niño que no aparentaba más allá de cinco años, menudo y de desordenada cabellera oscura, corría tras una pelota multicolor, que a su vez rodaba por un extenso prado verde. Trotando y con una sonrisa de inmensa dicha en el rostro, lo perseguía un hombre joven, de cabello en idénticas condiciones y gafas que se resbalaban por la punta de la nariz. Sentada a pocos metros de los dos, una mujer de cabello color sangre leía un libro, viendo por encima del lomo de éste a los que jugaban. Alegres.

La familia que a él le fue arrebatada. Lo que él alguna vez pudo haber tenido. La alegría inocente de una infancia normal que él jamás conoció. Harry no hizo nada por evitar las lágrimas ardientes que se escaparon de sus ojos, sin importarle si el Lord las veía o no. De todos modos, Voldemort parecía inmerso en su observación del momento familiar y no lo miró cuando se secó las lágrimas con la mano.

- Pudo haber sido así. Pudiste haber sido muy feliz.- comentó el Lord sin mirarlo.- Pero hubo traición en este mundo paradisíaco en que tus padres vivían.

Como un papel que se consume dolorosamente por el fuego, la imagen se esfumó. Las risas del niño dejaron de oírse, la mujer dejó de leer su libro, el hombre ya no corrió más detrás del niño. Desgastándose. Perdiendo color, intensidad, precisión. Harry sollozó audiblemente.

- Eso no existió y no existirá nunca, pequeño.

- ¿Para qué me muestras esto?- Harry enfrentó la mirada del otro con firme decisión.

- ¿Para qué? Pues no sé.- dijo Voldemort. Un movimiento ligero de su mano y el vacío que había quedado después de la desaparición de su familia comenzó a llenarse una vez más.- ¿Nunca has notado como todo en el mundo se repite, de manera casi imperceptible?. La misma historia, el mismo dolor. Traición, Harry, traición una vez más.

La imagen era bastante diferente. Una habitación en penumbras, y dos figuras difusas que apenas y se podían reconocer como humanas. Sin que Harry hiciera un sólo movimiento, la imagen se fue acercando, mostrándole al fin lo que tanto deseaba ver. Y ahogó un gemido de horror al comprender la escena.

En el suelo, de espaldas y con los ojos entreabiertos, yacía Severus Snape. Los labios entreabiertos en una sonrisa nostálgica, la piel pálida surcada por lágrimas rojas. Sangre. El pecho estaba inmóvil. Ya no respiraba. De pie, a unos cuantos pasos del cuerpo, Draco Malfoy. El muchacho rubio se veía ciertamente diferente. Más maduro... más cruel. Los ojos grises tenían el brillo del acero. Y en su mano sostenía como una espada ensangrentada, la varita.

- Eso no es verdad.- murmuró apenas.

Una vez más cambió, esta vez con mayor velocidad, como si el Lord tuviera prisa. Mucha gente corriendo, enmascarados por todas partes. Harry no podía reconocer a nadie, hasta que todo pareció enfocarse en un rincón desolado del lugar. Escena similar a la anterior. Una figura en el suelo, otra de pie. Blaise y Draco. En el rostro del caído una expresión de profunda tristeza marcaba los suaves rasgos.

- No quiero ver más.- fue un ruego que Voldemort escuchó complacido.

- Pero, Harry. Falta aún y yo que tú lo vería, al fin y al cabo, tú serás el culpable de sus muertes precipitadas.

Daniel. Los ojos azules brillantes, el lacio cabello castaño. Harry ahogó un grito en su garganta, cuando una mano surgida de la nada enterró limpiamente una daga en la espalda del hombre. Ningún sonido, ni el más mínimo gemido de dolor. Daniel simplemente cayó al suelo, cerrando para siempre los ojos, entreabriendo sus labios por los cuales comenzó a brotar sangre espesa. Nunca más los ojos como zafiros le sonreirían al pasar, esos plagios de estrella dormirían para siempre. La sonrisa fría y hermosa de Draco fue lo último que Harry vio antes de ponerse a llorar desconsolado, cayendo de rodillas y apretando fuertemente los puños.

- Eso no es verdad.- repetía incansable.

