Aviso: lo sabe tol mundo, pero vamos a repetirlo: los personajes son de la magnífica y, to hay q decirlo, perezosa Joanne Kathleen Rowling, que nos tiene desesperaícas por que saque el 5º libro. Todos, menos unos que ya saldrán, entre ellos, Alyssa Auranimus.
8
Miedo a una ilusión
Hermione estaba ojeando El Profeta mientras bebía su vaso de zumo. Tenía cara de preocupación.
-¿Qué te pasa? ¿Acaso Rita Skeeter ha vuelto a escribir algo?- preguntó Harry, empezándose a preocupar él también. Sabía lo que esa odiosa Skeeter podía hacer.
-No, esa pajarraca estará calladita un tiempo, si no quiere que sea yo la que cante sobre su condición de animago. Lee esto- Hermione le tendió el periódico a Harry.
Abrió por la primera página. Ron se asomó sobre su hombro para leer la noticia:
MÁGICA OLA DE CALOR
El Instituto Mágico de Meteorología confirmó esta misma mañana que las altas temperaturas registradas durante la semana pasada, y los alarmantes cambios climáticos del último mes, se deben, decididamente, a causas mágicas desconocidas.
Durante las últimas semanas, las variaciones climáticas en todo el mundo han sido cada vez más evidentes. Científicos muggles han investigado el fenómeno, creyendo que se trata del llamado Efecto invernadero, que según ellos, estaría derritiendo los polos, causando inundaciones y el aumento del nivel del mar. Otros científicos aseguran que se trata de un nuevo ciclo del tiempo en el que el calor predominará.
Sin embargo, los magos y brujas que trabajan en el I.M.M., aseguran que este aumento de temperatura (que en el sur de España y norte de África se hace insoportable, según corresponsales), así como las inundaciones de Praga que acontecieron terriblemente hace unos meses, se deben a causas mágicas aún por reconocer. Voces de alarma aventuran que se trata de experimentos llevados a cabo por magos oscuros, aunque el Ministerio de Magia se ha apresurado a desmentir esos rumores.
Sólo nos queda esperar que los muggles no se den cuenta de su error, ya que todos sabemos el caos que podrían sembrar. Por el momento, interesa que sigan creyendo que se trata del Efecto Invernadero, ya que eso hace que al menos pequeños sectores de su sociedad se preocupen por el planeta.
-Vaya... - Ron estaba asombrado después de leer la noticia- Así que ese calor no se debía al agobio por las clases, ni la fiesta de la semana pasada, ni a...
Harry no le escuchaba. Sabía perfectamente el poder que ahora tenía Voldemort y que buscaba aliados. No creía que pudiera hacer tanto, sin embargo, ¿quién más aparte de él podría manipular el tiempo?
-Harry... ¿No creerás que esto es obra de...? –preguntó Hermione preocupada- Sabes que nadie hasta ahora, ningún mago ni bruja ha podido manipular el clima. Nadie. No lo va a conseguir él, por muy fuerte que se haya vuelto.
-¿De quién habláis? – Ron empezaba a caer en la cuenta- No...
-No creo que sea él. O por lo menos, no quiero que sea él. Pero...
-Harry, déjalo. Oye, sabemos que lo del año pasado fue muy duro para ti... -la chica le pasó un brazo por los hombros, abrazándolo- Pero no puedes seguir viendo fantasmas por todas partes. Primero lo de Sirius, y ahora esto. Vas a acabar volviéndote loco... seguramente tiene que ver con alguna conjunción de magia de esas que habla la profesora Sinistra, y un par de graciosos se han dedicado a alarmar a la Comunidad. No te preocupes, ¿vale?-añadió, pasándole una mano por la mejilla.
Harry sintió calor en la parte acariciada. Realmente Hermione sabía cómo calmarle.
-Pero tú también estás preocupada, y Ron, y...
-Y todo el mundo, después de leer esto. Olvídalo, ya lo resolverán los del I.M.M.-resolvió Ron, mirando con recelo a Hermione.
