La llave del Honor y el Amor

Primera Parte.

Hermond cerró la mano izquierda y pasó la mano derecha encima de ella. Cuando la abrió, tres giratiempo estaban en la palma de su mano.

- Esta será su forma de viajar – comentó Hermond – con el giratiempo. Estos no son giratiempo normales, con estos relojes se viaja a donde uno quiera, la época y el año que uno desee, pero es necesario que se concentren. Harry, Kate y Ron, serán los encargados de cada reloj – mientras Hermond decía los nombres, entregaba un reloj a cada uno – y ahora, prepárense para viajar, formen un triángulo y tómense de las manos – los nueve brujos que viajarían por el tiempo siguieron las órdenes de Hermond – recuerden que para regresar tendrán que tomar la misma formación y pensar justo un minuto después de que partan, bien, ahora cierren los ojos y concéntrense.

Harry Ginny y Neville observaron como uno a uno, sus amigos fueron desapareciendo de la cabaña, hasta que solo quedaron ellos tres.

- Muy bien chicos, su turno – señaló Hermond – ahora, ustedes concéntrense en el año 1843 en Londres, Diana estaba de vacaciones ahí. Tengan cuidado y suerte chicos

Harry le dio vueltas al giratiempo e inmediatamente todo se nubló. Harry ya había viajado por el tiempo, pero no recordaba que la sensación fuera tan peculiar. Sabiendo que sus compañeros, Neville y Ginny no lo habían hecho nunca, trato de tranquilizarse para brindarles confianza a ellos. Al principio era como un terremoto, todo se movía y no había luz, reinaba la oscuridad. Cuando el remolino de luces llegó, Harry sujetó fuertemente la mano de Ginny. No pensaba dejarla sola ni un solo momento. Las luces de colores terminaron pronto y ellos aparecieron en el sótano de una vieja casa.

Aturdidos y un poco mareados, los chicos abrieron los ojos. Estaba oscuro, pero eso no les impedía ver que estaban en el sótano. Neville fue el más afectado de todos, no podía mantenerse en pie.

- ¿Están bien todos? – preguntó Harry

- Si Harry – sonrió Ginny – aunque creo que Neville necesita un poco más de tiempo...

- Eso de viajar en el tiempo no es muy productivo... estoy sumamente mareado.

- Se pasa dentro de unos minutos... tendrás que esperarte... – dijo Harry

- Ni modo... ¿estamos en una casa verdad? – preguntó Neville

- A decir verdad creo que en el sótano de la casa – corrigió Ginny

- Tenemos que buscar a Diana Andrews lo más pronto posible, hay que salir de aquí.

- De acuerdo Harry – dijo Neville

- Primero deberíamos cambiarnos chicos. Necesitamos ropa muggle.

La idea de Ginny tenía lógica. Había que cambiarse si iban a salir al exterior para buscar a Diana. Cada uno tomó su varita y ejecutó el hechizo Cambiare. Sus ropas eras diferentes. Ginny tenía un hermoso vestido beige con pequeñas flores azules en él, un sombrero con flores amarillas que le cubría parte el moño que le se había formado en el cabello. Harry y Neville traían pantalones grises, un saco negro para Harry y azul para Neville. Ambos tenían sombreros y bastones. Cualquiera que los viera en la calle o dentro de la casa, supondría que eran de la nobleza británica.

- Er... Harry...

- Dime Gin...

- ¿Tengo que usar este terrible armazón?

Ginny señalaba a la estructura metálica que le había aparecido bajo el vestido para abultarlo más.

- Creo que si Gin, si apareció con tu vestido, tal vez sea necesario.

- Lo que pasa chicos es que estamos en pleno periodo victoriano en Gran Bretaña. A la reina Victoria le gustaban esas cosas que traes puesta y todas las chicas las usaban, lo siento Gin, pero creo que si te tendrás que quedar con ella – aseguró Neville

- De acuerdo... no me gusta, pero esta bien.

- ¡¡Pero si te vez hermosa Gin!! – expresó Harry – no tienes porque preocuparte...

