- ¿Qué hacemos ahora Malfoy? – preguntó Rita
- Hechizos aturdidores, todos a la cuenta de tres. Uno , dos, y ...
Sin embargo los guardias fueron más rápidos y lanzaron algo parecido a los hechizos aturdidores que hicieron que las varitas de todos, la de Kate y los mortífagos, cayeran al suelo. Luego se escuchó una voz
- ¡Actio varitas!
Las cinco varitas se levantaron y fueron a dar a la mano de una mujer. Era de estatura media, piel blanca, ojos de color gris o verde según la sombra del sol, cabello negro un poco rizado y nariz afilada.
- Creo que tenemos visitas – dijo la mujer acercándose poco a poco al grupo de magos – y por su aspecto, vienen del mundo exterior. Será interesante tenerlos aquí.
- ¡No puedes hacernos esto, no sabes quienes somos! – gritó Draco
- ¡Cállate estúpido extranjero! – gritó a su vez la mujer - ¡Crucio!
Malfoy había sentido el dolor antes provocado por la maldición Cruciatus, pero jamás como el que estaba experimentando en esos momentos. Se sentía morir, como si mil dagas calientes atravesaran una por una su piel y parecía que sus huesos estuvieran siendo calcinados por lava ardiente. Para sorpresa del resto de los mortífagos, y sobre todo para Kate, Malfoy cayó inconsciente, vencido por el dolor y los efectos causados por la maldición.
- Y lo mismo le sucederá a quien intente oponerse – advirtió la mujer - ¡llévenselos y enciérrelos!
La mujer se dio vuelta y camino por el mismo lugar por el que había llegado. La gente abría paso ante aquella extraña mujer.
Kate estaba arrodillada revisando a Draco cuando los guardias empezaron a atarlos con magia. Fue entonces que el guardia que apresó a Kate la tomó de las manos y las volteó con las palmas hacia arriba. Miró horrorizado la mano izquierda de Kate y dio un grito de terror. La mujer regresó inquieta por el grito del guardia, quien se encontraba en el suelo, como su hubiera visto un fantasma.
- ¿Qué sucede Rafther? – preguntó la mujer
- Tiene ..... tiene ..... ella la tiene ......, mi señora, ella la tiene – exclamó asustado el guardia, señalando la mano de Kate
- ¿Tiene qué? – preguntó molesta la mujer
- La mano mi señora, mírele la mano.
La mujer tomó las manos de Kate y miró asombrada la palma de su mano izquierda.
- ¡Imposible! – murmuró la mujer – Esta chica no puede ser....
Toda la gente que estaba reunida alrededor de los mortífagos y Kate miraron a la mujer. Ella los miraba también, como dudando en decirles el descubrimiento de la mano de Kate o quedarse callada. Por fin, una vez que recuperó el color de la piel y el habla, ordenó que se los llevaran a todos
- ¡Pero señora! – dijo Rafther – ¡ella la tiene!
- Ese no es asunto tuyo Rafther, llévatela con los otros, pero colócala en una prisión diferente – pero al oído y en voz baja le dijo – y ni una sola palabra, si esto se llega a saber, te mueres.
La mujer se fue de nuevo, y Rafther no se animaba a tocar siquiera a Kate quien estaba muy extrañada por la reacción del guardia y la mujer.
Todos caminaron por las calles empedradas de la ciudad. Draco aún iba inconsciente y su guardia lo llevaba flotando frente a él. Rita, y Colagusano temblaban de miedo. Jack que estaba controlado con la maldición Imperius modificada que le había lanzado Malfoy, estaba empezando a despertar del control que tenían sobre él. Kate ya se había dado cuenta de ello, y esperaba a que Jack despertara por completo para convencerlo de luchar contra Malfoy y los mortífagos
Los llevaron a la prisión, que en realidad era una especia de caverna, alumbrada por unas cuantas antorchas. Caminaron por un estrecho túnel por el que apenas pasaban las chicas de pie mientras que Draco, que ya había despertado, y los guardias tenían que caminar encorvados. Llegaron a una sección en donde había diferentes cámaras. A Malfoy y Colagusano los colocaron en una. A Jack y Rita en otra y a Kate la encerraron sola. Luego lanzaron un hechizo para colocar barrotes de luz en la entrada de cada una de las cavernas, e inmediatamente después, uno de los carceleros lanzó un hechizo protector semejante al que tenían Azkaban, el cuartel general de los mortífagos y la cueva de Dumbledore.