Las clases de esa mañana pasaron muy lentas. Harry no podía dejar de preocuparse.
Iban hacia la cabaña de Hagrid, para dar Cuidado de Criaturas Mágicas, cuando Harry tropezó con alguien.
-¡Oh! Perdona, Harry, no te había visto- era Cho.
-No, perdona tú... llevo todo el día despistado.
-Oye, ¿recuerdas lo que te dije el otro día? Lo de que quería hablar contigo.
-Harry, Hermione y yo nos vamos. Te esperamos en la cabaña de Hagrid-dijo Ron mientras seguían andando.
-Vale, voy enseguida. Y bien... ¿qué querías decirme?
-El primer partido de quidditch de la temporada es dentro de tres semanas, Ravenclaw contra Gryffindor. Me gustaría hacer una apuesta. Para darle un poco de emoción a la cosa, ya sabes- dijo sonriendo.
-Ah, vale... y ¿qué quieres apostar?
-Bueno, ayer escuché en la radio que Celestina Warbeck vendrá en concierto a Hogsmeade la noche de Halloween. Forma parte de la gira de su último disco, "El mundo en mi caldero". Bueno, es mi cantante favorita, y me gustaría mucho ir, y he pensado que si a ti te gusta... - Cho hizo un alto, esperando a que Harry respondiera.
-Sí, sí, me gusta mucho- aseguró Harry-. La he escuchado bastante mientras estaba en la casa de Ron. Él también está loco con esa mujer. Es un ídolo de masas...
-Tiene buen gusto el pelirrojo, sí. El caso es que pensé que... Bueno, la apuesta sería que si gana Ravenclaw, o sea, si gano yo... tú me llevarías al concierto. Las entradas valen un galeón y medio.
-Jo, no son baratas que digamos. Pero no hay problema. No vamos a perder- afirmó Harry, convencido.
-Eso ya lo veremos.
-Y... ¿qué pasa si gana Gryffindor?
-Bueno, ya decides tú lo que debo hacer yo- Cho le guiñó un ojo-. Que pases un buen día- añadió, mientras se marchaba.
Harry se volvió, mirándola irse. Cuando se perdió de vista, empezó a caminar hacia la clase. Miró su reloj, pero no ponía las horas... daba igual, aún faltarían unos minutos para que empezara la clase.
¿Eso último había sido una insinuación? "Ya decides tú lo que debo hacer yo". Desde luego, no se andaba con tonterías. Pero a Harry no le disgustaba la idea de pasar una noche con ella, aunque fuera bailando, saltando y gritando como locos.
Llegó a la cabaña de Hagrid dos minutos antes de que empezara la clase, pensando en esa sonrisa que tenía la chica china. Y en esa forma de hablar, y en esa mirada... Y en ese guiño que le había hecho.
-Harry... ¿Harry?
Harry despertó de su ensimismamiento.
-¿Qué quería Cho Chang? –era Ron el que preguntaba.
-Nada, era para hacer una apuesta sobre el partido.
Ron se conformó ante las miradas de Hermione. Él nunca se daba cuenta de cuándo preguntaba indiscreciones.
Hagrid se acercó a ellos. Harry no se dio cuenta de que compartían clase de nuevo con los de Slytherin hasta ese momento.
-Bueno, chavales- empezó Hagrid-. Hoy vamos a estudiar una criatura que os va a gustar. Sobre todo a los chicos, al menos a mí me gusta-añadió guiñándoles un ojo, lo que provocó una nueva distracción de Harry.
-¿Qué es, una mezcla entre una veela y un dragón? Seguro que nos encanta- ironizó Malfoy arrastrando las palabras, ante el desagrado de Hermione, Ron y Harry y la mirada inquieta del profesor.
-Pues mira, a un dragón no, pero a una veela sí se le da un aire.
Se oyeron murmullos de excitación por parte de los chicos.
-Es un ser muy inteligente, y merece mucho respeto. Ha accedido a colaborar con esta clase desinteresadamente, así que por favor, tratadla bien, sin faltas de respeto. En realidad es lo que más os conviene.
