Kari: Konichiwa! He aquí de nuevo yo y el fic que Omi me pidió les pasará. Antes que nada, quiero hacer unas pequeñas aclaraciones con respecto al mismo. Comencemos por el hecho de que en este fic, los chicos viven en la parte superior de la tienda, por si estaban un poco confundidas y segundo, existe un cuarto en la parte trasera de la florería el cual es un almacén refugio favorito de Ken.

Gracias a todas por sus reviews, son motivantes aunque ultimente no he tenido tiempo de escribir.

Por otra parte: ja, ja, gracias por el comentario de que se escapo mi musa de la inspiración, estuvo chistoso, si ya sabia que esto estaba aburrido, prometo ponerle ya algo de acción a esto en el siguiente capitulo, ya que este lo escribí hace algunos meses a tras.. Soy mala para las misiones, pero un poco de lujuria podría ponerle, claro, si es lo que les gusta.

¿Me amas?

El corazón a mil por hora, la frente inundada por el sudor, las pupilas dilatadas y la respiración agitada; Ken estaba demasiado nervioso como para ocultar por más tiempo ese sentimiento que se había anidado en su adolorido corazón, aquel que tantas otras veces ya había sido traicionado. Temía ser herido nuevamente, y sin embargo, las palabras de Aya resonaban una y otra vez en su cabeza "Si tardo un poco más, alguien más aparecerá y se lo llevará", se decía a si mismo solo para intentar darse un poco de valor.

¿Por... qué, crees que yo estoy... enamorado? – al fin pregunto Ken

Es que... –se detuvo por un instante- últimamente estas muy callado, te escondes en las esquinas, te sumes en tus propios pensamientos y siempre pareces ausente – término diciendo sin dejar de mirar directamente a los ojos del otro.

Ken solo asintió a suspirar, efectivamente, Omi era más suspicaz de lo que el había pensado; y sin lugar a dudas, el pequeño se había dado cuenta perfectamente de todo. Ahora era el momento de decirle la verdad.

No puedo creer que sea yo tan obvio – respondió un tanto sarcástico.

No eres obvio, lo que sucede es que eres puro e inocente, no es extraño que tus ojos sean tan transparentes y tus actitudes te delaten – sonrió entrecerrando sus bellos ojos.

Ken sintió su corazón saltar de emoción cuando escucho a Omi decir esas palabras, le alegro mucho saber que el chico tenía una imagen muy bella de el.

Entonces... también sabes quien es la persona por la que suspiro, ¿no?- bajo un poco la cabeza intentado cubrir el rubor de sus mejillas, intuyendo una respuesta afirmativa de Bombay.

Omi suspiro y luego soltó las manos de Ken para dejarse caer en el suelo, sin duda, sus piernas ya debían haber estado entumidas por el tiempo que paso en cunclillas.

No lo se, pero... debe ser una chica muy especial, ¿verdad?, dime, ¿la conozco?- pregunto interesado.

¡Pobre Ken!, había pensado que Omi ya sabía que la persona por la que suspiraba, era el mismo que le había hecho tal pregunta, y solo esperaba el momento de decirle, "Si, esa persona eres tu", pero le costaría más trabajo. Aun así, ya se había hablado demasiado como para no terminar el asunto de una buena vez.

Esto... no es nada sencillo para mí decirlo pero... no son las cosas como tu crees –

Pues, no te entiendo ¿Qué quieres decir? –

Mira – se armo de valor, era ahora o nunca- yo quiero decirte que, si me notas extraño desde hace algún tiempo es porque... yo te amo...

Konichiwa, Omi-kun! – una figura cubierta por un impermeable color café apareció en la puerta de la tienda mojando el piso. El saludo había sido tan alegre que había evitado que Tsukiyono escuchará la declaración de Hidaka...

A ambos chicos casi les da un paro cardiaco cuando escucharon tan estruendosa voz aparecer de la nada, interrumpiendo así, su conversación.

Ouka! – Respondió el saludo Omi al descubrir la identidad de la chica - ¿qué haces por aquí con semejante aguacero? –dijo acercándose a la muchacha.

Pues, estuve esperando a que parara de llover, pero como eso no sucedía, opte por venir de una vez. No podía dejar de saludarte el día de hoy y aquí me tienes – sonrió la chica peliazul, tomando del brazo a su interlocutor.

