Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de WB y demas parentela.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y será slash) y este se da entre los personajes de Osmosis Jones y Thrax, ademas de algún posible competidor de creación propia, si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 2. No esperen que nos llevemos bien

El cordón policial era impenetrable, Jones no había escamitado en usar toda su labia para conseguir el máximo de refuerzos. No importaba que fuese una vacuna, no podía fiarse de nada en ese caso especial, Thrax no era un virus cualquiera, incluso transformado en vacuna podía intentar jugarsela de nuevo.

La aguja atravesó la epidermis y las cámaras de los fotografos comenzaron a flashear cegando a Jones, que se puso las gafas de sol.

Allí estaba, inconfundible. Enfundado en su gabardina negra, alto y atlético, caminando con la cabeza alta, con aire aristocrático, casi imperial. Las gafas de sol ocultando sus ojos amarillos e hipnóticos. Rasgos angulosos, mandíbula marcada, peinado moderno y ropa cara a la última. Jones no pudo sino tener un leve ataque de celos al advertir como las asistentes de gen XX empezaban a babear.

Salió de la aguja con paso firme, sonriendo con aires de supremacía. Jones avanzó malhumorado al lado de Leah, tenían que dar la "bienvenida" y "escoltar"al nuevo invitado, aunque Jones prefería el término identificar y detener.

Leah por supuesto, usó la via diplomatica, cualquiera hubiese jurado que no había sido secuestrada y usada de escudo humano por aquel virus psicópata.

- Ejem, ¿sr.Thrax? Permita que le dé la bien...

Thrax alzó una mano, acallando a Leah con la simple muestra de su mortífera uña. Jones aferró la culata de su pistola. Por fortuna Thrax se limitó a sonreir cinicamente.

- Señorita, no me hace la menor gracia volver a estar aquí y detesto profundamente mi condición de vacuna. Hagamos rápido los trámites necesarios para regularizar mi situación y despues estaré encantado de invitarla a cenar. ¿Le parece?

Sorprendentemente el virus mantuvo una voz sedosa y profunda pese al obvio malhumor.

A Leah se le heló la sonrisa en la cara y Thrax aprovechó para dirigirse a Jones.

- Osmosis Jones, volvemos a encontrarnos.

- Ignoro como salvaste tu rojo trasero pero será mejor que no traigas problemas a mi ciudad.- Acotó Jones.

- Nada me gustaria mas, pero...

Thrax pasó su mortal apéndice por la pared, esta chisporroteó un instante y despues la infección cesó y empezó a sanar. La prueba definitiva, las cámaras atacaron de nuevo atestiguando que el virus ya no era efectivo al atacar el cuerpo de Frank.

Jones no sabía si sentirse aliviado o decepcionado. Thrax se veía exactamente igual que antes, sin cambio alguno en su aspecto exterior. Le ponía nervioso.

- Cuidado, polizonte, si me miras tanto podrías quedarte ciego.- Se burló Thrax.

Jones gruñó y señaló el furgón policial.

- Vamos a comisaria, ya veremos cómo eres como vacuna.

Un leve temblor en la ceja señaló a Jones que el término "vacuna", irritaba sobremanera a Thrax, sonrió solo de pensar en que sabía como pinchar a aquel engreido.

Thrax estaba enfadado. Muy enfadado.

Quería quemarlo todo, quería matar a alguien, quería matar a Osmosis Jones.

Vacuna. Ahora era una asquerosa y traidora vacuna.

Cuando había recuperado la conciencia se había encontrado en la peor de las situaciones. Estaba en una maldita paleta de muestras, atrapado, observado a traves de un microscopio. Los humanos le habían descubierto, era cierto que ese era su objetivo, ser catalogado por ellos, pero no en ese momento, ¡aun no!.

Pero era demasiado tarde. Le provocaron los mas atroces dolores inyectándo cientos de sustancias distintas en su membrana, estudiaron sus reacciones y empezaron a investigar y catalogar, no tardaron en relacionarle con las muertes que había provocado anteriormente.

Había perdido la consciencia varias veces. Demasiado debilitado por su estancia en el alcohol, no había podido presentar una adecuada batalla y los científicos habían logrado hacer mella en sus genes, tan cuidadosamente seleccionados.

