6 De pársel y cosquillas
-Llegáis tarde- dijo Hermione como saludo cuando Harry y Ron llegaron al Gran Comedor el primer día de clases.
-Y qué vas a hacer, ¿nos vas a quitar puntos?- replicó Ron, sentándose a la mesa.
-Muy gracioso. No soy yo quien tiene que quitar puntos por llegar tarde a clase (que todavía no lo habéis hecho). Son los profesores. Mi trabajo es mantener el orden- añadió ella, sin saber disimular lo orgullosa de sí misma que estaba-. A propósito, tomad. Los horarios del curso.
Harry y Ron cogieron sus horarios, y buscaron las materias que debían dar ese día.
-¡Bien! ¡Hoy toca clase con Alyssa!-exclamó Harry al ver la columna del martes.
-Mola. Por cierto... ¿qué te dijo ayer que volviste con cara de preocupación? Si ella me hubiese llevado aparte para hablar, habría vuelto flotando en una nube...
-¿La profesora nueva quiso hablar con Harry?- preguntó Hermione.
-Sí. Fue... – Harry miró hacia los lados, para asegurarse de que nadie los escuchaba- bueno, me dijo que Hocicos estaba en una misión, y que no debía escribirle, porque si le descubrían, correría peligro. No sé qué tipo de misión tendrá.
-¿Creéis que tendrá algo que ver con... Quien-vosotros-sabéis?- preguntó Hermione alarmada.
-No lo sé, eso es lo que me preocupa. No quiero que le pase nada.
Terminaron de desayunar en silencio, y se encaminaron hacia el aula de Transformaciones, la primera clase del día.
Subiendo por un corredor, se encontraron a Malfoy, que sostenía por el cuello de la túnica a un chico de Hufflepuff más pequeño que él. Le estaba amenazando.
-Vaya, vaya, Malfoy... ¿ahora te dedicas a asustar a los niños?- se burló Hermione.
Malfoy soltó rápidamente al Hufflepuff, que se recompuso la túnica ofendido. Extrañamente, no le acompañaban ni Crabbe ni Goyle.
-No es asunto tuyo, Granger. Mejor vete a devorar libros, sabelotodo.
-Me quería pegar- soltó el niño, señalando al Slytherin con el dedo.
-Claro, como no puede medirse con los de su tamaño... -murmuró Ron.
-Weasley, más vale que te calles si no quieres que me mida contigo.
-Oh, qué miedo-ironizó el pelirrojo.
-¡Ya está bien! Tú, Malfoy, explica porqué querías pegarle o atente a las consecuencias- gruñó Hermione exasperada.
-¿Tú quien te crees que eres para darme órdenes, Granger?
Hermione se señaló la insignia de prefecta que llevaba en el pecho.
-Oh, no... así que además de sabelotodo, prefecta. Qué bien. Bien, te diré que él empezó primero. Me arrojó una bengala.
-¡Eso es mentira! Él me empujó mientras corría por el pasillo, y yo le dije que tuviera cuidado, y entonces me cogió de la túnica y me amenazó- aclaró el Hufflepuff enfadado.
-Muy bien, Malfoy. Además de cretino, embustero. Cinco puntos menos para Slytherin-resolvió Hermione, orgullosa.
-Ninguna sangre sucia me quita puntos.
Harry tuvo que agarrar a Ron de la túnica para que no se abalanzara sobre Malfoy.
-¿A, sí? Esta sangre sucia te va a quitar muchos puntos este curso, como sigas así- amenazó Hermione, tajante, dando la vuelta y apremiando a sus amigos para ir al aula de Transformaciones.
Malfoy los seguía.
-¿Puede saberse por qué nos sigues?- preguntó Harry irritado, volviéndose.
-Yo no sigo a nadie. Sólo voy a clase, Transformaciones, que por desgracia, comparto con los Gryffindors.
Se dirigieron en un tenso silencio al aula de la profesora McGonagall, que saludó a todos nada más entrar.
-Bienvenidos, alumnos. Antes de empezar la clase, me gustaría avisaros sobre un par de cosas.
Este año, a finales de curso, tendrán lugar los exámenes del TIMO, es decir, los Títulos Indispensables de Magia Ordinaria. Como bien sabéis, cuantos más tengáis más posibilidades de trabajo tendréis en el futuro. Por eso os sugiero que estudiéis desde el principio para que así os sea más fácil. Los TIMOS pueden resultar más difíciles que otros exámenes.
