¡Hola! Intentaré actualizar la historia lo más rápido posible. Muchas gracias por tu review Siesna... me hizo mucha ilusión ver que al día siguiente de colgar la historia ya recibía un mensaje .

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Capítulo 2: Bienvenida a Hogwarts

"Un techo blanco... grandes ventanas... una cama cómoda... una tabla de chocolate... ¡¿chocolate?!".

Fiorella se incorporó inmediatamente y literalmente atacó a aquella tableta de chocolate. Se moría de hambre y se sentía débil. Le ardía la garganta y tenía un poco de fiebre. Mientras comía dio un vistazo al lugar. Era una enfermería bastante grande, vio las camas vacías a su alrededor... sólo se encontraba ella. "Es extraño... no siento que esté en un hospital. ¿Y porqué tendría que estar en un hospit...". Todo aquello le vino de golpe a la memoria, cientos de imágenes llegaron a su cabeza con un dolor agudo incluido. La tormenta, el partido, ella cayendo en el vacío, la gente gritando, y aquellos ojos dorados en medio de la oscuridad... ¿quién sería el que la sostuvo en brazos?. Juraría que él también estaba suspendido en el aire pero la idea era tan descabellada que inmediatamente la descartó. Claro que últimamente le habían pasado cosas muy extrañas. Recordó la varita y la buscó a su alrededor, "¡mierda! ¡La he perdido! ¡No podré regresar a casa!". Entonces su cerebro le volvió a dar otro aviso doloroso: ¿dónde demonios estás Fiorella?

-Bienvenida a Hogwarts, escuela de magia y hechicería, señorita... disculpe, ¿cómo se llama?

Fiorella dio un respingo. No había sentido a nadie entrar ni mucho menos acercarse a ella. Miró directamente a los ojos de aquel señor de larga barba blanca, cejas pobladas y canosas, ojos pequeños pero llenos de tranquilidad y sabiduría tras unas gafas rectangulares. Parecía que sonreía pero su espesa barba no lo dejaba claro. Su respiración era pausada. Todo él irradiaba paz excepto por su vestimenta... ¿una capa azul marino de mago lleno de estrellitas? ¿un sombrero puntiagudo?...

Despertó del trance y respondió. -Fiorella... me llamo Fiorella pero me llaman Fio porque es más corto y fácil de recordar.- Dejó escapar una risita nerviosa. Normalmente cuando estaba nerviosa daba más información de la que le habían pedido.

-Estoy completamente de acuerdo.- La voz del viejo tenía un toque cálido. "¿Ha sonreído de nuevo?"

-¿Po... podría decirme dónde estoy?-

Él la miró profundamente, como si intentase ver sus pensamientos -Sus pensamientos no la engañan.-

-¿Acaso puede leer mi mente? ¿en realidad estoy en una escuela de magia?¿seguro que no me he dado un golpe en la cabeza al caerme de la cama?. A menudo me caigo de la cama, con tantos golpes acumulados no me sorprendería que...

-¡Dumbledore!- Ambos giraron la vista hacia la puerta. Una mujer vestida de blanco se acercó. -Se supone que esta niña ha de descansar. Aun tiene fiebre y está muy pálida. De no ser por el joven Lupin no sé que habría sido de ella.-

"¡Ajá! Así que se llama Lupin..."

-Bueno Poppy, no te alteres mujer. No seas tan dura con este pobre viejo- Se giró hacia Fio y le guiñó un ojo. Mientras tanto sacó de su bolsillo unas ranas de chocolate y las depositó cerca de sus manos. ("¡Oh! Estas ranas de chocolate se mueven!") –Yo sólo quería ver cómo se encontraba, a demás tenía que decirle dónde se encuentra. Seguro que está llena de preguntas.-

-Lo sé pero apenas esté mejor la enviaré directamente a tu despacho. Por cierto, ¿te tomas la infusión de Allysum cada noche antes de acostarte?, sabes que si no lo haces aquel dolor de cabeza no se irá.-

-Sí, sí... bueno, he de irme ya. Tengo mucho trabajo. He de remediar todo lo que hacen Potter, Black y compañía. Je, je, usted ya sabe... hasta más tarde querida (mirando a Fio).- Salió rápidamente de la habitación.

