Copyright: Inuyasha no me pertenece o.o le pertenece a Rumiko Takahashi, Shogakukan, Sunrice y a todos los que lo hallan comprado. La historia me pertenece a mí :3
Advertencia: Yaoi OoO#! MirokuXInuyasha.
Notas: Estuve leyendo fanfics sobre esta pareja en inglés o.ou y.......... errm... son casi todos copia uno de otro... pero recomiendo A White Day Kiss, The Slap (Ritsuko), Verdict on Today (Anie), Calling it Even y Surrender (Musechan) y, si le hubiese entendido /brb/ les recomendaría también Fall (Ame No Chikara) /no comprendí bien el punto de Inuyasha.../. Lean también Brown Eyes que es un Shippou X Miroku que nunca terminaron ¬-¬U...
Bien, es todo, muchas gracias a Nakuru Tsukishiro (mwahaha D!), Moony (-le pega un zape- No pongas en duda mis capacidades artísticas, mala hermana D!! Además, ¿Qué tiene de malo que Shippou se enamore? TwT y aparte de Kagome, Miroku es el único que siempre lo defiende de Inuyasha 0 !!! Como sea ¬w¬Uu.. no he visto ese capítulo xOxU... nada más vi ese donde según Shippou se enamora de la niñilla que creía que tenía un fragmento de la Shikkon x.oU... bueno, ya, bye XD!), AGUILA FANEL, angel e IS por los reviews n-n!
Glosario: Para mejor entendimiento del fanfic en general.
Tesusaiga / Tetsusaiga / Tessaiga: Colmillo de Acero.
Hanyou: Semi demonio.
Youkai: Demonio / Bestia.
Kazaana: Agujero Negro.
Hiraikotsu: El boomerang de Sango.
Shakujou: El báculo de Miroku.
Kitsune: Zorro.
Miko: Sacerdotisa.
Houshi: Sacerdote (Houshi-sama fue traducido en México como Su Excelencia).
Bouzou: La forma despectiva en la que Inuyasha llama a Miroku.
Kaze no Kizu: Viento Cortante.
Sankontetsusou: Garras de Acero.
Taijin(no sé bien si se escribe así o.ou): Exterminador/a.
Tennyou: Doncella.
Shikon no Tama: Perla de Shikon.
Osuwari: ¡Sentado!
MY FALLEN ANGEL ( ) c2 i'll kill you
-¡¡¡Kaze no Kizu!!!- el viento fue cortado con un zumbido y, en medio de la oscuridad de la noche, la figura gigantesca de un youkai cayó al suelo con una herida en la pierna derecha.
-¡¡Inuyasha!!- Kirara se viró ligeramente, volando por encima de la cabeza del youkai y mostrando a Sango y Kagome sentadas sobre él.
-¡Kagome!- los ojos dorados del hanyou se volvieron abruptamente a la joven sentada detrás de la exterminadora. -¡Vete de aquí, es muy peligroso! ¡Se trata de un...!
-¡Un dragón!- chilló Shippou, saliendo de adentro de la mochila de Kagome y viendo con espanto al reptil reclinado sobre el suelo desnivelado.
-Un dragón de barro.- completó Sango, apretando su Hiraikotsu entre uno de sus puños y empujando a Kirara en picada más cerca del youkai. -No suelen aparecer en las montañas.- gruñó, mientras arrastraba el boomerang fuera de su espalda. -¿Qué está haciendo aquí?
-Eso...- respondió Inuyasha, que había saltado sobre el lomo del dragón y se preparaba para cortarle la espalda con su espada. -...eso es lo que menos importa ahora... ¡Kagome, -sus ojos viajaron hacia la joven humana.- ¿Dónde está el fragmento de la Shikon?!
-Eh...- levantándose por encima de los hombros de la taijin, Kagome frunció el cejo. -¡Ahí!- su brazo se estiró hacia un punto detrás de sus orejas. -¡Cerca de la yugular!