Por otra parte, este año debéis aprender a protegeros más y mejor de lo habitual. Es por eso que las clases serán más duras, y se os pedirá más rendimiento. Espero que cumpláis las expectativas. Eso es todo. Ahora, abrid el libro por la página 20. Hoy transformaremos varios objetos a la vez.
Todos hicieron lo que la profesora les pedía. Harry y Ron se rieron mucho cuando McGonagall quitó quince puntos a Slytherin porque Goyle transformó cinco erizos en sendas abejas que picaron a la profesora. Como Hermione se alegró de comprobar, Malfoy no era muy bueno en Transformaciones.
La mañana transcurrió sin más altercados. Hagrid llevó a su primera clase varios fwoopers, unos bonitos pájaros de colores chillones cuyo canto, a pesar de agradable, vuelve loco a quien lo escucha. Tuvieron que lanzarle un hechizo silenciador a todos y cada uno de ellos, cosa que no les resultó muy difícil. Parecía que por una vez, Hagrid había decidido empezar de manera suave el curso.
Durante la comida no hablaron de otra cosa que no fuera relativa a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Fred y George ya habían tenido esa asignatura, y estaban encantados con al profesora.
-Os digo que es alucinante- aseguraba Fred a Harry y Ron-. Además de estar buena, es simpatiquísima y sabe un montón sobre maldiciones. A uno de Hufflepuff le ha lanzado una para... bueno, para que se sintiera su vasallo... no como la Imperius, más bien era en plan "eres mi hombre, harás lo que yo te diga". El chico parecía encantado, y nosotros nos hemos reído mucho, sobre todo cuando le ha ordenado que se desnudara.
-¿La profesora le ha ordenado eso a un alumno?- preguntó Ginny sorprendida- Vaya, quién estuviera en vuestra clase.
-Sí, pero cuando él iba a hacerlo, deshizo la maldición- contestó George, llevándose un trozo de bistec a la boca-. Nos ha sedvido pa'a ap'ende' lo pelig'osas que pue'n sed- tragó-, y nos ha explicado cómo combatir esa.
-Estoy deseando que empiece ya la clase- murmuró Ron, mirando hacia la mesa de los profesores-. ¿Os lo podéis creer? Yo esperando que llegue una clase, voy mejorando, ¿no, Hermione?
-Huy sí, cada día eres más aplicado- reprochó ella irónicamente.
Después de comer se dirigieron al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Hermione se entretuvo regañando a unos chicos de cuarto, mientras Ron y Harry corrían para pillar buenos asientos. Entraron antes de que sonara la campana.
La estancia estaba muy iluminada. Se sentaron delante de la mesa de la profesora, guardando un sitio a Hermione, que apareció a los pocos minutos y se sentó entre los dos.
-Cómo se nota que no es Lockhart el profesor, ¿eh?- intentó picarla Ron- si así fuera, hubieras entrado la primera en clase.
-Qué gracioso. Para tu información, estaba cumpliendo mi deber. Sabes que me interesa mucho esta asignatura como para perderme el comienzo de clase.
La entrada de una mujer en el aula les sacó de la discusión.
Todos los alumnos dirigieron su atención hacia ella. Ese día no llevaba una de sus acostumbradas túnicas raras y provocativas. Vestía una túnica abierta como las de Hogwarts, de color añil, y debajo, pantalones y camisa muggles. Aún así, los chicos no le quitaban la vista de encima.
-Buenas tardes, chicos-saludó alegre la profesora-. Bien, antes que nada me gustaría explicaros cómo va a ser el curso... Un pequeño resumen. En el primer trimestre (o sea, este) aprenderemos cómo defendernos de criaturas peligrosas, pero no sólo de las que actúan por sí solas, como los boggarts y los gryndilows. Sobre todo daremos seres que los magos y brujas oscuros suelen utilizar para hacer el mal. En el segundo trimestre, os enseñaré maldiciones y sus contrahechizos.
Neville se rebulló en su asiento, dos filas por detrás de Harry, Hermione y Ron.
-Aprenderéis a esquivarlas, curarlas, e incluso prevenirlas. Veréis cómo no hace falta una bola de cristal para predecir el comportamiento de un brujo oscuro-sonrió, guiñándole un ojo a Hermione.
La chica les lanzó una mirada interrogante a sus amigos. Tapándose la boca, susurró:
-¿Eso ha sido casualidad, o sabe que no me gusta la adivinación? ¿Cómo puede saberlo?
-Shhhssssssst... calla... si quieres, pregúntale luego, que yo quiero escucharla-reprochó Ron.
