Hoooolaaaaa!!!!
Bueno, tengo que reconocer que con esta historia me he hecho un poco de rogar, pero me pasa lo de siempre, que no me doy cuenta de que hace tanto tiempo que actualicé. El tiempo se me pasa muy rápido últimamente, lo que es un asco porque ya se acerca de nuevo mi cumpleaños (BUA!) y dentro de nada nochevieja y etc, etc, etc.
Bueno, este capítulo sigue sin tener ningún sentido, lo que no es extraño dada la historia de la que se trata. Se descubren un par de cositas intranscendentes y se vuelve a putear a Sev. En realidad, no tengo disculpas por escribir algo como esto, es pa matarme, pero que le vamos a hacer, al menos me pego unas partidas escribiedo sandeces...
Bueno, como básicamente todos los reviews dicen lo mismo (hacen la pelota y eso, lo que os agradezco, por supuesto) no voy a contestarlos uno por uno, pero los agradezco de igual manera. Solo contestaré a Male-chan, que me pregunta si puede poner este fic en su comunidad con un par de escuetos. "¿Tú stas loca?" Y "por supuesto que puedes" .
No sé cuanto va a durar esto, pero por ahora puedo aseguraros un capítulo más. Ese no es nada del otro mundo, pero al menos espero que os haga sonreír un porquito.
Besitos mil!
¡CUANDO QUIERA!
Harry Potter, como todos sabemos, era un chavalín que hubiera sido de lo más mediocre de no tener una cicatriz muy chula en la frente. Dicha cicatríz le elevaba sobre el vulgo proclámandole héroe del mundo mágico, lo que era igual a decir "soy mejor que tú, pringao" sin necesidad de alzar la voz.
Por supuesto, esto no era más que un error de apreciación, porque le costaba lo suyo aprobar con suficientes Historia de la Magia (no tenía mucha memoria para fechas sin sentido), Herbología (si las plantas no le huían era por que se lo impedía la maceta) y Pociones (pero esto no era solo porque fuera una absoluta y completa nulidad en la materia, sino porque el profe le tenía manía, lo que también era cierto) cuando otros estudiantes, supuestamente menos fantásticos (como Hermione Granger como ejemplo más exagerado) podían perfectamente con todo.
Sin embargo hay que reconocer sus méritos, a pesar de ese pelo imposible de peinar, de que era ligeramente enclenque y que no había crecido mucho, tenía unos increíbles ojos verdes que más de un envidioso le había intetado arrancar y un aire de inocencia que parecía pedir a gritos "¡protégeme! ¡protégeme!", que también podía ser interpretado en ocasiones como "¡viólame! ¡viólame!" según el grado de perturbación mental del observador. Además de ser rápido de reflejos, tener una memoria inquietante para todo tipo de hechizos y ser tal vez excesivamente temerario, Harry era particularmente bueno volando.
Por ello nadie se extrañó cuando le vieron bajar en esa mañana de invierno vestido con su uniforme de quidditch y su escoba en la mano de camino al campo recién nevado.
Hermione giró los ojos y volvió su atención de nuevo al libro que leía, para variar. Ron levantó la mirada, miró la ventana, calculó el frío que haría y consideró que era muchísima mejor idea quedarse al lado de la chimenea calentito que helarse el culo sentado en las gradas.
Harry reprimió la sonrisa que intentaba formarse en sus labios y salió de allí a toda prisa, casi tarareando para sí, para salir del castillo tranquilamente y, con mucho disimulo, dirigirse a los vestuarios de quidditch.
Allí se sentó en uno de los bancos y esperó pacientemente.
Y esperó.
Y esperó.
Y siguió esperando.
Y se preguntó por qué cojones seguía esperando.
Y justo cuando se iba a levantar hecho una furia Draco Malfoy abrió de par en par la puerta de los vestuarios y entró bailando alegremente y con una sonrisa de oreja a oreja haciendo que se le pusiera la piel de gallina.
- Oh, mierda – dijo Harry - ¿Ya lo has conseguido? ¿Tan pronto?
- Casi, casi – canturreó Draco contentísimo.
- ¿Y cómo cojones lo has hecho si puede saberse? – preguntó Harry molesto, cruzándose de brazos y haciendo un puchero.
- ¡Channnnntajeeeeee! – casi gritó Draco dando saltitos como una animadora.
- ¡Ya vale, Malfoy, que me da escalofríos verte así! – gruñó Harry. Joder, con el buen humor que tenía él al levantarse y se le tenía que torcer el día - ¿Con qué le has chantajeado?
