El Soplon
Era una imagen celestial ver dormido a la bella figura de Omi, se veía tan tranquilo, tan inocente y puro, tan vulnerable. Ken hubiese deseado permanecer así el mayor tiempo posible, aunque fuera solo observando al dueño de su amor.
Dado que el menor estaba ocupando la única cama de la habitación, Ken, opto por acercarse la mecedora que estaba junto a la ventana para ponerla aun lado de la pieza. Tomo una de las almohadas, una sabana, y se dispuso a velar los sueños de Omi. Cualquiera que fuera la razón por la que el rubio estaba ahí sería respondida en cuanto este despertará, por ahora le bastaba con tenerlo ahí; era como si, al menos por esa noche, Omi y Ken fueran las únicas personas sobre la faz de la tierra.
No pudo evitarlo, sintió un ligero cosquilleo invadir su estomago cuando su vista se centro en aquel angelito en brazos de Morfeo. Sin darse cuenta poco a poco se acerco a rubio, su aroma era hipnotizante, su cabello sedoso cubriéndole parte del rostro, su respiración embriagante, esos labios pequeños y carnosos tan deseados por el castaño. No pudo evitarlo, suavemente poso sus preciosos labios sobre los de Omi robándole un muy tierno beso para después separarse de inmediato, notando que de alguna manera Omi se había dado cuenta de aquel contacto pues, sin despertarse el rubio se mordió ligeramente el labio inferior. Ken se sintió un poco intimidado ante aquella reacción, creyó que Omi se había despertado pero no fue así, de modo que, decidió abstenerse de volver a besarlo y prefirió conformarse con su sola presencia por esa noche.
El día siguiente después de la intensa lluvia del día anterior, apareció con un imponente Sol brillando desde el horizonte. Estos mismos rayos fueron los que se posaron sobre los bellos ojos azules de Bombay provocando de esta manera el fin de su letargo.
¿Ken? ¿Qué haces aquí? – pregunto extrañado el rubio despertando al otro.
mmm... – Ken se tallaba los ojos con el dorso de la mano – dimelo tu a mi, estas en mi habitación.
Hum! – echo un vistazo en derredor – Oops! Es verdad, debo ser yo quien pida una disculpa, después de todo, te obligué a dormir en esa incomoda silla. – Omi estaba apenado y un leve rubor apareció en sus mejillas. Aquello le gusto a Ken.
¡Va! – decia mientras estiraba los brazos- No tienes porque preocuparte, realmente dormi muy a gusto, y se nota que tu también – sonrió para si.
Un signo de interrogación apareció en la cabeza Tsukiyono al no comprender a su amigo.
Lo que realmente no entiendo Omi – continuaba Ken- es ¿Qué hacías tu en mi cuarto?
¡Ah! – Reacciono – es que ayer ya no terminamos de hablar, me distraje con Ouka y ya no termine de escucharte. Discúlpame por favor, no debí hacerlo, perdón.
Si, bueno, eso ya no tiene importancia – dijo levantándose del asiento preparándose para salir del cuarto.
¡Si la tiene para mí! – Exclamo deteniendo con ello a Hidaka – Al fin me ibas a abrir tu corazón y yo lo eche a perder, pero ahora aquí estoy para escucharte amigo.
Bien, si el rubio estaba tan ansioso de saber que era el asunto tan importante que tenía que decirle Ken, era la hora de terminar con todo. Era mejor exponerse a un rechazo que continuar con la maldita duda.
Pero como suele pasar en los momentos importantes de este fic, resulta que ni tiempo le dio de contestar a Ken, cuando alguien tocaba a la puerta, tras lo cual, el rostro de Youji apareció.
Ken, de casualidad has visto a... Omi – termino diciendo al ver al chico sentado en la cama de Ken.
Uyuyui! – se recargo en el marco de la puerta - ¿Qué paso aquí? ¿Se divirtieron mucho chicos?
¡Cállate Youji! – Regaño el castaño ruborizado - ¡¿Qué quieres?! – estaba molesto por la siempre intromisión del mayor.
