Hola a todo el mundoooo!!!!

Tengo que decir que me ha sorprendido seriamente la acogida que ha tenido esta historia, sobre todo porque en los mensajes que me habéis dejado (y que os agradezco infinitamente) habéis comentado una y otra vez lo divertida que es la historia o lo mucho que os habéis reído con ello. Esto me ha dejado estupefacta porque no pensé que fuera graciosa ni mucho menos. Absurda sí, por supuesto, pero graciosa... Así que parece ser que me he animado a hacer algo más largo (que Dior me ampare) y aunque solo tenía una vaga imagen de los primeros dos párrafos en la mente esta monstruosidad ha ido creciendo y tomando algo así como una especie de forma hasta convertirse en un capítulo que promete tener, al menos, una continuación.

El lenguaje que se emplea en este capítulo no llega a ser vulgar, pero se insinúan muchas cosas que pueden sentar mal a algunas personas. Así que empiezo avisando que hay referencias sexuales en este capítulo (vamos, basicamente trata sobre eso) y que si algo puede ser entendido de dos maneras tengáis por seguro que esa era mi intención

Dicho esto, espero que este capítulo no os decepcione demasiado en comparación con el anterior (aunque sigo sin entender cómo os ha podido gustar) y que al menos os haga olvidaros de los problemas durante un ratillo.

Gracias por vuestro apoyo.

Besitos mil.

¡¡¡MALFOY TENÍA QUE SER!!!

Severus Snape se compadecía de sí mismo mirando la botella vacía de Whisky en su mano, preguntándose cuando su vida habia empezado a irse al carajo.

"Oh, sí, con ese estúpido castigo" se recordó, reprimiendo sus ganas de pedir una nueva botella al barman, que ya le miraba con mala cara desde hacía un buen rato. Tal vez se debiera a que había recostado la cabeza en la barra, semiinconsciente, murmurando groserías. Sí, eso debía ser.

- Te ves peor que de costumbre – llegó una voz conocida a sus oídos, sobresaltándole ligeramente.

Intentó enfocar la vista, pudiendo divisar ante él un confuso manchón blanco y negro que tenía una apariencia vagamente humana.

- Pues anda que tú... – murmuró, sintiendo como la baba se le caía por la comisura de la boca hasta formar un charquito sobre la superficie de madera de la barra - ¿Te han echado un hechizo deformante o tienes un día especialmente malo?

- Me estás viendo a través del vaso, estúpido – refunfuñó el extraño monstruo acercándose ligeramente para apartar el vaso vacío de enfrente de sus ojos -. Los Malfoy NUNCA tenemos mal aspecto.

Severus sonrió tontamente.

- Eso es cierto, recuerdo que incluso cuando tuviste varicela esas manchas te hacían ver de lo más sexi.

Lucius rió un poco por lo bajo mientras pasaba una mano bajo su brazo tratando de incorporarle. Severus decidió no ser tan bastardo y colaborar un poco con su amigo, apoyándose como podía en la barra y procurando no acercarse mucho al impecable traje del rubio, no fuera cosa de que tuviera que volver a sacar de manera imprevista todo el alcohol que había estado ingiriendo durante la tarde.

- ¿Cómo sabías que estaba aquí? – logró preguntar medio coherentemente, tirando sin querer de la primorosa coleta de su amigo.

- ¡Sueltame el pelo!

- Lo siento.

- Eso espero, ¡dolió! – Lucius bufó despectivamente a su pregunta anterior, logrando sacarlo a la calle casi por milagro y conducirlo a un callejón tan poco transitado como el resto de la zona – El dueño me avisó. Eres bastante conocido por aquí, ¿lo sabías?

- Y tú también, pequeño cretino, ¿crees que no sé los asuntos que te traes entre manos? – reprochó sintiendo la boca pastosa y las palabras difíciles de pronunciar. Oh, vaya, debía estar bastante borracho.

Lucius desestimó sus palabras con un gesto.

- Trabajo – argumentó con simpleza – ¿Y se puede saber porqué has decidido matarte bebiendo? ¿Y precisamente hoy?

Severus lo miró confuso.

- ¿Qué pasa con el día?

- Es Viernes, si quieres matarte hazlo un Lunes, son tan deprimentes... – un gestito de desagrado cruzó sus finas facciones y Severus no pudo evitar reírse amargamente.

- ¿Qué mas dá un día que otro cuando se está jodido?

Lucius arqueó una ceja, intrigado.