- SE-CRE-TOOOO...- canturreó el rubio mirando con ojos golosos la escoba puesta al lado de Potter – Hum, casi me la podrías ir dando ya – dijo con una sonrisa encantadora – digo, como voy a ganar es tontería que la carges de vuelta a tu guarida – extendió la mano para coger la escoba, pero la mirada furiosa de Harry, y aún más efectivo, el golpe que le dio en la mano hicieron que Draco se retirase siseando indignado – Mal perdedor – masculló.
- Aún no has ganado, Malfoy, así que las manos fuera – dijo Harry de mal talante. Cogió su escoba y salió de los vestuarios rumbo al castillo, con Draquito pisándole los talones riéndose de él.
- Me falta poquito, poquito, poquito, Potter – le recordó -. Vete despidiendo de tu escobita porque es M-I-A.
- Sueñas – dijo el moreno desagradablemente echándole una mala mirada por encima del hombro – Además, se supone que tenías que seducirle, no chantajearle – protestó.
- No si seducido ya lo tengo – dijo Draco altivamente -. El chantaje es solo para que acceda a olvidarse de ciertos detallitos que le impiden disfrutar de mi precioso, glorioso y perfecto cuerpo en su totalidad.
- Tú no tienes abuela, ¿eh? – dijo Harry divertido por el despliege de vanidad.
- De hecho sí, tres. No preguntes, una larga historia – suspiró Draco y palmoteó alegremente - ¡Esta noche cae!
- No entiendo cómo coño puedes estar tan contento – dijo Harry mirándole de reojo -. Es Snape de quien estamos hablando. Digo, no es que sea un sex-symbor precisamente.
Draco le miró tremendamente escandalizado.
- Eso lo dices solo porque te tiene manía – siseó entrecerrando los ojos.
- No. Eso lo digo porque ese hombre es el ser más antilíbido que ha pisado la faz de la tierra – dijo Harry convencidísimo.
- Estás celoso porque tú nunca podrás acostarte con él, por eso le insultas – dijo el rubio con una sonrisa maliciosa, como si hubiera hecho un gran descubrimiento.
Harry se puso completamente rojo y se volvió para enfrentar al Slytherin.
- No dices más que estupideces. Te recomiendo cerrar la boquita si no quieres tener de una buena vez mi escoba, pero enterrada en una parte de tu cuerpo donde nunca da el sol – amenazó levantándole un dedo en señal de advertencia (no indicaremos cual).
- Mira, degenerado, que tú utilices así tu escoba no quiere decir que los demás hagamos lo mismo. Yo particularmente, la quiero para volar, ¿sabes? VOLAR. No VIOLAR – explicó Draco pacientemente -. Y poniéndote así solo me demuestras que tengo toda la razón del mundo y aún más – prosiguió deprisa sin darle tiempo para replicar -. Estás celoso porque nunca será tuyo.
- ¡Mira Malfoy, entérate bien, yo puedo tirarme a Snape cuando quiera! ¡CUANDO QUIERA! – espetó Harry perdiendo la paciencia. Draco sonrió malignamente y señaló con un dedito inocente el espacio a espaldas de Harry.
El salvador del mundo mágico casi se hizo pis encima cuando se giró y encontró a todo el colegio en pleno sentadito en el Gran Comedor mirándole boquiabierto mientras se servía el desayuno.
Y al fondo, en la mesa de los profesores, a parte de una Minerva McGonnagal estupefacta, un Dumbledore impresionado, una Sprout shokeada y un Hagrid ligeramente (bastante) asqueado se encontraba un serio personaje de ropas eternamente negras que en algún momento había tenido una faz cadavérica, pero que ahora estaba tan encabronado que se había saltado todos los colores existentes hasta la fecha, creando seguramente una nueva gama de rojo-furioso.
- ¡300 PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR! – bramó, despeinando a todos los alumnos, se paró para tomar aire y añadió: - ¡Y discutiremos su castigo después de clase! – con voz extremadamente venenosa a la par que hacía una espectacular y enérgica salida por la otra puerta.
Harry intentó tragar saliva, aunque tenía la boca tan seca que le fue imposible.
A sus espaldas Draco se pasó una mano por el pelo para volver a ponerlo en su sitio, descolocado por el grito de Snape y se volvió sonriente hacia Harry.
- Bueno, Potter, nos vemos después de tu casigo – sonrió burlonamente -, si alguna vez termina, claro.
:-:-:-:-:-:-:-:-:
Severus Snape se compadecía de sí mismo mirando la botella vacía de Whisky en su mano, preguntándose cuando su vida habia empezado a irse al carajo.
"Oh, sí, con ese estúpido castigo" se recordó, reprimiendo sus ganas de pedir una nueva botella al barman, que de nuevo le miraba con mala cara desde hacía más rato del que podía recordar. Tal vez se debiera a que había recostado la cabeza en la barra, semiinconsciente, murmurando groserías. Sí, eso debía ser.