-¿Qué quiere decir eso? ¿Acaso nos va a morder? –preguntó Malfoy, petulante.
-No, pero sí os puede dar un buen corte.
-Espero que no sea una veela con tijeras en las manos- susurró Ron.
-Eso quisieras tú, Ron, que fuese una veela- le espetó Hermione.
-Chicos, os presento a Irina. Es una dríada.
De detrás de la cabaña de Hagrid salió una hermosa mujer, vestida con una especie de túnica cerrada, muy fina y hecha como de gasa. Pero no era una mujer cualquiera. Tenía la apariencia de una doncella elfa, la piel dorada, como de madera; el pelo rojizo, y los ojos violetas.
Toda la clase se quedó embobada.
-Menudo bombón... ¿Esto es una criatura salvaje?- murmuró Ron, mirándola fijamente.
-No soy una criatura salvaje, humano. Y gracias por el piropo-dijo la dríada.
Ron se quedó estupefacto, muerto de la vergüenza.
-Es un duende de los árboles. Como veis, habla nuestro idioma. De hecho, es capaz de comunicarse con cualquier criatura del Bosque, y sabe hablar en los principales lenguajes humanos. También habla el lenguaje de las plantas, naturalmente.
Cada dríada pertenece a un roble del bosque, se hallan unidas a su árbol de por vida y no pueden alejarse a más de 300 metros de él o mueren lentamente. Una dríada es capaz de penetrar literalmente en un árbol y desde su interior transportarse al roble del que ella forma parte. No os diré cuál es el suyo, lo que sí os diré es que tengáis cuidado de no lastimar ningún roble, por si acaso fuera ese: si alguien golpea al roble al que está unida, ella recibe físicamente el mismo daño, por lo que intentará defenderlo a toda costa.
-No debéis golpear ningún árbol, son ellos los que os dan la vida-añadió la dríada.
-Como os he dicho, son duendes de los árboles, los quieren mucho- comentó Hagrid, divertido por la advertencia de la mujer árbol-. Bueno, sigamos. Ellas son capaces de controlar el árbol al que están ligadas, por lo que pueden provocar que sus ramas florezcan aunque no sea la temporada, que aparezcan nuevas plantas alrededor del árbol, e incluso pueden provocar un crecimiento de hierba repentino que haga tropezar a los intrusos.
-¿Podríamos ver eso? –preguntó Seamus.
-No sé, eso depende de ella...
-Seguidme. Pero no quiero malos tratos hacia ningún ser de este Bosque-advirtió la criatura.
-¿Quiere que nos metamos ahí? Yo no entro en el Bosque Prohibido- afirmó Malfoy, con los ojos desorbitados de horror. Aún se acordaba de la vez que tuvo que entrar como castigo en primero.
-Tranquilo, muchacho. El Bosque está siempre en armonía-aseguró la dríada calmada y melodiosamente-. Mientras vengáis con una criatura de aquí, y no dañéis nada, seréis bienvenidos.
Siguieron a la dríada, que se movía con pasos acompasados. Se adentraron nerviosos en el Bosque Prohibido.
-¿Y si nos encontramos con Aragog? –preguntó Ron, nervioso.
-¿Has oído lo que ha dicho? Con ella vamos seguros. Además, está Hagrid aquí, ¿qué podría pasarnos?
-No digas eso, Hermione –pidió Harry-. En las películas de miedo, cuando dicen eso siempre pasa algo.
Hermione chascó la lengua. En ese momento llegaban a un claro del Bosque donde había un frondoso roble. Sin hacer señas, la dríada se fusionó a él, arrancando un Oh de todos los presentes. Segundos después, el árbol empezó a florecer, y el césped que lo rodeaba se llenaba de pequeñas flores silvestres. El vestido de la dríada estaba en el suelo.
