LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION
Casa de Cáncer
Milo vio a Death Mask nada más entrar, sin duda estaba esperándole impaciente. Antes de que el otro pudiera abrir la boca, el Escorpión le avisó:
-No intentes detenerme si no quieres que te clave unas cuantas agujas escarlata.
DM sonrió:
-Me gusta cuando te pones agresivo.
Milo no contestó ni se detuvo. El Caballero de Cáncer no intentó detenerlo cuando pasó a su lado, pero sí empezó a caminar junto a él.
-¿Qué tal? ¿A cuántos te has tirado ya?
-A ninguno, ¿qué te piensas?
-¿En serio? Me sorprendes... En fin, de todas formas estás loco.
Milo se paró en seco y le miró con el ceño fruncido.
-¿Por qué estoy loco?
-Por aceptar este reto, precisamente tú. Nunca lo vas a conseguir.
-¿Ah, no?
-No. No eres muy bueno resistiéndote que digamos. Pensé que caerías ya desde el principio, con Mu. Ese tibetano no debe ser malo en la cama.
-Pues para que veas... No voy a acostarme con ninguno de vosotros.
-¿Conmigo tampoco?
-¡Por supuesto que no!
Death Mask no había intentado aún acercarse a él, le observaba tranquilo y divertido, con esa chispa de maldad que nunca desaparecía de sus ojos, por muy Caballero de Atenea que fuese.
-Sería la primera vez en tu vida que me dices que no -comentó.
-Pues vete acostumbrándote. Ahora soy sólo de Camus... ¿por qué me miras así?
-Porque no me lo creo. No me creo... -ahora sí se acercó a Milo - que vayas a renunciar a mí...
-Deberías ser más modesto, hay Caballeros más guapos que tú.
"Como Saga" pensó. Todavía no había podido borrar de su mente la imagen de su pecho desnudo.
-Sí, pero ninguno lo hace tan bien como yo. Ya sabes a qué me refiero. -insistió DM.
Cierto: Milo sabía de qué hablaba. Death Mask era un experto en hacer maravillas con la boca, y no precisamente besando.
-Sí, la chupas como nadie -reconoció el Caballero de Escorpio.
Siempre que estaban juntos era DM el que dominaba al normalmente fiero escorpión. Milo hacía cualquier cosa que le pidiera con tal de sentir los labios del Caballero de Cáncer en su miembro, con tal de acabar mordiendo una vez más la almohada, intentando ahogar sus gritos de placer... .
DM adivinó por dónde iban sus recuerdos y se acercó más, poniéndole una mano en la entrepierna.
-¿Vas a renunciar? -le susurró al oído.
Milo cerró los ojos con fuerza... aún estaba caliente por lo que había ocurrido en la Casa de Géminis y ahora...Dioses...tenía que hacerlo. Tenía que dejar de pensar con la polla y pensar un poquito más con el corazón. Le cogió la mano a DM y se la apartó, decidido.
-Sí, voy a renunciar.
-¿Estás seguro? Date cuenta que no es sólo hoy, es para siempre. Nunca más en tu vida vas a poder...
-¡Cállate! -gritó Milo de repente- ¡No me lo pongas más difícil!
-Lo siento. Sólo quería que vieras la realidad. Ven.
Lo tomó del brazo.
-¿A dónde me llevas? Ya te he dicho que no... -DM le estaba arrastrando a su dormitorio. El Caballero de Cáncer lo empujó tirándolo sobre la cama, Milo intentó incorporarse, pero el otro se lo impidió poniéndole una mano en el pecho.
-Ya que a partir de hoy te vas a acostar sólo con Camus, creo que te mereces una última vez. Una despedida -le dijo con una mirada pícara.
Bajó la mano que tenía sobre su pecho lentamente por su abdomen, hasta llegar a la hebilla del cinturón, y se lo desabrochó. Ahora estaba dedicándose al botón. La cremallera. Tiró de los pantalones hacia él de forma que Milo se quedó en boxers.
El Escorpión se sentía más indefenso aún que cuando estaba atado a la columna en la Casa de Tauro. Debía levantarse, detenerle, librarse de él, pero no tenía la suficiente fuerza de voluntad. Su cerebro identificaba lo que estaba ocurriendo como los instantes previos a un rato de salvaje placer y no le dejaba pensar con claridad. Sintió la mano de DM acariciándole el miembro, ya duro, por encima del boxer. Sin que se diese cuenta, unas lágrimas afloraron a sus ojos. Sabía que estaba a punto de fastidiarlo todo pero no era capaz de detenerle.
-Lo siento, Camus...lo siento... -las lágrimas resbalaron por sus mejillas.
DM detuvo sus caricias por un momento, sorprendido.
-Un Caballero de Oro llorando... -dijo más bien para sí mismo, pero Milo le oyó. Y entonces comprendió.
"Soy un Caballero de Oro: he librado batallas sangrientas, he combatido contra enemigos terribles y he salido vivo de las situaciones más duras...¿Y ahora no voy a ser capaz de salir de ésta, de librarme de una simple tentación? En realidad esto no es más que otra batalla, sólo que mis enemigos lo que pretenden es follar conmigo"
DM había reanudado sus caricias y estaba deslizando su mano por el borde del boxer, dispuesto a introducirla, cuando Milo se incorporó de repente, tirándolo al suelo.
-¡Oye! Ten más cuidado -protestó DM, frotándose la cabeza.
-Lo siento -respondió Milo recogiendo su pantalón del suelo. DM se sentó en la cama, observándole. En los ojos del Escorpión había una determinación que nunca antes había visto.
-Tal vez me equivoqué. Tal vez pases esta prueba y todo. -comentó.
-Puedes estar seguro de que sí -respondió Milo mientras se vestía- Ah, por cierto, en la Casa de Géminis hay show...si quieres unirte seguro que no te van a rechazar...
Le guiñó un ojo y salió de su Casa, decidido a "vencer" en esta nueva y ardiente batalla, dejando a DM pensativo: "¿Ha dicho van? Eso es que Kanon está aquí... les haré una visita a esos dos traviesos..." Una sonrisa lujuriosa se dibujó en el rostro del Caballero de Cáncer.
