Amado Elfo
La ira de una mujer despechada
Heero miró a Quatre sentado en un banquito junto a la enorme bañera ovalada en medio de su dormitorio, de ella salía un agradable aroma a menta despedida por el vaporcito que inundaba todo el ambiente Le sonreía mientras su hermano, posicionado a sus espaldas, lo ayudaba a quitarse toda la ropa.
- Amo - le sonrió Quatre poniéndose de pie - le preparamos el baño para que se relaje - ayudó a su mellizo a terminar de desvestirlo - le gustará mucho, se lo aseguro.
Dúo apartó la ropa que le había quitado a su amo para enviarla a lavar y luego le sonrió con un brillo especial en su mirada violeta, le gustaba sobre manera lo que veía, era un hombre muy hermoso con esos brazos fuertes que lo habían salvado de la muerte, esos pectorales sobre los que había llorado y dormido, esas fuertes y torneadas piernas.
Heero notó la mirada ardiente y lasciva con que lo inspeccionaba Dúo y se metió al agua, lo estaba poniendo nervioso, pero ahora entendía que era lo que ellos querían de él, demostrarle que eran suyos y que era su único dueño y aquello lo excitaba.
Dúo se sentó a la izquierda de su amo y Quatre a la derecha antes de comenzar a enjabonarlo con destreza y paciencia. Cada uno comenzó por la muñeca del brazo cercano haciendo pequeños círculos hasta llegar al hombro, de allí uno se fue por su pecho y el otro por su espalda, haciendo los mismos movimientos suaves y sensuales que le comenzaban a alterar los sentidos. Dúo llegó hasta su abdomen y lo miró a los ojos dejando caer al agua el paño con que lo frotaba suavemente.
- ¿Le gusta, amo? - le dijo sensual Quatre cerca de su oído - póngase de pie ¿sí?
Heero no supo cómo ni por qué, pero lo obedeció sin decir nada. Dúo lo miraba embelesado y se dedicó a frotarle las piernas con delicadeza sintiendo que se he hacía agua la boca.
- ¿Le gustaría que le hiciéramos compañía? - dijo Dúo mirándolo a los ojos, su amo estaba excitado, lo podía ver, así que la respuesta afirmativa no se hizo esperar - le gustará - y con un rápido movimiento de muñeca estaban los dos elfos desnudos acariciándolo - amo - se plantó frente a él poniendo las dos manos sobre su pecho mojado.
Heero sólo podía sentir las caricias que recorrían su húmeda piel, su corazón latiendo a mil, con Dúo que estaba frente a él acariciándole el pecho hasta llegar al ombligo y de vuelta mientras Quatre hacía lo suyo acariciando su espalda, lo estaban volviendo loco de deseo y de placer. Dúo lo miró y lo hizo arrodillarse en el agua para ayudarlo a relajarse un poco más, sabía que lo que seguía le dolería a ambos, pero quería ser él quien fuera tomado por su amo, aunque fuera Quatre quien se adentrara en él.
- Amo - le dijo Quatre introduciendo levemente los dedos dentro de su amo - no se tense, esto le gustará.
- ¡Ah! - Gimió entre dolor y placer, dolor por la invasión de los delicados dedos de Quatre y placer por las caricias de Dúo en su pecho y en su miembro excitado - sigan - dijo entrecortado abrazando a Dúo para tomar su boca, pero este lo esquivó tomando entre sus labios una tetilla - Dúo - gimió casi sin aire - Quatre - extendió el brazo hacia atrás para acariciar su nuca mientras le acariciaba el cuello - mis elfos hermosos.
Dúo lo miró y tomó sus manos para que lo preparara a él, después de todo, nunca había estado con nadie y él sería el primero. Heero hizo lo que le pedía y Dúo acomodó las rodillas junto a las caderas de su amo para poder colocarse mejor para la penetración. Miró por sobre su hombro a su hermano y lo hicieron a la vez.
- Shinigami, protege a mi dueño - dijeron a la vez cerrando los ojos apretándose contra él - por favor.
Heero sentía un fuerte dolor pero un profundo placer opacaba todo a su alrededor, así que se relajó para que los chicos hicieran su trabajo. Pero era Dúo quien recibía sus caricias ya que estaba frente a él, acarició las costillas y lo presionó con fuerza al sentir que estaba por acabar hundiendo su boca en su cuello para no dejar escapar el grito que escapaba de su garganta, no así Quatre y Dúo que si los dejaron escapar.
Quatre se retiró de su amo y lo ayudó a salir de la tina mientras Dúo extendía una enorme toalla para secarlo. Esa fue otra delicia para el joven príncipe que pidió se sentaran en la cama, aquellas caricias lo estaban dejando sin fuerza y eso no era algo que le pasara fácilmente. Dúo se acomodó sobre sus rodillas nuevamente, le encantaba sentarse a hojarcadas sobre su amo, pero miró a Quatre y se apartó.
- Cambiemos de lugar - dijo sonriendo y Heero asintió.
- Amo - dijo Quatre al volver a empezar mientras se sentaba también sobre sus piernas.
- Eres un dulce ángel dorado - le susurró al oído al sentir las caricias en su pecho - lo hacen muy bien - gimió entregándose nuevamente a las caricias de los elfos.
-
Heero se despertó con el cuerpo cansado y con ambos hombros acalambrados y con peso. Abrió los ojos y miró a su izquierda, allí dormía plácidamente su querido Dúo con su mano apoyada sobre su corazón con una sonrisa complacida en sus labios. Otro tanto hacía Quatre a su derecha, era la misma sonrisa en sus labios, se les notaba de lejos que eran hermanos. Levantó un poco el brazo izquierdo y movió el dosel hacia un lado había oscurecido desde que subió y ese par lo tomó por asalto, porque no encontraba otra forma de describir lo que le había pasado desde que entró en su habitación.
Dúo se despertó al no sentir el calor del brazo de su amo a su alrededor, le había gustado mucho sentirlo protector y cariñoso, y lo miró en silencio unos segundos.
- Amo, ¿está molesto con nosotros? - le dijo preocupado - sólo queremos hacerlo feliz - le acarició las costillas.
- Por mí pueden intentarlo otra vez cuando gusten - le acarició el cabello ahora todo desordenado - no estoy molesto, sólo me preguntaba si uno no está celoso del otro.
- Mientras evitemos besarlo en la boca no habrá problemas.
- El sello de los elfos - lo miró a los ojos - ¿fue por eso que no te dejaste besar cuando quise?