Una vez que los guardias se fueron, empezaron los problemas entre ellos.
- ¡Tú tienes la culpa de todo Colagusano! – le gritó Malfoy – si no hubieras lanzado esos hechizos que no sirvieron de nada.
- Bah!, mejor cállate Malfoy porque tú ordenaste que lanzáramos esos hechizos – le respondió Rita
- ¡Mira Skeeter, tú tampoco sirves de mucho! – dijo Draco – deberías de convertirte en escarabajo para poder salir de aquí.
- Imposible Malfoy – intervino Kate – sabes perfectamente que eso no se puede. Las celdas están protegidas contra cualquier clase de hechizo.
- Contra el hechizo Rádium no señorita – comentó Jack desde el fondo de su celda compartida con Rita
- No recuerdo como utilizarlo Jack – expresó Malfoy
- El problema es que son magos muy fuertes – se quejó Rita.
- El problema es que son magos antiguos, no fuertes – expuso Kate
- ¿Antiguos? – preguntó Colagusano - ¿A qué te refieres con antiguos?
- A que no son de nuestra época, tal vez están perdidos en una dimensión en el tiempo y espacio – aclaró Kate
- ¿Y la señora que atacó a Malfoy quién era? – preguntó Jack
- Supongo que la que manda aquí porque todos la obedecían – dijo Rita
- ¿Y por qué vió feo a la señorita? – preguntó de nuevo Jack
- ¡No lo sé Jack!, mejor ya cállate – gritó Malfoy.
Los magos dejaron de hablar. Kate se sentó en uno de los rincones de su celda a pensar. Nadie hacia ruido y eso la ayudaba a concentrarse en lo que había sucedido con la mujer; ¿por qué la había visto así?, ¿de dónde provenían los poderes que vencían a Draco?, ¿por qué habían llegado a la Atlántida?, ¿la mujer sabía que ella era la reencarnación de Jhuen?, ¿tendría Kate los suficientes poderes para poder vencer a la mujer?.... Eran muchas dudas las que tenía en su cabeza y deseó con todas sus fuerzas poder tener a Jos, Harry y todos los miembros de la hermandad a un lado. "Puedo decirle a los chicos como llegar hasta aquí" pensaba Kate "necesito comunicarme con ellos". Kate cerró los ojos y fijó tos su atención en dos rostros: el de Josua y el de Harry.
Harry ya había salido de la habitación de Ginny, sin saber cómo había hecho Ginny para lograr que él cambiara su decisión. "Bueno, ya la tomé, le hice una promesa a Ginny y debo de cumplirla". El chico estaba sentado en la sala meditando lo sucedido con Ginny cuando escuchó la voz de Kate. "Potter no hay tiempo tienen que venir a buscarnos, creo que estamos en problemas y muy serios"
Harry subió las escaleras hacia la habitación de Jos, quien estaba dormido por cierto. La recuperación de los cuatro magos tardaría un par de horas más y luego, a buscar a Kate y el libro.
El chico esperó sentado en una silla en el cuarto de Jos hasta que él despertara. Cuando Jos lo hizo, se levantó y miró a Harry.
- Kate está en problemas, hay que ir a buscarla – dijo Jos
- Solo te estamos esperando. Los demás ya están listos
Jos y Harry bajaron a la sala y los demás ya estaban ahí. Sirius y Remus tenían una expresión de descontento en el rostro, mientras que todos los demás chicos, solo esperaban la llegada de Harry y Jos.
- Muy bien es hora de irnos – dijo Harry – Jos ya está bien.
- Harry por última vez te digo que nos permitas acompañarlos – intervino Sirius
- No Sirius, toda la hermandad se va conmigo y nadie se quedará a cuidar al ministerio, entonces qué vamos a hacer si Voldemort decide atacar mientras que nosotros no estamos, ustedes deben defender al reino en lo que regresamos con Kate y el libro – explicó Harry
- No le hagas caso a tu padrino Harry – dijo Remus – es un poco aprensivo y solo quiere que estés bien.
