Airen S: mi querida hermanita, muchas gracias por los ánimos... ojalá y tengas razón
Ghiret: Me agrada la idea de que te guste ,a historia... Rita, bueno, ella es importante en los siguientes capítulos...
Ginny Potter: Claro que va a haber romances y muchas parejas, pero se descubrirán más adelante...
Rakshah: Bueno, estoy tratando de mejorar lo de la narración y los diálogos... espero pronto encontrar la solución...
Muy bien, ahora si, espero que disfruten el tercer capítulo y espero sus comentarios... Por favor, Dejen Reviews.
Andrea
La bruja muggleEra una mañana típica de Londres. La neblina se encontraba invadiendo las calles y en especial la zona residencial de Kensington que se encuentra cerca del corazón administrativo de Londres y los centros gubernamentales: Whitehall, el edificio del Parlamento (llamado oficialmente Palacio de Westminster), el Saint James's Palace, residencia del Príncipe de Gales, y el Buckingham Palace (residencia de la reina en Londres). En una de las casas de mayor prestigio Kensington vivía uno de los miembros del parlamento, que en esos momentos se encontraba en el gran comedor adornado al estilo clásico tomando el desayuno con su hija.
- Así que las desapariciones de los niños están siendo más frecuentes, por eso todo el parlamento está vuelto loco, Kathelene – le dijo el señor a su hija una chica de unos 20 años, de estatura media, piel color canela, cabello castaño claro y con rizos que le caían sobre los hombros.
- No te preocupes papá, aunque es muy raro que de pronto desaparezcan niños por todo el Reino Unido – le contestó Kathelene a su papá que era un señor de unos 40 años, del mismo color de piel que su hija, ojos grises y cabello negro con alguna que otra cana en él.
- Si, es extraño, pero y tú, ¿Qué harás el día de hoy? – le preguntó su padre - ¿Verás a tus amigas?
- Ah.. si papá, claro, iremos de compras – dijo Kathelene y por debajo de la mesa cruzó los dedos.
- Que bueno que te diviertas hija, me da gusto que ya no te quedes en casa, aunque el clima no es muy agradable – le sonrió su padre y Kathelene sintió un vacío en el estómago, resultado del sentimiento de culpa por mentirle a su padre.
- Señor Britter, el coche le espera en la entrada –interrumpió la conversación una mujer de la servidumbre.
- Gracias Marie, Bueno, creo que ya tengo que irme antes de que los señores del parlamento vengan a buscarme hasta mi propia casa – dijo Richard Britter, que en ese momento se levantó, le dio un beso en la frente a su hija y salió hacia el recibidor de la casa. Tomó su sombrero y salió por la puerta.
Kathelene se quedó sentada terminando su desayuno y una vez concluido este, se levantó y fue directamente al teléfono. Marco un número y espero la respuesta.
- ¡Hola perezoso!, ya es hora de que despiertes, recuerda que tenemos que ir a examinar... bueno, lo que tu ya sabes. Si, te espero y no vayas a retrasarte como la última vez por favor. Adios y ya levántate. Sí un beso para ti también. Nos vemos.
- Vaya, señorita Kate, ¿creo que la salida no será con sus amigas, otra vez, verdad? – le dijo la voz que un hombre que la estaba observando.
- ¡Hay mi querido Walter!, ya sabes que no puedo evitarlo – y le sonrió maliciosamente al hombre que estaba de pie junto a ella. Era un hombre alto, delgado, con el cabello blanco como el algodón y un pequeño bigote que le hacia verse muy gracioso.
- Si su padre se entera...
- Pero tú no le dirás que no he salido con las aburridas de mis amigas ¿cierto Walter? – interrumpió Kate
- Si señorita, como siempre me tiene de su lado, pero con una condición: que no se acerque a los muelles otra vez. Ese no es lugar para las niñas como usted, ahí solamente hay mal vivientes que pueden dañarla
- No te preocupes Walter, esta vez no me acerco a los muelles por nada del mundo – le aseguró Kate, pero cruzó los dedos de nuevo sin que lo notase Walter.