- Lo siento, amo, habría sido traicionar a Quatre.
- Entiendo - miró a Quatre que aún dormía - entonces no le digas lo que estuve a punto de hacer.
- Debe ser muy tarde - se enderezó un poco - está muy oscuro ya ¿será hora de la cena? Yo tengo hambre, después de todo el ejercicio que hicimos y que no hemos comido desde el almuerzo porque nos entretuvimos en otras cosas, espero que la comida sea abundante y.
- Silencio, Dúo o te besaré para que te calles - lo amenazó divertido.
- Amo - gimió Quatre adolorido - ¿ya es hora de cenar?
- Si antes tenía dudas, ahora estoy seguro, son hermanos.
- Somos mellizos ¿sabe? a veces pensamos y sentimos lo mismo - le dijo Quatre mirándolo extrañado.
- No lo dudo, me sedujeron al mismo tiempo ¿no?
Quatre se sentó en la cama mirando a Dúo que había desviado la vista avergonzado mientras se sentaba en la cama para vestirse.
- Nosotros sólo lo queremos ver contento, amo - le dijo Quatre sentándose también - pero si no le gusta, no lo haremos de nuevo.
- Vengan, vístanse y bajemos a cenar - abrazó a Quatre que estaba más cerca y luego a Dúo - olviden eso de no volver a hacerlo, me gustó demasiado, podría convertirlo en un delicioso vicio.
-
En el comedor llamó mucho la atención la llegada del príncipe con los dos chicos tomados de la mano, uno a cada lado de él, mientras él les daba una de sus extrañísimas sonrisas.
- ¿Quiénes son esos, Wufei? - dijo Trowa al oído de su amigo - Los ayudas de Cámara de Yui - le dijo mirando embelesado a Dúo - me hizo saber claramente que son suyos, pero eso me impide mirar al de pelo largo, se ve muy dulce.
Trowa se acercó a su amigo y le tocó el hombro.
- ¿No los vas a presentar?
- Dúo y Quatre, mis ayudas de cámara - ambos se acercaron más al joven príncipe - están conmigo y dile a Wufei que deje de mirar así a Dúo, que no le va a gustar verme enfadado por perseguir a uno de mis chicos.
- Entiendo, pero no puedes culparlo por mirar a estos chicos tan lindos - pasó la mano por la mejilla de Dúo y recibió un fuerte golpe.
- Es sólo una advertencia, ambos están protegidos con magia - besó en la frente a Dúo - ¿habias oído de la magia de Shinigami?
- La muerte para quien trate de arrebatarte el cariño que ellos te dan libremente - se sacudió - debiste advertírmelo antes.
- Lo siento, pero Dúo y Quatre son míos.
- Primera vez que te veo en este plano tan posesivo de tus amores, Heero - y se fue a sentar junto a Wufei - Shinigami.
- Pero esas es la magia de los elfos - dijo Wufei al oído de su amigo - ¿no se supone que sin ellos Yui ya no tiene magia?
- Por lo que yo sé de la magia de Shinigami, ella subsistirá hasta que una de las partes decida cambiar de sentimientos.
- Si la magia se aplica tres personas ¿cómo romper su efecto?
- ¿Heero estará dentro del conjuro del Shinigami? - Trowa miró hacia la mujer que acababa de entrar - espero que sí, me gustaría que la borrara del mapa de una vez por todas, es tan pesada.
La mujer se acercó a Heero y miró a los dos chicos. Quatre apretó con fuerza los dedos de su amo al sentir la furia de ella, pero lo que más le sorprendió fue que a él ni lo mirara, si no que dirigió toda su furia a Dúo ¿acaso a él no lo consideraba competencia? Ciertamente su hermano era hermoso, pero él lo era también, el amo le había dicho que parecía un ángel y que su belleza era más delicada.
- Vaya, querido Heero, dos chicos - dijo ella sarcástica - pero sólo uno importa ¿no?
- Yo creo lo contrario, señora - dijo Quatre molesto y dolido - Dúo y yo somos más importantes de lo que usted cree para el amo.
- ¿Ah, si? - lo miró de arriba a abajo - eso quisieras.
- No se arriesgue, señora, la magia de Shinigami no sólo está sobre nosotros, sino también sobre el amo y sobre él es más fuerte porque es doble.
- A mi no me hará daño ¿verdad, Heero? - le sonrió coqueta.
- Reelena, creo que te conviene escuchar a Quatre - le advirtió cortante - son dos contra una.
- No puedo creer que estés decidido a estar con ellos.
- Señora - dijo Dúo molesto de más, le había desagradado la manera en que los despreciaba y como miraba a su amo - es mejor que no insista, Shinigami no perdona.
Reelena lo miró furiosa, estaba completamente segura que él era más peligroso que el chico rubio, no necesitaba hacer un desplante para tener la atención de Heero, en cambio el otro chico era más delicado, no muy del gusto del príncipe, aunque no dejara de ser bello. Les lanzó una mirada asesina y se retiró.
- ¿Me han incluido en su maldición? - les dijo asombrado.
- Lo hicimos cuando lo estabamos bañando - sonrió Quatre- ¿recuerda que me preguntó a que se debía la esencia de menta? La usamos para impregnarlo de nuestra esencia vital.
- Yo pense que lo habían hecho después - sonrió malicioso y los dos se pusieron rojos.
- Mejor comemos - dijo Dúo sentándose a la izquierda de Heero totalmente rojo.
Heero disimuló la risa que le causaba la actitud de los elfos y se sentó ordenando que les sirvieran.
-
Dúo miraba el amanecer en silencio, le gustaba esa hora del día cuando sus poderes eran restaurados por completo y su cabello tomaba un hermoso brillo dorado. Estaba sentado en el balcón en paños menores esperando que nadie lo viera así, antes se moría de la vergüenza. Recordaba las palabras que le dijo su amo al amarlo nuevamente al oído, se sentía tan bien entre sus brazos, lo amaba profundamente, tanto así que casi lo besa la segunda vez que le ofreció los labios, pero él reaccionó a tiempo echando el brazo hacia atrás para acariciar a Quatre para que no se sintiera abandonado ni rechazado.
- Son mi mayor tesoro - lo apretó contra su pecho antes de dormirse.
Habían discutido con su hermano sobre a qué lado de su amo iban a dormir, los dos querían el lado izquierdo ya que con ese brazo acaricia más. Heero se enfadó y les dijo que si querían dormir con él, mejor dejaban de pelear.