Una vez que estuvieron de acuerdo a la época, los chicos subieron por las escaleras del sótano. Entraron a una casa vieja, bastante vieja, sin embargo, llena de los lujos y las comodidades del siglo XIX. Ginny estaba fascinada, Neville encantado y Harry preocupado. Mientras que Ginny y Neville querían seguir disfrutando de la casa hermosamente amueblada, a Harry le urgía salir de esa casa.

- Chicos, se que les encanta el lugar, pero tenemos que irnos, hay que encontrar a Diana y no permitir que nos vean acá adentro.

- Harry, tienes razón, salgamos de aquí.

Ginny lo miró con cierta resignación en los ojos, pero convencida de que Harry tenía la razón. Los chicos salieron por la puerta trasera y se encontraron en el centro de Londres. Los árboles, los parques, las pocas avenidas empedradas, los primeros edificios, los castillos de los nobles... Londres era magnífico.

Caminaron un rato más siendo presa de la curiosidad clásica de alguien que llega a un lugar que no conoce. Iban disfrutando mucho del paisaje, pero no sería por mucho tiempo.

A lo lejos, unos guardias reales se acercaban a ellos, venían marchando. La gente corría abriéndoles el paso y mirando preocupados hacia donde los guardias se dirigían. Ninguno de los tres miembros de la hermandad imaginaba que esos hombres venían por ellos.

Al llegar a unos cuantos metros de distancia, los guardias se colocaron en posición de ataque y apuntaron con sus armas a los tres chicos. El soldado que venía a cargo, se adelantó unos pasos más y dijo con voz fuerte.

- Señorita Weasley, señor Potter y señor Longbottom quedan arrestados por traición a la corona inglesa.

- ¡¡¡¡¿Arrestados?!!!! – gritó Neville

- ¿De qué se nos acusa señor? – preguntó Harry

- De atentar contra la libre soberanía de la Reina Victoria organizando una revolución en su contra. ¡Guardias, aprésenlos!

Los chicos estaban consternados. Tenían solo algunos minutos de haber llegado a ese tiempo y ya los estaba acusando de algo. No opusieron resistencia alguna al arresto, para no provocar más problemas y agregar más cargos de los que supuestamente ya habían hecho. Pero eso no les quitaba la preocupación de ser acusados y ser inocentes. Harry pidió en vano una audiencia con la reina, los guardias le aclararon que los reyes no hablaban con traidores ni mucho menos con presos.

Los chicos caminaron entre las calles de Londres siendo custodiados por los guardias que los llevaban a la prisión que se encontraba en donde antes había sido el Edificio del Santo Oficio en la época Medieval, la prisión para reos sumamente peligrosos. La gente los miraba y murmuraba algunas palabras que ninguno de los miembros de la hermandad lograba escuchar, sin embargo, en el rostro de las personas se veía desconcierto, tal vez era porque parecían nobles y los estaban acusando.

Cuando llegaron, Harry y Neville abogaron porque Ginny fuera liberada, pero sus demandas no fueron escuchadas y Ginny fue enviada a la sección de mujeres en la prisión.

La prisión era muy parecida a Azkaban, solo que sin los dementores y sin los dragones que ahora la vigilaban. Increíblemente fría, con un penetrante olor a humedad y a suciedad, la prisión del Santo Oficio (como solían llamarle los muggles) era la pesadilla de muchos muggles. Para los chicos de la hermandad que habían estado muchas veces en Azkaban, era solo una prisión más.

Harry y Neville fueron encerrados juntos en una celda en la que apenas cabían ellos de pie. No había camas, ni nada en que sentarse, excepto el suelo. Harry se sentó. El lugar era más oscuro que la noche y le provocaba escalofríos por todo el cuerpo. Aún así tenía una sola cosa fija en el pensamiento: Ginny.

La menor de los Weasley estaba en una prisión relativamente un poco más grande que la de los chicos, sin embargo estaba igual de oscura y húmeda. Muchas mujeres más igual que ellas se encontraban en ese lugar, algunas lloraban, otras maldecían... unas más rogaban por un poco de agua y pan. La situación era terrible.