Después de eso, Kate subió por unas largas escaleras de mármol a su habitación. Era una gran habitación iluminada por un gran candelabro al centro que tenía una gran cama con almohadones y colchas de color lila tenue, dos buroes con una lámpara cada uno, una mesa de centro con dos sillas para tomar el té, un tocador con un espejo enorme en el que se reflejaba casi toda la habitación, un balcón con gran ventana por la que podían verse las demás casas, un sillón que hacía juego con la mesa de centro, y un gran baúl de madera. Kate entró a su habitación y la observó. Luego se dirigió hacia el balcón y de la repisa movió la cubierta y uno de los maderos. De ahí sacó un pequeño amuleto que era un círculo con una figura en el centro. Una estrella de cinco picos con la inscripción tetragramatrón. Lo miró por un tiempo y luego se lo puso al cuello con una larga cadena de plata. "Y ahora a los muelles", pensó Kate y salió de su habitación tomando una pequeña mochila de color marrón.
Salió de la casa a pie a toda velocidad. Llevaba unos jeans de color azul petróleo, un suéter azul cielo y unos tenis para caminar más rápido y se dirigió sin vacilar hacia los distritos de trabajadores del East End de la ciudad, en donde se encontraban los muelles.
Una vez ahí, se sintió aliviada por la brisa que le llegaba directo al rostro y tomó rumbo hacia una pequeña y lúgubre calle en donde se encontraban comercios muy peculiares.
Casi nadie de los que estaba por ahí le prestaba atención a esa calle, excepto Kate, que le gustaba mucho mirar las tiendas que ahí se encontraban. Eran extrañas y llenas de cosas raras que a Kate le atraían. Libros viejos en una, Reliquias en otro más adelante, una más en donde se adivinaba el futuro por diversos medios y casi al fondo, una en particular en donde vendían cualquier clase de cosas. Llegó justo frente de esta última tienda. Leyó el título de nuevo, que eran una de las cosas que más atención le llamaban "Little Hogsmeade" . Sin pensarlo más, Kate empujó la pequeña puerta de madera y entró al lugar. Una pequeña campanita había sonado cuando la puerta se abrió, pero nadie había acudido a atender como siempre ocurría. Todas las veces que Kate había entrado en esa tienda, nadie salía a ver quién llegaba, así que de las muchas cosas que le llamaban la atención, nunca había podido comprar nada. La tienda era un pequeño cuartucho repleto de un sin fin de cosas: dulces y golosinas de una lado; libros de pastas muy viejas en otro estante; frascos con sustancias de nombre muy peculiar; una sección denominada "Animales" en la que había ratas, escarabajos, dos lechuzas y muchos otros animales más; un pequeño armario que contenía túnicas de todos colores, pero que parecían ser ya de uso y arriba de ese armario, cajitas de cartón que parecían contener trozos de madera porque tenían algunos letreros como "cedro, 23cm.", "pino 28cm", "oyamel 30cm" y otros por el estilo. En el mostrador de la tienda, había una caja registradora con varios amuletos, hojas de papel (o si no lo era, se le parecía mucho), plumas de algunas aves y tinteros.
A Kate le gustaba mucho el lugar porque podía examinar todo lo que ella quisiera durante el tiempo que quisiera porque nadie la molestaba y prácticamente ya había recorrido toda la tienda, solamente le faltaban dos cosas por observar: los libros viejos y las cajitas de cartón. Ante la indecisión de qué hacer primero, sacó una moneda y la lanzó. "Cara" susurró, "entonces es turno de las cajitas de cartón". Con mucho cuidado, se estiró lo más que pudo para poder tomar una de ellas, pero estaba demasiado alto. Tomó un banco y ya arriba de el, agarró todas las pequeñas cajitas que pudo. Con mucho cuidado las puso sobre el mostrador y tomo la primera. Era una vieja cajita , le sopló el polvo que había sobre ella y la abrió. Algo parecido a una varita de madera estaba dentro de ella. Con mucho cuidado tomo la varita y la examinó.