- Pero, amo ¿quién dormirá a qué lado?
- ¿Por qué quieren dormir a mi izquierda los dos?
- Para escuchar los latidos de su corazón - le dijo Dúo.
- Par de bribones - se sonrió - muy bien, hagamos algo - miró a su alrededor y tomó dos pajillas de la chimenea - el que saque la más larga a mi izquierda y el otro a la derecha - las dos se veían iguales en su mano, pero Dúo ganó y se durmió escuchando los latidos de su corazón.
Su amo era hermoso incluso cuando dormía, aunque perdía un poco ese aire duro que lo caracterizaba. Por eso no lo había despertado y había salido solo al balcón.
De repente unos brazos fuertes y cálidos rodearon su pecho y lo hicieron caer hacia atrás contra el cuerpo de su dueño, mientras unos labios acariciaban sus orejas y seguían un dulce sendero por su cuello. Cerró los ojos mientras los dedos frotaban sus pezones, bajando y subiendo hasta su alborotado sexo, él único que podía tocarlo así era su amo sin sufrir daños.
- Regresemos a la cama - le pidió en un susurro al oído.
- ¿Y Quatre? - trató de oponer un poco de resistencia pero su cuerpo comenzaba a responder desenfrenadamente a las atrevidas caricias.
- Lo despertaremos para que juegue con nosotros - metió la mano bajo la poca ropa que llevaba puesta.
- Amo - gimió y se dejó llevar entre sus brazos.
-
Reelena estaba mirando el cielo que comenzaba a teñirse de tonos anaranjados mientras la ira y el despecho se adueñaban de su alma, iba a destruir a ese par de niños que habían entrado con tanta facilidad en el corazón de único hombre que la había despreciado.
- ¿Qué pasa, hermana? - le dijo un hombre de larga cabellera rubia, era extraño verla en pie tan temprano y menos cuando recién había regresado del palacio de Yui - tú no eres pájaro madrugador.
- Heero tiene dos ayudas de cámara - dijo molesta - y los tiene protegidos con una magia muy especial, dijo que era de Shinigami.
- Oí decir que los elfos habían sido exterminados, así que la magia de Heero Yui debió desaparecer.
- Yo misma vi su magia en acción cuando el príncipe Trowa tocó a uno de sus chicos.
- Es extraño - dijo pensativo - si su magia persiste es que aún hay elfos vivos en alguna parte.
- Ellos dijeron que Shinigami los ayudaba - murmuró pensativa - es posible... - sonrió malignamente - iré a ver a Traize.
- ¿Que planeas, Reelena? Si Heero descubre que fuiste tú la que le dijo que su magia se debía a los elfos vamos a tener muchos problemas y no quiero terminar muerto, además pondrás en peligro a nuestra gente.
- Si él no quiere perder a sus amados elfos va a tener que entregarse a mi - dijo ella muy segura.
- No me gusta como hablas.
- Traize pagará muy bien mis servicios.
- Reelena, estas traicionando a todo nuestro pueblo, ellos son los que traen prosperidad al pueblo de Yui.
- Patrañas, son un estorbo - le dijo y salió de su casa.
- ¡Reelena, no permitiré que destruyas todo, por mucho que seas mi hermana! - le gritó pero ella no lo escuchaba - demonios, debo advertirle a Heero.
-
Era medio día cuando Lady Une condujo a Reelena a la presencia de su amo Traize, ella no estaba muy contenta de verla por esos lados, siempre que lo venía a ver ella era ignorada ¿qué pretendería ahora esa arpía?
- Qué gusto de volver a verte, querida Reelena.
- Siempre dices lo mismo, Traize - se sentó frente a él - pero quiero hacer negocios contigo - le señaló a Lady Une - a solas.
- ¿Nos permites, querida? - y ella salió - ahora dime que información me tienes.
- ¿Has oído hablar de la magia de Shinigami?
- No.
- Es un poderoso conjuro de amor que ponen los elfos sobre la persona que aman - explicó - el más pequeño roce mal intencionado puede producir el impacto de un golpe y llegar hasta matar.
- Y eso ¿qué tiene que ver conmigo?
- Muy simple, Traize, Heero se lo puso a sus dos novios ayudantes, lo que quiere decir que su magia no se ha extinguido y que por ende aún hay elfos.
- Así que se salvaron algunos.
- Sólo dos, los mismos que Heero protege en su castillo.
- ¿Cómo lo sabes?
- Muy simple, ellos mismos me dijeron que Heero también era parte del conjuro y que la magia sobre él es doble, así que significa que los dos son elfos. Además, me hicieron notar que son más importantes para él de lo que yo podía imaginar.
- Dos elfos y la magia de Shinigami para protegerlos - se quedó pensativo - no será fácil acabar con ellos.
- Para matarlos no es necesario tocarlos ¿no te parece?
-
Miliardo se quedó de una pieza al mirar a los dos chicos que ayudaban a Heero a sacar las cuentas, eran muy bellos, pero era conocida la gran belleza de todos los elfos del reino Yui, aunque debía admitir que eran los primeros que veía.
- No me gusta su mirada - le dijo Dúo mirándolo a la cara - el amo está muy ocupado en estos momentos.
- No te preocupes, Dúo, Miliardo y yo tenemos negocios que atender.
- Pues él no me agrada - señaló Quatre acercándose a la puerta arrastrando a su hermano hacia afuera - su sangre lo hará sufrir mucho, amo, y nunca estará satisfecha - se retiraron.
- Quatre se preocupa demasiado - le señaló.
- Pero él tiene razón, Heero, los elfos son reconocidos por su sabiduría.
- ¿Qué dices? - se puso pálido.
- Reelena me hablo de ellos y si lo que sospecha es cierto, ahora esta condenándolos a muerte con Traize, sabes que para matar no es necesario tocarlos.
- ¿Fue culpa de Reelena que hayan matado al resto de los elfos?
- Si, ella quería vengarce de tí por desdeñarla, y ahora planea lo mismo, sólo que ahora no descansará hasta destruirte.
- Es tu hermana pero no la defiendes ¿por qué?
- Si este reino pierde su prosperidad, nuestro reino quedará a merced de lo que se le ocurra a Traize, no puedo arriesgarme a éso, no quiero que mi gente sufra a causa de Oz.
- Bueno, los intereses del pueblo deben estar por encima de los intereses personales de sus gobernantes.
- ¿Qué harás?
