capítulo 2- Cuando el gato rompe el lago de cristal.

La calle estaba aparentemente tranquila. No había muchos vehículos circulando por la carretera más cercana y apenas unos chiquillos que jugaban a la pelota, junto a uno de los portales, ponían música con sus gritos y regocijos a este día que amaneció nublado pero comenzaba a aclararse.
Las mujeres regresaban de las compras y el cartero realizaba su ruta diaria sin excepción y con cuidada diligencia. Una mujer de avanzada edad, encargada de fregar las escaleras de uno de los bloques, salpicaba la entrada con el agua clara que llevaba en un cubo, con lo que marcaba el final de su tarea.
Los árboles, los pájaros.... y un televisor de 19 pulgadas atravesando la ventana de uno de los apartamentos del edificio sur, acallando a todo el mundo y estrellándose estrepitosamente contra el suelo salpicado.
Algunas madres salieron en busca de sus hijos que jugaban, los viandantes se arrimaron a las pareces de los edificios hasta saber de dónde había provenido aquel aparato, el cartero asomaba la cabeza de uno de los portales y los gritos comenzaron a inundar la calle.

-¡¡Estoy harta de ti!! ¡¡Harta!! ¿Sabes lo qué es eso?- la muchacha caminaba por el apartamento como un gato enjaulado, furiosa y haciendo toda clase de movimientos violentos.

Junto a la ventana, en un sofá de lona verde, el hombre para el que iban dirigidas sus palabras fumaba tranquilamente, mientras perdía la mirada en el epicentro del recorrido de la muchacha. De un lado a otro, de un lado a otro. Pero su mirada se fijaba sólo en el centro. Estaba demasiado borracho como para seguirla y ella caminaba más rápida y nerviosamente a cada paso.
Apenas con unos pantalones vaqueros desabrochados y una lata de cerveza en la otra mano. Escurrido ligeramente en aquel sofá y mirando un punto muerto. Sus cabellos castaños y finos caían por sus hombros, pecho y espalda, como un manantial y remanso de paz.
Aunque si que era cierto que nada parecía perturbarlo.

-¡Me largo! No pienso seguir aguantando tus infidelidades ¡¡eres un cerdo!! ¡¡Un engreído!! ¡¡Un descerebrado sin corazón y además.....además marica!! ¡¡¿Cómo he podido estar un año contigo?!! ¿Eh? ¡¡Dime!!

Los ojos castaños del muchacho se desviaron de su punto muerto para contemplar un rayo de sol que cruzaba la aparatosa ventana. Las nubes se estaban abriendo y comenzaba a sentirse calor dentro de aquella habitación, aire acondicionado.

-¡¡¿Me estás escuchando Takeo?!! .....- lo observó desilusionada por un segundo, dejando de meter sus pertenencias en un par de pequeñas maletas de cuero negro- No....ya veo que te da igual que me vaya....- cerró furiosa la última cremallera y jaló las maletas.- ¡¡Que te vaya muy bien en tu carrera profesional!! Está claro que te da lo bastante como para meter a otros hombres en tu cama....

Poco más fue lo que dijo antes de dar un portazo y abandonar definitivamente el apartamento de Sanagi Takeo, un actor de renombre, joven y bien aferrado al cine y la televisión.... un borracho vicioso que había perdido el gusto por la vida.

La lata resbaló de su mano hasta chocar contra la alfombra gris del suelo. Sus ojos seguían perdidos y la ceniza se acumulaba en el extremo de su cigarro olvidado. Suspiró y parpadeó un par de veces antes de terciar aquella mirada impasiva, a otra melancólica y suplicante.

-Hombres....mujeres......¿qué más da?- el calor que entraba por la ventana junto con los primeros rayos de sol de aquel día... eran tan acogedores que decidió que estaba bien. Todo estaba bien.

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-¡¡Miki!! ¡Baja a comer, cariño!- la madre del prometedor actor disponía la mesa para su hijo y para ella.

El joven abrió la puerta, dejando escapar el estruendo de la música que salía de doce bafles distintos.- ¡¿Qué quieres?! ¡No te oigo!
-¡¡Baja a comer!!
-¡No tengo hambre! ¡¡Déjame!! ¡Estoy estudiando!- el portazo superó sorprendentemente la música y la mujer quedó perpleja y ofendida con el primer plato en las manos.