Va, contigo nada, busco al terroncito. Omi, cariño, te manda llamar Birman, es urgente que vayas – término diciendo guiñándole un ojo al rubio antes de volver a desaparecer.
¡Hum! – Suspiro Ken – tal parece que es un secreto que no debo revelarte.
Te juro que en cuanto vuelva no habrá nada que nos impida hablar, ¿de acuerdo? – Aquel brillo en los enormes ojos azules y la bellísima sonrisa que Omi le regalo, le dieron una esperanza al Siberiano.
Bien – concluyo. Y muy a su pesar dejo ir al muchacho.
En tanto esperaba Ken y Youji atendían la tienda. Era todo un fastidio tener que soportar a el chico de largos cabellos, pero sobre todo a sus hormonas, ya que, dado que Omi no se encontraba, aprovechaba para acosar ahora a Ken.
¿Por qué no lo hacemos tu y yo esta noche? Te aseguro que tengo más experiencia que Omi... Te va a gustar – decía muy sexi.
¡Vete al diablo Youji! ¡Ya me tienes harto! – le arrojo un ramo de rosas y subió a su habitación a esperar a que su amor regresará.
¡Que genio! Si todo es broma, no habrá creído que era en serio, ¿o si? –
Pasaron algunas horas, de hecho eran la cuatro de la tarde cuando se escucho mucho ruido abajo en la tienda, luego, las pisadas subiendo rápidamente las escaleras. Apenas había abierto la puerta Ken cuando escucho que la puerta de Omi era azotada. Después, Aya hizo acto de presencia en el pasillo.
¿Qué pasa Aya? ¿Por qué tanto escándalo? – pregunto Hidaka
Birman ha mandado a Omi a una misión – respondió brevemente para continuar su camino, pero Ken lo detuvo.
¿Mision? –
Tendrás que vivir sin tu novio algunas semanas – respondió la interrogante el pelirrojo, comprendiendo la preocupación de Siberiano – Persia lo ha enviado para proteger a un soplón ya que los traiciono y ahora buscan liquidarlo. Birman quiere protegerlo hasta que le saquemos toda la información.
Pero... ¿Por qué Omi? ¿Por qué no tu o Youji u Omi y yo? –
No lo se, pero lo escogieron a el. Deberás posponer tus planes con el –
Si más ni más, sabiendo que el objeto de su amor partiría por tiempo indefinido, Ken corrió al cuarto de Omi y se introdujo de inmediato.
¿Por cuánto tiempo te vas? – pregunto enseguida.
No lo se – respondió al tiempo que guardaba ropa en la maleta.
Pero yo... –
Si, te lo prometi, pero debo darme prisa. Vendrán a recogerme a la media noche. Lo siento, en verdad. – el rubio difícilmente le prestaba atención a Ken.
Pero es que si tu te vas yo... – Al parecer, Ken no podía concluir sus frases.
Tu ¿Qué? – se detuvo un momento para contemplar los verdes ojos de Hidaka.
Yo... yo... –
Vamos Ken, no puede ser tan malo – sonrió.
A Ken se le hacia un nudo en la garganta, las palabras estaban ahí pero no querían salir. El sudor frió se concentraba en su frente, el corazón le latía fuerte y veloz mente, tenia ganas de salir corriendo de aquel lugar pero, casi por instinto sus manos se posaron en la cintura de Omi y lo atrajo asía sí, poso sus labios sobre los del más joven lo más rápido que pudo. Era un beso tímido, pero sabía tan bien, como hubiera deseado poder estar así junto a su Omi toda la vida. El encanto termino cuando el rubio empujo bruscamente al castaño. No dijo nada, solo se quedo ahí petrificado, con los ojos de par en par, no creía lo que Ken, su "amigo" le había hecho. Hidaka por su parte se sintió rechazado, bajo la mirada, no podía ver un minuto más las preciosas gemas azules.
"Te amo" – fue lo único que dijo el motociclista para luego salir corriendo del lugar.
