Disclaimer: Ninguno de los personajes que aquí salen son propiedad mía. Perteneces a la autora, J. K. Rowling y a todas las compañías asociadas esas… Escribo por diversión y sin ánimo de lucro y si a alguien no le gusta que no lea :P
Resumen: Es un Draco/Hermione como bien se empieza a ver en este capítulo, es un poco distinta, al menos eso quería, a ver si lo consigo… En fin, que os guste… y enviadme revieewwsss!!!
DolorHermione había subido al tren con la sangre hirviéndole. Se daba cuenta ahora, en su último año, cuando ya todo terminaba que ella en realidad no había tenido amigos.
Odiaba a los dos chicos a los que había apoyado incondicionalmente tanto tiempo. Odiaba perder el tiempo y ahora se daba cuenta de que eso es lo que había hecho. Odiaba saber que tenía parte de la culpa por dejarse engañar. Y lo que más odiaba es que aun ahora le dolía. Lo había sospechado, claro, pero darse cuenta de que has sido utilizada es algo que no quería admitir… y dolía.
Recordaba los malos momentos por los que había pasado cuando Harry se enfadaba con ella en quinto por tonterías, cómo soportó sus malos genios en sexto, cuando aún tenía problemas para aceptar que su padrino había muerto y se culpaba. Recordaba cuántas veces le había arrancado de las garras de la depresión sin una palabra de agradecimiento por su parte. Y dolía.
Recordaba sentirse excluida cuando Ron y Harry jugaban a quidditch, sin que ella se quejase, cómo planeaban todas las aventuras a sus espaldas porque no confiaban en que ella quisiese participar, cómo los arranques infantiles de Ron en contra suya eran apoyados por su otro amigo, obligándola a ceder. Y dolía.
Pero no iba a dejarse pisar. Ya había tenido bastante ese verano. No iba a dejar que se repitiera. Nunca. Ahora nadie tendría permiso para impedirle usar la magia e iba a usarla. Se vengaría.
"Hermione" oyó como una voz masculina la llamaba.
Se dio la vuelta bruscamente al sentir que le tocaban el hombro. Un chico alto, guapo, con los ojos dulces y una sonrisa tímida la observaba con sorpresa.
"¿Neville?"
"Sí" sonrió orgulloso. "Estás preciosa, ¿no te lo han dicho?"
Esas palabras despertaron recuerdos nada agradables y se puso mortalmente seria. La sonrisa que había esbozado el chico se borró al ver cómo la mirada de Hermione se endurecía rápidamente.
"No. Y no quiero volver a escucharlo."
"¿Hermione? ¿Ha pasado algo?"
"Nada"
"Yo…"
"Si no te importa Neville, tengo prisa, se supone que aún tengo que encontrar el vagón de los prefectos."
"Está en el primero, pero…"
"Adiós, Neville" le cortó secamente con un movimiento de cabeza y sin sonreir.
Se dio la vuelta dejando al chico mirando su espalda y caminó a través del tren hasta llegar al primer vagón. El cartel de Sólo prefectos estaba colgado de tres puertas así que abrió una en la que no se oían ruidos tras ella y, viéndola vacía se sentó.
Notó que temblaba y se maldijo por ello. Ni siquiera en el tren, camino a Hogwarts, conseguía dejar los temores atrás. Las palabras de Neville, seguramente bienintencionadas, habían tocado una de las numerosas fibras sensibles que tenía. El año pasado estaba llena de energía y seguridad, se recordó, ¿por qué no podía ser como antes? ¿Qué estaba mal? Y nada más hacerse esa pregunta volvieron a su cabeza los recuerdos que había intentado olvidar.
El verano había sido un infierno. Al principio, un par de días después de volver a Hogwarts, todo parecía tranquilo. El año pasado se habían mudado a un barrio nuevo donde todos eran magos nacidos de muggles. El constructor y el arquitecto, que se habían conocido en Hogwarts y habían tenido infinitos problemas para seguir viéndose en verano habían ideado el proyecto, que tuvo mucho éxito. En él se aunaban muchos aspectos de los dos mundos, haciendo la vida más fácil para los niños que aun no podían realizar magia y para los padres muggles, sin perder de vista lo mágico, pues abundaban las tiendas de ingredientes para pociones, para alumnos más mayores, las librerias mágicas o tiendas curiosas con detalles claramente mágicos.