- La prosperidad de mi reino depende de la supervivencia de Dúo y Quatre, así que los intereses de mi pueblo y los míos propios se unen y me obligan a poner un segundo conjuro sobre ellos, pero te voy a pedir que no le digas nada a Reelena.
- Ella está traicionándome y traicionando a su gente al vender a esos muchachos sólo por envidia, no le diría algo así por nada del mundo.
- Gracias, Zech.
-
Quatre estaba sentado en el jardín mirando como corría el agua de la fuente mientras Dúo se paseaba a su alrededor recitando un conjuro que no alcanzaba a comprender pero que suponía era para tranquilizarse.
- Ese tipo es el hermano de la mujer que nos amenazó anoche - le dijo Dúo - y vino a contarle cosas terribles al amo relacionadas con nosotros.
- Dúo, no debes escuchar conversaciones ajenas.
- Quatre, ella no sólo nos quiere apartar del amo - se agachó a su lado - nos quiere muertos, sabe que somos elfos y tuvo la culpa de la muerte de todos los demás.
- Dúo ¿qué dices?
- Es cierto, ella fue la que le pasó la información al jefe de esos hombres en venganza porque el amo no la quiere ni la querrá nunca, sabe que no será reina si no se casa con un príncipe pero sólo hay tres príncipes libres, uno es su hermano y los otros son el amo y el Sr. Trowa, y ambos la han rechazado.
- ¿El Sr. Trowa no es el que te tocó anoche?
- Sí, pero él la rechazó dado que esta comprometido para casarse con Lady Catherin y sólo le queda el amo.
- Shinigami se encargará de ella.
- Creo que es nuestra obligación fortalecer más la magia del amo.
- ¿Y cómo?
- Con el sello del corazón.
Quatre miró boquiabierto a su hermano sin responder ¿cómo se le ocurría semejante cosa? Sólo uno de ellos podía poner el sello al corazón de su amo, sólo uno, y el otro se vería irremediablemente relegado y sin poder hacer nada para recuperar el lugar perdido.
- Dúo, no podemos hacer éso.
- Así - continuó ignorándolo - si ellos consiguen matarnos, el amo conservará sus poderes y este país seguirá próspero sin nosotros.
- ¿Estás loco, Dúo? lo único que conseguiríamos es causarle un enorme dolor al amo si nos llegara a pasar algo dado que todos los poderes del que puso el sello serían traspasados a él y él sabría de su muerte.
- Quatre - lo tomó por los hombros - ¿qué prefieres? De todas maneras ella va a conseguir que nos maten, aún con el conjuro de Shinigami en nuestra piel y si no lo hacemos, dejaremos desamparado al amo.
- No puedo hacerlo, luego no querría compartirlo contigo - se puso a llorar - no quiero que sufras.
- Vamos, Quatre, así el amo.
Heero abrazó a Quatre al verlo llorar y dirigió su mirada a Dúo que lo miraba preocupado ¿los habría escuchado?
- ¿Por qué está llorando Quatre?
- Yo tengo la facultad de escuchar cosas, amo, y nunca son agradables, así que ya sabemos que esa mujer a la que amenazamos anoche con el poder de Shinigami nos descubrió y quiere nuestra muerte tal como hizo con el resto de nuestra gente.
- Pues entenderán entonces que yo quiera fortalecer el conjuro sobre ustedes para que nos les hagan daño.
- ¿Y cómo va a hacerlo, amo? - le preguntó Quatre acurrucándose en su pecho dejando de llorar - espero que no sea arriesgado.
- Llamaremos a las fuerzas de la naturaleza para recobrar toda la magia perdida de los elfos asesinados y haremos una magia muy especial, pero necesito la ayuda de ustedes - soltó a Quatre y se puso de pie junto a Dúo - esa magia necesita que mis poderes estén sellados.
- ¿Sellados? - ambos elfos lo miraron asombrados.
- ¿Qué quiere decir, amo? - dijo Dúo pero en vez de una respuesta recibió un fuerte beso en los labios que lo hizo cerrar los ojos - amo - gimió al separarse este.
- El sello no está completo si no te beso a ti también - levantó el rostro bañado de lágrimas de Quatre y lo besó de la misma manera de a su hermano - sepan que los amo a los dos, de distinta manera, pero con la misma intensidad.
- Amo - gimió también Quatre poniendo su mano en sus labios.
- Bien, el sello está completo ahora, después de todo ambos pusieron su esencia en mi piel y me marcaron para Shinigami, así que iremos al bosque de los almendros a completar el ritual.
- ¿No será muy arriesgado que salgamos del castillo así? - lo miró Dúo muy preocupado - ella sabe que somos elfos, el tipo que mando a matar a mi gente está enterado y ha mandado a vigilar el castillo para atacarnos por sorpresa y matarnos y, si puede, matarlo a usted también.
- No iremos solos, tendremos un cordón de centinelas a nuestro alrededor, no me arriesgaría a que los mataran tan fácilmente - lo jaló por la trenza - el duque Wufei y el príncipe Trowa andan por los alrededores, igual que mi guardia personal, así que los mantendré a salvo.
- Pero si es por su vida por la que temo - le dijo Dúo acercándose a él - es a usted a quien busca la muerte - lo abrazó - amo, yo recitaré un conjuro para usted ahora, no quiero perderlo.
- Dúo - lo regañó tratando de apartarlo, pero el elfo lo tenía inmovilizado por completo - ¿qué haces? - Dúo lo miró a los ojos y siguió recitando las palabras: - No habrá un hombre más fuerte que el que yo amo, no habrá flecha ni espada, lanza ni golpe que lo dañe, mi amo será intocable mientras mi vida le pertenezca - le rodeó los hombros y posó sus labios en los de él - sólo usted se hará vulnerable.
- Dúo - gimió Quatre y sintió el dolor que lo traspasaba al entregar por completo su vida al joven - Amo, no lo permita, puede morir.Quatre saltó sobre su hermano, pero el conjuro estaba terminado y Dúo perdió el sentido cayendo sobre él.
- ¡DÚO! - gritó Heero sujetándolos a ambos.
-
Continuará.
-
Sin comentarios
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Pos Comentario: Soy pésima con el lemon, por eso se los había dejado a la imaginación lo de la parte superior (Quién fuera Heero), pero he tratado de hacer algo al respecto y hacerlo un poquito más largo.
Los capítulos siguientes tendrán más "acción", aunque espero que me ayuden a hacerlo dado que tengo problemas con este tipo de situaciones y me parece que complementarán la historia.