- Yo tendría mucho cuidado con esas, si no es la adecuada, algo o alguien podría salir lastimado. – dijo de pronto una voz que provenía del fondo del lugar
Kate se asustó al oír aquella voz y movió la varita de manera extraña. De pronto, un montón de chispas de todos colores salieron de la punta de la varita.
- Se lo dije señorita Kate – le dijo la voz que ahora ya tenía dueño. Era de un señor ya anciano con arrugas en la cara y casi calvo. – con esas hay que tener mucho cuidado o se puede provocar un accidente, porque no es el mago quien escoge la varita, la varita lo escoge a él.
- ¿Mago?, ¿varita?, disculpe señor – dijo Kate nerviosa – pero no entiendo de que me habla. Le pido una disculpa por haberme metido así a su tienda y haber tomado las cajas pero es que nadie nunca... oiga ¿Cómo supo mi nombre?.
- Usted lo ha repetido tantas veces dentro de la tienda que ya me lo aprendí – le sonrió el señor y se acercó al mostrador.
- ¿Me ha estado vigilando?, le juro que nunca he tomado nada
- Ya lo se, no desconfío de usted y para que usted no lo haga de mi, permítame presentarme. Mi apellido es Ollivander y soy el encargado de esta tienda.
- Mucho gusto señor Ollivander, yo soy Kathelene Britter.
- Ahora ya presentados, volvamos a las varitas. Como le decía, no es el mago quien la escoge, así que si esta no funcionó, busquemos otra.
- No entiendo de que habla señor Ollivander
- Cuando encontremos la varita adecuada, me entenderá.
El señor Ollivander le tomó medidas del brazo izquierdo. Se dirigió hacia el lugar en donde estaban otras pequeñas cajitas y saco una.
- Esta es de cedro 23cm de largo, blanda y contienen en el centro fibra del corazón de dragón, pruebe con esta.
Ollivander le entregó la varita a Kate que la movió esperando que algo sucediera y paso que las chispas de colores fueron menos bruscas que antes.
- Muy bien – dijo Ollivander – Ahora, sería tan amable de repetir la palabra "Lummus"
Kate lo hizo y una vez que repitió la palabra, vio como de la punta de la varita salía una pequeña llama de fuego. A punto de gritar, Ollivander le quitó la varita de la mano, apago el fuego y la guardó en su cajita.
- Tenga señorita Kate, se que sabrá utilizarla muy bien. Ahora podría salir de la tienda por favor, tengo que cerrar por un rato.
- Espere un momento por favor. Muchas gracias por el obsequio señor Ollivander, pero no puedo aceptarlo, sobretodo, porque no entiendo que fue lo que acaba de suceder.
- No se preocupe señorita Kate, ya lo sabrá a su debido tiempo y ahora y me permite...
- No espere, hay algo más, ¿Podría venderme ese pequeño pedazo de papel que tiene como un mapa – le pidió Kate al señor Ollivander
Ollivander sacó del mostrador el trozo de papel y se lo dio a Kate.
- No es papel común y corriente señorita Kate, es pergamino, y este trozo en particular formó parte de uno muy antiguo. Lléveselo también, le será de más utilidad a usted.
Después, Kate salió muy consternada de la tienda y cuando se dio la vuelta para entrar de nuevo a preguntarle algo al señor Ollivander, fue mucha su sorpresa al encontrarse solamente con un viejo edificio abandonado ya desde hacía ya mucho tiempo por el aspecto que tenía.
Kate, que no comprendía lo que estaba sucediendo, salió corriendo desesperada y asustada por el callejón. En su carrera, no pensaba en las personas que la veían correr, ni mucho menos le preocupaba que sería lo que fueran a pensar de ella. La mente de Kate estaba llena de preguntas sin responder: ¿Qué era lo que había ocurrido en la tienda?, ¿Por qué había desaparecido?, ¿Por qué el señor Ollivander le había obsequiado la varita y el pergamino?, ¿Qué era todo eso de magia y pergaminos?, ¿Por qué les serían más útiles a ella?, ¿Qué significaba todo eso?. De pronto, cuando más rápido corría Kate, su carrera fue interrumpida bruscamente al chocar con alguien más. Era un chico alto, delgado, de piel blanca, ojos color miel, cabello castaño claro y una sonrisa llena de ternura, pero que en esos momentos estaba llena de preocupación. El chico detuvo fuertemente a Kate quien se sorprendió al verlo.