Algunas personas no mágicas también habían mudado sus negocios, consiguiendo que se formase una verdadera comunidad mixta. Esos días había disfrutado como una niña pequeña, yendo a la piscina con la varita en la bolsa, sin miedo, o saludando a sus compañeros de Hogwarts. Desbordaba felicidad.
Sin embargo todo había acabado rápidamente. La urbanización, construida precisamente de manera que no fuese necesario su camuflaje o esconderla, fue un blanco fácil, y los mortífagos, con sus máscaras blancas y sus túnicas negras, habían atacado, matando a mucha gente. Y, aun lloraba al recordarles, a sus padres.
Su madre estaba embarazada, volvían del médico, que les había confirmado que así era y abrieron la puerta aún sonrientes sin darse cuenta de la marca que se alzaba sobre varias casas, incluida la suya.
Recordaba sus caras, alegres al principio, horrorizadas después, cuando vieron a su, hasta ese momento, única hija, medio desnuda, sangrando por varios sitios, derrumbada en el suelo, rodeada de un grupo de mortífagos. Estaba casi inconsciente pero tenía grabada la cara de su padre, enfurecido cuando se lanzo contra los magos intentando defender a su hija. Su madre había logrado llegar hasta ella y la había abrazado, llorando, pero en ese momento no había podido hacer nada, más que llorar con ella.
Y dejó de llorar cuando luces verdes cruzaron la habitación y vio cómo caía su madre sobre ella, sin respirar. Se había desmayado, incapaz de soportarlo todo, y, cuando despertó, se encontraba en el hospital.
"Granger" una voz que arrastraba las palabras interrumpió sus pensamientos, y se dio cuanta de que tenía las mejillas húmedas por las lágrimas, pese a que no recordaba haberse puesto a llorar. Se las limpió de un manotazo y se volvió hacia el intruso.
"Malfoy. ¿Qué quieres?"
"Sentarme" dijo sentándose frente a ella.
No vio compasión ni malicia en la mirada del rubio y en parte se relajó. No hablaron durante un rato, hasta que el silencio empezó a poner nerviosa a Hermione.
"Malfoy"
"¿Qué?"
"¿Estás bien?"
"¿Qué?" observó que estaba estupefacto ante su pregunta, casi tanto como ella, que no lograba entender cómo había dicho lo que había dicho. "¿A qué viene eso?"
"Yo… bueno… nunca has estado tanto tiempo cerca sin decirme nada hiriente"
"¿Quieres que te insulte?" pregunta totalmente asombrado.
"¡No! Sólo me parecía raro."
"No te he insultado desde hace casi un año, Granger"
Al decirlo desvió la mirada, sin darse cuenta de que la chica le miraba, recordando y comprendiendo.
"No…" se interrumpió indecisa.
"No ¿qué?"
"No crees en…"
"¿Sí?" claramente, para frustración de la chica castaña, se estaba divirtiendo a su costa.
"En eso" terminó ella, hastiada, "lo de Voldemort"
El chico rubio se puso serio al oír el nombre y la chica pensó que había cometido un error.
"No, no creo en él. Nunca he creído"
"Pero…"
"En él, Granger, no te confundas. Pienso como antes en lo concerniente a los muggles"
Eso silenció a Hermione, que no pudo evitar pensar en sus padres. Por un momento creyó que tras una fachada helada se escondía algo de calor pero… ¡muggles! no decía nada de los hijos de muggles y últimamente ella empezaba a estar de acuerdo con el razonamiento de sus antiguos enemigos… si no hubiera muggles, ella no…
El semblante sombrío de la chica, que parecía que iba a volverse a poner a llorar, debilitó la coraza que él mismo se había impuesto para tratar con ella.
"Hermione, ¿estás bien?" no recibió respuesta. "Oye, no tengo nada en contra de los muggles, yo, sólo…"
"Yo sí."
"¿Qué?"
"El único muggle bueno, es el muggle muerto."
Las palabras de la chica estremecieron a Draco, que se sintió derrotado por un momento. Si ella, la chica de oro, pensaba eso, ¿qué esperanza quedaba?
"Pero tus padres…"
"¿Qué pasa con ellos?"
"Eran muggles."