Ken se la paso encerrado el resto de la tarde y una parte de la noche, se sentía tan avergonzado, tan adolorido por el rechazo de Omi, suspiraba una y otra vez, no podía evitarlo, su vaga ilusión había terminado con un corazón roto. Ahora veía algo bueno en la partida de Tsukiyono, el tiempo y distancia que necesitaba para olvidarlo.
Esa noche no se podía dormir, todos estaban haciendo los preparativos para el viaje de Omi, claro, todos excepto Ken, por obvias razones. Eran exactamente las doce de la noche cuando se escuchó un auto detenerse frente al edificio, Ken se asomo por la ventana, era un auto negro del cual descendieron dos obres con gabardinas, sobreros, guantes y lentes oscuros, aguardaban a Omi. Al parecer el rubio también se había dado cuenta ya que, se escucho cerrar la puerta de su habitación. A Ken se le agito el corazón, hubiera preferido tener el valor para dejar las cosas así, pero no pudo, tenía que ver a su neko. Abrio precipitadamente la puerta de su habitación, y se encontró con el dueño de su amor. Se miraron, pero ninguno de los dos dijo nada por algunos segundos; a Ken le partia el alma saber que su, no, que Omi partiría.
Lo que te dije hace rato – dijo el castaño – es la verdad, es lo que he tratado de decirte hace tiempo.
Omi continúo sin pronunciar palabra.
¡Tsukiyono, ya es hora! – grito una voz desde abajo al igual que unos pasos...
El rubio, temiendo ser interrumpidos nuevamente, solto la maleta que llevaba en la mano y tomo el rostro de Ken para plantarle un apasionado beso que, al principio Ken no respondió, pero poco a poco fue cediendo hasta dejar a Omi introducir su lengua en su boca. Pero así como apareció el beso, desapareció dejando a un Hidaka muy confundido.
Tsukiyono tomo nuevamente la maleta y bajo corriendo las escaleras no sin antes decirle a Ken "Hablaremos de ello cuando regrese".
Justo en ese momento apareció Aya.
¿Qué paso? – pregunto extrañado de ver salir corriendo a Bombay.
Mmm ... – sonreia bellamente el moreno – nada
Aquel gesto en el rostro de Hidaka, no pareció agradarle mucho al pelirrojo, tal vez, ya le había tomado demasiado cariño.
Por otra parte, Omi en el auto de camino a su nueva y provisional casa, se sonrió al recordar el beso, al parecer y solo quizás, correspondería el afecto de Ken, claro, si es que otra cosa no pasaba.
Habían ya pasado un par de horas desde que Tsukiyono había dejado la tienda del gato cuando el auto al fin se detuvo. Todo estaba en penumbras, parecia estar en medio de un bosque, la casa frente al el, se encontraba a media luz. Los guaruras que lo habían transportado ahí, le arrojaron la maleta cuando el hubo salido y le dijeron que periódicamente los abastecerían de alimentos, pero que cuidara muy bien al soplón, le dieron un celular que solo serviría para cuando le dieran nuevas instrucciones. Tras lo cual, se subieron al auto y se marcharon.
No habiendo más, Omi tomo las lavas que anteriormente le habían dado, abrió la puerta y entro muy sigilosamente.
Hola – llamaba al soplón – soy Bombay, tu protector – pero nadie parecía responder. Subió las escaleras y al llegar al primer piso contemplo la puerta de una de las habitaciones entre abierta. Se introdujo y contemplo la figura delgada de un hombre que estaba de espaldas.
Soy Bombay, me envió Persia a protegerte – dijo para llamar la atención del sujeto quien poco a poco se fue dando la vuelta, dejando ver sus hermosísimos ojos azules.
¡¡Prodigy?! – Exclamo el Weiss
Continuará....
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Buac, al fin escribí otro capitulo, mil perdones por el retraso, se me había ido la inspiración. Solo espero que este capitulo haya sido un poco más entretenido que los anteriores.
Gracias a todas por sus reviews y por esperar. Saludos a todas pero en especial a Valsed que siempre lee mis fics.
