La llave de la Confianza y la Paciencia.

Segunda parte.

En un oscuro calabozo, custodiado por un joven mago, en lo más profundo de las mazmorras del Edifico del Santo Oficio, se encontraba una mujer joven, de unos 20 años, sujeta de la muñecas a una pared por pesadas cadenas, con el rostro pálido, con la mirada perdida, con el cuerpo lleno de dolorosas heridas producidas por la magia...

Algo parecido a un hombre, cubierto con una capucha negra estaba a su lado sin tocarla ni mirarla, pero se podía notar que a la joven le provocaba un inmenso dolor. A lo lejos del calabozo, se escucharon unos pasos bajar por la enorme escalera que conducía hasta ese tenebroso lugar. Los pasos ahora recorrían el pasillo y poco a poco se acercaron hasta la puerta del tan custodiado lugar. El joven mago que se encargaba de la vigilancia de esa puerta, tembló al ver al hombre de túnica negra, se inclinó y sin levantar la vista hasta que él se fuera, lo dejó entrar, mientras que el mago de la túnica negra, sonreía complacido al ver la reacción tan poderosa que ejercía sobre el chico. Con caminar tranquilo y seguro se acercó hasta el lugar en donde estaba la chica encadenada. Una vez que quedó frente a ella, le ordenó al hombre de la capucha que se fuera de ahí. Cuando esta orden se cumplió, Nidhogg tocó delicadamente el rostro de Alexa y lo atrajo hacia él suyo, para darle un pequeño beso en los labios.

- Eres muy linda Alexa... pero muy estúpida también – dijo Nidhogg aventando el rostro de la chica hacia un lado – esto no te estuviera pasando si me dijeras en donde se encuentra la maldita llave

- Eso Nidhogg será algo que tú jamás sabrás – respondió Alexa con la voz baja y muy débil por la presencia del encapuchado

- No puedes ni hablar Alexa, veo que el dementor hace bien su trabajo, mientras más débil te encuentres, menos podrás llamar a tus amigos de la hermandad... esta vez, nada ni nadie podrá salvarte, a menos que me des la llave que tienes de la entrada a Avalón

- No entiendo para qué la quieres Nidhogg, tu eres el guardían principal de la entrada, en ti está la decisión de quien entra al templo sagrado y quien no.

- ¡No es suficiente! – gritó Nidhogg – nadie debería tener la oportunidad de entrar a Avalón, ¡¡Nadie!! Y esas malditas llaves son mi perdición, si algún mago las logra conseguir, podría entrar a Avalón a cualquier hora y...

- Y vencerlos a ti y a tus estúpidos guardianes que no saben hacer nada que no sea lanzar hechizos flotadores

- ¡Silencio Alexa! ¡Crucio!

Alexa gritó lo más fuerte que pudo por el dolor provocado por la maldición Cruciatus, sin embargo, y a pesar de que siempre tenía la esperanza de que alguien la escuchara y fuera en su ayuda, nadie, absolutamente nadie acudía ante semejante grito de dolor, terror, angustia y súplica. Nidhogg miraba divertido mientras que Alexa se retorcía de dolor. Con eso, Nidhogg demostraba una vez más que era un mago sin corazón y sin la más mínima gota de compasión por los demás corriéndole por las venas.

Cuando el ataque terminó, Alexa respiraba entrecortadamente. Sabía que era mucho el desgaste que estaba haciendo, soportar al dementor, aguantar las maldiciones Cruciatus que Nidhogg y el joven mago le aplicaban cada media hora, ¡era para doblegar a cualquiera!, sin embargo, Alexa seguía en pie, soportando con su adolorido cuerpo las maldiciones y los castigos que le aplicaran. Alexa era capas de hacer cualquier cosa con tal de que nadie obtuviera la llave de la entrada de Avalón, llave que el mismísimo Merlín le había dado para que custodiara, y en los planes de Alexa no se encontraba defraudar la confianza que Merlín había depositado en ella.

- Podrás castigarme todo lo que quieras Nidhogg – susurró Alexa – pero jamás te daré la llave y si es necesario, el secreto se va conmigo a la tumba

- Eso dices ahora querida – sonrió malévolamente Nidhogg – recuerda que solo te quedan pocas horas de vida, mañana es tu ejecución y bajo los efectos de la maldición Imperius, no creo que puedas hacer mucho. Piénsalo, vengo mañana antes de la ejecución para ver si quieres salvar tu vida y la de tus amigos también, porque en cuanto muera la líder de la Hermandad de la Niké, tus demás compañeros caerá fácilmente

Nidhogg salió de la celda no sin antes dirigirle una última mirada a Alexa. La chica era de verdad muy necia al querer ofrecer su vida por esa estúpida llave que él quería conseguir a toda costa, aunque tuviera que matarla.