-Mmmmmm, Irina... –susurró Hagrid realmente en voz bien audible- cuando salgas, hazlo por detrás, no quiero que los chavales te vean sin nada puesto. A esta edad no es conveniente que una mujer se les quede desnuda enfrente, aunque no sea humana... quién sabe cómo pueden reaccionar. Y avisa antes, yo tampoco sé cómo reaccionaría si te volviera a ver así.
Hermione empezó a reírse, ante la mirada de fastidio de Ron.
En ese momento, una rama golpeó a Hagrid, que interpretó eso como una señal, y estiró el vestido hacia la parte posterior del árbol, tapándose los ojos con la otra mano. La dríada salió del grueso roble sin que la vieran apenas, y se puso el vestido para salir a la vista.
-Anda que si yo fuera Hagrid me iba a tapar los ojos- susurró Harry entre risas.
-Anda que si yo fuera Hagrid me iba a quedar ahí quieto, sin hacerle nada- replicó Ron, provocando las carcajadas de los que estaban alrededor.
Salieron en silencio del bosque, para volver hacia la cabaña de Hagrid. La dríada les acompañaba a todos para que no sufrieran daños.
-Hagrid... ¿sólo hay mujeres dríadas?- preguntó Parvati Patil.
-Sí, efectivamente.
-¿Y cómo... cómo... se reproducen? –añadió Lavender Brown ahogando una risita.
-No nos hacen falta los machos para eso. Nacemos del árbol, él es quien nos crea.
-Pues menuda gracia ser dríada- soltó Pansy Parkinson. Por primera vez, las chicas de Gryffindor rieron ante el comentario de una Slytherin.
-Bueno, nosotras tenemos distintas maneras de sobrevivir... y de divertirnos, claro- contestó la mujer-árbol, provocando las risas de todos.
-Emmmmm... sí, bueno, vale... Muchas gracias por ayudarme con esta clase, Irina-dijo Hagrid, agachándose para darle la mano a la dríada.
-Ha sido un placer.
La dríada se volvió, se acercó a un árbol, y se fundió en él, para viajar por las raíces hasta donde estaba su roble. A Harry le pareció que ese sistema se parecía a la red flu.
-Me alegro de que os hayáis portado bien con su árbol. No son nada agresivas, pero no sabéis cómo se enfurecen si alguien le causa daño a su roble. En fin, esto ha sido todo por hoy. Ah, y no hagáis caso a eso de que seréis bien recibidos en el Bosque... son demasiado pacifistas estos seres, se creen que todos son iguales de buenos que ellas.
Los alumnos se fueron alejando. Hagrid se les acercó a ellos para preguntarles acerca de la clase.
-Genial. Las dríadas son mejores que los escregutos de cola explosiva, Hagrid- dijeron los tres.
Al terminar la clase, los alumnos se dirigieron hacia el Gran Comedor. No sabían que les esperaba una sorpresa.
-Shhhisssst- Albus Dumbledore se levantó de la mesa, con las manos alzadas para reclamar silencio-. Si me permitís, tengo que daros una buena noticia a los amantes de la música. Como algunos de vosotros sabréis, la noche de Halloween, la estupenda cantante Celestina Warbeck ofrecerá un concierto en el pabellón cultural de Hogsmeade. Es una ocasión que no se puede desperdiciar, así que vuestros profesores y yo hemos decidido que los alumnos partir de tercero que tengan permiso para ir a Hogsmeade pueden asistir, si lo desean, al concierto de esta muchacha.
El gran Comedor se quedó unos instantes en silencio, para después estallar en aplausos y gritos de alegría. Los más incondicionales (entre ellos Ron) daban saltos y palmadas al aire. Harry también estaba contento. Ya sabía qué hacer con la apuesta de Cho.
