Amado elfo
La decisión de Dúo
Luego de comer como caballos, más Dúo que Quatre, Dúo subió a dormir junto a su amo. Quatre se quedó conversando con el mensajero y con la princesa Noin.
Dúo entró en la habitación silenciosa y se apoyó en el hombro de su querido amo luego de acostarse a su lado. Casi sin pensarlo apoyó su mano en la frente ahora tibia de su amo y se tranquilizó por completo, inconscientemente había temido que su hermano se hubiese equivocado y que hubiese sido sólo un momento corto de paz, él comenzaba a recuperarse y tal vez por la mañana despertara con alguno de los conjuros de sanación.
"Te he buscado en las sombras y en la luz te he buscado,
presentí tu ternura; tu belleza soñé.
Luz de ideal que llenaste de inquietud mi pasado hoy que te hallo inundas mi presente de fe".
Se acomodó lo mejor que pudo para descansar y recuperar fuerzas, él amo lo necesitaba en perfectas condiciones, totalmente repuesto y con toda su magia activa, sólo así le sería útil. Cerró los ojos poniendo su mano sobre el corazón de Heero que latía compasado y luego la bajó sobre su firme vientre. Sintió como su brazo lo rodeaba y sonrió feliz, el amo sabía que era él quien lo acariciaba y le correspondía su cariño de esta manera.
Quatre entró en la habitación y se sentó a los pies de la cama en silencio para ver a su hermano y al amo descansando, ambos se veían tan lindos así, le alegraba mucho saber que el amo había reconocido el calor de su hermano y lo abrazaba hacia sí.
- ¿Deberé hacerle un conjuro de sanación a Dúo? - se preguntó sin quererlo en voz alta - así tendría fuerzas para hacer un conjuro fuerte de sanación para el amo.
- No tienes magia hasta que amanezca, Quatre - le recordó Dúo medio dormido - así que mejor acuéstate, tal vez ni sea necesario hacerle un conjuro de sanación al amo ¿cómo sabes si se despierta solo al amanecer?
- Tienes razón - le sonrió y se acostó del otro lado del amo - ya veremos que pasa por la mañana.
El jardín del paraíso era un lugar demasiado tranquilo para un muchacho que, como él, estaba acostumbrado a andar metido siempre en problemas insolubles, tanto propios como ajenos, y aun no encontraba él por qué debía quedarse allí, en especial porque quería regresar a Dúo, sabía a ciencia cierta que estaba a su lado, ¿cómo? Ni idea.
- Te veo muy pensativo, Heero - le dijo un león que descansaba en el pasto junto al lago plateado.
Heero lo miró en silencio, nada allí le asombraba ya, comprendía hasta lo que decían los peces, tal vez era algo propio del paraíso, no podía estar seguro.
- Estoy aburrido de tanta paz - admitió sentándose al lado de la fiera - creo que me hace falta algo de ejercicio, algo en que entretenerme por un rato.
- Humanos - murmuró un tigre un poco más allá con un dejo de fastidio - ¿no pueden estar tranquilos ni siquiera en el paraíso? No entiendo como Dios los hizo sus criaturas favoritas.
- No te enojes, además, tú tienes un nombre belicoso ¿no? - le dijo un siervo que pastaba no muy lejos - Heavyarms.
- Ese nombre me lo dio un humano al que quise mucho - replicó - era tan distinto de los otros, aunque creo que juraba yo era un gato más grande que los demás.
- Pero León no tiene nombre - el siervo miró al felino que bostezaba junto al príncipe - ¿por qué?
- Jamás he salido del paraíso y ningún humano me lo ha dado, recuerda que ellos son los que le dan nombre a las cosas y a los seres vivos.
- Zero - lo llamó Heero divertido - los leones y tigres de mi mundo son tan diferentes, son peligrosos, yo no podría sentarme al lado de un tigre o de un león sin temer por mi vida, o yo lo habría matado o ya estaría convertido en alimento para él y su camada.
- ¡Los hombres saben asqueroso! - replicó el tigre - yo me comí a uno cuando estaba en la Tierra.
- Heavyarms - lo regañó la voz del Señor.
- Señor ¿ya puedo regresar? - le preguntó Heero.
- ¿Has encontrado tu respuesta?
- Aún no - bajó la cabeza - ni siquiera sé bien si debo plantearme la pregunta.
- ¿Recuerdas por qué estás aquí?
- Usé la magia de los elfos para purificar en claro envenenado por la magia de Reelena cuando atacó a mi gente.
- Esa no es la razón, Heero - lo corrigió - piénsalo de nuevo.
- ¿No? - lo miró intrigado - Estaba agotado antes de eso porque le lancé un conjuro de amenaza a Reelena dos veces por atacar a mis elfos.
- Bien, desde allí debes buscar tu respuesta.
- Señor ¿Dúo y Quatre están bien?
- Claro que sí ¿por qué lo preguntas?
- Es que siento como si estuvieran a mi lado.
- Es porque están a tu lado.
Quatre abrió los ojos cuando una fuerte luz apareció a su lado, era muy extraño puesto que estaba seguro que aún no amanecía y quien dormía cerca de la ventana era Dúo del otro lado de la cama. Dúo también abrió los ojos y miró directamente a la luz donde destacaba la blanca figura de un hombre con bellísimas alas blancas.
- Saludos, jóvenes elfos, yo soy Gabriel.
- ¿Qué hace aquí un ángel? - le preguntó Dúo.
- Arcángel - lo corrigió Gabriel con una gota cayendo por su lado - y soy el encargado de pasar mensajes desde arriba a este mundo ¿Acaso no lo saben? ¿No han oído hablar nunca de el arcángel de la anunciación?
- No - respondieron al mismo tiempo y el pobre se fue de espaldas.
- Bueno, no importa, -dijo levantándose - yo sólo tengo que decirles que Heero Yui se encuentra bien y que su alma se encuentra por ahora en el paraíso según lo establecido por Dios.
- ¡Pero él sigue vivo! - reclamó Dúo.
- ¿Lo establecido por Dios? - repitió Quatre.
- Bueno, no les puedo decir nada más, esas son cosas de Él y yo no sé más, y aunque supiera, no podría decirles nada que Él no me ordenase.
- Pero si nos puedes decir si regresará con nosotros.
- Claro que sí, es visitante del paraíso porque el Señor quiere que descubra algo en su interior.
- ¿Hasta cuando?
