N.A. Referencias. Ladrona cap. 4 y 5. Soldado cap. 4 y5 Asesino cap. 5.

No. Nada es mio (legalmente)

Cap. Patrocinado por "Fayuca S.A. de C.V." "Las copias mas originales"

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La Alianza

Capitulo Dos. "Enfrentamiento"

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Básquetbol, hermoso deporte. En circunstancias normales, la altura era sumamente importante para poder jugar de forma efectiva. Bueno, normalmente.

Heero había aprendido a disfrutar ese deporte. La estrategia era importante, así también la velocidad y la precisión, algo que, como piloto Gundam, tenía y mucha.

Aún recordaba la primera vez que participó en un juego de básquetbol. Duo se la pasó todo ese partido luciéndose, tratando de llamar la atención de las porristas. "¡Heero por aquí!", "¡Estoy libre!", "¡Clavala!" Por supuesto, después de ese partido lo reprendió severamente por llamar tanto la atención. No había pasado una semana desde que quedaron libres de Oz y no podían darse el lujo de ser tan obvios con sus habilidades. Pero Duo mostró su punto. Era más sospechoso guardar tantos secretos que ser popular. De esa forma, Quatre entró al club de Ajedrez, Trowa al de música y Wufei al de Kung Fu.

Por eso Heero estaba allí. En la línea de tiros libres, tratando de no parecer tan sospechoso para no llamar tanto la atención.

Y fallando miserablemente.

No en los tiros (eso era pan comido), sino en el hecho de que mas de la mitad de la población femenina de la escuela lo miraba con interés, y a la primera que intentó acerarse, fue cortada de forma tan efectiva, que la chica tuvo que ir con el psicólogo de la escuela.

Ser "normal" no era realmente el fuerte de Heero.

Tiro. Encesta. Limpia. Un punto más cobrado.

Las porristas ensayaban su coreografía. De forma tan efectiva que alcanzaban a distraer incluso al equipo local. Sin embargo, eso no molestaba a Heero. Realmente no estaba interesado en ellas. El leve peso de una pequeña cruz de oro en su cuello le recordaba que alguien lo esperaba en Londres.

Aparte que alguien más estaba allí también.

Cabello rojo inconfundible. Mirada extraña de ojos color rubí. En las gradas del gimnasio estaba su presa. Aquella que era su razón para estar en esa escuela. Su misión.

Recibió el balón de nuevo y tiró casi sin enfocarse en la canasta. Solo por reflejo. Enceste y el juego empieza de nuevo.

Se permitió un pequeño vistazo a la parte superior de las gradas. El lugar donde su presa estaba. La amenaza había sido lanzada el día anterior, y estaba seguro que la noche no llegaría sin que ella dejara de respirar.

- Reena Inverse. Prepárate a morir. – Susurró mientras el partido iniciaba de nuevo.

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¡Achuuu!

- Salud Reena.

La aludida asintió en agradecimiento. "Alguien debe estar hablando de mí." Penso mientras bostezaba hasta casi desgarrarse las mandíbulas.

La chica que estaba a su lado también bostezó, aunque de una forma más discreta.

Pero bueno, se merecían eso. Después de todo habían pasado una noche muy agitada. Reena se había citado a la casa de Sylphiel para terminar la tarea que el agradable maestro Valtiera había dejado. (Por amor a Cephied ¿Realmente a quien le interesa la vida de Lincon?) Pero como pasaba frecuentemente, una cosa había llevado a la otra y ambas terminaron inmersas en un estupendo tratado respecto a la anatomía humana. En especial en los efectos que las endorfinas dejan después de cierta agitada actividad. Tener novia es una ventaja, en ocasiones.

Pero por el momento era una pequeña desventaja, en espacial teniendo menos de 24 horas para terminar un trabajo que tardaba casi 3 días en hacerse.

Zel vio de reojo a sus amigas y suspiró, soltando una nube de humo por la boca. Cualquiera podría reclamar las acciones que estaba haciendo. ¿Fumando en el gimnasio? Pero al fin y al cabo, este era Zelgadis, el alumno favorito de todos.

