Hi!

Evidentemente, mis mediados de marzo se desfasaron un poco y ni siquiera tengo excusa que dar para este inmenso retraso. Han pasado casi dos meses y he estado a punto de tardar más ya que quería actualizar más cosas a la vez... pero me harté de que la inspiración se me escape con tanta frecuencia. Pero prometo que terminaré todos mis fics, los proyectos que han comenzado a ser publicados y los que aún están en mi cuaderno (y tb Una noche... v.v sé que ha estado bastante abandonado, pero lo terminaré).

Bien, vamos a lo que importa. En este capítulo encontrarán cierta abundancia de personaje atormentado, pero supongo que ya habrán comprendido que este fic en su mayor parte es así.

Muchas gracias a: Nevi, Netsu, BGM---Blackadder, Meiko, Paula Moonlight, Artemisa de Black, Moryn, Catalina Malfoy, The Kissie Aome, Valentina, Dariel, Gilly, Uialwen, Cloe y Ali por su apoyo.

******* Fic slash, con personajes deprimidos y atormentados, suicidas y algunas escenas explícitas de slash. Si no te gusta no lo leas. *******

Condenados: Capítulo 15

De un nosotros que nunca existió

Draco retrocedió boquiabierto de la impresión, espantado y ciego frente al descubrimiento doloroso. Su espalda chocó contra una mesilla metálica que, en medio de un ruido vibrante, se desplomó, cayendo al suelo en un rictus patético de rendición. A nadie pareció importarle que todos los elementos médicos contenidos en el mueble cayeran al suelo, demasiada muerte y lamentos como para demorarse en un incidente menor.

Para el chico rubio, había desaparecido toda esa preocupación por los heridos, aquel sentimiento incorrupto de lástima y sinceridad se había evaporado en el instante en que posó sus ojos en la escena conmovedora y romántica.

¿No era acaso una bella historia de amor? Ese alumno célebre, valiente y directo, desafiante, que se había atrevido a contradecir en varias ocasiones al amargado profesor de pociones, el ex mortífago malvado a quien odiaba todo el mundo era ahora el mismo que se dejaba amar, que permitía la mancha de sus besos. Eran Harry Potter y Severus Snape, los mismos que durante seis años se miraron con desprecios y odios, que durante eternas clases de pociones idearon formas de asesinarse mutuamente.

Pero... ¿No habría sido aún más bella la historia entre los dos rivales eternos? ¿No habría conmovido mayormente el relato de Draco Malfoy y Harry Potter, los dos muchachos que durante tanto tiempo habían representado la luz y la oscuridad en el colegio? ¿Acaso no habría hecho llorar a los sensibles saber como el heredero de los Malfoy había abandonado todo sólo para poder vivir la felicidad que de niño le fue robada?

¿No habría sido más hermoso contar de ese niño pequeño que en largas noches de invierno soñó con ser amado y aceptado? Ese mismo niño que conoció el tormento de no ser correspondido, de amar a quien debía odiar, de olvidar por temor a perder. ¿No era esa la más dulce de las historias de amor? ¿No merecía un final feliz?

Lo odiaba. Simple y llanamente odiaba a ese hombre que en esos momentos se separó un poco de Harry y apartó con ternura desbordante los oscuros y rebeldes mechones de cabello de la frente del niño. Lo odiaba como no recordaba odiar a nadie.

El sufrimiento que le había obsequiado Lucius jamás le provocó la misma repulsión. La indiferencia de Narcissa (¿Su madre? ¿De verdad así debía llamarla?) nunca lo dañó tanto. Jamás odio tanto la vida como odiaba en esos momentos a su padrino.

Esos momentos que habían compartido silenciosos... esos segundos paternales que tanto valoró en el pasado. Ahora eran nada.

Severus le estaba robando la felicidad, le estaba quitando lo que él por tantos años añoró en silencio. Nunca antes había sentido esa intensidad voraz en sus entrañas que indicaba las ansias de matar, los deseos de ver morir a aquel a quien alguna vez quiso.

Odio, celos, frustración, dolor. Amargura acumulada en su garganta y que por segundos le hizo creer que iba a vomitar de la furia. El asco creciente en su boca y el sabor repentinamente desagradable que sintió en sus labios como veneno le provocaron lo que reconoció como un mareo repentino y profundo.

Mientras se daba la media vuelta y salía de la enfermería a toda la velocidad que le permitieron sus piernas, sintió los impulsos de matar. Matar con sus propias manos a aquel que le arrebataba todo de una sola vez. ¿Cuánto tiempo llevarían esos dos siendo amantes secretos, mientras él se desangraba en los rincones gélidos de su habitación?