- Vamos a estar bien, no se preocupen – continuo Ron
- Tendrán que llamar a todos los magos dispuestos a luchar – comentó Hermione
- ¡Pero no estamos en guerra Hermione! – exclamó Neville
- Tal vez no Neville, pero no creo que Voldemort deje pasar esta oportunidad de atacar mientras no estamos presentes – dijo Harry
- Como sea, hay que tener cuidado. Ustedes y nosotros – comentó Remus
- Perfecto. Llamen a Bill, a los profesores Snape y McGonagall y a los Guardianes Incontenibles – expresó Ron – con ellos y con los que se quedan en el ministerio será más que suficiente.
- Yo creo que no Ron – señaló Harry – tal vez uno más de nosotros se tenga que quedar.
Harry miró a todos los chicos que iban con él y pensó en quién podría quedarse: Hermione, Ron y Neville eran miembros de la hermandad y por lo tanto, iban, Hermione por la inteligencia, Ron por la espontaneidad y Neville era un gran medimago; Josua era el único que conocía el camino hasta el libro; Ginny estaría a salvo junto con ellos (además estaba la promesa...); Tom.... Tom era el elegido.
- Toma, creo que tú te quedas a hacer pie aquí – anunció por fin Harry – si tienen algún problema en el ministerio tú ayudarás a solucionarlo.
- De acuerdo Harry – dijo Tom
Una vez que todos estuvieron listos y que se despidieran de Sirius, Remus y Tom, los miembros de la hermandad se dirigieron de nuevo a Stonehenge.
Cuando llegaron ahí, formaron un círculo alrededor de Jos quien pronunció unas palabras en latín:
"Aba aeterno ecce magis ex toto corde annuntiare negrum líberusdamnosus at hostis"
(traducción)
"Desde la eternidad he aquí el mago de todo corazón que anuncia que el Libro Negro, dañará al enemigo"
Un remolino de luces apareció ante sus ojos, los envolvió y los llevó hasta unas colinas que se encontraban cerca de una extraña ciudad.
- ¿En dónde estamos Harry? – preguntó Hermione
- Creo que cerca de donde están los mortífagos y Kate – respondió Harry
- No, estamos lejos de ahí, pero están en esa ciudad – comentó Jos.
Todos miraron a Jos de forma extraña, pero se sorprendieron más cuando vieron la expresión de su rostro. Tal pareciera que se encontraba en una especie de trance porque tenía la mirada perdida, observando al infinito... Ron y Hermione notaron en la mano derecha sujetaba algo que traía colgado al cuello y podía verse entre los dedos una tenue luz color rosa. Hermione y Ron se miraron, ambos suponían que ese era el amuleto del que Dumbledore les había hablado.
Bajo las instrucciones de Jos, caminaron por una vereda que aparentaba conducirlos a la entrada de la ciudad. Por el camino que habían tomado no se veía otra cosa que no fueran las extrañas casa de la ciudad y enormes riscos que hacían una barrera natural porque se encontraban alrededor de ella.
Ginny observaba con detenimiento las casas, cuando se le ocurrió mirar hacia el cielo. La chica se detuvo muy sorprendida por lo que estaba viendo.
- ¿Qué sucede Ginny? – preguntó Ron
- ¿Por qué no caminas Ginny? – preguntó Neville
- El cielo..... miren el cielo
Los chicos miraron hacia arriba y se sorprendieron tanto como Ginny. Arriba de ellos, sobre sus cabezas, podía verse al mar, nada menos que el mar. Justo en ese momento, una ballena, una orca asesina, cruzaba nadando por encima de los chicos.
- ¡Increíble! ..... – dijo Ron
- ¡Fabuloso! .... – exclamó Neville
- ¡Fuera de serie! ... – comentó Harry
- ¡Alguien se acerca, hay que escondernos! – dijo Harry
Todos voltearon a mirarlo y Harry señalaba con la punta de la varita hacia la vereda. Pronto buscaron escondite detrás de unas rocas, y observaron como pasaban dos hombres que por su vestimenta, eran guardias o algo por el estilo.