Ginny observó toda la celda. No había nada más que oscuridad. Nadie la miraba. Metió la mano en una bolsa del vestido y pudo tocar lo que le ayudaría a salir de allí. La varita mágica. Con mucho cuidado y vigilando de que nadie la observara, la varita empezó a deslizarse hacia arriba, unos cuantos centímetros más y Ginny desaparecería de ese horrendo lugar.

- No sabían que me habían traído compañía... lamento no haberla notado antes Madame... espero que disculpe mi descortesía.

Ginny soltó inmediatamente la varita, sacó la mano de la bolsa y dirigió la mirada hacia el lugar de donde provenía la voz. La celda seguía oscura, y no veía absolutamente nada, hasta que la chica que le había hablado, caminó hasta donde estaba ella. Era una chica de unos 20 años, con el cabello lacio y rubio, tanto como el de Draco. A pesar de que su rostro mostraba las terribles huellas del sufrimiento atroz por estar en la prisión, la chica no dejaba de sonreírle a Ginny.

- No puedo decir que es un placer tenerla aquí Madame – continuó la chica – No le deseo estar aquí ni a mi peor enemigo y vaya que si tengo varios, estoy casi segura de que alguno de ellos fraguó un plan para encerrarme... ¿por qué esta aquí usted?

- A decir verdad... no lo se – respondió Ginny acercándose a la chica para observarla mejor – solo nos detuvieron cuando caminábamos por las calles de Londres acusándonos de traición a la reina.

- ¿Traición?... ese es un cargo muy grave Madame....

- Virginia Weasley... pero prefiero Ginny...

- De acuerdo Ginny... la traición es uno de los cargos inexorables.

- ¿Tú por qué estas aquí?.

- Ah!! nadie más sabe que estoy aquí Ginny...

- No entiendo...

- Todas las personas a quien conozco creen que aún estoy en casa, y que sigo con mis labores de siempre...

- Pero tarde o temprano se dará cuenta de que desapareciste...

- No lo harán... hay alguien más cubriéndome...

- ¿Cubriéndote?

- Si Ginny... hay alguien más que se apoderó de mi vida y de mi persona... es idéntica a mi

- ¿Tu hermana tal vez?...

- No tengo hermanas. Es una poción multijugos a mi parecer...

- ¡¡¿Eres bruja?!! – preguntó Ginny sorprendida

- Así es Ginny, soy bruja al igual que tú...

- ¿Y tú como sabes que yo...

- Simple, esta celda en particular, solo pueden entrar y verla magos y brujas. Quien me apresó siempre viene con mi apariencia a decirme que mis queridos muggles vana sufrir dolores innombrables... Así que, si a ti te encerraron aquí es porque también eres una bruja... ¿me equivoco?

- No, no te equivocas. Soy una bruja también, pero vengo del futuro, tenemos una misión que cumplir... venía con otros dos chicos, pero son apresaron...

- Supongo entonces que habrá sido alguien que sabía que ustedes vendrían... ¿puedo preguntar a qué vienen?

- Somos miembros de la Hermandad de la Niké en mi época y tenemos la misión de encontrar a Diana Andrews

- Ah!! que casualidad...

- ¿También la buscas?

- No. Yo soy Diana Andrews.

En la celda de los chicos, Harry seguía preocupado, pensando en el lugar en donde estaría Ginny y si estaría bien. Neville estaba de pie en los barrotes. Azkaban no le gustaba y esa celda no era la excepción, y es que era tan parecida a Azkaban... Unos pasos sacaron de sus pensamientos a ambos chicos. Harry se puso de pie y fue a ocupar un lugar junto a Neville en espera de quien llegara. Tal vez les podrían dar oportunidad de explicarse y liberarlos.

Los pasos se acercaron más y más a la celda de los chicos hasta que ellos pudieron visualizar a quien venía caminando. Una chica. Y no venía sola. Un hombre alto y mal encarado la acompañaba. La chica caminó hasta donde la luz podía mostrarla mejor y se detuvo frente a la celda de los chicos. Era una chica de unos 20 años, con el cabello lacio y rubio. Ella les sonrió y Neville sintió un leve dolor de estómago.