.-Ja, siempre funciona...- dijo con una sonrisa maliciosa mientras arreglaba las sábanas de la paciente. –Ahora duerme, necesitas descansar. Veo que ya te has comido el chocolate que te dejé. Buena chica. Duerme, luego tendrás tus respuestas.- Su mirada y el tono de su voz eran maternales sin embargo se notaba que era una mujer con carácter. "Entiendo, ella es la enfermera y él... por lógica ha de ser el director de esta escuela!"

Dormía a ratos. Se despertaba repentinamente porque sentía que caía de nuevo y cuando abría los ojos sólo veía aquellos ojos dorados.

Aun estaba bastante confusa pero una voz infantil le decía que disfrutase de todo esto.

-Estoy en un colegio de magia, en un mundo de magos.... Magia... después de todo sí que existe. Tal vez pueda quedarme a estudiar aquí. Tengo que hablar con mis padres... bueno, ellos no están así que ya les contaré luego. Será difícil pues ellos no creen en la magia- Tenía una gran sonrisa –¡Esta aventura es genial!-. Cerró los ojos para dormir de nuevo.

Pasó dos días más en la enfermería. A menudo escuchaba murmullos detrás de la puerta. Cuando entraba la señora Pomfrey veía que habían muchos chicos y chicas vestidos de uniforme, amontonados en la puerta intentando ver a la "chica caída del cielo". En los momentos en los que estaba sola se acercaba a la puerta y daba un golpe entonces alguien (o muchos a veces) contestaba con otro golpe. No se atrevía a salir. Se sentía como un ratón de laboratorio. Encerrado pero que, si le abren la jaula, no saldría por miedo.

Por las noches se aburría muchísimo pues era de sueño ligero y con unas pocas horas tenía más que suficiente (en especial en su actual estado de ansiedad y expectación ante todo lo que sucedía). Así que se aventuraba a salir de la enfermería no sin antes memorizar bien de donde había salido. Tenía muy mal sentido de la orientación. Ya se conocía.

Caminaba por los largos pasillos... aquellos ventanales eran tan grandes. El paisaje era increíble y aquel enorme bosque del fondo tenía un halo mágico pero a la vez tenebroso. "Nota mental, he de ir a ese bosque a ver cómo es". A veces el corazón se le disparaba por el susto... escuchaba un risa que le ponía los pelos de punta seguidos de un grito -¡¡Peeves!! ¡de esta no te escapas!-. "Nota mental, averiguar quién es Peeves, si es peligroso y quién le grita". Otra cosa que le llamó la atención fue ver cómo los cuadros se movían... mejor dicho, los personajes pintados.

-¿Acaso tengo monos en la cara, jovencita?-. Fio se había quedado embobada viendo como aquella señora respiraba profundamente entre ronquidos.

-¡Oh no! disculpe usted Madame. Simplemente me sorprende ver como es que... bueno como es que un cuadro tiene vida.-

-Ya veo, tú debes ser la chica caída del cielo. No dejan de hablar de ti. Los alumnos se mueren de ganas por saber quién eres y de donde has venido. Incluso dicen que eres un ángel, otros que eres un fantasma, alguno cree que eres una antigua alumna que quedó atrapada en algún pasillo del colegió y que apareciste ahí en medio de la nada sin más. Pero yo sé que eres muggle.-

-Disculpe, ¿cómo me ha llamado?-

-¡M-U-G-G-L-E!, es decir individuos no mágicos- le explicó con su voz chillona. -El mundo tiene a los seres mágicos como nosotros y al mundo muggle como el tuyo. Ambos no se conocen, bueno sí pero a un nivel que ahora no viene a cuento. No sé como pudiste aparecer aquí pero ya que estás... bienvenida.-

-Gracias-. Miró su reloj –He de marcharme ya, gracias por la explicación y disculpe de nuevo el haberla despertado e incomodado- dijo educadamente.

-No te preocupes. Regresa ya que ahora ha de pasar Filch por aquí a revisar los pasillos. Es el celador- respondió ante la cara de interrogación de la chica.

La última noche en la que se disponía a hacer su ronda nocturna sintió varios pasos que se dirigían hacia la enfermería. Rápidamente se metió en la cama e hizo ver que dormía.

-Muy bien querido... así es... con cuidado...- Era la voz de la señora Pomfrey que traía a un paciente. Por lo que decía el caso era grave. Luego de varias horas, en la que ella vendaba a alguien y le daba de beber diferentes brebajes, se fue soltando un suspiro de cansancio.

