Copyright: Inuyasha no me pertenece o.o le pertenece a Rumiko Takahashi, a la Toei /creo/ y a todos los que lo hallan comprado. La historia me pertenece a mí :3
Advertencia: Yaoi OoO#! MirokuXInuyasha.
Notas: Mi tercer shounen-ai de Inuyasha publicado pero no el tercer escrito o.o tenía algunas ideas escritas que se me borraron con una formateada /noooo!/ pero bueno... Se sitúa en la línea de tiempo que va después de la batalla contra Kaguya.
Tal vez más adelante escriba un MirokuXSesshoumaru y/ó un ShippouXMiroku /qué? es lindo/.. por el momento ya está.
Cualquier duda, queja o sugerencia a boogiepop ( a ) rock . com, o más fácil... se aceptan reviews :3
MY FALLEN ANGEL c1 the beast
Inuyasha se sentó apartado de los demás.
Llevaba a Tesusaiga fuertemente apretada entre uno de sus puños, varias heridas todavía a medio cicatrizar y la manga derecha de su traje desgarrada en tiras. (A/N: Ya sé que su manga se reconstruyó, pero a mí me da la gana que siga rota ¬¬)
Había sucedido por última vez esa noche, antes del amanecer, cuando aquel youkai en cuerpo de tennyou había secuestrado a Kagome. Y la ira acumulándose dentro de su pecho comenzó a crecer cada vez más, pero...
"No fue mi culpa." se dijo a sí mismo, mientras se abrazaba las piernas y enterraba suavemente su rostro dentro de sus rodillas. "Yo no quería..."
Sabía bien que no había sido así. Que él hubiese podido soportarlo, que el demonio encerrado dentro de su cuerpo hubiese podido soportar todavía más de no haber sido por aquél espejo...
Y entonces...
-¡¿Vas a vender tu alma a Kaguya y a olvidarte de nosotros?!
"Miroku..."
-¡A mí me gustas más como hanyou!
"Kagome..."
-¡¡INUYASHA!!
Pudiste haberlos lastimado realmente...
A lo único que tienes en la vida...
-¡¡Inuyasha!!
"Yo no quise..."
-¡¡Inuyasha, por favor, la cena se enfría!!- exclamó una irritada Kagome, luego de más de 5 minutos llamándole sin obtener respuesta.
Se llevó las manos a la cintura y observó al hanyou sentado sobre una roca del otro lado del pequeño campamento que habían montado, con la luz de la luna llena cayéndole sobre el cuerpo y el cabello plateado de forma etérea. Su mirada ausente todavía perdida en ningún punto en particular y la mitad del rostro escondida entre la tela maltrecha de su traje.
Había estado así todo el día, desde el momento mismo en que vio al castillo desaparecer del reflejo en el lago. Caminando al final de todo, sin participar de las conversaciones, y ahora, al caer la noche, sentándose en una esquina apartada de la fogata.
-Inuyasha...
No obtuvo por respuesta más que un gruñido apenas audible, así que echando una mirada a sus amigos que terminaban ya de cenar, comenzó a andar hacia él.
-¿Inuyasha?
Un gemido incómodo prosiguió al silencio que se formó entre ambos, y luego los ojos dorados del hanyou se cerraron.
-¿Qué deseas, Kagome?
-Inuyasha, la cena...-
-No tengo hambre, gracias.- le interrumpió él, bruscamente, mientras apretaba todavía más la funda de su espada.
-Pero no has comido nada desde...
-¡Sé bien lo que hago, gracias!
Los ojos marrones de la joven humana temblaron ligeramente antes de detenerse a pocos centímetros de él.
El sonido de la conversación entre Sango y Miroku se levantó por encima de ambos e Inuyasha volvió a dejar escapar un nuevo gruñido, esta vez más irritado.
Kagome permaneció unos segundos más viéndole en silencio.
-Si es por lo de Kaguya...
-No quiero hablar de eso.- le espetó el hanyou, antes de incorporarse sobre la roca y pisar la tierra con un salto.
-Pero... Inuyasha, lo que sucedió esa noche no fue...
-¡No importa lo que haya sido!- ladró Inuyasha, volviéndose bruscamente hacia ella. Sus pupilas brillando más de lo normal. -¡¿No lo entiendes, Kagome?! ¡¡Pude haberte lastimado, pude haberlos lastimado!! ¡A todos!- se llevó las manos a la cabeza mientras que la sacudía ligeramente, tratando de contener sus nervios.