- Hasta que resuelva el enigma que él mismo se planteó.
- ¿Cuánto tardará?
- No lo sé, los humanos son sumamente impredecibles - se encogió de hombros - Bueno, debo irme. No se angustien demasiado si no despierta, estará bien mientras esté en el paraíso, allí nada malo puede pasar. "O los querubines guardianes perderán su trabajo" - gruñó entre dientes - nos vemos y que Dios lo bendiga - desapareció en un pestañeo de luz.
- ¿Qué piensas, Quatre?
- Que es extraño, Dios debe tener algo muy especial en mente para retener al amo en el paraíso, son pocos lo humanos que pueden llegar hasta ahí y luego regresar, y su visita es brevísima, tan pronto lo ven son enviados de regreso si no es su hora.
- Pero si fuera su hora, su cuerpo ya no espiraría y Él no habría enviado un mensajero a informarnos de todo ¿no crees?
- Bueno, no podemos saberlo, sólo debemos someternos a su voluntad y esperar que el amo resuelva su problema para volver a verlo.
Zech esperaba el regreso de su mensajero antes de poner de nuevo a su gente en movimiento pese a todas las insistencias del Duque Wufei. Incluso el Príncipe Trowa secundaba a este último diciendo que así le daban al enemigo el tiempo que necesitaba para hacerse más fuerte, pero él tenía a su cargo la mitad de las tropas y esperaba una respuesta de su prometida y del príncipe Yui, después de todo era también su problema.
Los centinelas mantenían una guardia constante hacia todas las direcciones posibles esperando un posible ataque desde la capital, sin embargo, nada había pasado en tres días y comenzaban a murmurar que la gente de Oz era cobarde y que por qué no los perseguían.
Amanecía el tercer día de ocupación cuando apareció por el horizonte, hacia las tierras de Yui, el mensajero de Zech con una tremenda noticia. Cruzó el foso y fue directamente con sus jefes para hablar con ellos sobre lo que le había dicho la princesa Noin.
- Les traigo noticias del palacio - le dijo a los tres sentándose luego de saludar - la Señorita Noin envía sus felicitaciones a su gente y les pide que ustedes planeen el siguiente movimiento, que ella se encargará de administrar los reinos mientras tanto.
- ¿Y Heero? - preguntó Trowa.
- Su Alteza sufrió una recaída por usar su magia cuando aún no estaba totalmente repuesto, tal como se lo habían dicho antes, y en estos momentos no se encuentra en condiciones de ver a nadie - informó - y sus ayudantes no dejan que nadie se le acerque, no quieren que intente levantarse antes que esté totalmente repuesto, tantos en sus fuerzas físicas como mágicas.
- Es lo más lógico, teniendo en cuenta lo testarudo que puede llegar a ser - aceptó Trowa - entonces, empezaremos a movilizarnos antes que nuestra gente se aburra con la espera.
- Bien, entonces, que las tropas se apresten a partir esta misma tarde - aceptó Zech - no le demos más largas al asunto.
Dúo estaba sentado en la cabecera de su amo leyendo un libro de cuentos de hadas. Se rió pensando en que muchos humanos no creían en la existencia de seres sobrenaturales con magia y pensaban que no eran más que invención de los autores y juglares, pero él sabía que las hadas, los duendes, los gnomos y otros seres existían igual que ellos, que posiblemente aquellas historias fueran ciertas o basadas en hechos reales.
"Érase una vez un país lejano en donde habitaba un hermoso príncipe, él era muy rico en posesiones, pero su alma era muy pobre. Era un ser egoísta y caprichoso, nadie era tratado bien por su persona, ni siquiera aquellos que lo querían de verdad.
Cierto día apareció una mujer harapienta pidiéndole le permitiera pasar la noche en su castillo a cambio de una hermosa rosa que parecía brillar en la oscuridad, cuyos pétalos relucían más que cualquier joya preciosa, pero el príncipe la rechazó y envió a su gente expulsar a "esa cosa tan fea" de sus tierras. Enfadada, la mujer se transformó en una hermosa hada y le dijo que él sería castigado por su soberbia. El joven le pidió perdón, pero el daño ya estaba hecho y el hada lanzó sobre él un hechizo que reflejó en su cuerpo su fealdad interior.
- Cuando encuentres al amor verdadero volverás a la normalidad - le dijo - sin embargo, si cae el último pétalo de esta rosa cuando tú cumplas los 21 años sin que lo hayas encontrado, te quedarás así para siempre - y desapareció.
De inmediato el castillo y todos sus habitantes calleron bajo el mismo hechizo que atrapaba a su amo, cada uno se convirtió en aquella cosa o herramienta que utilizaba para cumplir sus labores y el palacio que hasta ese momento había sido el más hermoso, se volvió en el lugar más tétrico y horripilante jamás visto.
El joven príncipe se amargó al verse reflejado en los espejos de su palacio y los destruyó junto con todas las imágenes que mostraban su belleza anterior pues creía que era imposible que alguien lo amase con esa horrible apariencia que ahora tenía, aunque comprendía que era sólo su culpa..."
- ¿Qué lees? - le preguntó Quatre sentándose a su lado con un libro en las manos también.
- La Bella y la Bestia - le mostró el libro - es un joven hechizado por un hada por tener el corazón de piedra y que debe encontrar el amor verdadero antes de cumplir 21 años.
- A ti siempre te han gustado las historias de amor - le dijo divertido - a mí me gustan las aventuras, encontré esta - le mostró - "Corazón de dragón", es genial, el dragón le dio la mitad de su corazón a un príncipe que luego sería rey para que pudiera gobernar con justicia, aunque creo que de esos seres ya no quedan en este mundo.
- Eso crees tú, el Duque Wufei tiene uno llamado Shenlong.
- ¡Me encantaría conocerlo! - dijo asombrado.
- Debes pedírselo a él, pero que sea junto con alguien, yo no confío en él como lo hace el amo - levantó el libro y lo volvió a bajar - ¿Las escamas de dragón no tienen propiedades curativas? - dijo pensativo.
- Claro que sí, pero tendríamos que ir con el dragón a ver si nos convida algunas, ni de broma se las robaría, los dragones son archi conocidos por su mal genio - asintió - pero si nos alejamos del amo pondremos nuestras vidas en peligro y lo mismo haremos con la de él.
- Debo decírselo e ir por las escamas de Dragón para poder sanarlo por completo - asintió.