Cuando Reena le confesó lo que había entre Sylphiel y ella, tuvo que ser ayudado por la pelirroja para evitar ahogarse con el café que estaba bebiendo. Una cosa era que tuviera novio. Pero ¿novia? Eso era algo que no podía manejar de forma inmediata. Necesitaba un poco de tiempo para asimilarlo. Y, de hecho, aún no lo hacía.

Pero había algo bonito respecto a ellas dos. Al menos hacían bonita pareja. ¿Qué estoy diciendo? ¿Cómo puedo pensar que ellas dos estaban...o que normalmente hacen...en especial cuando están solas... y...?

De forma disimulada pellizcó su nariz cuando pensó que algo de sangre saldría por esta. Mejor no pensar en eso. Mejor pensar en la química. Si en la química. Vamos ha ver. Ácidos. Ácido sulfúrico, clorhídrico, férrico...

Reena vio con una sonrisa la actividad calmante de Zel. Le pareció increíblemente cómico cuando se enteró que en el departamento de investigación de los Ryuzoku estaba nada más y nada menos que Rezzo. Y aún más increíble cuando al ser presentados Rezo y Zel, se habían entendido en tantas formas que pasaban horas en el laboratorio. Seguramente una pequeña compensación por todo el sufrimiento que se causaron mutuamente.

De reojo vio a Sylphiel, quien intentaba por todos los medios de mantenerse despierta y se preguntó si esta vida también era una compensación para ella por lo sucedido en Sariag y Sanafer, posteriormente Zellas. Después Ventral City y la Segunda Kouma. Filia le había dicho que muchos que ya tenían su propósito cumplido, recibían una vida de compensación, como recompensa de sus esfuerzos.

Le gustaba como sonaba eso.

Sin embargo no podía ocupar mucho esos pensamientos. Una amenaza aún rondaba en su cabeza. El día anterior se la habían lanzado, y después de reflexionar las cosas calmada y pausadamente (en brazos de alguien claro) se había decidido a pelear.

Era un reto sin duda. Una invitación a un duelo cara a cara. Si no era así, para que avisarle. Podía ser de los Mazoku, o un cliente insatisfecho. Tantas posibilidades que había. Pero no por eso iba ha bajar la guardia.

Creía que ya tenía la pista. Pero no podía ser el nuevo profesor japonés. Su aura era demasiado fuerte como para ignorarla. Más bien era alguien entrenado, furtivo. Alguien como el nuevo jugador de Básquet. Su instinto le decía que ese chico de ojos color zafiro podría ser el que la buscaba.

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Las clases terminaron como cualquier otro día. Heero se duchó, comió algo y durmió un poco (el cambio de horario hacía estragos en su rutina). Finalmente con puntualidad inglesa, se paró frente a la puerta que daba al gimnasio. El estaba en la bodega, alguna vez limpiada en los ochenta o setenta por cierto. Al terminar el partido, una de las porristas se le acercó con un pequeño pedazo de papel en la mano. Después de una tímida sonrisa y una risa tonta, se alejó, no sin antes entregarle la nota. Cuando la abrió estaba una hora escrita. "4:00 PM. En este lugar." Cuando alzó la vista pudo ver a su presa alejarse con un pequeño grupo de gente. Sus ojos se encontraron y la cita fue confirmada.

"Es mas de lo que esperaba" tuvo que reconocer. La subestimó cuando la vio encogerse atemorizada después de su exitosa amenaza. Pero ahora, en esos ojos rojos encontró tanta convicción. Sería una lastima.

Elevando su mano a la oculta cruz, se resignó. Tenía que regresar. Eso lo deseaba.

Verifico sus armas. Se aseguró que "Luchita" y "Juanita" (Las Deasert Eagle * favoritas de Duo) estuvieran cargadas y aseguradas. Checó que "Natakucito" (El cuchillo de combate favorito de Wufei.) estuviera en su lugar. Los protectores de los brazos y la chaqueta asegurada.

Adelante.

Abrió la puerta y no pudo reprimir una sonrisa cuando encontró a la chica parada en medio de la duela del gimnasio.

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Reena trató de concentrarse cuando vio salir a un chico... guapo ¿porque no?, y de mirada gélida de la bodega del gimnasio. Estaba preparada. Había dedicado una hora completa a armarse y recordar casi a totalidad las habilidades de combate aprendidas en la China hace...100...200 años?