- Te ves aún peor que la última vez – llegó una voz conocida a sus oídos, sobresaltándole ligeramente.
Intentó enfocar la vista, pudiendo divisar ante él un confuso manchón blanco y negro que tenía una apariencia vagamente humana.
- Pues anda que tú... – murmuró, sintiendo como la baba se le caía por la comisura de la boca hasta formar un charquito sobre la superficie de madera de la barra - ¿Te han echado un hechizo deformante o tienes un día especialmente malo?
- Joder, Severus, si esto ya lo hicimos en el capítulo pasado. Sé más original, por Dios – dijo, (oh, sí) Lucius Malfoy tamborileando con los dedos en la barra del bar, cuidando muy bien de evitar todo contacto con el charco de baba que avanzaba audazmente sobre la madera pulida.
- Oh, y yo que creía haber tenido un deja vú bestial – se quejó el maestro de pociones tratando de enderezarse para, seguidamente, caerse de morros al suelo.
Lucius suspiró audiblemente mirando al techo tratando de invocar paciencia, pero puesto que el lugar no era muy higiénico que digamos y en el techo podías encontrar desde kilómetros de telarañas hasta manchas de todo tipo que hacían que uno ni quisiera suponer de qué eran ni como habían llegado allí, bajó de nuevo la mirada hacia su amigo (futuro ex-amigo como siguiera en ese plan) para darle un par de pataditas poco delicadas en el bazo.
- Si no te has muerto levanta, que vas a coger frío – dijo con una gran dosis de vergüenza ajena.
Severus necesitó agarrarse la pernera de su pantalón para levantarse, aunque casí se lo arrancó dejándolo parcialmente en bolas, cosa que a Lucius, siendo un vanidoso exibicionista como era, no le habría importado demasiado de no ser por que su público sería esta chusma vulgar, nada dignos de contemplar su maravilloso cuerpo.
Así que, dado a que le había hecho saltar un par de botones por ponerse en pie, Lucius lo sacó de allí a collejas, arreándolo hacia Hogwarts como haría un pastor con una piara de cerdos.
- ¡Tira, tira, que me tienes harto! – le espetó al ver que pretendía pararse en una esquina.
- ¿Por qué me tratas así? – dijo Snape con un pucherito atroz. Reconozcámoslo, a este hombre no se le dan nada bien los pucheros.
- ¡Porque me has jodido la noche, por eso! – casi aulló Lucius - ¿Sabes cuánto tiempo llevo persiguiendo a ese hombre?
- ¿A cual? – preguntó Severus genuínamente confuso.
- ¡Al Marqués de Glénat!
El maestro de pociones se quedó pensando un momento seriamente.
- ¿Te refieres a la Marquesa Viuda de Glénat? – preguntó alzando una ceja.
- Noooo, al Marqués – dijo Lucius impaciente.
- El Marqués murió hace tres años, Lucius. Estoy completamente seguro de que te refieres a la marquesa; casi dos metros, pelo negro, mandíbula fuerte, bigote espeso...
Lucius le miró impactado un momento y luego un escalofrío de asco le recorrió.
- ¡Por favor, que tía más fea! – casi gritó.
Severus se rió por lo bajo de los gestos de Lucius, que de repente parecía tener urticaria en sus partes más nobles.
- ¡Qué desagradable! ¡Me tengo que dar una ducha ahora mismo o me moriré del asco!
- ¿Cuál es el problema? También te gustan las mujeres, ¿no? – preguntó Severus cerrando los ojos mareado para apoyarse en la fresquita pared que tenía detrás.
- Bueno, me gustan las mujeres que PARECEN mujeres – dijo indignado.
- En ese caso, da gracias por haberlo descubierto antes – dijo pragmáticamente el maestro de pociones para consolar a su amigo. Bueno, más que nada para que no le diera más collejas por haberle arruinado el plan.
Lucius le envió una mirada molesta por unos minutos eternos en los que Severus luchó con dignidad por no hacerse pequeñito y encogerse en un rincón a sollozar y después suspiró hastiado.
- Ale, venga, andando al castillo, que tienes una pinta tan penosa que me entran ganas de echarme a llorar aquí mismo – dijo con disgusto el rubio, recolocando cuidadosamente la puntilla de su camisa para que sobresaliera con elegancia de su chaqueta de terciopelo. Severus se contuvo de suspirar con alivio -. A propósito, ¿se puede saber qué es lo que ha ocurrido esta vez para que decidas envenenarte con la porquería que ponen en ese antro?
Severus procedió a contarle con pelos y señales lo sucedido dos páginas atrás.
