Aquí el siguiente capítulo. Dejadme reviews por favor!!!
¡Saludos! (Y recordad que estos personajes son de Rowling no míos, salvo Fiorella y el ministro de magia).
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Capítulo 3: El ministro de Magia-A ver querida, desde el principio por favor y es muy importante que me des todos los detalles-
Fue lo primero que le dijo Dumbledore a penas Fio cerró la puerta del despacho. Al inicio ella no le oyó pues estaba sorprendida con aquel lugar. Los antiguos directores ya se empezaban a hartar de que esta chica no les quitase la mirada de encima. Dejó salir un grito ahogado cuando vio el fénix (estuvo apunto de cogerlo pero se contuvo) y casi se desmaya de emoción al ver como moría y revivía en unos segundos. Una visión maravillosa.
Habían tantos trastos raros... su curiosidad la retaba a ir tocándolo todo, sacar al viejo del despacho descaradamente y quedarse ahí hasta haber descubierto cada secreto pero entonces su mirada topó con la de Dumbledore provocando su vuelta a la realidad.
-Disculpe señor... me he desconcentrado unos segundos- dijo con timidez (?¿unos segundos?, ja!?). Se sentó en una butaca que él hizo aparecer con su varita (?¡wow!?) y empezó a relatar su historia evitando la parte de la pelea de sus padres.
- y entonces desperté en la enfermería... Sinceramente le digo que no tengo ni idea de cómo esa varita me trajo hasta aquí. Yo nunca hubiese dicho que existiese un lugar como este. Aunque he leído mucho sobre magia al final siempre pensaba que todo era fantasía y además mis padres se encargaban de dejarme claro que la magia no existía y que me dejase de tonterías y me pusiese a hacer otras cosas- Aquello último se le escapó pues no quería hablar de que sus padres eran unas personas amargadas que odiaban todo lo relacionado a la magia.
-Vaya... su relato no me da mucho información-
-¿Tan extraño es que aparezca aquí?, es decir a lo mejor activé la magia de la varita...-
-El problema es que este lugar tiene un hechizo que impide que cualquier persona aparezca o desaparezca. A demás, las varitas no tienen magia sino la persona. Las varitas canalizan la energía del mago hacia el exterior. Si usted poseyese esa capacidad hubiese sido admitida en esta escuela a los 11 años pero no fue así, aunque...- No pudo terminar de hablar pues una señora de nariz puntiaguda, gafas cuadradas, ojos pequeños y labios apretados hizo acto de presencia.
-Disculpa Albus pero el señor ministro está aquí- dijo al mismo tiempo que echaba una mirada fugaz a la extraña
-Gracias Minerva, hágalo pasar-
El ministro entró como si fuese un torbellino. Con su cara roja y sudorosa, hablaba rápidamente, movía las manos de forma exagerada y era de esas personas que no miran directamente a los ojos.
-Hola Dumbledore, que alegría ver que estás bien. ¡Oh! Tú eres la pequeña muggle que nos trae de cabeza ¿eh?- se acercó a ella y le dio un pellizco en la mejilla (?¡auch!?). Él prosiguió hablando ?ahora hay magos que estudian la varita que encontraste. Esto no ha de salir a la luz, no quiero muggles por ahí buscando varitas para aparecer donde les plazca. Averiguaremos de quién es y lo arrestaremos por irresponsable. ¡No se dejan las cosas mágicas tiradas en medio de la calle! Y respecto a ti niña, volverás inmediatamente a tu casa. No me mires así, no te preocupes, esta pesadilla pronto se acabará pues te borraremos la memoria y tu vida será como antes- En su cara se marcó una gran sonrisa. No dejaba de sudar.
-Pero.... Pero... yo... ¡¿¿qué??!- miró desesperada a Dumbledore ?yo me quiero quedar, ¡por favor!. No quiero volver a casa, podría estudiar aquí. Ya sé que se necesita tener poderes mágicos pero si yo pude usar la varita es que los tengo ¿no?, es decir puedo aprender. Mis padres no están en casa ahora, no sé a donde han ido, nunca me lo dicen. Volverán en un par de semanas o más. ¡Esto no es una pesadilla para mí al contrario! ¡¡Es un sueño hecho realidad!!. Señor ministro por favor no me borre la memoria- Todo esto lo dijo entre sollozos. Sentía que la querían despertar del sueño más maravilloso que había tenido.
Continuó hablando viendo que nadie decía nada. -¿Olvidarlo todo y volver a mi vida de antes? ¡ni hablar!, me escaparé de nuevo, buscaré varitas por todas partes para volver, ahora que sé que existe este lugar no pienso marcharme así como así a demás está Remus y Sirius que me han caído bien y creo que yo también a ellos... ¡yo no tengo amigos allá!-. Se dio cuenta de que había hablado demasiado. La mirada de Dumbledore era difícil de entender pero la del ministro estaba muy clara: ?eres una niña, deja que este asunto lo arreglen los mayores. Tu calla y obedece?.