Se sentía confiada. Tranquila. Estaba parada totalmente erguida, sosteniendo la barra de metal (oliharcon sintético como lo identificó Gaudy) con la mano izquierda y en la espalda. En una pose que hacía recordar al maestro Wong Fei Hung**. Tenía puesta una chaqueta deportiva y pants sueltos. En ellos escondía todos sus ases, los que sin duda le darán ventaja contra el seguro arsenal que sin duda cargaría su supuesto asesino.

Se presentaron.

- Mi nombre es Reena Inverse. Agente Ryuzoku y otros títulos que no tiene caso mencionar. – Si los decía tardaría horas. "Dramata", Matabandidos, matardragones, La Rosa (Brrr). Mejor así.

- Mi nombre es Heero Yui. Agente del ejército de Oz al servicio de su Majestad. - ¿Qué importa darle su nombre. Después de todo va ha morir, ¿No?

En las sombras, un rostro de ojos dorados sonrió.

¿Más presentaciones?

Heero de forma rápida llevó la mano a su espalda, y agarró a "Luchita". Martilleó y apuntaba.

Reena estudió en fracciones de segundo los movimientos. Mano derecha, martillada. A la cabeza. Ella por su parte empezó a mover la barra.

Una detonación casi los ensordeció, pero lo más sorprendente fue un "ping" producido por el rechazo de la barra a la bala de punta hueca. Heero se sorprendió. La chica era rápida. Mas de lo que había previsto. Sacó a "Juanita". Si una bala no da...

Su reacción fue cortada cuando vio a la barra volar directamente a su cara. Ladeándose la esquivó y la sujetó con los brazos. Al regresar la vista a su presa, se encontró con un par de botas. Reena estaba saltando para patear directamente a la parte superior de su pecho. Y lo hizo. Usando el impacto giró en el aire a tiempo para aterrizar sobre sus pies y agarrar la barra que caía.

Heero lucho por mantenerse derecho, lo que hizo que sus pies se deslizaran unos metros. ¿De donde sacó tanta fuerza? Ni siquiera Wufei lo había golpeado así. Alzó la vista y de nuevo vio la pose. Al mas puro estilo Jetlidiano. Sonrisa. Esto parecía divertido. Ajustó de nuevo las armas y disparó, encontrando espacio vacío en sus miras. Arriba. Esquiva. Con un mortal atrás Heero evitó que su cabeza fuera perforada por la punta de la barra esa. La duela no tuvo tanta suerte.

Reena no le dio tiempo a Heero para apuntar. Como si usara una lanza, a distancia prudente golpeó las manos de su oponente, provocando dolor y que este soltara las armas. Un nuevo golpe y Heero conocía de cerca la duela.

Vaya que si estaba oxidado. En el pasado ni siquiera Zech o Wufei lo vencía en una batalla cuerpo a cuerpo. Tenía la fuerza, conocía la técnica. Solo le faltaba práctica. Teniendo el ligero peso de la chica en su espalda y la punta de la barra directamente pegada a su nuca se tranquilizó. No puedes ser piloto de un Gundam sin adquirir cierta clase de fuerza superior.

Usando sus brazos, como si hiciera lagartijas, se empujó hacia arriba, haciendo que la niña perdiera el equilibrio y se viera forzada a saltar. Al recuperar la concentración, recibió una patada de revés en el costado derecho. En una vieja herida. Reena tuvo que usar el bastón para recuperarse y aguantar el dolor. Estudió la posición de Heero. Tai-chi, algo de Akido y un mucho de Kung Fu. Bien. Con un movimiento se quitó la chaqueta, mostrando los refuerzos de los brazos de cuero, llenos de navajas y ampolletas. Girando un par de veces la barra se puso en posición. Hora de jugar, de nuevo.

Ambos contendientes se enfrascaron en una lucha cuerpo a cuerpo. Los movimientos casi coreografiados, eran peligrosos. Los pedazos de duela volantes que eran la consecuencia natural de un bastonazo o patada perdida lo atestiguaba. Reena recordaba cada vez más fácilmente y usaba todo su "experiencia" para evitar ser golpeada por ese joven que parecía más una Buldózer desbocada.

