Aviso: lo sabe tol mundo, pero vamos a repetirlo: los personajes son de la magnífica y, to hay q decirlo, perezosa Joanne Kathleen Rowling, que nos tiene desesperaícas por que saque el 5º libro. Todos, menos unos que ya saldrán, entre ellos, Alyssa Auranimus, personaje que presentamos en este capítulo.

Nota: Auranimus se pronuncia "Auránimus"

Nota Importante: en el segundo capítulo, Harry abre un armario de cocina de la señora Figg, y se encuentra un tarro que pone "raíz de mandrágora". Bien, no caímos en la cuenta de que, como nos avisó Irving Paul (gracias de nuevo por tus críticas), la raíz de mandrágora es como un humano: al principio bebés, luego adolescentes (cómo aborrezco esa palabra... grrrrrr), etc. En fin, que por motivos de lógica (un bebé no cabe en un tarro) y trama (eso ya lo veréis), hemos cambiado la etiqueta, y ahora dice "raíz de acónito".

MaReMoTo & Paige

5 Una nueva profesora

Llegó el 1 de septiembre. La señora Weasley los despertó más temprano de lo habitual. El señor Weasley tenía que ir a trabajar, así que no podía acompañarlos a la estación, y este año ningún coche del Ministerio vendría a recogerlos. Después de desayunar salieron con todos los baúles y animales al jardín. Harry estaba extrañado. No sabía cómo iban a llegar con todo el equipaje hasta el pueblo para coger un autobús, y sobrevivir en el intento. Sus dudas acerca de cómo lo harían se disiparon cuando la señora Weasley levantó la varita, y al instante un autobús azul chillón de dos plantas se materializó ante ellos.

-¡Es como el autobús noctámbulo!- exclamó Harry asombrado. – Pero... ¿eso no era para emergencias?

-Harry, cielo, Arthur está trabajando, vamos cargados de baúles y lechuzas, de críos revoltosos... – replicó Molly mirando a los gemelos- y no tenemos modo de viajar con tantos bártulos... ¿no te parece esto una emergencia?

La puerta del autobús se abrió y apareció un joven rubio vestido con un uniforme azul.

-Bienvenidos al autobús diurno, transporte de emergencia para el bruj...

-Corta el rollo- le espetó Fred, apartándolo de la puerta y entrando con su baúl a cuestas.

-¡Fred! ¿Para qué os educo yo? No le haga caso... ¿podría llevarnos a King's Cross? –preguntó la señora Weasley, mientras entraban en el autobús.

-Por supuesto. Son 12 sickles por persona. Eh... 4 galeones y 4 sickles, por favor.

Harry pagó su billete, ante los reniegos de la señora Weasley, y ella pagó el resto. El autobús estaba vacío, así que se sentaron en los primeros asientos. Harry ya había comprobado dos años atrás lo que podía marear un autobús de esos.

Los gemelos Weasley no paraban de alborotar. Eso provocó numerosos comentarios de su madre acerca de qué sería lo que hubiera pasado si hubiesen viajado en transporte muggle. Poco a poco se fueron calmando, y empezaron todos a hablar de quidditch con el joven, que parecía agradecer tener alguien con quien hablar mientras completaba su ronda. Tardaron dos horas en llegar a Londres, a pesar de que el autobús iba rapidísimo. Se detuvieron al llegar a una calle que había a espaldas de King's Cross, la misma calle en la que Harry y Ron cogieron el Ford Anglia volador de los Weasley.

Con gran alboroto fueron bajando los baúles y entrando en la estación. Harry rebosaba de alegría cuando cruzaron la barrera del Andén 9 y 3/4. Por fin volvía a casa.

-¿Dónde está Hermione?- preguntó Ron, atisbando entre la muchedumbre.

Eran las once menos cinco, y el Expresso de Hogwarts ya echaba humo, dispuesto a partir.

Ginny cruzó la barrera, seguida de su madre.

-Bueno, niños, ya me voy. Fred, George, este es vuestro último año, no hagáis locuras, por favor- la señora Weasley casi suplicaba a sus hijos más que ordenarles-. Ron, Ginny, portaos bien y estudiad mucho, ¿vale? Y tú, Harry, cuídate. No te separes de los profesores, ni de Ron y Hermione… ya sabes que este año las cosas están muy mal, aunque no haya signos aparentes...

-Sí, señora Weasley.