Heero miró a Quatre sentado en un banquito junto a la enorme bañera ovalada en medio de su dormitorio, de ella salía un agradable aroma a menta despedida por el vaporcito que inundaba todo el ambiente Le sonreía mientras su hermano, posicionado a sus espaldas, lo ayudaba a quitarse toda la ropa.
- Amo - le sonrió Quatre poniéndose de pie - le preparamos el baño para que se relaje - ayudó a su mellizo a terminar de desvestirlo - le gustará mucho, se lo aseguro.
Dúo apartó la ropa que le había quitado a su amo para enviarla a lavar y luego le sonrió con un brillo especial en su mirada violeta, le gustaba sobre manera lo que veía, era un hombre muy hermoso con esos brazos fuertes que lo habían salvado de la muerte, esos pectorales sobre los que había llorado y dormido, esas fuertes y torneadas piernas.
Heero notó la mirada ardiente y lasciva con que lo inspeccionaba Dúo y se metió al agua, lo estaba poniendo nervioso, pero ahora entendía que era lo que ellos querían de él, demostrarle que eran suyos y que era su único dueño y aquello lo excitaba.
Dúo se sentó a la izquierda de su amo y Quatre a la derecha antes de comenzar a enjabonarlo con destreza y paciencia. Cada uno comenzó por la muñeca del brazo cercano haciendo pequeños círculos hasta llegar al hombro, de allí uno se fue por su pecho y el otro por su espalda, haciendo los mismos movimientos suaves y sensuales que le comenzaban a alterar los sentidos. Dúo llegó hasta su abdomen y lo miró a los ojos dejando caer al agua el paño con que lo frotaba suavemente.
- ¿Le gusta, amo? - le dijo sensual Quatre cerca de su oído - póngase de pie ¿sí?
Heero no supo cómo ni por qué, pero lo obedeció sin decir nada. Dúo lo miraba embelesado y se dedicó a frotarle las piernas con delicadeza sintiendo que se he hacía agua la boca.
- ¿Le gustaría que le hiciéramos compañía? - dijo Dúo mirándolo a los ojos, su amo estaba excitado, lo podía ver, así que la respuesta afirmativa no se hizo esperar - le gustará - y con un rápido movimiento de muñeca estaban los dos elfos desnudos acariciándolo - amo - se plantó frente a él poniendo las dos manos sobre su pecho mojado.
Heero sólo podía sentir las caricias que recorrían su húmeda piel, su corazón latiendo a mil, con Dúo que estaba frente a él acariciándole el pecho hasta llegar al ombligo y de vuelta mientras Quatre hacía lo suyo acariciando su espalda, lo estaban volviendo loco de deseo y de placer. Dúo lo miró y lo hizo arrodillarse en el agua para ayudarlo a relajarse un poco más, sabía que lo que seguía le dolería a ambos, pero quería ser él quien fuera tomado por su amo, aunque fuera Quatre quien se adentrara en él.
- Amo - le dijo Quatre introduciendo levemente los dedos dentro de su amo - no se tense, esto le gustará.
- ¡Ah! - Gimió entre dolor y placer, dolor por la invasión de los delicados dedos de Quatre y placer por las caricias de Dúo en su pecho y en su miembro excitado - sigan - dijo entrecortado abrazando a Dúo para tomar su boca, pero este lo esquivó tomando entre sus labios una tetilla - Dúo - gimió casi sin aire - Quatre - extendió el brazo hacia atrás para acariciar su nuca mientras le acariciaba el cuello - mis elfos hermosos.
Dúo lo miró y tomó sus manos para que lo preparara a él, después de todo, nunca había estado con nadie y él sería el primero. Heero hizo lo que le pedía y Dúo acomodó las rodillas junto a las caderas de su amo para poder colocarse mejor para la penetración. Miró por sobre su hombro a su hermano y lo hicieron a la vez.
- Shinigami, protege a mi dueño - dijeron a la vez cerrando los ojos apretándose contra él - por favor.
Heero sentía un fuerte dolor pero un profundo placer opacaba todo a su alrededor, así que se relajó para que los chicos hicieran su trabajo. Pero era Dúo quien recibía sus caricias ya que estaba frente a él, acarició las costillas y lo presionó con fuerza al sentir que estaba por acabar hundiendo su boca en su cuello para no dejar escapar el grito que escapaba de su garganta, no así Quatre y Dúo que si los dejaron escapar.
Quatre se retiró de su amo y lo ayudó a salir de la tina mientras Dúo extendía una enorme toalla para secarlo. Esa fue otra delicia para el joven príncipe que pidió se sentaran en la cama, aquellas caricias lo estaban dejando sin fuerza y eso no era algo que le pasara fácilmente. Dúo se acomodó sobre sus rodillas nuevamente, le encantaba sentarse a hojarcadas sobre su amo, pero miró a Quatre y se apartó.
- Cambiemos de lugar - dijo sonriendo y Heero asintió.
- Amo - dijo Quatre al volver a empezar mientras se sentaba también sobre sus piernas.
- Eres un dulce ángel dorado - le susurró al oído al sentir las caricias en su pecho - lo hacen muy bien - gimió entregándose nuevamente a las caricias de los elfos.
-
Heero se despertó con el cuerpo cansado y con ambos hombros acalambrados y con peso. Abrió los ojos y miró a su izquierda, allí dormía plácidamente su querido Dúo con su mano apoyada sobre su corazón con una sonrisa complacida en sus labios. Otro tanto hacía Quatre a su derecha, era la misma sonrisa en sus labios, se les notaba de lejos que eran hermanos. Levantó un poco el brazo izquierdo y movió el dosel hacia un lado había oscurecido desde que subió y ese par lo tomó por asalto, porque no encontraba otra forma de describir lo que le había pasado desde que entró en su habitación.
Dúo se despertó al no sentir el calor del brazo de su amo a su alrededor, le había gustado mucho sentirlo protector y cariñoso, y lo miró en silencio unos segundos.
- Amo, ¿está molesto con nosotros? - le dijo preocupado - sólo queremos hacerlo feliz - le acarició las costillas.
- Por mí pueden intentarlo otra vez cuando gusten - le acarició el cabello ahora todo desordenado - no estoy molesto, sólo me preguntaba si uno no está celoso del otro.
- Mientras evitemos besarlo en la boca no habrá problemas.
- El sello de los elfos - lo miró a los ojos - ¿fue por eso que no te dejaste besar cuando quise?