-Eso era todo.- sonrió el hanyou, poniendo de espalda el filo de su espada. Luego, con toda su fuerza, la descargó pesadamente contra el cuello desprotegido, pero a pocos centímetros de tocar la piel escamosa del reptil, éste se estremeció, aulló y con un movimiento rápido alcanzó el cuerpo de Inuyasha con su musculosa cola.
Inuyasha golpeó pesadamente el suelo después de esto.
-¡¿Cómo te atreves?!- bramó una voz ronca y escabrosa. -¡¿Cómo puede un hanyou como tú ser tan insolente como para osar ponerme un dedo encima?!
Y luego la voluta de fuego directo al cuerpo pequeño del hanyou, quien apenas si alcanzó a volverse para cortar la esfera con el filo de su espada.
-¡¡No me subestimes, monstruo asqueroso!!- Tetsusaiga giró dentro de sus puños apretados. -¡¡Kaze no Kizu!!- y nuevamente el dragón volvió a chillar cuando una serie de sus escamas salió desprendida de cierta parte en su rostro. -¡¡Si lo que deseas realmente es probar el poder de Tetsusaiga, te daré una muestra!!- sus piernas se abrieron en medio del salto que acababa de dar, la espada por encima de su cabeza y los ojos dorados bien fijos en la cabeza tambaleante del reptil. -¡¡BAKU RYU...!!
-¡¡¡NO VUELVAS A TOCARME!!!- la voz gutural del dragón se alzó por encima del bosquecillo, abruptamente, mientras sus ojos ardían de furia y dolor mezclados. Su cola volvió a agitarse, una de sus zarpas se interpuso en el camino de Inuyasha y antes de que el ataque estuviera concluso, la fuerte cola del monstruo se estrelló contra el estómago del semi youkai, quien jadeó fuertemente y fue expulsado hacia el suelo a una velocidad impresionante.
Su espalda volvió a golpear la superficie rocosa, enviando hondas de polvo y pequeños fragmentos de piedra a algunos pocos metros a su alrededor.
Tetsusaiga voló de su agarre, con fuerza, y fue a ensartarse en el tronco nudoso de un árbol particularmente ancho.
-¡¡¡INUYASHA!!!- gritó Kagome, aferrándose a Sango, que estaba preparándose ya para lanzar su boomerang antes de que el dragón terminase de elaborar una nueva bola de fuego.
-¡¡Hiraikotsu!!- se escapó de sus manos y Kirara descendió un poco más.
-¡¡POR TU INSOLENCIA DEBERÁS MORIR, MESTIZO!!- bramó el dragón, cuando las lenguas de fuego comenzaron a escaparse de sus ollares, y entonces, con violencia, rechazó el Hiraikotsu al mismo tiempo que la nueva bola de fuego se desprendía de sus labios escamosos.
Los ojos de Inuyasha apenas alcanzaron a abrirse.
¡Inuyasha!
-¡¡INUYASHA, QUÍTATE DE AHÍ!!
Una mano cubierta con una serie de cuentas sagradas se extendió hacia el frente.
-¡¡KAZAANA!!
Entonces la esfera de fuego vibró, el cuerpo del dragón comenzó a retroceder lentamente, y las ramas de los árboles se agitaron con fuerza hacia el túnel de nada en la palma de Miroku.
El reptil volvió la cabeza con violencia hacia la fuente de la energía y sus ojos brillaron con odio.
-¡¿Y tú quién eres?!
-¡No toques a Inuyasha!- fue la única respuesta de Miroku.
La esfera tembló todavía más y entonces la trayectoria se desvió en una curva y voló con fuerza hacia él. Pero el cuerpo del dragón apareció en el camino y su cabeza se viró hacia su propio ataque, sorprendida.