Ella les dio un beso a cada uno, y los chicos fueron entrando en el tren, que daba sus últimos pitidos antes de emprender la marcha.

Harry y Ron buscaron un compartimiento vacío.

-Ginny, ¿vas a estar pegada a nosotros todo el rato?

-No, hermano, tranquilo. Desde luego, qué agradable eres... como si tuvieras algo secreto que hacer. Me voy con mis amigas. Fred, George, ¿venís conmigo? Lee siempre está por allí.

-Sí, vamos- contestaron sus hermanos siguiéndola.

-Ah- añadió Ginny dándose la vuelta-. Volveré dentro de un rato... quiero saludar a Hermione, si es que llega. Lo siento, Ron.

Encontraron un compartimiento vacío casi al final del tren, como venía siendo una costumbre hasta entonces. Encajaron sus baúles en lo alto, y se repanchigaron en los asientos.

-¿Por qué le has dicho a Ginny que se fuera? ¿Acaso te molesta?- preguntó Harry, por hablar de algo. Tampoco le hacía gracia que su amigo tratara a la chica de aquella manera.

-No es eso. Es que estoy todos los días con ella, quiero tener un rato a solas con mis amigos... bueno, con los que hay ahora. Vaya, ¿es mi imaginación o tú tenías especial interés en que se quedara?- inquirió Ron, dispuesto a meter cizaña.

-Ja, qué gracioso. Me divierto con ella, eso es todo.

En ese momento se abrió la puerta, y una chica de pelo castaño entró en la estancia.

-¡Hola, chicos! Os he estado buscando por todo el tren... si por poco lo pierdo... –saludó Hermione mientras colocaba su baúl en las rejillas, y soltaba a Crookshanks para que vagara a sus anchas.

Harry estaba observándola. Hermione no era una chica especialmente guapa, pero tenía cierto encanto. Y este año ese encanto parecía haberse acentuado más... sobre todo porque estaba un poco más alta (aunque ya no sobrepasaba a Harry), y porque tenía más curvas... desde luego, no era una de esas chicas delgaduchas que tanto gustaban a algunos. Pero no era eso lo que él le notaba distinto... había algo...

Estaba embobado pensando, cuando ella le sorprendió con un par de besos en las mejillas. Sin quererlo, se ruborizó. Pero si era un simple beso, como el que le había dado minutos atrás la señora Weasley... No, Harry, no te engañes, tú no crees que sea igual... . Desde que el año pasado Hermione se despidió de la misma manera, Harry había pensado bastantes veces en ella... en esa despedida poco habitual. Aunque claro, no se podía interpretar de otra manera... era una tontería, sobre todo porque ella siempre era muy cariñosa. Se apoyó aún más en ese pensamiento cuando la chica fue a darle un par de besos también a Ron. Besos que al principio aceptó, pero cuando se recordó que estaba enfadado con ella...

-¿A qué se debe esta eufórica bienvenida?

-¿A esto lo llamas eufórico? Sólo os he besado en la cara, no veo cosa más inocente que eso- respondió Hermione extrañada.

-¿Sí? ¿Y a Viktor Krum también lo besas así cuando lo ves? ¿O de manera menos inocente?- preguntó Ron molesto, recalcando las últimas palabras con sorna.

-Para tu información, Viktor es sólo un amigo, y lo que yo haga con él no es asunto tuyo- afirmó Hermione rotundamente.

-¿Sólo amigo? No serán por falta de ganas de él de ser algo más- Ron discutía en tono burlón-. Porque cuando estaba en Hogwarts parecía una ovejita detrás de ti.

-Y tú pareces un celoso incurable.

- ¿Yo? ¿Celoso yo? ¡Mentirosa tú! ¿Por qué no me dijiste que te ibas a Bulgaria con Vickie, eh?

-Porque... porque... – Hermione no sabía qué responder-. Porque pensé que te molestaría, ya que el año pasado no te caía muy bien. Simplemente, no quería enfadarte.

-¡Pues es lo peor que has hecho!

Ron seguía gritando, y Hermione cada vez se enfadaba más. Harry no se lo reprochaba. Se notaba que Ron estaba celoso, y cuando se ponía así era realmente insoportable.

Harry decidió salir del vagón, y buscar a Ginny o a sus compañeros de habitación. No aguantaba las peleas de sus amigos. La encontró en un compartimiento no muy lejano, y para suerte de Harry, no estaba con sus amigas, sino con Seamus, Dean Thomas y Neville. Después de saludar a todos, Harry se sentó junto a la pelirroja.