Heero sabía que se estaba saliendo de los límites de su misión al luchar de esa forma. Pero, que va. Era divertido.

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No podía creer lo que estaba viendo. Ese par de chicos de no más de 18 estaban luchando con una intensidad reservada solo para veteranos. Era interesante. Se preguntó cuanto mas esperaría para mostrarse. Pero si la chica parecía defenderse bien, quizás no era necesario salir.

Aun.

Pero algo lo hizo dudar.

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Un caballero, por regla general no golpea a las damas. Pero Heero no era un caballero. Era un agente en una misión. Y Reena no era una dama, era un blanco. Eso hizo las cosas más fáciles cuando la quijada de ella se estrelló (no por accidente) con el codo de él. Tres golpes mas y estaba en el suelo.

Heero no estaba de ningún modo ileso. Más de una docena de veces esa maldita barra lo golpeó en las costillas, unos cuantos pares de golpes más en la cara lo hicieron sangrar levemente de la nariz. Y un labio partido fue un regalo extra. Mientras la niña se recobraba, Heero recogió a "Juanita" (o era "Luchita") y se preparó. Ya había habido suficiente juego. Era hora de terminar.

Reena trataba de despegar su cabeza. Los ataques físicos fueron efectivos, pero no sabía que ese tipo resistía más golpes que el antiguo Zel-Quimera. Debía realizar hora otro tipo de ataque.

Heero, casi de forma majestuosa centró la cabeza de Reena en la mira. Y antes de que ella pudiera hacer algo, un grito interrumpió la ejecución.

- ¡¡¡RYU TSUI SEN!!!

Heero levantó la vista y la mirada a una figura embozada en un abrigo negro, que sostenía una espada japonesa sobre su cabeza. Caía rápidamente. Heero soltó un disparo antes de saltar a una relativa seguridad de un metro de distancia. La duela sufrió más daños cuando la espada la golpeó. Como si fuera una onda expansiva, la fuerza del golpe causó severos daños al suelo.

La figura se levantó y una bala cayó desde el abrigo de Kelvar.

Battousai ignoró el dolor de una costilla rota, producto del impacto de la bala. Pero eso era todo. Tenia trabajo.

- Mi nombre es Battousai Himura, del Shinsengumi. Y he venido a tomar tu vida.

- ¿En serio? – dijo Heero al momento que empuñaba de nuevo su arma y soltaba una andada de disparos.

En nuevo contendiente resultó ser el pequeño maestro japonés de Kendo. Y era pequeño. Casi de la altura de Reena. Pero era rápido. Heero alcanzó a reaccionar lo suficiente como para bloquear el ataque horizontal de esa espada con los brazos. Solo su entrenamiento y reflejos de piloto lo lograron. Sin embargo perdió de nuevo la pistola. Mas ataques fueron bloqueados por los brazos de Heero, quien aprovechando una pequeña brecha, sujetó el brazo derecho del nuevo oponente y soltó un puñetazo directo a la cara de pelilargo espadachín.

Battousai se vio obligado a retroceder y observó los jirones de los brazos del joven. ¿Cómo pudo detener esos ataques con solo los brazos?

Heero se quitó la desgarrada chaqueta, revelando protectores en los brazos hechos de metal. Ligeros rasguños mostraban los bloqueos.

- Inteligente. – Susurró Battousai mientras se sacaba el abrigo. Este cayó pesadamente tras de si.

Así que así los bloqueó. Bueno. Vamos a ver... sacando la funda de la espada, envainó. Se listó para atacar.

Reena, quien solo observaba interesada, registró la posición. Cuerpo ligeramente encovado hacia adelante. Espada lista para desenfundarse con la derecha. Seguramente correrá hacia su objetivo.

Y lo hizo. Battousai corrió, ahora mucho mas ligero sin ese abrigo de Kelvar. Heero alistó sus brazos para bloquear. Detendría la espada y le daría un lindo cabezazo al tipo ese.

La espada se desenvainó con un arco de plata. La hoja se impactó con el metal duro de los protectores y Heero elevó los brazos para desviar la trayectoria.

- SOU RYU SEN!!

La vaina se movió también e impactó con una fuerza atroz al abdomen de Heero. Este descubrió que no era necesario una Armor para volar. Su cuerpo se estrelló con la pared más cercana. La inconciencia evitando que sintiera vergüenza por su derrota.

