Notas de Autora: OK... merezco que me golpeen y me linchen. Me he tardado demasiado en todos mis proyectos. Pero tengo excusas irrefutables y se las daré.

1-. Mi madre me quitó Internet.

2-. En el colegio las pruebas se multiplicaron abruptamente y de repente me veía con dos exámenes al día.

3-. Mis notas en el colegio bajaron considerablemente, lo cual me preocupó, así que decidí esforzarme más.

4-. Me obsesioné con el animé y cada día me dedicaba a conseguirme series, comprar chapas, ir al Euro (o).

5-. La razón más importante: estaba falta de inspiración.

Este capítulo es bastante bobo. Me habría gustado dedicarme más a él, pero el tiempo no me alcanza así que tendré que dejarlo así. Es un capítulo NECESARIO ya que nos explica algo del extraño Blaisie- pooh, cuenta un poco de su pasado y cosas necesarias para el futuro de Condenados.

Espero no les aburra... ¬¬ no pude conseguir que me lo betearan.

Condenados: Capítulo 16

'El miedo de Blaisie- pooh'

Recuerdos de un niño

Hermione abrió los ojos dificultosamente, sintiendo un escozor doloroso en ellos. Los párpados le parecían cada segundo más pesados y el dolor de cabeza amenazaba con transformarse en una molesta jaqueca. El brazo derecho, en el que había permanecido apoyada durante horas, lo tenía adormecido.

Las voces en la Sala Común de Gryffindor eran un veloz cuchicheo nervioso mezclado con el llanto apagado de algunos. La chica oía los pasos apresurados y los movimientos algo torpes por la preocupación. Incluso percibía el denso ambiente que la rodeaba como un halo oscuro de desolación.

Algo soñolienta, se levantó de la butaca en que había dormido y trató de recordar que era lo que estaba ocurriendo.

Baile.

Fin de año.

El ataque

Mortífagos.

Las escenas de lo ocurrido regresaron a su cabeza con violencia. Recordó, como entre brumas, las marejadas de chicos corriendo, tratando de refugiarse en sus respectivas Salas Comunes. Recordó a una de las niñas de primer año, Diane Henderson, llorando mientras sus compañeras trataban de calmarla. Recordó a Neville, pálido como la cera, con su rostro redondo y sus grandes ojos claros, temblar de pies a cabeza mientras trataba de mantener la calma. Recordó a Ron, tratando de ser fuerte; recordó a la pobre de Lavender sollozando hecha un ovillo en uno de los sillones. Recordó a Harry tratando de volver, tratando de ir donde los profesores estaban luchando, peleándose con uñas y dientes contra el muchacho que trataba de controlarlo. Harry, llorando de rabia e impotencia, pensando en cuantos morirían esa noche sin que él pudiera evitarlo, en todos los que sufrirían mientras él estaba encerrado en la Torre.

Harry, con los ojos ribeteados de rojo y el claro aspecto de no haber podido dormir en toda la noche y los nudillos blancos de tan fuerte que apretaba las manos. El mismo chico que al menor descuido, cuando la profesora Mc Gonagall había entrado demacrada y pálida para avisarles que partían al mediodía sin falta, había salido corriendo rumbo a la enfermería.

Hermione cogió de la mano a Ron, que estaba en esos momentos observando ceñudo por la ventana, con una firme resolución en la cabeza. El muchacho se volvió hacia ella, con el cabello rojo más despeinado de lo normal y ojeras oscuras destacando en su piel lechosa.

- Ron... vamos a enfermería. Harry nos necesita.

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Apretó con renovadas fuerzas la fría y pálida mano de Remus, tratando de encontrar en ella algún vestigio de vida esperanzador. No se volvió al oír la puerta cerrarse, ni cuando los pasos rápidos se detuvieron en su espalda. No le gustaba que Blaise lo viera llorar.

- Harry... – llamó suavemente. El otro chico no respondió.