- Ah... Harry, Neville se ha cometido un grave error con ustedes – dijo la chica sonriendo a los dos – vengo a sacarlos de aqu

- ¿Cómo supo nuestros nombres Madame? – preguntó Harry

- Es una situación complicada... una vez que hayamos salido de aquí les explicaré que está pasando

- ¿Podemos conocer su nombre Madame? – preguntó Neville

- Ya lo conocen. Vinieron desde muy lejos solo por eso... pero como les dije anteriormente, no es momento de discutir eso...ya tendremos tiempo. He hablado con la guardia real y aunque me ha costado mucho convencerlos, me han dado su custodia. Eso significa que pueden salir libres de aquí.

- ¿Libres? – preguntó Harry

- Así es mi querido Harry, libres, han sido absueltos...

- ¿Y Ginny? – preguntó Harry - ¿qué pasará con ella?

- La señorita Weasley se encuentra bien, ya he mandado por ella. Supongo que van a liberarla dentro de algunas horas...

- ¿Por qué no la liberan ahora? – preguntó Harry dudando de la mujer que tenía frente a él

- Bueno, los procedimientos para liberar a una mujer son distintos Harry, así que tendrás que esperar, pero no mucho. ¿Nos vamos?

El guardia abrió la celda y Harry y Neville salieron de ella. La chica seguía sonriendo. Caminaron por los lúgubres pasillos de lo que antes habían sido las celdas de tortura hasta por fin llegar al exterior. Al principio, la luz lastimó un poco a los chicos que ya se estaban acostumbrando a la oscuridad de su celda, pero después pudieron ver con agrado de nuevo, las calles de Londres.

La chica los condujo a un carruaje, los tres subieron a él y dejaron la horrible prisión atrás. Viajaron a unos cuantos kilómetros, no salieron de Londres completamente, pero si estaba fuera del ruidoso centro de Londres. Llegaron a una hermosa casa, una gran y elegante casa de ladrillos color gris. Una puerta de madera con un pequeño techo de dos aguas y dos columnas al lado. A Harry le recordaba la casa del padre de Kate, el último lugar en donde habían podido tener algo de paz, el último lugar donde había tenido una charla con Ginny, antes de que todo eso iniciara. La chica los invitó a pasar y Neville quedó maravillado de nuevo por el decorado. A Harry no le importaba, quería que Ginny saliera ya de la prisión.

- No te preocupes Harry, ella saldrá pronto del lugar... yo misma estoy haciendo los trámites... – dijo la chica al ver el rostro de Harry

- Me gustaría ya tenerla aquí a mi lado... – dijo Harry

- Yo lo se... perfectamente...

- Madame – interrumpió Neville – lamento interrumpir, pero ahora si podría darnos su nombre

- Ah!! claro Neville... supongo que tendrán muchas dudas sobre quien soy, como llegue hasta ustedes conozco sus nombres y de cómo es que los apresaron... bien, permítanme iniciar. Mi nombre es Diana Andrews, miembro de la Hermandad de la Niké de esta época además de ser la mejor adivinadora y profeta que todo el mundo mágico tendrá nunca. Yo sabía que venían y se a que vienen, pero alguien más lo sabe también. Hay una bruja que se hace pasar por mi gracias a una poción multijugos. Ella descubrió que ustedes venían y lo primero que hizo fue hacerse pasar por mi para dar la orden de que los apresaran... es una mala mujer, al principio puede parecer una chica llena de dulzura, pero lo único que quiere es destruirlos, ella fue la que los traicionó, no es una mujer digna de confianza. Afortunadamente la apresamos. Esta en prisión ahora esperando ser trasladada a Azkaban.

Harry y Neville estaban asombrados. Había alguien del pasado que a sabía que iba a estar ahí, alguien que ya había atentado contra ellos, una doble de Diana Andrews.

- Señorita Andrews... me permite un segundo por favor – dijo un hombre acercándose hasta donde ellos se encontraban

- Por supuesto Harold... chicos él es Harold Walters es mi consejero, también pertenece a la mundo mágico. Permítanme unos segundos, siéntanse como en su casa.

Los chicos se quedaron en la sala mientras que Diana y su acompañante se dirigían a una parte del estudio. Una vez que entraron ahí, Diana sacó su varita y pronunció un hechizo para que los chicos no escucharan nada.