Tras aquella puerta, el joven ojeaba el guión de los primeros capítulos de la serie, para la que quería estar plenamente preparado. En su rostro había una mezcla de miedo, incredulidad y curiosidad. Después de mirarlo así por encima, la idea se le había hecho aun más interesante que cuando aceptó el papel.
Su personaje le era de total agrado, estaba deseando interpretarlo, conocerlo, sentirlo...
Por primera vez interpretaría a alguien que conoce los sentimientos del amor y la ilusión por este.

Siempre profesional, siempre estudiando, trabajando a pesar de no dar muestras gananciales de ello... pero nunca enamorado. Y su personaje era tan...¡se basaba en su totalidad en dicho sentimiento! Comenzaba a sentirlo como un reto a pesar de ser algo que la mayoría de los personajes experimentan. Se entregaría a fondo, ¡estaba impaciente! A cada pensamiento deseaba más y más que el día del rodaje llegase, que su personaje ocultase su verdadero yo y, así, poder experimentar todo aquello que desconocía.
-¡Será genial! kyaaaa- susurró a la vez que se tapaba la boca con el guión.- Estoy tan nervioso que he perdido hasta el apetito....- luego tiró el guión a un lado y se lanzó bocabajo sobre la cama, receptando el mando a distancia de la mini cadena y elevando el volumen.- Sep.- tomó una revista y comenzó a ojearla a la vez que zarandeaba los pies.- Estoy deseando hacer de Shindou Shuichi....

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Era casi medio día y aun no lo habían llamado para hacer la dichosa prueba. Ujio comenzaba a impacientarse y a sentir como su estómago reclamaba un poco de atención.
-¿Cuánto faltará?- mascullaba- Tengo que conseguir ese papel.... Kuno se enfadará si tiene que volver a pagar él solo el alquiler de este mes.....

-¡¡Número 358!! Ya puedes pasar.- vociferó un hombre que asomaba por la puerta del auditorio.

El muchacho se puso rápidamente en pie y se acercó hasta él, mostrándole su número y acompañándolo dentro de la sala.
-¿No eres un poco joven?- replicó el hombre sin tan siquiera mirarlo por segunda vez.
-Tengo dieciocho años.
-Bien, pues espero que sepas cantar, "chico de dieciocho". Tus rivales han dejado el listón muy alto.- apartó una cortina pero no avanzó, aunque Ujio si lo hizo. De pronto quedó deslumbrado por un foco que trató de situar.
-Ponte en el centro y di una frase del guión. Luego, canta lo que quieras.- escuchó decir desde no muy lejos.
-Va...vale....- gimió mientras, con la mano de visera, trataba de ver algo.

No tardó mucho en sentir como aflojaban el potente cañón de luz y pudo ver a cuatro hombres de distintas edades y dos mujeres, sentados en cómodas sillas, con apuntes sobe las rodillas cruzadas y observándole sin demasiado interés.
-Eh....no...no tengo guión.

Uno de los hombres resopló y ordenó que le facilitasen un guión lo antes posible.
Una vez con el guión en la mano, Ujio suspiró bien fuerte y dijo una de las frases que estaban escritas. Esperaba algún tipo de reacción por parte de aquel grupo de estirados, pero nada más lejos.
Miró a uno y otro lado, nervioso y confuso. ¿Seguía hablando o bastaba con eso? ¿Por qué no le decían si tenía que hacer algo más?

Aquello estaba lleno de disfraces, muñecos y decorados. Ni siquiera sabía donde estaba, pero le recordaba en todo a un teatro. Bueno... de no ser porque no había escenario alguno.
-Eee....eto.....¿Canto ya?- sugirió tímidamente, como esperando un golpe o una patada que lo sacase de allí.
-¡Canta! Terminemos de una vez.