-Ya sé que os gusta mucho, pero calmaos. Como he dicho, sólo podrán asistir los alumnos a partir de tercero- hizo una pausa, mientras los de primero y segundo se quejaban-. Pero eso no quiere decir que los demás os vayáis a aburrir esa noche. Hemos preparado actividades en los terrenos del colegio que seguro os gustarán. Va a ser una noche terrorífica para los que os quedéis. Ah, se me olvidaba, para los que no compartan gustos conmigo, y no quieran ir al concierto, tendrán a su disposición dos de los parques de Hogsmeade, que muy amablemente nos ha cedido para esa noche el alcalde del pueblo. En el Parque William Wallace habrá un equipo de expertos en diversión muggle y mágica... ya sabéis, ese tipo de actividades deportivas (que algunos se empeñan en tachar de peligrosas) que tanto os gustan, y túneles del terror... Ah, también habrá un equipo de Zonko, para los bromistas- añadió, guiñando un ojo a los gemelos Weasley-. Y el otro parque es el Bosque de las Ninfas que... –Dumbledore carraspeó, nervioso y divertido a la vez- bueno, creo que no hace falta que os explique para qué se suele utilizar ese parque, muchos de vosotros lo sabréis. Para los que quieran ir al concierto, los dirigentes me han informado que vale algo más de un galeón... pero por ser nosotros, han dejado la entrada a sólo un galeón. Las entradas las mandarán conforme las vayamos pidiendo, así que daos prisa en pedirlas, recordad que el concierto no es sólo para nosotros, estarán también criaturas mágicas de Hogsmeade, y fanáticos venidos de otros lugares. Eso era todo, que os aproveche la comida.
-¿Vendrás al concierto con nosotros, Hermione?- preguntó Ron, inquieto.
-Sí, claro, sabes que me gusta. Tú también vienes, ¿no, Harry?
-Eh... sí, pero no creo que sea con vosotros. Ya os explicaré.
-Muy bonito, vete con otros.
-Calla ya, Ron, y no hables de lo que no sabes- replicó Harry.
Cuando terminaron de comer, Harry se dirigió hacia la mesa de Ravenclaw.
-¿Cho?- Harry se dirigió a la chica, que ya se levantaba.
-¿Sí? Ah, hola Harry.
-¿Sigue en pie la apuesta?
-Claro... qué pasa, ¿te da miedo perder?- le picó ella.
-Os vamos a fulminar. Bueno, sea como sea, quien pierda, pagará las entradas del concierto. De todas formas, iremos juntos. La puesta sigue siendo la misma, al fin y al cabo.
-Me gusta más así. Ponte guapo para el concierto, y empieza a ahorrar, ¿vale?- Cho le dedicó una sonrisa-. Hasta otra, Harry.
Harry se fue medio atontado hacia la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. ¿Por qué le gustaba tanto aquella sonrisa? ¿Por qué cada día se sentía atraído por una chica distinta? Ginny, Hermione, Cho, Ginny, Cho... Era horrible.
Y por si fuera poco, le tocaba clase con la profesora más guapa que hubiera visto nunca. ¿Cómo iba a estar pendiente de lo que explicaba sobre las arpías, cuando no paraba de moverse de aquella manera? La clase pasaba en un vuelo. Sin darse cuenta, ya se estaba despidiendo.
-Y para el próximo día, quiero que me traigáis una lista de cosas que podéis hacer para defenderos de las arpías. Os hará falta para cuando vayáis a Hogsmeade... –Alyssa se explicó, al ver la cara de extrañeza de algunos alumnos- allí viven muchas arpías, y seguro que irán al concierto varias de ellas sólo para echarle el ojo a alguno de vosotros, e intentar llevaros a su cueva. Les gusta la carne humana tierna. Tened especial cuidado con una tuerta que siempre viste con túnicas de cuadros. Es muy peligrosa. Bueno, que os vaya bien.
Al terminar las clases, Ron y Harry se dirigieron hacia la sala común. Hermione se había entretenido quitando puntos a unos niños que se batían en duelo en mitad del pasillo.
-Harry, salgo un momento, ¿me esperas aquí?- preguntó Ron, dejando la mochila al lado de la de Harry.
-Claro.
Harry no podía dejar de pensar en el concierto y en el partido contra Ravenclaw. El concierto, Cho. El partido, el equipo, Ginny. Se tumbó en un sofá, mientras una criatura suave y peluda se le echaba encima para que lo acariciara. Era Crookshanks, el gato color canela de Hermione.