- Está en el paraíso ¿recuerdas?
- Haré un conjuro para ir con él.
- Dúo, pones en peligro tu vida, éso no le va a gustar nada al amo.
- Yo le diré que tú irás por las escamas del dragón mientras tú vas por ellas, así me podrás sanar si el conjuro no resulta.
- Estás loco ¿sabes? - lo miró unos segundos y le vio tan decidido que al final aceptó - está bien, iré, pero ten cuidado.
- Gracias, Quatre.
Heero se quedó de una pieza cuando vio frente a él a su pequeño Dúo que se echó en sus brazos al verlo.
"¡Oh, bendito este día presentido! ¡Bendito nuestro encuentro! A mi lado como un sueño te vi.
El ideal se hizo carne porque así estaba escrito.
Era ley del destino que vinieras a m".
Dúo se sonrió ampliamente al ver a su querido amo de nuevo, estaba tan hermoso como lo recordaba. Había sido difícil llegar a su lado, en especial porque por el camino de la muerte Shinigami había pretendido engañarlo para tomar su alma, si no fuera porque su madre, tan bella y buena ella, lo había hablado nunca habría encontrado el camino hacia el paraíso.
"En el óvalo puro de tu rostro perfecto;
en la gracia y las líneas de tu cuerpo; en tu voz sugerente; en el eco de emoción y de afecto que halla en bien en ti, signos de amor puso Dios".
Aquel hermoso rincón del paraíso pareció llenarse de hermosa luz, una luz que venía del amor de esos seres que se reencontraban en un mundo perfecto de alegría y paz rotunda. Dúo sintió que las lágrimas comenzaban a brotar sin control, era realmente feliz de estar entre sus brazos.
"Inspiración mía; la vida que las luchas consumen ahoga en ti, como en fuente de piedad, su inquietud;
en mi herida eres venda; la palabra, en mi numén;
dulcedumbre en mis hieles y en mi amor, plenitud".
Heero se ahogó en sus orbes violetas al encontrarse con su dulce mirada, pero de inmediato una duda se anidó en su corazón ¿qué hacía allí su pequeño y amado elfo? La única manera de llegar a este mundo era muriendo.
- ¡Dúo! - lo apretó contra su pecho angustiado acariciando sus cabellos - ¿qué te ha pasado, amor mío?
- Amo, no se angustie, por favor, no estoy muerto todavía - le sonrió apoyándose en su pecho mientras limpiaba sus lágrimas con el dorso de su mano derecha - hice un conjuro para llegar hasta usted, aunque he necesitado más magia de la que puedo usar para lograrlo.
- ¿Qué quieres decirme?
- Bueno, estábamos leyendo y Quatre me mencionó a los dragones, así que busqué uno y encontré que el Señor Wufei tiene el último de ellos, así que mi hermano fue a pedirle unas escamas para hacer un brebaje curativo especial, como no nos podemos apartar mucho de su lado sin que su salud se resienta y nuestra propia magia se opaque, yo vine a decirle esto, además, yo quería verlo, hace unos días...
- Respira, Dúo - lo interrumpió y se sentó con él sobre el pasto con él sobre sus piernas y abrazado a su pecho.
- Es que pronto debo regresar, mi magia se agota y sería presa fácil de Shinigami cuando trate de regresar - le sonrió.
- Es el elfo más hablador que he llegado a conocer - dijo divertido Zero levantándose del pasto donde dormitaba, echándole una ojeada.
- ¿El león me habló? - dijo asustado
- ¡Ay, Dúo! - se rió el Señor a sus espaldas - Estás en el paraíso ¿recuerdas?
- Cierto - se calmó - Perdone, Señor, por haber venido sin pedir su autorización, yo sé que debo seguir sus designios sin decir nada, pero...
- Cállate, Dúo - le dijo Heero - deja que te responda.
- Mi Padre te permitió entrar al paraíso y por eso envió a tu madre en tu ayuda en el túnel de la muerte, tú sabes que nada pasa sin que Él lo sepa - apoyó su mano sobre la cabeza del elfo.
- Es cierto - repitió sonrojándose - bueno, ya le dije a qué venía, y que el príncipe Zech, el príncipe Trowa y el Duque Wufei ya entraron en los territorios de Oz y se han adueñado del fuerte del bosque...
- Dúo - lo regañó Heero - respira tranquilo.
- Lo siento, pero es que no tengo mucho tiempo...
- Debes irte ya, Dúo, el sol está por ponerse y tu magia se desvanecerá con la luz del día - le informó el Señor - y te necesito en la Tierra esperando el regreso de tu príncipe.
- Adiós, amo - le dio un último abrazo - Gracias, Señor - entró en el túnel y regresó al mundo de los vivos sin problemas.
Quatre se sentó junto a su hermano realmente cansado, el usar la magia para ir y venir del castillo del Duque Wufei había sido uno de los conjuros más fuertes de los que había usado, pero había conseguido su propósito, el dragón le había dado varias de sus escamas para preparar el brebaje, pero ya tendría que esperar a que volviera a amanecer, su magia estaba agotada y aún faltaba un poco de tiempo para que anocheciera.
Dúo abrió los ojos un poco después, el viaje había resultado muy cansador, pero había valido la pena. Sonrió a su hermano que estaba a su lado y se enderezó del costado de su amo donde se había acostado en el momento de hacer el conjuro para separar su alma de su cuerpo.
- ¿Cómo te fue? - se preguntaron al mismo tiempo y ambos se rieron.
- El dragón me dio un montón de escamas - le mostró el saco en que estaban - con ellas podríamos curar a un batallón.
- A mí también me fue bien, el amo está en el paraíso muy bien cuidado, pero se asustó al verme, pensó que algo malo me había pasado.
- Es lógico, la manera más fácil de llegar a allá es por medio de la muerte ¿recuerdas?
- Pero también vi a nuestra madre - le sonrió - El Señor la envió a ayudarme a llegar a mi destino.
- ¿Ella está en el paraíso?
- Sí, junto a otros elfos que se entregaron al poder de Dios antes de morir.
- Que bueno - suspiró - ahora descansa, anochece y ya no tenemos magia, mañana prepararemos el conjuro que ha de despertar al amo.
"Ven a mí. Confundamos nuestras sendas ¡Bendito el abrojo y la espina si me hieren por ti!
Que marcháramos juntos para siempre, está escrito.