Tratando de hilar sus ideas, Blaise se acercó un paso más, viendo por encima del hombro de su amigo, la imagen moribunda del profesor de Cuidado de las Criaturas Mágicas. Olvidó por completo su razón de ir allí (Draco puede esperar ¿Cierto?) y bajó la cabeza, triste. Un desaliento profundo lo invadió por dentro al darse cuenta que ese hombre no podría vivir. La persona tendida en esa camilla de la enfermería estaba consumiéndose a una velocidad alarmante, cosa que había notado desde la primera vez que lo vio, y ahora su cuerpo estaba demasiado débil como para poder sanarse.

Cuando ese año entró a Hogwarts, Blaise notó lo agonizante y débil que parecía. Esforzar tanto su cuerpo en una batalla debía de haberlo dejado sin defensas y sin energías.

Y el pecho le dolió como nunca antes le había dolido.

Le costó entender que estaba sufriendo por Harry, que estaba compartiendo el dolor de este ante la perspectiva de perder a alguien que le era tan valioso como Lupin. Blaise sabía que Harry estaba unido muy fuertemente a él... y que le costaría mucho soportar una pérdida como esa.

Algo dentro de sí se estrujó.

Sería difícil para Harry afrontar esa realidad. Entender que el tiempo de vida había acabado para Remus J Lupin y que la despedida había llegado, que una vez más el Señor de las Tinieblas le estaba arrebatando algo que amaba. Y una vez más, nadie podía hacer nada para evitarlo... nada.

Tessi.

- ¡Oh, Blaise!- sin previo aviso, Harry se había colgado de su cuello y sollozaba quedamente. Sentía al muchacho convulsionarse a medida que su llanto aumentaba en intensidad y apenas fue consciente del nerviosismo que comenzaba a consumirlo. No sabía que hacer. ¿Darle unas torpes palmadas en el hombro y decirle 'Ya, ya, Harry, cálmate' o abrazarlo con más fuerza y recomendarle que se desahogara, que botara todo su dolor?

No tuvo tiempo de decidirse.

La puerta de la enfermería dio paso a un torbellino de cabellos castaños, que se abalanzó sobre Harry antes de que Blaise reaccionara, apartándolo. El Slytherin gruñó molesto y confundido, mientras veía a Hermione Granger (sangre sucia) abrazar efusivamente a Harry, quien la recibió en un estado de aturdimiento y desconcierto total. Ronald Weasley apoyo una mano cubierta de pecas en la espalda de éste y le susurró palabras de ánimo al oído.

Blaise se sintió extraño. Como si fuera un intruso que estuviera espiándolos por la ventana. Era ajeno totalmente a esa escena de conmovedoras lágrimas, como si alguien, por error, lo hubiera colocado ahí, para entorpecer el momento. Él no tenía nada que hacer en ese lugar ¿verdad?

El dolor en su interior se acentuó bruscamente. Se sentía fuera de lugar, un estorbo. Harry no lo necesitaba ahora, entonces ¿Por qué demonios seguía ahí?

Dirigiéndole una última mirada al chico pelinegro, esperando desesperadamente que lo detuviera, caminó hacia la puerta. Se detuvo, indeciso. Pero la voz enronquecida por el llanto de Ron Weasley llegó claramente a sus oídos y lo obligó a decidirse. Mientras cerraba la puerta tras de sí una frase flotó alrededor suyo venenosamente.

- Tú cuentas conmigo para todo, Harry. Siempre has sido y serás mi mejor amigo... en las buenas y en las malas.

En medio de un fuerte y cariñoso abrazo, Harry no se percató de que Blaise se había ido.

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En el pasillo, Blaise chocó contra el profesor de Defensa de las Artes Oscuras. Este tenía la vista perdida y pareció no haberse dado cuenta de la presencia del chico, pues continuó como si nada. Tenía un tajo bastante feo cerca del ojo izquierdo y se veía de un pálido casi translúcido.

¿Por qué no estaba en enfermería? Se veía bastante lastimado y aún así andaba vagando por el castillo como si nada. Sus brillantes ojos azules se veían algo oscurecidos.

