LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION
Casa de Sagitario
Milo entró en la Casa de Sagitario caminando lentamente.. Ésta había sido la Casa de Aioros, el Caballero que durante tantos años habían creído un traidor y que había resultado ser el salvador de Atenea.
-Bueno, Aioros, supongo que no volverás del reino de los muertos para seducirme –dijo en voz alta.
Sus pasos resonaban por el Templo vacío y oscuro cuando le invadió una extraña sensación. Sentía una presencia, como si hubiese alguien más allí, con él.
Milo
Se quedó quieto, los ojos muy abiertos y el vello de los brazos erizado. Alguien o algo le había hablado, y no era su conciencia. Era como un cosmos que intentase ponerse en contacto con el suyo.
Milo
-A... ¿Aioros?
Sí, soy yo. Escúchame, tengo algo que decirte...
Milo sentía la boca seca, la lengua se le había pegado al paladar y no conseguía articular ni un sonido. Siendo sincero consigo mismo, el Escorpión estaba acojonado: Aioros estaba muerto, ¿cómo podía comunicarse con él? Aunque ahora que lo pensaba no era tan imposible, aunque el cuerpo de Aioros estuviese muerto hacía muchos años, su cosmo reinaba aún en este Templo, y hoy más que nunca.
En la siguiente Casa... ten mucho cuidado.
La siguiente Casa era la de Capricornio.
-¿Por...por qué? -logró decir Milo.
No aceptes nada de lo que te ofrezca Shura. Juega sucio.
-¿Qué quieres decir?
Pero ya no obtuvo respuesta. Seguía sintiendo el cosmo de Aioros, pero no tan intensamente como hacía un momento. Se quedó unos minutos allí parado y luego salió de la Casa con el rostro pálido. ¿Realmente había hablado con Aioros o se lo había imaginado todo?