- Vaya, ¿y quien te ha jodido, Sev? No me has contado – reprochó con una sonrisita maliciosa.

- McGonagall.

- Ueegggg, preferiría haber seguido ignorándolo – contestó con sincero desagrado el rubio. Severus se recargó contra la pared y se pasó las manos por la cara – Vamos, cuentameeeee... – presionó Lucius. El maestro de Pociones suspiró y procedió a contarle con pelos y señales lo acontecido en el capítulo 1º (N/A para más datos, releer el capítulo anterior , presupongo que lo habréis leído en algún momento y por eso estáis leyendo el 2º)

- Y ahora McGonagall se lo ha contado a todos los profesores porque no le dejé jugar con los chicos y todos me miran como si fuese un pervertido, se comen todas las tortitas del desayuno sin dejarme ninguna, cuchichean a mis espaldas, me señalan con el dedo... en definitiva; me odian.

- Ay, Sev, si ya te odiaban antes...

- ¡Pero no se atrevían a dejarme sin tortitas TT! – Severus Snape, el estoico maestro de pociones que aterrorizaba a sus alumnos con sus ácidos comentarios, hizo un pucherito de niño de cinco años conteniéndose heróicamente para no hecharse al suelo y hacer una pataleta en toda regla. Lucius le dio unas palmaditas tranquilizadoras en el hombro – Y además también me jode bastante que me consideren un pederasta – puntualizó el hombre.

- ¿Y qué? – preguntó Lucius cansado - Eres un mortífago traidor que ha torturado y matado a una pila de gente, un desagradable hijo de puta que no escupiría a uno de sus colegas aunque estuviera ardiendo, un retorcido cabrón sin escrúpulos que se divierte haciendo sufrir a los estudiantes las penas del infierno... y tienes un gusto pésimo vistiendo. ¿Qué mas da que crean que además cobras favores sexuales a cambio de una buena nota?

Severus le miró profundamente herido.

- Creí que te gustaban mis túnicas – dijo frunciendo el ceño.

- Demasiados botones = frustración sexual. Se tarda demasiado en desvertirte, Sev ¿cómo quieres que me gusten en ese caso? – bufó el rubio despectivamente.

- De todas maneras no me gusta que piensen que me tiro a niños de quince años en mi tiempo libre – dijo Severus ofendido.

- Mientras sea en tu tiempo libre... pero ¿seguro que no lo haces? – preguntó Lucius con otra sonrisita.

- ¿Qué quieres decir? – Severus estaba confundido.

- Bueno, no te reprocho no acercarte a Potter porque ya da arcadas solo pensar su nombre, ¿pero no le has puesto las manos encima a Draco? No creo que le importase subir nota.

Severus miró anonadado a su amigo.

- ¡¿QUÉ?! Pero... pero... ¡Si es tu hijo! – casi gritó escandalizado.

- Pues por eso... sé lo que me digo – dijo tranquilamente el otro mirándose las uñas, perfectamente arregladas, por supuesto.

- ¡Lucius!

- No sé de qué te escandalizas tanto, sabes perfectamente que siempre has atraído a los Malfoy. ¿Recuerdas cómo te perseguía mi padre? – preguntó en tono soñador rememorando sus años mozos. Severus, que recordaba muy bien esos correteos por la mansión de su amigo, no tuvo más remedio que darle la razón – ¿Y entonces qué? ¿Acaso no encuentras atractivo a mi hijo? – preguntó el rubio alzando las cejas con cierto escepticismo.

- La verdad es que Draco está muy bue... ¡Lucius! ¡Dejalo ya! ¡No pienso tocar a tu hijo! – saltó Severus indignado al darse cuenta de que su mente iba por otros derroteros.

- Amargado – dejó escapar el rubio. Severus estrechó los ojos para enviarle una de sus famosas miradas "fulminantes totales grado 6" cuando de pronto se puso bizco – ¿Y ahora qué te ocurre? – preguntó contrariado el rubio viendo como era empujado por el maestro de pociones, que echaba a correr hacia una esquina.

Tuvo su contestación cuando le llegó el ruido de violentas arcadas y su resultado.

- Mejor será que te vayas derechito a la cama – decidió Lucius asqueado.