-¡¿PERO QUÉ..?!- y luego un chillido de dolor al sentir cómo sus escamas ardían en cierta parte de su hocico. Se tiró al suelo, arrastrando su mejilla escamosa sobre la tierra húmeda del bosque, antes de incorporarse y avanzar a pasos largos y pesados hacia Miroku, que había vuelto a sellar su kazaana y retrocedía entre los árboles. -¡¡MALDITO HUMANO!!- chilló el dragón, enfurecido. -¡¡¡TU INSIGNIFICANTE ATAQUE NO TE SERVIRÁ DE NADA, PERO SI LO QUE DESEAS ES MORIR ANTES QUE EL HANYOU, CUMPLIRÉ TU DESEO!!!
Sus patas aumentaron el ritmo de su carrera hacia el sacerdote, quien se había detenido nuevamente dispuesto a utilizar su kazaana una vez más.
-¡¡HIRAIKOTSU!!- el boomerang saltó de las manos de Sango, pero nuevamente, con una velocidad sorprendente, la cola del dragón lo golpeó desviando la trayectoria hacia las jóvenes sobre el youkai.
-¡MUERE, GUSANO ASQUEROSO!- bramó, y sus fauces se abrieron para dejar escapar un chorro de ácido que golpeó pesadamente los árboles que había frente a él.
Los ojos violetas de Miroku se ensancharon al ver la carga de veneno que se dirigía hacia él, y entonces...
Nada.
Un silencio sepulcral se apoderó del bosque, apenas interrumpido por el vuelo de las aves que habían logrado escapar del lugar.
Kirara gimió en voz baja y, aterrada, Kagome vio cómo los ojos de Sango comenzaban a llenarse de lágrimas.
-H...houshi..houshi-sama...- la voz se atoró en su garganta.
No hubiese podido hablar realmente.
-Miroku-sama... no puede... usted no puede...
-¡¡¡¡¡NO PUEDES ESTAR MUERTO, MIROKU!!!!!- un chillido espeluznante se levantó del medio del bosque, en donde un Inuyasha completamente fuera de sí avanzaba a grandes saltos hacia el sitio donde el monje se había encontrado apenas segundos antes. -¡¡¡MIROKUUUUUUUUUUU!!!
Pero no obtuvo por respuesta más que un nuevo golpe de la cola de la bestia y una carcajada atronadora.
En cierta parte ver lo que sucedía allá abajo era tan patético como doloroso. Los intentos frustrados del hanyou por alcanzar al houshi, la desesperación de saber que Miroku podría estar muerto o agonizando y no poder hacer nada para ayudarle.
Y de nuevo un golpe de su espalda contra el suelo, con un crujido de huesos y piel rasgándose. Pero eso no importaba... Volvió a incorporarse, ante la mirada burlona del dragón, y apoyándose ligeramente en el mango de Tetsusaiga, avanzó nuevamente hacia él.
-¡¡Quítate de mi camino, maldito monstruo!!- jadeó Inuyasha, apretando su espada entre las garras. -¡¡APÁRTATE SI NO DESEAS MORIR!!- y de nuevo se lanzó hacia él, con los hombros tensos y los ojos cargados de furia.
-¡¿Y eres tú quien va a matarme?!- rió el reptil, con un estruendo, antes de inclinarse, golpear el cuerpo del hanyou con una pata y empujarle sobre el suelo con las garras ensartadas alrededor de su cuerpo, pesadamente.
Tetsusaiga saltó de entre los dedos de Inuyasha, sus ojos se ensancharon en agonía y, con un jadeo, una bocanada de sangre salpicó las escamas en la piel fría del dragón.
-No me hagas reír...- bufó éste, con sus enormes fauces a pocos metros del cuerpo pequeño debajo de su pata. -No eres más que un insignificante microbio...
Jadeante entre sus garras, el semi demonio no respondió.
-¿Deseas morir, híbrido?- la voz silbante del dragón golpeó el cuerpo de Inuyasha, pero el cabello cubriendo su rostro le impidió ver más allá de los revueltos mechones plateados.
-¡¡¡Inuyasha!!!- Kirara descendió un poco más, y, poniéndose de pie sobre su lomo, Kagome extendió arco y flecha hacia el frente al mismo tiempo que Sango volvía a arrojar su Hiraikotsu.