- ¿La señal?, ¿estás seguro? – dijo uno de ellos
- Si, es cierto ya la vi y no quería ni tocarla
- Creo que estás loco Rafthen
- ¡Piensa lo que quieras!, ¡yo se lo que vi! y esa chica tenía la marca de Jhuen en la mano
- ¿Y por qué Aracné no dijo absolutamente nada?
- Supongo que porque la chica le quitaría el poder. Recuerda que Aracné a gobernado durante miles de años, esperando la llegada de Jhuen, y ahora que llegó, no ha de querer darle el control de la ciudad, además está el libro....
- ¿Pero la chica tampoco sabe nada o hubiera dicho algo, no crees?
- Quizá solo está probando a Aracné, solo espero que Jhuen no se enoje mucho con el pueblo
- ¡Tenemos que decir que Jhuen a regresado Rafther!
- ¡Jamás!, si Aracné se entera que le dije a alguien sobre la marca, me mataría y a mi familia también
- Pero no podemos quedarnos callados, Aracné no puede impedir que el pueblo se entere que el amo ha regresado
- No lo sé, además está presa junto con los otros extranjeros
- ¿Crees que también haya regresado.... bueno, tu-ya- sabes-quien
- Es probable, si regresó uno, pueden regresar todos...
La voz de los guardias dejó de escucharse mientras se alejaban. Los miembros de la hermandad salieron del escondite y se miraban impresionados por las palabras que habían escuchado.
- ¿Cómo es que conocen lo de Jhuen y Darkthen? – preguntó Neville
- ¿Cómo es que saben lo del libro? – preguntó Ginny
- ¿Quién demonios es Aracné? – preguntó Hermione
- ¿Dónde tienen a Kate presa? – preguntó Jos.
Todos miraban a Harry buscando las respuestas a sus dudas, Harry miró a Ron y le brindó una amplia sonrisa.
- ¿Tú no vas a preguntarme nada? – preguntó Harry
- No iba a hacerlo, pero si lo deseas, entonces respóndeme ¿En qué lugar estamos?
- Es la Atlántida jóvenes ....
La respuesta de Ron provino de una voz que salió de arriba de una roca. Ahí se encontraba un señor ya grande de edad, tal vez 600 0 700 años (en edad de los magos), muy parecido a Dumbledore, pero en los ojos tenía un brillo especial y una enorme sonrisa en los labios.
- ¿Disculpe, cómo dijo? – preguntó Harry
- Dije que están en la Atlántida, la ciudad perdida – dijo el hombre mientras bajaba hasta donde estaban los chicos – Mi nombre es Hermond y soy el guardián de estas colinas
- Mucho gusto, nosotros somos la hermandad de la Niké, mi nombre es....
- Harry Potter, ya lo sé
- ¿Cómo lo sabe? – preguntó Hermione
- Bueno, en la ciudad también me conocen como "El adivinador", muy pocos brujos tenemos la habilidad de ver el futuro
- ¿Es usted brujo? – preguntó Ginny
- ¿Puede ver el futuro? – preguntó Neville
- ¿Sabe dónde está Kate? – preguntó Jos
- ¿Y el libro? – preguntó Hermione
Hermond se rió tan fuerte por las preguntas de los chicos, que no pudo para hasta que estuvieron en su pequeña choza. Era un lugar pequeño y acogedor, con una pequeña chimenea y muebles de madera. El anciano les ofreció un poco de agua, antes de empezar a explicar las cosas
- No es tan fácil de entender – comenzó Hermond – como ustedes sabrán, la Atlántida era una isla cerca de Grecia que desapareció por causas inexplicables, pero la verdad es que nuestra isla es el lugar en donde fue escondido el Libro Negro que vienen a buscar. Jhuen buscaba el lugar ideal para guardar el libro, y qué mejor que el primer pueblo netamente mágico del mundo: La Atlántida, por eso dejó un hechizo sobre la isla cuando escondió el libro. Él dijo que cuando un muggle o un mago, quien quiera que sea que no fueran él o descendientes de su raza, estuvieran a punto de encontrar el libro, ésta isla caería bajo un encantamiento protector y se hundiría en el mar para mantener a salvo el libro. Además, para asegurarse de que ninguno de los habitantes buscara el libro, dejó al mando de la isla a Aracné, la reina araña, una mujer que gozaba de la confianza de Jhuen por su nobleza y sabiduría. Jhuen, antes de morir, se despidió de todos los habitantes de la isla, pidiendo que protegieran con sus vidas ese legado de sabiduría que dejaba en sus manos y los habitantes aceptamos la misión. Muchísimos años después, un mago que había escuchado sobre la leyenda del libro llegó hasta aquí, intentando encontrarlo, pero cuando estaban a punto de hacerlo, el hechizo de Jhuen se activó matando al mago y hundiendo la ciudad. Desde entonces hemos vivido aquí, esperando que regrese Jhuen para que nos devuelva al mundo exterior. Sin embargo, Aracné no pretende eso. Después de muchos años, el poder vuelve despreciable al corazón más noble y eso fue lo que le sucedió a Aracné. Ella quiere seguir teniendo el control de la isla y por eso no dijo a los habitantes que su amiga es la reencarnación del único mago que puede regresarnos a la superficie.