Hermione chascó la lengua. La profesora seguía hablando, paseando por la clase.
-...así que después de dar eso, al finalizar Semana Santa, aprenderéis a identificar objetos usados por brujos oscuros-alzó una ceja, y enumeró con la mano-: maquinitas especiales para la creación de magia negra, cachivaches para despistar a los áurores... elementos de tortura.
La clase entera se estremeció al oír esas palabras.
-¿Elementos de tortura? –preguntó Neville asustado- ¿Realmente hace falta verlos?
-Siento que tenga que ser así, pero sí, eh... ¿Cómo te llamas?
-Longbottom. Neville Longbottom, señorita Auranimus.
-Pues es necesario, Neville. Sólo conociéndolos sabréis cómo libraros de ellos si alguna vez lo necesitáis. Ah, y se me olvidaba... También daremos un poco de psicología mortífaga. La mejor manera de saber cómo actuarán es saber cómo piensan.
-¿Psicología mortífaga?- preguntó una chica de Ravenclaw-¿qué es eso?
-¿No existe la psicología infantil? Pues igual. Ya lo veremos más adelante. Ahora... guardad vuestras cosas y apartaos.
Cuando se hubieron retirado todos de las mesas, la joven extendió la mano, y sin necesidad de varita, los pupitres salieron despedidos hasta el final de la clase.
-Esperad aquí. Hoy empezaremos con una clase práctica.
Toda la clase estaba con la boca abierta.
-¿Cómo ha hecho eso?-preguntó Ron, fascinado.
-No lo sé. Pero Dumbledore dijo una vez que la magia sin varita es muy difícil de hacer, y suele ser imprecisa. Sólo he visto dos personas que puedan hacerlo- recordó Harry-: Dumbledore y Voldemort.
Ron y Hermione sintieron un escalofrío.
-Ella no puede ser mala, Harry, si es lo que estás pensando. De ser así, Dumbledore no la habría contratado.
La clase seguía sumergida en murmullos cuando la profesora entró empujando una gran jaula tapada con una sábana vieja.
Nadie se atrevió a hablar. La profesora percibió el miedo en los ojos de algunos, y la sorpresa en los de otros.
-Oh, vaya, no empecéis a decepcionarme. No me digáis que vosotros también os habéis asustado... No me extraña de los de Slytherin, pero de los Ravenclaws, me estáis decepcionando... ¿nadie se ha dado cuenta?
-Nos hemos dado cuenta de que ha hecho magia sin varita. Y eso sólo lo hacen los magos oscuros, o muy poderosos- aventuró Hermione.
-Mmmmmmm. Muy bien, primera lección sobre los mortífagos, chicos: nunca les creáis. Harán cualquier clase de trucos para haceros creer que dominan la situación. Pensé que vosotros os daríais cuenta... ¿Alguien se dio cuenta de cómo moví realmente los pupitres? Tú... ¿Granger? ¿Hermione Granger? No me equivoco con el nombre, ¿verdad?- Hermione negó con la cabeza- Tú sí has debido darte cuenta.
-No sé de qué me habla, profesora- contestó la chica entre asustada y enfadada consigo misma.
-Bueno, es sencillo. Es un viejo truco muggle. No habéis visto la varita por que estaba oculta- y dicho esto, con un ágil movimiento de muñeca, sacó la varita de la manga de la túnica-. Sencillo, pero desconcertante. ¿A que mola?- añadió sonriendo ampliamente.
Muchos de los presentes se echaron a reír. Era divertida.
-Eso es lo que harían muchos mortífagos en un caso de apuro con tal de demostrar poder. O qué creíais, ¿qué tenía telekinesia?
-¿Telequé?- preguntó Harry
-Telekinesia. Mover los objetos con la mente- resumió Ron.
-Bueno, dejémonos de bromas y demostraciones. Os presento a... –hizo un gesto teatral, y descubrió la jaula.
Todos se echaron hacia atrás asustados al ver lo que contenía.
Una enorme serpiente de tres cabezas se movía dentro de la jaula, pujando por salir. Era de un naranja subido con listas negras, color que delataba lo peligrosa que podía llegar a ser.
-...la runespoor. Qué, ¿asusta? ¿Sí, verdad?
-Es enorme- murmuró Dean, acercando su cara a la jaula.