- Y me ha dado tanto asco el crío que después de un ataque de vómitos peor que el de una embarazada he optado por venir a intoxicarme etílicamente antes de morir de humillación – concluyó el maestro de pociones derrotadamente -. Ahora se ha extendido el rumor de que soy un tío fácil y los alumnos se me insinúan por los pasillos.
- Bueno, eso no es tan malo – dijo Lucius frunciendo el ceño.
- ¿El hijo de Goyle te parece lo suficientemente malo? – preguntó Severus desagradablemente con un intenso escalofrío al recordar la escena.
Lucius se quedó sin habla por un momento, shockeado por la información.
- Nunca en tu vida vuelvas a contarme algo como eso – murmuró aún impactado.
- Te comprendo, he intentado borrarme la memoria en un par de ocasiones, pero Dumbledore siempre me pilla.
:-:-:-:-:-:-:-:-:
Era la hora del desayuno y el profesor de pociones seguía sin aparecer desde el día anterior. Dumbledore parecía preocupado, más que nada porque había llegado a sus oídos un extraño rumor de Severus Snape haciendo una ronda de bares por el mundo muggle con su amigote Lucius Malfoy cantando Las Mañanitas a pleno pulmón.
Dumbledore se preguntó, no por primera vez, a qué clase de degenerados había aceptado Voldemort en sus filas.
Harry Potter miraba con cierta aprehensión el lugar vacío en la mesa de profesores. Más que nada porque también había un hueco vacío en la mesa de los Slytherins y eso no le gustaba un pelo. Le tenía en mucha estima a su escoba para perderla tan pronto. Y bueno, tampoco tenía prisas en librarse de Malfoy.
A su lado Hermione seguía con su interminable discurso sobre el respeto que se le debe a un profesor, aunque Harry sabía que en el fondo lo que le jodía era haberse perdido la escena y haberse tenido que enterar a través de Seamus.
- Hermione, es mentira, no quiero tirarme a Snape, ¿cómo podría querer algo así? – dijo por enésima vez.
- Es cierto, Hermione, ¡es Snape, por Dios! Si al menos fuera Flitwick – salió Ron en su defensa, aunque se ganó unas cuantas miradas asqueadas por parte de sus compañeros de casa.
- Pero el caso es... – prosiguió la chica después de haberse recuperado del comentario del pelirrojo, pero Harry la cortó con un gesto de la mano.
- Sí, lo sé, es un profesor, bla-bla-bla.
- No es eso, es que por si no te has dado cuenta es un hombre.
Harry la miró con incompresión.
- Bueno, algunos dicen que no es humano, pero...
- Que no, Harry. Que es un hombre. Has hecho ese tipo de comentarios sobre un hombre. Y tú también eres hombre – dijo con vehemencia.
- No entiendo a dónde quieres llegar...
- ¡Que ahora todos te tomarán por gay! – dijo exasperada, no consiguiendo sorprender a nadie.
- Herm – dijo Harry frunciendo el ceño -. Soy gay.
La chica lo miró impactada.
- ¿Desde cuando?
- Desde el capítulo uno – contestó él con tranquilidad.
- Vaya, que sorpresa – dijo Hermione volviéndose para mirar a Ron -. ¿Tú ya lo sabías?
- No – dijo el pelirrojo mientras se servía más cereales.
- ¿Y no te molesta? Ya sabes, tu mejor amigo es gay, eso siempre afecta – presionó la chica. Le parecía extraño que Ron no señalase a Harry como si fuese un monstruo y le montase toda una escenita por sus preferencias sexuales.
- No, no me molesta – dijo Ron como si tal cosa. Reflexionando, añadió: -. A lo mejor es porque yo también soy gay.
- ¿CÓMO? – gritó Hermione alterada. Nunca lo hubiera pensado de Ron - ¿Tú también?
- Y yo también – dijo Seamus al otro lado de Ron.
- Anda, y yo – soltó Dean.
- ¡Y yo, y yo! – saltó Colin desde la otra punta de la mesa, a lo que los demás pusieron los ojos en blanco por algo tan obvio. Poco a poco por toda la mesa fue sonando la misma frase, para impacto de Hermione.
- ¡Pero bueno! - dijo indignada - ¡¿Es que a nadie en este colegio le gustan las chicas?!
- Sí, a mí – dijo Ginny a su lado con una sonrisita encantadora.
- Bueno – pensó Hermione calmándose -, algo es algo.
Y procedió a desayunar mientras notaba el contacto de la mano de Ginny en su pierna por debajo de la mesa.
CONTINUARÁ...
Glénat es el nombre de la editorial de cómics que publica Gravitation en España.