Era ley del destino que vinieras a m".
Heero miraba el camino por donde su querido elfo se había alejado de él, quería seguirlo, pero sabía que él jamás encontraría el camino de regreso sin haber encontrado primero la respuesta del por qué debía quedarse.
Se sentó nuevamente en el pasto mirando el cielo, el señor le había dicho que se lo planteara desde el momento en que le lanzó aquel conjuro a Reelena... ¿sería éso? Era posible que sí, había lanzado su conjuro con toda la ira de su alma y dijo que no descansaría hasta ver su sangre derramada, pero la magia había escapado de sus manos y no tenía ni la más remota idea qué había pasado con ella.
Miró a los animales que formaban parte de aquel hermoso paraíso y se preguntó también por qué no se sentía a gusto, aquella paz que allí se respiraba no era para él.
- Heero, creo que debes olvidar la vida del otro mundo para apreciar esta - le dijo el Señor - no sé por qué ustedes son así, tan belicosos ¿de qué parte de nosotros habrá salido aquella sed de dominación de unos sobre otros?
- Si no lo sabe usted, menos he de saberlo yo, Señor - señaló Heero divertido - la Biblia dice que fuimos hechos a imagen de Dios, así que en alguna de sus tres partes debe de haber algo malo...
- Heero, no seas hereje - se sonrió también - tal vez lo adquirieron cuando comieron del fruto del bien y del mal.
Trowa iba encabezando ahora las avanzadas de sus huestes, era todo muy extraño, no habían encontrado ninguna resistencia en ninguno de los pueblos que habían entrado mientras se dirigían a la capital, incluso habían llegado a darle alimentos a sus hombres y ayudado a encontrar los caminos más accesibles para cruzar el reino sin problemas.
- Sigo sin entender nada - le dijo a Wufei que cabalgaba a su lado - ¿Acaso la gente de aquí no quiere a Traize?
- Yo le pregunté a su gente, dicen que desde que Lady Reelena se hizo su amiga, él ha cambiado mucho, ya no le importa nada que no sea destruir al pueblo de Yui, incluso ni su propia vida es valiosa si con ello logra destruir al amo de los elfos.
- Reelena es una arpía.
- Que no te escuche Zech, aún está preocupado por lo que le pudo haber hecho la magia de Yui a su querida hermana.
- Pero si ella se lo buscó, hasta a él y a su gente los traicionó.
- Si, lo sé, pero es difícil romper los lazos familiares - miró a sus hombres - me preguntaron por Su Alteza y les dije que estaba bien y que tan pronto pudiera, vendría a tomar el mando, pero creo que los elfos nos han mentido - le dijo en voz baja acercándose a él - ¿por qué nadie puede verlo? Yo creo que está muy mal y no quieren que lo sepamos.
- No lo creo así, tú conoces bastante bien a mi primo. Si ya pasó por encima de las precauciones de ellos y quedó debilitado cuando hizo el conjuro para limpiar el claro antes que salieramos ¿no crees que haría lo mismo si supiera que ya hemos entrado en batalla? Hacen bien en no preocuparlo hasta que esté realmente bien.
- Espero que sea así, o tendrás que encargarte de darle un heredero al reino de Yui y al tuyo.
- Cállate, Wufei - le dijo furioso y se adelantó, no le gustaba que le recordara por qué lo habían comprometido con Lady Catherin y el motivo por el que no se podía quedar con Quatre.
- Oye, no te enfades - lo siguió asombrado, nunca lo había visto reaccionar así, Trowa era tan imperturbable como Heero.
Era la primera vez desde que llegaba al palacio Yui que Dúo no veía el amanecer, normalmente se despertaba para sentir como regresaban sus poderes con la luz del sol, pero esta mañana pasó de largo, se quedó dormido, y no se despertó hasta que un suave golpe en la puerta y la voz de uno de los criados les informó que pronto servirían el desayuno y si querían que se los trajeran a la habitación.
- Bajaremos a desayunar - dijo Quatre desperezándose.
- Claro que sí, joven Quatre.
Dúo se enderezó e imitó a su hermano estirándose como gato, había descansado tan bien, que se sentía con ánimos de empezar a preparar el brebaje y el conjuro que habría de traer a su querido amo de regreso a la tierra de los vivos.
- Bajemos a desayunar, Dúo, cuando tengamos completamente repuestas nuestras fuerzas, prepararemos el brebaje para el amo y con el mejor conjuro de sanación que tengamos, traeremos al amo de vuelta.
- Claro que sí - sonrió feliz y comenzó a vestirse apresuradamente.
Ambos chicos se vistieron y bajaron a desayunar, estaban felices de haber encontrado algo que los ayudaría mucho a traer de regreso el alma del amo. Sin embargo, Heero aún no estaba seguro si la respuesta que había encontrado a su interrogante era realmente la correcta...
Continuará...
Hola otra vez, sé que me estoy tardando un poco en subir estos capítulos, pero es que se me echó a perder la disquetera (mala, mala, lee pero no graba ¡BUUUUUUUUUUAAAAAA!) Así que los voy a tener que poner en un CD, pero para ello necesito terminar la historia completa, así que para cuando ustedes lean esta nota, el resto ya estará arriba.
Creo que no es necesario que lo diga, pero Dúo leía la Bella y la Bestia y el inicio es la introducción de la novela que sacaron de la película de Walt Disney y Corazón de Dragón es una película en que Sean Conery hacía la voz del último de los dragones y que me gustó mucho. Y lo de las escamas, bueno, en realidad era la sangre pero ¿cómo obtener la sangre del pobre animal sin herirlo primero? Así que serán las escamas después de todo se supone que tenían seis corridas de estas y por ello era tan difícil herirlos.
Bueno, es todo por este capitulo, espero que les guste y me dejen reviews, a ver si hago otra historia con personajes fantásticos.
Y gracias por los que me escribieron, yo no podría seguir publicando si no supiera que alguien lee mis locuras.
¡Nos vemos!
Shio Chang Ah, una cosa, mis elfos no están basados en el Señor de los anillos (no he visto la película todavía, ninguna de las tres porque no me gusta Tolkien), simplemente los saqué de la mitología inglesa y los adapté a mi manera, claro que si tienen algunas características propias de los personajes de esta novela (como las orejas y su belleza), pero tienen la misma magia que le otorgó la autora de Harry Potter (esta sí me gusta, estoy ansiosa por saber cuando veremos el sexto libro).
