Amado Elfo (Bonus)
Un regalo para los reinos
Dúo estaba sentado a la sombra de un alto roble en donde hace unos años atrás jugara con su mellizo esa noche en que su pequeña aldea fuera atacada y conociera a su ahora esposo. El bosque había recuperado su antigua belleza pero el pueblito era habitado por los humanos, ya no había elfos allí y en el futuro ya no habría más ya que sólo él y su hermano quedaban.
"Poblarán la tierra y se llenarán de niños que lleven la esperanza"
- Si pudiera llenar el castillo de hijos míos y de Heero - suspiró cerrando los ojos.
- Puedes hacerlo, pequeño Dúo - le dijo una voz a sus espaldas y él se volteó a mirar a quien le hablaba.
- ¡Árbol sabio! - exclamó sorprendido - pensé que te habían derribado.
- Tu joven esposo hizo un hechizo sobre este bosque para que no lo dañaran ¿recuerdas? Dijo que en este lugar te había conocido y que quería conservarlo tal como estaba.
- Cierto - sonrió y se puso ded pie - pero, dime ¿qué tengo que hacer para darle un hijo a Heero?
- Hay una semilla muy especial de una árbol muy particular en el reino Yuy, sin embargo, ella debe ser madurada en el interior de un elfo para que sea fecunda y capaz de procrear nueva vida.
- ¿Y dónde la encuentro?
- Aquel árbol sólo da dos flores al año, se encuentra en el rincón más apartado del castillo en que tú vives, pero debes esperar que dé su fruto antes de tomarlo. Además, debes coger las dos semillas y fecundarlas, en caso contrario, ninguna será fértil.
- Entonces, tendré dos hijos - celebró.
- No puedes, el tener tan sólo una semilla en tu interior puede matarte - le advirtió - además, apenas sea fecundada debes sacarla de tu ser ya que comenzará a crecer hasta tener el tamaño de una calabaza.
- Vaya - murmuró - ¿Y en cuanto tiempo nacería mi hijo?
- Tardará 46 días en estar listo para nacer, pero debes cuidar mucho el huevo, mantenerlo caliente día y noche hasta el momento en que se rompa el cascarón, no podrás separarte de él ni un segundo o el proceso habrá fracasado.
- Dime ¿qué árbol es?
- En estos momento el árbol se encuentra florecido, los humanos piensan que se trata de un almendro, pero su fruta se pierde aún antes de madurar, dentro de dos noches estará lista para ser tomada, pero debes decirle a tu hermano que fecunde la otra semilla o tu hijo nacerá muerto.
- Entiendo - miró el cielo - en dos noches, entonces debo retener a Heero hasta entonces, si se va no podré fecundar la semilla y tendré que esperar un año antes de volver intentarlo ¿no?
- Así es, pero ten cuidado, no pongas la semilla en tu interior si no estás seguro que será fecundada y se romperá en tu interior y nunca más podrás volver a intentarlo.
- ¡Qué complicado!
- ¡Dúo! - lo llamaba su esposo y el árbol sabio se ocultó fingiendo ser un árbol común - ¿dónde andas metido?
- Aquí, Heero - le dijo y lo vio aparecer a su lado - solo recordaba como Quatre y yo jugábamos aquí cuando aquella era mi aldea - le señaló mientras caminaban de regreso - dime algo, Heero ¿Te gustan lo niños?
- Siempre me has gustado.
- No me refiero a eso - le reclamó molesto por su insinuación - quiero decir ¿Te gustaría tener hijos?
- Claro que sí, siempre que fueran tuyos y míos, pero como no es posible, no son tan importantes.
Dúo prefirió guardar silencio y entró en la casita en que se alojaban. Heero bien podía ser rey, pero no era un hombre de gustos extravagantes, era más bien simple y práctico, para él algunos lujos estaban de más, aunque los aceptara.
- Heero ¿Cuándo regresamos a casa?
- ¿Ya te quieres marchar?
- No es eso, es que... - buscó una buena excusa y se volvió hacia él - me dijiste que te irías al reino de Ludock y luego al reino de Oz al otro día de regresar a casa.
- Y no quieres que vaya ¿verdad?
- Es que allá está esa bruja y detesto que esté siquiera a cien metros de ti - le dijo - nunca me voy a olvidar lo que pasamos por su culpa.
- No seas rencoroso, corazón, ella está casada y, según me contó Miliardo, tiene ya tres hijos con Erick.
- Para lo que le importó antes su familia y su reino.
- Dúo - lo regañó y lo atrajo contra su pecho - ¿Qué tal si vienes conmigo? Así no te angustiarás tanto por mis dos meses de ausencia.
- Sabes que no me gusta viajar tan lejos, me gustaría acompañarte, pero la última vez que lo hicimos casi me morí de regreso y nadie me saca de la cabeza que esa bruja me hizo algo para que me muriera - lo miró acomodándose entre sus brazos.
- Eres un exagerado ¿Sabes? - lo besó en los labios.
Los dos días que le dijo el sabio árbol habían pasado y Dúo buscaba el árbol que tenía sólo dos frutas de almendra, debía tomar las dos semillas y llevarle la otra a Quatre antes que anocheciera y regresar con la suya junto a Heero para que se la fecundara antes de salir de viaje.
- Allí está - dijo en voz alta y se subió al árbol para cerciorarse que realmente era aquel y estaba por tomarlas cuando una voz lo llamó desde abajo.
- Dúo, ese fruto está verde - era su hermano y por poco se cae - ¡Ten cuidado, a Heero no le gustaría irse dejándote herido!
Dúo volvió a tomar las semillas y se bajó entregándole una a su hermano que se lo quedó viendo sin entender para qué se la daba.
- Hablé con el Sabio árbol y me dijo que con estas semillas les podemos dar hijos a nuestros esposos.
- ¿En serio? Así el padre de Trowa me dejaría en paz porque no puedo darle un nuevo heredero al trono.
- Te explicaré de qué se trata - lo llevó hacia un rincón y le contó lo mismo que le había dicho el sabio árbol al respecto - pero no tengo idea si Heero se enfade por lo que voy a hacer.
- Bueno, al menos no se enterará, ya que estará de viaje, pero Trowa insiste en que lo acompañe, es tan celoso - se rió - es porque la princesa Marimeia dijo que yo era un chico muy guapo y si tenía un hermano menor, yo le dije que mi único hermano eras tú y que estabas casado con Heero.
- ¿Lo sabe Heero?
- Claro que sí, se enfadó tanto como Trowa, pero se mantuvo en silencio - se rió - en cambio mi Trowa...
- Me lo imagino - rió también - pero yo podría retenerte aquí o por lo menos ponerle una excusa para que te deje aquí conmigo.
- Así podremos cuidar a nuestros...
- ¿Qué hacen en un rincón tan apartado? - los interrumpió Wufei y ambos se volvieron sobre saltados - los asusté ¿eh? Es señal de una conciencia culpable.
- Mi querido Duque, lo que yo haga o deje de hacer, no es de incumbencia vuestra - le replicó Dúo y se llevó a su hermano ocultando en un puño las semillas de una nueva vida.
- Que mal genio, yo sólo los vine a buscar por órdenes del rey.
Era de noche y ya habían cenado, sin embargo, Dúo se encontraba solo en su habitación, Trowa, Heero y Wufei se habían quedado conversando abajo sobre el inminente viaje a los otros reinos a estrechar lazos de amistad y comerciales. Estaba pensando en dónde debía colocar la semilla, en su interior, dijo el árbol, así que debía ser por donde normalmente salían las cosas ¿no? Miró la semilla, no era muy grande, pero si lo bastante como para necesitar algo que la ayudara a entrar. Se desvistió y untó los dedos en aquella grasa que Heero usaba para facilitar su labor cuando hacían el amor, presionó uno contra su entrada para lubricarla y tratar de abrir un poco el camino y luego introdujo la semilla con la otra. Un gemido doloroso se escuchó en la ante cámara mientras Dúo presionaba el fruto para que entrara un poco más, pero a su paso lo desgarraba.
Heero entró en ese momento y lo vio tendido sobre la cama con una mueca de dolor y quejándose y vio la sangre en su trasero. Se acercó a él y lo acarició para que se relajara un poco para poder sacarle lo que le dolía, pero este se abalanzó sobre él y lo comenzó a excitar, debía hacerlo ahora, dudaba que aguantara mucho con esa cosa dentro.
Los labios de Dúo recorriendo su pecho le agitaban los sentidos y la mano juguetona que se posaba sobre su sexo aún cubierto por los pantalones lo volvían loco, pero no podía, su elfo sangraba y sería mejor que él lo tomara.
Sin embargo, Dúo, pese al dolor que sentía en sus entrañas, lo desnudó y se sentó sobre él empalándose a sí mismo y hundiendo más en su interior la semilla con un grito de dolor.
- Detente, Dúo, te vas a romper por dentro - le rogó Heero.
Pero éste no lo escuchaba y comenzó a moverse al sentir que el dolor mermaba a medida que su esfínter se dilataba al paso del miembro de su esposo y el placer comenzaba a ganarle terreno al dolor.
Heero se dio cuenta cuando en el cuerpo de su trenzado elfo el dolor se tornaba placer, podía sentir muy bien aquella cosa dentro de él que lo había desgarrado, pero el movimiento de este sobre la punta de su miembro le daban un placer único, así que cogió por las caderas a Dúo y lo colocó debajo suyo y comenzó a moverse lentamente tomando el miembro excitado de él entre sus dedos de manera de darle más placer y alejar el dolor de su cuerpo.
Dúo sentía que el mundo comenzaba a evaporarse a su alrededor junto con todo el dolor en su interior a medida que los movimientos se hacían más rápidos y violentos, hasta que no pudieron soportarlo más y estallaron en un grito de placer.
Heero, luego de terminar, se retiró de su esposo y miró la sábana que ahora estaba manchada no sólo con su semen, sino que también con la sangre de su elfo y una pequeña fruta bañada en ambos.
- ¿Qué es esto? - trató de tomarla pero Dúo, adolorido y todo, la tomó y la acunó contra su pecho - ¿qué pasa?
- No te preocupes por mí, Heero, estaré bien.
- No estás bien - le dijo Heero cogiendo la otra sábana para limpiarlo un poco - sangras demasiado, quien sabe en cuanto tiempo no te puedas sentar.
- No importa.
- ¿Cómo que no importa? - casi le gritó - a mí me importa mucho, no iré a los otros reinos si tú no estás bien.
- Quatre me cuidará.
- Dúo, me dejas lleno de angustia - lo abrazó con ternura y cuidado - ven - lo sacó de la cama, lo envolvió en una manta y lo llevó a otra habitación - No quiero que hagas tonterias por ahora, me vestiré e iré por el médico para que te revise.
- No, por favor - lo jaló hacia él.
- Muy bien, te haré un conjuro de sanación - lo acunó contra su pecho y lo besó en los labios - pero quédate aquí ¿Sí?
- Bien - aceptó y se acurrucó colocando su pequeño huevito sobre su estómago mientras se envolvía y le procuraba calor.
Quatre se sentó en la cama mirando su huevito, de allí saldría un nuevo elfo, medio suyo, medio de Trowa. Claro, le había costado introducir la semilla en su interior sin sufrir mayores daños, no quería llamar la atención de su esposo hacia su hijito o hijita, aunque después tendría que explicarle cómo lo había conseguido. Sonrió acariciándolo y se sobre saltó cuando escuchó un ligero golpe en la puerta. Miró a Trowa que seguía dormido y se levantó manteniendo su huevito oculto y contra su piel para que recibiera su calor.
- ¿Quién es?
- Soy yo, Heero - le respondió y Quatre le abrió la puerta - ¿Me puedes ayudar?
- ¿Qué le pasó a Dúo?
- El loco de tu hermano se puso algo y comienza a desangrarse.
- Voy contigo - le dijo y volvió junto a Trowa y le dijo al oído - voy a ver a mi hermano, después regreso - lo besó en la oreja y salió detrás de Heero.
Entraron en la habitación y Heero se sentó en la cabecera, su pequeño tenía fiebre debido a su herida, así que le hizo un conjuro de sanación.
- Con la sangre que viva fluye la calma que sana llegue el dolor terrible se retire y la salud a Dúo le restituye.
Dúo abrió los ojos y se acurrucó contra su pecho. Le sonrió a su hermano y volvió a dormirse.
- ¿Qué le pasó?
- No lo sé, me dijo que no me preocupara por él, pero al verlo sangrar tanto, me angustié mucho, en especial cuando vi aquella cosa bañada en su sangre y mi semilla.
- Así que fue eso - murmuró en voz apenas audible - es mejor que me quede a cuidarlo, por la mañana le pondré otro conjuro de sanación y se sentirá mejor.
- No voy a ir de viaje.
- No, debes ir, yo me quedaré a cuidarlo.
- Trowa me mataría si te dejo aquí.
- ¿Y si lo convences que corro menos peligro aquí que si lo acompaño? - lo miró a los ojos - sabes que es celoso y que no le gusta que me relacione con Marimeia y si la van a ver a ella...