-Es horrible- dijo Harry recordando a Nagini, a pesar de que no se le parecía. Se acercó para verla también él más de cerca
-Es muy peligrosa- afirmó Alyssa acercando su cabeza a la de los dos chavales-. Las runespoors son la mascota preferida de los magos y brujas tenebrosos. No son particularmente malignas, sin embargo, el dueño hace a la mascota. Son originarias de Burkina Faso, una país de África, pero el contrabando y la magia negra han hecho que proliferen por todo el mundo. Aún así, normalmente es difícil encontrarlas fuera de los bosques inmarcables que el Ministerio de Magia de Burkina Faso designó para ellas. Por desgracia, creo que vamos a volver a ver muchos bichitos de estos por aquí-añadió con rostro serio y triste. Por un momento permaneció ensimismada. Despertó de su ensoñación sobresaltada y siguió explicando a la clase.
Perdonad. Sigamos: suelen medir entre un metro y ochenta centímetros y dos metros con diez. Ésta en concreto mide dos metros, aunque creo que la cabeza derecha es un pelín más grande. Ahora quiero que os fijéis en las cabezas. ¿Alguien sabe decirme qué hace cada una?
Hermione alzó la mano.
-¿Hermione?
-La izquierda es la que piensa, la del centro es la fantasiosa, y la derecha es la crítica.
-¡Muy bien! Diez puntos para Gryffindor.
Hermione parecía volver a recobrar la confianza en sí misma después del engaño de la varita.
-Exacto. Poneos mirando a la serpiente. Como ha dicho vuestra compañera, la cabeza que queda a vuestra izquierda es la que planifica adónde debe ir la serpiente y qué debe hacer a continuación. Es la cabeza que manda, por así decirlo. La del centro se pasa el día ensimismada en sus fantasías. Puede estar días enteros así.
-Vaya, Terry, tienes un alma gemela-dijo una chica de Ravenclaw dirigiéndose a un compañero-. ¿Tendrá el mismo tipo de fantasías que tú?
Todos los Ravenclaws estallaron en carcajadas ante la mirada de odio y vergüenza del chico.
-Sí, es posible que tengáis las mismas fantasías, esta runespoor es un macho-dijo Alyssa, arrancando las risas de todas las chicas-. Bueno, bueno, se acabó el cachondeo. La cabeza derecha es la que evalúa a las otras. Está continuamente quejándose de sus comportamientos, siseando de manera continua e irritante, así que no es raro ver a una runespoor sin cabeza derecha. A veces, las otras dos se asocian para arrancarla a dentelladas. Pero esta sí la tiene, así que tened cuidado con ella, porque sus colmillos son excepcionalmente venenosos. Bien, por último debo decir que pone los huevos por la boca (no sé cómo no se muere de angustia) y se utilizan como ingredientes para pociones de agilidad mental. Es posible que Snape os los enseñe este curso.
Ahora voy a soltar a la runespoor. Apartaos. La mantendré quieta unos instantes, y después alguno de vosotros saldrá a combatir contra ella. No hay un hechizo en concreto que pueda contra ella. Sólo combinando diferentes hechizos se la puede vencer.
-¿Luchar contra ella?- preguntó Ron- ¡Si no nos ha dicho cómo se hace!
-Creo que si pensáis lo descubriréis. Tranquilos, estando yo aquí no os pasará nada. La suelto.
Apuntó con la varita a la jaula y pronunció alohomora. Al instante, la enorme serpiente naranja y negra salía de ella arrastrándose a gran velocidad hacia los alumnos.
-Quieeeeeta ahí-Alyssa la mantenía a raya con la varita.- Muy bien. No aguantará mucho rato así. ¿Quién quiere enfrentarse con ella?
Silencio
-¿Nadie? Menos mal que estoy dando clase a unos Gryffindors...
A Harry le molestaba que dijera eso, aunque sabía que lo hacía para picarles. Aún así, no tenía ganas de vérselas con una serpiente venenosa.
-Yo.
Hermione se acercó a la serpiente. Harry y Ron se quedaron asombrados.
-¿Sabes ya qué hacer?
-Sí. Convertiré su cabeza izquierda en la de un ratón, y después le aplicaré un hechizo para provocar el hambre a las otra dos. Seguro que no tardan en comérsela, y cuando lo haga, como la izquierda es la que toma las decisiones, no sabrá qué hacer, y será inofensiva.
-¡Muy bien! Muy inteligente, sí señorita. Enrevesado, pero inteligente. Inténtalo, venga. Toda tuya.
Hermione se arremangó la túnica.
-Ten cuidado-susurró Ron.
Ella se acercó a la serpiente, dispuesta a hacer la transformación. La cabeza derecha no paraba de sisear. De pronto, Harry empezó a entender lo que decía.