-Gracias por recordarme la que me faltaba, gatito- murmuró Harry, amargamente.
Hermione. También ella ocupaba extrañamente un puesto en ese hueco de su mente. O de su corazón. ¿Por qué de repente las veía de otra manera? Era para volverse loco...
-Harry... - una voz dulce, pero aparentemente adulta le sacó de su ensimismamiento. No podía ser otra.
-Ah, hola, Ginny. ¿Vienes a hacerme compañía?
-Eh... en otro momento quizás, pero ahora... ¿sabes donde está Hermione?
Decepción. Quería hablar con Hermione, no con él.
-No sé. Supongo que se habrá quedado en la biblioteca, para variar- aventuró Harry, como si fuera él mismo la profesora Trelawney.
-Ah, vaya... tengo que hablar con ella urgentemente.
-¿Por qué tanta prisa?
-Por nada, no es nada... cosas mías, tonterías- respondió la chica mostrando poca convicción-. Bueno, voy a buscarla. Hasta luego.
Harry se quedó pensativo. Al momento llegó Ron, visiblemente enfadado.
-¿Adónde has ido?
-A espiar a Hermione- dijo secamente.
-Ah, no te conformas con mirarla y remirarla en las clases, ¿ahora te dedicas a espiarla?- Harry intentó animarle.
-¡Vete al cuerno!- mal intento. Harry sabía que cuando su amigo se ponía así, no había mucho que hacer-. Ha ido a mandarle una carta a su querido Vicky. A saber qué le dirá en la carta: "Viktor, te hecho mucho de menos; Viktor, pienso todos los días en ti..."
-Cálmate. También te escribía a ti cuando estábamos en vacaciones. Seguro que no le pone nada de eso- Harry lo intentó de nuevo-. Oye, ¿Por qué no hacemos el trabajo de Adivinación y así nos lo quitamos ya de en medio?
-Ya lo tengo hecho. Lo hice el otro día para demostrarle a Hermione que no soy el niño irresponsable de antes. Puedo hacer las cosas a su debido tiempo.
Harry se quedó estupefacto. ¿Ron haciendo algo por adelantado? Claro, "para demostrarle a Hermione"... lo suyo era realmente grave, y no quería admitirlo.
-Si quieres, cópiate. Cambia los accidentes por otros parecidos y ya está. Los tengo arriba, ¿subimos y te los doy?
-Vale, si me lo ofreces...
Los dos subieron al cuarto. Ron estaba entrando cuando alguien detuvo a Harry.
-Harry... ¿no ha pasado nada extraño por aquí?- era George. Parecía preocupado. Estaba más despeinado de lo habitual, y miraba alternativamente hacia los lados, como si temiera que alguien lo viera, o como si buscara algo.
-No. No sé de qué me hablas-respondió Harry, extrañado.
-Bueno, pues entonces... entonces nada. Adiós.
Y salió corriendo hacia los cuartos de las chicas.
Entró a la habitación y se chocó con Ron, que llorando de rabia, salía del cuarto.
-Eh, ¿qué te pasa? ¿Qué...?
-Mira ahí- dijo, señalando el interior de la habitación.
Sólo pudo distinguir dos figuras sentadas en la cama de Ron, que, para sorpresa de Harry, estallaron cuando él entró en la habitación.
-¿Qué ha sido eso?
-No puede ser... ¿qué mierda era eso? ¿Qué tipo de broma es esta? La has preparado tú, ¿no?-Ron apuntaba a Harry con el dedo, totalmente fuera de control.
-Ron, ¿Qué pasa? Oye, ¡no sé qué era eso!
-¡¿Qué era? Te diré qué era. Eran Hermione y Krum, besándose FRENÉTICAMENTE en MI CAMA. Los dos juntitos. Creía que era verdad, no he sido capaz de reaccionar, pero cuando tú has entrado, casi me muero del susto al verlos explotar.