No deberías –intento regañar el joven – puedes pescar un resfriado y entonces no podrás venir –

Eso ¿significa que te interesa que venga?- apareció un brillo de luz en los ojos de la chica Takatori.

Eres mi amiga, claro que me interesa tu salud – trato de eludir la situación, pero al contemplar que la chica estaba más cariñosa de lo habitual. Volteo a ver a Ken en busca de apoyo, pero solo se encontró con que el muchacho de cabellos castaños había desaparecido.

No tardo mucho en entrar por la puerta trasera, el líder de los Weiss, quien al ver a Omi, platicando con la chica, se molesto en demasía.

Si no vas a comprar, será mejor que te vayas –le dijo seca y fríamente a Ouka. Estaba fastidiado de ver todos los días a esa jovencita rondando en la tienda.

No puedo irme, esta lloviendo a cantaros –replico la otra.

Pues así como llegaste, también puedes irte- le respondió sabiendo que la muchacha solo buscaba una excusa para estar con Omi - ¡Omi!, necesito que hagas un pedido...

Yo?, ¿A dónde? Si esta lloviendo mucho – le espanto un poco la idea de salir con semejante clima.

Dile a Youji que baje de inmediato y venga a atender la tienda – cualquier orden era buena si con eso se deshacía de la molesta muchacha.

Si bueno, nos vemos Omi, ya volveré otro día – se despidió nada contenta con Aya.

En donde esta Ken? – pregunto el pelirrojo al notar la ausencia de siberian

Yo... no lo se –dijo mirando por todos lados en busca del susodicho – estábamos platicando, iba a decirme algo muy importante hasta que apareció Ouka...

Ya veo – suspiro – no escuchaste lo que te dijo, ¿verdad?

Pues, lo estaba, solo que cuando Ouka...-

Omi – se acerco al otro poniéndolo algo nervioso luego de que lo sostuvo por los hombros – "abre los ojos", hay alguien que te ama profundamente, pero no te has dado cuenta.

¡¿Qué?! – La pregunta había dejado en shock a nuestro rubio. ¿Sería acaso Aya, el enamorado de Omi?, esa duda se sembró en la mente de aquel joven, el mayor lo noto, pero sabia que no era correcto que fuera el y no Ken, quien le dijera eso a Omi.

Se un poco menos distraído y sabrás quien es realmente esa persona –dijo el pelirrojo dándole la espalda –Ahora, sube y dile a Youji que lo necesito aquí abajo...

S... Si – respondió el rubio tímidamente y desapareció. Aya por su parte, se dirigió al almacén en donde pensó encontraría a Ken, pero para su sorpresa, el castaño no se encontraba ahí ni en ninguno de los lugares donde busco.

El resto del día fueron los mayores del grupo quienes se encargaron de atender la florería que como no hemos dejado de mencionar, no tenía cliente alguno ese día, de hecho, aunque bien pudieron haberse tomado el día, lo cierto era que...mmm... como decirlo... Aya prácticamente los había obligado a trabajar y es que el pelirrojo tenía un gran sentido del deber.

Dieron las nueve de la noche y se dispusieron al fin, a cerrar el local, y de Ken aun no se sabía nada. Aya conocía muy bien los motivos de Hidaka para ausentarse tan seguido; y pese a las protestas constantes de Youji por el incumplimiento de Ken, Aya estaba tratando ser considerado con el pobre muchacho después de todo, aquel chico torpe había comenzado a despertar en el un sentimiento extrañamente conocido...

Estaban por dar las diez de la noche cuando al pelirrojo se le ocurrió que tal vez el motociclista ya habría regresado, por lo que decidió dar un vistazo a su habitación. Prácticamente todo estaba en penumbras, solo el pasillo que conectaba las habitaciones estaba bañado por un ligero rayo de luz procedente de la habitación de Youji; se paro frente a la puerta del cuarto de Ken, tomo la perilla y la giro lentamente para abrirla muy despacio; al introducirse a la recamara pudo distinguir una silueta dibujada por las luces de la ciudad atravesando el ventanal...

¿Ken? –preguntaron dos voces al unísono.