Alexa cerró los ojos agostada, respirando profundo antes de que el dementor regresara y la sumiera en un estado de hipnosis total, en donde el único pensamiento que la acompañaba era vengarse de Nidhogg y escapar de ahí, para poder salvar a sus compañeros de la Hermandad que estaban en peligro. Muchas veces había sentido la energía de Sophie, John y Paul afuera de la cárcel, cerca de su celda, sin embargo, ella estaba lo suficientemente débil como para intentar comunicarse con ellos, y muchas veces había sentido que la desesperación la invadía cuando sabía que sus amigos se alejaban. Alexa sabía que moriría mañana, así que cerró los ojos y trató de dormir un poco, sin embargo, la presencia del dementor que acababa de llegar, no la dejó conciliar el sueño y solo pensaba que era una verdadera lástima que tuviera que pasar así sus últimas horas con vida.

En el Caldero Chorreante, seis magos se alistaban para salir a cumplir una misión: Rescatar a Alexa. Los seis desaparecieron y volvieron a aparecer a los alrededores del Edificio del Santo Oficio, y se dieron ánimos por última vez antes de poner en marcha el plan que había fraguado.

- Espero por el bien de todos que tu plan funciones Ron – comentó Paul

- Es un buen plan y si lo llevamos tal y como Ron dijo estoy seguro de que funcionará – sonrió amigablemente John

- John tiene razón Paul lo único que tenemos que hacer es continuar con lo que ya hemos establecido – dijo Tom

- Bien, ya es hora – señaló Ron – será mejor que entremos en acción. ¿Chicas están listas?

- Claro Ron – sonrió Hermione

- Entonces creo que no hay nadad más que agregar. Que todos tengan éxito y si el plan no funciona por alguna razón, nos vemos en el Caldero Chorreante a las 3 de la mañana. Recuerden que tienen que desaparecer en cuanto nos descubran ¿alguna duda?

- No lo creo Ron – sonrió de nuevo Hermione – será mejor que nos vayamos de una vez por todas, si no, nunca terminaremos

- Hermione tiene razón – dijo Paul – mientras más pronto rescatemos a Alexa mucho mejor.

- Nos vamos – señaló John – Tom ya es hora.

- Bien

Tom y John desaparecieron en el aire. Ahora le tocaba el turno a las chicas que tenían que hacer la parte más peligrosa del plan

- Herm – dijo Ron

- Dime Ronnie...

- Cuídate mucho, si algo te pasa yo...

- Tranquilo Ronnie, tuviste un gran plan y yo haré que todo salga a la perfección

- Amor, ten mucho cuidado con Nidhogg

- Lo tendré... tu también cuídate de los dementores

- Estaré muy preocupado por ti como para que me quiten algún pensamiento feliz

- Ronnie, Te amo

- Yo también Herm, no sabes cuanto.

Ron atrajo hacia él a la chica y le dio un corto, suave y tierno beso en los labios. Un beso llenos de amor y de cariño; un beso lleno de confianza... Hermione miró al hombre que amaba más que a nada en el mundo y se alejó de él para poder desaparecer junto con Sophie y cumplir su parte del plan

Sophie y Hermione desaparecieron ante los ojos de Ron y Paul, que también esperaban poder cumplir con su parte del plan a pie de la letra, para que Alexa pudiera salir libre. Paul le puso una mano en el hombro a Ron, quién volteó y lo miró también. En la mirada de Paul estaba lo que Ron buscaba, una mirad que le decía que Hermione iba a estar bien y que confiara en ella.

- Hermione volverá sana y salva Ron, no tienes de que preocuparte

- Se que volverá bien, confío en ella

- Entonces a nuestros puestos...

- Muy bien.

Ron y Paul desaparecieron y esperaban solo la señal que les indicaría que era su momento de actuar.

John y Tom aparecieron en el centro de la plaza cívica, justo frente al Edificio del Santo Oficio con las varitas desenfundadas. Hermione y Sophie aparecieron dentro del edifico, en el corredor donde dormían los oficiales principales de la Inquisición justo en una puerta en específico. Paul apareció en la sección en donde tenían a todos los muggles acusados de brujería, mismos que eran sometidos a las más crueles torturas y finalmente Ron apareció en el corredor que lo llevaba al calabozo donde se encontraba Alexa. Todos estaban en su posición, todos estaban listos para iniciar, solo hacía falta la señal que lo indicaba...