- Es posible - asintió - por ahora yo velaré por él, regresa con Trowa y en la mañana hablamos.
- Heero, debes descansar, no creo que a Dúo le agrade que te enfermes.
A la hora del desayuno el Duque se reunió con su rey y el príncipe Barton y le extrañó que ninguno de los elfos estuviera allí con ellos.
- ¿Y sus esposos?
- Dúo se enfermó anoche y Quatre lo está cuidando - le dijo Heero - él se va a quedar aquí.
- Quatre va conmigo, es mi esposo y no puedes decidir por él ya, es mi responsabilidad - le reclamó Trowa.
- Es cierto, pero fue decisión de él y no mía, así que no me reclames. Además ¿No crees que si se queda aquí evitas que Marimeia le coquetee cuando lo vea?
- Lo quiero donde mis ojos lo vean.
- Creo que exageras un poco, aquí estará seguro, todo el mundo sabe quien es y estará con su hermano a quien tarde mal y nunca ve por tus endemoniados celos ¿Cuándo te va a entrar en la cabeza que Quatre no estaba enamorado de mí sino que estaba confundido? Y yo tampoco voy a estar ¿sabes?
- No me gusta estar lejos de Quatre tanto tiempo.
- Cuando regreses estará ansioso de entregarse en tus brazos - le dijo Wufei - Estoy seguro que sabes que estás mal con tantos celos irracionales y vas a terminar agotando su paciencia.
- ¿Crees que Quatre me deje?
- No he dicho eso, pero podrías comenzar a sentirlo frío contigo, es un elfo ¿recuerdas? Y por lo mismo debes cuidarlo como la frágil criatura que es.
- Si te escucha se enfada - le dijo Heero - nunca has visto la fuerza que tiene un elfo enfadado.
- Ni quiero verla tampoco.
- Sus excelencias, la comitiva está lista - les dijo un guardia y los tres salieron del palacio rumbo al patio para partir hacia a Oz.
Quatre estaba de pie en la ventana mirando a los soldados alistarse para partir y sintió no ir a despedir a su amado esposo, pero no quería arriesgar a su huevito.
- Se me ocurre algo, Quatre.
- ¿Qué cosa, Dúo?
- Una faja, así mantendremos nuestros huevitos protegidos y calientitos pegados a nuestra piel, y bajaremos a despedir a nuestros esposos.
- Heero dijo que no salieras de la habitación - le recordó.
- Le diré que como no vino a despedirse, tuve que ir yo.
Se sonrieron y se envolvieron el vientre con un paño de lana y luego se vendaron un poco sin apretar demasiado. Dúo se miró en el espejo y se notó más gordo.
- Ya no me veo tan esbelto, a Heero no le va a gustar verme así.
- Vamos, no seas vanidoso - lo regañó y al estar listos ambos salieron al patio.
- ¡Heero! - lo llamó y este se volvió sorprendido hacia él - eres muy malo conmigo - se echó en sus brazos - al menos dame un beso ¿quieres?
- No debiste levantarte, aún estás muy pálido - lo abrazó - no quiero que empeores ¿está claro?
- Claro que sí, Heero.
- Quatre, tú lo cuidarás muy bien ¿verdad?
- Claro que sí, no te preocupes por él, yo me hago cargo.
- Quatre - le dijo Trowa tomándolo por los hombros - cuídate mucho y no dejes que Dúo te incite a hacer alguna locura ¿de acuerdo?
- Oye, yo no hago locuras...
- ¿Y la de anoche? - le dijo Heero molesto.
- Ese era un sacrificio - replicó y sintió una violenta punzada en la espalda y tuvo que apoyarse en su esposo para no caer.
- ¡Dúo!
- Lo siento, me duele mucho - se quejó - ¡No me gusta el dolor!
- Amanece,
la clara luz del alba,
salud a su cuerpo traiga mientras el dolor desaparece.
- Gracias, Quatre - le dijo su hermano sintiéndose mejor - volveré a acostarme o me terminaré cayendo - le dio un último beso a su esposo - cuídate mucho y no permitas que esa bruja se te acerque mucho ¿entendido?
- Otro celoso - dijo Wufei.
- Esa bruja no ha dejado de perseguir a mi Heero aunque esté casada - le replicó - ¿nos vamos? - le dijo a Quatre.
- Cuídate mucho, Trowa, te tendré una sorpresa para cuando regreses.
Esa misma tarde Dúo y Quatre se sentaron a descansar junto al fuego de la chimenea de la habitación del primero estando este sentado sobre una gran cantidad de almohadones porque le dolía el trasero.
- Eres exagerado, Dúo, ni que te hubieses roto todo por dentro.
- Tú no viste es charco de sangre debajo mío después que Heero fecundó mi huevito - le dijo - parece que entró en muy mala posición y me rompió todo por dentro.
- Con razón Heero estaba tan angustiado, pero debiste tener cuidado, a mí no me pasó nada y creo que Trowa y ni cuenta se dio de lo que pasaba - movió la cabeza - aunque si voté un poco de sangre y se preocupó al ver la mancha esta mañana.
- A mí me gustaría saber - dijo cambiando de tema - qué es lo que será ¿niño o niña?
- Yo quisiera una niña - dijo Quatre - pero que se parezca a Trowa.
- Yo quiero un varoncito, un Heero pero con los ojos violeta, él siempre dice que es lo más hermoso que tengo sin desmerecer el resto - se sonrió - y así tendría un heredero.
- ¿Y cómo le pondrías?
- Como su papá, Heero.
- Si yo tengo un varoncito también le pondré el nombre de su papá, Trowa, pero si es niña, será Helen.
- Si es niña tendrás que intentarlo de nuevo el año próximo y yo tendré que tener otro hijo también.
- Supongo que sí - acarició sobre la ropa el lugar donde descansaba su futuro hijo - sólo espero que los muchachos se pongan felices de ser padres, Trowa me dijo que lo único que le importaba era que yo fuera feliz a su lado.
- Heero me dijo que estaba resignado a no tener familia, pero ahora será feliz.
- Oye ¿Heero no dijo que había una gran cantidad de libros sobre las costumbres de los elfos en la biblioteca?
- Sí, he visto montones ¿por qué?
- Tal vez encontremos algo sobre nuestros huevitos que nos ayude a mantenerlos calientes y a saber si son niños o niñas.
- Traigámoslos aquí y los revisamos con calma.
Varios días se tardaron los dos elfos en encontrar algo que les sirviera para averiguar cosas que les fueran útiles para el cuidado de ambos huevitos que rápidamente comenzaban a crecer y que ahora tenían el tamaño de un pomelo, lo que le hacía más difícil el mantenerlos calientes y ocultarlos de la vista de los curiosos sirvientes del castillo.
- Van dos semanas - dijo Dúo mirando su calendario - y faltan poco más de cuatro para que nazcan.
- El libro dice que a los 23 días podremos saber por medio de la magia que es lo que son.
- Aquí hay un método para cerciorarse que sea varón o niña antes de fecundarlo - le mostró - cuanta más sangre de elfo se mezcle con el semen más posibilidades hay de que sea varón.
- Entonces, ambos serán varoncitos.
- O dejaré por mentiroso al escritor, porque yo casi me desangré y era mucha la sangre mía mezclada.
- ¿Dice algo más?
- Si, para asegurarse que sea niña, la semilla debe ser introducida poco antes de la eyaculación de manera que no tenga rastros de sangre.
- O sea, debes detener el coito, introducir la semilla y seguir.
- Claro, pero eso le bajaría la libido a tu amante y de todas maneras correrías el riesgo que se te rompiera la piel y se mezclara con sangre ¿no te parece?
- Mira, aquí dice cómo mantener caliente el huevo al cumplir los 20 días - le mostró - debemos sentarnos con las piernas cruzadas y poner el huevo entre los muslos y ponerle paños calientes encima, pero a la misma temperatura de nuestros cuerpos y para dormir, debemos poner una almohada, un género de lana y la pierna encima el huevo, pero la pierna debe tener un soporte para no aplastarlo.
- Es todo un lío.
- A los treinta días el bebé estará listo y solamente le restará por tener un tamaño adecuado para la vida, así que el tamaño final del huevo será de aproximadamente un pie y medio, pero el bebé será más grande.
- Un bebito hermoso.
Es castillo Yuy seguía su vida normal, aunque estaban extrañados por la actitud de ambos príncipes que se la pasaban encerrados sentados en la biblioteca leyendo junto al fuego siempre sentados en el suelo y cubiertos por una manta. Nadie se atrevió a preguntar absolutamente nada de su extraña actitud aunque comentaban por los pasillos que ellos planeaban algo grande ya que cada vez que alguien entraba a verlos caía un silencio sepulcral sobre ellos.
Pero Dúo y Quatre estaban preparando los ajuares para sus bebés ya que pronto se cumplirían los cuarenta días y esperaban con impaciencia el nacimiento de los pequeños.
- ¡Estoy cansado! - gimió Dúo estirándose mientras sentía como las piernas le hormigueaban por la postura - estoy dormido de la cintura para abajo y el bebé ya me pesa.
- Menos más que es poco más de mes y medio de gestación y no nueve meses como los bebés normales - se quejo también Quatre estirando una pierna - me duele todo.
- Una semana más - dijo Dúo acariciando su huevo que ya tenía un gran tamaño, casi tenía el tamaño que el libro señalara, así que el niño sería bastante grande y robusto - y Heero estará en este mundo.
- Y Trowa también - sonrió el rubio - serán hermosos como sus padres...
- Perdonen, altezas, pero el rey Heero informa que llegarán dentro de una semana y no en tres como habían programado - les dijo Rasid sentándose con ellos - parecen molestos ¿qué pasa?
- Rasid, yo sé que eres muy leal a Trowa, pero ¿nos podrías guardar un secreto y hacer que se demoren sólo un día más?
- ¿Por qué, amo Quatre?
- Porque estamos esperando que nazcan nuestros hijos más o menos en una semana - le dijo Dúo - ¿los detendrías?
- ¿Hijos?
- Sí, por medio de un secreto mágico que sólo los elfos podemos cumplir - le sonrió - y son varoncitos, por lo mismo hemos permanecido tanto tiempo encerrados aquí, no queremos que nadie les revele nuestro secreto hasta que los niños estén con nosotros.
- Claro, amo Quatre, haré lo que pueda para que se tarden un día más.
- Gracias, Rasid - le dijeron ambos a coro.
Heero estaba muy cansado del viaje, tanto tiempo lejos de casa extrañando el calor y el aroma de su trenzado había sido una dura prueba a su resistencia, pero accedió a la propuesta de Rasid de descansar un poco del viaje en la Ciudad de Bellamont a dos días de su castillo principal. A estas alturas sólo iba con Trowa ya que Wufei había tenido que regresar a su casa porque Hilde había tenido complicaciones con su embarazo y corrían peligro ella y el bebé. También habían aprovechado de visitar a Miliardo y a Noin, ellos tenían a su heredero recién nacido tan lindo que sintió una punzada de envidia, aunque, claro, él amaba a Dúo y no lo cambiaría por nadie.
Trowa se sentó a su lado sin decir palabra y así estuvieron bastante rato, sólo descansando pensando en sus pequeños esposos.
- Me gustaría estar con Quatre para abrazarlo con fuerza hacia mí y besarlo por todas estas noches que no he estado a su lado - refunfuñó al fin - hay veces en que me gustaría ser un ciudadano común y corriente para poder pasar más tiempo a su lado.
- Te quejas y eso que aún tu padre gobierna - le replicó Heero - yo si que paso muy poco tiempo con mi Dúo y él no dice nada, aunque a veces no lo llevo conmigo, pero no me había separado nunca e él por tanto tiempo.
- Marimeia me preguntó por qué no llevábamos a Quatre y a Dúo con nosotros y le dije que ellos no se habían sentido bien antes de viajar así que los dejamos en casa, pero ella les mandó un regalo y me dijo que debían abrirlo ellos.
- Creo que le gustaron a la chica - admitió Heero - pero no soy tan tonto como para ponerme celoso, yo sé que Dúo me ama a mí y que es capaz de cualquier cosa por mí como yo lo soy por él.
- Me gustaría sentirme tan seguro, pero tengo clavada esa espinita que primero fue tuyo y, lo peor, es que mi padre siempre me lo recuerda y me dice que nunca le daré un heredero al trono.
- Yo patearía a tu padre - le replicó - Quatre te quiere y lo que pasó antes es pasado y debes dejarlo atrás - se levantó - mejor vamos a dormir, mañana nos volveremos a poner en marcha a mi castillo y no quiero que Dúo me vea cansado.
Amanecía cuando Dúo fue despertado por el ruido de algo rompiéndose. De inmediato se enderezó y separó las mantas de donde descansaba su huevo y vio que estaba trizado, asustado, se acercó a verlo y vio como un piesecito se asomaba empujando el cascarón, luego el otro hasta que unas manitas pequeñas terminaron de empujarlo y un fuerte grito le dio la señal que esperaba, ¡Su hijito había nacido! Y se convirtió en un mar de lágrimas de felicidad mientras acunaba al bebé contra su pecho.