- Josua, gracias a Dios que eres tu – le dijo Kate al chico y lo abrazó fuertemente. Ese muchacho era a quien ella le había hablado por teléfono hace unas horas.
- Tranquila Kate, cálmate ¿Qué te sucede?, ¿Por qué vienes corriendo de esa manera por las calles?
- Hay mi querido Jos, no lo entenderías, al grado de que yo no entiendo qué fue lo que sucedió.
- ¿Estuviste en el callejón de nuevo, verdad?
- Sí Jos, pero...
- Pero nada, miles de veces te he dicho que no vayas sola a esos lugares. Walter también te lo ha repetido hasta el cansancio. Bueno y ¿Qué te paso?, ¿Por qué venías corriendo por la calle?, ¿Te lastimaste?, ¿Alguien te hizo algo?, ¿Te asaltaron?
- Ya basta Jos, no es momento de regaños ni el sitio adecuado para responder preguntas. Vámonos de aquí, vamos al río.
- Como tu quieras Kate.
Jos subió a su auto a Kate y salieron rumbo a la Torre de Londres. Josua Price era el mejor amigo de Kate. Lo conoció en la universidad y a pesar de que era un buen estudiante, un chico de buena familia y educado, al padre de Kate no le gustaba mucho la idea de que fueran amigos. Sin embargo, para Kate, Jos era lo mejor que le había pasado en su vida: era atento, divertido, valiente, enigmático y siempre estaba riendo a su lado, pero en esa ocasión, Kate estaba muy asustada. Con lujo de detalle le contó lo ocurrido en la tienda de Ollivander durante el trayecto en el carro y terminó el relato en las riberas del río Thámesis que se encontraba justo frete a la Torre de Londres. Sentados en la hierba, Josua escuchaba asombrado la historia de su amiga.
- Pero es imposible Kate, yo he entrado contigo a esa tienda un par de veces y no había pasado nada.
- Si, lo sé, pero en esta ocasión fue diferente, la tienda despareció y no entiendo nada de lo que Ollivander dijo
- Si eso de los magos y las varitas..., pero déjame ver ese trozo de papel
- Pergamino Jos
- Esta bien, déjame ver ese trozo de pergamino.
De su bolsa, Kate sacó el trozo de pergamino con el mapa que Ollivander le había dado y se lo entregó a Jos.
- Vaya es el del mapa – dijo Jos recostándose en la hierba – Aún recuerdo como te pusiste la primera vez que lo viste en el mostrador de la tienda.
- Si como loca, pero dime ¿Cómo te habrías puesto tú si te encuentras con algo que frecuentemente se aparece en sus sueños?
- Me convierto en su amigo – y Jos le sonrió a Kate como lo hacía justo antes de jugarle una broma.
- Es en serio Jos.
- Si discúlpame.
- Lo que más se me hace raro, es la varita. Ollivander me dijo que pronunciara una palabra y la varita se encendió
- ¿Mentirosa?
- No, es verdad mira, (Kate sacó la varita de la mochila) la palabra era algo parecido a "Lummus"
Al igual que en la tienda, la varita se encendió y Jos mostró en el rostro el asombro de estarse encontrando con algo mágico.
- Vaya, eso es magia, yo quiero intentarlo.
- No puedes Jos, Ollivander dijo algo sobre que la varita me había elegido a mí y si te la doy, de seguro romperás algo.
- Esta bien, ni quien quiera tu juguete – le dijo Jos y se recostó en la hierba – Espero que se lo digas a Walter.
- ¡Estas loco!, no puedo decirle a Walter lo que ocurrió porque le dije esta mañana que no me acercaría a los muelles, y no quiero ni imaginar lo que me haría si se enterara que...
- ¡Chtss!