-Va a atacarte a ti, inútil.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque sólo te mira a ti.
-Oh, qué bien, nos quedaremos con una cabeza menos... más espacio y libertad...
-Necio, sin mí no sabrías moverte.
A Harry aquella conversación le parecía cómica. Le recordaba a La espada mágica, una película de dibujos animados en la que las dos cabezas de un dragón estaban continuamente peleando.
-Muy bien, tú, muérdele antes de que nos haga daño. ¡Vamos!
-Oh, sí, carne humana fresca... mmmmmmm... nos vamos a dar un banquete, ¿eh, chicos?
-Pero va a transformarte ya... ¡Y tú cállate, imbécil, que me distraes! No sirves más que para estorbar...
Hermione se disponía a lanzarle el hechizo para transformarle.
-¡Muto in mu...
-¡Atácale, vamos!
-¡Noooooo! ¡Dejadla!- chilló Harry, aunque de sus labios sólo salieron silbidos.
Ocurrió todo en fracciones de segundo. La serpiente se lanzó a morder a Hermione en el mismo instante en que Harry se lanzaba para apartarla. No había caído en la gravedad del asunto hasta que vio que el reptil se abalanzaba sobre su amiga.
-Hermione, ¿estás bien?- preguntó Harry levantándose de encima de ella y tendiéndole una mano.
-Sí... ¿qué ha pasado? ¿Cómo sabías qué...? Ah... – Hermione acababa de recordar que Harry hablaba pársel. Podía entender a las serpientes.
-¡Hermione!-Alyssa corrió hacia ella- Vaya, ibas bien, pero eso de quedarte en blanco en el último momento... Harry, muy bien hecho. ¿Puedes manejarlas?
-Sí, pero... –miró al resto de la clase. La mayoría estaban asustados. Todos sabían que el pársel era un idioma que sólo los magos oscuros poseían, aunque a Harry se lo pasó Voldemort cuando intentó matarlo.
-¿Alguien se ofrece voluntario?
-Profesora, yo... me gustaría intentarlo de nuevo- pidió Hermione.
-No, Hermione. Estas serpientes son muy astutas. Ahora, y siento decírtelo, te tomarán a guasa.
En ese momento, el timbre que anunciaba el fin de la clase sonó.
-Bueno, chicos... espero que la próxima clase no tenga incidentes. Os diré cual es el mejor método para manejar a estas serpientes. Y venid con ropa cómoda, nunca se sabe si hay que defenderse de alguna criatura mágica. Potter, ¿puedes venir un momento?- pidió la profesora.
Harry miró nervioso a sus amigos. Ron parecía morirse de ganas por acompañarle.
-Esperadme fuera, ¿vale?
Ron y Hermione asintieron con la cabeza y salieron con el resto de la clase, que comentaba divertida lo peligrosa que había sido la primera lección.
Cuando el aula se hubo vaciado, Auranimus se dirigió a Harry.
-Harry... vaya, la primera clase que doy y ha sido un desastre... ¿podrías ayudarme con la runespoor? A Hermione no la han tomado en serio, pero es que ahora mismo yo tampoco debo resultarles muy amenazadora, teniendo en cuenta que le he llevado a unos chicos como "contrincantes"... –hizo una pausa, y mirándole a los ojos añadió- He pensado que tú podrías ayudarme... ya sabes... pídeles que se metan en la jaula.
Se oyó un ruido a final de la clase.
-Oh, no, mierda... mucho rato se quedaban quietas. Ahora están rompiendo las mesas. ¿Podrías ayudarme?
Harry no sabía qué decir. Una profesora, no, la profesora más guapa que había visto nunca, le estaba pidiendo ayuda a él. No sabía por qué, pero sentía unas enormes ganas de demostrarle lo que podía hacer con las serpientes, aunque por otro lado, le daba miedo que no le hicieran caso y lo dejaran en ridículo.
-Claro- se decidió.
Se acercó a la serpiente, que estaba sorprendentemente quieta.
-¡Volved a la jaula! Ya habéis hecho suficiente daño hoy –silbó Harry.
-¿Y si no queremos? ¿Y si te mordemos, y te matamos y después matamos a todos tus amigos?- la cabeza soñadora no paraba de decir tonterías.
-No seas estúpida. ¿No ves que sabe nuestro idioma? Podría intentar hacer lo que iba a hacer su amiga, y no podríamos hacer nada por remediarlo, porque si hablásemos se enteraría.
-Volvamos a la jaula. Es mejor hacerle caso.
