LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION

Casa de Aries

Milo entró en la primera Casa del Zodíaco aún sin creerse muy bien lo que estaba pasando. Le parecía una prueba ridícula y muy poco propia de la genial mente de Camus.

Hacia la mitad del Templo se encontró con Mu de Aries, el cabello recogido en su característica coleta y los ojos pacíficos y serenos. No parecía tener intención de seducirle.

-Hola -saludó Milo con normalidad.

-Hola -contestó Mu.

-Perdona que no me quede a tomar algo, pero tengo prisa.

El Escorpión pasó al lado de Mu en dirección a la salida. "Qué fácil ha sido, ni siquiera lo ha intentado" iba pensando, cuando tropezó contra ¿Mu? El Caballero de Aries se había teletransportado y estaba delante suya, impidiéndole el paso.

-Vamos, Mu, ¿en serio vas a participar en esta "prueba"?

Como respuesta Mu se pegó más a él y le acarició el pelo, enroscando uno de los mechones azules de Milo entre sus dedos. Milo no se movió, le divertía la situación.

-¿Cómo te ha convencido?

-Eso no importa.

El Escorpión observó el rostro del otro Caballero. Nunca había tenido ocasión de mirarle tan de cerca, y era realmente hermoso. Las marcas de su frente le resultaban muy sexys, y el pelo...

Mu se separó un poco y se quitó la goma que le sujetaba el pelo, dejandolo caer como una cascada por su espalda. Milo sonrió:

-Se me olvidaba que lees el pensamiento. Justo estaba pensando que nunca te había visto con el pelo suelto.

-Y ahora que me ves estás pensando que me queda muy bien...

Mu se pasó una mano por el cabello, echándoselo hacia atrás, y dejando ver su blanco cuello.

-No sabía que se te diera tan bien eso de seducir. En otras circunstancias ya me habría lanzado a tu cuello -observó Milo.

-Lo sé. Pero, ¿qué importan las circunstancias? Lo importante es vivir el momento, es lo que tú siempre dices.

Mu acompañó estas últimas palabras de un acercamiento a Milo. Alzó su mano derecha, dibujando con ella el contorno de la cara del Escorpión. Milo se quedó quieto unos instantes, no podía, no quería moverse... Mu bajó la mano hasta su cuello, acariciándole también, provocándole un placentero escalofrío...

Qué pena que ya no pueda fiarme de ti

Estas palabras acudieron a la mente de Milo cuando el Caballero de Aries ya tenía prácticamente sus labios sobre los suyos. La voz quebrada de Camus fue como una ducha fría para él. Retrocedió unos pasos:

-Casi...casi lo consigues, Mu. Pero no.

Le esquivó y y se fue en dirección a la salida, pero el otro volvió a teletransportarse colocándose de nuevo en su camino.

-Vamos...déjate llevar -susurró acariciándole el pecho. Milo le apartó de un empujón y siguió caminando. El Caballero de Aries debió darse por vencido ya que no volvió a teletransportarse. Cuando ya estaba en la salida, Milo se dio la vuelta y le vio de pie en el medio del Templo recogiéndose el pelo de nuevo. Su pose seductora había desaparecido y parecía triste, casi desolado.

-¿Por qué, Mu?

La voz de Milo le sobresaltó.

-¿Por qué has aceptado participar en este juego? No me parece propio de ti.

Mu no dijo nada, pero por la tristeza infinita de sus ojos Milo adivinó sus motivos.

-Sigues enamorado de Camus, ¿verdad? Era tu oportunidad para separarnos.

Mu no respondió, pero no le hacía falta. Sabía que estaba en lo cierto. Camus y Mu habían estado juntos poco tiempo, pero al parecer para éste último había significado mucho. Milo salió de la primera Casa sintiendo una sincera lástima por el Caballero. Debía ser horrible no ser correspondido.

-¡Milo!

Era la voz de Mu, el Caballero le había seguido:

-No te dejes seducir. Tienes que superar esta prueba. No dejes escapar a Camus, él... tú que puedes, no le pierdas. -le dijo. Milo sonrió y le apoyó una mano en el hombro.

-Gracias. Tranquilo, no voy a caer. Además, mira -señaló la siguiente Casa- No me va a ser muy difícil resistirme a los "encantos" de Aldebarán.

-Ten cuidado. Aldebarán te ha preparado una trampa -susurró Mu.

-¿Qué?

-No puedo decirte nada más, sólo que no te confíes -Mu se dio la vuelta y volvió a su Casa a paso rápido.

Milo siguió su camino. ¿Qué clase de trampa podía haberle preparado Aldebarán? "Tonterías, haga lo que haga ese Caballero no va a seducirme..."

El Escorpión no podía imaginar lo difícil que le sería salir de la Casa de Tauro.