LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION
Casa de Géminis
Advertencia: Si el incesto te resulta desagradable no leas este capítulo, pasa a la siguiente Casa que te gustará más ;)
-Eh, ¿dónde vas tan deprisa?
Saga había salido al encuentro de Milo, pero éste hizo como si no le hubiera visto. El Caballero de Géminis le puso una mano en el hombro, a lo que Milo respondió apartándosela bruscamente:
-¡No me toques!
-Uff...vienes hecho una furia...¿qué te ha hecho Aldebarán? jajaja
-No me hables de ese cornudo.
-Tranquilo, yo soy menos bruto que él...
Saga se acercó a él mirándole provocativamente. Milo iba a apartarle de un empujón cuando abrió mucho los ojos, sorprendido. Unas manos le habían agarrado por detrás. Se libró de ellas y se dio la vuelta, viendo quien era el que le tocaba.
-¡Kanon!
-Hola.
El Escorpión ignoró el saludo y habló mirando a Saga:
-Ya veo que no confiabas en tu capacidad de seducción, has tenido que traer a tu hermanito de refuerzo.
Saga esbozó una de sus misteriosas sonrisas.
-Te conozco bien, Milo. Dos gemelos para tí solo es una tentación que no vas a poder resistir.
Los dos gemelos se pegaron a él, Kanon por detrás y Saga por delante.
-Sé que nos deseas -le susurró Kanon al oído, apartándole el pelo hacia un lado. Milo sintió la boca ansiosa del gemelo recorriendo su cuello. Mientras, Saga peleaba con los botones de su camisa... Milo aspiró hondo. Sería muy fácil dejarse llevar. Demasiado fácil. Concentró su fuerza y empujó a ambos, haciéndoles retroceder.
-Lo siento chicos, me voy. Pero seguro que podéis consolaros el uno al otro -se burló, encaminándose en dirección a la salida.
Pronto vio la luz del exterior. No había sido tan difícil librarse de los hermanitos. Salió fuera y ...
-¡Mierda!
Estaba de nuevo en la entrada del Templo de Géminis. Le había parecido que caminaba en línea recta pero Saga se la había jugado con su laberinto. Resignado, volvió a entrar. Los gemelos le esperaban sonrientes.
-¿Otra vez aquí, Milo? -se burló Kanon.
-¡Saga, desactiva el laberinto YA!
-Cuando te hayas acostado con nosotros.
-¡Jamás!
Milo hizo ademán de echar a andar hacia donde creía que estaba la salida.
-No te molestes, vas a volver a la entrada otra vez -le dijo Saga.
El Caballero de Escorpio sabía que era cierto. "Mierda, ¿cómo voy a salir de ésta?". Mientras, los dos hermanos estaban tramando algo, porque hablaban en voz baja.
-Te propongo un trato -dijo Saga al poco.
-¿Cuál? -Milo sabía que no le quedaba otro remedio que negociar.
-Te quedas cinco minutos quieto, dejándonos hacer lo que queramos. Cuando pasen te puedes ir, si es que aún quieres irte...
-¿Dejándoos hacer lo que queráis? Eso es precisamente lo que trato de evitar.
-Está bien, lo que queramos... pero sin quitarte la ropa. Así no hay riesgo de que pierdas la prueba en ese tiempo, lo más que podremos hacer es sobarte un poco -esto lo dijo Kanon con una gran sonrisa.
Milo se rascaba la barbilla, pensativo. La cosa no acababa de convencerle.
-No tienes otra opción -le recordó Saga.
-Está bien...
Los gemelos se miraron satisfechos y el Escorpión miró su reloj.
-Cinco minutos -advirtió.
-Nos sobran... en un par de minutos vas a suplicar que no te dejemos irte -dijo Kanon, pasándole los brazos por los hombros y acercando su boca a la de Milo. Éste echó la cabeza hacia atrás.
-Besarte no entraba en el trato -dijo.