Blaise lo observó detenerse frente a la puerta de la enfermería, como si no estuviera seguro de querer entrar ahí. Su mano dudó varias veces, sin atreverse a tocar la dorada perilla.

Se dio media vuelta. No le interesaba en lo más mínimo lo que le sucediera a Daniel Spencer... le bastaba con tener que ocuparse por sus propios problemas. El muchacho suspiró sonoramente y continuó su camino hacia las mazmorras.

Su madre murió cuando él tenía diez años. Evelyn Zabini no fue lo que se llama una madre modelo y tanto Blaise como sus hermanos la veían más como una criada que como otra cosa, pero, aún así, el más pequeño de la familia se sintió profundamente conmovido ante su fallecimiento.

Recordaba haber entrado la noche del funeral en el despacho de su padre. No alcanzaba a comprender que hacía toda esa gente rodeando el cadáver de su madre y compadeciéndose de su papá y le molestaban las miradas de lástima que le dedicaban a sus hermanos y a él. Por eso, harto de los gestos sombríos de compasión, había corrido a refugiarse allí.

Nunca antes había entrado. Era una estancia amplia aunque lóbrega, con las paredes tapizadas de cuadros perturbadores, que a su tierna edad fue incapaz de comprender. Había un escritorio enorme y sólido a la mitad de todo y las ventanas estaban cubiertas por cortinas de espeso carmín.

Y encima del escritorio, había una vasija. De piedra. Simple. No parecía demasiado importante, pero un reflejo leve en su superficie atrajo la atención del niño. Blaise se acercó, dudoso. Su padre no estaría feliz de saber que él se andaba metiendo en sus cosas.

Aún así, asomó la nariz al recipiente. Por breves segundos el reflejo de sus ojos le devolvió la mirada, pero repentinamente la sustancia plateada en el interior de la vasija comenzó a girar, como si un ser invisible la estuviera agitando. Y la imagen cambió.

Al parecer, los antiguos amigos de Harry habían vuelto a su lado. Una idea bastante irónica, tomando en cuenta que ellos lo habían hecho a un lado, como si se tratara de algo viejo e inservible, tomando en cuenta que ellos lo habían abandonado. Pero, como si nada de eso hubiera pasado, habían vuelto a su lado.

Y ahora lo consolaban y le daban palabras de aliento, mientas le decían que Remus estaría bien. Y él había quedado fuera de ese mundo, de esa burbuja que desde siempre había tenido el Trío de Oro de Gryffindor. Harry lo había dejado a la orilla del camino, solo.

Pero eso no debía doler tanto.

No tendría que doler tanto el saberse traicionado por la primera persona que creías tu amigo. La primera persona a la que habías querido como nunca quisiste ni a tus hermanos ni a nadie. ¡No era justo!

No era justo que doliera de ese modo, como si le estuvieran arrancando el corazón, como si todo su interior estuviera en llamas.

No era justo que deseara llorar con todas sus fuerzas, como no lloró ni por su madre ni por su hermana. Él había prometido que sería fuerte, que no iba a llorar nunca por nadie. Que jamás a permitir que alguien lo viera débil y vulnerable para así poder lastimarlo.

Blaise se detuvo a mitad de la escalera. Las lágrimas pujaban por salir y se balanceaban dolorosamente en el borde de su párpado, quemándole la piel a su paso. Apretó los labios en un esfuerzo por ahogar lo que parecían ser sollozos y se dejó caer al suelo. Harry no debía ser tan importante... al fin y al cabo... sólo era un chico al que dejó acercarse por aburrimiento. Por hastío.

Y también por soledad.

El muchacho abrazó sus rodillas mientras dejaba que el cabello negro ocultara su rostro. No quería llorar, no quería...

- ¡No voy a llorar!- murmuró para sí mismo.

Dentro del recipiente se había formado la escena poco nítida de una gran sala. Había una chimenea encendida en donde crepitaban puñados de fuego verde y en las paredes se destacaban lo que parecían ser trofeos de caza: cabezas de animales disecadas y adheridas firmemente a una tabla de madera pulida.