Deseaba llorar y gritar al mismo tiempo, liberar toda esa desesperación que se mezclaba con la sangre en sus venas, ese sentimiento intoxicante de frustración. Necesitaba sacar de sí ese dolor.

Necesitaba morir.

No saludó a nadie en la Sala Común, imbuido en sus pensamientos oscuros, en recordar ese instante en la enfermería. Avanzó por entre los alumnos bulliciosos que ordenaban sus pertenencias, esquivando maletas y bolsos, ansioso de llegar a su santuario personal de soledad.

¿No habría sido lindo si ellos dos se hubieran quedado juntos? ¿Si hubieran aceptado amarse y adorarse por siempre, rompiendo con ello las reglas? ¿No habría sido ese el perdón tan esperado por Draco Malfoy, el chico que detestaba a los inferiores pero que dentro de sí llevaba un niño asustado? ¿No habría sido justo que él que tantas veces había rozado la muerte conociera un pedacito de ese cielo lejano?

Susurró la contraseña por inercia, observando como la pared polvorienta se movía para darle el paso a su habitación individual. El techo raso en color verde esmeralda (Tus ojos), los cortinajes rojo oscuro (tu sangre), la cama en el centro, reluciente como un oasis en el desierto, la colcha negra (tu oscuridad y tu dolor) en combinación con el plata de las sábanas. Los pisos alfombrados lujosamente, los muebles exquisitamente tapizados.

Una habitación Malfoy.

Se dejó caer en la cama de golpe, ahogando su rostro contra la almohada en un intento por reprimir el llanto. Escondió las lágrimas perladas en la tela suave y se mordió fuertemente los labios para no dejar escapar los sollozos que le convulsionaban el cuerpo. Acomodó su cuerpo en el colchón y esperó a que su alma dejara de sufrir. Esperó la calma ficticia de la aceptación, llorando en silencio, en soledad.

Deslizó su mano por debajo de la cama, hurgando en la oscuridad algo conocido, un secreto bien guardado que llevaba todos esos años conservando intacto. Sus dedos se cerraron en torno al filo frío y cruel del acero, siguiendo el borde de la hoja mortífera hasta que un dolor leve le indicó que su yema estaba herida.

Necesitaba huir.

Morir.

Perderse.

Escapar de la realidad funesta.

Nuestro destino es estar solos.

Enterró en un movimiento certero la daga en su ante brazo, hundiéndola en la carne tibia con simpleza. Con la misma facilidad que un cuchillo cortando la mantequilla. Sintió penetrar la hoja en su cuerpo, arrancando un par de gemidos quedos y roncos de su garganta. La sangre fluyó salvajemente por su brazo, bañó sus manos hasta pasar a empapar las ropas de cama.

Y era liberación sentir ese dolor sublime, era purificación y salvación.

Lo era todo.

Apretó con mayor fuerza el arma, para enterrarla con aún más dureza en su brazo, buscando con ello acabar más pronto, terminar de una vez lo que llevaba demasiados años como para seguir soportando.

El dolor se estaba confundiendo con una vaga sensación de placer.

Era diferente a ese placer físico del sexo, era algo más lento, más silencioso que lo embargaba en un abrazo cálido y húmedo, en un beso temido.

Tal vez, aquello era lo que otros llamaban la muerte.

Otros, porque para él era sólo un paso más al infierno.

A un infierno que no tenía nada que envidiarle al que vivía actualmente.

Dolor quemante y hermoso que se arraigaba a su ser dulcemente, bello como un recuerdo desvanecido de ojos verdes. Imágenes que se evaporaban, sueños perdidos. Placer distante que comenzaba a terminar.

El sopor comenzaba a invadirlo, unas ganas tremendas de dormir y olvidarlo todo aunque fuera por un instante. Tenía sueño... tenía deseos de soñar con Harry.

Hasta en el momento final, debía pensar en Harry. Al fin y al cabo, era la causa de su muerte prematura ¿no?

Y su muerte no era más que el final de otra de sus etapas, ya que la inocencia y la sinceridad llevaban mucho tiempo muertas en su ser. ¿Acaso no habría merecido vivir sólo un segundo más para recibir el amor de aquel a quien adoraba? ¿Habría bastado eso para remediar dieciséis años de oscuridad y decepción? Un beso pudo haber sido el final dulce, pero lo cambió por muerte.