Los chicos estaban impactados por la historia que Hermond acababa de narrarles, no sabía si creer lo que les había dicho o no
- ¿ Y como podemos saber que nos estás diciendo la verdad? – preguntó Hermione
- Como dije al principio, no es fácil de entender y mucho menos de creer, pero solo hay una forma en la que pueden creerme.
Hermond se levantó de su asiento y fue por una vasija de barro negro que tenía agua en ella. Los chicos se acercaron hasta donde estaba Hermond con la vasija y miraron el agua.
- Oh!, poderosos amos del reino mágico, yo su humilde servidor Hermond os pide su ayuda. Denme el poder de ver lo que hay en estos momentos en el mundo exterior, en el mundo mágico....
El agua comenzó a dar vueltas hacia la izquierda muy rápido y poco a poco surgió una imagen que se fue aclarando mientras más vueltas daba el agua. Era la sala de juntas de ministerio. En ella se encontraban el ministro, Arthur Weasley, y otros miembros en una junta. Harry pudo ver a su padrino y a Remus hablando con los demás miembros del ministerio, mientras que ellos solo los observaban de tenidamente.
- ¡Mi padre! – exclamó Ginny
- Así es Ginny, y puedo ver muchísimas cosas más, pero creo que esto es suficiente para que me crean – expresó Hermond
- ¡Claro que lo es Hermond! – dijo Hermione - ¿cómo es que has vivido por tantos años?
- El hechizo de Jhuen también congela el tiempo aquí. Un año para ustedes es un día para nosotros, por eso seguimos como en el principio.
- ¿Y para que quieren regresar al mundo exterior? – preguntó Jos – Allá todo está muy feo, el reino mágico está en estos momentos en guerra con Voldemort
- ¡¡¿Con quien dijiste Josua?!! – preguntó Hermond con una expresión de terror en el rostro
- ¿Voldemort?, ¿lo conoces? – preguntó Neville
- Ah..... si, si lo conozco – dudó Hermond – por el agua vi lo que ocurrió con él.
- ¿Y sabes en donde está Kate? – preguntó Jos
- Si, en los calabozos de la ciudad. Pero si pretenden entrar sin llamar la atención, deben de cambiar su ropa. ¡Cambiare!
Hermond lanzó un chorro de luz amarillo a los chicos e inmediatamente sus túnicas de colores cambiaron por una blanca y sus zapatos por sandalias.
- Bueno, ya está – dijo Hermond – ahora si podrán entrar a la ciudad sin llamar mucho la atención. Tengan cuidado con Aracné y por favor, quítenle el libro
- Muchas gracias por todo Hermond y volveremos con el libro, te lo prometo – dijo Harry
Los chicos salieron con rumbo a la cuidad perdida de la Atlántida, para rescatar a Kate y el libro.
Kate seguía despierta mientras que Malfoy, Colagusano y Rita tomaban una pequeña siesta, cansados de tanto gritarse y discutir. Kate sabía que Jack iba a despertar de la maldición Imperius en cualquier momento y esperaba estar ahí cuando él lo hiciera. De pronto, el niño dio señales de estar despierto. Se levantó y de dirigió a los barrotes de luz
- Hola Jack, ¿Me recuerdas? – preguntó Kate
- No, no se quién eres ni qué hago aquí. Lo único que me acuerdo es que mis papás y mi hermana estábamos en el bosque cuando apareció una mujer.... ¡Esa mujer! – dijo Jack horrorizado cuando vió a Rita dormida en la misma celda que él.