John y Tom se miraron. Sabían que sus compañeros ya estaban en posición así que decidieron empezar par dar paso a la señal que los demás necesitaban

- Espero que todo lo que vamos a hacer sirva de algo

- No te preocupes Paul, mi amigo Ron es bueno con las estrategias, es un gran jugador de ajedrez mágico

- Bien, entonces comencemos...

Ambos magos desenfundaron las varitas Tom miró a Paul y sonrió. A pesar de su aspecto duro y su carácter fuerte, Paul estaba realmente asustado de lo que pudiese pasar, sin embargo, Paul confiaba ciegamente en el pelirrojo que había maquilado el plan.

- Este es un hechizo que me enseñó una amiga – sonrió Tom – es magia antigua. Krystallus bullula

De la varita de Tom salieron dos chorros de luz de colores, una rija y una anaranjada. Ambos chorros subieron como un remolino y cubrieron a los dos magos, creando una burbuja de los dos colores en un diámetro de unos 50 metros, una burbuja que cubría a los dos magos, que los protegía como un escudo contra ataques de hechizos provenientes de las afueras de la burbuja y un escudo protector que no era visible por los muggles.

- Buen hechizo – sonrió John – ahora es mi turno, espero no hacerte daño....

- No te preocupes, he peleado con dementores y mortífagos...

- A los dementores los conozco, pero ¿Qué es un mortífago?

- Luego te lo explico. Ahora, en guardia

- Que gane el mejor. ¡Expeliarmo!

El duelo de magia dio inicio. De las varitas y de las bocas de ambos magos salían gritos, colores, hechizos, conjuros y hasta una que otra invocación. Fue tal el alboroto que armaron con su duelo, que lograron el primer objetivo, el que tenían ellos que cumplir,: hacer que los muggles y los oficiales de la Inquisición se alarmaran ante un duelo de magia a media noche y demostrando además, quienes eran los verdaderos magos.

Paul escuchó el alboroto que John y Tom habían provocado con su duelo. Los gritos de las mujeres que decían que era una blasfemia, las pisadas de los curiosos que apuraban para ver que era lo que estaba sucediendo en la plaza cívica. Paul sabía que esa era su señal, así que entró en acción. Con un Alohomora abrió la puerta que lo separaba de los presos muggles y los verdugos que se encargaban de aplicar los castigos lo miraron sorprendidos. Rápidamente, corrieron a tomar sus armas, pero Paul ya les tenía una sorpresa.

- ¡Somnus Verdugos! – gritó Paul

Una luz de color blanca salió de la punta de la varita de Paul y se dirigió hacia el lugar en donde se encontraban los verdugos, quienes cayeron en un sueño profundo. Paul sonrió y los pocos muggles que estaban concientes le sonrieron también. Los había salvado. Ahora tenía que liberarlos de los instrumentos de tortura en donde los tenían presos, llevarlos a un lugar seguro y su misión habría concluido.

Shopie vigilaba por una pequeña ventana los movimientos de John y Tom que ya se encontraban en la plaza cívica. En cuanto vió que la burbuja los cubrió por completo miró a Hermione que estaba alerta a que ningún muggle las viera.

- Ya están por empezar Hermione, falta poco para que los muggles salgan

- De acuerdo, hay que seguir alertas.

Una vez que los gritos de los muggles se escuchaban por todo el lugar, Hermione y Sophie sabían que era la señal. Muchos de los oficiales del Santo Oficio salieron de sus habitaciones y las chicas tuvieron que esconderse de ellos, podrían encarcelarlas a ellas también, porque a raíz de que Nidhogg trabajaba en el Santo Oficio, suponían que más magos tenebrosos trabajaban ahí también. Y es que esa estúpida guerra que los muggles habían iniciado en su contra, era el pretexto perfecto para poder deshacerse de los enemigos.

Hermione verificó que nadie estuviera en el pasillo. Estaba limpio. Las dos chicas caminaron con mucha cautela y llegaron hasta una puerta, perteneciente a la alcoba de Nidhogg. Hermione le hizo un movimiento son la cabeza a Sophie indicándole que ella abriera la puerta mientras que Hermione se preparaba para atacar. Sophie abrió la puerta de golpe con un Alohomora y Hermione estaba lista para lanzar la maldición Cruciatus, sin embargo la habitación estaba vacía

- ¡No hay nadie! – exclamó sorprendida Sophie - ¿nos equivocamos de habitación?