-Fiorella, déjanos solos un momento por favor. Espera afuera- dijo Dumbledore con voz firme.
-sí, con permiso- Dijo resignada. Cabizbaja salió del despacho y se quedó contemplando la gárgola de piedra. Unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas. ?Seguro que he metido la pata...?.
Torre Gryffindor.
Lupin atravesó el cuadro de la Señora Gorda (?Luna llena? ¬¬u) y vio a todo sus amigos en la sala común. Aunque era la hora de comer habían decido esperarle con un plato lleno de bocadillos que Peter trajo. (NdA: él sí que fue a comer... rata, tenía que ser)
-Me alegro de veros, chicos-
Un chico alto y delgado, cabellos negros desordenados (por él mismo) y gafas fue el primero en reaccionar. Le dio un abrazo y mirándole como si fuese su padre le preguntó si se encontraba bien. Mientras tanto Peter dejó de lado su ficha de ajedrez mágico (jugaba con Sirius) y también se acercó para darle un abrazo.
Sirius no se movió de su asiento pero agachó su cabeza de forma solemne.
Aquella transformación fue una de las peores que tuvo el licántropo. Sus amigos sabían su secreto y habían empezado a practicar de forma ilegal la animagia. Aun no le podían acompañar.
Hacía poco que habían comenzado el tercer curso. Se conocían desde primero y se hicieron muy amigos. Habían empezado un ?gran proyecto?, como le llamaba Sirius. Se trataba de un mapa mágico que les mostrase todo el castillo incluidas las personas presentes en ese momento. Aun les faltaba mucho y para conseguir su objetivo cada dos o tres noches salían en grupos de dos bajo la capa de invisibilidad de James e investigaban diversos pasillos. El mayor peligro era Filch o su gata, también Peeves que varias veces los descubrió y los atacó con bombas fétidas. ?Todo sea por las nuevas generaciones?, decían.
-Así que aquella chica es una muggle y no tiene ni idea de cómo llegó aquí. Mejor dicho cómo apareció- concluyó el joven de ojos dorados. Respondía a las preguntas de sus amigos.
-Vaya... pues por su culpa Gryffindor no terminó de darle la paliza a Slytherin y yo no pude coger la snitch que por cierto, ya la tenía en la mira- dijo James algo resentido. El Quidditch ocupaba gran parte de su vida.
-James...- advirtió el joven licántropo.
-A lo mejor fue una treta de los Slytherin, algo para evitar que le dejásemos en ridículo. Malfoy es capaz de cualquier cosa.- dijo Peter.
-Peter...- dijo en el mismo tono de voz.
-Para mí que simplemente fue la realización de las súplicas de Moony... ?que caiga una chica del cielo?- dijo Sirius mientras se arrodillaba en el suelo, juntaba sus manos y ponía una cara de plegaria. James y Peter rieron, Lupin simplemente le dedicó una mirada de asesina.
-Sois unos críos incapaces de entender lo mal que lo está pasando-
-Pero si eso lo entendemos muy bien- contestó James -Lo que no entendemos es lo interesado que estás tú en el tema-
-Creo que es normal, a quien le cayó encima fue a mí- el tono de voz se fue alzando
-Espero que no te sientas con la obligación de estar a por ella simplemente porque tú la cogiste en brazos-
-¿Acaso sientes celos?- Remus sabía que no pero estaba cansado. Sí, en parte sentía que debía cuidarla aunque más que deber era querer. Le había caído bien, la vio como una persona indefensa en un mundo completamente ajeno a ella. Todo el mundo se preocupaba por él (todos aquellos que conocían su secreto) y ahora era él quien se preocuparía por alguien. Esto también arraigaba un antiguo trauma familiar. Él tuvo una hermana pequeña que murió a los 5 años.
-No digas tonterías Remus, simplemente intento decirte que ella no está bajo tu responsabilidad. Te lo digo como amigo, es tu problema si me escuchas o no. Buenas noches- James se sentía ofendido. Sólo intentaba darle un concejo aunque con tal mala pata que terminó en una discusión absurda.
-Yo también me voy a dormir- dijo Lupin en tono cansado. Subió a la habitación.
Peter miró a Sirius y alzó los hombros como diciendo ?no he entendido nada?.
-Esta chica nos traerá problemas... ya lo veo venir- murmuró el joven Black mientras subía las escaleras.