-¡Pero no lo hiciste!- chilló Kagome, cortando la distancia entre ambos con dos pasos. -No lo hiciste.. pudiste controlarte, y al final nada sucedió... no debes culparte, Inuyasha, no...
-¡Sólo porque tú estabas ahí!- gimió el hanyou, apretando su agarre todavía más mientras sentía cómo las manos suaves de la chica se posaban sobre sus hombros tensos. -Fue sólo por eso...- su respiración entrecortada comenzó a aumentar su ritmo. -Y.. y yo no sé.... no sé de lo que hubiese sido capaz si tú no...
-Inuyasha, tú no...
-Sí lo hice, Kagome...- jadeó éste, sujetando con suavidad las muñecas de la joven y empujándola hacia un costado. -Los lastimé, a ustedes, lo único que... que tengo en la vida...- y cuando sus ojos se levantaron por encima de sus cabellos negros, Kagome supo que ya no estaba hablando de ella. -Me atreví a lastimarlos, y...- suspiró, profundamente, y luego soltó sus manos.
Sus orbes doradas temblando de forma cada vez más violenta.
Kagome volvió la cabeza hacia atrás y siguió la mirada del hanyou con la suya.
-No puedo entender cómo pude atreverme a... lastimarles...
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Sango arrastró lentamente la mochila de Kagome más cerca de ella, cuidando de no tocar las llamas de la hoguera encendida frente a ellos.
Hacía algunos minutos que habían terminado ya con la cena, y escuchando cómo Miroku acababa de quejarse ligeramente por el dolor en la herida abierta en el pecho, se había dado a la tarea de hacer algo al respecto.
Kirara maulló con pereza mientras que Miroku acariciaba con suavidad su cabeza peluda.
-Houshi-sama...-comenzó la taijin, extrayendo un paquete de vendas del botiquín. -¿Usted...?
-Inuyasha ha estado actuando de forma muy extraña, ¿No crees, querida Sango?- interrumpió el houshi, con la mirada enterrada en las espaldas del hanyou y su joven amiga.
-¿P-perdón?
Los ojos violetas se volvieron hacia ella y el houshi le dedicó una sonrisa amable.
-Kagome-sama ha tratado de hablar con él toda la tarde, pero...
-Creo que se siente un poco incómodo.- murmuró la joven, caminando hasta él y sentándose a su lado una vez llegada.
-¿E incómodo por qué?
Ella no respondió, pero extendió su mano derecha hacia él y golpeó con suavidad su pecho. Miroku dejó escapar un gemido apagado.
-Tal vez todavía se siente culpable por lo que...
-¿Qué? ¿¿Esto??- la sonrisa en los labios del sacerdote se ensanchó. -Pero si no ha sido nada.
-Pero eso no evita que Inuyasha lo haya...
-Por favor...
Las manos de la taijin sobre sus hombros hicieron que Miroku guardara silencio. Su capa violeta fue la primera en caer sobre su regazo cuando los dedos de la joven comenzaron a desnudarle en un silencio apacible.
-Sango...
Volviendo a ignorarle, Sango tiró de la tela oscura de su vestimenta y el torso del houshi apareció frente a sus ojos, con una cortada profunda que iba desde su hombro derecho hasta una parte detrás de su costado izquierdo.
-Houshi-sama...- gimió la joven, observando la herida y frunciendo el cejo. -Se..se ve muy mal...
Con una risa forzada, Miroku se frotó la nuca con una mano.
-Vamos, no me digas eso que pensaré que no te gusto.
Silencio.
Las vendas se escurrieron por las manos hábiles de Sango y con torpeza las fijó al pecho del sacerdote, quien profirió un débil gemido.
-Sango-san...
El vendaje dio una vuelta a su cuerpo conforme los latidos del corazón de la taijin aumentaban, poco a poco. Sus mejillas cada vez más encendidas.
Podía sentir la mirada violeta del monje sobre su cabeza y la piel caliente y suave de su torso por debajo de sus dedos.
-¿Tan feo estoy?- susurró éste, inclinándose hasta que sus frentes se encontraron ligeramente.
Y levantándose de forma brusca, Sango se ruborizó con fiereza. Su nariz a pocos milímetros de la del houshi.
-¡N-no! ¡Usted... usted podría.. usted le gustaría a cualquiera que tuviese ojos!
Una ligera sonrisa vibró en los ojos del monje mientras con sus manos aferraba suavemente las muñecas descuidadas de la exterminadora.
-H-houshi-sama... usted... podría...