Jos le hizo una seña a Kate de que se callará. Muy despacio se levantó y escuchó que algo se movía entre la hierba que estaba frente a ellos. Muy despacio gateó hasta donde se había originado el movimiento y gritando "¡Te tengo!", saltó hasta lo que estaba provocando el ruido. De pronto, es escuchó como algo pesado caía al suelo y asustada por la actitud de Jos, Kate se acercó con cuidado.
- Jos, ¿Qué sucede?, ¿te encuentras bien?, ¿en dónde estas?
- Aquí Kate – respondió Jos levantándose del suelo – será mejor que nos vayamos de aquí, están sucediendo cosas realmente raras.
- Pero Jos, ¿Qué fue lo que viste?, ¿Qué sucede?
- No es momento de responder preguntas, vámonos de aquí.
Jos tomo de la mano a Kate y la condujo hasta el auto. La subió en él y una vez de haberse asegurado que no había nada ni nadie cerca del auto, subió y condujo deprisa. Kate lo observaba con precaución porque jamás había visto a Jos ponerse de esa manera. Él era uno de los hombres más valientes que conocía, y verlo en ese momento, pálido como la cera, como si hubiera visto un fantasma, le hizo pensar que algo malo había ocurrido.
- Jos, por favor me estas asustando, ¿Dime que fue lo que paso ahí en las hierbas?, ¿Qué viste? y ¿A dónde vamos?.
- Vamos directamente con Walter para que le contemos lo ocurrido en el callejón y ahora en el río.
- Pero ¿no vas a decirme qué ocurrió?
- Sí Kate. Cuando te dije que te callaras fue porque escuché que algo se estaba moviendo. Al principio creí que era solo un perro, pero cuando salté a atraparlo, me encontré con una mujer un poco rolliza, con el cabello enmarañado y amarrado en un extraño peinado que dejaba ver unos rizos extremadamente rígidos, tenía el rostro pálido, tan blanco como la leche; estaba vestida una especie de túnica de color verde esmeralda y justo cuando caí sobre ella, desapareció sin más y yo me caí al suelo.
- ¿Una mujer con una túnica verde que desaparece?
- Si ya sé que suena muy extraño, pero eso ocurrió y tenemos que contárselo a Walter, él sabrá que hacer.
Todo el resto del camino, Kate y Jos fueron en silencio, cada uno pensando en lo que les había pasado. Mientras manejaba, Jos veía en el rostro de Kate una preocupación dibujada. Nunca antes la había visto así y no sabía que hacer, ¿cómo ayudarle?, ¿Por qué le estaban pasando todas esas cosas raras a Kate?. Kate por su lado, estaba pensando en que ese era un mal sueño y que en cualquier momento iba a despertar.
Una vez que llegaron a la casa de Kate, sin perder más tiempo se llevaron a Walter al estudio y le explicaron todo lo que había sucedido. Kate le mostró lo que Ollivander le había dado y Walter lo examinó, sin asombrarse cuando Kate la encendió tal y como Ollivander le había enseñado.
- Creo que es momento de que te enteres de algo Kate – dijo muy serio Walter una vez que terminó de examinar los objetos de Kate – Como sabrás, no eres una chica normal, nada normal.
- ¿A qué te refieres Walter? –le preguntó un poco asustada Kate.
- Mira Kate, tu naciste bajo una alineación de galaxias muy poco usual. El día, la fecha, la hora fueron claves para tu nacimiento y la muerte de tu madre al traerte a la vida te dieron un don muy especial. Kate, es necesario que te diga que eres una bruja.
- ¡¿Qué soy qué?! – le preguntó Kate muy asombrada.
- Vamos Walter, déjate ya de bromas – le dijo sonriendo Jos.
- No es ninguna broma Jos, ya es momento de que se entere de la verdad.
- ¿De qué verdad estas hablando Walter?- Le preguntó Kate sumamente angustiada
- Kate eres una bruja única – le dijo Walter – tienes poderes que ningún otro miembro del mundo mágico ha visto o conocido jamás. Todas esas cosas raras que te sucedían cuando eras pequeña tienen una razón de ser, eres una persona mágica, tienes magia y puedes hacer magia. Te hemos tenido escondida en el mundo muggle para que nuestros enemigos no puedan encontrarte y utilicen tus poderes para hacer el mal.