La enorme serpiente de tres volvió entre rejas con un irritable siseo de su cabeza derecha.
-Gracias, Harry. Supongo que por esto te mereces unos cuantos puntos. Diez para Gryffindor. Vete ya, tus amigos te estarán esperando.
Harry salió al pasillo, irradiando felicidad. Hermione lo esperaba fuera.
-¿Y Ron?
-Me parece que se ha puesto un poco celoso de que te llamase a ti, y no a él. Se ha ido con Dean, Seamus y Neville a Herbología– respondió Hemione-. ¿Qué quería la profesora?
Harry le explicó lo que había pasado mientras se dirigían a los invernaderos.
-Oye Harry... Gracias por apartarme de la runespoor. Podría haberte mordido a ti, no deberías haberlo hecho.
-Claro, y dejar que te mordiera, ¿no? Tú estás tonta...
-No, estoy agradecida- y, pillando a Harry por sorpresa, lo besó en la mejilla, para después salir del castillo dando saltos.
La semana trascurría sin que apenas se dieran cuenta. Las clases eran un poco más duras, pero se divertían más en sus ratos libres que otros años, entre otros motivos, porque Ginny se iba con ellos y parecía una réplica en femenino de los gemelos Weasley. Por otra parte, Harry se dio cuenta de que Cho Chang llevaba días persiguiéndolo, como si quisiera hablar con él, pero no se atreviera. Mejor que no se acercara. A Harry le seguía gustando un poco, pero no podía dejar de pensar que si Cho estaba realmente interesada en él, sería un segundo plato... antes de la muerte de Cedric (y Harry sintió una punzada de dolor al recordarla) ella no había querido saber nada de Harry.
Lo único malo fue la doble clase de pociones del viernes, que, como pudieron observar, parecía una auténtica tradición que la tuvieran con Slytherin.
Snape les había mandado hacer una poción de la risa, y Malfoy, cuando pasaba por el lado de la poción de Harry y Ron, le salpicó a Harry en la cara... Por suerte para Harry, tenían la poción bien hecha, y sólo estuvo los restantes cuarenta y cinco minutos de clase riéndose, en vez de ser convertido en una hiena, como dijo Snape que podía pasar si la poción fallaba. Por supuesto, el castigo recayó sobre Harry y no sobre Malfoy, al que no le quitó ni un solo punto a pesar de las quejas de los gryffindors.
El castigo consistía en limpiar todos los alambiques y demás instrumentos de la clase de pociones, como siempre, sin magia.
A las doce y cuarto de la noche, Harry se despidió de Hermione, Ron y Ginny y bajó a las mazmorras para cumplir su castigo.
Cada día odiaba más a Snape, cada día era más injusto.
Iba a entrar en las mazmorras cuando oyó unas voces que provenían de ella.
-Dumbledore, ¿crees que es sensato admitirle? Ya viste cómo huyó... le tiene miedo, pero no estoy seguro de que esté totalmente de nuestra parte. Sabes cómo es Karkarov, se mueve únicamente por sus intereses...
-Severus- le interrumpió una voz anciana, pero firme-, sé lo que me hago, créeme. Sé lo que hacemos. Él, al igual que tú, nos puede ser de gran ayuda, sobre todo para estrechar lazos entre países. Que ya no sea el director de Durmstrang no quiere decir que no tenga contactos importantes en Rusia.
-Sí, pero... ¿cómo estás tan seguro que no nos va a traicionar? Albus, fue un mortífago...
-Como tú, Severus. Y a ti te acepté, ¿recuerdas? Te di una segunda oportunidad, confié en ti, y sigo haciéndolo. Es cierto que no me fío totalmente de él, pero por ahora puede ayudarnos, y sabes que necesitamos cuantas más manos mejor. Es mejor no discutir más. Si te quedas más tranquilo, vigílale.
Harry corrió al principio del pasillo cuando oyó que unos pasos se acercaban hasta la puerta. Hizo como que andaba hacia las mazmorras por primera vez en esa noche, cuando vio que la puerta se abría y aparecía Dumbledore.
-Hola, Harry... ¿qué te trae por aquí? No son horas de andar por los pasillos, muchacho.
-Dígaselo a Snape. Vengo a cumplir un castigo injusto que me ha puesto.
-Severus, ¿es eso cierto? Oh, vamos, te dije que no castigaras tanto a los alumnos, los vas a estresar... un poco de disciplina está bien, pero... seguro que no fue muy grave...
-Ingirió una poción, que le tuvo el resto de la clase riéndose y alborotando- dijo Snape, seguro de que esa contestación bastaría a Dumbledore.