Luego de comer como caballos, más Dúo que Quatre, Dúo subió a dormir junto a su amo. Quatre se quedó conversando con el mensajero y con la princesa Noin.
Dúo entró en la habitación silenciosa y se apoyó en el hombro de su querido amo luego de acostarse a su lado. Casi sin pensarlo apoyó su mano en la frente ahora tibia de su amo y se tranquilizó por completo, inconscientemente había temido que su hermano se hubiese equivocado y que hubiese sido sólo un momento corto de paz, él comenzaba a recuperarse y tal vez por la mañana despertara con alguno de los conjuros de sanación.
"Te he buscado en las sombras y en la luz te he buscado,
presentí tu ternura; tu belleza soñé.
Luz de ideal que llenaste de inquietud mi pasado hoy que te hallo inundas mi presente de fe".
Se acomodó lo mejor que pudo para descansar y recuperar fuerzas, él amo lo necesitaba en perfectas condiciones, totalmente repuesto y con toda su magia activa, sólo así le sería útil. Cerró los ojos poniendo su mano sobre el corazón de Heero que latía compasado y luego la bajó sobre su firme vientre. Sintió como su brazo lo rodeaba y sonrió feliz, el amo sabía que era él quien lo acariciaba y le correspondía su cariño de esta manera.
Quatre entró en la habitación y se sentó a los pies de la cama en silencio para ver a su hermano y al amo descansando, ambos se veían tan lindos así, le alegraba mucho saber que el amo había reconocido el calor de su hermano y lo abrazaba hacia sí.
- ¿Deberé hacerle un conjuro de sanación a Dúo? - se preguntó sin quererlo en voz alta - así tendría fuerzas para hacer un conjuro fuerte de sanación para el amo.
- No tienes magia hasta que amanezca, Quatre - le recordó Dúo medio dormido - así que mejor acuéstate, tal vez ni sea necesario hacerle un conjuro de sanación al amo ¿cómo sabes si se despierta solo al amanecer?
- Tienes razón - le sonrió y se acostó del otro lado del amo - ya veremos que pasa por la mañana.
El jardín del paraíso era un lugar demasiado tranquilo para un muchacho que, como él, estaba acostumbrado a andar metido siempre en problemas insolubles, tanto propios como ajenos, y aun no encontraba él por qué debía quedarse allí, en especial porque quería regresar a Dúo, sabía a ciencia cierta que estaba a su lado, ¿cómo? Ni idea.
- Te veo muy pensativo, Heero - le dijo un león que descansaba en el pasto junto al lago plateado.
Heero lo miró en silencio, nada allí le asombraba ya, comprendía hasta lo que decían los peces, tal vez era algo propio del paraíso, no podía estar seguro.
- Estoy aburrido de tanta paz - admitió sentándose al lado de la fiera - creo que me hace falta algo de ejercicio, algo en que entretenerme por un rato.
- Humanos - murmuró un tigre un poco más allá con un dejo de fastidio - ¿no pueden estar tranquilos ni siquiera en el paraíso? No entiendo como Dios los hizo sus criaturas favoritas.
- No te enojes, además, tú tienes un nombre belicoso ¿no? - le dijo un siervo que pastaba no muy lejos - Heavyarms.
- Ese nombre me lo dio un humano al que quise mucho - replicó - era tan distinto de los otros, aunque creo que juraba yo era un gato más grande que los demás.
- Pero León no tiene nombre - el siervo miró al felino que bostezaba junto al príncipe - ¿por qué?
- Jamás he salido del paraíso y ningún humano me lo ha dado, recuerda que ellos son los que le dan nombre a las cosas y a los seres vivos.
- Zero - lo llamó Heero divertido - los leones y tigres de mi mundo son tan diferentes, son peligrosos, yo no podría sentarme al lado de un tigre o de un león sin temer por mi vida, o yo lo habría matado o ya estaría convertido en alimento para él y su camada.
- ¡Los hombres saben asqueroso! - replicó el tigre - yo me comí a uno cuando estaba en la Tierra.
- Heavyarms - lo regañó la voz del Señor.
- Señor ¿ya puedo regresar? - le preguntó Heero.
- ¿Has encontrado tu respuesta?
- Aún no - bajó la cabeza - ni siquiera sé bien si debo plantearme la pregunta.
- ¿Recuerdas por qué estás aquí?
- Usé la magia de los elfos para purificar en claro envenenado por la magia de Reelena cuando atacó a mi gente.
- Esa no es la razón, Heero - lo corrigió - piénsalo de nuevo.
- ¿No? - lo miró intrigado - Estaba agotado antes de eso porque le lancé un conjuro de amenaza a Reelena dos veces por atacar a mis elfos.
- Bien, desde allí debes buscar tu respuesta.
- Señor ¿Dúo y Quatre están bien?
- Claro que sí ¿por qué lo preguntas?
- Es que siento como si estuvieran a mi lado.
- Es porque están a tu lado.
Quatre abrió los ojos cuando una fuerte luz apareció a su lado, era muy extraño puesto que estaba seguro que aún no amanecía y quien dormía cerca de la ventana era Dúo del otro lado de la cama. Dúo también abrió los ojos y miró directamente a la luz donde destacaba la blanca figura de un hombre con bellísimas alas blancas.
- Saludos, jóvenes elfos, yo soy Gabriel.
- ¿Qué hace aquí un ángel? - le preguntó Dúo.
- Arcángel - lo corrigió Gabriel con una gota cayendo por su lado - y soy el encargado de pasar mensajes desde arriba a este mundo ¿Acaso no lo saben? ¿No han oído hablar nunca de el arcángel de la anunciación?
- No - respondieron al mismo tiempo y el pobre se fue de espaldas.
- Bueno, no importa, -dijo levantándose - yo sólo tengo que decirles que Heero Yui se encuentra bien y que su alma se encuentra por ahora en el paraíso según lo establecido por Dios.
- ¡Pero él sigue vivo! - reclamó Dúo.
- ¿Lo establecido por Dios? - repitió Quatre.
- Bueno, no les puedo decir nada más, esas son cosas de Él y yo no sé más, y aunque supiera, no podría decirles nada que Él no me ordenase.
- Pero si nos puedes decir si regresará con nosotros.
- Claro que sí, es visitante del paraíso porque el Señor quiere que descubra algo en su interior.
- ¿Hasta cuando?