¿Es que no habría sido hermoso presenciar la historia de amor del día y la noche? ¿Ver como el niño perdido regresa gracias a un momento de felicidad?

- Con un demonio, Draco. ¿Por qué haces esto?

La voz sonó lejana. Y no le importaba al aludido cuan cerca estuviera, para él todo estaba igual de distanciado.

Sintió pasos veloces en la habitación, unas palabras susurradas y un par de blasfemias. Segundos después un líquido espeso se colaba por su garganta.

- Eres un idiota.- Blaise observó la sangre derramada y formuló un gesto de asco con la boca ante el espectáculo suicida frente a sus ojos.- ¿Por qué tienes que hacer las cosas así de difíciles? ¿No sería más fácil que de una vez fueras sincero?

El odio hacia Severus se incrementó repentinamente ante la recuperación de fuerzas de su cuerpo.

Ansias de matar, por sobre las ansias de ser amado se fortalecieron.

- Nada es fácil.- susurró molesto. Había algo que no le gustaba. Ya no estaba esa sensación de vacío, la ingravidez inicial había pasado. Tenía sueño, pero era una necesidad molesta de dormir.

Y tampoco había dolor.

- Maldito seas, Zabini... ¿Por qué tienes que venir a estorbarme?

Blaise no respondió. Luego de cerciorarse que su poción había causado el efecto esperado, había abandonado la habitación rumbo a la enfermería, en donde esperaba encontrar respuestas.

Dejando atrás desolación y perdida, nostalgia y perdición.

Antes de morir sus pensamientos se habían enfocado en Harry.

En su renacimiento, se dio cuenta que el amor no había muerto, que su alma seguía llamando al Chico Que Vivió como lo único importante en su vida.

Murió por un corazón destrozado y volvió a nacer queriendo no tener corazón.

Amaba y odiaba a la vez.

Amaba a quien jamás lo amaría.

Y odiaba a quien una vez apreció.

El resarcimiento sería en vida, pagarían sus pecados y culpas en vida.

¿Alguien escucharía alguna vez la historia de amor de ellos dos?

Luz y Oscuridad

¿O nunca existiría esa historia?

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El miedo de las horas pasadas, el tormento de no saber como iba a terminar todo, la culpa de saber que no hacían bien se transformó en pasión violenta en medio del beso. Sus lenguas se entrelazaron brutalmente, buscando dominar y ser dominadas, encontrándose en un juego húmedo y febril en medio de la tristeza.

Severus paseó sus manos con delicadeza por la espalda del chico, acariciando suavemente la figura delgada y sutil entre sus brazos, acercando sus cuerpos hasta que las ropas comenzaban a parecer molestias. Harry devolvía el beso con la misma o tal vez con más fiereza, con ansiedad animal y salvaje del placer físico, envolviéndolos a ambos en una atmósfera ardiente y profana.

En medio de la enfermería.

Con Madame Pomfrey rondando.

Con aurores y profesores heridos.

Con alumnos.

Eso no era correcto.

Severus se apartó de Harry tan repentinamente que el muchacho trastabilló y chocó con la pared del final de la enfermería. Los ojos verdes se elevaron para observar dudosos al hombre. Ambos permanecieron unos segundos en tenso silencio, antes de que Harry recordara con una punzada física de dolor, que estaban ahí para ver a Remus. Ya se preocuparían después de otras cosas.

Ahora lo importante, era el último merodeador. El último vínculo con sus padres muertos.

Harry caminó con pasos inseguros hasta la cabecera de la cama del herido y cerró los ojos para que las lágrimas no cayeran irremediables. La visión era triste, desgastada.

Una imagen apagada de tiempos perdidos.

El rostro pálido y ceniciento, con un tinte verdoso y enfermizo. Los cabellos castaños desparramándose en finas hebras por la almohada. Los labios resecos entreabiertos, buscando el aire con desesperación, tratando de respirar afanosamente. Tratando de no morir. Las manos descoloridas, tan pálidas que se podían ver las ramificaciones sanguíneas debajo.

Vivo aunque casi muerto.

- Él... se va a recuperar ¿cierto?

El silencio se aplicó impasible sobre él. Severus se limitó a bajar la mirada.

- Él es lo último que me queda.

Odiaba tener que admitir que en verdad, él también iba a extrañar a Remus. Había sido demasiado importante como para decir lo contrario. Gracias a él, se podía considerar un ser humano.

Le había enseñado algo de su fe ciega en el futuro, de la esperanza eterna de aguardar la felicidad.