Blaise tocó con un dedo la sustancia, curioso. Su tacto era extraño, le hacía sentir incómodo. Sin embargo, cuando intentó retirar su dedo, se dio cuenta que este estaba pegado a aquel líquido plateado.

Jadeó mientras observaba nervioso a su alrededor. Su padre podría entrar en cualquier momento.

- Estúpida cosa.- balbuceó tratando de zafarse. Pero antes de lograrlo, el despacho de su padre había desaparecido y Blaise se sintió caer.

En apariencia la vasija de piedra lo había succionado. El niño observó aterrado a su alrededor, tratando de buscar una salida. Corrió hacia la puerta más cercana, sin embargo, antes de que siquiera pudiera coger el pomo, esta ya se había abierto.

Blaise soltó un leve grito de horror. Ahí estaba su padre. Aunque no era el mismo que él conocía y que en esos momentos velaba el cuerpo de su esposa, no se veía tampoco muy cambiado.

Demian Zabini estaba algo más joven. Su cabello castaño tenía menos canas y era bastante más abundante de lo que el niño había visto y su rostro era menos rugoso. Pero su gesto era aún más amenazante que de costumbre, con el ceño adusto y una arruga profunda en la frente. En una mano llevaba su varita.

Tenía toda la manga derecha de la túnica desgarrada y sangrienta. Su brazo pálido estaba moreteado como si viniera recién llegando de la batalla.

- Es la hora...

Blaise giró 180º buscando a quien le hablaba su padre. No se había percatado del bulto inmóvil que estaba cerca de la chimenea. Fuera lo que fuera, estaba vivo y en esos momentos se quejó fuertemente.

- Al Señor de las Tinieblas no se le desafía...

El bulto tembló. Blaise puedo apreciar una mata de cabello rojizo y trató de acercarse. La curiosidad le estaba corroyendo por dentro.

No entendía que estaba sucediendo.

- Y tu error lo pagarás caro.

- Mátame.

El niño tembló y se detuvo a dos pasos escasos de la persona que estaba encogida en el suelo. Él conocía esa voz... él sabía quien era. Con los ojos desorbitados observó a su padre. Este veía a través de él de forma inexpresiva.

- No... – susurró levemente Blaise mientras avanzaba hasta quedar al lado de la figura.- No, por favor.

- Mátame y haz feliz a tu Señor.

La figura encogida se enderezó con ciertas dificultades. El cabello largo y rojo oscuro estaba enredado y sucio, cayendo sobre su rostro pálido. Los ojos verdes no eran tan brillantes como Blaise los recordaba, pero era la misma mirada decidida. La túnica desgarrada y los pómulos inflamados por golpes. El labio inferior roto.

- No...

- No debiste oponerte a él, Teresse.

Blaise gimió tratando de detener a su padre. No... eso no podía ser cierto... Tessi no...

- Mátame, padre.

Recordó, con un leve toque de amargura, el regalo que le había dado Harry por Navidad. Era una bola de cristal, pequeña, que cabía en la palma de la mano. Dentro de ella, la nieve caía de manera incesante sobre un Hogwarts en miniatura. Se podía ver las figuras reducidas de alumnos correr de aquí para allá y unas escobas pequeñas volar por entre las torres.

Había bromeado con Harry sobre lo inútil de su regalo, pero había sido muy cuidadoso al dejarlo en un rincón de su baúl, en donde estaría protegido. Había noches en que lo sacaba y se quedaba ensimismado viendo a las miniaturas moverse como si tuvieran vida propia. Le gustaba ver la nieve caer sobre el castillo graciosamente y esto estimulaba en su memoria los recuerdos de las breves guerras de bolas blancas que habían iniciado ellos allá afuera.

Y ahora, Harry había vuelto con sus amigos.

Y, aunque él había pensado miles de veces en esa posibilidad, se sentía dolido.

- No voy a llorar.

Porque era como si le hubieran arrancado un pedazo de su alma. Porque era lo mismo que cuando le comunicaron que su hermana había muerto en un desafortunado accidente y él se sintió solo, abandonado.