Le habían insertado una terrible debilidad. Ya no podía afectar organismos humanos, mantenía la habilidad de vivir en ellos pero no podía afectar a nada con genes del homo sapiens. Le habían convertido en una vacuna, un chivato.

Se odiaba. Su unico consuelo es que no iba a ser util a Frank ni a nadie. Como sin duda acabarían por descubrir los médicos, Thrax era único, nunca se había molestado en incubar y reproducirse, había esperado a ser perfecto antes de convertirse en una epidemia. Ahora nunca sería epidémico, la Muerte Roja solo había sido una mutación pasajera sin futuro.

Ahora se veía obligado a mantener una petrea expresión mientras Jones sonreía burlonamente y atormentaba sus oidos con aquella música a todo volumen.

Claro que, ¿no era aquella célula de magníficas curvas la novia de Jones? Eso le había parecido por el modo en que este la había mirado cuando la había tomado como rehen él fatídico día de su fuga.

- Disculpe mi rudeza anterior... señorita...

- Leah.- Dijo cortante.

Thrax no se amilanó lo mas mínimo por la frialdad de la joven. Thrax se acercó, se bajó levemente las gafas y sonrió entornando los ojos. Era plenamente consciente de su apostura y de lo que era capaz de hacer en los sentidos de una dama con su voz de baritono.

- Leah, un nombre precioso. Debo disculparme, fuí muy grosero, en realidad no estaba enojado con usted.

- Pues no lo parecía.

No se dejó engañar, la necia Leah se había quedado prendada de sus ojos y le temblaba el labio al hablar.

- Lamento que pareciera así, es que estoy realmente exhausto por el viaje y malhumorado por la multitud, las cámaras me ponen nervioso y violento. Le ruego que me disculpe, me siento avergonzado.

- Po... por supuesto que le disculpo... e... es natural ponerse nervioso con tal recibimiento... y seguro que la aguja era... ho... horrible... y ... y entiendo que...

Dos palabras bonitas, un poco atención y ya estaba balbuceando idioteces, Thrax miró de reojo a Jones y su maltratado ego se alivió un poco al comprobar que el globulo blanco tenía un tono azul oscuro de pura furia.

Jones apretó el volante hasta que los nudillos se le pusieron blancos, aquel virus degenerado estaba ligando con su antigua novia delante de sus narices. No es que tuviese celos pero era lo mas insultante que podía imaginar.

- Hala, ya hemos llegado, abajo.

Ojala Thrax se hubiese disuelto en aquel vaso de alcohol.

Las linfoides, todo lleno de glóbulos blancos. Thrax se sentía terriblemente tenso, y no era solo por las cicatrices que aun sanaban en su epidermis. Estaba a unos instantes de identificarse en la jefatura de la policia de Frank, a punto de ratificar que no era mas que una vacuna si utilidad alguna.

Su unico consuelo era que la población aun se apartaba a su paso con un claro temor. Jones estaba a su lado sin dejar de vigilarle y sin soltar la culata de su pistola. Quizá ya no era un virus, pero le aliviaba que le tratasen como tal.

En el edificio Thrax tomó asiento sin dejar de mover con aburrimiento su antes letal zarpa, lo que ponía nervioso a su grasoso interlocutor. El jefe de policia era el globulo blanco con mas aditivos grasosos que había visto en su vida.

- Bien... sr.Thrax, antes de legalizar su estancia en ciudad Frank tendrá que falicitarme algunos datos para su ficha.

Burocracia impertinente.

- Nombre y clase de vacuna

- Thrax, vacuna de una evolución del virus de la gripe avícola de Hong Kong.

Jones se tapó la boca para acallar sus risotadas con escaso éxito y finalmente no pudo evitar un ataque de risa al tiempo que golpeaba espasmodicamente la mesa de su jefe.

- ¡Gallinas! ¡Este virus mortal mataba gallinas!

Thrax agarró el cuello de Jones y comenzó a apretar mientras la mitad de los globulos blancos intentaban obligarle a que lo soltara con escaso éxito.

- ¡Evolución, patetico tarado! ¡Yo soy superior!

- ¡Eso dicen todos, asesino de pollos de Hong Kong!

Cuando consiguieron separarles, Thrax estaba palpándose la dolorida mandíbula y Jones volvía a juntar su cabeza al cuerpo.

El jefe de policía suspiró, aquello iba a ser muy largo.