-No me digas que ya se están pelando- rió Ginny.- No sé por qué se empeñan en negar lo evidente.

-¿Y qué es para ti lo evidente?- inquirió Harry.

-¿Acaso tú no lo ves? Lo de Ron, los dos nos hemos dado cuenta. Y Hermione no seguiría discutiendo con él si no fuera... Quiero decir, cualquier persona mandaría a mi hermano a la mierda, y se daría la vuelta para encargarse de cosas más importantes. No seguiría discutiendo.

-¿Insinúas que a ella también le gusta él? – Harry veía que Ginny iba a tener razón, pero no le gustaba la idea. No podía explicar porqué, pero no le gustaba.

-Yo no insinúo nada. Sólo... sólo observo y saco mis conclusiones. Es divertido.

En ese momento, Neville les interrumpió para invitarles a una partida de Snap explosivo.

Estuvieron casi todo el viaje jugando allí, hasta que cuando se hacía de noche, decidieron visitar a Ron y a Hermione.

Harry iba a abrir la puerta cuando Ginny lo detuvo:

-Espera… ¿y si están… ?

-¿Si están qué?

-Bueno, ya sabes… si la pelea ha acabado bien y ahora están…- a pesar de los cómicos gestos de Ginny, Harry seguía sin comprender, ante la exasperación de la chica- Da igual, déjalo. Esos dos no se arreglarán nunca, entremos.

Abrieron la puerta, y vieron a Ron dormido en unos asientos, y a Hermione leyendo La Materia Oscura, mientras acariciaba a Crookshanks con una mano.

-Oh, veo que estáis entretenidos- bromeó la pelirroja.

Hermione alzó la vista, y los saludó.

-Estoy deseando llegar, qué viaje más aburrido… Quería ir a buscarte, Harry, pero luego pensé que si te habías ido, lo mismo es que no querías estar con nosotros o algo.

-Lo que no quería era estar con vosotros mientras discutíais. ¿Habéis aclarado ya las cosas?

-Eso espero. No me gustaría estar enfadada con él durante el banquete.

El tren comenzó a aminorar la marcha, y un pitido sonó dejándolos a todos medio sordos.

-¡Por fin!- exclamó Hermione, dando un salto de su asiento y despertando a Ron.

-¿Eh, cómo? ¿Ya llegamos?

Los demás asintieron con la cabeza. Recogieron sus cosas, y recorrieron el tren buscando la puerta más cercana. Al abrir una puerta, se encontraron con Malfoy y Pansy Parkinson. Como Harry se alegraba de comprobar, estaban interrumpiendo un intento de Pansy de acercarse más de lo normal a Malfoy. Ron soltó una risita al ver las caras coloradas de los dos Slytherins.

-Vaya, parece que Malfoy está pacífico hoy- comentó Hermione al salir del tren-. No nos ha lanzado ni un insulto.

-Creo que estaba demasiado… expectante para forzar si diminuto cerebro buscando uno- dijo Harry con sarcasmo.

Los cuatro se rieron. De repente, Hermione empezó a gritar, poniéndose las manos alrededor de la boca como bocina.

-¡Los de primer curso, aquí! ¡Hagrid os espera para coger los botes! ¡Vamos, primer curso!

-Hermione, ¿qué haces?- preguntó Ron, apartando el pelo que el agua le aplastaba en la frente. Estaba lloviznando, pero aún así hacía calor.

-Cumplir mi función como prefecta.-respondió ella con autosuficiencia y una sonrisa en la cara.

Cuando Hermione dejó de gritar como una verdulera, montaron los tres en uno de los carruajes sin caballos que los esperaban a la salida de la estación de Hogsmeade. Ginny se fue con las chicas de su curso.

El carruaje empezó a rodar por el pedregoso camino, hasta atravesar una verja con dos cerdos alados en sus extremos. Por fin entraban a Hogwarts. El traqueteo cesó cuando la carroza se detuvo frente a la puerta de roble que daba entrada al castillo.

Harry, Ron y Hermione entraron entre empujones, haciéndose hueco para pasar entre la multitud de alumnos que se apiñaban. Atravesaron el vestíbulo y entraron al Gran Comedor.

-¡Por fin!- exclamó Harry, mientras se sentaban en la mesa de Gryffindor- Estaba deseando llegar de nuevo al castillo.