- Hasta que resuelva el enigma que él mismo se planteó.
- ¿Cuánto tardará?
- No lo sé, los humanos son sumamente impredecibles - se encogió de hombros - Bueno, debo irme. No se angustien demasiado si no despierta, estará bien mientras esté en el paraíso, allí nada malo puede pasar. "O los querubines guardianes perderán su trabajo" - gruñó entre dientes - nos vemos y que Dios lo bendiga - desapareció en un pestañeo de luz.
- ¿Qué piensas, Quatre?
- Que es extraño, Dios debe tener algo muy especial en mente para retener al amo en el paraíso, son pocos lo humanos que pueden llegar hasta ahí y luego regresar, y su visita es brevísima, tan pronto lo ven son enviados de regreso si no es su hora.
- Pero si fuera su hora, su cuerpo ya no espiraría y Él no habría enviado un mensajero a informarnos de todo ¿no crees?
- Bueno, no podemos saberlo, sólo debemos someternos a su voluntad y esperar que el amo resuelva su problema para volver a verlo.
Zech esperaba el regreso de su mensajero antes de poner de nuevo a su gente en movimiento pese a todas las insistencias del Duque Wufei. Incluso el Príncipe Trowa secundaba a este último diciendo que así le daban al enemigo el tiempo que necesitaba para hacerse más fuerte, pero él tenía a su cargo la mitad de las tropas y esperaba una respuesta de su prometida y del príncipe Yui, después de todo era también su problema.
Los centinelas mantenían una guardia constante hacia todas las direcciones posibles esperando un posible ataque desde la capital, sin embargo, nada había pasado en tres días y comenzaban a murmurar que la gente de Oz era cobarde y que por qué no los perseguían.
Amanecía el tercer día de ocupación cuando apareció por el horizonte, hacia las tierras de Yui, el mensajero de Zech con una tremenda noticia. Cruzó el foso y fue directamente con sus jefes para hablar con ellos sobre lo que le había dicho la princesa Noin.
- Les traigo noticias del palacio - le dijo a los tres sentándose luego de saludar - la Señorita Noin envía sus felicitaciones a su gente y les pide que ustedes planeen el siguiente movimiento, que ella se encargará de administrar los reinos mientras tanto.
- ¿Y Heero? - preguntó Trowa.
- Su Alteza sufrió una recaída por usar su magia cuando aún no estaba totalmente repuesto, tal como se lo habían dicho antes, y en estos momentos no se encuentra en condiciones de ver a nadie - informó - y sus ayudantes no dejan que nadie se le acerque, no quieren que intente levantarse antes que esté totalmente repuesto, tantos en sus fuerzas físicas como mágicas.
- Es lo más lógico, teniendo en cuenta lo testarudo que puede llegar a ser - aceptó Trowa - entonces, empezaremos a movilizarnos antes que nuestra gente se aburra con la espera.
- Bien, entonces, que las tropas se apresten a partir esta misma tarde - aceptó Zech - no le demos más largas al asunto.
Dúo estaba sentado en la cabecera de su amo leyendo un libro de cuentos de hadas. Se rió pensando en que muchos humanos no creían en la existencia de seres sobrenaturales con magia y pensaban que no eran más que invención de los autores y juglares, pero él sabía que las hadas, los duendes, los gnomos y otros seres existían igual que ellos, que posiblemente aquellas historias fueran ciertas o basadas en hechos reales.
"Érase una vez un país lejano en donde habitaba un hermoso príncipe, él era muy rico en posesiones, pero su alma era muy pobre. Era un ser egoísta y caprichoso, nadie era tratado bien por su persona, ni siquiera aquellos que lo querían de verdad.
Cierto día apareció una mujer harapienta pidiéndole le permitiera pasar la noche en su castillo a cambio de una hermosa rosa que parecía brillar en la oscuridad, cuyos pétalos relucían más que cualquier joya preciosa, pero el príncipe la rechazó y envió a su gente expulsar a "esa cosa tan fea" de sus tierras. Enfadada, la mujer se transformó en una hermosa hada y le dijo que él sería castigado por su soberbia. El joven le pidió perdón, pero el daño ya estaba hecho y el hada lanzó sobre él un hechizo que reflejó en su cuerpo su fealdad interior.
- Cuando encuentres al amor verdadero volverás a la normalidad - le dijo - sin embargo, si cae el último pétalo de esta rosa cuando tú cumplas los 21 años sin que lo hayas encontrado, te quedarás así para siempre - y desapareció.
De inmediato el castillo y todos sus habitantes calleron bajo el mismo hechizo que atrapaba a su amo, cada uno se convirtió en aquella cosa o herramienta que utilizaba para cumplir sus labores y el palacio que hasta ese momento había sido el más hermoso, se volvió en el lugar más tétrico y horripilante jamás visto.
El joven príncipe se amargó al verse reflejado en los espejos de su palacio y los destruyó junto con todas las imágenes que mostraban su belleza anterior pues creía que era imposible que alguien lo amase con esa horrible apariencia que ahora tenía, aunque comprendía que era sólo su culpa..."
- ¿Qué lees? - le preguntó Quatre sentándose a su lado con un libro en las manos también.
- La Bella y la Bestia - le mostró el libro - es un joven hechizado por un hada por tener el corazón de piedra y que debe encontrar el amor verdadero antes de cumplir 21 años.
- A ti siempre te han gustado las historias de amor - le dijo divertido - a mí me gustan las aventuras, encontré esta - le mostró - "Corazón de dragón", es genial, el dragón le dio la mitad de su corazón a un príncipe que luego sería rey para que pudiera gobernar con justicia, aunque creo que de esos seres ya no quedan en este mundo.
- Eso crees tú, el Duque Wufei tiene uno llamado Shenlong.
- ¡Me encantaría conocerlo! - dijo asombrado.
- Debes pedírselo a él, pero que sea junto con alguien, yo no confío en él como lo hace el amo - levantó el libro y lo volvió a bajar - ¿Las escamas de dragón no tienen propiedades curativas? - dijo pensativo.
- Claro que sí, pero tendríamos que ir con el dragón a ver si nos convida algunas, ni de broma se las robaría, los dragones son archi conocidos por su mal genio - asintió - pero si nos alejamos del amo pondremos nuestras vidas en peligro y lo mismo haremos con la de él.
- Debo decírselo e ir por las escamas de Dragón para poder sanarlo por completo - asintió.
