LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION
Casa de Virgo
Milo entró en la Casa de Virgo bastante más tranquilo que cuando lo hacía a otras Casas. Estaba seguro de que Shaka no habría aceptado participar en este "juego". Lo encontró en su habitual posición de meditar, con la armadura dorada puesta.
-Hola -saludó Milo.
Shaka no se movió ni abrió los ojos, pero contestó:
-Hola. ¿Qué tal te está yendo?
-Fatal. Esto de que todos se me insinúen (bueno, en realidad hacen bastante más que insinuarse) y no poder acostarme con nadie es horrible.
Shaka sonrió y Milo creyó adivinar qué estaba pensando.
-Ya lo sé...te compadeces de la gente que cae en los pecados de la carne -dijo el Escorpión- Y te parece increíble que los demás Caballeros hayan aceptado participar en esta prueba.
-En eso te equivocas -dijo Shaka y, para sorpresa de Milo, se levantó.
-¿Qué quieres decir?
-Que yo también he aceptado.
El Escorpión se quedó con la boca abierta. ¿Shaka...participando en algo así? Bueno, podría ser divertido...nunca había visto a Shaka ligando con nadie y ahora iba a tener que hacerlo con él.
-Pues ya puedes empezar -dijo sonriente- Tienes que seducirme antes de que me vaya.
-No voy a seducirte, no hace falta.
-¿Cómo que no?
-¿Tengo que recordarte que llevas años detrás de mí?
Eso era cierto. Milo había intentado seducir a Shaka docenas de veces, pero el Caballero de Virgo nunca le había hecho ni caso. Era su "asignatura pendiente", el Caballero que más deseaba precisamente por no poder conquistarle. Acostarse con Shaka era la mayor fantasía del Escorpión, y ahora...
-Vamos, Milo. Hazme tuyo, esta vez no te rechazaré.
A Milo le temblaron las piernas:
-No puedes hacerme esto, Shaka...
-¿No es lo que siempre has deseado?
-Sí, pero ahora no puedo... - Milo se resistía, intentaba no mirar al hermoso Caballero de cabellos rubios que le estaba ofreciendo lo que siempre había querido. Shaka avanzó hacia él, esplendoroso con su armadura dorada, hasta quedar a pocos centímetros de Milo. Era ligeramente más bajo que éste, así que levantó un poco la cabeza y abrió los ojos, quedando los dos Caballeros mirándose fijamente. Milo no entendía por qué Shaka no abría los ojos más a menudo, si eran maravillosos. Tal vez precisamente para no llamar la atención, pero ahora quería hacerlo y lo estaba consiguiendo, y de qué manera...
El Escorpión nunca había tenido al rubio tan cerca, y le sorprendió la sensación de paz que le invadía perdiéndose en esos ojos celestiales. Shaka avanzó otro paso. Ahora estaban pegados, pecho contra pecho, Milo podía sentir el frío del metal de la armadura de Virgo...Entonces Shaka le habló al oído, en un susurro que encendió todos los sentidos del cuerpo del Escorpión.
-Tómame.
La locura se apoderó de él. Cogió a Shaka por la cintura y lo empujó con fuerza para que cayera al suelo, se tiró encima de él y empezó a arrancarle todas las partes de la armadura con furia. En ese momento en la mente del Escorpión no había nada, nada que no fuese el cuerpo de Shaka, el cuerpo que siempre había estado prohibido para él. Pero ahora iba a ser suyo y iba a destrozarlo por todas las veces que le deseó y éste le rechazó, iba a follárselo hasta que le suplicara que parase, iba a hacerle renegar hasta de su mismísimo Buda.
Se deshizo del último trozo de la armadura dorada lanzándolo lejos. Al chocar contra el suelo, éste produjo un estrépito que resonó por todo el Templo. Entonces Milo se vio a sí mismo, pero como si estuviese fuera de la situación, como si lo viese desde fuera. Se vio sentado a horcajadas encima de Shaka, los ojos inyectados en sangre y jadeando por el esfuerzo de arrancarle toda la armadura. Vio también a Shaka debajo suya, el rostro ruborizado, la mirada asustada. Al quitarle la armadura sin miramientos, Milo le había hecho rasguños por todo el cuerpo, algunos sangraban abundantemente.
Entonces se avergonzó de sí mismo. Había perdido el control por completo. ¿Dónde había quedado lo que pensó en la Casa de Cáncer? ¿Tan pronto había olvidado que debía aprender a controlarse si quería "vencer" en esta "batalla"? Se levantó y ayudó a Shaka a hacer lo mismo.
-Lo siento -murmuró el Escorpión.
-Yo también lo siento. No debí provocarte.
Shaka intentaba recomponerse, había cerrado de nuevo los ojos y se arreglaba el cabello, como intentando ignorar lo que acababa de suceder, como si no estuviese sangrando y con el orgullo maltrecho. Se puso a recoger los pedazos de su armadura, humillado. Milo se agachó para ayudarle.
-No, no hace falta que me ayudes... márchate, por favor.
El Caballero de Escorpio no supo qué otra cosa decir, así que se fue, caminando con lentitud y arrastrando los pies, cabizbajo. Ya había sido suficiente: Aioria llorando y Shaka sangrando. Decidió poner fin a ésta estúpida prueba, estaba tomando un rumbo que no le gustaba nada.
Se sentó en las escaleras que había a la salida de la Casa de Virgo, dispuesto a no seguir con el juego. Sintió rabia contra Camus, todo esto era culpa suya.
"No puedes culparle a él. Tú, con tus continuas infidelidades, fuiste el que le obligó a ponerte este reto"
¿Quién había hablado? Ah, era su conciencia. La conciencia del Escorpión no aparecía muy a menudo, pero cuando lo hacía era tajante. Había sido ella la que, por ejemplo, le había "obligado" a perdonarle la vida a Hyoga cuando luchó contra él en la Casa de Escorpio. Y ahora se manifestaba de nuevo.
"No puedes abandonar ahora. ¿Acaso no recuerdas cómo te sentiste cuando Camus te dijo que se había acabado, que habíais terminado? Si no terminas esta prueba te dejará y sabes que no podrías soportarlo"
-¡Vale, está bien, está bien! Déjame en paz.
Milo no quería ni pensar en la posibilidad de que Camus le abandonase, así que echó a andar hacia la siguiente Casa, la de Libra.