- Tranquilo pequeño, todo va a estar bien. Yo te ayudaré a regresar con tu familia, pero necesito que me ayudes tú también
- ¿Y como se que debo de confiar en ti?
- Porque ella fue la que te separó de tus papás, ¿no?
- Si
- Y ellos, los de la otra celda, son sus amigos
- ¿Y tú no eres su amiga?
- No Jack, ellos me secuestraron a mi, así como a ti, pero el problema fue que nos apresaron a todos
- ¿Y por qué.....?
- Kate
- ¿Y por qué Kate?
- No lo sé, pero para averiguarlo, necesito de tu ayuda, ¿qué dices?
- Bueno, pero ¿me prometes que me vas a llevar con mis papás?
- Te lo prometo Jack
- ¿Y que tengo qué hacer?
- Por ahora, cuando despierten ellos, fingir que obedeces a aquel chico del pelo rubio, haz todo lo que él te diga, cuando averigüe como salir de aquí, lo haremos juntos ¿De acuerdo?
- De acuerdo Kate
En esos momentos, su plática fue interrumpida por pasos que se escuchaban a lo lejos. Kate le indicó a Jack que se hiciera el dormido, mientras ella veía quien era. Tras las sombras dejadas por las antorchas, apareció la misma mujer que había mandado apresarlos. La mujer vigiló las demás celdas y vió a todos dormidos. Después se acercó a donde estaba Kate quien la estaba esperando de pie junto a los barrotes
- Hola Jhuen, así que por fin regresaste a tu cuidad, con los tuyos, por lo que te pertenece – dijo en tomo sarcástico la mujer
- Creo que me está confundiendo señora – respondió Kate
- ¡No me creas estúpida Jhuen!, sé que eres tú, tienes la marca en la mano.
Entonces, la mujer tomó la mano izquierda de Kate y le llegaron a Kate muchas imágenes: Un hombre joven entrando a la ciudad con el Libro Negro bajo el brazo, una sala con la mujer aceptando el libro de manos de aquel joven, el lugar en donde lo escondieron, el joven lanzando un hechizo a la ciudad, un mago relativamente familiar entrando a la ciudad, la muerte de ese mago, una burbuja de luz cubriendo a la ciudad, el hundimiento de la ciudad....
- ¡Ya basta Jhuen, suéltame!
- Mi nombre ahora es Kathelene, Aracné y si vengo por mi libro y a ayudar a la gente de la ciudad para librarse de tu tiranía
- ¡Tú me dejaste al mando!
- ¡Porque creí que eras una mujer sabia!, pero ya vi que no, entonces atente a las consecuencias
- ¡No puedes hacerme nada Jhuen!, la celda está bajo un hechizo que no podrás romper
- ¡Luce Rádium!
Una luz amarilla cubrió por completo a Kate y traspasó los barrotes de luz de la celda. Luego caminó directo hacia Aracné, mientras la curiosidad de Jack lo habían hecho mirar la acción.
- ¡Imposible!, ¡tú no puedes hacer eso sin una varita Jhuen!
- Ya te dije Aracné, que mi nombre ahora es Kathelene.... ¡Aeternus tempa!
Y el tiempo dejó de correr. Kate tomó las varitas de todos de la túnica de Aracné y liberó a Jack de la celda.
- ¿Te olvidas de nosotros Kate? – dijo Draco, poniéndose de pie en su celda - ¿no vas a dejarnos aquí o si?
- ¿Por qué tendía que llevarlos conmigo?
- Bueno, ¿sabes lo fácil que sería decirles a estos magos cómo llegar al exterior y aliarlos al señor tenebroso en contra tuya?
- No serías capaz...
- Sabes que si.
- De acuerdo, solo por esta vez, pero te voy a estar vigilando Malfoy.
Kate liberó a Malfoy, Colagusano y Rita, a estos dos últimos los puso bajo los efectos de la maldición Imperius y no les entregó sus varitas. A Aracné la ató con un rayo de luz y la encerró en una de las celdas con un hechizo inmovilizador.
Después de liberarlos, los cinco magos caminaron hacia el túnel que los conducía a la salida de las celdas.