Unas alumnas de tercero lo miraron asombradas. Para ellas las vacaciones debían ser divertidas, pero para Harry la mejor época del año era la que pasaba en Hogwarts.

La ceremonia de selección había empezado, aunque Harry y Ron no le prestaban atención. Sólo aplaudían de vez en cuando, si algún alumno era elegido para Gryffindor.

-¿Quién creéis que será el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras?- preguntó Ron, fijando la vista en los entremeses que acababan de aparecer como piscolabis antes del banquete. Harry también les estaba echando el ojo.

-Pues... no sé si será ella, pero en la mesa de los profesores hay una chica nueva. Si estuvieras más pendiente de la ceremonia, lo habrías notado- replicó Hermione.

Ron y Harry miraron hacia la mesa. Y lo que vieron los dejó sin habla. Justo entre Dumbledore y Snape, había una joven muy guapa, de pelo castaño casi por los hombros y sonrisa dulce.

Harry notó cómo Ron le agarraba fuerte del brazo.

-Harry, ¿estás viendo lo que yo estoy viendo?- su amigo asintió con la cabeza- no me lo puedo creer, es... es...

-Chicos, hay que admitir que es guapa, pero ¿no estáis exagerando un pelín?

-No es eso, Hermione... y desde luego que es guapa... es... es que... – Ron intentaba hablar, pero no le salían las palabras. Harry ni siquiera lo intentaba.

-Lo que pasa es que ya antes se habían quedado observándola como maníacos sexuales y tienen miedo de que les reconozca –rió Ginny.

-¿Cómo? ¿La habíais visto antes?- preguntó Hermione, asombrada.

-Sí -Harry por fin consiguió hablar, pero no apartaba la vista de la muchacha, al igual que medio comedor- Nos la encontramos cuando fuimos al Callejón Diagon, a comprar al material. La vimos en Flourish y Botts, y después en Florean Fortescue... pero no pensábamos que ella fuera...

-Bueno, no adelantéis acontecimientos- le cortó Hermione, ya un poco celosa por la atención que acaparaba la supuesta nueva profesora-. Aún no sabemos si será ella realmente. Puede ser una encargada de algo.

-No... no... –Harry estaba recordando-. En la librería, el tendero le advertía que tuviera cuidado con su nuevo trabajo... que estaba maldito, según decían muchos.

-Pues espero que este año no se tenga que ir- interrumpió Ron- Porque está demasiado buena como para perderla de vista tan rápidamente.

Hermione le dio un codazo, mientras murmuraba algo que sonó como Siempre pensáis en lo mismo.

En ese mismo momento, el último alumno (Cole Watson) era sorteado para Slytherin entre los aplausos de su casa, y Albus Dumbledore se levantaba para pronunciar su discurso de principios de curso. Estuvo apunto de volcar su plato y su copa cuando la larga barba plateada se le enganchó al mantel.

-Queridos alumnos –anunció cuando pudo recuperarse del ataque de risa-: ¡Bienvenidos de nuevo a Hogwarts! Como es habitual, tengo que haceros unas pequeñas advertencias antes de empezar el año escolar.

La primera: recordaros que la entrada en el Bosque Prohibido queda totalmente restringida para los estudiantes del colegio, por evidentes peligros que no voy a mencionar ahora. Asimismo, y aunque algunos de vosotros os saltéis esta petición a la torera, no debéis hacer magia en los pasillos ni en los recreos... la señora Pomfrey está cansada de curar los estropicios que causáis en los duelos –añadió con una mirada de complicidad hacia la enfermera, que le sonreía en un extremo de la mesa de los profesores-.

El año pasado no hubo liga de quiddicth, a causa de un importante evento que celebramos... –recordó Dumbledore, mientras todo el salón contenía la respiración- Pero este curso no hay excusa para que no celebremos la Copa de quidditch. –el Gran Comedor estalló en aplausos. A Dumbledore le costaba calmar a sus alumnos-. Así que, como hay varias bajas en todos los equipos, si alguien quiere jugar para su casa, no tiene más que dirigirse a la señora Hooch. Las pruebas serán la dentro de dos semanas.

Hubo murmullos por todo el salón. Fred y George hablaban de algo con Ginny, que les sonreía como diciendo qué bobos sois.