- Mi pequeñito - lo acarició mientras intentaba calmarse para buscarle un pañal y ropita que ponerle - mi pequeño Heero, hasta te pareces a él - le dijo levantándolo y notó algo, ¡tenía las orejas puntiagudas! - eres elfo - se levantó al fin y tomó un pañal y algo de ropa para el bebé y luego se vistió él - vamos a ver a tu tío Quatre para saber si tu primo ha nacido.
Salió de la habitación y se asomó a la habitación de su hermano que todavía dormía. Sonriendo, entró en el cuarto y lo remeció con cuidado para que viera a su sobrino, pero un ruido lo hizo sentarse y ambos vieron como el pequeño Trowa nacía. Sin embargo, no era lo que éste esperaba, el bebé era rubio como el elfo.
- Se parece a mí y no a Trowa - gimió pero lo acunó contra su pecho al oírlo llorar - aún así es hermoso.
- Por lo menos no tiene las orejas puntiagudas - le mostró a su hijo - es más elfo que humano, espero que a Heero le guste.
- Yo creo que los amarán mucho, como a nosotros.
- Heero ya se puso en camino, nos extrañan a montones - se sonrió - siempre es bueno saberlo. Pero vienen ellos dos, ¿Qué sería del Duque Wufei? Se supone que iba en representación del reino de Noin.
- Él tuvo que regresar a su casa, al menos allí lo siento, la princesa Hilde ha tenido muchas complicaciones con su embarazo y los dos están sufriendo porque los médicos temen que el bebé nazca muerto.
- Sería una lástima que eso les pasara, más cuando Noin ha tenido un precioso y robusto varoncito para su esposo.
- Trowa viene imaginando cosas - le dijo ruborizándose - a veces no me gusta tener esta conexión tan profunda con él ¿sabes?
- A mí no me molestaría saber que piensa Heero algunas veces, es demasiado callado y no soy muy bueno para adivinar lo que siente.
- Bueno, yo todavía tengo cierta conexión con él y sé que viene con una preocupación muy grande por estar pronto a tu lado - le sonrió - pero él mantiene la cabeza fría por el momento, aunque quien sabe cuanto le dure.
- Bueno, ya nacieron así que supongo que han de tener hambre - miró a su pequeño - creo que ordenaré una nodriza para mi niño.
- No es necesario - le sonrió Quatre apoyando a su hijito contra el pecho - recuerda que somos elfos y que durante el día podemos hacer magia.
- ¿Quieres decir que podemos alimentarlos como niños normales?
- Así es, el libro lo decía, deben tener leche de elfo o sus estómagos y sus cuerpos no serán lo bastante fuertes para resistir la vida humana.
- Es divertido - tomó al pequeño Heero y lo apoyó en su pecho y este comenzó a succionar de su pezón - duele - se quejó.
- No seas llorón - le dijo Quatre divertido pero él también sintió la punzada cuando el pequeño comenzó a mamar - duele - se quejó también y ambos se rieron.
- Bien, ahora podremos desayunar nosotros también - dijo Dúo después de ver como los pequeños se saciaban - mañana llegaran Heero y Trowa y los bebés deben estar presentables para ellos, así que voy a ordenar les hagan ropa de inmediato.
- ¿Sabes? Creo que el padre de Trowa se va a tener que comer todos los insultos que me ha lanzado últimamente por eso de no "poder darle un heredero al trono".
- El hombre ha sido un poco duro contigo, Quatre, pero te apuesto que tan pronto vea a tu hijito se ablanda como mantequilla y se derrite por él.
- Espero que sí.
El palacio se vio revolucionado con la noticia del nacimiento de los pequeños príncipes, así que todo el día anduvieron de aquí para allá buscando cosas bonitas para los bebés, de todo cuanto se le pudo ocurrir a Dúo que tuvieran apareció frente a ellos, desde ropa hasta una cuna, incluso había una delicada manta de algodón y seda dorada para envolver al bebé mientras lo cargaba.
Lo otro había sido la locura por encargarse del bebé, todo el mundo quería cargarlo aunque fuera un momento y Dúo ya había perdido la cuenta de cuantos lo habían tomado y le habían dicho que era igualito al rey.
En cambio Quatre se sonreía contento y satisfecho cuando alguien le decía que se parecía mucho a su esposo pese a que era rubio.
Esa misma tarde los artesanos del reino le tenían lista una mecedora para que se sentara y durmiera al bebé, así como también una cuna delicadamente labrada con el emblema de los Yui y unos delicados tréboles de cuatro hojas para la buena fortuna. Sobre ella pusieron un colgante con pequeñas imágenes de los distintos animales del reino que se mecían al compás de la leve brisa que entraba por las ventanas o que él moviera.
- Príncipe Dúo, informan que su Majestad llegará al reino a media noche - le dijo un guardia - ¿Preparamos algo especial?
- Claro que sí - dijo sonriendo - quiero que el castillo esté lleno de luces para recibirlo y que se prepare una gran fiesta, que mañana todo el mundo se entere que tanto el reino de Yui como el de Barton tienen nuevos herederos que perpetuarán el apellido - miró al bebé que dormía en su cuna - quiero que llames al obispo, debemos hablar del bautizo del príncipe dentro de unos días.
- A sus órdenes, Alteza.
Quatre miraba divertido a su hermano mientras su pequeño dormía plácidamente junto al de su mellizo, si Trowa estaba de acuerdo, era mejor que lo bautizaran aquí, pero eso su suegro no se lo iba a perdonar jamás, además, debía invitar a Lady Catherin y a su esposo también.
- Debemos hacer una lista de los reinos a los que vamos a invitar - dijo Dúo tomando una pluma y papel de su escritorio - Obviamente, al reino de Noin, al reino Piscraft, al reino Barton, al reino de Oz.
- No olvides invitar a la bruja, no queremos que le vaya a echar una maldición a nuestros bebés por no hacerlo como pasó en la Bella Durmiente - le recomendó.
- Entonces, le pondré el hechizo de Shinigami.
- No puedes, todo el mundo querrá tomarlo y le harás daño hasta al bebé.
- ¿Y cómo protegerlo de la bruja esa, entonces?
- Con un conjuro de protección, Heero debe conocer muchos que lo protejan de cualquier persona que quiera hacerle daño.
- Mientras no le hagan daño a él.
- En todo caso, debes incluir a lady Catherin y su esposo en la lista, ellos también estarán felices de conocer al heredero de su reino.
Dúo sonrió y acarició con ternura la frente de su pequeño Heero.
- Soy capaz de cualquier cosa con tal de proteger a los que amo - le dijo - y como mi pequeño es un elfo como yo, creo que le podemos poner una protección especial que su propia magia reforzará.
- Eso será en él, pero ¿y mi Trowa?
- El también es medio elfo, debería funcionar.
- Su alteza, el obispo dice que esta tarde puede atenderlo, pero que para el bautizo debe hablar primero con Su Majestad ya que ambos padres deben hacer un compromiso antes de ponerlo al amparo de Dios.
- Iré con él - sacó al bebito de la cuna - será su primera salida oficial.
- Perdone, alteza, pero creo que mejor lo deja dormir, yo me encargaré de cuidarlo mientras usted descansa.
- Mm, todo el mundo quiere cuidarlo - le dijo y lo volvió a colocar en su lugar - encárgate de Trowa también, aunque dudo que se despierten luego, están comidos y mudados - salieron juntos.
Heero y Trowa se quedaron de una pieza cuando vieron por el camino que los guardias los esperaban con antorchas encendidas y un arco de flores como si fueran heroicos guerreros regresando a casa.
- Creo que Dúo exagera - dijo Trowa asombrado al entrar en el castillo y ver que los esperaba una fiesta - cómo sería si lo dejaras más tiempo.
- ¡Heero! - le gritó Dúo aferrándose a su cuello de un salto - te eché de menos, mi amor - lo besó en los labios - te tengo una gran sorpresa.
- ¿Y Quatre?
- Nos esperan adentro - soltó a su esposo y lo tomó de la mano - vamos, Trowa, la sorpresa es también para ti - lo jaló por la capa y los llevó adentro.
Quatre se acercó a su esposo al verlo entrar en el salón y le rodeó el cuello para besarlo.
- Bienvenido, Trowa, te eché de menos.
- Espero que no hayan hecho ninguna locura durante nuestra ausencia.
- Nos la pasamos encerrados en la biblioteca - le replicó Dúo - y queremos que conozcan a dos personitas que apenas esta mañana conocieron el mundo.
- Ven - le dijo Quatre a su esposo - míralo y dime si estás feliz - descubrió la cunita y le mostró al bebé.
- Pero ¿este bebé es nuestro?
- Sí, tuyo y mío.
- Mira a nuestro hijito - le dijo Dúo sacando a su pequeño y poniéndolo en los brazos de Heero - ¿no es hermoso?
- Pero ¿cómo?
- Un secreto de los elfos - le sonrió obligándolo a sentarse - ¿te gusta?
- Es bellísimo, se parece a ti.
- No es cierto, si es igualito a ti - se quejó mirando al bebé.
- Pero tiene tus orejas - le sonrió con ternura - gracias, Dúo, no me podías tener una sorpresa mejor - trató e atraerlo contra su pecho pero en eso el bebé se movió y abrió sus ojitos mirándolo fijamente - Hola, bebé - le acarició las mejillas.
- Mira, Heero, papá está de regreso - se mostró a su esposo y el pequeño esbozó una bella sonrisa y volvió a dormirse - oye, debes saludarlo.
- Déjalo, Dúo, ya habrá tiempo para que se acostumbre a mí, déjalo dormir, es muy tarde para que un bebé ande fuera de la cama.
- Lo mismo opino - afirmó Trowa sosteniendo a su hijo y se volvió a mirar a su esposo - me ha gustado tu sorpresa, Quatre, es bellísimo y se parece a los dos. Pero es hora que los niños estén en sus camas, así que ustedes los acompañan.
- ¡Oye!
- No se enfaden - le dijo Heero - la gente del castillo puede celebrar lo que quiera, pero nosotros nos vamos a dormir, mañana presentaremos al bebé al pueblo y en unos días será el bautizo, porque supongo que ya tiene la mayor parte planeada ¿me equivoco?
- No, ya hablé con el obispo y despaché las invitaciones a todos los que recordé, tú puedes enviar otras si consideras que faltan.
- Hicimos una lista e incluimos al reino de Ludock.
- ¿No les parecerá raro que habiendo estado allá no le hayamos dicho nada?
- Bueno, nada sabían ustedes - le sonrió Quatre y los cuatro salieron del salón - no quisimos decirles nada porque no sabíamos si iba a resultar, no es magia es un tratamiento especial.
- Vamos a dormir ¿Sí? - dijo Dúo bostezando y se apoyó en el hombro de su esposo - es tarde y tengo mucho sueño.
- Supongo que han descansado poco con esto de cuidar a los bebés.
- Que va, si pasan más dormidos que despiertos y siempre hay alguien que quiere hacerse cargo de ellos - le respondió Quatre - pero ellos toman energía mágica de nosotros y a ello se debe nuestro agotamiento.
- Entonces, a dormir.
El reino Yui estaba revolucionado con la noticia del nuevo heredero y a los dos días de nacido, el pequeño Heero ya tenía más regalos que tierras su padre. Dúo era feliz abriendo regalos y separándolos para luego enviar una nota en agradecimiento, pero le había llamado la atención la nota del Duque Wufei, ella estaba teñida de tristeza y se preguntó que le pasaría a su bebé, había estado tan preocupado por su hijo que había olvidado que la princesa Hilde tenía complicaciones con su embarazo y que pensaban que el bebé iba a nacer muerto.
- ¿Pasa algo malo, corazón?
- Pensaba en el Duque Wufei y en las complicaciones de su esposa para tener un hijo - respondió - espero que estén bien y el bebé nazca sano y robusto.
- ¿Por qué lo dices?
- Por la forma en que nos escribe y se disculpa por no poder venir personalmente a dejar el regalo para el heredero - le mostró la nota - ¿crees que podamos hacer algo por ellos con nuestra magia? Tal vez en el pasado él me fastidió mucho, pero ahora es mi amigo y no quiero que sufra.
- Eres muy dulce, Dúo, pero debemos dejar que la naturaleza siga su curso - lo abrazó - si nosotros interferimos con ella, a la corta o a la larga ella se lo llevará si no es apto para vivir en este mundo.
- Tienes razón - se apoyó en su pecho - pero me gustaría ir a verlos.
- Tendrá que ser después del bautizo - le acarició el cabello - recuerda que nuestro hijo debe ser presentado como debe conviene a un heredero de este reino.
- ¿Haz tenido noticias del rey Barton?
- No, y Trowa está molesto por la actitud de su padre que no le ha respondido, no estamos tan lejos de su castillo como para que sus mensajes tarden tanto.
- Quatre me dijo que él era una de las pocas personas a las que no les puede leer los sentimientos ya que no le permite acercarse a su corazón.
