LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION
¿Qué ha pasado?
Milo iba recuperando poco a poco la consciencia. Al principio no podía pensar en nada, tenía la cabeza muy pesada, como si se hubiese pasado un montón de horas seguidas durmiendo. Se removió en la cama. Sabía que estaba en una cama por el tacto de las sábanas pero no recordaba ni dónde estaba ni cómo había llegado hasta allí. Lo último que recordaba era llegar a la Casa de Piscis... Afrodita en el jardín... Gimió y se frotó la frente, aún sin abrir los ojos. La piscina...el cambio de ropa... el beso...¡la rosa! Cuando recordó lo que había sucedido pero preferiría no haberlo hecho.
Afrodita le había clavado la rosa y había quedado inconsciente, en la cama del Caballero de Piscis...seguro que ese maldito se había aprovechado de él. Y seguro que había perdido a Camus para siempre. No había pasado esa estúpida prueba, y su amado le había dejado claro que, o la pasaba, o era el fin...
Sin darse cuenta unas lágrimas resbalaron por sus mejillas. No se imaginaba cómo podría vivir sin él. Verle, hablarle, pero no poder tocarlo, ni besarlo, ni decirle cuánto lo amaba... y, quizá, tendría que soportar verle con otros, quizá con Hyoga. No, definitivamente no podría soportar eso, así que no iba a darse por vencido. Tenía que conservar la esperanza.
Abrió los ojos y se incorporó lentamente en la cama, esperando encontrarse a Afrodita tumbado a su lado, pero no había ni rastro del Caballero de Piscis. Miró a su alrededor. Había anochecido y la habitación estaba en penumbra, pero veía lo suficiente para saber que no era la habitación de Afrodita... era... la de Camus. ¡Estaba en la Casa de Acuario! Apartó las sábanas y se levantó, confundido. ¿Qué hacía allí? Y se quedó más extrañado aún cuando se dio cuenta de que llevaba puesto el pijama de osos de Camus.
"¿Por qué estoy aquí? ¿Cuánto tiempo he dormido?"
Descalzo, salió de la habitación y vio que había luz en el baño. Se acercó, sigiloso, y a través de la puerta abierta vio a Camus. Estaba de espaldas, desnudo de torso para arriba y agachado en el lavabo. Milo no podía ver qué estaba haciendo, pero se detuvo unos instantes a contemplar el maravilloso culo de su amado. Entonces éste se incorporó y le vio a través del espejo que tenía enfrente. Se dio la vuelta:
-Milo. Te has despertado. -hablaba con un tono de voz frío, pero Milo no podía adivinar si estaba enfadado o no porque casi siempre hablaba así.
-Sí... -entonces fue cuando se fijó mejor en el Caballero de Acuario: tenía rasguños por todo el pecho, algunos aún sangraban. Debía estar lavándose las heridas cuando le vio agachado.
-¿Qué te ha pasado?-preguntó, preocupado.
Camus se llevó la mano al pecho:
-¿Esto? No es nada.
-¿Cómo que no es nada? ¿Quién te ha hecho eso?
-Tu amiguito el jardinero.
-¿El jardinero...? -empezó a preguntar Milo, pero enseguida comprendió y cerró el puño con rabia- ¡Maldito Afrodita! ¡Le voy a...!
-Tranquilo, él quedó en peor estado que yo -Camus sonrió con malicia mientras se secaba con una toalla.
-¿Os habéis peleado? -preguntó Milo, sorprendido.
-Sí.
Camus no parecía dispuesto a explicar nada más y salió del baño apartando a Milo a un lado. El Escorpión le siguió por el pasillo:
-¿No vas a contarme que coño ha pasado mientras estaba inconsciente? ¿Y qué hago en tu Casa? ¿Y por qué llevo puesto este HORRIBLE pijama?
Camus entró en la cocina, sin contestarle, y Milo, desesperado lo cogió por el hombro y le obligó a darse la vuelta:
-¡Contéstame, joder!
-¿A qué pregunta de todas? Sobre lo de mi pijama, pensé que estarías más cómodo. - la voz de Camus transmitía un deje de rencor: realmente le gustaba su pijama.
-Lo siento -Milo no entendía cómo podía gustarle a alguien, con esos osos por todo el cuerpo, ¡eran ridículos! Pero eso era lo que menos importaba en este momento - Contéstame a la pregunta de qué coño ha pasado.
-Te encontré en la cama con Afrodita... -empezó a decir el Caballero de Acuario, pero Milo enseguida le interrumpió para disculparse:
-¡Lo siento! De verdad, yo no quería, él me clavó una rosa y...
-Ya sé que no querías. Vi lo de la rosa.
-¿Lo viste? ... ¿Has estado siguiéndome todo el tiempo?
-No, todo el tiempo, no. Me habrías descubierto. Pero desde el Templo de Atenea te veía pasar de una Casa a otra, y cuando entraste en Piscis no me resistí a ir a ver qué pasaba. Confiaba en que pasarías todas las demás Casas, pero que a Afrodita no le dirías que no. Pero lo hiciste. -estiró un poco la comisura de los labios hacia arriba, lo que en Camus era toda una sonrisa.
Milo también sonrió, pero su sonrisa no era alegre sino amarga.
-¿Estás contento? -preguntó, sarcástico.
-Pues sí...
-Te has divertido mucho con todo esto, ¿verdad?
-¿En serio crees que me he divertido? -Camus se señaló las heridas del pecho. Milo ignoró estas palabras y siguió hablando:
-No sabes lo mal que me lo has hecho pasar poniéndome a prueba con este estúpido juego. Aldebarán casi me viola, Shura quería drogarme, el estúpido del Caballero del Fénix estaba en MI Casa... -detuvo un momento el torrente de palabras, pensativo- ¿Por qué le pediste a Ikki que viniera? Sabes que no lo soporto, ese tipo jamás en su vida podría seducirme.