- Lo siento, amo, habría sido traicionar a Quatre.
- Entiendo - miró a Quatre que aún dormía - entonces no le digas lo que estuve a punto de hacer.
- Debe ser muy tarde - se enderezó un poco - está muy oscuro ya ¿será hora de la cena? Yo tengo hambre, después de todo el ejercicio que hicimos y que no hemos comido desde el almuerzo porque nos entretuvimos en otras cosas, espero que la comida sea abundante y.
- Silencio, Dúo o te besaré para que te calles - lo amenazó divertido.
- Amo - gimió Quatre adolorido - ¿ya es hora de cenar?
- Si antes tenía dudas, ahora estoy seguro, son hermanos.
- Somos mellizos ¿sabe? a veces pensamos y sentimos lo mismo - le dijo Quatre mirándolo extrañado.
- No lo dudo, me sedujeron al mismo tiempo ¿no?
Quatre se sentó en la cama mirando a Dúo que había desviado la vista avergonzado mientras se sentaba en la cama para vestirse.
- Nosotros sólo lo queremos ver contento, amo - le dijo Quatre sentándose también - pero si no le gusta, no lo haremos de nuevo.
- Vengan, vístanse y bajemos a cenar - abrazó a Quatre que estaba más cerca y luego a Dúo - olviden eso de no volver a hacerlo, me gustó demasiado, podría convertirlo en un delicioso vicio.
-
En el comedor llamó mucho la atención la llegada del príncipe con los dos chicos tomados de la mano, uno a cada lado de él, mientras él les daba una de sus extrañísimas sonrisas.
- ¿Quiénes son esos, Wufei? - dijo Trowa al oído de su amigo - Los ayudas de Cámara de Yui - le dijo mirando embelesado a Dúo - me hizo saber claramente que son suyos, pero eso me impide mirar al de pelo largo, se ve muy dulce.
Trowa se acercó a su amigo y le tocó el hombro.
- ¿No los vas a presentar?
- Dúo y Quatre, mis ayudas de cámara - ambos se acercaron más al joven príncipe - están conmigo y dile a Wufei que deje de mirar así a Dúo, que no le va a gustar verme enfadado por perseguir a uno de mis chicos.
- Entiendo, pero no puedes culparlo por mirar a estos chicos tan lindos - pasó la mano por la mejilla de Dúo y recibió un fuerte golpe.
- Es sólo una advertencia, ambos están protegidos con magia - besó en la frente a Dúo - ¿habias oído de la magia de Shinigami?
- La muerte para quien trate de arrebatarte el cariño que ellos te dan libremente - se sacudió - debiste advertírmelo antes.
- Lo siento, pero Dúo y Quatre son míos.
- Primera vez que te veo en este plano tan posesivo de tus amores, Heero - y se fue a sentar junto a Wufei - Shinigami.
- Pero esas es la magia de los elfos - dijo Wufei al oído de su amigo - ¿no se supone que sin ellos Yui ya no tiene magia?
- Por lo que yo sé de la magia de Shinigami, ella subsistirá hasta que una de las partes decida cambiar de sentimientos.
- Si la magia se aplica tres personas ¿cómo romper su efecto?
- ¿Heero estará dentro del conjuro del Shinigami? - Trowa miró hacia la mujer que acababa de entrar - espero que sí, me gustaría que la borrara del mapa de una vez por todas, es tan pesada.
La mujer se acercó a Heero y miró a los dos chicos. Quatre apretó con fuerza los dedos de su amo al sentir la furia de ella, pero lo que más le sorprendió fue que a él ni lo mirara, si no que dirigió toda su furia a Dúo ¿acaso a él no lo consideraba competencia? Ciertamente su hermano era hermoso, pero él lo era también, el amo le había dicho que parecía un ángel y que su belleza era más delicada.
- Vaya, querido Heero, dos chicos - dijo ella sarcástica - pero sólo uno importa ¿no?
- Yo creo lo contrario, señora - dijo Quatre molesto y dolido - Dúo y yo somos más importantes de lo que usted cree para el amo.
- ¿Ah, si? - lo miró de arriba a abajo - eso quisieras.
- No se arriesgue, señora, la magia de Shinigami no sólo está sobre nosotros, sino también sobre el amo y sobre él es más fuerte porque es doble.
- A mi no me hará daño ¿verdad, Heero? - le sonrió coqueta.
- Reelena, creo que te conviene escuchar a Quatre - le advirtió cortante - son dos contra una.
- No puedo creer que estés decidido a estar con ellos.
- Señora - dijo Dúo molesto de más, le había desagradado la manera en que los despreciaba y como miraba a su amo - es mejor que no insista, Shinigami no perdona.
Reelena lo miró furiosa, estaba completamente segura que él era más peligroso que el chico rubio, no necesitaba hacer un desplante para tener la atención de Heero, en cambio el otro chico era más delicado, no muy del gusto del príncipe, aunque no dejara de ser bello. Les lanzó una mirada asesina y se retiró.
- ¿Me han incluido en su maldición? - les dijo asombrado.
- Lo hicimos cuando lo estabamos bañando - sonrió Quatre- ¿recuerda que me preguntó a que se debía la esencia de menta? La usamos para impregnarlo de nuestra esencia vital.
- Yo pense que lo habían hecho después - sonrió malicioso y los dos se pusieron rojos.
- Mejor comemos - dijo Dúo sentándose a la izquierda de Heero totalmente rojo.
Heero disimuló la risa que le causaba la actitud de los elfos y se sentó ordenando que les sirvieran.
-
Dúo miraba el amanecer en silencio, le gustaba esa hora del día cuando sus poderes eran restaurados por completo y su cabello tomaba un hermoso brillo dorado. Estaba sentado en el balcón en paños menores esperando que nadie lo viera así, antes se moría de la vergüenza. Recordaba las palabras que le dijo su amo al amarlo nuevamente al oído, se sentía tan bien entre sus brazos, lo amaba profundamente, tanto así que casi lo besa la segunda vez que le ofreció los labios, pero él reaccionó a tiempo echando el brazo hacia atrás para acariciar a Quatre para que no se sintiera abandonado ni rechazado.
- Son mi mayor tesoro - lo apretó contra su pecho antes de dormirse.
Habían discutido con su hermano sobre a qué lado de su amo iban a dormir, los dos querían el lado izquierdo ya que con ese brazo acaricia más. Heero se enfadó y les dijo que si querían dormir con él, mejor dejaban de pelear.