No pudo evitar la tentación de acercarse. Casi era de día y había suficiente luz como para verle la cara.

-¡Por Merlín! (Lo había escuchado decir a la enfermera)- Llevó sus manos a su boca.

El chico estaba muy mal herido. A pesar del vendaje se notaban manchas de sangre. Se le veía pálido ("seguro ha perdido mucha sangre") y respiraba con dificultad. Tenía rasguños en la cara y esta mostraba un semblante triste. No pudo evitar pensar lo guapo que era. Sin darse cuenta su mano acariciaba su mejilla. "¡Pero qué haces! ¡podría despertarse!". Demasiado tarde. Ya estaba despierto.

La chica se sonrojó levemente y apartó su mano.

-Lo siento... yo... no quería despertarte... por favor vuelve a dormir, necesitas descansar. No te molestaré más. Por si acaso estoy a cuatro camas de aquí.- Sonrisa nerviosa. "¡¿A qué demonios viene eso de decirle en que cama duermes?¡ ¡Mueve las piernas y vete ya!". Dio media vuelta y se fue rápidamente a su cama. "Un momento, esos ojos... ¡es él!". Se detuvo y le miró. Él le sonrió débilmente y con un movimiento de mano le hizo entender que se acercara. Ella se puso a su lado con precaución.

-Me alegra ver que te encuentras bien- Dijo el joven de cabellos castaños y ojos dorados. Piel pálida, delgado aunque fibroso. Había un aroma de chocolate a su alrededor. Eso la desconcentraba aunque no tanto como su mirada.

-Gracias por... por salvar mi vida. Exactamente no sé que pasó, sólo sé que caía y que tú me cogiste.-

-Estaba en medio de un partido de Quidditch. Sentí tus gritos y caíste encima de mí. Suerte que pude controlar la escoba sino hubiésemos caído los dos. Estabas temblando y dijiste que tenías frío, luego te desmayaste. Sin embargo no soltaste tu varita que por cierto se la di al director. ¿Cómo te llamas?-

-Espera... espera un segundo... "Quidish" y escobas voladoras... creo que me he perdido-

-ja, ja, ja. ¡Ahora lo entiendo! Eres muggle-. Su expresión cambió una mueca de confusión -¿cómo es que apareciste ahí?-.

-No lo sé... aquella varita me trajo hasta aquí... Me llamo Fiorella y tu has de ser Lupin ¿no?, lo dijo la enfermera. Sinceramente estoy bastante confundida y desde que llegué no he salido de esta habitación (recordó que era mentira), bueno... he hecho algún paseo nocturno... (Lupin sonrió) un cuadro me explicó que significa muggle y lo que los alumnos comentan de mí. Aun no puedo creer que exista un mundo mágico. ¿Y a ti que te pasó? Parece que te hubiese atacado algún animal salvaje.- dijo cambiando de tema.

Él la miraba sorprendido. Sus padres le habían hablado del mundo muggle y de cómo la mayoría vivían en la ignorancia sobre el mundo mágico. "Si ella apareció así sin más debe de estar más que confundida sin embargo no está asustada. Parece que disfruta con esto.". Era una chica guapa aunque no destacable. Tenía una belleza sencilla. Ojos y cabellos castaños. Bonitos labios. Cabello semi ondulado que caía de forma desordenada. No era muy alta ("bueno, más que Lily, seguro"), delgada aunque algo le decía que era fuerte ("¿practicará algún deporte?"). Su mirada era la de una niña de 6 años que descubre el mundo sin embargo había un toque de tristeza que le decía que su vida no había sido fácil. Llevaba un camisón blanco que le llegaba hasta los tobillos.

-Sí, me atacó un animal pero no es nada grave- No se sentía cómodo hablando del tema aunque con ella... sentía que podía hablar con toda tranquilidad. -Me llamo Remus, Lupin es mi apellido.- Se miraron unos segundos.- Estoy seguro de que este lugar te gustará. A penas me recupere seré tu guía... si quieres, claro- Sonrió.

"¡Qué sonrisa!" –Ejem... sí, me encantaría. Tengo ganas de conocer todo este mundo. Siempre he soñado con un lugar como este.- añadió complacida de que él quisiera guiarla.

Así se mantuvieron un buen rato, conversando amenamente hasta que fueron interrumpidos por un verdadero grito de guerra –¡¡¡Moony!!!- . El eco se encargó de llevar el nombre a los cuatro vientos.