Battousai avanzó con una sonrisa cruel en la cara. Fue demasiado fácil. Simplemente eso. Bueno, siguiente paso. Alzó la espada para partir en dos al cuerpo inconsciente del joven.

- ¡Alto! – le ordenó una voz detrás de él.

Battousai vio de reojo a la joven, quien se colocaba de pié con ayuda de la barra.

- Niña no te metas. Tengo trabajo que hacer.

La ceja de Reena tembló. ¿Niña? ¿NIÑA? ¿Qué se cree ese enano de...?

El entrenamiento de Battousai en artes marciales le permitió sentir el cambio en el Ki de su oponente. Uno grande. De repente se acordó de Sanosuke.

- Será mejor que te retractes y desistas. – Dijo Reena apuntando a Battousai. Esta, para sorpresa del espadachín, estaba casi brillando con un aura roja. Su cara estaba seria. Pero su ceja seguía temblando.

*No fue buena idea hacerla enojar.*

'¡Callate!'

- Por si no te has fijado niña. – Otra subida de Ki aún mas fuerte. ¿Saito?. – Te estoy salvando. Mi trabajo es protegerte. Así que solo cállate y permite que la gente grande haga su trabajo.

*Estas jugando con fuego.*

'¿Y?'

Mas rápido de lo que imaginaba, Reena avanzó hacia su adversario y empezó a atizar una sarta de golpes con la barra, la cual usaba como una lanza. Battousai bloqueó los golpes lo mejor que pudo, pero aún así recibió varios en la cara. No estaba muy acostumbrado a esa clase de ataques. En especial de alguien cuyo Ki rivalizaba con el del mismísimo Lobo de Mibu.

Usando la espada corta extra, bloqueó el ataque vertical de la joven (llamarla niña resultaba contraproducente) y extendió una pierna para una patada.

La pesada bota lanzó a Reena un par de metros. Pero se recuperó a tiempo para ver que se estaba volviendo loca. Varias imágenes de su atacante la rodeaban, cada uno observándola con esos ojos dorados. Los sueños se le vinieron a la mente y entonces una sensación de miedo la invadió. En alguna parte de si, usó ese miedo y le dio forma.

Adoptando una cara decidida sujetó la barra con ambas manos y golpeó el piso.

- ¡Blast Bomb! – gritó cuando el bastón hizo contacto.

Una explosión de orígenes desconocidos mandó a volar a Battousai mientras las proyecciones de si mismo desaparecían. El Ryuusui No Ugoki de Ahosi no servía cuando tu oponente sabe hacer estallar las cosas.

El cambio en el Ki al momento de esa técnica confundió a Battousai, sin embargo sabía reconocer un reto cuando este se le presentaba de frente.

*La misión esta completa. ¡Deja de jugar!* Habló una voz dentro de la cabeza de Battousai.

'De ninguna manera. Solo quiero probar.'

Lanzándose de nuevo hacia ella, usando el Shinsoku se preparaba para atacar de nuevo. Pero ella alzó una mano y una clase de onda expansiva lo detuvo. Por un momento se quedó quieto, en el aire y después aterrizó suavemente.

- No tiene caso continuar. Ya cumpliste con tu misión. Ahora vete. – Le ordenó ella. Mientras gritaba para ir a donde Heero yacía.

- No. Ataca.

Battousai había envainado, y de nuevo se arrojó. Listo para saltar si de nuevo extendía la mano. Cuando estuvo a unos cuantos pasos el brazo de ella giró, y unos cuantos destellos se dirigieron hacia él. De la misma forma como había evitado los kunais de Misao unos meses antes, desenvainó y con la presión del aire detuvo las navajas. Sin embargo eso no fue todo.

La punta de la barra se hundió fuertemente en la boca de su estómago con una fuerza no menor a un Gatotsu promedio. El pequeño cuerpo del asesino voló y cayó fuertemente. El sabor cuproso en su boca le indicó la gravedad del golpe. Vio como Reena relajaba su postura y se erguía victoriosa. La furia de Battousai lo dominó por completo mientras la voz desesperada de dentro de su cabeza le ordenaba desistir.

