Horokeu de Ren
Cap.6: Madura
Me choca este capitulo, pero...weno.
Mmm
"Entonces, si Lebana ha conseguido que una parte de Fares concuerde con sus ideales, no nos queda mas que dejar que nuestros soldados se hagan cargo".
"S-Su majestad ¿Qué piensa¿Qué haremos contra Harim y Lebana?"
"Mandaré refuerzos...y recuperaremos la parte que Lebana tiene bajo su control; con eso, nos apoderaríamos de ese territorio, y si como nos han dicho, las defensas de Fares están bajas, entonces no habrá problema y en menos de 2 años Harim será nuestra colonia".
"Usted es muy sabio su majestad, pero, la parte de la que Lebana se ha apropiado es muy pequeña y la mayor parte del territorio es bosque, es por eso que las fuerzas de Fares están bajas, porque saben que no es de importancia. Harim prefiere seguir teniendo la demás parte de Fares, en donde se encuentran las reservas".
"Oh, muy bien, entonces si presume de tanta información¿ Qué sugiere?"
"Que mande refuerzos a los soldados que avanzan hacia Fares y tomen posesión del territorio en donde se encuentran las reservas, así, dejaremos que se instalen y cuidaremos ese territorio unos años, así, cuando hayamos acabado las reservas de ese lugar, podremos abandonarlo fácilmente".
"Mmm, me parece bien. Ve a hacer eso".
"Si, su majestad".
-
Genial, simplemente genial.
Se había comportado como un perfecto estúpido (con alguien aún más estúpido que él, pero aún así...), no sabía en donde estaba, no tenía transporte, ni comida, ni agua, ni dinero, ni nada. Nada en absoluto. No tenía como llegar a Gidel¡ni siquiera como regresar a Canaan¿Qué podía ser peor?
Desde aquella noche, Ren había estado caminando sin rumbo durante unos tres o cuatro días, estaba apunto de colapsar. Había comenzado a ver borroso, a tambalearse mientras caminaba y finalmente cayó. Y es que para alguien que había vivido en un castillo toda su vida, esto era la perdición.
Cada vez estaba peor, la sensación de vergüenza le llenaba todo el cuerpo; ¿de donde demonios había sacado una actitud tan ridículamente quebrantable? Y sobretodo con Horokeu, su esclavo, SU esclavo. ¡Había llorado¡Había dicho...!
Había dicho...
...muchas tonterías, que no volvería a repetir, y si lo hiciera, le había jurado a Dios que él mismo se habría de cortar la lengua y se la comería, sin dudar ni un momento en hacerlo. Pero ¿qué estaba mal con él ¿qué demonios le estaba pasando¿Acaso se estaba volviendo débil?
?Débil!
Ah, no eso si que no, todo menos eso, débil... ¡nunca!
Ren saco fuerzas de la nada y se levanto como pudo; porque el iba a llegar a Gidel, con o sin comida o transporte, con o sin esclavo...
Que aquel pobretón salvaje de Horokeu se fuera mucho al demonio¿quién lo necesitaba ¿Ren¡Ja¿El príncipe de Gidel¿El hijo del rey guerrero? No por nada era el heredero al trono, y, el heredero al trono no iba a permitir que un muchachito ladino como el que su padre le había dado como esclavo lo dejara llorando como una mujer. Sobretodo si aquel muchachito ladino era de alguno de los países del norte, porque si algo le había enseñado su padre y alguno de sus múltiples tutores, era que la gente de los países del norte eran las criaturas más despreciables del planeta, bárbaros salvajes, incapaces de organizarse por sí mismos, y por eso, debían ser conquistados.
Y por supuesto, como futuro rey, terminaría el trabajo que su padre había comenzado y exterminaría a esa indeseable gente, a esos 'bárbaros salvajes', a Horokeu.
Pero primero, tenía que ir a Gidel, para ir por su hermana y contentar los molestos deseos de su madre.
-
Yoh es un bastardo, mira que tratarme así.
Anna estaba molesta, bastante molesta, se notaba a leguas que pensaba tomar represalias contra su novio, o por lo menos, contra el objeto del afecto de su novio.
Ya vera, aquel maldito...
Yoh era el supuesto prometido de Anna, se creía, pero sólo Anna y cierto "objeto" sabían las verdaderas intenciones del príncipe Asakura. Comenzando por aquella tarde en que la reina de Asakura había obligado al príncipe a presentarse al castillo de Canaan para pedir la mano de la princesa Anna, y de paso, hacerse de un buen dote y alianzas con uno de los principales países guerreros del continente Siaha.
La reina, Keiko de Asakura, se había llevado bastante tiempo en convencer a su hijo (o más bien amenazar) y para cuando lo hubo tenido en camino hacia Canaan, los gobernantes de este ya habían perdido toda esperanza en su hija (y la de ella en ella misma), así que el ganarse el corazón de Anna fue prácticamente como quitarle un dulce a un niño.
Solo que ni los reyes de Asakura, ni nadie de Canaan contaba en que quien habría de ganarse el corazón de Yoh no era precisamente la princesa con la que estaba comprometido o por lo menos una princesa...
Sucedió que un día, después de haber sido presentado a la princesa Anna y a sus padres, Yoh de Asakura había ido a explorar los alrededores del castillo, aún cuando le habían dicho sus padres que no hiciera voluntades y que se quedara en su habitación si es que no lo habían llamado. Yoh estuvo pululando por todo el castillo sin encontrar nada de interés, pensó entonces que su madre estaba loca al decir que era una gran nación; una gran nación en la que no se podía hacer mas que caminar de un lado a otro en el castillo, con razón eran grandes conquistadores, porque no tenían nada mejor que hacer.