Harry estaba boquiabierto. ¿Hermione besándose con Krum? Y en el cuarto de los chicos, eso era imposible...
-George- musitó Harry.
-¿Qué?
-George. Acabo de cruzarme con él y me ha preguntado si ha pasado algo raro por aquí, o algo así- explicó Harry.
-Como esta broma de mal gusto sea cosa suya, lo mato- afirmó Ron, cruzando como un vendaval el umbral de la puerta para después dirigirse al cuarto de sus hermanos.
Harry lo siguió. ¿Qué diablos había sido eso? ¿Una especie de holograma? No, Ron había dicho que le parecía real...
Llegaron al dormitorio de los chicos de séptimo curso. Fred y George estaban allí solos, buscando algo con frenesí. Se sobresaltaron cuando Ron irrumpió en la habitación dando gritos.
-Habéis sido vosotros, ¿verdad? Es alguna de vuestras inaguantables bromas, no me mintáis. ¿Qué mierda era eso? ¿Y quién coño os creéis que sois para jugar así con la gente?
-Verás, Ron... cálmate, ¿vale? Hemos tratado de detenerlo, pero se nos ha vuelto a escapar. Es lo que yo creo que es, ¿no?
-¡No lo sé! Dímelo tú, ¿qué es? ¡¿Qué me habéis echado en la comida para que ahora tenga alucinaciones con forma real?
-Cálmate, ¿quieres?
-¡NO ME DIGAS QUE ME CALME!-Ron estaba tan fuera de sí que Harry tuvo que sujetarle fuertemente para que no se lanzara contra los gemelos.
-Vale, espera, os lo explicamos... –George retrocedió, como esperando que el mueble que le separaba de su hermano fuese suficiente para aplacar su ira- Ocurrió hace unos días... Yo estaba aquí, en mi escritorio, trabajando cuando... cuando... bueno, un boggart me dio un susto terrible y... no tenía la varita a mano, pero sí un tubo de cristal cerrado con un poco de la sustancia provoca-alucinaciones que estábamos desarrollando... y se lo tiré. El caso es que el tubo se rompió al estamparse contra él, y se ve que ingirió un poco de la mezcla y... Ha debido de cambiar su naturaleza.
Ron y Harry estaban atónitos. ¿Un boggart?
-¿Ahora experimentáis con criaturas mágicas? –gritó Ron, sin entender.
-¡Fue un accidente! ¡Yo no quería! ¡Estaba asustado, fue lo único que se me ocurrió para defenderme!
-Ron, déjalo, no es su culpa. Mañana hablaremos con Auranimus para que nos ayude a cazarlo. Llevamos tres días buscándolo como locos, y no lo hemos encontrado. Por cierto... - Fred sonrió maliciosamente- ¿qué tipo de ilusión has tenido para haberte puesto así?
-¡Eso no es asunto tuyo! ¿Y por qué vi una cosa que ni imaginaba?
-Te equivocas. Sea lo que fuere que viste, debías temerlo-aseguró George-. Hemos llegado a la conclusión de que este boggart manipulado no se convierte en lo que más miedo te da, sino... bueno, al haber tomado un tónico alucinógeno, se convierte él mismo en una visión que sus víctimas temen que pase. Por ejemplo... si te sirve de consuelo que te lo cuente, la segunda vez que me encontré con él, se me apareció el dueño de Zonko, diciéndonos que nos retiraba su ayuda- terminó George, azorado.
-¿Zonko? ¿Ayuda? Bueno, mejor no pregunto. De algún sitio teníais que sacar todo ese dinero... a saber los trabajos que le estáis haciendo a ese viejo chiflado.
-Él no es un viejo chiflado, es un gran hombre que nos está ayudando mucho- ahora era Fred el que se enfadaba-. No hables así de alguien a quien no conoces.
-Bueno, bueno, bueno... –Harry intentó mediar en el asunto- Ron, ya hemos visto lo que pasa, ya sabrán ellos cómo solucionarlo... vayámonos ya.