-Pero la única persona que realmente me interesa...- su cabeza se impulsó todavía más hacia la de Sango, hasta que sus alientos se mezclaron en una caricia agradable. -...la única que deseo que voltee a verme... me ignora...
-H..houshi-sama...
-No soy para ésta persona más que un amigo, ¿Sabes? Y por más que me esfuerce y pida por una mirada de su parte, solamente puede volverse para mirarme con odio o burla...
-...houshi-sama...
-¿Qué debo hacer, Sango-san, para obtener una sola de sus miradas de amor?
-Y..yo no...
Y el corazón de Sango pudo haber sufrido un colapso si de pronto la mano de Miroku no se hubiese escurrido hasta tocar con suavidad la curva de su trasero.
Una oleada de furia le invadió por completo antes de que la palma de su mano se estrellara completamente contra la mejilla del houshi frente a ella.
-¡¡Houshi no hentai!!- gritó, incorporándose y mirándole con ira. -¡¡Po-podría obtener una sola de sus miradas de amor si no fuese usted tan...!!
Pero la risa vacía del monje interrumpió abruptamente sus palabras, porque Miroku había desprendido su mirada de la de ella para levantarla una vez más a la pequeña colina en el otro extremo del campamento.
-Tal vez... tal vez tengas razón, Sango-san...
Y luego nada.
Fue cómo si algo se rompiese dentro del pecho de la taijin cuando su mirada oscura se topó con los brillantes ojos dorados que le observaban con resentimiento desde el otro lado.
-...Houshi-sama... ¿Usted..?- repitió, pero nuevamente Miroku no tenía deseos de responder a sus preguntas.
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La respiración del hanyou se detuvo brevemente en su cuello y en aquél instante el dolor de Miroku fue el suyo. Se llevó una garra al rostro y tocó con suavidad la herida imaginaria en su mejilla ante la mirada fija de Kagome.
-Miroku...es...
Una sonrisa se dibujó en los labios de Kagome y dio un par de pasos hacia él, hasta que sus manos tomaron con suavidad las garras de Inuyasha.
-Miroku-sama es un joven muy fuerte, Inuyasha... y esa herida...
-No tendría esa herida de no ser por mí.- refunfuñó el hanyou, deseando arrojar las manos de Kagome hacia un costado.
-No, Inuyasha... No fue tu culpa.. si Kaguya no hubiese... es decir... Miroku-sama trató de ayudarte... todos nosotros quisimos hacerte entrar en razón y...
-Y yo le lastimé.- la voz de Inuyasha se escapó como un jadeo, pero Kagome pudo entenderlo perfectamente.
-Inuyasha...
Soltándose de su agarre, el hanyou volvió a sujetar la funda de Tesusaiga y se alejó algunos pasos de ella.
-Ve a cenar, Kagome.- dijo de pronto, sin volverse para verla. Sus ojos todavía fijos en los dos humanos que les observaban con curiosidad desde la fogata. -Yo...
"¡¿Por qué diablos me miras así?!"
-Pero...
-Iré a dar un paseo.- sentenció el hanyou, antes de echar su largo cabello blanco hacia atrás y dar un salto hacia la rama del primer árbol que pudo ver.
Después su cuerpo desapareció entre la oscuridad de la noche.
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Miroku se incorporó de pronto, dando la última vuelta y asegurando el vendaje a su torso. Luego, con un movimiento rápido, echó el resto de sus ropas sobre su cuerpo y sujetó su báculo con una de sus manos ante la mirada sorprendida de Sango.
-¿Houshi-sama?
-En seguida regreso.- fue lo único que dijo, antes de echar a correr colina arriba, hacia Kagome, quien continuaba viendo el sitio por el que Inuyasha acababa de desaparecer.
Echando una mirada al fuego, Sango se dejó caer de rodillas al suelo, observando con melancolía como Shippou regresaba de vaya a saber dónde cargando una gran cantidad de flores silvestres.
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-¡Miroku-sama!
Miroku se detuvo brevemente para ver a Kagome, quien lo observaba con sorpresa.
-¿S..se encuentra mejor?
-No se preocupe, Kagome-sama.- sonrió el houshi, golpeando su pecho y torciendo su rostro en un gesto alegre para evitar la mueca de dolor que amenazaba por escaparse. -Esto no es nada.
-Me da gusto saberlo.- asintió ella, con una sonrisa. -Pero Inuyasha todavía piensa que...
-Inuyasha es un animal muy necio.- rió Miroku, mirando el camino oscuro frente a ellos. -Pero aún así...