- Harry. Tú sabes que es verdad. Decidiste confiar en la persona equivocada pequeño.- susurró el Lord al tiempo que alzaba al chico sollozante en brazos.- La misma traición que sufrieron tus padres y que te hundió a ti en esa miserable casa muggle, la sufrirás tú, por confiar en quien no debiste. Aquellos a los que tanto aprecias caerán bajo la mano del mismo al que tú quisiste confiarle tu corazón, pequeño.

- ¿De qué estás hablando con un demonio?

- Y ahora, es tiempo de despertar.

0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Jadeantes y con los rastros de las lágrimas en el rostro, tres personas despertaron al mismo tiempo en el castillo. Severus no permitió que el llanto se le escapara de las entrañas y sólo mantuvo los ojos cerrados apretando contra sí el cuerpo estremecido del niño; Draco hundió el rostro en medio de su almohada verde intenso y sofocó las lágrimas ardientes contra la sedosa tela; Harry se dejó acunar en los brazos fuertes de su amante, tratando de hacer desaparecer de su cabeza el brillo muerto y cruel en esos ojos grises que había querido apreciar.

Pequeñas aclaraciones de la autora: Bien, sé que es raro pero era necesario expresar de ese modo casi místico (estos tres tienen poderes para predecir el futuro ¿Qué onda?). Los sueños de los tres chicos nos muestran sus mayores temores y tb que esos mismos miedos pueden ser parte de su futuro o pasado.

Respuesta a los reviews

Kat "la gata" Basted: Si, este Harry es un indeciso. Ya me viera yo con Severus y Draco tras de mí (*Kmy se derrite*). Y él, el muy lindo, no sabe lo que quiere. A Draco le va a doler mucho, seguro, el enterarse de la verdad, ya verás como se lo toma, pero por el momento vamos a seguir con la relación de Severus y Harry. Aquí estuvieron sus sueños, que no tuvieron nada de placenteros... Daniel y Remus se encuentran en el próximo capítulo. Traté de que no saliera muy oscuro, pero... ya veras los resultados. Espero te haya gustado este capítulo. Besos.

Ali: De verdad que me divierten mucho tus mensajes, espero que no dejes de hacerlo dan mucho ánimos. Jejeje, el dolor da para mucho, pues una se inspira. En mi caso sólo logro escribir cosas medianamente trágicas, pero algo es algo. Pero no tengo hambre :P. Yo tb tengo la costumbre a veces de leer las respuestas a los reviews de todos, sirve mucho pues una va sumando pistas y datos. El final, creo que puede ser triste, pero si una lo piensa bien es bueno... está bien, eso no se entendió. Pero creo que se resume en que todos tendrán sus momentos de felicidad y sus momentos de drama (estos últimos abundan). Me encantan tus largos mensajes, no me aburren que cosas dices. Espero que te haya gustado este capi.

Nevichii: Me alegra que te guste mi historia, espero que sigas leyéndome y dándome tus opiniones y quejas también si tienes. Gracias por tu apoyo, aunque quede con la duda de... no te gusta la pareja Severus- Harry o no te gusta como la estoy planteando? No te culparía si fuese esta última, lo admito, el fic está algo dramático. Espero te haya gustado este capi y nos vemos pronto. Un besazo.

MARIA-JONAN: Gracias por el apoyo, guapa. De verdad que me das muchos ánimos y es un alivio saber que encuentras que me quedó romántico Severus pues era la intención inicial. La de Blaise es la de darle apoyo a Harry, pero con el tiempo se va a transformar en alguien extremadamente importante en la historia. Harry es como para odiarlo... tiene a Draco y Severus tras él y se da el lujo de ser inseguro. Ahí Sev demostró unos poquitos celos, pero ya más adelante serán más... antes de que llegue la hora de la verdad. Espero te haya gustado este capi, besotes.

Säru: Holap. Veamos. A mí también me encanta la pareja de Harry y Severus, aunque no he podido evitar hacerlos sufrir y en este fic van a tener muchos problemas y cambios y encontrones. Porque también tienes que contar que Draco se va a agregar a este lío. Lo de Remus... pobrecito mi lobito, está enfermo pero tiene cura, pero él no ha querido tratarse, aunque en el capi que viene vamos a ver como trata de animarse (un slash algo gráfico). Espero te haya gustado este capítulo, no creo que te haya aclarado mucho v_v. Besitos.