- ¿Mundo muggle?, ¿Enemigos? – de verdad que no entiendo de qué estás hablando.
- Te mostraré algo que tú tienes – le dijo Walter
De pronto Walter sacó de su saco una varita casi igual que la de Kate, y de la misma manera que Ollivander y Kate lo hicieron con la suya, Walter encendió su varita.
- ¡Imposible!, - dijo Jos – Tú también tienes una de esas.
- Si, y todos los magos y brujas tienen una también. Creo que ya llegó tu momento de regresar al mundo al que perteneces.
- Espera un momento Walter – le dijo Kate – sigo sin entender muchas cosas.
- Esta bien, creo que te tendré que explicar desde el principio. Hace algunos años, en el mundo mágico un mago muy poderoso estaba causando terror y acabó con muchísimos magos que intentaron detenerlo. Su nombre era Lord Voldemort y todos pensábamos que la única persona capaz de detenerla era otro mago muy poderoso llamado Albus Dumbledore. Sin embargo, una noche hace 19 años, Voldemort entró a la casa de unos magos de apellido Potter. James y Lily tenían un hijo llamado Harry quien con apenas un año de edad, sobrevivió al ataque de una muy fuerte maldición que Voldemort le lanzó. Voldemort quedó casi muerto y así lo estuvo por 14 años hasta que regresó más fuerte e incontenible que nunca. Se libró por 3 años y medio una de las batallas más cruentas que el mundo mágico pudo tener. Los partidarios de Voldemort, que se hacen llamar Los mortífagos, mataban a quien se interpusiera en el camino de su señor, mientras que los magos buenos, comandados por Dumbledore, les daban batalla. Por fin, hace año y medio, la lucha entre Voldemort y Dumbledore se realizó de frente y ambos magos se lanzaron el mismo hechizo que los dejó convertidos en una nube de humo mágico. Voldemort, casi derrotado, está escondido desde entonces en un lugar que nadie conoce y Dumbledore también. Los mortífagos están reunidos en lo que llamamos La Resistencia y están distribuidos por todo el Reino Unido.
- Bueno, fin de la historia ¿No Walter? – preguntó Jos.
- Me temo que no Jos y es ahí en donde entra Kate. El hechizo que se lanzaron Voldemort y Dumbaldore es muy potente y solamente se puede revertir con una serie de pociones y hechizos que se encuentran en el Libro Negro. Los mortífagos están buscando el libro lo mismo que todos los que somos partidarios de Dumbledore. La única persona en el mundo mágico y muggle que puede saber con exactitud el lugar en donde esta el libro eres tú Kate, es por eso que desde que naciste, el Ministerio de Magia y Hechicería me encomendó la labor de cuidarte y de asegurarme que estuvieras a salvo de los mortífagos. Ahora que están tras de ti, debes de tener mucho cuidado de los lugares a donde vayas y que visites, porque así como la mujer que los espiaba en el río, puede haber muchísimos más que quieran secuestrarte y obligarte a ayudarlos a que Voldemort regrese.
Walter terminó su relato. De pronto, Kate lo vio más agotado que nunca y se sintió mal por él.
- Vaya que si he sido una niña muy mala contigo Walter – le dijo Kate y lo abrazó muy fuerte – no sabía todo lo que has hecho por mí.
- ¿Eso significa que me crees, Kate? – preguntó asombrado Walter
- Me cuesta aún trabajo entender muchas cosas, pero creo que con el tiempo, tú podrás ayudarme a entenderlo.
- ¡Wow!, siempre supe que eres especial Kate, pero no sabía que tanto – le dijo Jos – Yo también te voy a cuidar de aquellos que quieran hacerte daño.
- Por el momento Jos, serás de mucha ayuda si el señor Britter no te encuentra aquí, sabes que eso le molestaría mucho y ha sido un día demasiado largo para que termine con un regaño del señor.
- ¡Mi padre! – dijo Kate – ¿mi padre sabe algo de esto?