Su muerte significaría también la muerte de una parte de su ser.

Los recuerdos.

Severus retrocedió lentamente porque no quería que Harry lo viera llorar. El niño ya sufría lo suficiente, necesitaba de alguien fuerte a su lado y él no se consideraba en esos momentos fuerte. Lo único que quería en esos momentos era desahogar la frustración de años en un llanto mil veces escondido y descargar de una vez la pena.

Al abrir la puerta... observó por última vez a la figura pequeña abrazada al moribundo. Y sonrió lentamente. ¿cuánto había llegado a amar a aquel niño frágil que ahora era incapaz de sacarlo un segundo de sus pensamientos?

- Yo siempre estaré ahí para ti, Harry.

Flash Back

- ¿Severus?

El aludido gruñó a modo de saludo y se movió hacia la derecha sin levantar la vista del libro de pociones. El entrecejo ligeramente fruncido y los labios moviéndose mientras leía en silencio fueron considerados por Remus un signo de alegría ante su llegada. Esbozó una tímida sonrisa y se acomodó a su lado.

- ¿Qué lees?

Levantó el libro sin dejar de vagar los ojos negros por las líneas escritas. El chico de Gryffindor leyó el título con un suave bufido. Sin duda, ese era uno de los libros que Sirius descartaría de inmediato de su lista de favoritos "El arte de las pociones, tomo 12".

- ¿Y es interesante?

La cabeza se movió de manera casi imperceptible con lo que Remus Lupin tomó por un sí. Estiró las piernas conteniendo un bostezo y observó el cielo gris del invierno.

- Parece que va a llover.

- Ajá.

Se inclinó sobre el hombro de Severus y echó una mirada a la página, leyendo sin demasiado interés los apretados párrafos. La letra era diminuta ¿Cómo hacía Severus para leer tan rápidamente algo así?

- ¿Para qué sirve el ajenjo?- preguntó viendo la cantidad de veces que lo mencionaban.

Severus bajó el libro con una mirada que Remus reconoció como peligrosa. Los ojos negros brillaban con mayor intensidad que de costumbre y casi estuvo seguro que el ojo derecho temblaba en un ligero tic nervioso.

- ¿Por qué no vas donde tus descerebrados amiguitos Gryffindor?

- ¿Me estás corriendo?

- Sí.

- No es necesario que escondas lo mucho que me quieres, Severus.

- Piérdete Lupin.

Volvió a enfrascarse en la lectura no sin antes lanzarle una mirada despectiva al otro muchacho.

Remus amplió aún más su sonrisa. Recordó vagamente la primera vez, hacía ya tres años, que habló con el joven de la Casa de la Serpiente y meneó suavemente la cabeza.

- Me gusta pasar el tiempo contigo ¿Sabes? Así aprendo cosas nuevas que desde luego no aprenderé en ninguna otra parte.- soltó una risita ante el desconcierto en el otro y continuó.- ¿Para qué decías que sirve el ajenjo?

Fin Flash Back

Madame Pomfrey lo observó irse en silencio. Había presenciado la escena romántica y triste entre los dos y sentía lástima por aquella pareja. Imposible, simple y sencillo.

Era una quimera.

Siguió en su labor tratando de aliviar en algo el dolor lacerante de un auror, pero su cabeza seguía al pendiente de Harry Potter. Algo inevitable, si pensaba en todas las pérdidas que iba sufriendo el muchacho.

Fue en los instantes en que sus intentos por salvar al pobre hombre (Que en paz descanse en el Reino del Señor, murmuró para sí) fueron inútiles y la muerte cayó pesada sobre él, que la puerta se volvió a abrir con lentitud.

Y se reveló el rostro pálido y preocupado de Blaise Zabini.

(Que su alma repose tranquila en el Reino Sagrado y expié sus pecados de sangre ante el Altísimo)

Continuará...

Espero que no haya estado muy enredado... @.@ escribirlo si lo fue, con todos esos líos de tratar de expresar los sentimientos de Draco y al final los recuerdos de Severus. No me quise detener demasiado en la escena Harry- Sev porque sino no iba a terminar nunca.

Me esforzaré por que la próxima actualización sea pronto... lo prometo con una mano en el corazón ^^.

¿Me dejas un review? Críticas, sugerencias, comentarios... lo que sea para saber en que ir mejorando. Además, así contribuyes a animarme a seguir escribiendo.

Un besote a todas (._. siempre tengo la duda de si son sólo mujeres las que leen por acá)

Kmy Kusanagi