Le costó un poco convencer a Severus de que no se estaba muriendo. Tampoco fue facil hacerle entender que las paredes no se movían de su sitio, sino que su percepción estaba un poco trastocada por los efectos combinados del alcohol y el mareo típico post-vómito. Fue una verdadera suerte que la Aparición resultase un éxito y Severus no se escindiera por el camino, dejando una parte de su cuerpo vete-a-saber-donde porque Lucius no tenía la suficiente paciencia de aguantar sus desvaríos en todo el camino a pie hasta el castillo junto a su contínuo zigzagueo.

- ¿Pero por qué les caigo tan mal? – lloriqueó el profesor sobre el hombro de su amigo – Todo el cuerpo docente me mira como si fuese un bicho raro, ¡incluso Albus me mira de mala manera!

- Eso es porque eres un bicho raro, rarísimo, y te has portado como un bastardo los últimos... a ver... déjame pensar... ¿14 años puede ser? No, espera, eso es incorrecto, de niño ya te portabas así.

Severus miró malamente al rubio personaje que, con un más que evidente cabreo, tironeaba de él por los terrenos de Hogwarts hasta la puerta del colegio.

- Se supone que tienes que animarme – dijo entre dientes.

- Para eso está Lupin, "el licántropo optimista", ¿no? – replicó Lucius.

- Pues no, no está, se fue, se marchó, se largó de país, se esfumó...

- Ah, por eso estás de ese humor tan raro – calló en la cuenta mirando a su amigo de reojo -, hace tiempo que no fo...

- ¡Lucius!

Ante la amenaza de un hechizo (mal lanzado) el rubio cerró la boca por el resto del camino, en el que no se encontraron con ningún estudiante gracias al bendito toque de queda (N/A sí, el mismo que se saltan Harry & Cia cada vez que les viene en gana en cualquier fic .). Al llegar a las habitaciones del maestro, Lucius pasó directamente al dormitorio y dejó caer a su amigo sobre la cama. Se alejó de él suspirando, frotándose el hombro sobre el que había estado recargado Severus.

Severus también suspiró, de felicidad al ver que estaba en su camita, aunque se encontraba aún un poco mareado. Mas bien MUY mareado.

- Lucius, creo que voy a volver a vomitar – gimoteó. Al no obtener respuesta levantó ligeramente la cabeza para mirar al rubio - ¿Lucius, no vas a ayudarme?

- ¿Y ponerme perdido? – preguntó escandalizado el nombrado, alejándose un paso más de Severus – Creo que pasaré por esta vez, Sev, te enviaré ayuda si la encuentro por el camino, ¿ok? – abrió la puerta de la habitación para marcharse, pero se volvió hacia él de nuevo – Mira, Sev, ya piensan mal de ti, así que, ¿qué hay de malo? En tu caso es llover sobre mojado – le guiñó un ojo con una mueca perversa y cerró la puerta a sus espaldas. Severus solo gruñó algo inteligible y se volvió a dejar caer sobre el colchón, gimiendo bajito de cuando en cuando, haciéndose la víctima por lo mal que se encontraba.

Lucius, en cambio, no fue demasiado lejos. No porque una extraña muesca de generosidad en su corazón le hiciera volver junto a Severus para atenderle en sus padecimientos. Eso nunca podría haber ocurrido. Sino más bien porque al abrir la puerta de la pequeña sala de estar de las habitaciones del profesor se topó cara a cara con alguien llamado Draco Malfoy.

Draco alzó una ceja y miró interesado a su padre.

Lucius alzó una ceja y miró interesado a su hijo.

El chico tenía la camisa mal colocada, abierta en al menos tres botones, la túnica removida, los pantalones arrugados y el pelo inusualmente despeinado. Además traía un ruborcillo extraño en las mejillas... ay, calla, era por vergüenza al saberse pillado al ir a acosar a su profesor. Menos mal, qué susto.

- Hola Draco.

- Hey, papi, que haces por aquí – preguntó el chaval con cordialidad aunque se le notaba molesto a las leguas.

- Vine a ver a Sev, no se encuentra muy bien – explicó. Draco le envió una mirada de escepticismo y después sonrió de medio lado.

- ¿Quieres decir que no se encuentra disponible? – preguntó observando descaradamente la ropa impecablemente colocada de su padre.

- Un poco indispuesto – puntualizó el rubio (el mayor) cogiéndolo sin ceremonia de la camisa y metiéndolo dentro - ¿Se puede saber por qué me traes esas pintas? – regañó revisando una vez más el atuendo de su hijo. Luego, para sorpresa de Draco, su padre le abrochó uno por uno todos los botones de la camisa para luego abrirsela de un tirón, saltándoselos. A continuación le pasó las dos manos por el pelo para despeinárselo con energía y casi le rasgó la túnica al intentar quitársela. Se alejó un paso de su primogénito y le miró con orgullo bajo la mirada alucinada del chico – Así mejor, que parezca que te han violado, eso funciona mejor que la táctica "me he revolcado en el pasto".