-Malfoy me salpicó a la cara. No fue culpa mía, yo no quería tirarme toda la hora riéndome. Ahora tengo agujetas en el abdomen.
-Sev, creo que deberías perdonar a Potter, ya ves que no tuvo él la culpa. Es un buen chico, ¿verdad que sí?- añadió, guiñándole un ojo a Harry.
-Está bien... Pero te advierto que será la última vez que te libres de un castigo, niño-aseguró Snape, con el rostro crispado por la ira. Dio bruscamente la vuelta hacia las mazmorras, haciendo que su capa negra ondeara.
-Gracias, profesor.
-No hay de qué. Pero Harry, procurad no alterar a Snape. Está haciendo un gran esfuerzo, debéis tener paciencia con él.
Antes de que a Harry le diera tiempo a preguntar, Dumbledore se marchó.
Harry regresó a la torre de Gryffindor, deseando por todo lo alto no cruzarse con Filch o la señora Norris.
Cuando llegó a la sala común, estaba vacía. O casi, porque Ginny reposaba en un sofá frente a la chimenea, con un libro entre las manos.
-¿Ya se ha ido la gente? Es viernes...
-Sí. Mis hermanos tiraron un par de bombas fétidas, y esto se despejó enseguida. Yo bajé hace diez minutos- respondió la chica-. ¿Te quedas aquí un rato? Ya estoy cansada de leer, y las de mi cuarto últimamente están insoportables. Cámbiate si quieres, estarás más cómodo.
Harry pensó que tenía razón. Subió al cuarto y se puso el pijama y las zapatillas. No cogió la bata, extrañamente hacía demasiado calor y no la necesitaba.
Cuando bajó, Ginny le hizo un hueco en el sofá. No se había fijado antes en que ella también estaba en pijama. O en algo, ya que llevaba pantalones cortos muy pequeños y una camiseta de manga larga con ositos.
-¿Qué lees?-preguntó Harry, señalando el libro con la cabeza.
-No leo, estudio. Las Sombras. Seres oscuros con forma de sombra que absorben la energía de sus víctimas hasta convertirlas en sombras o matarlas. Agradables, ¿verdad?
-No las había dado antes.
-Claro. Porque el falso Moody se dedicó sólo a enseñar cosas sobre maldiciones- Ginny cambió rápido de tema al ver la cara de tristeza de su Harry. Sabía que no le gustaba recordar cosas del año anterior-. Y dime, ¿cómo es que has terminado ya de limpiar las mazmorras?
-Dumbledore me salvó el pellejo- resumió Harry. Decidió contarle lo que había oído. Al fin y al cabo, a Ginny le habían puesto al corriente sobre Sirius y lo que pasó el año anterior, mientras estaban en La Madriguera. Y Harry se sentía muy a gusto cuando hablaba con ella. Escuchaba bien, como Hermione, y bromeaba mucho, como Ron. Era como tener a sus dos amigos juntos, con el aliciente de estar con una chica bonita.
Ginny le escuchaba con la boca abierta.
-¿Crees que... que hay una especie de asociación para luchar contra Quien-Tú-Sabes? –la chica se estremeció al recordar algo- Papá y mamá llevan todo el verano reuniéndose con gente del Ministerio y con Dumbledore. Quizás sea esa la "Orden" de la que hablaba Snape.
-No lo sé. Sí, es probable. El año pasado, cuando estaba en la enfermería, Dumbledore dijo que necesitarían toda la ayuda posible, y le preguntó a tu madre si no se equivocaba al pensar que podía contar con ellos.
Se quedaron un rato en silencio.
-Bueno, anímate. Por cierto, ¿se te han pasado ya las agujetas?
-No. Aún me dan cada vez que me río...
-Oh, ¿y ahora?- Ginny empezó a hacerle cosquillas.
-¡Para! No, estate quieta, me haces cosquillas... - rió Harry.
-No me digas...
Harry contraatacó como pudo. La chica se levantó corriendo del sofá.
-¿Ahora te quieres escapar?- Harry empezó a perseguirla por los sillones, jugando al ratón y el gato.
Cuando por fin la alcanzó, la tiró en un sofá y se puso encima de ella a hacerle cosquillas.
-¡No, otra vez no!- Ginny lloraba de la risa- ¡Para!
-Ni hablar... ¿qué haces? ¡Eh, para! ¡No, no hagas eso! –ahora era Harry el que estaba en apuros. Ginny estaba muerta de la risa, y aún así, sacó fuerzas para distraer a Harry.