Cloe-Clow: Me alegra que te haya gustado ese capítulo, trato de que los encuentros sean ligeros por el momento, llevando una idea más bien romántica. Tu corto review va por muuuuy buena pista... la soga que Sev se ató al cuello es su promesa, para mantenerla hará sufrir a muchos. Lo de Draco tb va bastante correcto. Sirius y Remus según lo que voy poniendo aquí, mantuvieron una relación en el pasado y de ella vamos a ir sabiendo en este fic. Remus le tiene mucha confianza a Severus, incluso aquí menciono algo entre ellos dos, pero nunca estuvieron juntos como una relación de pareja... ya verás de lo que se trata. Pero por el momento, te digo que en el prox capi vamos a ver algo entre Remsie y Daniel. Besitos.

Artemisa de Black: Creo que me vas a considerar algo malvada, pues hasta el momento estamos en que Harry está usando a Sev para no estar solo... tal vez cambie, para bien o para mal. Blaise tiene como función amenizar la vida de Harry... jejeje, pero es un buen amigo. Draco, aquí vimos un poco de lo que siente... pobrecito él. Tiene miedo de que por su culpa Harry sea dañado.

The Kissie Aome: Hey, casi me has hecho sonrojar. Muchas gracias por el apoyo y los ánimos, son reconfortantes. Me da la impresión de que las escenas que he hecho entre Harry y Sev en este fic son todas más o menos suaves... pero hice otras en las que espero no haber exagerado el tono. Espero te haya gustado este capi. Muchos besitos para ti.

Moryn: n_n Jejeje gracias por el review, me da ánimos de seguir saber que te gusta como voy. Espero te haya gustado este capítulo, cualquier duda, queja o crítica, comentarios lo que sea, los espero. Besos.

Catalina Malfoy: Viva!!! Ya estamos las dos mejor! Me había preocupado... no te hubieras muerto y yo sin enterarme. "Nada de lo que crees es." ¿Esa? Jejeje, era sólo una ayudita, una aclaración. Muchas cosas van a cambiar... muajajaja. Gracias, es muy halagador saber que te gusta mi descripción de escenas, a veces pienso que me quedan demasiado recargadas ToT pero supongo que si te gustan no hay problema. Espero te haya gustado este capítulo y besotes.

Latifa: Hola. Sí v_v afortunadamente ya estoy mejor y con ánimos! Lo de Harry, yo creo que Harry de verdad que quiere quererlo... tal vez lo logre, tal vez sólo logre hacerlo sufrir más de lo que ya ha sufrido (de ahí voy a poner algo del pasado de Sev). En este capítulo mostré que uno de los mayores miedos de Draco es dañar a Harry, que tiene miedo, pues si bien él mismo se siente como el principal peligro para el Chico que Vivió, sabe como es su padre y si pudo utilizarlo a él siendo su pequeño hijo... ¿Qué sería de Harry? Espero te haya gustado este capi, besos.

Netsu: Jejeje, me alegra mucho saber que te gusta mi fic y que lo sigues. Trato de ir subiendo los capítulos rápidos, pero me ha dado por hacerles algunos cambios a algunos y por eso puede que me demore a veces. Lo de Ron y Hermione es porque ese es el principal problema cuando estás en un "trío" de amigos y sabes que los otros dos en algún momento terminarán juntos y te dejarán a ti tocando el violín... pobrecito de Harry, pero para eso llegó mi querido Blaise. ¿Harry querrá alguna vez a Severus? No sé, no sé. Algo de Remus y Daniel en el próximo capítulo y tb más ideas de quien es Daniel, por qué y bla, bla, bla. Espero te haya gustado este capi. Besos!!

** Capítulo extra dedicado a Remus, mi lobito favorito, "Juegos de gatos" es el que viene ahora. Si lo quieren mañana, pues déjenme reviews. **

Nos estamos leyendo!

Besos!