- Desde un principio no lo ha aceptado, pero debería estar contento, ahora tiene el heredero que tanto deseaba, no entiendo que siga rechazando a Quatre.
En eso entraron Quatre y Trowa trayendo este último a su hijo en brazos, al rubio se le notaba triste y decaído pese a las atenciones de su esposo.
- Dúo, necesito tu ayuda - le dijo Trowa colocando a su hijo junto al de su primo - Quatre está muy deprimido por la respuesta de mi padre y no sé que hacer para darle ánimos.
- ¿Te respondió mal? - intervino Heero.
- Ha rechazado al pequeño Trowa como su nieto, dice que un elfo no puede darle un heredero al trono, que debo dejarlo y casarme con una mujer de verdad y darle nietos de verdad.
- ¡¿Cómo se atreve?! - dijo Dúo indignado - ¡Es su nieto!
- Quatre, quédate con Dúo mientras Trowa y yo vamos a ver a su padre, esta ya pasa de castaño oscuro y no voy a permitir que te insulte así.
- Yo que pensaba que al fin me iba a aceptar en la familia - se echó a llorar entre los brazos de Heero - pero ahora...
- Calma, pequeño, yo lo haré entrar en razón - le dijo Trowa separándolo de Heero y abrazándolo contra él - el insulto nos lo hizo a los dos y de ser necesario voy a pedir la intercesión del obispo, no me pienso separar de ti y nuestro matrimonio es indisoluble.
- Ustedes sigan preparando el bautizo - ordeno Heero - nosotros regresaremos esta misma tarde y todo estará solucionado.
- Pero si él se enoja más.
- No te preocupes por eso, corazón - le dijo Trowa - de todas maneras yo siempre estaré a tu lado porque te amo, recuérdalo.
- Gracias, Trowa, yo también te amo.
El castillo de Barton también estaba alborotado por el nacimiento del nuevo heredero, sin embargo, el rey había prohibido todo festejo diciendo que aquel bebé no era su nieto y no había quién lo sacara de allí, incluso el capellán había hablado con él, pero se había cerrado al respecto y no lo quiso escuchar.
Rasid y sus hombres estaban en las afueras del palacio y vieron a los jinetes que venían del norte, del reino de Yui al parecer, y se adelantaron para recibirlos.
- Su majestad Yui, Su Alteza - los saludaron respetuosamente.
- Buenas tardes, Rasid - lo saludó Trowa - Mi padre está en el castillo, supongo.
- Así es, está furioso porque todo el mundo quiere saber cuando van a conocer el príncipito, pero él ha prohibido la salida del reino y la sola mención del niño.
- Esto es el colmo - dijo Heero realmente molesto - ¿Con qué derecho se niega a reconocer que el hijo de Quatre no es de Trowa? Ya se la va a ver conmigo.
- Vamos, le voy a tener que decir una cuantas cosas - dijo Trowa controlándose a duras penas - ¿El obispo se encuentra?
- Si, amo Trowa.
- Bien, vamos primero a hablar con él y luego con mi padre, diga lo que diga, me quedaré con Quatre y nuestro hijo, aún si me deshereda.
- No puede hacerlo - le dijo Heero - yo soy su único pariente vivo y de todas manera la sangre de Quatre heredaría el reino por medio de su sobrino.
- Vamos - todos entraron en el castillo pero en vez de ir al ver al rey, pasaron a la casa del obispo a conversar con él.
- Buenos días - los saludó el obispo - felicitaciones por sus hijos ¿Cuándo los conoceré?
- Puede ir a verlos cuando quiera, eminencia - respondió Heero - pero lo que nos trae aquí no es eso precisamente, es que el padre de Trowa se niega a reconocer a su pequeño como su nieto y le exige a este que se separe de su esposo y que contraiga matrimonio con otra persona.
- El matrimonio es una institución indisoluble ante los ojos de Dios y no puede hacer semejante cosa ¿cómo puede negar al niño si ni siquiera lo ha visto?
- Y por lo mismo hemos venido - dijo Trowa - necesitamos su ayuda para convencerlo que al menos conozca a mi hijo antes de dar su veredicto. De todas maneras, sea cual sea su decisión, no pienso separarme de Quatre.
- Y no debes hacerlo bajo ninguna presión o circunstancia, el juramento fue hecho ante Dios y sólo la muerte puede separarlos - los acompañó al interior del palacio y se reunieron con el rey que los esperaba molesto.
- Su eminencia - saludó al obispo - así que ya le fueron con cuentos.
- NO ES CUENTO - replicó Trowa exaltado - ESTÁS NEGANDO A MI PEQUEÑO COMO TU NIETO.
- Calma - le dijo Heero - a mí también me llegó su insulto.
- A ti siempre te han gustado las cosas raras y eso de que en tan poco tiempo tengan hijos no me parece nada de natural.
- ¡SON ELFOS, POR EL AMOR DE DIOS!
- Su hijo tiene razón, Su Majestad, son seres mágicos y no es extraño que tengan otras maneras de reproducirse distintas a las nuestras lo que no quiere decir que los niños no sean normales - lo regañó el obispo viendo que Heero no tenía control sobre el enfurecido Trowa.
- Pues no lo voy a aceptar, Trowa debe volver a casarse y darme nietos de verdad.
- ¡NO VOY A ABANDONAR NI A QUATRE NI A MI HIJO, PRIMERO MUERTO!
- ¡PUES DEBERÍAS HACERLO, ESOS ELFOS LO ÚNICO QUE HAN HECHO ES TRAERNOS DESGRACIAS!
- ¿C"MO TE ATREVES? - dijo Heero furioso también - ¡MIS ELFOS SON LOE QUE LE HAN DADO PROSPERIDAD A NUESTROS REINOS POR SIGLOS!
- ¿Y LA GUERRA CON OZ?
- ESA NO FUE SU CULPA.
- Su majestad, está siendo demasiado terco - intervino el obispo asombrado de ver al rey Yui perdiendo los estribos - creo que primero debe conocer al bebé antes de afirmar nada y no puede exigirle semejante cosa al príncipe, bien sabe que no puede romper los lazos que ha unido Dios.
- ¡NO DEBI" CASARSE CON ÉL!
- AMO A QUATRE AUNQUE NO TE GUSTE - replicó.
- Y si no te gusta, mala suerte. - respondió Heero - ambos pequeños serán bautizados en una semana en mi reino y si no vas y le aceptas como tu nieto que es, ni Trowa ni Quatre regresarán aquí - lo amenazó ya fastidiado - a ti lo único que te interesa son tus propios intereses, se nota que nunca has querido de verdad a tu hijo, simplemente es una mera manera de perpetuar tu dinastía.
- No tienes ningún derecho de amenazarme.
- Tal vez él no - le dijo Trowa - pero yo sí. No pienso volver a poner un pie en estas tierras ni hacer nada más en nombre tuyo hasta que entres en razón y aceptes que te has equivocado todo este tiempo con Quatre.
- Y, su majestad, debo decirle que está pecando de soberbia, recuerde que ese fue el pecado que hizo que el diablo fuera expulsado del paraíso - agregó el obispo y salió junto con los jóvenes del castillo - espero que eso lo haga entrar en razón - les dijo - iré a ver a sus hijos para el bautizo, espero a que a vuestro obispo no le moleste.
- No lo creo, será grato verlo en mi reino, Su eminencia.
La tarde del bautizo la Catedral de Yui estaba abarrotada de gente venida de todos los reinos vecinos. Estaban allí Miliardo Piscraft y su esposa, el Duque Jasón y Lady Catherine, Marimeia y Lady Une y, para desazón de los elfos, Reelena y su esposo. También habían llegado el Duque Wufei y la princesa Hilde con sus pequeños recién nacidos a los que en unos días más también iban a bautizar.
- Así que por eso se le complicó el embarazo - le sonrió Quatre - eran dos niños.
- Y dos varoncitos - dijo Wufei orgulloso.
- Eso es señal de buena puntería - se rió Miliardo - mi suegro debe estar contento contigo, le has dado dos herederos al reino.
- Claro que sí, lo hubiesen visto - se rió - estaba más nervioso que yo mientras esperábamos que nacieran e incluso se desmayó cuando la partera le dijo que eran dos y que todos estaban bien.
- Me imagino que eso lo mantiene también muy feliz, Duque - le sonrió Quatre con tristeza - no todos tienen tan buena suerte como usted.
- ¿Por qué lo dice?
- Quatre, lo que diga mi padre no me importa - le dijo Trowa abrazándolo - si no recapacita, se quedará solo, yo permaneceré al lado de ustedes.
- ¡No quiero caras largas! - los regañó Dúo - hoy es un día feliz y vamos a celebrar por nuestros pequeños.
- ¿Quieren callarse? - los regañó Heero con el bebé en su regazo - la ceremonia está por empezar.
- Lo siento - dijo Dúo colocando su mano sobre la cabecita de su hijo - las cosas se solucionarán para bien - sentenció y se inclinó a darle un beso en la frente a su hijo.
El obispo de Yui, seguido por el obispo de Barton iniciaron la ceremonia con solemnidad dedicando hermosas palabras a los recién nacidos deseándoles prosperidad y salud.
- Aquí, frente a la pila bautismal - decía el Obispo de Yuy - purificaremos del pecado original a las pequeñas almas de los príncipes del reino de Yui y del reino de Barton.
- Por favor que los padres y padrinos se acerquen.
Heero y Dúo habían escogido como padrinos a Noin y a Miliardo, mientras trtowa y Quatre habían escogido a lady Catherin y a Jasón, así que los ocho se acercaron a la pileta.
- Después de mí deben responder: Juramos - levantó las manos e inició el discurso - ¿Juráis ante la imagen de Cristo Redentor dejar todos los males y pecado de este mundo?
- Juramos.
- ¿Juráis renunciar al demonio y cualquiera de sus representantes en este mundo?
- Juramos.
- ¿Juráis guiar a estos pequeños por la senda del bien y el camino del Señor enseñándole el camino recto y cristiano?
- Juramos.
- El nombre del bebé.
- Heero Yui - respondió Dúo.
- En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te bautizo Heero Yui y te libero del pecado original - y mojó cu cabecita con agua bendita - Dios te preserve para la vida eterna.
- Amén.
- El nombre del bebé.
- Trowa Barton - respondió Quatre.
- En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te bautizo Trowa Barton y te libero del pecado original - y mojó cu cabecita con agua bendita - Dios te preserve para la vida eterna.
- Amén.
El pequeño Heero pasó entonces a los brazos de Noin y el pequeño Trowa a los brazos de Lady Catherin para completar el sacramento mediante la unción con aceite en la frente de los bebés.
- Sean bienvenidos al mundo como hijos de Dios, pequeños príncipes - dijeron los obispos y dieron por concluida la ceremonia.
Al salir de la iglesia con los bebés, Trowa se encontró de frente con su padre que le tendió los brazos para tomar a su hijo, él no se decidía a entregárselo, pero Quatre lo tomó de los brazos del sorprendido padre y se acercó a su suegro.
- Aquí está su pequeño nieto, ojalá ahora si pueda quererlo como él lo querrá a usted - le sonrió y el niño miró al hombre mayor.
- Será rubio, pero es igualito a Trowa - dijo y le sonrió al bebé que le devolvió la sonrisa - es bellísimo, Quatre, gracias y perdona la testarudez de este viejo.
- No hay nada que perdonar - le sonrió complacido - ahora solo quiero que podamos volvernos una familia de verdad.
- Claro que sí, al fin tengo un nieto, aunque me gustaría saber es ¿cómo lo hicieron para ser padres?
- Eso es un secreto de elfos - dijo Quatre recibiendo una sonrisa cómplice de su hermano - si se lo decimos podría no volver a resultar.
- ¿Planeas más familia?
- Tal vez dentro de un año nazca en su reino - le dijo Dúo y se apoyó en su esposo que cargaba a su hijo - pero por ahora disfrútelo tal como es, no sabemos si él es elfo o es humano - sonrió - pero de todas maneras tendrá magia.
- Será lindo volver a tener bebés en el castillo.
Todos se dirigieron hacia la plaza del pueblo a celebrar por el bebé mientras todos los habitantes del pueblo intentaban llegar hasta los pequeños para poder verlos de cerca y desearles felicidad, vida y salud.
Fin
Este final me lo pidió una amiga directamente a mi correo y he querido complacerla porque me pareció buena su idea que, al ser seres mágicos ¿por qué no iban a poder tener hijos mágicos?
Ya sé que he puesto al padre de Trowa un poco duro de mollera, pero necesitaba algo para darle movimiento al capítulo, no todo puede ser color de rosa y ya había dicho que no estaba muy contento con eso que se casaran (lo engañaron para poder efectuar la boda ¿recuerdan?) En fin, ya todo está arreglado.
En todo caso el capítulo va dedicado a Opaniel (¿será él o ella?) O, al menos ese es el nombre que apareció en su mensaje. Si ves este mensaje, gracias y por favor ¿me das tu apodo de verdad o tu nombre?
Shio Chang.
Ya sé que salió largote, pero tenía que terminar sí o sí.