- ¿Qué quieres Joseph? – dijo la chica

- Mi señora, me informaron que la chica está en la misma celda de Diana

- No me importa en dónde esté... mientras que no salga libre... si puedes hacer algunos arreglos para que las mismas prisioneras la maten me harías un favor.

- ¿Y los chicos señora?... ¿qué sucederá con ellos?

- De ellos yo me encargo Joseph, tú atiende lo que te dije.

- Como usted ordene.

Joseph desapareció del lugar y Diana Andrews regresó a la sala donde los chicos la esperaban ansiosos.

En prisión, Ginny y Diana tramaban algo para poder salir del terrible lugar en donde se encontraban. Y cuando antes, mejor.

- Tal vez si le habláramos al guardia y una de nosotras lo golpeáramos con algo...

- Diana...

- Ya se que suena extraño, pero...¿qué otra cosa podemos hacer?

Ginny le sonrió. Metió la mano a la bolsa del vestido y sacó la varita mágica. El rostro de Diana cambió completamente. Ahora sonreía

- ¿Tienes una varita y no me lo habías dicho Ginny?

- No me dejabas hablar Diana...

- Lo siento, bien, entonces creo que tú podrás desaparecer y luego regresar a buscarme...

- No, saldremos de aquí las dos. Utilizaremos un poco de magia antigua que me enseñó una amiga, pero necesitamos un lugar seguro para llegar.

- Tienes razón. Tal vez si llegamos a la casa de alguno de los miembros de la hermandad y les explico lo que está sucediendo...

- Esa es una buena idea. Entonces necesito que te concentres en el lugar a donde vamos.

Diana puso muy clara en su cabeza la imagen de una de las casa de sus compañeros de la hermandad. Ginny tomó la mano de Diana y desaparecieron en la oscuridad de la celda. Minutos después aparecieron de nuevo en el sótano de la casa.

- ¿Era aquí?

- Si Ginny. Estamos en el sótano de la casa de Adam Weasley, uno de mis mejores amigos, además, el que me sigue en el mando dentro de la hermandad.

- ¿Dijiste Weasley?... ¿Crees que sea...?

- ¿Pariente tuyo?.. probablemente...Vamos a buscarlo.

Diana y Ginny salieron del sótano dirigiéndose a la biblioteca de la casa, el lugar en donde se suponía que siempre estaba Adam. Ginny tenía mucha curiosidad por saber si ese Adam Weasley era parte de su familia también. Jamás había escuchado hablar de él. Ginny abrió la puerta con un Alohomora y ambas chicas encontraron a Adam atareado, revisando algunos libro de magia antigua y escribiendo notas de ellos.

- Tu siempre trabajando...¿cierto Adam?

Adam levantó la mirada. Ginny se dio cuenta de que era exactamente igual a Charlie. Los mismos ojos, la misma expresión cuando estaba ocupado, el mismo color de pelo. No existía duda alguna de que Adam Weasley era parte de su familia. El chico, de unos 22 años miró extrañado a Diana y a Ginny. No sabía que decir

- Creo que te sorprende verme... lo supongo... no es fácil...

- Diana... – interrumpió Adam – te acabo de ver hace una hora, antes de que fueras por los chicos que apresaron por error... – Adam miró la ropa de Diana gastada por el tiempo que había estado en prisión - ¡Pero por Merlín!... ¿qué te sucedió?

- ¿Así que tú también Adam? – preguntó algo decepcionada Diana - ¿A caso no sabes reconocer a la Diana Andrews verdadera?

- ¿Diana verdadera?... – Adam tenía cara de no entender absolutamente nada de lo que estaba pasando – espera un momento... dime cuál es mi segundo nombre...

- Adam, nunca te ha gustado que te diga así... es más creo que ese secreto se fue a la tumba con tu madre...

- Solo responde mi pregunta.

- Percybal

- ¡¡DIANA!!

Adam saltó desde el otro lado del escritorio y corrió a abrazar a su mejor amiga. Ginny los miraba divertida. Adam tenía también el carácter de los gemelos...

- ¿Qué te paso Diana? – preguntó Adam

- Hay alguien en mi lugar...

- De eso ya me pude dar cuenta...