Despacho de Dumbledore
-Así que un traslador...-
-Así es Albus, pero además era una varita-
Dumbledore estaba sentado en su butaca, acariciando su larga barba. No cualquiera tiene algo así. Él estaba preocupado pues todo este caso no tenía antecedentes y con la nueva situación que había, cualquier cosa fuera de lo común podía implicar peligro. Un mago oscuro había empezado a hacerse famoso con diversos ataques a casas muggles y de magos. Nadie sabía que quería, quién era, etc. Sin embargo habían personas que se habían unido a él, se hacían llamar Mortífagos.
El ministro caminaba de un lado a otro. Su cara estaba más enrojecida por el calor y no dejaba de mover las manos.
-Entiendo que la chica desee quedarse aquí pero sabes que va en contra de las normas. Si le borramos la memoria todo volverá a ser como antes- insistió el ministro.
-No todo se soluciona así, Matt. Si ella pudo usar la varita es que tiene magia en su interior y si es así ¿porqué no está en esta escuela?. El ministerio se encarga de la lista de jóvenes que tienen el potencial de magos-
-¿Intentas decir que fue un error del ministerio?- El ministro lo dijo como si se tratase de algo impensable. Puso cara de ofendido.
Dumbledore pensó bien en cada palabra que iba a decir. Carraspeó un poco y se puso en pie. -Así es Matt, creo que ha sido un error del Ministerio y es algo que habría que investigarlo pues no sabemos que hay detrás de todo esto-
El ministro le miró con recelo, sabía que era cierto pero le costaba mucho aceptar los errores. Claro que él no era el responsable directo pues hay un encargado de la lista pero el hecho de que no se haya dado cuenta, ¿qué otros errores habrá cometido?. Esa idea le atormentaba.
-¿Qué harás con la chica?-
-Se quedará aquí hasta que sus padres vuelvan. Mientras tanto le haré algunas pruebas para ver si es bruja o no.-
-Y si...- no pudo terminar la frase, Dumbledore se le adelantó.
-Entonces estará bajo la disposición del Ministerio, imagino que en la sección de relación con Muggles.-
Matt Williams sonrió satisfecho aunque por dentro se castigaba por todo este embrollo. Era una persona orgullosa a la que le había costado llegar al puesto donde está, se exigía mucho y no se permitía errores. A veces su exigencia le ofuscaba tanto que solucionaba las cosas de una forma bruta y poco convencional. Por suerte, el director que es mucho más racional intervino. Obviamente, por su orgullo, jamás se lo agradecería.
Albus sonrió, era como si leyera su pensamiento. Le acompañó a la salida, se despidieron educadamente con promesas del Ministro de que solucionaría esto rápido. Al pasar cerca de la chica le pellizcó la otra mejilla y se fue.
-...otra vez...- ¬¬
Fio pasó al despacho y se sentó en la butaca esperando su sentencia de muerte. En la larga espera que tuvo había planeado diferentes formas de rogar para quedarse, escaparse o si era necesario inmovilizar al director y amenazarle. Estaba desesperada. En el fondo sabía que acataría lo que él le dijese.
-No te preocupes, no te borrarán la memoria. Es más te quedarás aquí hasta el regreso de tus padres. (Ella se puso de pie con los ojos brillando), PERO (ella se sentó y empezó a mover sus dedos) habrá que demostrar que sabes usar la magia. En caso que no sea así, volverás a tu casa y todo volverá a la normalidad.
-Pero... bueno, estoy de acuerdo con todo y le agradezco mucho, mucho, la oportunidad. Lo que quisiera saber es que aunque vuelva a casa con la memoria borrada, aun así seguiréis averiguando como es que pude venir aquí ¿no?.-
-Por supuesto... ahora irás con Minerva, es decir con la profesora McGonagall. Ella te llevará a tu dormitorio. Has tenido suerte pues quedan un par de camas libres...-
De improvisto Dumbledore cayó en la cuenta de que quedaban aquellas camas vacías. ¿Cómo era posible si en cada curso el número de camas se ajustaban al número de alumnos que tendría el colegio?. Fiorella le miraba si entender que pasaba.
-Definitivamente me hago viejo... je, je, je-
-¡Yo siempre lo he dicho!- dijo uno de los cuadros
El ruido del estómago de Fiorella le hizo volver a la realidad. Hacía más de una hora que la comida había terminado.
-Sí, yo tampoco he comido. Mira... conozco un pasadizo que nos lleva directo a la cocina, pediremos macarrones y luego pastel de limón- el viejo sonrió.
-Eso sería genial, pero ¿y la profesora?-
-¡¡Bahh!! También la llevaremos (mirando al techo) aunque no le gustan los macarrones...-
-¡Ejem!, ¿me llamaste Albus?... por cierto, me encantan los macarrones. Es a Sinistra a quien no le gustan-. A pesar de sus labios apretados, sonrió.
