Sin sonrisas

Empezó el nuevo curso sin sonrisas. Durante el verano habían pasado muchas cosas que le habían afectado profundamente. Toda la alegría que mostraba en años pasados parecía haberse esfumado, dejando una débil sonrisa, casi una mueca, en la cara de la joven.

Entró al andén sin mirar a ningún sitio, ocupada en evitar las miradas que se clavaban en ella. Se sentía incómoda siendo objeto de atención desde mediados de las vacaciones y debido a ello había renunciado al puesto de prefecta y al de Premio Anual.

Creía que nadie se había fijado y, en parte, lo agradecía. No se sentía preparada para responder a ninguna pregunta. Tampoco lo habría hecho de haberse sentido preparada, reconocía para sí misma. Y menos a aquellos que habían tenido el descaro de llamarse amigos suyos.

Ya en el andén interrumpió un momento sus pensamientos cuando les vio, sonrientes, alegres y exactamente igual que el año anterior.

El rencor se retorció en su estómago y comprendió que ni siquiera se habían preocupado por ella en todo el verano. Se asustó un poco cuando notó que la habían visto. Ya no quería hablar con ellos. ¡No le habían escrito ni una carta! Ni les había extrañado que no les hubiese enviado una lechuza...

Se enfadó consigo misma al darse cuenta de que aún le afectaba eso. Parte de ella todavía había conservado la esperanza de que ellos se hubiesen preocupado pero no se hubiesen atrevido a escribir pero sus caras felices se lo desmentían.

Forzó una pequeña sonrisa cuando estuvieron cerca. Demasiado cerca, le advirtió su mente, pero desechó el pensamiento.

"¡Mione!" gritó el pelirrojo mientras se reía de algo dicho por Harry.

"Ron" dijo ella mientras inclinaba un poco la cabeza, obligándose a ser amable "¿cómo os ha ido el verano?"

"Oh, genial" exclamó contento "Pero no escribiste. ¿Qué pasó?" por un momento la esperanza volvió a ella.

"Yo lo sé" soltó con una sonrisa pícara el otro. Su corazón empezó a latir deprisa al escucharle "Estuvo con Vicky."

La chica le miró con alivio y enojo mezclados y el enojo sustituyó al alivio cuando vio como se apoyaban el uno en el otro y se reían de ella. Decidió que no dejaría que se riese nadie de ella. No cuando por fin había salido de la casa donde vivía ahora.

"Vaya, se os ve muy amiguitos" dijo con tono sarcástico y con un deje de rencor.

"Normal" reconoció el pelirrojo, sin notar las implicaciones de lo que decía "Harry ha vivido con nosotros casi todo el verano" soltó un gemido de dolor cuando el nombrado le dio un codazo.

"Oh" el rencor que se había ido acumulando en su corazón se transformó en odio hacia sus antiguos amigos. ¡No se habían preocupado por ella nunca! "Ya veo. ¿Por qué no me escribisteis?"

"¿Para qué?" se extrañó Ron ignorando el pisotón de su amigo "Seguro que te pasaste el verano haciendo los deberes. Te habrías aburrido y nos habrías aburrido" terminó casi en un susurro y se sonrojó al darse cuenta de lo que había dicho.

"Oh" Fue todo lo que pudo decir. La ira la inundaba pero no deseaba llamar la atención. Todo menos eso.

"¿Oh?" se sorprendió el pelirrojo "¿No te has enfadado?" ella reprimió un grito de furia al oírle. "Entonces, ¿nos dejarías copiar lo que has hecho? Es que con el quiditch y las bromas no nos ha dado tiempo, la verdad."

"No le hagas caso" intervino Harry. "Sólo está bromeando, ¿verdad Ron?" le dirigió una intencionada mirada que, por supuesto, no entendió.

"¿Qué?" confuso Ron se dirigió a Harry "pero si es lo que decías siempre, que no hiciésemos nada, que se lo pediríamos a Hermione y..."

Avergonzado y comprendiendo todo lo que había dicho miró a Hermione e intentó una sonrisa que se desvaneció al ver la frialdad con que ella le miraba y en la que no se había fijado antes.

"Weasly, Potter" dijo fríamente "no quiero volver a veros a menos de tres metros" les ordenó en voz tan baja que casi no la oyeron "si no me hacéis caso, creedme que os haré cosas que sobrepasan vuestra capacidad de imagina ción" la rabia la obligaba a apretar los puños y los dientes le rechinaban del esfuerzo que hacía intentando controlarse.

"Vamos, Mía, sólo era una broma, de verdad" intentó arreglarlo Harry, pálido y mirándola con un poco de miedo.

"Granger para ti, Potter" le recordó ella "y te lo repito, tres metros. Sé que no te afectan algunas Imperdonables pero tengo otros hechizos que no están regulados y con los que te arrepientirás de desobedecerme en esto, ¿me has entendido?" preguntó mirándole con verdadero odio.

"Hermione, no seas dramática" recriminó el pelirrojo al ver a Harry sin palabras.

"Comadreja, no agotes mi paciencia o te volveré más estúpido de lo que ya eres."

"Pero, ¿qué te pasa? ¡Eres amiga mía! No tienes derecho a..."

"No soy tu amiga" interrumpió poniendo énfasis en cada palabra "ya no, no sabes lo que es la amistad. Y tengo derecho a lo que yo quiera" amenazó con la mirada.

Al ver que ya no decían nada esbozó una sonrisa sarcástica que les dio escalofríos y se dio la vuelta diciéndoles:

"Tres metros, recordadlo."

Agitando la varita levantó su baúl y subió al tren, olvidándose de los chicos que se habían llamado a sí mismos amigos suyos.

Al subir chocó con uno que había sido su torturador oficial y con sus dos guardaespaldas.