Nadie, nadie derrota a Battousai. Envainó la espada. Colocó ambas manos en el mango mientras gritaba.

- Ouji estilo Hiten Mitsurugi Ryu. KUZURYUSEN!!!

Reena giró para ver como varios golpes consecutivos se acercaban. Sin mucho tiempo para reaccionar trató de defenderse con el bastón.

9 golpes en un mismo movimiento. Casi instantáneos. Cuando Battousai se detuvo Reena trataba de sostenerse con el bastón, pero no lo logró. Cayó de rodillas y se llevó la mano al aboca para detener un sangrado algo profuso.

Al girar el bastón logró detener 4 de los golpes. Sin embargo Kesagiri, Sakakesa, Mickiriage, Hidarikiriage y Tsuki conectaron. (hombro derecho e izquierdo, mano derecha e izquierda y el pecho.) Reena había sido golpeada con brutalidad. Aunque seguía viva.

*¿Qué hiciste?*

'Vivirá.'

No podía matarla. Eso sería en contra de su trabajo. Sin embargo si le sorprendió que hubiera sobrevivido, lo hizo mas ver que su sangre era de un rojo bastante oscuro. ¿Un exceso de hierro en la sangre?. Aunque no usó toda su fuerza y velocidad, los golpes fueron brutales. La resistencia de ella era bastante grande. Sin embargo, aún tenía algo que hacer.

El martilleo de un arma lo alertó.

Se agachó justo a tiempo para evitar el disparo justo a su cabeza.

Heero se tambaleaba. Pero aún así pudo encontrar a "Juanita" ("luchita" estaba unas decenas de metros muy lejos.) El estómago le dolía, vaya que sí. Ahora tenía dos objetivos. Ambos pelirrojos.

Su vista estaba algo nublada, pero aún tenía la voluntad y el deseo de cumplir con la maldita misión. Se llevó la mano al pecho y tocó la cruz de oro. Martilleó de nuevo.

Battousai cambió la espada a la izquierda y se colocó en una postura de Gatotsu. La espada envainada solo alargaría el dolor que iba ha sentir. La chica no lo molestaría por un rato, por lo tanto.

Esquivó otra bala mientras empezaba su acometida brutal hacia el joven. Plantando bien el pié izquierdo adelante lanzó la estocada. Por una razón insólita Heero la esquivó. Sujetó la espada envainada con la mano libre y haciendo un movimiento cruzado, golpeó la frente de Battousai con el codo.

Este cayó. Y pudo haber muerto con una bala en la frente si no fuera por algo.

Un grito de dolor.

Una navaja estaba encajada en la mano de Heero. Un silbido del aire y 3 pares de ampolletas llenas de liquido somnífero se encajaban en diferentes partes del cuerpo del chico. Ni siquiera un cuerpo entrenado podría resistir esa cantidad de químico.

Heero cayó de frente, sumido en un sueño casi catatónico.

- ¿Quién lo diría? Eres útil para algo.

Battousai estaba seguro que nada lo detendría ahora. Alzó la espada para dar el sablazo mortal cuando un intenso calor lo hizo retroceder abruptamente.

Reena estaba allí, sosteniendo la barra con una mano y una clase de bola de fuego en la otra.

- Retrocede si no quieres que te calcine. – Dijo con una voz no muy diferente a la de Battousai.

- ¿Por qué lo proteges? Intentó matarte. Y pudo hacerlo muchas veces. – Su voz ocultando la sorpresa de tener frente a sí a u lanzallamas humano.

- He vivido muchas muertes, estoy hastiada de eso. – Dijo seriamente mientras se arrodillaba para checar el pulso de Heero.

Battousai se quedó allí, mientras deliberaba consigo mismo a ojos cerrados. Finalmente, al abrir los ojos, estos eran azules.

Kenshin Himura volvía a tener el control. Milagrosamente nadie murió esta vez.

Se acercó a Reena mientras aseguraba su espada en la cintura.

- Oye. Me disculpo por lo de hace un momento. En ocasiones no puedo controlarlo del todo. – Ofreció de disculpa.

Reena alzó la mirada y se encontró con los ojos azules de su profesor de Kendo.

- ¿Quién eres? ¿Jekill o Hyde***?

Kenshin sonrió. Reconocía esos nombres.