Aquello no sonó demasiado bien. La había pifiado. Nunca le darían el papel y Kuno volvería a montarle la bronca cuando se enterase de que, tampoco este mes, pagaría su mitad del alquiler.
-Está bien.....- susurró- ¿Y ahora qué demonios canto yo?- su mente había quedado en blanco. Trataba de rescatar de sus recuerdos alguna canción, cualquiera, la primera que surgiera sería perfecta, total... iba a terminar en la calle de todos modos.
-Si lo hicieras hoy, sería estupendo.- se burló otro de los hombres. Aquello enfureció a Ujio, que golpeaba nervioso sus caderas con los puños, suavemente, meciendo los brazos.
-Eeee.... ejem! Vale. ¿Listos?- parecía que fuese a soltar una bomba.
-Siii.....- se escuchó con desgana.- Estamos listos. ¡¿Quieres terminar de una vez?! Estoy hambriento.
-OK.....ufffff.... a ver como me sale.- susurró para si.- En la ducha no me quedó nada mal. Bien....uffffff ejem!

Mientras aquellas personas cruzaban y descruzaban las piernas de forma nerviosa e impaciente, el muchacho hizo un silencio al fin, que se rompió como ninguno de los presentes imaginaba.

Su voz comenzó a inundar la sala desde el momento en que hizo acto de presencia. Las palabras eran fluidas, su acento cantando era muy singular.
Poco a poco fue elevando la voz como si esta estuviera acariciando un manso estanque de agua cristalina, apenas imperceptible, pero las frases cada vez estaban cargadas con más fuerza. Uno de los hombres que lo observaban, sintió que pronto el lago de agua se rompería como un cristal y salpicaría a todos los que lo estaban escuchando. Deseaba que ocurriese.

Ujio mantenía los ojos cerrados, consiguiendo sumergirse en la tranquilidad de las dulces frases y localizando su tono de voz dentro de una escala de perfecciones que tenía bien marcada.
Al decir la última de las frases, casi susurró, pero su fuerza era mayor. Aquello tan solo era el preludio de lo que estaba por ofrecer realmente.
Una sonrisa escapó de sus labios y miró a los presentes. Dio un par de pasos atrás y comenzó a cantar, acompañando con ligeros movimientos el que parecía claramente el ritmo de la canción. Atractivo y con mucho carácter. Fue entonando cada una de las frases como si de profecías se tratasen. Haciendo hincapié en todas ellas del mismo modo y tomando impulso para el estribillo.
Perfectos movimientos de brazos y piernas, escasos, pero propios de un cantante profesional. Poco tardó en sostener una vara de madera ancha que se interpuso en su camino y fingir con ella que sostenía un micro.

Uno de los hombres se puso las gafas para mirar por primera vez al muchacho que... se estaba acoplando a lo que le habían ofrecido como escenario y se relajaba, haciéndolo incluso mejor a cada palmo de tranquilidad y desasosiego añadidos. Era como si no le supusiera esfuerzo, como si las palabras estuvieran bailando para él, tan fluidas que los presentes podían incluso percibir las notas de la melodía inexistente, y sin embargo.... se estaba esforzando al máximo.
Algunas gotas de sudor ya resbalaban por su frente e interpretaba como si hubiese nacido cantando aquella canción.
De pronto se frenó, volvió a cerrar los ojos durante unos segundos y... volvió a repetir las mismas profecías de antes, mirando fieramente a los presentes, sin moverse un centímetro del suelo y con la misma lentitud que la introducción de la canción, quizás incluso más pausado.
Comenzó a mecerse suavemente, dejándose arrastrar por la melodía que resonaba en su cabeza y traspasaba su voz.
Cerró de nuevo los ojos. Aquella sensación era adictiva, enfermiza. Incluso sentía los miles de focos sobre él, las miradas de todos, la música envolviendo el ambiente.

Como un brusco golpe, volvió a interpretar el estribillo con tanto arrojo y pasión que su voz atravesó las paredes del auditorio, aunque él no lo supiera.
Una de las mujeres sintió un escalofrío y se le cayó la carpeta que tenía sobre las piernas. Claro que... ni cuenta se dio. Estaba absorta en la sensación de poder que le transmitía aquel joven, en la fantasía a la que los había trasladado, en un mar de sensaciones que, a cada nuevo golpe de voz, se hacía incontenible.
Quería acariciar a ese hombre. Repasaba las líneas de sus labios e incluso imaginó el sabor que tendrían.
Abrió ligeramente las manos al llegar a ella la sensación de palpar sus hombros, su pecho, su joven y bien formado abdomen.
Entonces cerró los ojos y vio como sus manos sujetaban el cierre de aquel pantalón.