-¡¡¡BASTA!!!- bramó el youkai, volviendo entonces su gigantesca cabeza de golpe hacia ellas y arrojando una bocanada de fuego que dio de llenó al Hiraikotsu, pasó más allá, incluso antes de que Kagome terminara de preparar su tiro, y les hizo dar una violenta vuelta que les arrojó a los tres de la espalda de una enfurecida Kirara.
Sus ojos brillantes y oscuros regresaron al cuerpo pequeño y frágil bajo su pata y con suavidad cerró sus garras alrededor de su cintura. Tiró de él lentamente hacia arriba, hasta que su hocico escamoso estuvo a pocos centímetros de la figura inmóvil de Inuyasha, y con sorna comenzó a sacudirlo entre sus dedos.
-¿Qué sucede, Hanyou?- rió, con una risa gutural y escalofriante. -¿Es eso todo lo que puedes hacer? Tus amigos están muertos y lo mejor que haces es desmayarte... me das vergüenza, hanyou; ni siquiera mereces ese título de medio youkai, ¿Sabes? No lo mereces, no eres más que un...- pero antes de poder terminar la frase en cuestión, la cabeza de Inuyasha se irguió y sus ojos se enterraron en los de él, brillando con un frenesí que el youkai en cuestión no había visto antes en su mirada.
Y su aroma había cambiado ahora. No era más el aroma de un humano mezclado con el de un youkai, no era más el del polvo y la sangre seca, de las líneas mezcladas, del sudor y el miedo... Había algo más. El dolor ardiente y desesperado de la sangre corriendo por las venas de un demonio.
Kuroiro, el dragón, retrocedió ligeramente, con los enormes ojos amarillos ensanchados por la sorpresa, con su garra cada vez más apretada alrededor del cuerpo del hanyou que le miraba con esa mirada de odio que pulsaba fuertemente entre el rojo y el blanco mortal.
Hasta que la fuerza sobrenatural en un hanyou masacrado y humillado se hizo camino a través de sus garras, y sin prestar atención alguna al dolor en sus costillas lastimadas, las propias garras caninas de Inuyasha se abrieron paso en la piel y huesos ahora desgarrados de lo que antes fue la pata draconiana.
-
Kirara gruñó, bajo el peso de Kagome, Sango y el pequeño Shippou, tras haber caído varios metros tras el ataque de aquél youkai. Se había arrojado tras ellos cuando les vio caer y había cogido a uno tras otro con la espalda enfebrecida bajo el fuego del dragón.
Kagome fue la primera en incorporarse, lentamente, sintiendo cómo cada músculo del cuerpo le lastimaba y el golpe que había recibido en la cabeza sangraba.
-Sango-chan...- su mirada marrón se volvió en la búsqueda del cuerpo de su amiga. La vio a pocos metros de ella, luchando por ponerse de pie, con el traje de exterminador medio quemado y el rostro embarrado de barro y sangre. -¡Sango-chan! ¿Te encuentras bien?- jadeó, apresurándose hacia ella en un intento de ayudarle a levantarse.
Pero Sango la arrojó, bruscamente, sintiendo cómo le punzaba la pierna izquierda y sin volver la mirada hacia ella.
-¡Houshi-sama!- fue lo único que logró decir, antes de echar a correr hacia el punto en el que Kagome supo que Miroku había estado momentos antes.
Había un débil resplandor entre los árboles, y, seguidas por una Kirara y un Shippou jadeantes, ambas jóvenes siguieron la tenue luz desconocida.
-¡¡Houshi-sama!!- volvió a exclamar Sango, al dar de frente con la mezcla de ácido de color verde ponzoñoso que había corroído parcialmente una fracción del suelo rocoso. -¡¡Houshi-sama, no!!- sus ojos se vidriaron y con desesperación trató de acercarse a aquél lugar. Sin embargo estando ya a pocos pasos, Kagome tiró de su brazo y la alejó del agujero en la tierra.