- ¡Papá! – protestó el chaval débilmente, aún demasiado flipado con todo eso.

- Pero bueno, ¿te lo quieres ligar o qué? Pues entonces no me protestes – Lucius se sacó de entre los ropajes un botecito que le pasó a su hijo – Sabor cereza – informó con un guiño cómplice -, ponte un poco en los pezones.

Y se fue dejando al crío totalmente perplejo allí plantado, frente a la puerta de la habitación de su profesor.

Draco se recuperó rápido de la "entrevista" con su querido padre y entró sin llamar en la sombría estancia.

- ¿Profesor? – llamó a voz en grito. Severus gimió inquieto en la cama y se volvió a mirarlo.

- ¿Draco, que haces aquí?

- Necesito un favor – dijo el chico resueltamente, acercando una silla a la cabecera de la cama para sentarse tranquilamente.

Severus observó con aire crítico las ropas de su estudiante.

- ¿Qué demonios te ha pasado?

- Me encontré con papá – explicó con tranquilidad. Severus giró los ojos pero no hizo ningún comentario al respecto. Ya sabía cómo era Lucius.

- ¿Y no puedes esperar a que me encuentre un poco mejor para pedirme ese favor, Draco? – preguntó el profesor medio suplicante, pero si se parecia en algo a su padre...

- No, no puedo, en absoluto. Además, considero que este es el mejor momento.

"Joder, Malfoy tenía que ser" pensó Severus mirándolo malamente. Y es que verlo ahí, con esa pinta de recién asaltado, esa sonrisita de yo-soy-el-mejor y esa actitud entre perversa e inocente, mirándole de arriba a bajo con esos enormes ojos mientra se relamía los labios y balanceaba las piernas como un crío... era como volver a sus días de estudiante. Los Malfoy no tenían hijos, ¡tenían copias genéticas! Y por algún motivo todas se sentían atraídas hacia él. No es que se quejara, pero Draco tenía quince añitos, no era como si pudiera tumbarlo sobre su mesa y...

- Perdona, ¿qué decías? – preguntó el profesor, consciente de que se había perdido las últimas palabras de su alumno.

Draco suspiró exasperado. Cómo le jodía aquello de repetirse.

- Decía – dijo con retintín, como regañándole por no prestarle atención, cosa que no soportaba – que necesito que me dé clases particulares.

- ¿De Pociones? – preguntó Severus extrañado, pues Draco era uno de sus mejores estudiantes. Bueno, si Granger se muriese de repente sería el mejor.

- No, de sexo – dijo el chico con simpleza haciendo que el maestro casi se callera de la cama de la impresión.

- ¿Cómoooooooo?

- Verá es que después del incidente del otro día, durante el castigo, ¿sabe? – como si Severus no supiera de qué estaba hablando – me dí cuenta de que está bastante bien equipado y yo realmente necesito un poco de avance en la materia porque estoy enrollado con Potter pero no me da lo que necesito, cosa que no entiendo porque se supone que los Gryffindor son valientes y a éste le da miedo rasparse las rodillas, o qué se yo, y claro, yo ya me he cansado de los "juegos de manos", necesito más acción y pensé que usted podría proporcionármela porque como se rumorea por todo Hogwarts que estamos liados ya no sería tan mal visto, y no es como si le estuviera pidiendo que prestase atención a Potter, el diablo se me lleve, eso nunca se me ocurriría, el chico es una completa nulidad, además de ser una absoluta birria sin ropa, que parece que no pero disimula un poco lo esmirriado que está....

- ¡Draco! – interrumpió Snape escandalizado cuando hubo recuperado la voz. Sin duda le había dado más información de la que necesitaba. Draco y Potter, ¡como Lucius se enterase! Y además estaba impresionado con la capacidad pulmonar de Draco, ¿es que no necesitaba respirar? - ¿Desde cuando te acuestas con Potter?

Draco le envió una mirada molesta.

- ¿Quién dijo que nos acostamos? En realidad no hemos llegado a ese punto, y no creo que lleguemos nunca porque siempre me sale con frasecitas como "no estoy preparado", "yo realmente no soy gay" y resulta frustrante porque ni siquiera me la quiere chu...