- No lo creo, Nidhogg estaba aqu

- Entonces, ¿en dónde está ahora?

Los ojos de Hermione examinaban con cuidado cada palmo de la habitación. Su cerebro trabajaba rápidamente buscando una posible respuesta a la pregunta que Sophie le había hecho De pronto sus ojos se detuvieron y se llenaron de terror, ella sabía en qué lugar estaba Nidhogg.

- ¡RON!

El grito que profirió Hermione fue escuchado por un muggle, un oficial de la Santa Inquisición que en cuento las vió, tomó su crucifijo implorando a Dios que las brujas se fueran. A pesar de que estaba preocupada por Ron, Hermione sacó de entre su vestido una cadena con un crucifijo que le había regalado su mamá cuando era pequeña y se la mostró al hombre. Él ahogo un grito al ver la cadena y la señal divina que colgaba del cuello de la bruja. Sophie sonrió al ver la expresión que el pobre hombre tenía en el rostro y luego le lanzo un hechizo inmovilizador, así les daría tiempo de irse. Una vez que el muggle quedó petrificado, miró de nuevo a Hermione

- Es hora de irnos, Ron dijo que si Nidhogg no estaba aquí que nos marcháramos al Caldero Chorreante

- Yo no me voy de aquí sin Ron, él está en peligro

- Hermione entiende por favor...

- Vete tú, yo me quedo con Ron

Hermione desapareció. Sophie se encontraba en el dilema de seguirla o cumplir con lo que habían acordado. La bruja desapareció también de la escena, dejando al muggle en el suelo, con los ojos llenos de terror.

Ron esperaba la señal de los chicos. El plan que había fraguado era muy complicado, sin embargo, era ideal, porque atacaban varios puntos de la vida muggle.

Ron siempre ha defendido su punto sobre que para vencer al enemigo hay que crearle distracciones y eso fue lo que hizo. La primera y gran distracción era el duelo que iban a comenzar Tom y John en la plaza cívica. La segunda sería la liberación de los presos muggles que tenían en algún lugar de las mazmorras. Estas dos distracciones servían para el ataque que las chicas le harían a Nidhogg, solo para mantenerlo ocupado, mientras que él liberaba a Alexa, enfrentándose a su guardián y a los dementores. Solo esperaba la señal.

Por una pequeña ventana, vió cuando la burbuja estuvo lista. Sabía que su momento había llegado. Salió de la oscuridad que lo ocultaba de sus enemigos y atacó con un hechizo inmovilizador al custodio de la puerta. Ron abrió de golpe la puerta que lo separaba de Alexa Emmerson y la vió encadenada a la pared con el dementor a un lado, mismo que ya se había puesto de pie y estaba a punto de darle su famoso Beso del dementor.

- ¡Expecto Patronus!

Un hermoso pegaso plateado salió de la varita de Ron. El dementor huyó ante el hechizo que le habían lanzado. El pelirrojo corrió hasta donde se encontraba Alexa quien abrió los ojos y le dirigió una mirada de agradecimiento eterno. Ron la liberó de sus cadenas, la ayudó a ponerse de pie y estaba punto de escapar con ella.

- Sabía que te encontraría aquí ¡Crucio!

Ron no pudo repeler la maldición Cruciatus que Nidhogg le había lanzado. Él y Alexa cayeron al suelo sometidos bajo los intensos dolores que esta maldición provoca. Nidhogg estaba a en la entrada de la celda, con la varita desenfundada, visiblemente enojado. Cuando el dolor por fin se detuvo, Ron se puso en pie y decidió que iba a proteger a Alexa con su vida si fuese necesario

- Sabía que estarías aquí, sabía que todo ese escándalo allá afuera era solo una trampa para distraernos... ¡¡Pero no soy un estúpido!!

- Si quieres pelea eso es lo que tendrás Nidhogg – dijo Ron

- ¡¡Pobre idiota, no sabes a quién te estás enfrentando!!

- ¡¡Si lo se!!

- Entonces sabrás que vas a morir

- ¡Krystallus homine!

El hechizo de cristal le dio en el brazo a Nidhogg e inmediatamente lo convirtió en cristal

- Veo que conoces de magia antigua, la última vez que escuché ese hechizo tenían las intenciones de matarme... hace un largo tiempo de eso, pobre estúpido de Mimir intentó hacerlo cuando lo mate... el muy imbécil, murió creyendo que me había vencido... ¡Crucio!