-Y ya que estamos anunciando cambios... es para mí un gran placer dar la bienvenida a nuestro colegio a la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras- Dumbledore se aclaró la garganta, y haciéndole una señal con la cabeza a la chica para que se levantara, prosiguió-: Alyssa Auranimus.

Una joven guapa, de mirada y sonrisa dulces se levantó del asiento saludando alegremente. Todo el Comedor prorrumpió en aplausos, mayoritariamente del sector masculino, aunque como Harry percibió, no iba vestida igual de provocativa como cuando la vieron en el callejón Diagon. Nunca un profesor había recibido tal aclamación.

-¡Sí! ¿Qué te dije? ¡Va a ser nuestra profesora!- dijo Harry, ilusionado al igual que la mayoría de chicos del colegio.

Las chicas, sin embargo, no parecían tan satisfechas.

-Bueno, tiene pintas de ser simpática- opinó Hermione, un tanto podrían haber escogido un hombre guapo...

-Sí, claro, un guapo idiota, como Lockhart, ¿no?- le picó Ron.

-Míralo por el lado bueno, Hermione. Es la primera mujer en mucho tiempo que ocupa el puesto –observó Ginny- ¡Las chicas al poder!

En ese momento, el todo Gran Comedor se quedó callado. Ginny se encogió en su asiento, para que la gente que se reía no supiera que ella había sido la que gritó.

-Sí, señorita Weasley, las chicas al poder –Dumbledore la delató entre risas- Y con mucho motivo, ya que la señorita Auranimus, a pesar de su juventud, es una de las brujas que más saben sobre Artes Oscuras. –Mientras los alumnos se calmaban, el viejo mago siguió con su discurso- Por último, me gustaría hablaros de un tema muy serio.

Todos lo sabéis, aunque muchos de vosotros no queráis aceptarlo. El pasado mes de junio, lord Voldemort volvió a renacer – hizo una pausa, al ver cómo muchos de los alumnos se rebullían incómodos en sus asientos-. Nadie sabe a ciencia exacta cómo lo consiguió, pero lo que sí sabemos es que ha vuelto, más fuerte y temible que nunca. Es una tontería negarlo. Es una tontería, sobre todo cuando vuestro compañero, Cedric Diggory, murió asesinado por él nada más volver a la vida. Sería una gran falta de respeto hacia su memoria no confiar en lo que los hechos nos han demostrado.

Se produjo un silencio denso en el comedor. Casi todos tenían las cabezas gachas. En la mesa de Ravenclaw, Cho Chang intentaba ahogar el llanto mientas unas lágrimas solitarias caían por sus mejillas. En esos instantes, Harry se sintió más culpable que nunca de la muerte de Cedric.

Como si pudiera leer los pensamientos del chico, Dumbledore siguió:

-Por supuesto, fue algo que no se pudo evitar. Nadie tiene la culpa de lo que pasó, más que Voldemort y sus seguidores. Sin embargo, podemos evitar lo que está por venir. Es inútil negarlo. Va a volver a atacar, aunque aún no haya decidido hacerlo. Y la única manera de hacer que no consiga sus oscuros y retorcidos propósitos es hacerle frente, no ignorar lo que está pasando.

Es nuestro deber prepararos para el futuro. Debéis estar agradecidos por ser magos y brujas... tenéis muchas más maneras de defenderos que los muggles. Este año, vamos a profundizar en tácticas de defensa. Para ello tenemos a la señorita Auranimus –Dumbledore se detuvo unos instantes mientras la joven asentía con la cabeza-. Nosotros vamos a tratar de prepararos para el futuro. Sólo os pido que estudiéis más que nunca. Esta vez no se trata de aprobar, se trata de seguir con vida.

Se oyeron unos murmullos de desaprobación en la mesa de Slytherin.

-Y no, no estoy bromeando ni exagerando, señor Nott –el rostro de Dumbledore se crispó mientras muchos alumnos se giraban para ver al chico-. Usted mejor que nadie debería saberlo.

El Slytherin sostuvo la mirada insolentemente hacia la mesa de los profesores, entre orgulloso y humillado.

-Creo que no me queda nada más que decir. Este discurso se me ha alargado más de lo previsto... Así que, para compensar, podéis disfrutar de uno de los mejores banquetes de los últimos años... ¡a comer!

En ese mismo instante, las cuatro mesas se llenaron de deliciosos manjares. Ron se tiró como loco a por un par de muslos de pollo. Mientras, el Gran Comedor recuperaba su anterior estado de alegría.