Ella sólo vió una sombra que caía sobre Remus, una botella roja volar por los aires (uno de los brebajes) y la cara de dolor de su nuevo amigo.

El muchacho de cabellos negros levantó la mirada pues se había dado cuenta de que había alguien más ahí. (-Sirius... no puedo respirar... por favor...-).

-Vaya Remus, nosotros preocupadísimos por ti mientras tú te lo pasas fenomenal aquí con muy buena compañía.- dijo con una sonrisa. –Hola preciosa, soy Sirius Black, el terror de Hogwarts y gran amigo de Moony-. Cogió la mano de la chica , que por cierto pensaba ("¿Moony?") y le dio un sonoro beso en el dorso. Él seguía encima del pobre Remus a quien le caían lágrimas de dolor al mismo tiempo que se ponía azul.

-Ho... hola... yo soy Fiorella... y creo que estás matando a tu amigo...- señalando le la cara de Lupin.

-¡ups!, perdona Moony, amigo mío. Ya sabes como soy-

-¡sí! ¡Un completo demente y psicópata!- Había vuelto a su color normal. –Imagino ya sabes quien es ella-

-Claro, tu ángel ¿no?-

Fio y Remus se miraron. Él se sonrojó pero rápidamente pasó a su estado de tranquilidad. Sabía controlarse. Todo lo contrario que Black.

-¡Sirius!, ¿Cuántas veces te he dicho que has de tomar tus pastillas al despertarte?. Discúlpale Fio, la verdad es que es así desde que le conozco.-

Ella rió. El chico era muy guapo... aquellos ojos azules serían capaces de derretir el corazón más frío. Aquel aire rebelde que le envolvía no hacía más que elevar su atractivo. Tenía un cuerpo 10 y una sonrisa seductora. Eso le hizo dar un vuelco a la mente de Fio. ("¿acaso todos los alumnos de esta escuela son así de atractivos?, si es así creo que terminaré quedándome aquí como sea...")No pudo evitar reír con su pensamiento. En ese momento apareció otro amigo de Remus, uno llamado Peter ("ejem... ya veo que no todos son así...") pero no llegó a decir nada pues detrás de él venía el director y decidió callarse.

-¡Ah! Señor Lupin. Me alegra ver que se encuentra mejor- dijo Dumbledore

-Gracias, señor-

-Señor Black, imagino que no sabrá nada sobre la invasión de babosas carnívoras que han sufrido el señor Snape y...- decía el director pero Sirius se adelantó en responder sin dejarle terminar la frase.

- ¿babosas carnívoras?, nooooo.... De seguro son sus mascotas. Siempre he dicho que Snape y Lestrange son tíos muy raros. Je, je-

- ¿cómo sabe que Lestrange también fue afectado?-

A Sirius le dio un ataque de tos mientras Lupin reía disimuladamente. Fio observaba muy amena la escena. –cof, cof, cof... ejem... yo lo escuché en... ¡en el pasillo!-

-Claro, claro. Estas noticias se esparcen rápidamente entre el alumnado. Señorita Fiorella por favor acompáñeme a mi despacho. Tenemos mucho de que hablar.-

Ella cogió una bata, se la puso encima y se fue con el director no sin antes despedirse de los chicos. -Recupérate pronto ¿si?-. Salió de la habitación.

Sirius se le quedó mirando con cara de haber visto a Hagrid vestido de bailarina de ballet - ¿qué te traes con ella?- (¬¬...)

Él no hizo caso a su pregunta.

-¿Crees que se quedará?-. Sirius levantó los hombros en señal de que no tenía ni idea. Y añadió -¿y tú que te traes con las babosas?-

-Tenemos un pacto- dijo sarcásticamente –yo no las piso y ellas se comen a Snape. Además es mi forma de darte la bienvenida- lo dijo abriendo los brazos y con mirada de loco. Remus sonrió, después de todo él también era un merodeador.

Fin del capítulo.

(NdA) ¡Lo sé!, estos dos capítulos me han quedado sosos. No tienen mucha gracia y es más, el primero tiene toques de dramatismo pero son necesarios para situaros en la historia. El próximo capítulo también será así (un poco rollo) pero os prometo que los siguientes serán más divertidos e intrigantes... hay un trama más interesante aun por descubrirse.

FIO