- Pero, amo ¿quién dormirá a qué lado?
- ¿Por qué quieren dormir a mi izquierda los dos?
- Para escuchar los latidos de su corazón - le dijo Dúo.
- Par de bribones - se sonrió - muy bien, hagamos algo - miró a su alrededor y tomó dos pajillas de la chimenea - el que saque la más larga a mi izquierda y el otro a la derecha - las dos se veían iguales en su mano, pero Dúo ganó y se durmió escuchando los latidos de su corazón.
Su amo era hermoso incluso cuando dormía, aunque perdía un poco ese aire duro que lo caracterizaba. Por eso no lo había despertado y había salido solo al balcón.
De repente unos brazos fuertes y cálidos rodearon su pecho y lo hicieron caer hacia atrás contra el cuerpo de su dueño, mientras unos labios acariciaban sus orejas y seguían un dulce sendero por su cuello. Cerró los ojos mientras los dedos frotaban sus pezones, bajando y subiendo hasta su alborotado sexo, él único que podía tocarlo así era su amo sin sufrir daños.
- Regresemos a la cama - le pidió en un susurro al oído.
- ¿Y Quatre? - trató de oponer un poco de resistencia pero su cuerpo comenzaba a responder desenfrenadamente a las atrevidas caricias.
- Lo despertaremos para que juegue con nosotros - metió la mano bajo la poca ropa que llevaba puesta.
- Amo - gimió y se dejó llevar entre sus brazos.
-
Reelena estaba mirando el cielo que comenzaba a teñirse de tonos anaranjados mientras la ira y el despecho se adueñaban de su alma, iba a destruir a ese par de niños que habían entrado con tanta facilidad en el corazón de único hombre que la había despreciado.
- ¿Qué pasa, hermana? - le dijo un hombre de larga cabellera rubia, era extraño verla en pie tan temprano y menos cuando recién había regresado del palacio de Yui - tú no eres pájaro madrugador.
- Heero tiene dos ayudas de cámara - dijo molesta - y los tiene protegidos con una magia muy especial, dijo que era de Shinigami.
- Oí decir que los elfos habían sido exterminados, así que la magia de Heero Yui debió desaparecer.
- Yo misma vi su magia en acción cuando el príncipe Trowa tocó a uno de sus chicos.
- Es extraño - dijo pensativo - si su magia persiste es que aún hay elfos vivos en alguna parte.
- Ellos dijeron que Shinigami los ayudaba - murmuró pensativa - es posible... - sonrió malignamente - iré a ver a Traize.
- ¿Que planeas, Reelena? Si Heero descubre que fuiste tú la que le dijo que su magia se debía a los elfos vamos a tener muchos problemas y no quiero terminar muerto, además pondrás en peligro a nuestra gente.
- Si él no quiere perder a sus amados elfos va a tener que entregarse a mi - dijo ella muy segura.
- No me gusta como hablas.
- Traize pagará muy bien mis servicios.
- Reelena, estas traicionando a todo nuestro pueblo, ellos son los que traen prosperidad al pueblo de Yui.
- Patrañas, son un estorbo - le dijo y salió de su casa.
- ¡Reelena, no permitiré que destruyas todo, por mucho que seas mi hermana! - le gritó pero ella no lo escuchaba - demonios, debo advertirle a Heero.
-
Era medio día cuando Lady Une condujo a Reelena a la presencia de su amo Traize, ella no estaba muy contenta de verla por esos lados, siempre que lo venía a ver ella era ignorada ¿qué pretendería ahora esa arpía?
- Qué gusto de volver a verte, querida Reelena.
- Siempre dices lo mismo, Traize - se sentó frente a él - pero quiero hacer negocios contigo - le señaló a Lady Une - a solas.
- ¿Nos permites, querida? - y ella salió - ahora dime que información me tienes.
- ¿Has oído hablar de la magia de Shinigami?
- No.
- Es un poderoso conjuro de amor que ponen los elfos sobre la persona que aman - explicó - el más pequeño roce mal intencionado puede producir el impacto de un golpe y llegar hasta matar.
- Y eso ¿qué tiene que ver conmigo?
- Muy simple, Traize, Heero se lo puso a sus dos novios ayudantes, lo que quiere decir que su magia no se ha extinguido y que por ende aún hay elfos.
- Así que se salvaron algunos.
- Sólo dos, los mismos que Heero protege en su castillo.
- ¿Cómo lo sabes?
- Muy simple, ellos mismos me dijeron que Heero también era parte del conjuro y que la magia sobre él es doble, así que significa que los dos son elfos. Además, me hicieron notar que son más importantes para él de lo que yo podía imaginar.
- Dos elfos y la magia de Shinigami para protegerlos - se quedó pensativo - no será fácil acabar con ellos.
- Para matarlos no es necesario tocarlos ¿no te parece?
-
Miliardo se quedó de una pieza al mirar a los dos chicos que ayudaban a Heero a sacar las cuentas, eran muy bellos, pero era conocida la gran belleza de todos los elfos del reino Yui, aunque debía admitir que eran los primeros que veía.
- No me gusta su mirada - le dijo Dúo mirándolo a la cara - el amo está muy ocupado en estos momentos.
- No te preocupes, Dúo, Miliardo y yo tenemos negocios que atender.
- Pues él no me agrada - señaló Quatre acercándose a la puerta arrastrando a su hermano hacia afuera - su sangre lo hará sufrir mucho, amo, y nunca estará satisfecha - se retiraron.
- Quatre se preocupa demasiado - le señaló.
- Pero él tiene razón, Heero, los elfos son reconocidos por su sabiduría.
- ¿Qué dices? - se puso pálido.
- Reelena me hablo de ellos y si lo que sospecha es cierto, ahora esta condenándolos a muerte con Traize, sabes que para matar no es necesario tocarlos.
- ¿Fue culpa de Reelena que hayan matado al resto de los elfos?
- Si, ella quería vengarce de tí por desdeñarla, y ahora planea lo mismo, sólo que ahora no descansará hasta destruirte.
- Es tu hermana pero no la defiendes ¿por qué?
- Si este reino pierde su prosperidad, nuestro reino quedará a merced de lo que se le ocurra a Traize, no puedo arriesgarme a éso, no quiero que mi gente sufra a causa de Oz.
- Bueno, los intereses del pueblo deben estar por encima de los intereses personales de sus gobernantes.
- ¿Qué harás?