-Eh, Harry... Tú no tuviste la culpa. Deja de comerte la cabeza –susurró Hermione pasándole una brazo por la espalda-. Por cierto, luego recuérdame que te devuelva el dinero de los libros.

El banquete transcurrió sin más percances que una copa derramada por parte de Neville.

Cuando terminaron los postres, Albus Dumbledore se levantó de nuevo para desear a todos una buena noche. Snape miraba a Alyssa de una forma extraña, entre el odio y la fascinación. Era sabido por todos que el profesor de pociones ansiaba ocupar el puesto de la joven Auranimus desde hacía años. Sin embargo, como supuso Harry, Snape no podría evitar la tentación de admirar a una mujer guapa, aunque fuese profesionalmente su "rival".

Era la hora de irse a la sala Común, pero muchos chicos se habían quedado de pie, presumiblemente discutiendo interiormente si irse a dormir, u observar durante cinco minutos más a la nueva profesora.

-Ron, Harry... Tierra llamando a niños, es una emergencia, despierten, bajen de la Luna... - Hermione se puso una mano en la boca e imitó el ruido de un walkie-talkie- ¡Houston, Houston, tenemos un problema!

-¿Qué te pasa?- preguntó Harry molesto, apartando a Hermione con la mano, que se interponía entre él y la profesora nueva, tapándole la visión.

-Nada, que tengo que guiar hacia la Sala Común a los estudiantes de primero, y si no os dais prisa en acompañarme, voy a hacer una primera intervención perfecta como prefecta... –renegó Hermione, impaciente.

-Bueno, ya vamos... de todas formas, ¡ve tú! Nosotros te alcanzamos en cinco minutos, ¿eh?- y añadió extrañado- ¿Y quién es Houston?

-Tendrías que haberte escogido Estudios muggles como alternativa, en vez de esa patraña de Adivinación- recriminó la chica poniendo los ojos en blanco y marchándose en dirección al vestíbulo.

-Bueno, ya te tengo a ti para que me expliques las cosas- le gritó Ron mientras ella se alejaba.

Vieron que Alyssa Auranimus salía del Gran Comedor por la puerta de los profesores.

Salieron, esperando la cola que chicos que se apiñaban a las puertas de Gran Comedor. Cuando a los pocos minutos consiguieron cruzar el vestíbulo, vieron que Ginny se dirigía hacia ellos con paso firme.

-Anda que os dais prisa en subir... Toma Harry, Hermione me ha dicho que te dé esto, que ella no va a bajar a la sala común esta noche. Dice que está muy cansada- añadió la pelirroja, poniéndole en la mano varias monedas de oro y plata.

-Vaya, vaya- siseó una voz detrás de Harry-. Weasley, has tenido que hacer un gran esfuerzo para no quedarte con el dinero, ¿verdad? Apuesto a que hacía tiempo que no veías tantas monedas juntas.

-¡Vete a la mierda, Malfoy!- Harry se irritaba cada vez más cuando el Slytherin se burlaba de la familia de Ron -¿Quién diantre te crees que eres para hablarle así a nadie?

-Cálmate, Potter- dijo Malfoy tranquilamente-. No es con tu familia con la que me estoy metiendo. Claro, que... se me olvidaba... Tú no tienes familia.

Esta vez eran los dos Weasley y Harry los que apuntaban con la varita a Draco Malfoy.

-Un día de estos te arrepentirás con ganas de decir esas cosas –advirtió Harry, conteniendo la ira que crecía en su interior.

-No deberías amenazarme, Potter- escupió Malfoy.

-Y tú deberías tratar con más respeto a tus compañeros, rubito- amenazó una voz femenina a sus espaldas.

-¡Usted! –Ron miraba atónito a Alyssa

-Muy bien, jovencitos, se acabó la pelea. Tú- añadió cogiendo a Malfoy del cuello de la túnica con una mano-: no quiero volver a ver cómo insultas a alguien. Sea por el motivo que sea. El respeto hacia los demás es algo que deberían haberte enseñado tus padres.

Ron estaba atónito, parecía que la situación le hacía gracia. Y no era para menos. La profesora no medía más de un metro sesenta y cinco , y aunque Draco Malfoy no era muy alto, le pasaba en altura. Era gracioso ver cómo le amenazaba. Malfoy pareció darse cuenta, y apartó la mano de la profesora con desprecio.