-¡No te acerques, Sango-chan! ¡Es ácido, podría...!
-¡¡Pero Houshi-sama está...!!
La mezcla verdosa brilló todavía más entonces, y de un momento a otro explotó, salpicando todo con residuo ardiente de la baba de dragón. Y Miroku emergió de ella, con el báculo extendido frente a él y los ojos fuertemente cerrados, jadeando pesadamente tras haber mantenido una barrera de energía por tanto tiempo y la náusea que el hedor del ácido le provocaba.
Cuando abrió sus ojos el cuerpo de Sango tirándose sobre él fue lo primero que pudo ver.
-¿S-Sango?
-¡¡Houshi-sama!! ¡¡Gracias a Kami, pensé que había... no vuelva a asustarme así!!
Podía sentir las lágrimas de la joven exterminadora cayendo sobre su cuello y las miradas aliviadas de Kagome y Shippou.
Así que comenzó a ruborizarse, débilmente.
-N.no te preocupes, Sango.. estoy bien... yo solamente...
-¡¡¡Inuyasha!!!- el chillido del pequeño kitsune les alertó a todos a volver el rostro bruscamente.
Con garras y colmillos, Inuyasha había rasgado por la mitad el cuerpo del ahora agonizante reptil.
-¡Inuyasha, ganaste!-sonrió Kagome, avanzando de prisa hacia él.
-¡Kagome-sama, no se acerque!- exclamó entonces Miroku, tirando de ella por un brazo hacia él e impidiéndole ir más cerca de Inuyasha.
Kagome lo miró, confundida.
El houshi había fruncido prolongadamente el cejo y tenía la mirada fija en el hanyou arrodillado en medio del charco de sangre y vísceras. -Ese no es Inuyasha...- susurró éste finalmente, y Sango se acercó a ellos con su Hiraikotsu sobre el hombro.
-Es verdad... ¿Puedes sentirlo, Kagome-chan? Su energía es la de...
-...la de un demonio...- jadeó Kagome, cubriéndose la boca con ambas manos cuando la triste imagen cobró forma. -¿P..pero cómo es que...?
-No tiene a Tetsusaiga.- la cabeza de Miroku se levantó en un gesto y todos volvieron el rostro hacia la espada que yacía sobre el suelo a no muchos metros de Inuyasha. -Creo que lo más conveniente ahora sería...
Los ojos de Inuyasha se levantaron en aquél momento hacia ellos. Su cabello blanco caía en mechones sobre su frente, oscureciendo su rostro, y a través de sus hombros y su espalda en largos filamentos plateados que brillaban bajo la luz de la luna.
Miroku apretó con una mano su Shakujou y con la otra el agarre al brazo de la joven sacerdotisa.
-Hanyou...- una voz ronca llamó, y la mirada sangrienta de Inuyasha se volvió despectivamente hacia el cuerpo mutilado del dragón.
Le miraba desde el suelo, con medio torso destrozado y una capa de sangre cubriendo sus entrañas; sus ojos cargados de un veneno todavía más ponzoñoso que los del hanyou. -¿C-cómo pudiste...? ¿¿Cómo pudo un híbrido como tú...??
Y con un gruñido irritado, Inuyasha se puso de pie, caminó hacia él y sin ninguna consideración enterró su pata derecha justo en el centro del cráneo del reptil.
El dragón dio un último chillido cuando las garras rompieron violentamente su piel y se enterraron dentro de sus huesos.
Luego nada más que el escurrir de la sangre alrededor de los dedos de Inuyasha.
Kagome se cubrió los ojos y abrazó involuntariamente a Miroku en una tentativa de no ver lo que acababa de suceder. -¡Kami-sama!- gimió, aterrada, y Miroku la aferró todavía más.
¿Qué haría ahora que el youkai estaba muerto? ¿¿Seguirían ellos?? ¿Sería Inuyasha capaz de...?