-No vas a besarme, te voy a besar yo a tí -fue lo último que dijo Kanon antes de posar sus labios sobre de Milo. Su lengua experta consiguió introducirse en la boca del Escorpión, dándole un beso profundo, húmedo y apasionado, mientras bajaba las manos por la espalda de Milo...
Saga de momento sólo les miraba, sentado a pocos metros de ellos. Milo no sabía qué le incomodaba más, si las manos de Kanon recorriendo su cuerpo, o la intensa mirada de Saga, que parecía desnudarle... Cerró los ojos para no encontrarse con esa mirada lujuriosa. Mala idea. Con los ojos cerrados sus otros sentidos se agudizaban, de forma que sentía más intensamente las caricias de Kanon. Intentó pensar en otra cosa. Se imaginó rodeado de hielos, imaginó que quien le besaba era Dohko de viejo, pero nada resultó, su miembro estaba duro hacía rato.
-Me toca, Kanon. Déjame a mí.
Al oír la voz de Saga abrió los ojos y miró su reloj. Quedaban tres minutos. Kanon le dio un suave mordisco en el labio inferior como despedida y se separó de él. Saga no parecía tener prisa. Se levantó y avanzó unos pasos hacia Milo, mirándole a los ojos. El Escorpión intentó desviar la mirada pero no podía. Los profundos ojos del Caballero de Géminis le estaban hechizando. Cuando estuvo a pocos centímetros de él, Saga se quitó la camisa. Al hacerlo bajó la mirada y los ojos de Milo la siguieron...Dioses... el pecho de ese hombre era perfecto.
Saga adivinó sus pensamientos y esbozó una media sonrisa. Tomó una de las manos de Milo y la pasó suavemente por todo su torso desnudo, el Escorpión sintió un escalofrío cuando Saga le hizo acariciar su abdomen duro y perfectamente formado. Milo se mordió el labio. "El cuerpo de este hombre es pecado".
Y para colmo, otro cuerpo exactamente igual volvía a acercarse a ellos: Kanon se había quitado también la camiseta y reclamaba un poco de Milo antes de que terminasen los cinco minutos. Los dos gemelos volvieron a aprisionarle entre sus cuerpos. Miró el reloj. Quedaba un minuto..."Atenea, por favor haz que termine este suplicio ya...voy a perder el control" Podía sentir la excitación de Saga presionándose contra su vientre y la de Kanon en su espalda, y cuatro manos que le recorrían todo el cuerpo. Una estaba ahora mismo acariciándole la entrepierna, no sabía de cuál era, ni le importaba, sólo quería que terminasen ya.
"Camus, cuando te pille me voy a cobrar todo esto. No te vas a poder sentar en un mes. Oh, Dioses, ¿qué hacen...?"
Saga y Kanon se habían encontrado en su hombro izquierdo y se estaban besando. La visión de los dos gemelos morreándose le excitó aún más si cabe. Volvió a mirar el reloj, desesperado...¡por fin! Quedaban 3 segundos...2...1...
-¡¡Sí!! -gritó como si hubiese ganado un trofeo, y salió como pudo de entre los dos hermanos, que aún estaban besándose y pararon, sorprendidos.
-Saga, desactiva el laberinto, me voy.
-¿Estás seguro de querer irte? -Saga echó una significativa mirada a la entrepierna de Milo, donde era evidente su excitación.
-Sí, estoy seguro -respondió, y casi echó a correr hacia la salida antes de que pudieran intentar nada más.
Un minuto más allí y todo se habría ido a la mierda. No se pudo resistir a echar una última mirada atrás: los dos Caballeros se habían olvidado muy rápido de él, ya estaban en el suelo totalmente desnudos.
A los pocos minutos vio la luz del exterior y salió, rogando porque fuese realmente la salida. Por suerte Saga había cumplido el trato, el laberinto había desaparecido y podía ver ante sí las Casas que le quedaban por cruzar. Aún tenía un largo camino por delante.
