capitulo 1- Persiguiendo un destino; desesperación, indiferencia y cuidado.
En un barrio para nada céntrico de Tokyo, donde los hombres trabajan duro la mayor parte del día mientras sus mujeres cuidan de los niños, los llevan al colegio y se afanan en que todos los que están a su cargo encuentren, en el regreso al hogar, todo por lo que están luchando. Donde las mañanas son frias y la humedad de las calles bañadas con cubos, queda encerrada entre los muros de medianos edificios atestados de ropa pendiendo de cuerdas que se entrelazan ocultando el grisaceo cielo. En el que un puñado de monedas pueden sustituir satisfactoriamente un día de colegio y aprendizaje, que a pocos dará sus frutos.
Seta Ujio, un joven de 18 años, con atuendo despreocupado y no mejor cuidado en el cabello, salía de uno de esos bloques de un amarillo disuelto y casposo, con paso decidido y aparente impaciencia al cruzar entre los coches.
Tenía un brillo delicado en sus ojos, como el de un cachorro que persigue su primera presa, pero esta oportunidad de trabajo no era la primera que había vislumbrado. Ante todo se mantenía al 100 entregado a estas revelaciones, pero rara vez se trataban de algo que estubiera a su alcance.
Hijo de un panadero y su cuñada, el bastardo exiliado del hogar trazaba las líneas que debía recorrer para alcanzar su destino.
Temerarios movimientos que lo entrelazaban con los coches en la carretera, con la ligereza de un gato y óptimos resultados. Pasos agigantados y la mano siempre puesta sobre el reloj, notándo como su muñeca izquierda temblaba de nuevo, como tantas veces, como siempe que el trazado de su vida decidía despojarle de la oportunidad que saboreaba. Bien cediendo cuando transladaba una caja pesada en el puerto, o bien haciendo lo propio mientras la bandeja con cristaleria cargante se mecía en el camino atestado de gente, en las noches en que estos salen como murciélagos en la noche, en busca de consuelo a sus inestables males y pesares.
El edificio al final de la calle no le pareció distinto a los demás que lo rodeaban, aunque las ventanas lo cubrían como una manta salpicada de espejos.
Antes de acceder a la puerta automática se despistó y en uno de los espejos pudo cerciorarse de que el viento no lo había alterado demasiado, aunque lo que más le preocupaba era su sonrisa. Casi a medio camino se había percatado de que la boca le sabía demasiado a pasta de dientes. Echado el último vistazo, la puerta le dio paso a una sala amplia en la que se extendían varias alfombras curiosamente a juego según que gustos y al fondo, como parte primordial de la decoración, lo que parecía ser la recepción. Claro que.... había que ser muy enchudo para no sentirse miniaturizado ante aquella exagerada barra ovalada.
Su caso era todo lo contrario. De cuerpo delgado pero constitución fuerte, amplios hombros y brazos definidos aunque ocultos por la sudadera gris de cremallera rebelde; manos medianas pero firmes y llenas de huellas del paso de todos los fracasos por los que habían trabajado; ojos de un azul con baños violetas, fuera de lo común y, sin duda, su mayor reclamo; sus cabellos no comprendían ningún patrón definido, aunque verdaderamente era ese el mejor patrón a seguir.
Sintiendo que las piernas no le fallaban, que se clavaban firmes al suelo alfombrado y le erguían como a todo un hombre, contrariando su rostro joven y el temblor de sus manos, alzó el cuello hasta ver a la recepcionista, extrañamente desocupada.
-Disculpe.- dijo. Dejando ver que poseía una voz quizás más varonil y atractiva que su fino rostro (pero de líneas profundas y masculinas).- Dis...disculpe.- ante el segundo reclamo, la recepcionista levantó la vista y se acarició las gafas, esperando que el chico prosiguiera.
-¿Puedo ayudarte en algo, chico?- una sóla mirada bastó para que la esclavizada y recatada recepcionista se sintiera superior en cualquier o todo aspecto en comparación al joven que tenía delante.
-Vengo por lo del casting.- su amabilidad había menguado. No le gustaba que lo mirasen desde arriba incluso medio metro por debajo de él.