Era lo mismo, sólo que esta vez él, Blaise, había muerto para Harry.

- No voy a llorar.

- Me parece que ya lo estás haciendo.

Tessi.

Levantó la vista con lentitud. Tal vez no había sido tan buena idea quedarse llorando sentado en la escalera principal.

Susan le observó apenada, algo confusa ante la imagen de Blaise llorando. No era algo que se viera todos los días... pensó mientras se sentaba a su lado y apreciaba de cerca los ojos verdes con gotitas cristalinas enredadas entre las pestañas. La muchacha se ruborizó un poco mientras desviaba la vista hacia la ventana más cercana.

- Susan... ¿Cómo estás?

Voz muerta. Blaise ni siquiera trató de fingir.

- Preocupada. Mi padre era uno de los aurores que protegían el colegio y, bueno... no sé como estará. Madame Pomfrey me dijo que tal vez lo habían enviado a San Mungo: muchos fueron a dar allá.- explicó la chica alisándose el extremo de su larga trenza.- ¿Y tú?

- Aquí.

Y era difícil y era doloroso pensar en porque estaba precisamente ahí. Porque estaba sentado en el último peldaño de la escalera principal, llorando como se había jurado no hacerlo y pensando en lo soñador que había sido.

Pensar en Harry, riendo y llorando al mismo tiempo, sentado en la enfermería junto a sus inseparables Granger y Weasley, sin acordarse de él, relegándolo al último rincón de sus recuerdos.

Pensar en Draco, encerrado en las mazmorras en un sueño sin imágenes, incoloro y olvidado por un amor que no podía ser, desangrándose por un ideal que jamás debió atreverse a desear.

Pensar en Tessi... su hermana, aquella chica fuerte e independiente, de quien nunca pudo despedirse y a quien no amó hasta que la vio en el pensadero, cayendo bajo la mano de un asesino. (Padre... debes perdonarme).

Pensar en su madre, aquella mujer pequeña y asustadiza, que no hablaba a menos que se le preguntara y que se retiraba ante un gesto de Demian, ella que no tenía ningún valor para los Zabini, que era casi una criada en la aciaga Mansión y que aún así era su madre.

Dolía como en carne viva darse cuenta de cómo lentamente se iba arrastrando hacia una fosa sin fondo, sin que nadie pudiera o quisiera detenerlo. Luego de tanto tiempo lejos de las personas... había hecho un amigo... ¿Tierno, no?

Y ahora, estaba más solo que nunca.

- Tu cuerpo está aquí pero es evidente que tu mente no.- Susan se inclinó hacia él y sus ojos negros brillaron por la curiosidad.- ¿En qué piensas, Blaisie- pooh?

Tessi... no, por favor.

Harry.

Draco.

Destino.

Muerte.

En nada... realmente, en nada.

Y sus ojos verdes brillaron mientras le sonreían forzadamente y los recuerdos de su hermana cayendo muerta mientras papá lo sacaba del pensadero sin ninguna expresión en el rostro se fueron perdiendo, hundiéndose y cayendo, finalmente, en la nada.

Continuará...

Notas de Autora: Bueno, espero que les haya gustado o al menos no les haya desagradado. Estoy bastante harta (llevo horas tratando de escribir un fic de otra sección y no me sale . ) y me alegraría enormemente conocer sus opiniones.

No olviden dejar review. Por razones ya mencionadas (estoy sin internet y esto es lo que se llama una entrada de contrabando al compu) no podré dar respuestas a sus anteriores mensajes. Espero poder hacerlo para el próximo.

Antes que lo olvide:

En teoría, y como algunas sabrán, el capítulo que sigue debería haber llevado un lindo lemon SS-HP, pero por motivos desconocidos tendré que atrasarlo para el nº 18. Verán, no me alcanzaron los ánimos para agregar en este cap. Algunas cosas necesarias y tendré que hacer el siguiente de ellas. ¡Netsu! Perdóname, pero tu lemon se tardara un capítulo más, pero vendrá ¡¡ lo siento mucho.

Un besote a todos.

Hasta luego.

Lizz.