-Criatura insignificante.- siseó Inuyasha, con una voz gélida que no le pertenecía, antes de llevarse una mano al rostro y apoyar suavemente las garras contra sus labios. Su lengua se escurrió entre sus dedos y una sonrisa placentera se estiró en sus labios.
La sangre era negra y fría y para Inuyasha fue tan exquisito como el más dulce de los platillos. Había una furia desgarrante dentro de su pecho y un deseo excitante de ir a por más sangre. De encontrar un plasma todavía más dulce que la de un youkai.
La sangre que había probado solamente en... -..un humano...
Levantando la mirada hacia el grupo de personas que se encontraba escondida entre los árboles a pocos metros de él, su sonrisa se ensanchó. Había ahí dos mujeres y un hombre que serían suficientes al menos hasta que encontrase una aldea.
Dos mujeres a las que les rompería el cuello y desmembraría parte por parte.
Un hombre al que le arrancaría el corazón con una garra y después...
Rió, con su risa fría. Rió mientras degustaba ya el sabor y el aroma de su sangre, de sus miedos.
Simplemente rió, pensando en la mejor manera de destazarles...
Por su parte, Miroku empujó ligeramente a Kagome hacia un costado.
-Lo más conveniente será que se marchen.- dijo el sacerdote, firmemente, sin despegar su mirada del semblante oscurecido del hanyou. -Yo me haré cargo de él.
-¡¿De qué está hablando?!- chilló Kagome, aterrada. -¡¡No vamos a dejarle aquí sólo para que...!!
-¿Para que me mate?- inquirió Miroku, y la miró con una sonrisa cansada en sus labios. -No se preocupe, Kagome-sama. Me he enfrentado con youkais mucho más peligrosos que el cabeza hueca de Inuyasha. Y de todas formas, no me importaría mucho si muero ahora, pero ustedes...
-¡¿Quiere que nos marchemos y que después nos mate la culpa si a usted le sucede algo sabiendo que pudimos haber hecho mucho para ayudarle?!- interrumpió Sango, desde el mismo lugar de Kagome. -¡No nos iremos! ¡Inuyasha también es nuestro amigo y...!
-Y quiere matarnos.- susurró el houshi, levantando sus ojos violetas hacia el youkai que corría ya hacia ellos. -Kagome-sama...
-¿Sí?
-Quítese.- y con esto la empujó con fuerza hacia un costado, levantando su Shakujou hacia el frente y deteniendo justo a tiempo la embestida de Inuyasha. Un campo de fuerza transparente se levantó alrededor de los tres humanos y los dos pequeños youkai que se apretaban uno contra otro (en realidad era Shippou contra Kirara, pero bueno...) en el momento en que el cuerpo del demonio saltó sobre ellos.
Soltó un gemido, sus garras se desprendieron con fuerza de la esfera de energía, quemando.
-¡¿CÓMO TE ATREVES?!- bramó, irritado. -¡¿Crees que podrás detenerme toda la noche con eso, humano?!- una carcajada gutural se escapó de sus labios y Kagome se abrazó a sí misma, sintiendo cómo las lágrimas se apretaban en sus ojos. -Lo más inteligente que podrían hacer es salir de ahí...- se incorporó entonces, andando a pasos cortos frente a Miroku, quien permanecía con el Shakujou en alto y la mirada fija en el demonio. -Si lo hacen ahora podría ser amable con ustedes y simplemente romperles el cuello, o de otro modo podría arrancarles la piel y cada una de sus extremidades mientras siguen con vida...
Miroku no respondió, y Shippou abrazó con fuerza a Kirara, chillando.
-...deberé recordarte que pronto de cansarás, humano... y yo estaré aquí, esperándote...
Arqueando una ceja, el houshi sonrió, sin despegar su mirada de la de Inuyasha.
-¿Y qué harás entonces? ¿Comernos?