Los pasos de Kagome se acercaron a él y de pronto levantó su dedo índice hacia un costado del sendero.
-Se fue por ahí...
Y mirándola con un momento de sorpresa, Miroku decidió regalarle una última sonrisa antes de echar a correr por el mismo lugar por donde Inuyasha se había marchado.
De verdad tenía que hablar con él y hacerle entender que no sucedía nada malo. Que dejara de culparse todo el tiempo por todo lo malo y que entendiese que, aunque hubiese salido lastimado, él mismo se lo había buscado y que después de todo no iba a morir.
Al menos no por el momento.
Su silueta se perdió entre la oscuridad del bosque, y con un suspiro, Kagome escuchó cómo también el sonido de sus pasos se desvanecía.
-Espero que usted sí pueda ayudarle, Miroku-sama...- gimió, en voz baja, y echó a andar hacia el campamento, donde Shippou-chan jugaba con una inquieta Kirara.
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-¡Inuyasha, no pierdas el control! ¡¿Vas a vender tu alma a Kaguya y a olvidarte de nosotros?!
-¡¡¡NO!!! No quiero hacerlo, ¡No quiero perderlos! ¡¡No podría olvidarme de ustedes aunque me mataran!! ¡No quiero olvidarme de ustedes! ¡No quiero olvidarme de ti!
"¡Miroku!"
Hubiera deseado decirle eso en vez de arrojarse sobre él. Si tan sólo...
"Si tan sólo hubieses sido tú quien.."
-¡Inuyasha!
Abriendo bruscamente sus ojos a la oscuridad que le envolvía, Inuyasha se incorporó, de golpe.
-¿M-Miroku?
Se había quedado dormido apenas unos instantes, mientras veía una y otra vez su rostro, escuchando su voz pidiéndole que regresara. Y entonces...
Los pasos se detuvieron debajo del árbol donde Inuyasha se había instalado y Miroku levantó la cabeza cuando se dio cuenta de que el hanyou le observaba desde arriba, sorprendido.
-¿Qué estás haciendo aquí?- jadeó, apretando involuntariamente la funda de Tesusaiga e inclinándose hacia el frente.
Sonriendo, el houshi se acercó un poco más a él.
-Paseaba, ¿Qué más?- respondió, dedicándole una de esas miradas que el hanyou tanto detestaba. -¿Qué haces tú aquí?
Los ojos dorados de Inuyasha temblaron antes de que volviese arrogantemente su rostro hacia un costado.
-Keh.- gruñó, con las cejas alarmantemente arqueadas. -Eso no es algo que te importe, ¿Sabes?
Miroku no respondió e Inuyasha abrió ligeramente sus ojos ante el silencio seguido a sus palabras.
"¿Te has ofendido?"
-M-Miroku...
-¿Si?- el houshi había dejado su báculo recargado contra el tronco del árbol y estaba disponiéndose a sentarse a su lado.
Hubo un silencio incómodo que fue roto por el sonido de un cuerpo cayendo pesadamente al suelo. Luego Inuyasha se incorporó, elegantemente, y miró al houshi frente a él.
-¡¿No te he dicho millones de veces que esta es la hora de caza de los youkai?!- exclamó de pronto, frunciendo el ceño. -¡¿Por qué no entiendes que si alguno de ellos te hubiese encontrado, tú no...?!
La sonrisa que le regaló Miroku logró que las palabras se enredaran con su lengua y torpemente la mano con la que apretaba la espada comenzara a aflojarse.
-¿Te preocupas por mí, Inuyasha?- inquirió el monje, todavía sentado sobre una de las raíces salidas del árbol y la cabeza reclinada hacia el frente.
-¿Q-qué?- lentamente, las mejillas del hanyou comenzaron a enrojecer y girando nuevamente el rostro hacia un costado dejó escapar un fuerte suspiro. -Keh.- resopló. -N..no es que me preocupe por ti, bouzou.. es sólo que si alguien te come antes de tiempo no podrás ayudarnos a luchar contra Naraku... y bueno, no es que seas tan importante, pero...
-¿No soy importante?
El corazón de Inuyasha saltó con fuerza.
-¡N-no quise decir eso, en realidad tú...!
-¿O sea que si te importo?
Mirando dentro de los ojos violetas del houshi, Inuyasha supo que dijera lo que dijera Miroku iba a atraparle, así que sacudió su cabeza, se sentó toscamente en el suelo, a pocos pasos de él, y cerró sus ojos.