- Entendí el punto – regruñó Snape, cortándolo y sintiendo que le volvían las náuseas al imaginarse a esos dos juntos. Por Dios, ¡un Potter! ¿Cómo se le había ocurrido a Draco? Como se moría de la curiosidad no pudo evitar preguntárselo.

- Bueno, siempre ha existido esa tensión sexual entre nosotros, ya sabe, mi mayor rival, etc, etc, y pensé que sería divertido, pero más que divertido es molesto porque además me hace escenitas de celos, como el otro día cuando me vio con Blaise, por mucho que le expliqué que realmente no ocurría nada entre nosotros no pude hacerle entender. Insistía en decir que no había ninguna razón válida para que mi mano estuviera dentro de sus pantalones, pero es que tropecé y para no caerme...

Snape no pudo contenerse y lanzó una carcajada que le hizo atragantar y acabar tosiendo furiosamente. Draco, muy amablemente, saltó de su silla para brindarle auxilio, pero Snape (que conocía demasiado bien a los Malfoy) lo mantuvo alejado de él y se volvió a dejar caer sobre el colchón exhausto, respirando agitadamente. Se revolvió un poco en la cama intentando encontrar una postura cómoda, pero no lo lograba. Draco le miraba con una ceja alzada.

- Mmm, profesor ¿se ha dado cuenta de que tiene un libro de unas 800 páginas bajo los riñones? – preguntó cándidamente.

- Algo había notado, sí – gruñó Snape maldiciendo a Lucius por no fijarse dónde le dejaba vegetar. Intentó sacarlo por él mismo pero no le fue posible.

- "Propiedades curativas del Ajenjo" – leyó el chico en el lomo - Si se girase hacia la izquierda yo podría sacarlo – sugirió Draco con voz casual. Demasiado casual.

- No, gracias, sé lo afectos que sois los Malfoy a "atacar por la espalda". Con el tiempo he ido aprendiendo a caminar sin separarme de las paredes cuando estáis en una habitación – volvió a gruñir el maestro, logrando gue su alumno colocara un pucherito en sus aristocráticas facciones.

- ¿No me va a dar ni una oportunidad? – gimoteó – Tengo un GRAN problema (le aseguro que es grande, lo he medido) y necesito una GRAN solución. Solo usted puede ayudarme.

Snape le miró agriamente, sin contestar.

Draco le miró tremendamente frustrado.

Suspiró derrotado, mirando al suelo.

- Me puedo volver a poner las orejas y la cola de conejo – ofreció, con tono resignado.

Snape abrió la boca para contestarle desagradablemente y el aire se le quedó atorado en la garganta. Tosió de nuevo escandalosamente, intentando recuperarse de la imagen mental que se había formado.

- Largo de aquí, Malfoy. Ahora.

El chico se levantó de la silla con aspecto de estar a punto de echarse a llorar.

- Y no me mires con esa expresión que ya me la conozco.

El rubio arrastró los pies hacia la entrada. Abrió la puerta y se quedó un momento parado, sujetando el pomo. Se volvió con una sonrisa perversa hacia su profesor.

- De acuerdo, pues entonces yo revelaré qué poción es la que estaba haciendo durante el castigo.

Snape se incorporó bruscamente clavándose de manera molesta los bordes de "Propiedades curativas del Ajenjo" en la espalda.

- ¡Maldito crío!, ¡a eso se le llama chantaje!

- Oh, yo no lo llamaría así – dijo Draco con inocencia -, alguien podría oírlo. Digamos que es un favor por otro favor.

Snape volvió a gruñir por lo bajo fulminando al chico con la mirada. Se dejó caer de nuevo pesadamente sobre la cama y trató de decidir qué sería más perjudicial para su imagen.

Aunque pensándolo bien, su imagen ya estaba dañada, así que, ¿qué sería lo mejor para su cuerpo?

CONTINUARÁ...

Este capítulo ha sido posible gracias a los mensajes de:

vicu-malfoy

Ana Rickman

asosa76

Undomiel de Vil

marianitaradcliffe

Petit Charat

lunawood

LUZY SNAPE

Amaly Malfoy

la seora toda poderosa

Thuringwethil

OlgaxTomFelton1

sarita

Y Murtilla, no sé si tu mensaje era para mí, pero me he reído muchísimo con él.

Pd. Me ha sorprendido mucho que casi todos los mensajes contuvieran un "jajajaja" GRACIAS!!!