Entre risas, le estaba desabrochando los botones de la camisa del pijama. Harry dejó de hacerle cosquillas para intentar abrochárselos, pero la pelirroja era más rápida que él. Empezó a hacerle cosquillas, justo donde más agujetas tenía Harry. Ahora era ella la que ganaba la partida, y Harry se dio por vencido. Le daba igual que le quitara la camisa, al fin y al cabo, hacía mucho calor... demasiado calor. De hecho, los dos estaban sudando como si acabaran de terminar un partido de quidditch.
Mientras, sin que ellos se dieran cuenta, Fred y George entraban por el retrato de la Dama Gorda. Y la imagen que vieron fue la de su hermanita pequeña tumbada en un sofá, muriéndose de la risa mientras Harry Potter, tumbado encima de ella y sin la parte de arriba del pijama, le hacía cosquillas.
-¡Ginny!
-¡Y Harry!
Harry dio un respingo del susto, lo que hizo que se cayera del sofá. Se enderezó frotándose la espalda, y vio que los gemelos Weasley estaban de pie enfrente de ellos.
-Si queréis hacer algo id a un lugar privado.
-¡Fred! ¡Que es nuestra hermana!
-¡TÚ! –gritó Fred señalando con un dedo a Harry- Aprovechándote de una pobre chica indefensa para hacer con ella lo que te piden tus instintos...
-¡Fred! Es la hermana de su mejor amigo... – observó teatralmente George, como si quisiera decir "has cometido un pecado mortal, mereces la horca"
-¿Se puedes saber qué hacías encima de Ginny?- preguntó Fred, que por primera vez parecía serio.
-¿Y se puede saber porqué tú le has quitado la camisa?-añadió su gemelo.
Harry y Ginny se miraron. Los dos estaban muy colorados. Si instantes antes Harry pensaba morirse de la risa o el calor, ahora pensaba que se iba a morir de la vergüenza.
-Eh... estábamos jugando- se excusó Ginny. Sus mejillas tomaban por momentos el color de su pelo.
-¿Jugando?
-¡Ah, sí, George! A eso también jugaban este verano Percy y Penélope cuando entramos en su habitación... –dijo Fred con un tono de malicia incontenible en la voz.
-Bueno... creo que ellos no estaban precisamente en pijama... para mí que iban un "poco" más ligeritos de ropa...
Los gemelos explotaron a reír. Harry y Ginny no pudieron evitar reírse ellos también.
-No, ya en serio, chicos, estábamos haciéndonos cosquillas- explicó Harry, sentándose al lado de la pelirroja.
-¿Sin camiseta? ¿Le hacías cosquillas sin camiseta?
-Es que si se la intento quitar, tiene las manos ocupadas en vestirse de nuevo y me da tiempo a recuperarme- se excusó la chica.
-Sí, claro...
-Oye, y ahora que caigo... ¿A vosotros qué os importa?- Ginny parecía de repente enfadada- Lo que yo haga con Harry es asunto mío y de él, no vuestro.
Harry se extrañó de esa contestación, pero la chica tenía razón. Habían sido unos idiotas al picarse y seguirles la corriente. ... es asunto mío y de él... a Harry le gustaron esas palabras. No sabía decir porqué, pero se repetían automáticamente en su cabeza.
-Tranquila, hermanita... sólo nos preocupábamos por ti- se defendió Fred.
-Es que claro, por las cosquillas se empieza...
-Se sigue por jugar a los ginecólogos de San Mungo...
-¡FRED!- Harry y Ginnny saltaron del sofá.
-Bueno, bueno, no os pongáis así... era broma... Eh, George, ¿retirada a discreción?
-¡Retirada como sea!
Y sin decir nada más se marcharon corriendo a su habitación.
-Qué estarían haciendo estos dos a estas horas... - susurró Ginny, con la sonrisa aún en los labios- ¿Andarán con sus experimentos?
-Puede- respondió Harry, notando que la chica le tiraba de la lengua.
Le dio frío. La temperatura parecía cambiar súbitamente por segundos. Entonces se dio cuenta de que estaba medio vestido. Recogió la camisa del suelo, y empezó a abrochársela, pensando en las chorradas que habían dicho Fred y George.
-Te la estás abrochando mal- le advirtió Ginny-. Trae, estate quieto... si es que no sabéis ni vestiros bien.
Ginny empezó a abrocharle los botones del pijama. Harry no pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo cuando los dedos de la chica rozaron su pecho desnudo.