Lo sacó del cuarto a regañadientes, sujetándolo del brazo para que no se revolviera y pegara a sus hermanos.
-Buena suerte con la caza del superboggart- les deseó Harry, despidiéndose-. Por cierto... ¿Por qué explotó cuando yo entré?
-No explotó, sólo se desvaneció- explicó George-. Al cambiar de forma de asustar, parece que se ha vuelto algo más débil, y prefiere atacar de uno en uno. En cuanto advierte la presencia de alguien más, se esfuma.
Harry y Ron se marcharon hacia su habitación. Cuando estuvieron en ella, Harry no pudo aguantar más las ganas de hablar con el pelirrojo.
-Así que Hermione y Krum... deberías admitir de una vez lo que sientes por ella.
-¡NO SIENTO NADA ESPECIAL POR ELLA, ¿vale? Sólo me preocupa que esté con ese Krum que es mucho mayor que ella y puede hacerle daño. Sólo eso, ¿vale? No me gusta, no la quiero, no siento nada fuera de lo normal, es sólo mi mejor amiga y ya está.
-Sabes que eso es mentira. Oye, comprendo que no se lo quieras decir a ella, pero a mí no tienes que ocultarme la verdad- le reprochó Harry, molesto.
-¡No te miento! ¿Por qué piensas que lo hago?- replicó Ron, sumamente alterado.
-Porque has repetido tantas veces en medio minuto que no sientes nada especial por ella, que pienso que más que convencerme a mí, tratas de convencerte a ti mismo-razonó Harry.
Ron permaneció en silencio un instante.
-No me gusta. ¿Por qué iba a gustarme? Es una empollona, tiene mucho genio, es... es... –toda la fuerza que unos segundos antes tenía Ron se desvaneció en un momento- es dulce, cariñosa, inteligente, tiene carácter, a veces incluso es divertida, y últimamente... últimamente está muy buena- Ron tomó aire, desplomándose en su cama-. Vale, sí, quizás sí me guste.
Harry sonrió. Por fin admitía sus sentimientos. No es que a él le incumbiera, pero sabía que ocultarlo por más tiempo iba a acabar destrozando a su amigo. Se sentó al lado de él, y le revolvió cariñosamente el pelo.
-Anda, has dejado de comportarte como un niño, ¿eh? Por fin admites lo que sientes. Hermione diría que has madurado.
-No me hables ahora de ella, por favor... me hace sentir estúpido. ¿Crees que... crees que ella y él...?
-No. Bueno, no creo. Si ella hubiera querido, podría haber sido su novia desde la segunda prueba del Torneo. Y nos habría dicho algo así, ¿no crees?
-No si sabe que me gusta, y no quiere hacer daño al pardillo de su amigo-dijo Ron tristemente, apoyando su cabeza sobre el hombro de Harry.
-Me lo habría dicho a mí. Y yo no te mentiría.
Se hizo un silencio que resultaba extrañamente agradable.
-¿Harry?
El chico moreno hizo un sonido que quería parecerse a un ¿Sí?.
-No me hagas caso cuando me enfade contigo. Eres un tío genial- se levantó y cogió el trabajo de Adivinación-. Toma, cópiate si quieres.
-He cambiado de opinión. Es tuyo, te lo has currado tú solito. Ya haré yo uno.
Ron se quedó unos segundos de pie, con la boca desencajada y cara de ¿Qué me estás diciendo?.
-¿Me has hecho subir y ver... eso... para ahora no copiarte? ¡Yo a ti te mato!
Harry tuvo que defenderse de los cojinazos que le daba Ron. Cuando se cansaron de pelear, el pelirrojo bajó a la sala común, dejando solo a Harry, por deseo de éste.
Ron había admitido lo que sentía por su amiga... ¿sería él capaz de admitirlo alguna vez? O mejor dicho, ¿sería capaz de decidirse por una de ellas de una vez? La cabeza de Harry daba vueltas, y tardó poco en quedarse dormido, buscando una solución a sus recién adquiridos "problemas".