- La prosperidad de mi reino depende de la supervivencia de Dúo y Quatre, así que los intereses de mi pueblo y los míos propios se unen y me obligan a poner un segundo conjuro sobre ellos, pero te voy a pedir que no le digas nada a Reelena.
- Ella está traicionándome y traicionando a su gente al vender a esos muchachos sólo por envidia, no le diría algo así por nada del mundo.
- Gracias, Zech.
-
Quatre estaba sentado en el jardín mirando como corría el agua de la fuente mientras Dúo se paseaba a su alrededor recitando un conjuro que no alcanzaba a comprender pero que suponía era para tranquilizarse.
- Ese tipo es el hermano de la mujer que nos amenazó anoche - le dijo Dúo - y vino a contarle cosas terribles al amo relacionadas con nosotros.
- Dúo, no debes escuchar conversaciones ajenas.
- Quatre, ella no sólo nos quiere apartar del amo - se agachó a su lado - nos quiere muertos, sabe que somos elfos y tuvo la culpa de la muerte de todos los demás.
- Dúo ¿qué dices?
- Es cierto, ella fue la que le pasó la información al jefe de esos hombres en venganza porque el amo no la quiere ni la querrá nunca, sabe que no será reina si no se casa con un príncipe pero sólo hay tres príncipes libres, uno es su hermano y los otros son el amo y el Sr. Trowa, y ambos la han rechazado.
- ¿El Sr. Trowa no es el que te tocó anoche?
- Sí, pero él la rechazó dado que esta comprometido para casarse con Lady Catherin y sólo le queda el amo.
- Shinigami se encargará de ella.
- Creo que es nuestra obligación fortalecer más la magia del amo.
- ¿Y cómo?
- Con el sello del corazón.
Quatre miró boquiabierto a su hermano sin responder ¿cómo se le ocurría semejante cosa? Sólo uno de ellos podía poner el sello al corazón de su amo, sólo uno, y el otro se vería irremediablemente relegado y sin poder hacer nada para recuperar el lugar perdido.
- Dúo, no podemos hacer éso.
- Así - continuó ignorándolo - si ellos consiguen matarnos, el amo conservará sus poderes y este país seguirá próspero sin nosotros.
- ¿Estás loco, Dúo? lo único que conseguiríamos es causarle un enorme dolor al amo si nos llegara a pasar algo dado que todos los poderes del que puso el sello serían traspasados a él y él sabría de su muerte.
- Quatre - lo tomó por los hombros - ¿qué prefieres? De todas maneras ella va a conseguir que nos maten, aún con el conjuro de Shinigami en nuestra piel y si no lo hacemos, dejaremos desamparado al amo.
- No puedo hacerlo, luego no querría compartirlo contigo - se puso a llorar - no quiero que sufras.
- Vamos, Quatre, así el amo.
Heero abrazó a Quatre al verlo llorar y dirigió su mirada a Dúo que lo miraba preocupado ¿los habría escuchado?
- ¿Por qué está llorando Quatre?
- Yo tengo la facultad de escuchar cosas, amo, y nunca son agradables, así que ya sabemos que esa mujer a la que amenazamos anoche con el poder de Shinigami nos descubrió y quiere nuestra muerte tal como hizo con el resto de nuestra gente.
- Pues entenderán entonces que yo quiera fortalecer el conjuro sobre ustedes para que nos les hagan daño.
- ¿Y cómo va a hacerlo, amo? - le preguntó Quatre acurrucándose en su pecho dejando de llorar - espero que no sea arriesgado.
- Llamaremos a las fuerzas de la naturaleza para recobrar toda la magia perdida de los elfos asesinados y haremos una magia muy especial, pero necesito la ayuda de ustedes - soltó a Quatre y se puso de pie junto a Dúo - esa magia necesita que mis poderes estén sellados.
- ¿Sellados? - ambos elfos lo miraron asombrados.
- ¿Qué quiere decir, amo? - dijo Dúo pero en vez de una respuesta recibió un fuerte beso en los labios que lo hizo cerrar los ojos - amo - gimió al separarse este.
- El sello no está completo si no te beso a ti también - levantó el rostro bañado de lágrimas de Quatre y lo besó de la misma manera de a su hermano - sepan que los amo a los dos, de distinta manera, pero con la misma intensidad.
- Amo - gimió también Quatre poniendo su mano en sus labios.
- Bien, el sello está completo ahora, después de todo ambos pusieron su esencia en mi piel y me marcaron para Shinigami, así que iremos al bosque de los almendros a completar el ritual.
- ¿No será muy arriesgado que salgamos del castillo así? - lo miró Dúo muy preocupado - ella sabe que somos elfos, el tipo que mando a matar a mi gente está enterado y ha mandado a vigilar el castillo para atacarnos por sorpresa y matarnos y, si puede, matarlo a usted también.
- No iremos solos, tendremos un cordón de centinelas a nuestro alrededor, no me arriesgaría a que los mataran tan fácilmente - lo jaló por la trenza - el duque Wufei y el príncipe Trowa andan por los alrededores, igual que mi guardia personal, así que los mantendré a salvo.
- Pero si es por su vida por la que temo - le dijo Dúo acercándose a él - es a usted a quien busca la muerte - lo abrazó - amo, yo recitaré un conjuro para usted ahora, no quiero perderlo.
- Dúo - lo regañó tratando de apartarlo, pero el elfo lo tenía inmovilizado por completo - ¿qué haces? - Dúo lo miró a los ojos y siguió recitando las palabras: - No habrá un hombre más fuerte que el que yo amo, no habrá flecha ni espada, lanza ni golpe que lo dañe, mi amo será intocable mientras mi vida le pertenezca - le rodeó los hombros y posó sus labios en los de él - sólo usted se hará vulnerable.
- Dúo - gimió Quatre y sintió el dolor que lo traspasaba al entregar por completo su vida al joven - Amo, no lo permita, puede morir.Quatre saltó sobre su hermano, pero el conjuro estaba terminado y Dúo perdió el sentido cayendo sobre él.
- ¡DÚO! - gritó Heero sujetándolos a ambos.
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Continuará.
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Sin comentarios
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Pos Comentario: Soy pésima con el lemon, por eso se los había dejado a la imaginación lo de la parte superior (Quién fuera Heero), pero he tratado de hacer algo al respecto y hacerlo un poquito más largo.
Los capítulos siguientes tendrán más "acción", aunque espero que me ayuden a hacerlo dado que tengo problemas con este tipo de situaciones y me parece que complementarán la historia.