Un regalo para los reinos
Dúo estaba sentado a la sombra de un alto roble en donde hace unos años atrás jugara con su mellizo esa noche en que su pequeña aldea fuera atacada y conociera a su ahora esposo. El bosque había recuperado su antigua belleza pero el pueblito era habitado por los humanos, ya no había elfos allí y en el futuro ya no habría más ya que sólo él y su hermano quedaban.
"Poblarán la tierra y se llenarán de niños que lleven la esperanza"
- Si pudiera llenar el castillo de hijos míos y de Heero - suspiró cerrando los ojos.
- Puedes hacerlo, pequeño Dúo - le dijo una voz a sus espaldas y él se volteó a mirar a quien le hablaba.
- ¡Árbol sabio! - exclamó sorprendido - pensé que te habían derribado.
- Tu joven esposo hizo un hechizo sobre este bosque para que no lo dañaran ¿recuerdas? Dijo que en este lugar te había conocido y que quería conservarlo tal como estaba.
- Cierto - sonrió y se puso ded pie - pero, dime ¿qué tengo que hacer para darle un hijo a Heero?
- Hay una semilla muy especial de una árbol muy particular en el reino Yuy, sin embargo, ella debe ser madurada en el interior de un elfo para que sea fecunda y capaz de procrear nueva vida.
- ¿Y dónde la encuentro?
- Aquel árbol sólo da dos flores al año, se encuentra en el rincón más apartado del castillo en que tú vives, pero debes esperar que dé su fruto antes de tomarlo. Además, debes coger las dos semillas y fecundarlas, en caso contrario, ninguna será fértil.
- Entonces, tendré dos hijos - celebró.
- No puedes, el tener tan sólo una semilla en tu interior puede matarte - le advirtió - además, apenas sea fecundada debes sacarla de tu ser ya que comenzará a crecer hasta tener el tamaño de una calabaza.
- Vaya - murmuró - ¿Y en cuanto tiempo nacería mi hijo?
- Tardará 46 días en estar listo para nacer, pero debes cuidar mucho el huevo, mantenerlo caliente día y noche hasta el momento en que se rompa el cascarón, no podrás separarte de él ni un segundo o el proceso habrá fracasado.
- Dime ¿qué árbol es?
- En estos momento el árbol se encuentra florecido, los humanos piensan que se trata de un almendro, pero su fruta se pierde aún antes de madurar, dentro de dos noches estará lista para ser tomada, pero debes decirle a tu hermano que fecunde la otra semilla o tu hijo nacerá muerto.
- Entiendo - miró el cielo - en dos noches, entonces debo retener a Heero hasta entonces, si se va no podré fecundar la semilla y tendré que esperar un año antes de volver intentarlo ¿no?
- Así es, pero ten cuidado, no pongas la semilla en tu interior si no estás seguro que será fecundada y se romperá en tu interior y nunca más podrás volver a intentarlo.
- ¡Qué complicado!
- ¡Dúo! - lo llamaba su esposo y el árbol sabio se ocultó fingiendo ser un árbol común - ¿dónde andas metido?
- Aquí, Heero - le dijo y lo vio aparecer a su lado - solo recordaba como Quatre y yo jugábamos aquí cuando aquella era mi aldea - le señaló mientras caminaban de regreso - dime algo, Heero ¿Te gustan lo niños?
- Siempre me has gustado.
- No me refiero a eso - le reclamó molesto por su insinuación - quiero decir ¿Te gustaría tener hijos?
- Claro que sí, siempre que fueran tuyos y míos, pero como no es posible, no son tan importantes.
Dúo prefirió guardar silencio y entró en la casita en que se alojaban. Heero bien podía ser rey, pero no era un hombre de gustos extravagantes, era más bien simple y práctico, para él algunos lujos estaban de más, aunque los aceptara.
- Heero ¿Cuándo regresamos a casa?
- ¿Ya te quieres marchar?
- No es eso, es que... - buscó una buena excusa y se volvió hacia él - me dijiste que te irías al reino de Ludock y luego al reino de Oz al otro día de regresar a casa.
- Y no quieres que vaya ¿verdad?
- Es que allá está esa bruja y detesto que esté siquiera a cien metros de ti - le dijo - nunca me voy a olvidar lo que pasamos por su culpa.
- No seas rencoroso, corazón, ella está casada y, según me contó Miliardo, tiene ya tres hijos con Erick.
- Para lo que le importó antes su familia y su reino.
- Dúo - lo regañó y lo atrajo contra su pecho - ¿Qué tal si vienes conmigo? Así no te angustiarás tanto por mis dos meses de ausencia.
- Sabes que no me gusta viajar tan lejos, me gustaría acompañarte, pero la última vez que lo hicimos casi me morí de regreso y nadie me saca de la cabeza que esa bruja me hizo algo para que me muriera - lo miró acomodándose entre sus brazos.
- Eres un exagerado ¿Sabes? - lo besó en los labios.
Los dos días que le dijo el sabio árbol habían pasado y Dúo buscaba el árbol que tenía sólo dos frutas de almendra, debía tomar las dos semillas y llevarle la otra a Quatre antes que anocheciera y regresar con la suya junto a Heero para que se la fecundara antes de salir de viaje.
- Allí está - dijo en voz alta y se subió al árbol para cerciorarse que realmente era aquel y estaba por tomarlas cuando una voz lo llamó desde abajo.
- Dúo, ese fruto está verde - era su hermano y por poco se cae - ¡Ten cuidado, a Heero no le gustaría irse dejándote herido!
Dúo volvió a tomar las semillas y se bajó entregándole una a su hermano que se lo quedó viendo sin entender para qué se la daba.
- Hablé con el Sabio árbol y me dijo que con estas semillas les podemos dar hijos a nuestros esposos.
- ¿En serio? Así el padre de Trowa me dejaría en paz porque no puedo darle un nuevo heredero al trono.
- Te explicaré de qué se trata - lo llevó hacia un rincón y le contó lo mismo que le había dicho el sabio árbol al respecto - pero no tengo idea si Heero se enfade por lo que voy a hacer.
- Bueno, al menos no se enterará, ya que estará de viaje, pero Trowa insiste en que lo acompañe, es tan celoso - se rió - es porque la princesa Marimeia dijo que yo era un chico muy guapo y si tenía un hermano menor, yo le dije que mi único hermano eras tú y que estabas casado con Heero.
- ¿Lo sabe Heero?
- Claro que sí, se enfadó tanto como Trowa, pero se mantuvo en silencio - se rió - en cambio mi Trowa...
- Me lo imagino - rió también - pero yo podría retenerte aquí o por lo menos ponerle una excusa para que te deje aquí conmigo.
- Así podremos cuidar a nuestros...
- ¿Qué hacen en un rincón tan apartado? - los interrumpió Wufei y ambos se volvieron sobre saltados - los asusté ¿eh? Es señal de una conciencia culpable.
- Mi querido Duque, lo que yo haga o deje de hacer, no es de incumbencia vuestra - le replicó Dúo y se llevó a su hermano ocultando en un puño las semillas de una nueva vida.
- Que mal genio, yo sólo los vine a buscar por órdenes del rey.
Era de noche y ya habían cenado, sin embargo, Dúo se encontraba solo en su habitación, Trowa, Heero y Wufei se habían quedado conversando abajo sobre el inminente viaje a los otros reinos a estrechar lazos de amistad y comerciales. Estaba pensando en dónde debía colocar la semilla, en su interior, dijo el árbol, así que debía ser por donde normalmente salían las cosas ¿no? Miró la semilla, no era muy grande, pero si lo bastante como para necesitar algo que la ayudara a entrar. Se desvistió y untó los dedos en aquella grasa que Heero usaba para facilitar su labor cuando hacían el amor, presionó uno contra su entrada para lubricarla y tratar de abrir un poco el camino y luego introdujo la semilla con la otra. Un gemido doloroso se escuchó en la ante cámara mientras Dúo presionaba el fruto para que entrara un poco más, pero a su paso lo desgarraba.
Heero entró en ese momento y lo vio tendido sobre la cama con una mueca de dolor y quejándose y vio la sangre en su trasero. Se acercó a él y lo acarició para que se relajara un poco para poder sacarle lo que le dolía, pero este se abalanzó sobre él y lo comenzó a excitar, debía hacerlo ahora, dudaba que aguantara mucho con esa cosa dentro.
Los labios de Dúo recorriendo su pecho le agitaban los sentidos y la mano juguetona que se posaba sobre su sexo aún cubierto por los pantalones lo volvían loco, pero no podía, su elfo sangraba y sería mejor que él lo tomara.
Sin embargo, Dúo, pese al dolor que sentía en sus entrañas, lo desnudó y se sentó sobre él empalándose a sí mismo y hundiendo más en su interior la semilla con un grito de dolor.
- Detente, Dúo, te vas a romper por dentro - le rogó Heero.
Pero éste no lo escuchaba y comenzó a moverse al sentir que el dolor mermaba a medida que su esfínter se dilataba al paso del miembro de su esposo y el placer comenzaba a ganarle terreno al dolor.
Heero se dio cuenta cuando en el cuerpo de su trenzado elfo el dolor se tornaba placer, podía sentir muy bien aquella cosa dentro de él que lo había desgarrado, pero el movimiento de este sobre la punta de su miembro le daban un placer único, así que cogió por las caderas a Dúo y lo colocó debajo suyo y comenzó a moverse lentamente tomando el miembro excitado de él entre sus dedos de manera de darle más placer y alejar el dolor de su cuerpo.
Dúo sentía que el mundo comenzaba a evaporarse a su alrededor junto con todo el dolor en su interior a medida que los movimientos se hacían más rápidos y violentos, hasta que no pudieron soportarlo más y estallaron en un grito de placer.
Heero, luego de terminar, se retiró de su esposo y miró la sábana que ahora estaba manchada no sólo con su semen, sino que también con la sangre de su elfo y una pequeña fruta bañada en ambos.
- ¿Qué es esto? - trató de tomarla pero Dúo, adolorido y todo, la tomó y la acunó contra su pecho - ¿qué pasa?
- No te preocupes por mí, Heero, estaré bien.
- No estás bien - le dijo Heero cogiendo la otra sábana para limpiarlo un poco - sangras demasiado, quien sabe en cuanto tiempo no te puedas sentar.
- No importa.
- ¿Cómo que no importa? - casi le gritó - a mí me importa mucho, no iré a los otros reinos si tú no estás bien.
- Quatre me cuidará.
- Dúo, me dejas lleno de angustia - lo abrazó con ternura y cuidado - ven - lo sacó de la cama, lo envolvió en una manta y lo llevó a otra habitación - No quiero que hagas tonterias por ahora, me vestiré e iré por el médico para que te revise.
- No, por favor - lo jaló hacia él.
- Muy bien, te haré un conjuro de sanación - lo acunó contra su pecho y lo besó en los labios - pero quédate aquí ¿Sí?
- Bien - aceptó y se acurrucó colocando su pequeño huevito sobre su estómago mientras se envolvía y le procuraba calor.
Quatre se sentó en la cama mirando su huevito, de allí saldría un nuevo elfo, medio suyo, medio de Trowa. Claro, le había costado introducir la semilla en su interior sin sufrir mayores daños, no quería llamar la atención de su esposo hacia su hijito o hijita, aunque después tendría que explicarle cómo lo había conseguido. Sonrió acariciándolo y se sobre saltó cuando escuchó un ligero golpe en la puerta. Miró a Trowa que seguía dormido y se levantó manteniendo su huevito oculto y contra su piel para que recibiera su calor.
- ¿Quién es?
- Soy yo, Heero - le respondió y Quatre le abrió la puerta - ¿Me puedes ayudar?
- ¿Qué le pasó a Dúo?
- El loco de tu hermano se puso algo y comienza a desangrarse.
- Voy contigo - le dijo y volvió junto a Trowa y le dijo al oído - voy a ver a mi hermano, después regreso - lo besó en la oreja y salió detrás de Heero.
Entraron en la habitación y Heero se sentó en la cabecera, su pequeño tenía fiebre debido a su herida, así que le hizo un conjuro de sanación.
- Con la sangre que viva fluye la calma que sana llegue el dolor terrible se retire y la salud a Dúo le restituye.
Dúo abrió los ojos y se acurrucó contra su pecho. Le sonrió a su hermano y volvió a dormirse.
- ¿Qué le pasó?
- No lo sé, me dijo que no me preocupara por él, pero al verlo sangrar tanto, me angustié mucho, en especial cuando vi aquella cosa bañada en su sangre y mi semilla.
- Así que fue eso - murmuró en voz apenas audible - es mejor que me quede a cuidarlo, por la mañana le pondré otro conjuro de sanación y se sentirá mejor.
- No voy a ir de viaje.
- No, debes ir, yo me quedaré a cuidarlo.
- Trowa me mataría si te dejo aquí.
- ¿Y si lo convences que corro menos peligro aquí que si lo acompaño? - lo miró a los ojos - sabes que es celoso y que no le gusta que me relacione con Marimeia y si la van a ver a ella...