Al encender la luz de la lámpara pudo contemplar que quien se paseaba en el cuarto de Ken no era otro más que Omi...

¿Qué haces aquí?- pregunto el mayor.

Supongo que lo mismo que tu, esperando a Ken- respondió el joven sentándose en la cama – cuando llegaste pensé que era el.

Si, bueno, creí lo mismo –

¿Tienes idea de a dónde pudo haber ido con este clima?- pregunto mirando las gotas caer por los cristales de la ventana.

No –respondió en seco- ¿Para qué lo buscas?- fue directo al grano.

Bueno, es que, tenemos una conversación pendiente. Creo que era realmente importante lo que iba a decirme – de repente, Tsukiyono recordó las palabras que anteriormente le había dicho Aya por lo que quiso indagar sobre el tema, es decir, de todos es bien conocido que los cuatro floristas son los chicos más solicitados de la ciudad, por lo que de seguro eran conocedores de los diversos corazones rotos que habían dejado a su paso. Esto Omi lo sabía perfectamente; pero era realmente extraño que Aya le hubiese mencionado a una persona en particular...

¿Quién es la persona que dices que me ama? – pregunto con el rostro un poco oculto pero sin quitarle la vista de encima a su líder.

El otro no se sorprendió por la pregunta tan directa, solo atino a eludirla.

No soy yo la persona indicada para decírtelo –dijo dándole la espalda amenazando con marcharse- Solo recuerda abrir los ojos de vez en cuando – dicho lo último, salio de la habitación sin siquiera esperar respuesta del más joven.

Hacía ya algunas horas que Ken había salido de la florería; la presencia de Ouka lo ofusco, sobretodo teniendo en cuenta que, hacia algunos meses atrás, Omi le había confesado que aquella chica le atraía, lo cual en ese momento no le molesto. Pero dadas las presentes circunstancias, no pudo contener la ira que sintió al ver aquella joven mujer tomada del brazo de la persona que el tanto amaba, interrumpiendo su gran declaración la cual, para su desgracia, había pasado inadvertida para el rubio, quien al verla entrar de inmediato se dirigió a ella.

Llevaba consigo un impermeable y un paraguas, camino y camino por las solitarias calles de Tokio oscuro, tratando de despejar su mente y tranquilizar su corazón. Justo en ese momento hubiera deseado ser llamado por Birman confirmándole una misión, y no es algo que le gustará hacer, pero deseaba tanto alejarse de sus problemas personales que ya pensaba que cualquier excusa era buena para estar fuera de la florería y lejos del rubio.

La lluvia no paraba de caer, de hecho, aquello no era tan malo, al menos al parecer, hasta los malos habían optado por descansar aquel día.

Miro el reloj, eran las diez y media de la noche, sabia que era tiempo de volver a su realidad. Llego a casa y pese a sus escasos deseos de entrar y ver a sus compañeros quienes de seguro le reclamarían otra de tantas escabullidas, opto por entrar recibir el sermón. Pero fue su sorpresa que al entrar, todo estaba completamente oscuro, dejo de lado el paragüas, el impermeable y los zapatos que estaban empapados. Subió las escaleras y entro a su habitación; de inmediato se dirigió al cuarto de baño para tomar una toalla y secar sus cabellos castaños y regresar a su recamara. Encendió las luces y se paro frente al espejo, se contemplo detenidamente, algunas preguntas se formularon en su perdida mente. Contemplo aquel bello rostro moreno, sus preciosos ojos verdes y los sedosos cabellos castaños que caían sobre su frente; no había nada que hacer, era un hombre atractivo, muy atractivo pero... jamás podría competir con una chica tan bella como lo era Ouka.

De pronto se dio cuenta que, además de su reflejo en el espejo... estaba el de Omi. Se dio vuelta de inmediato, no daba crédito a lo que veía, el objeto de su más profundo amor estaba ahí, en su habitación, dormido sobre su cama. Ken se acerco al pequeño para verlo más de cerca, pudo escuchar la tranquila respiración del muchacho; giro el rostro para observar con detenimiento la habitación y sin lugar a dudas era la suya pero... ¿Qué haría Omi en ella?

Eso ya no importaba lo único realmente importante era, que estaba ahí, en el lugar donde tantas veces soño tenerlo....