Sonriendo también, Inuyasha se detuvo, frente a frente con el monje. -Naturalmente.- inclinó su rostro, hacia el de Miroku, y se pasó abruptamente la lengua sobre los labios. -Aunque tienes un lindo rostro y podrías serme útil para alguna otra cosa...- soltó de pronto, con una mirada insinuante, y los rostros de todos dentro del campo de fuerza enrojecieron violentamente.
La mirada del sacerdote tembló.
-Sal de ahí.- instó Inuyasha, cruzándose de brazos. -Lo hablaremos.
-Inuyasha...
-Anda, termina con esto.
-...tú...
-Vamos, estoy hambriento.
-...eres un cobarde...- escupió Miroku, con las mejillas todavía ruborizadas y los dientes apretados.
Las orbes azules le enfocaron fijamente entonces, con la furia reflejada en ambas.
-¿Cobarde, yo? ¿¿Lo dice quien se oculta tras un campo de fuerza??
-¡¡Eres un cobarde!!- repitió el houshi, olvidándose de su rubor. Se sentía cansado. El campo de energía parpadeó a su alrededor y Kagome se abrazó de Sango, asustada. -¡Tratas de matarnos porque no te atreves a enfrentarte a ningún otro youkai! ¡Te crees especial, pero en realidad sólo eres igual que ese demonio que mataste! ¡¡Atacas humanos porque tienes miedo!!
Los ojos de Inuyasha brillaron con fuerza, y retrocediendo un par de pasos, gruñó.
-¡¡CÁLLATE!!- ladró, con una vena palpitando en su sien. -¡Tú no sabes nada, humano! ¡¡Para ustedes es sencillo decirlo, pero no son nada más que escoria que oculta sus propios miedos con valentía!! ¡¡¡Por eso es que deben morir!!! ¡Porque no son lo suficientemente buenos como para compartir el mundo con nosotros!
-¿Con ustedes?- rió Miroku. Estaba comenzando a marearse. Inuyasha se veía difuminado en momentos y nuevamente el campo parpadeó. -¿Con ustedes, los híbridos?
Sintiendo cómo su rostro enrojecía de ira, Inuyasha saltó nuevamente sobre él de pronto.
-¡¡NO TE ATREVAS A HABLARME ASÍ!!
Su cuerpo volvió a ser impulsado hacia atrás, violentamente, pero ésta vez se incorporó casi de inmediato y saltó nuevamente hacia ellos, extendiendo sus garras y tratando de rasgar la pared espiritual frente a él.
-¡¡VAMOS, SAL DE AHÍ Y TE DEMOSTRARÉ QUE NO SOY NINGÚN COBARDE!! ¡¡¡TE MATARÉ CON MIS PROPIAS MANOS PARA QUE LO VEAS!!! ¡¡¡Y ENTONCES DEJARÁS DE REÍRTE!!!
-¡¿Eso crees?! ¡¡Inténtalo!!- jadeando por la falta de energía, Miroku soltó el agarre de su Shakujou, metió una mano en su bolsillo y volviendo el rostro hacia sus amigos, gritó: -¡¡LARGO DE AQUÍ!!
El cuerpo de Inuyasha cayó sobre el suyo en ese momento, con el campo rompiéndose en pedazos alrededor de ellos, como si fueran cristales.
Kirara corrió, con Shippou sobre su espalda, y Sango arrastró a una aterrada Kagome detrás de sí.
-¡¡¡TE MATARÉ!!!- bramó Inuyasha, tratando de arrancarle la piel al monje debajo de él. -¡¡¡TE MATARÉ!!!
-Atrévete...- sonrió Miroku, cerrando sus ojos.
Las garras de Inuyasha alcanzaron a rasgar su ropa, y entonces...
-¡¡¡¡ARGH!!!!- el cuerpo del youkai se incorporó, agonizante. Un pergamino sagrado cubría su rostro y un campo eléctrico se levantaba ahora alrededor de él.