"Vaya, vaya, la sangresucia" exclamó con satisfacción "y ¿tus dos inseparables? ¿Dónde están el cararrajada y la comadreja? ¿Se te han perdido?"

"¿Puedes retener tantas preguntas?" dijo sarcástica abriendo mucho los ojos "¡es increíble! Tu papi estará muy contento, ¿verdad pequeño?" sonrió al ver el enojo en la cara del rubio.

"¡Malfoy!" oyó que gritaban tras ella dos voces que, por desgracia, reconoció "No te metas con ella. No te ha hecho nada."

"Cararrajada Potter y la Comadreja" se burló el chico "los patéticos caballeros en blanca armadura al rescate..."

"Potter, Weasly" le interrumpió con ira "les dije tres metros. ¿Qué pasa? Además de estúpidos, ¿sordos?" vio sus expresiones dolidas y decidió llegar hasta el final, conseguir que la dejasen en paz. "¿No entienden que preferiría morir sola a vivir cerca de ratas como ustedes dos?" El rubio silbó de la impresión y los chicos a los que hablaba se pusieron pálidos "Malfoy"continuó ella con ironía"si me perdonas, seguiremos esta agradable conversación en otro momento, debo alejarme de aquí antes de que me contagie."

Y antes de que ninguno de los cinco chicos reaccionase, ella ya estaba alejándose. Malfoy hizo un gesto a los dos gigantes que le acompañaban y éstos se adelantaron.

"Potter... ¿qué habéis hecho esta vez?" preguntó con una sombra de preocupación en la voz "no es normal que diga que algo relacionado conmigo es agradable, ni aunque sea irónicamente."

"No lo sabemos..." se sonrojó al ver la mirada escéptica del rubio. "Bueno, quizá hemos sido un poco egoístas y hemos intentado que nos dejase copiar pero ya antes lo habíamos hecho y nunca reaccionó así."

"¡Estúpidos!" gritó respirando hondo después, cuando se hubo calmado continuó en voz muy baja. "Si decidí cambiar de bando lo hice por ella. Se os dijo que la clave era ella y la perdéis. Sois una desgracia para la Orden. Evitad todo enfrentamiento con ella, ¿está claro?"

"No nos des órdenes, Malfoy" intervino el pelirrojo.

"No me tientes, Comadreja" y con una sonrisa maliciosa continuó "sé que estás desesperado pero no te voy a pagar por salvarte la vida. Siempre puedes pedir prestado algún galeón al cararrajada si te urge mucho" y con un dramático movimiento de su capa se dio la vuelta y se fue por el camino que habían tomado sus gorilas.

El rubio slytherin se hundió en sus pensamientos, preguntándose el cambio de la chica, que no podía deberse solamente al egoísmo de sus estúpidos amigos. Comprendía a la castaña mejor de lo que ella podría llegar a saber, pues había pasado casi la mitad de su vida estudiando hasta sus más mínimos movimientos, buscando superarla y demostrar su superioridad.

Era cierto que había cambiado de bando, abandonando al que parecía iba a ser su futuro Lord para acatar las órdenes de un viejo loco como Dumbledore, hacía más de un año, cuando se dio cuenta que el fin que perseguían los mortífagos no le convencía. La eliminación de los muggles le parecía razonable, incluso su esclavitud le parecía buena idea, pero la masacre de todos los nacidos de muggles era una increíble estupidez, al menos según su punto de vista.

Su linaje era noble, largo y "limpio", y había evolucionado en la magia sobrepasando a sus padres y casi igualando a Voldemort, sin embargo, como en el caso de Crabbe y Goyle, la pureza de la línea no garantizaba la inteligencia o la habilidad, sino que, como demostraba la chica más inteligente de Hogwarts, Hermione, no tenía nada que ver.

Esgrimió todos los argumentos ante su padre y durante un tiempo creyó que le había persuadido, pero su padre no dejó el Círculo. No fue hasta la muerte de su madre, Narcissa, que supo que la permanencia de Lucius junto al Lord era por obligación, más que por voluntad. Narcissa había utilizado a su propio hijo para obligar a su marido a entrar en el Círculo de Voldemort, pero al fallecer en el enfrentamiento con unos aurores durante una de sus múltiples incursiones se desvaneció su influencia.

El propio Lucius, tras averiguar que fue Voldemort el que filtró la información de la incursión para acabar con un espía que, por desgracia, había logrado escapar, dio la espalda a lo que había aceptado durante toda su vida y rechazó la iniciación de su hijo en el Círculo, alegando que la muerte de su madre le había provocado una depresión.

La furia de su padre por el descaro de Voldemort alcanzó cotas inimaginables, pues el amor que, pese a todo, profesaba a su esposa le había mantenido firme ante los problemas. Fue ese el momento en que quedaron destruidas las influencias de Voldemort y Narcissa y empezó a construirse el nuevo futuro que, tanto padre como hijo, deseaban alcanzar.

Devolvió sus pensamientos a la chica castaña que, por lo que había oído, leído e investigado sería la clave para la derrota del Lord Oscuro y toda su prole. Sabía, por lo escuchado en la mansión, que una de las escapadas de los mortífagos a Londres había incendiado un barrio donde vivían jóvenes con poderes pero la ampliación de edad permitida para hacer magia a los 18 años impuesta por el Ministerio para controlar al niño-que-vivió, había provocado la muerte de muchos.

Relacionando la información con el lugar en el que ocurrió todo, cerca de dónde sabía vivía la castaña, le daba un mal presentimiento. Había escuchado comentarios preocupados sobre la familia de Hermione a su padrino, Severus Snape, pero al ver que el director permanecía indiferente los había desechado. Por primera vez creía haber cometido un error, y no sería fácil repararlo si estaba en la cierto.