- Está en el paraíso ¿recuerdas?
- Haré un conjuro para ir con él.
- Dúo, pones en peligro tu vida, éso no le va a gustar nada al amo.
- Yo le diré que tú irás por las escamas del dragón mientras tú vas por ellas, así me podrás sanar si el conjuro no resulta.
- Estás loco ¿sabes? - lo miró unos segundos y le vio tan decidido que al final aceptó - está bien, iré, pero ten cuidado.
- Gracias, Quatre.
Heero se quedó de una pieza cuando vio frente a él a su pequeño Dúo que se echó en sus brazos al verlo.
"¡Oh, bendito este día presentido! ¡Bendito nuestro encuentro! A mi lado como un sueño te vi.
El ideal se hizo carne porque así estaba escrito.
Era ley del destino que vinieras a m".
Dúo se sonrió ampliamente al ver a su querido amo de nuevo, estaba tan hermoso como lo recordaba. Había sido difícil llegar a su lado, en especial porque por el camino de la muerte Shinigami había pretendido engañarlo para tomar su alma, si no fuera porque su madre, tan bella y buena ella, lo había hablado nunca habría encontrado el camino hacia el paraíso.
"En el óvalo puro de tu rostro perfecto;
en la gracia y las líneas de tu cuerpo; en tu voz sugerente; en el eco de emoción y de afecto que halla en bien en ti, signos de amor puso Dios".
Aquel hermoso rincón del paraíso pareció llenarse de hermosa luz, una luz que venía del amor de esos seres que se reencontraban en un mundo perfecto de alegría y paz rotunda. Dúo sintió que las lágrimas comenzaban a brotar sin control, era realmente feliz de estar entre sus brazos.
"Inspiración mía; la vida que las luchas consumen ahoga en ti, como en fuente de piedad, su inquietud;
en mi herida eres venda; la palabra, en mi numén;
dulcedumbre en mis hieles y en mi amor, plenitud".
Heero se ahogó en sus orbes violetas al encontrarse con su dulce mirada, pero de inmediato una duda se anidó en su corazón ¿qué hacía allí su pequeño y amado elfo? La única manera de llegar a este mundo era muriendo.
- ¡Dúo! - lo apretó contra su pecho angustiado acariciando sus cabellos - ¿qué te ha pasado, amor mío?
- Amo, no se angustie, por favor, no estoy muerto todavía - le sonrió apoyándose en su pecho mientras limpiaba sus lágrimas con el dorso de su mano derecha - hice un conjuro para llegar hasta usted, aunque he necesitado más magia de la que puedo usar para lograrlo.
- ¿Qué quieres decirme?
- Bueno, estábamos leyendo y Quatre me mencionó a los dragones, así que busqué uno y encontré que el Señor Wufei tiene el último de ellos, así que mi hermano fue a pedirle unas escamas para hacer un brebaje curativo especial, como no nos podemos apartar mucho de su lado sin que su salud se resienta y nuestra propia magia se opaque, yo vine a decirle esto, además, yo quería verlo, hace unos días...
- Respira, Dúo - lo interrumpió y se sentó con él sobre el pasto con él sobre sus piernas y abrazado a su pecho.
- Es que pronto debo regresar, mi magia se agota y sería presa fácil de Shinigami cuando trate de regresar - le sonrió.
- Es el elfo más hablador que he llegado a conocer - dijo divertido Zero levantándose del pasto donde dormitaba, echándole una ojeada.
- ¿El león me habló? - dijo asustado
- ¡Ay, Dúo! - se rió el Señor a sus espaldas - Estás en el paraíso ¿recuerdas?
- Cierto - se calmó - Perdone, Señor, por haber venido sin pedir su autorización, yo sé que debo seguir sus designios sin decir nada, pero...
- Cállate, Dúo - le dijo Heero - deja que te responda.
- Mi Padre te permitió entrar al paraíso y por eso envió a tu madre en tu ayuda en el túnel de la muerte, tú sabes que nada pasa sin que Él lo sepa - apoyó su mano sobre la cabeza del elfo.
- Es cierto - repitió sonrojándose - bueno, ya le dije a qué venía, y que el príncipe Zech, el príncipe Trowa y el Duque Wufei ya entraron en los territorios de Oz y se han adueñado del fuerte del bosque...
- Dúo - lo regañó Heero - respira tranquilo.
- Lo siento, pero es que no tengo mucho tiempo...
- Debes irte ya, Dúo, el sol está por ponerse y tu magia se desvanecerá con la luz del día - le informó el Señor - y te necesito en la Tierra esperando el regreso de tu príncipe.
- Adiós, amo - le dio un último abrazo - Gracias, Señor - entró en el túnel y regresó al mundo de los vivos sin problemas.
Quatre se sentó junto a su hermano realmente cansado, el usar la magia para ir y venir del castillo del Duque Wufei había sido uno de los conjuros más fuertes de los que había usado, pero había conseguido su propósito, el dragón le había dado varias de sus escamas para preparar el brebaje, pero ya tendría que esperar a que volviera a amanecer, su magia estaba agotada y aún faltaba un poco de tiempo para que anocheciera.
Dúo abrió los ojos un poco después, el viaje había resultado muy cansador, pero había valido la pena. Sonrió a su hermano que estaba a su lado y se enderezó del costado de su amo donde se había acostado en el momento de hacer el conjuro para separar su alma de su cuerpo.
- ¿Cómo te fue? - se preguntaron al mismo tiempo y ambos se rieron.
- El dragón me dio un montón de escamas - le mostró el saco en que estaban - con ellas podríamos curar a un batallón.
- A mí también me fue bien, el amo está en el paraíso muy bien cuidado, pero se asustó al verme, pensó que algo malo me había pasado.
- Es lógico, la manera más fácil de llegar a allá es por medio de la muerte ¿recuerdas?
- Pero también vi a nuestra madre - le sonrió - El Señor la envió a ayudarme a llegar a mi destino.
- ¿Ella está en el paraíso?
- Sí, junto a otros elfos que se entregaron al poder de Dios antes de morir.
- Que bueno - suspiró - ahora descansa, anochece y ya no tenemos magia, mañana prepararemos el conjuro que ha de despertar al amo.
"Ven a mí. Confundamos nuestras sendas ¡Bendito el abrojo y la espina si me hieren por ti!
Que marcháramos juntos para siempre, está escrito.
Era ley del destino que vinieras a m".