- Es posible - asintió - por ahora yo velaré por él, regresa con Trowa y en la mañana hablamos.
- Heero, debes descansar, no creo que a Dúo le agrade que te enfermes.
A la hora del desayuno el Duque se reunió con su rey y el príncipe Barton y le extrañó que ninguno de los elfos estuviera allí con ellos.
- ¿Y sus esposos?
- Dúo se enfermó anoche y Quatre lo está cuidando - le dijo Heero - él se va a quedar aquí.
- Quatre va conmigo, es mi esposo y no puedes decidir por él ya, es mi responsabilidad - le reclamó Trowa.
- Es cierto, pero fue decisión de él y no mía, así que no me reclames. Además ¿No crees que si se queda aquí evitas que Marimeia le coquetee cuando lo vea?
- Lo quiero donde mis ojos lo vean.
- Creo que exageras un poco, aquí estará seguro, todo el mundo sabe quien es y estará con su hermano a quien tarde mal y nunca ve por tus endemoniados celos ¿Cuándo te va a entrar en la cabeza que Quatre no estaba enamorado de mí sino que estaba confundido? Y yo tampoco voy a estar ¿sabes?
- No me gusta estar lejos de Quatre tanto tiempo.
- Cuando regreses estará ansioso de entregarse en tus brazos - le dijo Wufei - Estoy seguro que sabes que estás mal con tantos celos irracionales y vas a terminar agotando su paciencia.
- ¿Crees que Quatre me deje?
- No he dicho eso, pero podrías comenzar a sentirlo frío contigo, es un elfo ¿recuerdas? Y por lo mismo debes cuidarlo como la frágil criatura que es.
- Si te escucha se enfada - le dijo Heero - nunca has visto la fuerza que tiene un elfo enfadado.
- Ni quiero verla tampoco.
- Sus excelencias, la comitiva está lista - les dijo un guardia y los tres salieron del palacio rumbo al patio para partir hacia a Oz.
Quatre estaba de pie en la ventana mirando a los soldados alistarse para partir y sintió no ir a despedir a su amado esposo, pero no quería arriesgar a su huevito.
- Se me ocurre algo, Quatre.
- ¿Qué cosa, Dúo?
- Una faja, así mantendremos nuestros huevitos protegidos y calientitos pegados a nuestra piel, y bajaremos a despedir a nuestros esposos.
- Heero dijo que no salieras de la habitación - le recordó.
- Le diré que como no vino a despedirse, tuve que ir yo.
Se sonrieron y se envolvieron el vientre con un paño de lana y luego se vendaron un poco sin apretar demasiado. Dúo se miró en el espejo y se notó más gordo.
- Ya no me veo tan esbelto, a Heero no le va a gustar verme así.
- Vamos, no seas vanidoso - lo regañó y al estar listos ambos salieron al patio.
- ¡Heero! - lo llamó y este se volvió sorprendido hacia él - eres muy malo conmigo - se echó en sus brazos - al menos dame un beso ¿quieres?
- No debiste levantarte, aún estás muy pálido - lo abrazó - no quiero que empeores ¿está claro?
- Claro que sí, Heero.
- Quatre, tú lo cuidarás muy bien ¿verdad?
- Claro que sí, no te preocupes por él, yo me hago cargo.
- Quatre - le dijo Trowa tomándolo por los hombros - cuídate mucho y no dejes que Dúo te incite a hacer alguna locura ¿de acuerdo?
- Oye, yo no hago locuras...
- ¿Y la de anoche? - le dijo Heero molesto.
- Ese era un sacrificio - replicó y sintió una violenta punzada en la espalda y tuvo que apoyarse en su esposo para no caer.
- ¡Dúo!
- Lo siento, me duele mucho - se quejó - ¡No me gusta el dolor!
- Amanece,
la clara luz del alba,
salud a su cuerpo traiga mientras el dolor desaparece.
- Gracias, Quatre - le dijo su hermano sintiéndose mejor - volveré a acostarme o me terminaré cayendo - le dio un último beso a su esposo - cuídate mucho y no permitas que esa bruja se te acerque mucho ¿entendido?
- Otro celoso - dijo Wufei.
- Esa bruja no ha dejado de perseguir a mi Heero aunque esté casada - le replicó - ¿nos vamos? - le dijo a Quatre.
- Cuídate mucho, Trowa, te tendré una sorpresa para cuando regreses.
Esa misma tarde Dúo y Quatre se sentaron a descansar junto al fuego de la chimenea de la habitación del primero estando este sentado sobre una gran cantidad de almohadones porque le dolía el trasero.
- Eres exagerado, Dúo, ni que te hubieses roto todo por dentro.
- Tú no viste es charco de sangre debajo mío después que Heero fecundó mi huevito - le dijo - parece que entró en muy mala posición y me rompió todo por dentro.
- Con razón Heero estaba tan angustiado, pero debiste tener cuidado, a mí no me pasó nada y creo que Trowa y ni cuenta se dio de lo que pasaba - movió la cabeza - aunque si voté un poco de sangre y se preocupó al ver la mancha esta mañana.
- A mí me gustaría saber - dijo cambiando de tema - qué es lo que será ¿niño o niña?
- Yo quisiera una niña - dijo Quatre - pero que se parezca a Trowa.
- Yo quiero un varoncito, un Heero pero con los ojos violeta, él siempre dice que es lo más hermoso que tengo sin desmerecer el resto - se sonrió - y así tendría un heredero.
- ¿Y cómo le pondrías?
- Como su papá, Heero.
- Si yo tengo un varoncito también le pondré el nombre de su papá, Trowa, pero si es niña, será Helen.
- Si es niña tendrás que intentarlo de nuevo el año próximo y yo tendré que tener otro hijo también.
- Supongo que sí - acarició sobre la ropa el lugar donde descansaba su futuro hijo - sólo espero que los muchachos se pongan felices de ser padres, Trowa me dijo que lo único que le importaba era que yo fuera feliz a su lado.
- Heero me dijo que estaba resignado a no tener familia, pero ahora será feliz.
- Oye ¿Heero no dijo que había una gran cantidad de libros sobre las costumbres de los elfos en la biblioteca?
- Sí, he visto montones ¿por qué?
- Tal vez encontremos algo sobre nuestros huevitos que nos ayude a mantenerlos calientes y a saber si son niños o niñas.
- Traigámoslos aquí y los revisamos con calma.
Varios días se tardaron los dos elfos en encontrar algo que les sirviera para averiguar cosas que les fueran útiles para el cuidado de ambos huevitos que rápidamente comenzaban a crecer y que ahora tenían el tamaño de un pomelo, lo que le hacía más difícil el mantenerlos calientes y ocultarlos de la vista de los curiosos sirvientes del castillo.
- Van dos semanas - dijo Dúo mirando su calendario - y faltan poco más de cuatro para que nazcan.
- El libro dice que a los 23 días podremos saber por medio de la magia que es lo que son.
- Aquí hay un método para cerciorarse que sea varón o niña antes de fecundarlo - le mostró - cuanta más sangre de elfo se mezcle con el semen más posibilidades hay de que sea varón.
- Entonces, ambos serán varoncitos.
- O dejaré por mentiroso al escritor, porque yo casi me desangré y era mucha la sangre mía mezclada.
- ¿Dice algo más?
- Si, para asegurarse que sea niña, la semilla debe ser introducida poco antes de la eyaculación de manera que no tenga rastros de sangre.
- O sea, debes detener el coito, introducir la semilla y seguir.
- Claro, pero eso le bajaría la libido a tu amante y de todas maneras correrías el riesgo que se te rompiera la piel y se mezclara con sangre ¿no te parece?
- Mira, aquí dice cómo mantener caliente el huevo al cumplir los 20 días - le mostró - debemos sentarnos con las piernas cruzadas y poner el huevo entre los muslos y ponerle paños calientes encima, pero a la misma temperatura de nuestros cuerpos y para dormir, debemos poner una almohada, un género de lana y la pierna encima el huevo, pero la pierna debe tener un soporte para no aplastarlo.
- Es todo un lío.
- A los treinta días el bebé estará listo y solamente le restará por tener un tamaño adecuado para la vida, así que el tamaño final del huevo será de aproximadamente un pie y medio, pero el bebé será más grande.
- Un bebito hermoso.
Es castillo Yuy seguía su vida normal, aunque estaban extrañados por la actitud de ambos príncipes que se la pasaban encerrados sentados en la biblioteca leyendo junto al fuego siempre sentados en el suelo y cubiertos por una manta. Nadie se atrevió a preguntar absolutamente nada de su extraña actitud aunque comentaban por los pasillos que ellos planeaban algo grande ya que cada vez que alguien entraba a verlos caía un silencio sepulcral sobre ellos.
Pero Dúo y Quatre estaban preparando los ajuares para sus bebés ya que pronto se cumplirían los cuarenta días y esperaban con impaciencia el nacimiento de los pequeños.
- ¡Estoy cansado! - gimió Dúo estirándose mientras sentía como las piernas le hormigueaban por la postura - estoy dormido de la cintura para abajo y el bebé ya me pesa.
- Menos más que es poco más de mes y medio de gestación y no nueve meses como los bebés normales - se quejo también Quatre estirando una pierna - me duele todo.
- Una semana más - dijo Dúo acariciando su huevo que ya tenía un gran tamaño, casi tenía el tamaño que el libro señalara, así que el niño sería bastante grande y robusto - y Heero estará en este mundo.
- Y Trowa también - sonrió el rubio - serán hermosos como sus padres...
- Perdonen, altezas, pero el rey Heero informa que llegarán dentro de una semana y no en tres como habían programado - les dijo Rasid sentándose con ellos - parecen molestos ¿qué pasa?
- Rasid, yo sé que eres muy leal a Trowa, pero ¿nos podrías guardar un secreto y hacer que se demoren sólo un día más?
- ¿Por qué, amo Quatre?
- Porque estamos esperando que nazcan nuestros hijos más o menos en una semana - le dijo Dúo - ¿los detendrías?
- ¿Hijos?
- Sí, por medio de un secreto mágico que sólo los elfos podemos cumplir - le sonrió - y son varoncitos, por lo mismo hemos permanecido tanto tiempo encerrados aquí, no queremos que nadie les revele nuestro secreto hasta que los niños estén con nosotros.
- Claro, amo Quatre, haré lo que pueda para que se tarden un día más.
- Gracias, Rasid - le dijeron ambos a coro.
Heero estaba muy cansado del viaje, tanto tiempo lejos de casa extrañando el calor y el aroma de su trenzado había sido una dura prueba a su resistencia, pero accedió a la propuesta de Rasid de descansar un poco del viaje en la Ciudad de Bellamont a dos días de su castillo principal. A estas alturas sólo iba con Trowa ya que Wufei había tenido que regresar a su casa porque Hilde había tenido complicaciones con su embarazo y corrían peligro ella y el bebé. También habían aprovechado de visitar a Miliardo y a Noin, ellos tenían a su heredero recién nacido tan lindo que sintió una punzada de envidia, aunque, claro, él amaba a Dúo y no lo cambiaría por nadie.
Trowa se sentó a su lado sin decir palabra y así estuvieron bastante rato, sólo descansando pensando en sus pequeños esposos.
- Me gustaría estar con Quatre para abrazarlo con fuerza hacia mí y besarlo por todas estas noches que no he estado a su lado - refunfuñó al fin - hay veces en que me gustaría ser un ciudadano común y corriente para poder pasar más tiempo a su lado.
- Te quejas y eso que aún tu padre gobierna - le replicó Heero - yo si que paso muy poco tiempo con mi Dúo y él no dice nada, aunque a veces no lo llevo conmigo, pero no me había separado nunca e él por tanto tiempo.
- Marimeia me preguntó por qué no llevábamos a Quatre y a Dúo con nosotros y le dije que ellos no se habían sentido bien antes de viajar así que los dejamos en casa, pero ella les mandó un regalo y me dijo que debían abrirlo ellos.
- Creo que le gustaron a la chica - admitió Heero - pero no soy tan tonto como para ponerme celoso, yo sé que Dúo me ama a mí y que es capaz de cualquier cosa por mí como yo lo soy por él.
- Me gustaría sentirme tan seguro, pero tengo clavada esa espinita que primero fue tuyo y, lo peor, es que mi padre siempre me lo recuerda y me dice que nunca le daré un heredero al trono.
- Yo patearía a tu padre - le replicó - Quatre te quiere y lo que pasó antes es pasado y debes dejarlo atrás - se levantó - mejor vamos a dormir, mañana nos volveremos a poner en marcha a mi castillo y no quiero que Dúo me vea cansado.
Amanecía cuando Dúo fue despertado por el ruido de algo rompiéndose. De inmediato se enderezó y separó las mantas de donde descansaba su huevo y vio que estaba trizado, asustado, se acercó a verlo y vio como un piesecito se asomaba empujando el cascarón, luego el otro hasta que unas manitas pequeñas terminaron de empujarlo y un fuerte grito le dio la señal que esperaba, ¡Su hijito había nacido! Y se convirtió en un mar de lágrimas de felicidad mientras acunaba al bebé contra su pecho.