-Segunda planta a la derecha. Puerta cinco.- concluyó casi sin mirarlo, en el transcurso en el cual su mirada pasaba del cabello del joven hasta el monitor de un modernísimo ordenador color marfil.
-Gracias- exclamó sutilmente con los ánimos justos para no rayar ni la inmadurez ni la servidumbre.
Subió las escaleras de dos en dos y en pocos segundos encontró la puerta indicada. No sabía si golpearla o pasar directamente. Dentro se escuchaban varias voces a tonos medianos, pero perfectamente audibles.
Un hombre con traje y corbata salió ojeando unos papeles y Ujio le dejó paso. El hombre reparó en él.
-¿Vienes al casting?
-Si...si, señor.- se inclinó lo justo para acompañar sus palabras.
-¿Te dijeron que hay que saber cantar? ¿cuantos años tienes?- su mirada denotaba curiosidad mezclada con, quizás, repulsión.
-Tengo dieciocho años, señor y....¡si! ¡claro que me dijeron que cantaría! -sonrió- No se preocupe por eso, soy.....
-Pasa dentro. Te llamarán y te harán la prueba antes de las dos.- sin mirarlo siquiera se marchó escaleras abajo, no con demasiada prisa.
-Gracias... usted también me cayó de puta madre.- masculló para sí mientras lo miraba con desagrado.
Cuando la pesada puerta cedió, sus ojos quedaron perplejos. Una sala enorme y alargada se postraba a sus pies, cubierta por lo que dedujo, eran aspirantes a su mismo propósito.
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En una cafetería, cerca del edificio acristalado, un joven moreno del que pendían las miradas de todas las empleadas, soplaba el contenido de lo que podría ser una taza de café. Era tan pequeña que seguramente no aguantaría más de un sorbo, de modo que si sólo iba a ser uno... mejor que no resultase desagradable.
En cada una de sus prendas de sport podía destacarse la marca de la casa que las fabricó. Apenas dos anillos de plata y el cabello negro y cuidado por naturaleza propia, para ser el tipo perfecto por el que las muchachas volverían la mirada hacia él en la calle.
-No me puedo creer que esto cueste casi tanto como mis deportivas.....- susurraba al tiempo que soplaba por última vez y se arriesgaba con ello a realizar una mueca de dolor que atraería aun más a las jóvenes camareras. Y a las no tan jóvenes.
Se trataba de Katoh Nobu, un joven y prometedor actor de teatro de 23 años y con una carrera corta pero bien lograda. Uno de los actores elegidos por derecho propio y por ser hermano de un reconocido profesor de teatro de Universidad, quien lo adentró con buen pie en el mundo del espectáculo y la interpretación.
Habiendo presentado un corto espacio musical de los sábados y con un romance popular a cuestas, trabajar en la nueva teleserie Gravitation se convertía en un "pasar página" en su vida y en una oportunidad para remarcar sus dotes artísticas más allá de los escenarios.
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En un vencidario a las afueras del epicentro de la ciudad, en una vivienda de dos plantas, bien situada y de decoración cuidada pero no llamativa sobre las demás, un joven paseaba un pequeño caniche blanco de rostro travieso y nervios exaltantes, mientras en el interior de la casa, la señora repasaba con cuidado cada una de las escenas de una vieja película.
El enorme televisor extraplano era uno de los pocos lujos de los que presumían.
-Está precioso.- susurraba extasiada para sí mientras miraba al joven niño que ocupaba su atención.
Un actor de unos siete años que apenas había interpretado, pero el cual fue bien reconocido tras el éxito de la filmación. Producto de castings y de la buena suerte, con una sonrisa risueña y ojos de no haber roto un plato.
-Ya he terminado.- dijo el joven que paseaba al caniche y acababa de entrar en el recibidor de la casa.- Me voy a mi habitación....- asomó la cabezá a la sala y descubrió a la mujer, que no se había percatado de su presencia, incluso habiendo acariciado al animal cuando este se le acercó.- ¿Otra vez la estás viendo?- gimió enojado.- Que pesadita te pones cuando quieres....la próxima vez, tiraré la cinta a la basura.
-No te quejes....ooohhh....pero que cosa más bonita eras, Miki.- la mujer se llevaba las manos a las mejillas encandilada.
-¿Era? Vaya! Gracias por el cumplido.... mamá- resopló desganado.