Heero miraba el camino por donde su querido elfo se había alejado de él, quería seguirlo, pero sabía que él jamás encontraría el camino de regreso sin haber encontrado primero la respuesta del por qué debía quedarse.
Se sentó nuevamente en el pasto mirando el cielo, el señor le había dicho que se lo planteara desde el momento en que le lanzó aquel conjuro a Reelena... ¿sería éso? Era posible que sí, había lanzado su conjuro con toda la ira de su alma y dijo que no descansaría hasta ver su sangre derramada, pero la magia había escapado de sus manos y no tenía ni la más remota idea qué había pasado con ella.
Miró a los animales que formaban parte de aquel hermoso paraíso y se preguntó también por qué no se sentía a gusto, aquella paz que allí se respiraba no era para él.
- Heero, creo que debes olvidar la vida del otro mundo para apreciar esta - le dijo el Señor - no sé por qué ustedes son así, tan belicosos ¿de qué parte de nosotros habrá salido aquella sed de dominación de unos sobre otros?
- Si no lo sabe usted, menos he de saberlo yo, Señor - señaló Heero divertido - la Biblia dice que fuimos hechos a imagen de Dios, así que en alguna de sus tres partes debe de haber algo malo...
- Heero, no seas hereje - se sonrió también - tal vez lo adquirieron cuando comieron del fruto del bien y del mal.
Trowa iba encabezando ahora las avanzadas de sus huestes, era todo muy extraño, no habían encontrado ninguna resistencia en ninguno de los pueblos que habían entrado mientras se dirigían a la capital, incluso habían llegado a darle alimentos a sus hombres y ayudado a encontrar los caminos más accesibles para cruzar el reino sin problemas.
- Sigo sin entender nada - le dijo a Wufei que cabalgaba a su lado - ¿Acaso la gente de aquí no quiere a Traize?
- Yo le pregunté a su gente, dicen que desde que Lady Reelena se hizo su amiga, él ha cambiado mucho, ya no le importa nada que no sea destruir al pueblo de Yui, incluso ni su propia vida es valiosa si con ello logra destruir al amo de los elfos.
- Reelena es una arpía.
- Que no te escuche Zech, aún está preocupado por lo que le pudo haber hecho la magia de Yui a su querida hermana.
- Pero si ella se lo buscó, hasta a él y a su gente los traicionó.
- Si, lo sé, pero es difícil romper los lazos familiares - miró a sus hombres - me preguntaron por Su Alteza y les dije que estaba bien y que tan pronto pudiera, vendría a tomar el mando, pero creo que los elfos nos han mentido - le dijo en voz baja acercándose a él - ¿por qué nadie puede verlo? Yo creo que está muy mal y no quieren que lo sepamos.
- No lo creo así, tú conoces bastante bien a mi primo. Si ya pasó por encima de las precauciones de ellos y quedó debilitado cuando hizo el conjuro para limpiar el claro antes que salieramos ¿no crees que haría lo mismo si supiera que ya hemos entrado en batalla? Hacen bien en no preocuparlo hasta que esté realmente bien.
- Espero que sea así, o tendrás que encargarte de darle un heredero al reino de Yui y al tuyo.
- Cállate, Wufei - le dijo furioso y se adelantó, no le gustaba que le recordara por qué lo habían comprometido con Lady Catherin y el motivo por el que no se podía quedar con Quatre.
- Oye, no te enfades - lo siguió asombrado, nunca lo había visto reaccionar así, Trowa era tan imperturbable como Heero.
Era la primera vez desde que llegaba al palacio Yui que Dúo no veía el amanecer, normalmente se despertaba para sentir como regresaban sus poderes con la luz del sol, pero esta mañana pasó de largo, se quedó dormido, y no se despertó hasta que un suave golpe en la puerta y la voz de uno de los criados les informó que pronto servirían el desayuno y si querían que se los trajeran a la habitación.
- Bajaremos a desayunar - dijo Quatre desperezándose.
- Claro que sí, joven Quatre.
Dúo se enderezó e imitó a su hermano estirándose como gato, había descansado tan bien, que se sentía con ánimos de empezar a preparar el brebaje y el conjuro que habría de traer a su querido amo de regreso a la tierra de los vivos.
- Bajemos a desayunar, Dúo, cuando tengamos completamente repuestas nuestras fuerzas, prepararemos el brebaje para el amo y con el mejor conjuro de sanación que tengamos, traeremos al amo de vuelta.
- Claro que sí - sonrió feliz y comenzó a vestirse apresuradamente.
Ambos chicos se vistieron y bajaron a desayunar, estaban felices de haber encontrado algo que los ayudaría mucho a traer de regreso el alma del amo. Sin embargo, Heero aún no estaba seguro si la respuesta que había encontrado a su interrogante era realmente la correcta...
Continuará...
Hola otra vez, sé que me estoy tardando un poco en subir estos capítulos, pero es que se me echó a perder la disquetera (mala, mala, lee pero no graba ¡BUUUUUUUUUUAAAAAA!) Así que los voy a tener que poner en un CD, pero para ello necesito terminar la historia completa, así que para cuando ustedes lean esta nota, el resto ya estará arriba.
Creo que no es necesario que lo diga, pero Dúo leía la Bella y la Bestia y el inicio es la introducción de la novela que sacaron de la película de Walt Disney y Corazón de Dragón es una película en que Sean Conery hacía la voz del último de los dragones y que me gustó mucho. Y lo de las escamas, bueno, en realidad era la sangre pero ¿cómo obtener la sangre del pobre animal sin herirlo primero? Así que serán las escamas después de todo se supone que tenían seis corridas de estas y por ello era tan difícil herirlos.
Bueno, es todo por este capitulo, espero que les guste y me dejen reviews, a ver si hago otra historia con personajes fantásticos.
Y gracias por los que me escribieron, yo no podría seguir publicando si no supiera que alguien lee mis locuras.
¡Nos vemos!
Shio Chang Ah, una cosa, mis elfos no están basados en el Señor de los anillos (no he visto la película todavía, ninguna de las tres porque no me gusta Tolkien), simplemente los saqué de la mitología inglesa y los adapté a mi manera, claro que si tienen algunas características propias de los personajes de esta novela (como las orejas y su belleza), pero tienen la misma magia que le otorgó la autora de Harry Potter (esta sí me gusta, estoy ansiosa por saber cuando veremos el sexto libro).