- Mi pequeñito - lo acarició mientras intentaba calmarse para buscarle un pañal y ropita que ponerle - mi pequeño Heero, hasta te pareces a él - le dijo levantándolo y notó algo, ¡tenía las orejas puntiagudas! - eres elfo - se levantó al fin y tomó un pañal y algo de ropa para el bebé y luego se vistió él - vamos a ver a tu tío Quatre para saber si tu primo ha nacido.
Salió de la habitación y se asomó a la habitación de su hermano que todavía dormía. Sonriendo, entró en el cuarto y lo remeció con cuidado para que viera a su sobrino, pero un ruido lo hizo sentarse y ambos vieron como el pequeño Trowa nacía. Sin embargo, no era lo que éste esperaba, el bebé era rubio como el elfo.
- Se parece a mí y no a Trowa - gimió pero lo acunó contra su pecho al oírlo llorar - aún así es hermoso.
- Por lo menos no tiene las orejas puntiagudas - le mostró a su hijo - es más elfo que humano, espero que a Heero le guste.
- Yo creo que los amarán mucho, como a nosotros.
- Heero ya se puso en camino, nos extrañan a montones - se sonrió - siempre es bueno saberlo. Pero vienen ellos dos, ¿Qué sería del Duque Wufei? Se supone que iba en representación del reino de Noin.
- Él tuvo que regresar a su casa, al menos allí lo siento, la princesa Hilde ha tenido muchas complicaciones con su embarazo y los dos están sufriendo porque los médicos temen que el bebé nazca muerto.
- Sería una lástima que eso les pasara, más cuando Noin ha tenido un precioso y robusto varoncito para su esposo.
- Trowa viene imaginando cosas - le dijo ruborizándose - a veces no me gusta tener esta conexión tan profunda con él ¿sabes?
- A mí no me molestaría saber que piensa Heero algunas veces, es demasiado callado y no soy muy bueno para adivinar lo que siente.
- Bueno, yo todavía tengo cierta conexión con él y sé que viene con una preocupación muy grande por estar pronto a tu lado - le sonrió - pero él mantiene la cabeza fría por el momento, aunque quien sabe cuanto le dure.
- Bueno, ya nacieron así que supongo que han de tener hambre - miró a su pequeño - creo que ordenaré una nodriza para mi niño.
- No es necesario - le sonrió Quatre apoyando a su hijito contra el pecho - recuerda que somos elfos y que durante el día podemos hacer magia.
- ¿Quieres decir que podemos alimentarlos como niños normales?
- Así es, el libro lo decía, deben tener leche de elfo o sus estómagos y sus cuerpos no serán lo bastante fuertes para resistir la vida humana.
- Es divertido - tomó al pequeño Heero y lo apoyó en su pecho y este comenzó a succionar de su pezón - duele - se quejó.
- No seas llorón - le dijo Quatre divertido pero él también sintió la punzada cuando el pequeño comenzó a mamar - duele - se quejó también y ambos se rieron.
- Bien, ahora podremos desayunar nosotros también - dijo Dúo después de ver como los pequeños se saciaban - mañana llegaran Heero y Trowa y los bebés deben estar presentables para ellos, así que voy a ordenar les hagan ropa de inmediato.
- ¿Sabes? Creo que el padre de Trowa se va a tener que comer todos los insultos que me ha lanzado últimamente por eso de no "poder darle un heredero al trono".
- El hombre ha sido un poco duro contigo, Quatre, pero te apuesto que tan pronto vea a tu hijito se ablanda como mantequilla y se derrite por él.
- Espero que sí.
El palacio se vio revolucionado con la noticia del nacimiento de los pequeños príncipes, así que todo el día anduvieron de aquí para allá buscando cosas bonitas para los bebés, de todo cuanto se le pudo ocurrir a Dúo que tuvieran apareció frente a ellos, desde ropa hasta una cuna, incluso había una delicada manta de algodón y seda dorada para envolver al bebé mientras lo cargaba.
Lo otro había sido la locura por encargarse del bebé, todo el mundo quería cargarlo aunque fuera un momento y Dúo ya había perdido la cuenta de cuantos lo habían tomado y le habían dicho que era igualito al rey.
En cambio Quatre se sonreía contento y satisfecho cuando alguien le decía que se parecía mucho a su esposo pese a que era rubio.
Esa misma tarde los artesanos del reino le tenían lista una mecedora para que se sentara y durmiera al bebé, así como también una cuna delicadamente labrada con el emblema de los Yui y unos delicados tréboles de cuatro hojas para la buena fortuna. Sobre ella pusieron un colgante con pequeñas imágenes de los distintos animales del reino que se mecían al compás de la leve brisa que entraba por las ventanas o que él moviera.
- Príncipe Dúo, informan que su Majestad llegará al reino a media noche - le dijo un guardia - ¿Preparamos algo especial?
- Claro que sí - dijo sonriendo - quiero que el castillo esté lleno de luces para recibirlo y que se prepare una gran fiesta, que mañana todo el mundo se entere que tanto el reino de Yui como el de Barton tienen nuevos herederos que perpetuarán el apellido - miró al bebé que dormía en su cuna - quiero que llames al obispo, debemos hablar del bautizo del príncipe dentro de unos días.
- A sus órdenes, Alteza.
Quatre miraba divertido a su hermano mientras su pequeño dormía plácidamente junto al de su mellizo, si Trowa estaba de acuerdo, era mejor que lo bautizaran aquí, pero eso su suegro no se lo iba a perdonar jamás, además, debía invitar a Lady Catherin y a su esposo también.
- Debemos hacer una lista de los reinos a los que vamos a invitar - dijo Dúo tomando una pluma y papel de su escritorio - Obviamente, al reino de Noin, al reino Piscraft, al reino Barton, al reino de Oz.
- No olvides invitar a la bruja, no queremos que le vaya a echar una maldición a nuestros bebés por no hacerlo como pasó en la Bella Durmiente - le recomendó.
- Entonces, le pondré el hechizo de Shinigami.
- No puedes, todo el mundo querrá tomarlo y le harás daño hasta al bebé.
- ¿Y cómo protegerlo de la bruja esa, entonces?
- Con un conjuro de protección, Heero debe conocer muchos que lo protejan de cualquier persona que quiera hacerle daño.
- Mientras no le hagan daño a él.
- En todo caso, debes incluir a lady Catherin y su esposo en la lista, ellos también estarán felices de conocer al heredero de su reino.
Dúo sonrió y acarició con ternura la frente de su pequeño Heero.
- Soy capaz de cualquier cosa con tal de proteger a los que amo - le dijo - y como mi pequeño es un elfo como yo, creo que le podemos poner una protección especial que su propia magia reforzará.
- Eso será en él, pero ¿y mi Trowa?
- El también es medio elfo, debería funcionar.
- Su alteza, el obispo dice que esta tarde puede atenderlo, pero que para el bautizo debe hablar primero con Su Majestad ya que ambos padres deben hacer un compromiso antes de ponerlo al amparo de Dios.
- Iré con él - sacó al bebito de la cuna - será su primera salida oficial.
- Perdone, alteza, pero creo que mejor lo deja dormir, yo me encargaré de cuidarlo mientras usted descansa.
- Mm, todo el mundo quiere cuidarlo - le dijo y lo volvió a colocar en su lugar - encárgate de Trowa también, aunque dudo que se despierten luego, están comidos y mudados - salieron juntos.
Heero y Trowa se quedaron de una pieza cuando vieron por el camino que los guardias los esperaban con antorchas encendidas y un arco de flores como si fueran heroicos guerreros regresando a casa.
- Creo que Dúo exagera - dijo Trowa asombrado al entrar en el castillo y ver que los esperaba una fiesta - cómo sería si lo dejaras más tiempo.
- ¡Heero! - le gritó Dúo aferrándose a su cuello de un salto - te eché de menos, mi amor - lo besó en los labios - te tengo una gran sorpresa.
- ¿Y Quatre?
- Nos esperan adentro - soltó a su esposo y lo tomó de la mano - vamos, Trowa, la sorpresa es también para ti - lo jaló por la capa y los llevó adentro.
Quatre se acercó a su esposo al verlo entrar en el salón y le rodeó el cuello para besarlo.
- Bienvenido, Trowa, te eché de menos.
- Espero que no hayan hecho ninguna locura durante nuestra ausencia.
- Nos la pasamos encerrados en la biblioteca - le replicó Dúo - y queremos que conozcan a dos personitas que apenas esta mañana conocieron el mundo.
- Ven - le dijo Quatre a su esposo - míralo y dime si estás feliz - descubrió la cunita y le mostró al bebé.
- Pero ¿este bebé es nuestro?
- Sí, tuyo y mío.
- Mira a nuestro hijito - le dijo Dúo sacando a su pequeño y poniéndolo en los brazos de Heero - ¿no es hermoso?
- Pero ¿cómo?
- Un secreto de los elfos - le sonrió obligándolo a sentarse - ¿te gusta?
- Es bellísimo, se parece a ti.
- No es cierto, si es igualito a ti - se quejó mirando al bebé.
- Pero tiene tus orejas - le sonrió con ternura - gracias, Dúo, no me podías tener una sorpresa mejor - trató e atraerlo contra su pecho pero en eso el bebé se movió y abrió sus ojitos mirándolo fijamente - Hola, bebé - le acarició las mejillas.
- Mira, Heero, papá está de regreso - se mostró a su esposo y el pequeño esbozó una bella sonrisa y volvió a dormirse - oye, debes saludarlo.
- Déjalo, Dúo, ya habrá tiempo para que se acostumbre a mí, déjalo dormir, es muy tarde para que un bebé ande fuera de la cama.
- Lo mismo opino - afirmó Trowa sosteniendo a su hijo y se volvió a mirar a su esposo - me ha gustado tu sorpresa, Quatre, es bellísimo y se parece a los dos. Pero es hora que los niños estén en sus camas, así que ustedes los acompañan.
- ¡Oye!
- No se enfaden - le dijo Heero - la gente del castillo puede celebrar lo que quiera, pero nosotros nos vamos a dormir, mañana presentaremos al bebé al pueblo y en unos días será el bautizo, porque supongo que ya tiene la mayor parte planeada ¿me equivoco?
- No, ya hablé con el obispo y despaché las invitaciones a todos los que recordé, tú puedes enviar otras si consideras que faltan.
- Hicimos una lista e incluimos al reino de Ludock.
- ¿No les parecerá raro que habiendo estado allá no le hayamos dicho nada?
- Bueno, nada sabían ustedes - le sonrió Quatre y los cuatro salieron del salón - no quisimos decirles nada porque no sabíamos si iba a resultar, no es magia es un tratamiento especial.
- Vamos a dormir ¿Sí? - dijo Dúo bostezando y se apoyó en el hombro de su esposo - es tarde y tengo mucho sueño.
- Supongo que han descansado poco con esto de cuidar a los bebés.
- Que va, si pasan más dormidos que despiertos y siempre hay alguien que quiere hacerse cargo de ellos - le respondió Quatre - pero ellos toman energía mágica de nosotros y a ello se debe nuestro agotamiento.
- Entonces, a dormir.
El reino Yui estaba revolucionado con la noticia del nuevo heredero y a los dos días de nacido, el pequeño Heero ya tenía más regalos que tierras su padre. Dúo era feliz abriendo regalos y separándolos para luego enviar una nota en agradecimiento, pero le había llamado la atención la nota del Duque Wufei, ella estaba teñida de tristeza y se preguntó que le pasaría a su bebé, había estado tan preocupado por su hijo que había olvidado que la princesa Hilde tenía complicaciones con su embarazo y que pensaban que el bebé iba a nacer muerto.
- ¿Pasa algo malo, corazón?
- Pensaba en el Duque Wufei y en las complicaciones de su esposa para tener un hijo - respondió - espero que estén bien y el bebé nazca sano y robusto.
- ¿Por qué lo dices?
- Por la forma en que nos escribe y se disculpa por no poder venir personalmente a dejar el regalo para el heredero - le mostró la nota - ¿crees que podamos hacer algo por ellos con nuestra magia? Tal vez en el pasado él me fastidió mucho, pero ahora es mi amigo y no quiero que sufra.
- Eres muy dulce, Dúo, pero debemos dejar que la naturaleza siga su curso - lo abrazó - si nosotros interferimos con ella, a la corta o a la larga ella se lo llevará si no es apto para vivir en este mundo.
- Tienes razón - se apoyó en su pecho - pero me gustaría ir a verlos.
- Tendrá que ser después del bautizo - le acarició el cabello - recuerda que nuestro hijo debe ser presentado como debe conviene a un heredero de este reino.
- ¿Haz tenido noticias del rey Barton?
- No, y Trowa está molesto por la actitud de su padre que no le ha respondido, no estamos tan lejos de su castillo como para que sus mensajes tarden tanto.
- Quatre me dijo que él era una de las pocas personas a las que no les puede leer los sentimientos ya que no le permite acercarse a su corazón.