- En estos momentos el Doctor Jekill. – Volteó a ver a Battousai recargado en una pared cercana, fumándose un cigarro. Lo veía con rencor. – y tengo la intención de serlo mucho tiempo.

'No celebres Baka. No me he rendido aún.'

*Yo tampoco amigo. Yo tampoco.*

- Aún vive. Solo estará inconsciente unas horas. ¿tienes un celular?

Kenshin busco su abrigo y para su sorpresa, su celular estaba intacto.

- Así que eres del Shinsengumi. ¿Qué quieres?

- Si el celular es para tu jefe. Me gustaría hablar también con él.

Reena hizo la llamada. La orden siguiente fue extraña.

- Te verán. Pero lo debemos llevar también a él. ¿tienes un auto o algo sí?

Kenshin sonrió, con un ligero brillo dorado en los ojos.

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Desde que Rally Vincent se había inventado, nadie había corrido por las calles de Chicago a velocidades tan absurdas.

Absurdo, debe leerse como 100 Km. por hora en una ciudad. En plena vuelta. Podría ser Kenshin el que estaba conduciendo, pero los instintos de Battousai estaban en sus manos.

Reena se ladeaba, sacudía y movía al ritmo de las vueltas cerradas que el Corvette negro hacía. Sin embargo se necesitaba más que eso para asustarla. Cuando le vez la cara al Diablo, realmente pocas cosas te asustan.

- ¿Un cigarrillo? – Ofreció gentilmente al chofer.

- No gracias. No deberías hacerlo. Morirás pronto.

Reena sonrió, recordando las veces que había "muerto".

- Creeme, no moriré por esto. – Dijo mientras lo encendía.

Realmente no tenía la necesidad de fumar. Pero eso y comer, eran las pocas cosas que la calmaban. Y como no se detenían en ningún Mac Donnal's. Bueno.

Kenshin rió pro lo bajo mientras sus ojos cambiaban. Extendió el brazo y agarró un taco de cáncer.

- Mantenga la vista en el camino Mr. Hyde. – Dijo Reena simplemente al chofer de ojos dorados.

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Heero recuperó la conciencia de forma gradual.

Dolorosamente gradual.

Estaba sentado en una silla de metal. Una luz blanca lo iluminaba desde arriba y un escritorio sencillo estaba frente a él. 3 paredes de piedra y una de vidrio. De esos polarizados que solo se ven de un solo lado.

Una sala de interrogación.

En la base Ryuzoku seguramente.

Je. La misión continua.

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N.A.: * Deasert Tagle. Posiblemente las armas automáticas mas grandes en el mercado (ilegal por supuesto) Las balas son capaces de atravezar vidrios blindados y en un chaleco de kelvar, ocasionan demasiado daño. (Mas o menos, todo lo que se de armas lo aprendí de Gunsmith Cats)

** Wong Fei Hung, representado por Jet Li, es como el "Rambo" Chino, ya que existen mas de 5 peliculas de este tipo. Es un maestro experto de artes marciales y su ose preferida era: Ver al enemigo de lado, la mano izquierda doblada en la espalda y la derecha parcialmente extendida hacia delante. Cuando viste su tunica, deja a mi hermana "babeando". Se supone que es mi cuñado.

*** Jekill y Hyde son personajes de un libro bastante bueno. Es novela inglesa de hace mas de siglo y medio. Para mas referencias vean la película de "The league of the extraordinary gentelmen" protagonizada por el maesto Sir Sean Conery.

Para las peleas sugiero que se chuten la película de "El tigre y el dragón" una de mis favoritas aunque aún no entiendo el final. (Si alguien le entendió me lo explica por favor?)

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El el proximo capitulo:

Heero es interrogado mientras le hacen una proposición tentadora. Los tres protagonistas incusionan en la base de Dynast y cada uno se enfrentará a su mayor enemigo. No se pierdan "Encuentro con la verdad" de la Alianza.

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Frase de la semana: "Si mantienes la calma cuando todos pierden la cabeza, sin duda es que no has captado el problema" (Axioma de emergencio)

Sugerencia del dia: La extraordinaria película de "El perfecto asesino" con Jean Reno. Mis respetos, en especial a la escena de la bomba.