-Sólo no deseo que te mueras todavía.
Mirándolo vagamente y con una risita bailando en sus labios, Miroku suspiró.
-Deberías saber que el hecho de ser comido por algún youkai hambriento dejó de preocuparme hace mucho tiempo.- murmuró, lo suficientemente alto como para que Inuyasha le escuchara.
Y levantando levemente su mirada hacia el houshi, el hanyou pudo ver cómo éste observaba fijamente su mano derecha.
Fue como si un escalofrío recorriese todo su cuerpo al percatarse de todo lo que Miroku significaba para él, pero viendo aquellos ojos violetas mirándole con tranquilidad pudo entenderlo y aceptarlo todo perfectamente.
Así que incorporándose levemente, caminó hasta él y, ante la mirada sorprendida del houshi, se desplomó de rodillas frente a él y dejó que el resto de su cuerpo se reclinara sobre el del sacerdote mientras que sus brazos envolvían con suavidad la cintura lastimada.
-¿I-Inuyasha.. qué...?
-Perdóname, Miroku...
Los ojos del houshi se ensancharon ligeramente.
-¿A.. a qué te...?- pero de pronto olvidó lo que deseaba decir cuando una de las garras de Inuyasha se escurrió por su pecho, siguiendo la trayectoria de su herida.
-No quise lastimarte... pero...
Luego se quedaron un momento callados, escuchando sus respiraciones y el sonido de los grillos chirriando a su alrededor.
Miroku inclinó ligeramente su cabeza y sintió cómo el cuerpo de Inuyasha se sacudía sobre él.
-Inuyasha...- sonrió, ligeramente, y sujetó suavemente la muñeca del hanyou para arrastrarlo hacia su rostro. -No te preocupes por eso, en realidad no fue nada... sólo un rasguño, pero me he hecho miles de esos antes... no tienes por qué...
-¡¿Y qué si esta vez hubiese sido más que un rasguño?! ¡Estaba fuera de mí, Miroku, y pude haberte perdido!
La mirada sorprendida del houshi se encontró con la suya y el rostro de Inuyasha se ruborizó furiosamente.
-...e..es decir...a.. cualquiera, yo... pude...
Y volviendo a sonreír, Miroku tiró todavía más de la garra del hanyou hasta que la palma de piel áspera estuvo justo frente a su boca.
-Pero Kagome-sama estaba ahí para detenerte, Inuyasha... Kagome-sama siempre estará ahí cuando la necesites...
Los ojos dorados se cerraron momentáneamente.
-¿Y..y si no hubiese estado ahí...?- jadeó, sintiendo el aliento cálido del monje golpear su garra.
Y Miroku sonrió, todavía más, empujando sus labios contra los dedos largos y maltratados.
-Te hubiese besado yo.
Y ya.
El corazón de Inuyasha palpitando contra el pecho del houshi comenzó a hacerse audible, cada vez más fuerte, hasta que sus miradas se encontraron fugazmente y el rubor aumentó en su rostro.
-B..bouzou...
-Sin importar qué sucediese, yo me hubiese quedado ahí para protegerte, Inuyasha..- susurró la voz del monje, mientras que su rostro se adelantaba dentro de la cortina de cabello plateado que escurría por las mejillas de Inuyasha. -Nunca voy a dejarte solo.
-¿No?- gimió el hanyou, encogiéndose de hombros al sentir cómo el otro brazo de Miroku se cerraba alrededor de su cintura y le apretaba contra su cuerpo.
-No.- repuso éste, acariciando suavemente la mejilla del hanyou con su nariz en una caricia deliciosa.
Y gimiendo todavía más fuerte, Inuyasha apretó también su propio abrazo.
-N..no deseo que mueras, Houshi-sama...
-Y no voy a morir, hanyou estúpido.- rió el sacerdote, tomando con firmesa el mentón del otro. -No todavía...- entonces cerró sus ojos, viendo cómo torpemente Inuyasha tomaba la iniciativa.
Podían saborear sus alientos golpeando contra los labios del otro. Casi rozándose unos contra los otros. Pero cuando Miroku se impulsó para cortar los pocos milímetros que les separaban de un beso, una explosión a sus espaldas les hizo despertar de su sopor de un salto y separarse bruscamente.
-¡¿Qué es lo que..?!- gimió el houshi, maldiciendo internamente a quien hubiese interrumpido, mientras que Inuyasha saltaba hacia la copa del árbol sin ningún esfuerzo.
Y al no obtener respuesta supo que algo no estaba bien.
continua...