-No le pedí que viniera, fue él quien insistió en venir. Estaba celoso de que Hyoga fuese a acostarse contigo, así que dijo que intentaría hacerte caer en tu Casa para que no llegases a Acuario y no tuvieses oportunidad de ponerle la mano encima a "su patito".
-¿Quieres decir que él y Hyoga...?
-Sí, son novios.
-Bueno, no cambies de tema -le reprochó Milo, como si hubiera sido Camus el que desvió la conversación hacia Ikki- El caso es que he descubierto algunas cosas interesantes por el camino... en concreto tres.
Camus puso cara de interrogación, no sabía a dónde pretendía llegar el Escorpión, que seguía hablando, muy serio:
-La primera, que no fuiste tú el que preparó aquella cena tan rica y de la que tanto alardeabas. Fue Shura.
Milo advirtió satisfecho que Camus se ruborizaba levemente:
-Bueno...yo...
-La segunda cosa que descubrí -continuó Milo- es que te follabas a tu discípulo allá en Siberia.
Camus se ruborizó más, y empezó a retorcerse las manos en señal de nerviosismo.
-Ejem... bueno...han pasado muchos años...
-¿Por qué nunca me lo contaste?
-Nunca me lo preguntaste -respondió el Caballero de Acuario, recuperando un poco la compostura.
-Pues yo creo que fue porque nunca pensaste que me podía enterar. Pero ya ves, tu truco de traer aquí al Cisne te ha salido mal.
-¿Y cuál es la tercera cosa que descubriste?
-Que no ha merecido la pena tanto esfuerzo. Que ahora soy yo el que no quiere seguir con esta relación.
-¿Qué? -Camus no podía creer lo que oía.
-Lo que oyes. Adiós, Camus.
Milo le dedicó una mirada fría, aprendida a partir de pasar mucho tiempo con el Caballero de Acuario, y con mucha calma se dio la vuelta y se marchó. Ni siquiera dio un portazo, cerró la puerta suavemente, dejando a Camus paralizado.
Un segundo. Dos. Tres. La puerta se abrió de golpe, dejando paso a Milo, que se abalanzó sobre Camus tirándolo al suelo. Le miraba con una gran sonrisa:
-¡Era broma!
Camus abrió la boca sin saber qué hacer por un momento, pero luego se giró bruscamente, dejando a Milo debajo suya y cerró las manos en torno a su cuello, intentando ahogarle:
-¡Me las vas a pagar! ¡Casi me da un paro cardíaco!
Milo se libró con un movimiento ágil de las manos de Camus y ambos rodaron por el suelo, hasta chocar con la nevera, entonces el Escorpión aprovechó para ponerse de nuevo encima de su amado.
-El que me las vas a pagar eres tú... voy a resarcirme de todo lo que he pasado hoy por ti-le amenazó Milo, y acto seguido le besó con rabia. Camus no pudo más que corresponder al apasionado beso del Escorpión, que pronto no se conformó con su boca y bajó hasta su cuello, haciéndole morderse los labios de excitación a cada mordisco con que Milo torturaba su piel. Mientras tanto, Camus había conseguido arrancarle la camiseta del pijama...por mucho que le gustaran esos ositos, definitivamente le gustaba más Milo desnudo...
Perdiéndose en la fría calidez del cuello de Camus, Milo pensó que no le sería difícil acostumbrarse a estar sólo con él... deslizó sus labios por su pecho lamiendo las heridas aún frescas en el torso de su amado, mientras éste enredaba sus dedos en el cabello del Escorpión.
Los dos Caballeros estaban muy concentrados en su tarea, pero si hubiesen mirado hacia la ventana de la cocina, hubiesen visto tres cabezas que no se perdían detalle de lo que pasaba. ¿Adivináis quién son? Sí, son los gemelos y Death Mask, que tras la "fiesta" en la Casa de Géminis, han subido hasta Acuario y les observan lujuriosos. Death Mask se está rascando la nariz, siente un extraño picor...
-Aaa...aaa...¡¡chís!! -no ha podido evitar estornudar, y recibe un codazo de Saga en el estómago:
-¡Sshhh! Nos van a oír -le susurra el Caballero de Géminis.
Dentro de la cocina, Milo levanta la cabeza por un momento del pecho de Camus.
-¿Has oído eso? -pregunta.
-¿El qué? Yo no he oído nada -le responde Camus. De todas formas el Escorpión no está satisfecho y empieza a levantarse, decidido a comprobar si ocurría algo raro, pero Camus le sujeta por el brazo:
-Olvídalo...y sigue por donde estabas...
La intensa mirada de deseo de Camus hace que Milo olvide todo lo demás, y vuelve a inclinarse sobre él. Con dos dedos sigue suavemente la casi imperceptible línea de vello que baja desde el ombligo de Camus, sintiendo como todo el cuerpo de éste se estremece... seguidamente ledesabrocha los pantalones y se deshace como puede de los boxers...
-Milo... -gime el Caballero de Acuario...
En la ventana, a Kannon le da un ataque de tos, pero Milo y Camus ya no oyen nada que no sean sus propias respiraciones...
FIN
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Siempre me emociono al escribir la palabra "FIN", no sé por qué... Bueno pues aprovecho este último capítulo para agradeceros a toda la gente que lo habéis leído y me habéis dejado vuestra opinión, aunque casi todas han sido buenas, también valoro mucho las críticas, así que no os cortéis criticando el final.
Espero que os hayáis divertido al menos un poquito, porque yo escribiéndolo me he divertido mucho ;) Bueno, besos a tods y hasta pronto!!