- Estaba recolectando bulbos para mi siguiente poción y me atacaron a traición. Desperté en una celda hechizada por el encantamiento Fidelio. Y llegó una mujer de mi mismo aspecto a decirme que la hermandad iba a tener muchas dificultades, que ella se encargaría de destruirnos a todos, uno por uno... dos días después apareció Ginny en mi celda y dado que a ella no le quitaron la varita, pudimos escapar.

- ¿Ginny? – Adam miró por primera vez Ginny quien le ofreció una cálida sonrisa a quien suponía un abuelo muy lejano – lamento no haberme dado cuenta de su presencia señorita, pero es que suelo ser muy distraído. Adam Weasley para servirle...

- Virginia... pero me gusta más Ginny...

- ¿Ginny? – preguntó Adam divertido – cuando yo tenga una hija le pondré Ginny, me gusta el nombre...

- Bien Adam – intervino Diana – vas a tener que ayudarme. La Diana falsa debe haberse enterado ya que hemos escapado de prisión, tenemos que escondernos.

- De acuerdo jefa – sonrió Adam - ¿por qué no van al sitio de reunión de la hermandad?

- Porque podría llegar la Diana falsa... – comentó Ginny

- Cierto Ginny... entonces quédense en casa... tú, bueno, ella nunca viene para acá... – dijo Adam

- Muy bien, nos quedamos aquí – confirmó Diana

Adam sonrió y segundos después, como si una gran idea le hubiera llegado a la cabeza, miró a Ginny. La chica se sorprendió de la forma tan extraña en la que Adam la miraba.

- ¿Tú de donde eres?

La pregunta de Adam hizo sonreír a Ginny quien ya estaba empezando a temer que Adam hubiera descubierto que ella era de su familia.

- Vengo del futuro. Soy miembro de la Hermandad de la Niké también y veníamos en busca de Diana para que nos ayudara... pero cuando llegamos, nos tomaron presos y nos acusaron de alta traición a la reina Victoria

- ¿Alta traición?... eso es grave – dijo Adam - ¿pero acababan de llegar?

- Si, teníamos unos cuantos minutos, tal vez diez de haber aparecido en esta época.

- Eso significa que alguien ya sabía que vendrían – comentó Diana y Adam asintió con la cabeza

- ¿Y tu venías con Potter y Longbottom? – preguntó Adam

- Si, Harry Potter y Neville Longbottom… son mis amigos... ¿sabes en donde están?

- Si, con la Diana falsa, ella hizo todos los arreglos para liberarlos, nosotros no sabíamos porque tanto empeño en sacarlos de prisión... pero ahora estoy seguro que están con ella. Dijo que se los llevaría lejos de aquí, que eran conocidos de ella. Sin embargo, jamás habló de una chica, siempre hablo de Potter y Longbottom.

- ¿Creen que estén en peligro? – el rostro de Ginny reflejaba una angustia infinita gracias a lo que Adam acababa de decirles.

- Tal vez Ginny – dijo Diana – y es precisamente por eso que tenemos que tener cuidado y hacer un plan para atacar a la Diana falsa...

- Y hay que reunir a los chicos de la Hermandad...

- Saben, creo que lo primero que tenemos que hacer es colocar un hechizo a esta casa para que no nos encuentren – interrumpió Ginny a Adam

- Ginny tiene razón... hay que hechizarla – comentó Diana

Ginny levantó la varita y lanzó una variante del encantamiento Fidelio que oculta toda la casa. Con esta variante solo se ocultaban Ginny y Diana y no importaba que estuvieran en la misma sala que el enemigo, mientras Adam no revelara que ellas también estaban en la casa, nadie podría verlas.

Adam llamó a los demás miembros de la Hermandad para hacerles ver el error en el que habían caído engañados por la Diana falsa. Diana tenía solo una idea en la cabeza, atrapar a quien la estaba supliendo.

- Tenemos que atraparla – susurró Diana

- Y la atraparemos... mis amigos pueden estar en problemas...

- Tranquila Ginny, los encontraremos.

En otra casa del dentro de Londres, Harry y Neville estaban tranquilos, creyendo que ya todo saldría bien...