Exaltada, abrió los ojos, avergonzada por lo que había imaginado. Si era un martirio verlo... cerrar los ojos y dejar que la voz del joven la alcanzara como si acariciase su piel desnuda....

Estaba a punto de chillar como una adolescente. Necesitaba tocarlo, sentir que era real, experimentar la sensación de ser tocada por un hombre tan viril y joven en apariencia, capaz de guardar tanta fuerza dentro.
El calor la ahogaba, comenzaba a marearse. El muchacho seguía moviéndose delante de ella y, cuando este se acarició ligeramente el estómago, dejando resbalar su mano por encima del cierre del pantalón, creyó que llegaba al orgasmo.

Entonces Ujio se clavó de rodillas en el escenario y la mujer soltó un leve gemido que, para su suerte, ninguno de sus compañeros acertó a percibir. Los ojos de esta estaban, involuntariamente, fijos en la prominencia que localizó bajo el cierre, casi de forma instintiva. Sintió como su boca se entreabría inevitablemente...

Tenía el cabello cubriendo sus ojos y ambas manos sujetando la vara, la cual apoyaba en su rostro como si estuviera a punto de lamerla en un acto lascivo. Su sonrisa era amplia, maliciosa, y sus movimientos... ¡si que parecía un profesional!.
Cada rincón del escenario se rendía a sus pies, parecía un pez en el agua. De nuevo en pie, un gesto de su mano izquierda, un ligero giro de cabeza que despeinó traviesa y provocativamente sus cabellos.
Miró a ambas mujeres, incluso a los hombres. Todos estaban sorprendidos de que aquella mirada de felino salvaje les obligase a imaginárselo con poses y atuendos de todo un profesional. Algunos, incluso, lo imaginaban en su cama.
Poseía un carácter brutal, no era para nada moldeable. Los estaba dejando extasiados cuando..... entonó unas palabras de modo que el final quedó perfectamente marcado.

La sonrisa y ese brillo especial en sus ojos, aun eran perceptibles. Tras su actuación, todas sus virtudes quedaron descubiertas y se mostraba ante los presentes como "el hombre perfecto". Las miradas de asombro sobre él le hicieron reculear un poco mientras su sonrisa se apagaba entre respiraciones cortas y profundas, tratando de recuperar el aliento.

Ujio recuperó la cordura y supo que se había pasado de la raya. Apartó sus flequillos de la cara sudorosa, nervioso, y dio un par de pasos atrás, mirando a los perplejos espectadores.
Se había sentido tan perdido que, en su intento por relajarse..... quizás se había pasado. Ni siquiera en casa se habría comportado de un modo tan prepotente. Como si todos mirasen hacia él, como si el mundo pagase fortunas por tocar uno de sus cabellos, como si aquellos para los que cantaba estuvieran disfrutando de un privilegio por el que muchos morirían.
Definitivamente aquello de cantar se le subía pronto a la cabeza.

Sonrió un poco avergonzado, acariciándose de forma nerviosa los cabellos de la nuca. Descubrió la vara en su mano izquierda y la soltó espantado, aunque hizo muchos intentos por disimularlo. ¿Qué coño se había creído? De un momento a otro se ruborizaría y... eso era algo muy difícil de asimilar.
-Eee... ¡lo siento!. ¡Lo siento mucho!.- hizo una marcada reverencia y salió de la sala tan rápido como sus piernas se lo permitieron.

FIN CAP 02

Bueno, bueno..... q les voy a contar? terminé cachondísima imaginando la ultima escena mientras la escribía, aunq no tenía ninguna canción en particular dentro de la cabeza.
¿O tal vez si? mmmm hace mucho q lo escribí asi q no estoy segura.... probablemente si, pero no la recuerdo (lastima) Siempre busco "la canción" q me inspire cada fic.

Espero q sigan leyendo y espero también estar a la altura de sus deseos (aun no porq recién comenzamos pero.... espero q en adelante si) XDDDDDDDDDDDDD

Kuroda Inoue :3