Así, pensando en cuan estúpida era aquella situación para él, llegó a los jardines reales, nada fuera de lo común, incluso se atrevió a pensar que los jardines de su reino eran mas exquisitos que los de Canaan.
Entonces, justo cuando pensaba en regresar a su habitación a tomar una siesta, vio al a criatura mas hermosa que podría haber pisado la tierra.
Su cabello violáceo contrastaba dulcemente con los ojos ambarinos perdidos en el blanco al que se dirigía la flecha. Su piel parecía tan tersa y tan suave, de un delicado color durazno lozano, que componía cada una de sus extremidades visibles y que se movían con delicadeza extrema. En su rostro de inmutable marfil se percibía una expresión casi infantil, mientras esperaba paciente a que su proyectil se incrustara en el blanco una y otra vez, como un ciclo; elegantemente tomaba una flecha, la colocaba en la cuerda del arco y jalaba de esta, en un ritual sagrado, miraba su objetivo con ojos felinos y como si fuese un error, soltaba la cuerda y la flecha, atinando justo al centro, donde las demás flechas reposaban en el blanco de tiro.
¡Qué curioso era para Yoh! Que curioso niño era aquel, y que curiosa sensación le provocaba ese chiquillo con sólo verle.
Decidió ir a hablar con él, quizás por curiosidad, o por la repentina urgencia que tenía por oír su voz.
Se acercó al él, sigiloso, y el pareció no verle mientras seguía con su cíclica practica; Yoh le miró con ojos traviesos, al tiempo que examinaba minuciosamente la fisonomía de su descubrimiento. Se detuvo a unos metros, seguro de que podía verle o al menos notar que algo andaba por allí, pero su bello ente siguió su proceso.
Algo molesto se acercó a él un tramo más y le llamó impertinente.
"¡Tú...!"
Pero no logró cambio alguno.
"Mocoso creidito"
Susurró lo bastante fuerte para que el 'mocoso creidito' le oyera, pero aún así, no logró cambio alguno.
Aquel tomó su flecha, la colocó en la cuerda del arco y tiró de ella, estaba apunto de soltarla cuando...
"¡...cásate conmigo...!"
Se desvió y esta fue a dar a uno de los árboles cercanos.
Eso era de verse, se sabía que la gente de Gidel era algo burda, pero no tan prosaicos como el príncipe de Asakura había demostrado ser.
Sin voltear a ver al emisor, Ren preguntó "¿Qué se supone que seas tú...?"
Pero Yoh sólo se acercó a él y le tomó por la cintura deslizando su mano hacia la cadera. Y con la otra que le quedaba libre, le obligó suavemente a verlo tomándolo del mentón. Se inclinó hacia él, pero Ren se las ingenió para zafarse y tirar a Yoh en el proceso, desenfundando su espada y rozando con la punta de esta el cuello de Yoh, quien trataba de incorporarse.
"¿Qué se supone que seas tú, pregunté"
"Tu admirador", dijo sonriente Yoh, que apartaba manso el arma de Ren.
"Hm..." pausó "...no necesito uno, así que lárgate antes de que me arrepienta por no haberte matado".
"Oh, lo siento, pero no puedes, soy el prometido de la princesa Anna..."
"¿Y?"
"Que pronto voy a ser el rey de estas tierras"
Ren lo miró un momento, y burlesco, se rió de la ignorancia de aquel desconocido. Bajó su espada, la guardó, y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse, lo observó de cerca con la misma expresión burlona y se alejó de el riendo bastante divertido.
Yoh de Asakura regreso a su habitación, pero salió de nuevo para buscar a la princesa Anna, a quien hizo suya en el instante en que la vio.
-
"Señorito Nichrom, no vaya..."
Una de las cualidades de las que no gozaba el príncipe Nichrom, menos que ninguna, era la impetuosidad y la impulsividad; era una persona tranquila y digna de confianza, teóricamente...
"Oh...si tanto insiste, entonces déjeme acompañarle...por favor..."
Nichrom sonrió y se fue.
Una de las doncellas entro a la habitación del príncipe Nichrom con una cara de preocupación después de que este hubo salido.
"Oh, señor Kalim, no puede permitirlo¿qué dirá su majestad, el rey?; por favor vaya a detenerlo aunque sea ¡por lo menos vaya con él! Gidel es territorio enemigo...su majestad podría-" dijo visiblemente preocupada la doncella, sin poder continuar con la idea.
Kalim miró hacia fuera por la ventana de la espaciosa habitación, impotente... "Usted sabe...que no puedo hacer nada..."
La doncella dejó escapar un inaudible lamento, era la voluntad del príncipe, nadie podía hacer nada, era inútil. Pero el viaje que se había propuesto hacer era uno ciertamente "diferente" a cualquier otro que pudiera haber hecho, y no sólo porque a donde se dirigía era territorio enemigo, sino que, el asunto que había que atender en Gidel, ponía en riesgo su vida, su reino y probablemente desataría una guerra.
'Tu sabes que fue cruel...
¿No piensas hacer nada?
Por ti, por el reino, por mí...
Nos hizo daño...más a mí...
No puedes dejar que siga vivo...
¿Verdad?...'
"Claro que no"
TBC