- No, no sabe nada Kate – respondió Walter – y siéndote sincero, dudo mucho que si se lo cuentas vaya a creerte.
- Kate, creo que mejor me voy, - le dijo Jos – Walter tiene razón, será mejor que descanses y que tu adorable padre no me encuentre aquí.
- Jos, antes debo de pedirte un gran favor – le dijo Walter – no es normal que un muggle se entere de todo esto, así que como ya estoy viejo, quiero que me ayudes a cuidar a Kate mientras yo no pueda hacerlo.
- Con todo gusto te ayudo si primero me dices ¿Cómo me llamaste? – preguntó Jos
- ¿Muggle?, eso significa que eres una persona no mágica Jos – respondió Walter.
- Ahora si, yo te ayudo a cuidar a este torbellino – y miró a Kate – Bueno, Me voy.
- Muchas gracias por todo Josua, te acompaño – le dijo Kate
- Pero Kate, tú deberías de subir a dormir ya – le recordó Walter
- No me tardo Walter, además se lo merece. Se ha portado muy bien el día de hoy.
Kate y Jos salieron del estudio y se dirigieron a la puerta. Jos miraba a Kate de una manera muy especial.
- Muchas gracias por lo que hiciste hoy Jos, nunca lo olvidaré.
- Más te vale que no mi brujita y no te preocupes, yo te cuidaré de todos los que quieran secuestrarte.
- Hasta mañana Jos.
- Hasta Luego Kate.
Jos caminó hacia la entrada de la casa, subió a su auto y se fue. Kate subió a su recámara y le pidió a Walter que nadie la molestara. Tenía muchas cosas en qué pensar. Por fin sabía por qué era tan diferente a las demás chicas y por qué le habían pasado cosas tan raras cuando era pequeña. En cierta ocasión cuando tenía 5 años, en una clase, había hecho que a la bolsa de la maestra le salieran pies y manos y saliera corriendo por la puerta del salón. También podía adivinar que era lo que vendría en los exámenes y algo que le había ocurrido a ultimas fechas era que podía detener el tiempo por tres segundos si ponía mucho empeño en hacerlo.
Mientras se ponía el piyama para dormir, Kate pensaba en las otras muchas cosas que podría hacer cuando descubriera cuáles eran todos sus poderes y en todo lo que iba a aprender con Walter. Ahora entendía por qué Ollivander le había obsequiado su varita y el mapa en el pergamino tal vez sería parte del mapa original del lugar que tenía el Libro Negro. Ahora muchas cosas encajaban pero surgían más dudas. Si ella iba a ayudar a que Voldemort no regresara, tendría que aprender conjuros, hechizos, pociones y cosas así y sobre todo, tendría que saber cómo lo habían destruido antes y entonces recordó.
- Harry Potter, ese chico lo venció antes Tengo que encontrarlo, tengo que saber cómo le hizo para hacerlo, debería de ser un mago muy poderoso, pero ¿por qué no había vencido de nuevo a Voldemort?, ¿por qué había sido Dumbledore?, ¿Dónde estaba Harry Potter? La única manera de saberlo, era encontrando a Harry, a ese tal Harry.
Kate se metió en la cama para tratar de dormir, sin darse cuenta de que alguien la observaba desde el jardín de enfrente. Soñó que se encontraba en un pequeño pueblo frente a una casa muy grande y lúgubre. Quería entrar, pero no sabía si debería hacerlo o no. De pronto, un chico se asomó por una de las ventanas del piso de arriba. Bajó y abrió la puerta. Caminó hasta donde estaba Kate, la miró y le dijo:
- ¿Eres tú la bruja muggle?
- ¿Eres tú Harry Potter? – le respondió Kate
El chico le sonrió y Kate se sintió aliviada.
- Gracias por venir, no sabíamos donde buscarte – le dijo Harry
- Gracias por esperarme, no sabía como encontrarte – y le sonrió Kate.
En ese momento, Harry despertó a muchos kilómetros de la casa de Kate, en la casa de su padrino Sirius Black, a mitad de la noche, pensando: "Falta poco, ella ya está por llegar".