"¿Y?"
"No puedes odiarles, ¿no?"
"¿Tú crees?"
"Dímelo tú."
"Sí puedo. Si ellos no hubiesen existido, yo no habría nacido."
"Hermione, no puedes decir eso."
"No puedes evitarlo" comentó indiferente.
"Hermione, ni lo pienses"
"¿Qué más da? Si no hubiese nacido, no habrían muerto, ¿no? y mi hermana aún estaría viva. No habría pasado nada este verano. Nada." las lágrimas nuevamente se deslizaban por sus mejillas, sin que se diera cuenta, y se rodeó con sus brazos, intentando protegerse de un ataque imaginario. "Nada"
El estado de la chica conmovió al rubio, que se repetía continuamente que no se mezclaba lo personal con las misiones pero no podía evitar enternecerse ante la estampa de la chica, que había subido los pies al asiento y se balanceaba abrazada a las rodillas.
Se levantó de su asiento sin que eso hiciese reaccionar a la muchacha y se sentó a su lado. Indeciso pasó un brazo alrededor de sus hombros y la atrajo hacia él. Notó cómo, al contacto, Hermione se ponía tensa y estuvo a punto de soltarla, intentando no incomodarla, pero, pasado el primer momento, notó cómo se derrumbaba contra él y agarraba su camisa como si fuera un salvavidas, empapándola en lágrimas silenciosas.
Lloró durante un tiempo que al chico se le hizo eterno mientras luchaba contra sus impulsos de abrazarla más fuerte, estrecharla contra sí y no dejar que nada ni nadie más le hiciese daño.
"Hermione" llamó cuando notó que sus lloros se apagaban hasta convertirse en ahogados sollozos. "Hermione, ¿qué ha pasado este verano?"
Sabía que preguntarlo era arriesgado. Si era tan malo como se imaginaba no estaría ni remotamente preparada para contarlo pero… necesitaba ayudarla, y sólo podría hacerlo si averiguaba antes porqué estaba así.
"No" sollozó la chica, negando con la cabeza aún apoyada en su pecho."No puedo."
Y el chico la abrazó más fuerte, comprendiendo que quizá sus peores temores se habían hecho realidad.
Había llegado el momento de saberlo todo. Y lo sabría. Más les valía a su padre y a Severus decírselo.
Habían pasado dos días en los que ni Draco ni Hermione se habían vuelto a cruzar, salvo en el Gran Comedor, donde obviamente, en gran parte debido al miedo irracional de Hermione a atraer la atención, no se habían dirigido la palabra.
A la chica aun le avergonzaba su comportamiento en el tren y había evitado cualquier encuentro con el chico rubio desde que, de manera casi imposible, la había defendido de sus antiguos amigos cuando éstos intentaron acercarse de nuevo a ella al bajar del tren. Aún recordaba sus palabras.
Mira quién intenta hablar contigo, princesa, una rata y un loro. Supongo que tendré que salvaros la vida esta vez, idiotas, pero si volvéis a acercaros a ella no tendrá que ensuciarse sus lindas manos con vosotros porque no quedará nada cuando termine con vosotros. Y apartaos que el carruaje para prefectos nos espera. Y no, comadreja, tú no entras en el grupo, que es sólo para prefectos inteligentes.
Que la llamase princesa le había tocado una fibra más ese día y le había sonreído de todo corazón. Un error. Eso creyó al ver las caras de sorpresa de sus antiguos amigos… hasta que se dio cuenta de que miraban a Malfoy, que este la miraba a ella, en concreto a su sonrisa, y que se había sonrojado.
Aun se sonrojaba ella cuando lo recordaba… y lo recordaba casi todo el tiempo.
"Hermione" la llamó Neville. "Necesito ayuda con Pociones. Harry y Ron me han pedido que te pida que nos ayudes"
En cuanto oyó nombrar a los dos amigos de Neville se le borró la sonrisa cortés que estaba dedicando a su cambiado amigo.
"No. No pienso ayudarles, así que tampoco podré ayudarte a ti. Buenas tardes, Neville" se despidió saliendo por la puerta de su sala común en dirección al lago.
N/A: Alguien quiere un beso entre nuestros dos protagonistas???? Esto va más rápido de lo que yo creía… XD Rvieeewwwsss