-¿Por qué no te quedaste asi?- dijo la mujer sin tan siquiera volverse, con los ojos perdidos en la pantalla.
-Ya estamos...
-Con esos ojazos de angelito y esa carita que parecía un sol.- en ese momento se volvió disgustada, con una mirada penetrante y molesta.- No asi. Hecho un gamberro y lleno de porquerías.
-¿Qué porquerías?- gimió molesto y sorprendido.
-Esas. Tú sabes.
-Si lo dices por el pelo y los pendientes....- prosiguió mientras subía los primeros escalones y se tomaba un mechón del cabello, de un rosa llamativo y escandalizante.- ...todos los jóvenes hacen lo mismo, sobre todos los artistas.- subió unos escalones más.- Y no soy ningún gamberro.... que no estudie no significa que termine de barrendero......¿qué se cree?- dijo para sí finalmente.
-¡Ya que estás en tu cuarto ¿por qué no lo limpias un poco?! Parece una leonera.- gritó para que su hijo la oyera incluso en el piso de arriba y con el volumen casi desmesurado del televisor.
-¿Por qué no lo limpias tú?- contestó el muchacho- ¡Tengo que estudiar un guión!- cerró la puerta de su habitación despreocupadamente, mientras daba el primer mordisco a una chocolatina que apenas había sacado de su bolsillo escaleras arriba.
-Estudiar, estudiar....- balbuceó ella por lo bajo mientras volvía a acomodarse frente a la gran pantalla.- Hace años que no oigo esa palabra en esta casa.....
Tras un buen éxito cosechado a raíz de una sola producción cinematográfica, Suzushi Miki había realizado varios trabajos como secundario que le daban para ir tirando y, según él, aprender de la experiencia.
Sabía que si se hubiese dejado llevar por este mundo desde aquel momento, no habría tenido infancia, ni vida.... Al contrario que su madre, opinaba que si no haces más que meterte en las narices de la gente con "cualquier cosa", llegarías al final antes de haber alcanzado la cima.
Prefería tomárselo con calma y hacer las cosas bien, por eso, cuando se le propuso ser el protagonista de una teleserie corta, dirigida a jóvenes y con complejos sentimientos cernidos entre la homosexualidad y la fama, decidió que era la oportunidad perfecta para hacerse recordar entre la gente y, quizás, después de esto regresase al cine, pero sólo con papeles protagonistas o de importancia.
Si dejas que te encasillen de secundario, habrás caído en la trampa más mortal para los actores con aspiraciones.
Joven, de apenas 19 años, con filosofías propias que lo guiaban hacia el sitio que él se había reservado y muchas ilusiones por delante, Miki se consideraba el candidato perfecto para idol de Japón. Sabría esperar su momento y cuando llegase.... dejarlo marcado a fuego, para no tener nunca que mirar atrás y arrepentirse de nada.
FIN CAP 01
Buenas!! espero que lean este fic, me apetece mucho seguirlo desde donde lo dejé XDDDDDDDDD Bueno, bueno.... como comprendo que es complicado seguir el argumento sin preguntarse "vale, y este quien era?" pues según aparezcan personajes les dejaré varios datos del actor en cuestión en el foro de Amor-Yaoi (Gravitation) A ver si asi hay menos lio uPretendo hacerles reir y llorar (si puedo) con este fic, pero lo principal es q les resulte agradable y divertido y que..... pues q se lo crean u porq es extraño ver a nuestros adorados con estas personalidades, nombres y vidas diferentes, no?
Espero comentarios Y SUJERENCIAS porq el fic solo va por el cap03 y me vendría bien barajar mas posibilidades de las q tengo (porq aunq lo tengo todo bien pensado..... son muchos personajes de los que hablar u )
Dedicado a Saiyi y Natcha principalmente y a todas las fans de Gravi (Geisha Sakura, Hikari chan, Nefi chan, Aiko san, Hisoka......) si olvido a alguien pido perdón u
Pero sobretodo..... DEDICADO A MI!!!! PORQ ME VOY A RECREAR AGUSTO Y VOY A JUGAR A SER DIOS!!! JUAS JUAS JUAS pero q loca estoy....... u
Kuroda Inoue :3