Ron logró evadir la maldición Cruciatus que Nidhogg le lanzaba. Nidhogg estaba empezando a impacientarse. Ambos magos levantaron las varitas. Ron miraba sonriente a Nidhogg que no entendía por que Ron tenía una sonrisa en el rostro si estaba a punto de morir.

- ¡Crucio!

Tres voces se escucharon lanzar el mismo maleficio. Nidhogg fue golpeado dos veces por la misma maldición y los efectos que le estaban provocando en el cuerpo eran insoportablemente dolorosos. Ron sonrió a la persona que estaba atrás de Nidhogg. Hermione estaba con la varita desenfundada, aún apuntando al lugar en donde antes estaba de pie el cuerpo de Nidhogg. Ron cargó a Alexa que no podía caminar y con la cabeza le indicó a Hermione que era hora de retirarse de ahí.

Ron, Alexa y Hermione estaban justo en la entrada principal y Hermione lazó algunas luces de colores al cielo para que John y Tom pudiesen verlas, aunque también fueron vistas por los cientos de muggles y oficiales del Santo oficio que ahí se encontraban. Tom y John entendieron el mensaje y desaparecieron del lugar. Hermione, Ron y Alexa hicieron lo mismo también. La burbuja poco a poco se fue disolviendo en el aire y solo quedaron los muggles confundios por lo que habían estado observando.

En la habitación del Caldero Chorreante, Paul y Sophie estaban impacientes. Su amigos aún no llegaban y ya pasaban de las tres de la mañana

- ¿Les habrá pasado algo Paul? – preguntó Sophie visiblemente alterada – me siento muy mal por no haber ido a buscar a Hermione

- Hay que tener confianza y fe en ellos Sophie, estoy seguro de que regresarán pronto

- Eso espero...

Paul y Sophie escucharon a alguien subir las escaleras. Sophie corrió a abrir la puerta y vió como todos sus amigos estaban ahí, sonriéndole. Ron entró con Alexa en brazos, Hermione Tom y John entraron después.

- ¡¡Alexa!! – gritó Sophie – amiga me da tanto gusto que ya estés aquí...

- Y a mi me da gusto verlos a todos de nuevo. – sonrió débilmente Alexa, pero muy feliz de estar de nuevo en casa.

- Lo mejor será que la llevemos a San Mungo para que le curen las heridas – comentó Paul – aquí no tenemos los instrumentos necesarios

- Además de que tengo la certeza de que Nidhogg vendrá a querer atacarnos – comentó Hermione

- Hermione tiene razón – señaló Ron – lo mejor será que todos vayamos a San Mungo y nosotros tal vez a hospedarnos es Hogsmeade

- Eso no será necesario chicos – sonrió John – nuestra casa en el valle del Godric puede hospedarlos por el tiempo que necesiten, ¿verdad Paul?

- Será un honor tenerlos en la casa chicos – sonrió Paul

- Bien, entonces no perdamos tiempo y vayamos a San Mungo, antes de que llegue Nidhogg

Los siete magos desaparecieron del Caldero Chorreante dejando a tras el enfrentamiento que tuvieron con Nidhogg y los muggles.

Una semana después, Ron, Hermione y Tom, vestidos con sus ropas muggles entraban a San Mungo. Ahí ya los esperaban los gemelos Paul y John Potter y Sophie. Ese día darían de alta a Alexa.

- Los estábamos esperando – sonrió Sophie – Alexa quiere hablar con ustedes

- Bien, entonces no hagamos esperar a nuestra amiga – sonrió Tom

Los tres chicos entraron a la habitación de Alexa, en donde una mujer blanca, con cabello dorado y sonrisa perfecta los saludo amablemente

- Es muy agradable verte sonreír después de todo lo que pasaste Alexa – comentó Hermione

- Es un placer para mi verlos de nuevo.

- ¿Querías hablar con nosotros? – preguntó Ron

- Así es Ron. Sophie y los Potter me contaron que vinieron a buscar la llave de la entrada a Avalón, la llave que tanto quería Nidhogg

- Bueno, si, por eso venimos – respondió Ron

- ¿Para qué quieren la llave? – preguntó Alexa

- Sucede que hubo un evento en el pasado. Alguien robó uno de los triángulos de poder de la isla de Avalón y desestabilizó la vida del mundo mágico. El mundo mágico se destruirá si no conseguimos regresar el triángulo a tiempo.