Chilló todavía más alto, cayendo de rodillas en su intento por alejarse de Miroku. Hiriendo sus manos cuando quiso arrancarlo de su rostro. Jadeando y gimiendo cuando su cuerpo comenzó a vibrar bajo la energía mágica. -¡¡¡QUÍTAMELO!!!- suplicó, agitando su cabeza de arriba hacia abajo, con sus manos en un agarre furioso sobre su largo cabello plateado. -¡¡¡QUÍTAMELO, POR FAVOR!!!
Pero Miroku no se lo quitó. Permaneció observándolo, a pocos pasos de él, con sus ojos aguados por el dolor de ver el sufrimiento de Inuyasha y el corazón palpitando con fuerza dentro de su pecho.
En aquél momento habría corrido hacia él y le habría liberado. Habría permitido que le arrancase cada parte del cuerpo y se bebiera su sangre si era ese su deseo, con tal de hacerle feliz, pero no podía...
¿Qué sucedería con los demás de ser así?
-Inuyasha...- gimió, llevándose una mano al cuello. Podía sentir su dolor.
Casi hubiese podido...
-¡¡¡INUYASHA!!!- la voz de Kagome rompió abruptamente su estado de agonía mental.
Levantó la mirada.
Kagome corría hacia ellos, con un brazo extendido hacia el frente y los ojos llenos de lágrimas. Sango corría detrás de ella y más allá Shippou gritaba.
-¡¡¡KAGOME-SAMA, NO!!!- exclamó, tratando de incorporarse.
Pero ella ni siquiera lo miró.
-¡¡NO LO LASTIME!!- fue lo único que pudo decir la joven, antes de sujetar a Inuyasha por los hombros y, sin pensarlo, arrancar el pergamino de su rostro.
Inuyasha se quedó de rodillas, con su cabello cubriendo su cara. Kagome se abrazó a él con fuerza, llorando, y Sango se detuvo a pocos metros de ambos.
Hubo un largo momento de silencio roto solamente por sus respiraciones agitadas, hasta que....
-¡¡¡¡KAGOME-SAMA!!!!- impulsándose con fuerza hacia ellos, Miroku logró arrebatar a Kagome de los brazos de Inuyasha antes de que éste enterrara con furia las garras dentro de su espalda.
El cuerpo de la joven rodó lejos de ellos, con brusquedad, y con un sonido sordo, a los pies de Inuyasha, el de Miroku cayó pesadamente sobre el suelo.
Sus ojos violetas permanecieron ensanchados por un instante que pareció eterno, ante las miradas horrorizadas de Sango y Shippou. Tosió y una bocanada de sangre salpicó sus manos y su túnica. Le dolía...
Los ojos de Inuyasha le enfocaron.
El aroma de su sangre era tan familiar...
Un aroma amado...
El aroma de...
Dando vuelta de rojo sangre a un dorado brillante, sus pupilas temblaron en terror.
Miroku...
¿Qué era lo que...?
Sango cayó de rodillas sobre el piso, dejando que sus lágrimas se escurriesen por sus mejillas, y rompió a llorar.
El corazón de Inuyasha latió con fuerza entonces. Sujetó violentamente el cuerpo del houshi y le atrajo hacia el suyo sintiendo como si fuese a dejar de respirar en cualquier momento.
-No...- jadeó, aterrado. -¡¡NO, MIROKU!!
El cabello negro de Miroku se agitó con la brisa. Sus ojos violetas oscurecidos por el dolor lo miraron. Sonreía.
-Me da gusto que hayas vuelto a ser tu... Inuyasha...- balbuceó. El aire se volvía cada vez más pesado a su alrededor. Inuyasha ya no se veía bajo el velo de su dolor, y, sin saber que más hacer, se desmayó.
Inuyasha le miró por un momento más.
-M..Miroku...
La sangre sobre sus manos olía a él y, sintiendo como si su corazón fuese a explotar, le abrazó contra sí.
-¡¡¡MIROKU!!!
Pero nadie le respondió esta vez.
continua...
(bien, me inspiré pero no me quedó como quería ¬¬U ahora me voy a dormir)