- Desde un principio no lo ha aceptado, pero debería estar contento, ahora tiene el heredero que tanto deseaba, no entiendo que siga rechazando a Quatre.
En eso entraron Quatre y Trowa trayendo este último a su hijo en brazos, al rubio se le notaba triste y decaído pese a las atenciones de su esposo.
- Dúo, necesito tu ayuda - le dijo Trowa colocando a su hijo junto al de su primo - Quatre está muy deprimido por la respuesta de mi padre y no sé que hacer para darle ánimos.
- ¿Te respondió mal? - intervino Heero.
- Ha rechazado al pequeño Trowa como su nieto, dice que un elfo no puede darle un heredero al trono, que debo dejarlo y casarme con una mujer de verdad y darle nietos de verdad.
- ¡¿Cómo se atreve?! - dijo Dúo indignado - ¡Es su nieto!
- Quatre, quédate con Dúo mientras Trowa y yo vamos a ver a su padre, esta ya pasa de castaño oscuro y no voy a permitir que te insulte así.
- Yo que pensaba que al fin me iba a aceptar en la familia - se echó a llorar entre los brazos de Heero - pero ahora...
- Calma, pequeño, yo lo haré entrar en razón - le dijo Trowa separándolo de Heero y abrazándolo contra él - el insulto nos lo hizo a los dos y de ser necesario voy a pedir la intercesión del obispo, no me pienso separar de ti y nuestro matrimonio es indisoluble.
- Ustedes sigan preparando el bautizo - ordeno Heero - nosotros regresaremos esta misma tarde y todo estará solucionado.
- Pero si él se enoja más.
- No te preocupes por eso, corazón - le dijo Trowa - de todas maneras yo siempre estaré a tu lado porque te amo, recuérdalo.
- Gracias, Trowa, yo también te amo.
El castillo de Barton también estaba alborotado por el nacimiento del nuevo heredero, sin embargo, el rey había prohibido todo festejo diciendo que aquel bebé no era su nieto y no había quién lo sacara de allí, incluso el capellán había hablado con él, pero se había cerrado al respecto y no lo quiso escuchar.
Rasid y sus hombres estaban en las afueras del palacio y vieron a los jinetes que venían del norte, del reino de Yui al parecer, y se adelantaron para recibirlos.
- Su majestad Yui, Su Alteza - los saludaron respetuosamente.
- Buenas tardes, Rasid - lo saludó Trowa - Mi padre está en el castillo, supongo.
- Así es, está furioso porque todo el mundo quiere saber cuando van a conocer el príncipito, pero él ha prohibido la salida del reino y la sola mención del niño.
- Esto es el colmo - dijo Heero realmente molesto - ¿Con qué derecho se niega a reconocer que el hijo de Quatre no es de Trowa? Ya se la va a ver conmigo.
- Vamos, le voy a tener que decir una cuantas cosas - dijo Trowa controlándose a duras penas - ¿El obispo se encuentra?
- Si, amo Trowa.
- Bien, vamos primero a hablar con él y luego con mi padre, diga lo que diga, me quedaré con Quatre y nuestro hijo, aún si me deshereda.
- No puede hacerlo - le dijo Heero - yo soy su único pariente vivo y de todas manera la sangre de Quatre heredaría el reino por medio de su sobrino.
- Vamos - todos entraron en el castillo pero en vez de ir al ver al rey, pasaron a la casa del obispo a conversar con él.
- Buenos días - los saludó el obispo - felicitaciones por sus hijos ¿Cuándo los conoceré?
- Puede ir a verlos cuando quiera, eminencia - respondió Heero - pero lo que nos trae aquí no es eso precisamente, es que el padre de Trowa se niega a reconocer a su pequeño como su nieto y le exige a este que se separe de su esposo y que contraiga matrimonio con otra persona.
- El matrimonio es una institución indisoluble ante los ojos de Dios y no puede hacer semejante cosa ¿cómo puede negar al niño si ni siquiera lo ha visto?
- Y por lo mismo hemos venido - dijo Trowa - necesitamos su ayuda para convencerlo que al menos conozca a mi hijo antes de dar su veredicto. De todas maneras, sea cual sea su decisión, no pienso separarme de Quatre.
- Y no debes hacerlo bajo ninguna presión o circunstancia, el juramento fue hecho ante Dios y sólo la muerte puede separarlos - los acompañó al interior del palacio y se reunieron con el rey que los esperaba molesto.
- Su eminencia - saludó al obispo - así que ya le fueron con cuentos.
- NO ES CUENTO - replicó Trowa exaltado - ESTÁS NEGANDO A MI PEQUEÑO COMO TU NIETO.
- Calma - le dijo Heero - a mí también me llegó su insulto.
- A ti siempre te han gustado las cosas raras y eso de que en tan poco tiempo tengan hijos no me parece nada de natural.
- ¡SON ELFOS, POR EL AMOR DE DIOS!
- Su hijo tiene razón, Su Majestad, son seres mágicos y no es extraño que tengan otras maneras de reproducirse distintas a las nuestras lo que no quiere decir que los niños no sean normales - lo regañó el obispo viendo que Heero no tenía control sobre el enfurecido Trowa.
- Pues no lo voy a aceptar, Trowa debe volver a casarse y darme nietos de verdad.
- ¡NO VOY A ABANDONAR NI A QUATRE NI A MI HIJO, PRIMERO MUERTO!
- ¡PUES DEBERÍAS HACERLO, ESOS ELFOS LO ÚNICO QUE HAN HECHO ES TRAERNOS DESGRACIAS!
- ¿C"MO TE ATREVES? - dijo Heero furioso también - ¡MIS ELFOS SON LOE QUE LE HAN DADO PROSPERIDAD A NUESTROS REINOS POR SIGLOS!
- ¿Y LA GUERRA CON OZ?
- ESA NO FUE SU CULPA.
- Su majestad, está siendo demasiado terco - intervino el obispo asombrado de ver al rey Yui perdiendo los estribos - creo que primero debe conocer al bebé antes de afirmar nada y no puede exigirle semejante cosa al príncipe, bien sabe que no puede romper los lazos que ha unido Dios.
- ¡NO DEBI" CASARSE CON ÉL!
- AMO A QUATRE AUNQUE NO TE GUSTE - replicó.
- Y si no te gusta, mala suerte. - respondió Heero - ambos pequeños serán bautizados en una semana en mi reino y si no vas y le aceptas como tu nieto que es, ni Trowa ni Quatre regresarán aquí - lo amenazó ya fastidiado - a ti lo único que te interesa son tus propios intereses, se nota que nunca has querido de verdad a tu hijo, simplemente es una mera manera de perpetuar tu dinastía.
- No tienes ningún derecho de amenazarme.
- Tal vez él no - le dijo Trowa - pero yo sí. No pienso volver a poner un pie en estas tierras ni hacer nada más en nombre tuyo hasta que entres en razón y aceptes que te has equivocado todo este tiempo con Quatre.
- Y, su majestad, debo decirle que está pecando de soberbia, recuerde que ese fue el pecado que hizo que el diablo fuera expulsado del paraíso - agregó el obispo y salió junto con los jóvenes del castillo - espero que eso lo haga entrar en razón - les dijo - iré a ver a sus hijos para el bautizo, espero a que a vuestro obispo no le moleste.
- No lo creo, será grato verlo en mi reino, Su eminencia.
La tarde del bautizo la Catedral de Yui estaba abarrotada de gente venida de todos los reinos vecinos. Estaban allí Miliardo Piscraft y su esposa, el Duque Jasón y Lady Catherine, Marimeia y Lady Une y, para desazón de los elfos, Reelena y su esposo. También habían llegado el Duque Wufei y la princesa Hilde con sus pequeños recién nacidos a los que en unos días más también iban a bautizar.
- Así que por eso se le complicó el embarazo - le sonrió Quatre - eran dos niños.
- Y dos varoncitos - dijo Wufei orgulloso.
- Eso es señal de buena puntería - se rió Miliardo - mi suegro debe estar contento contigo, le has dado dos herederos al reino.
- Claro que sí, lo hubiesen visto - se rió - estaba más nervioso que yo mientras esperábamos que nacieran e incluso se desmayó cuando la partera le dijo que eran dos y que todos estaban bien.
- Me imagino que eso lo mantiene también muy feliz, Duque - le sonrió Quatre con tristeza - no todos tienen tan buena suerte como usted.
- ¿Por qué lo dice?
- Quatre, lo que diga mi padre no me importa - le dijo Trowa abrazándolo - si no recapacita, se quedará solo, yo permaneceré al lado de ustedes.
- ¡No quiero caras largas! - los regañó Dúo - hoy es un día feliz y vamos a celebrar por nuestros pequeños.
- ¿Quieren callarse? - los regañó Heero con el bebé en su regazo - la ceremonia está por empezar.
- Lo siento - dijo Dúo colocando su mano sobre la cabecita de su hijo - las cosas se solucionarán para bien - sentenció y se inclinó a darle un beso en la frente a su hijo.
El obispo de Yui, seguido por el obispo de Barton iniciaron la ceremonia con solemnidad dedicando hermosas palabras a los recién nacidos deseándoles prosperidad y salud.
- Aquí, frente a la pila bautismal - decía el Obispo de Yuy - purificaremos del pecado original a las pequeñas almas de los príncipes del reino de Yui y del reino de Barton.
- Por favor que los padres y padrinos se acerquen.
Heero y Dúo habían escogido como padrinos a Noin y a Miliardo, mientras trtowa y Quatre habían escogido a lady Catherin y a Jasón, así que los ocho se acercaron a la pileta.
- Después de mí deben responder: Juramos - levantó las manos e inició el discurso - ¿Juráis ante la imagen de Cristo Redentor dejar todos los males y pecado de este mundo?
- Juramos.
- ¿Juráis renunciar al demonio y cualquiera de sus representantes en este mundo?
- Juramos.
- ¿Juráis guiar a estos pequeños por la senda del bien y el camino del Señor enseñándole el camino recto y cristiano?
- Juramos.
- El nombre del bebé.
- Heero Yui - respondió Dúo.
- En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te bautizo Heero Yui y te libero del pecado original - y mojó cu cabecita con agua bendita - Dios te preserve para la vida eterna.
- Amén.
- El nombre del bebé.
- Trowa Barton - respondió Quatre.
- En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te bautizo Trowa Barton y te libero del pecado original - y mojó cu cabecita con agua bendita - Dios te preserve para la vida eterna.
- Amén.
El pequeño Heero pasó entonces a los brazos de Noin y el pequeño Trowa a los brazos de Lady Catherin para completar el sacramento mediante la unción con aceite en la frente de los bebés.
- Sean bienvenidos al mundo como hijos de Dios, pequeños príncipes - dijeron los obispos y dieron por concluida la ceremonia.
Al salir de la iglesia con los bebés, Trowa se encontró de frente con su padre que le tendió los brazos para tomar a su hijo, él no se decidía a entregárselo, pero Quatre lo tomó de los brazos del sorprendido padre y se acercó a su suegro.
- Aquí está su pequeño nieto, ojalá ahora si pueda quererlo como él lo querrá a usted - le sonrió y el niño miró al hombre mayor.
- Será rubio, pero es igualito a Trowa - dijo y le sonrió al bebé que le devolvió la sonrisa - es bellísimo, Quatre, gracias y perdona la testarudez de este viejo.
- No hay nada que perdonar - le sonrió complacido - ahora solo quiero que podamos volvernos una familia de verdad.
- Claro que sí, al fin tengo un nieto, aunque me gustaría saber es ¿cómo lo hicieron para ser padres?
- Eso es un secreto de elfos - dijo Quatre recibiendo una sonrisa cómplice de su hermano - si se lo decimos podría no volver a resultar.
- ¿Planeas más familia?
- Tal vez dentro de un año nazca en su reino - le dijo Dúo y se apoyó en su esposo que cargaba a su hijo - pero por ahora disfrútelo tal como es, no sabemos si él es elfo o es humano - sonrió - pero de todas maneras tendrá magia.
- Será lindo volver a tener bebés en el castillo.
Todos se dirigieron hacia la plaza del pueblo a celebrar por el bebé mientras todos los habitantes del pueblo intentaban llegar hasta los pequeños para poder verlos de cerca y desearles felicidad, vida y salud.
Fin
Este final me lo pidió una amiga directamente a mi correo y he querido complacerla porque me pareció buena su idea que, al ser seres mágicos ¿por qué no iban a poder tener hijos mágicos?
Ya sé que he puesto al padre de Trowa un poco duro de mollera, pero necesitaba algo para darle movimiento al capítulo, no todo puede ser color de rosa y ya había dicho que no estaba muy contento con eso que se casaran (lo engañaron para poder efectuar la boda ¿recuerdan?) En fin, ya todo está arreglado.
En todo caso el capítulo va dedicado a Opaniel (¿será él o ella?) O, al menos ese es el nombre que apareció en su mensaje. Si ves este mensaje, gracias y por favor ¿me das tu apodo de verdad o tu nombre?
Shio Chang.
Ya sé que salió largote, pero tenía que terminar sí o sí.