- Avalón es un lugar de muchos peligros – señaló Alexa en tono muy serio – deben de tener mucho cuidado cuando lleguen a enfrentar a los guardianes...

- ¿A qué te refieres Alexa? – preguntó Tom

- No puedo decirles más chicos, no es mi deber, sin embargo, recuerden que la fe y la esperanza es lo último que pueden perder... les voy a dar la llave

- ¿De verdad? – preguntó sorprendida Hermione

- Ustedes no solo salvaron la vida, sino la de muchos muggles inocentes. Se arriesgaron por alguien a quien no conocían... además, necesitan la llave para salvar al mundo mágico. Tengan.

Alexa cerró los ojos colocó las palmas de las manos juntas y concentró toda su energía en ellas. Una luz dorada envolvió las manos de Alexa y de pronto, desapareció. Alexa abrió las manos y ahí estaba una llave dorada. Una llave reluciente, que tenía un solo diente y que tenía grabado un sol.

- Esta es la llave de la confianza y la paciencia – comentó Alexa – solo la podrán usar si realmente tienen confianza ciega en sus acompañantes y paciencia para soportar las calamidades que en Avalón se les presenten. Un a cosa más. El mundo mágico esta cambiando por completo. Nidhogg debería de estar muerto, sin embargo, vino a nuestro tiempo a causar contratiempos. En sus manos está el destino de todos. Espero que tengan éxito

- Sabemos que la misión que nos encomendaron es muy difícil Alexa, pero ten por seguro que haremos hasta lo imposible por que el mundo mágico regrese a la normalidad y la estabilidad que necesita. Ahora tenemos que irnos. – dijo Ron

- Lo sé. Buena suerte chicos.

- Muchas gracias por todo Alexa – sonrió Hermione

- Gracias a ustedes. Hermione una cosa más.

- Dime Alexa...

- Si no cuidas a Ron, lo regreso al pasado para que se quede conmigo

- No te preocupes, lo cuidaré...

Los tres chicos salieron de la habitación de Alexa. Se despidieron de Los gemelos Potter y de Sophie y salieron del hospital hasta llegar al bosque que se encontraba frente a ellos. Formaron el triángulo de nuevo y Hermione se colgó la llave al cuello. Se tomaron de las manos y pensaron justo un minuto después de cuando habían partido de la cabaña de Hermond.

Todo se volvió negro, parecía como si volaran o flotaran en el espacio, solo que sin estrellas y cuando se estaban acostumbrando a la sensación, algo los golpeó de pronto. Ahora también volaban, pero a una velocidad extraordinaria y parecía como si lo hicieren hacia a tras. A su alrededor, se veían manchas de colores de todos tamaños y formas... imágenes por todos lados, pero nada en concreto, nada real, todo se veía borroso... Sin previo aviso llegaron a la cabaña de Hermond. Ahí estaban Jack y Josh que los veían sorprendidos no solo porque habían partido hacia tan solo unos momentos antes, sino por las ropas que traían. Después aparecieron los demás. Los tres sonreían, parecía que habían pasado muchos años desde que habían dejado de ver a sus amigos. La voz de Hermond los sacó de sus pensamientos.

- Bienvenidos de regreso chicos, creo que la primera parte de la misión ha sido todo un éxito – sonrió Hermond – ahora, un nuevo grupo tendrá que ir al año 502, con el mago Mimir y con el mago Merlín, ellos conocen el camino a Avalón. Pero tengo que advertirles que esta segunda parte es mucho más difícil, porque tendrán que poner a prueba sus habilidades como magos y aurores.

Los chicos se miraron de nuevo. Ninguno se veía cansado ni agotado, pero sabían perfectamente que no podían viajar todos.

- Bien, esta ocasión, yo les diré quiénes no podrán hacer el viaje. Neville y Tom, se quedarán con Josh, Jack y conmigo, los vamos a necesitar.... aquí., los demás, ya saben como viajar en el tiempo. Que tengan éxito y espero que regresen pronto, un minuto después de que se vayan. Ah! Y antes de que se vayan, por favor, díganle a Merlín que se aleje de la dama del lago y envíenle mis saludos a esos dos viejos magos

- De acuerdo Hermond- sonrió Harry

Hermione, Ron, Harry, Ginny, Draco, Athena y Kate partieron de nuevo a cumplir con la segunda parte del plan que habían fraguado para salvar al mundo mágico.