-Entendido- dijo lentamente y separando las sílabas, mientras se daba la vuelta.

-No te irás sin castigo. Informaré de esto a Dumbledore. Y tienes 5 puntos menos.

Malfoy se volvió, irritado.

-¡El curso aún no ha empezado! No puede hacer eso...

-¿Quieres ver cómo lo hago? – Alyssa parecía realmente amenazante.- Bien, ahora serán 10, por levantarme la voz. Andando, a las mazmorras.

Malfoy parecía querer responderle, pero se cortó al pensar en la de puntos que podría seguir perdiendo para su casa.

-¿Puedes quitarle puntos?- preguntó Ron, admirado, cuando el petulante Slytherin se marchó.

-No, pero sí puedo asustarle para mantenerlo a raya. Dudo que vuelva a levantarme la voz en algún tiempo- añadió, con una sonrisa. Su expresión volvía a parecer dulce y amigable-. Bueno, bueno, bueno... creo que nos hemos visto antes... Encantada de volver a veros.

-Lo mismo digo- dijeron los dos chicos al unísono.

-Ginny Weasley- se presentó la chica tendiéndole una mano a la profesora-. Y estos son mi hermano Ron, y Harry Potter. Necesitará mucha paciencia con ellos...

-¡Oye!

Alyssa estrechó la mano que la chica le ofrecía.

-Precisamente te andaba buscando, Potter. Dumbledore quería que te diera un recado. ¿Puedo hablar un momento contigo? En privado- añadió, mirando a los hermanos Weasley y a unas estudiantes de tercero que pasaban por su lado.

-Sí, claro- balbució Harry, mientras Alyssa le conducía a un rincón y Ron le silabeaba algo así como qué morro tienes.

-¿Qué pasa?- preguntó Harry, intrigado.

-Es sobre tu padrino. Harry, Sirius está en una misión especial... no puedes mandarle lechuzas ahora. Sería muy peligroso para él si le descubren- anunció la profesora de un tirón.

-¿Cómo...

-Shhhhh. No preguntes. Harry, estamos en una mala época... sólo te pido que confíes en mí, como Dumbledore ha hecho. Ahora sé que Black es bueno y no quiere hacer daño a nadie... Albus me lo contó.

-¿Qué es eso de que está en peligro?

-No, no está en peligro... no si las cosas salen como está previsto- Alyssa parecía incómoda-. Escucha, Harry, no puedo contarte qué es lo que está haciendo, sólo puedo decirte que su labor es muy importante... no puede fallar. Si le descubren, todo se irá al traste, por eso pido tu colaboración. No intentéis contactar con él ¿vale?

-¿En qué no puede fallar?

-¡Harry! Ya estoy hablando más de la cuenta... no me hagas fallar a la primera de cambio.

A Harry le conmovió aquella mirada. Esa chica tenía la propiedad de resultar amenazadora o inocente, según le conviniese.

-Está bien... pero por favor, si le pasa algo... decídmelo. Soy su ahijado, creo que tengo derecho a saber...

-Sí por supuesto. Serás informado de cualquier cosa que le pase. Ahora, vete a tu Sala. Buenas noches-añadió, dándole una amistosa palmada en la espalda.

Harry volvió con Ron y Ginny, y se dirigieron hacia la Sala Común de Gryffindor.

-¿Cómo has resistido estar delante de ella tan cerca sin hacer ninguna tontería? De verdad, Harry, a veces creo que tienes un control sobrenatural con tus hormonas.

-Sí, y yo creo que si cuando empiecen las clases prestas tanta atención a la materia que imparte Alyssa como a su culo, te convertirás dentro de poco en un auror en potencia, hermanito- le reprochó Ginny, provocando las carcajadas de Harry y el sonrojo de su hermano.

-¿Cuál es la contraseña? –preguntó Harry cuando estuvieron frente a puerta de entrada de la Sala Común de Gryffindor.

Ginny se abrió paso entre los dos chavales, y le dijo al retrato de la Dama Gorda:

-Atún tun turulún.

-Pase, pase- respondió la Dama, abriéndose sobre sus goznes y dejándolos entrar.

-¿Sabéis? –dijo Harry a sus dos amigos- En ocasiones como esta me alegro de no ser un chico cualquiera. Me gusta ser un mago.

Y dicho esto, subió al dormitorio de los chicos ante los dos pelirrojos, que le seguían con la mirada extrañados.