Aviso: lo sabe tol mundo, pero vamos a repetirlo: los personajes son de la magnífica y, to hay q decirlo, perezosa Joanne Kathleen Rowling, que nos tiene desesperaícas por que saque el 5º libro. Todos, menos unos que ya saldrán, entre ellos, Alyssa Auranimus.

9 Jugando entre sombras

Harry llevaba todo el día pensando en lo mismo. En ese sueño. Ese extraño y placentero sueño que se repetía una y otra vez en su cabeza, como si fuera un disco rayado. Estaba en los vestuarios del ala Oeste del estadio de quidditch, los que utilizaban normalmente los Gryffindors y Hufflepuffs. El entrenamiento había sido exhaustivo, y no le apetecía volver al castillo para ducharse allí. Quería quedarse limpio cuando antes mejor.

Le gustaba esa manera que tenían Fred y George de entrenar. Explicaban sus tácticas de ataque y defensa de forma mucho más amena e intensa a como lo hacía Oliver Wood, el antiguo capitán. Y a pesar de ser tan duros, los entrenamientos resultaban más entretenidos que cualquier otra cosa que se pudiera hacer en Hogwarts.

Luego estaba lo de los vestuarios... Harry llevaba cinco años en el equipo, pero nunca se había fijado en que eran mixtos. Bueno, sí se había fijado, pero nunca le había dado gran importancia. Para él era algo normal ver a sus compañeros cambiarse, incluso se había acostumbrado a ver cambiarse a las cazadoras, Angelina, Alicia y Katie. Eran como una especie de... primas. Pero esa reacción cambió cuando entró Ginny en el equipo... Ahora cada vez que tenían que cambiarse, hacía esfuerzos sobrehumanos para no mirarla. No porque no le gustara, sino porque temía los efectos que podía provocar en su cuerpo el ver a una chica en ropa interior. Ver a ESA chica en ropa interior.

Estaba debajo de la ducha, pensando en todo ello cuando oyó un ruido fuera.

-¿Hay alguien ahí?- preguntó Harry, cortando el grifo del agua para oír mejor.

Nada. No había respuesta. También era lógico oír ruidos, al fin y al cabo, el estadio estaba en los terrenos del colegio, y los alumnos solían salir a jugar allí por las tardes.

Siguió duchándose. Siguió pensando en ese hermoso, confortador pero breve sueño que había tenido aquella noche. Esos brazos que lo rodeaban; ese pelo suave, rojo, que desprendía aquel olor... Y esa sensación de ser querido que desde esa noche llevaba abrumándole. No parecía un sueño, se atrevería a decir que era una especie de recuerdo. Un sueño no podía ser tan nítido, era imposible.

De repente, empezó a sentirse mal. Débil, cansado. Es normal- se dijo a sí mismo-. El entrenamiento de hoy era podría haber dejado sin fuerzas hasta a Spiderman.

Salió de la ducha, temía marearse allí mismo. Se vistió y se dirigió hacia el castillo, para reposar un rato en la Sala Común. Debía ser un simple mareo. Al fin y al cabo, entre el entrenamiento y el extraño sueño, lo lógico era que acabara por darle dolor de cabeza y cansancio general. Llegó a la Sala común pensando que esa era la fuente de sus males... sin saber que una criatura le acechaba.

Harry no podía dormir bien. Aunque era natural en él, esa noche era diferente. Tenía un sueño muy extraño. El mismo sueño que la noche anterior... pero más largo.

Estaban en una acogedora casa. Alguien lo sostenía en brazos. Su visión era muy limitada, pero pudo distinguir dos figuras más. Dos figuras muy conocidas.

-James, esto no es normal. Peter se comporta como si no me conociera- un Sirius que no tenía no más de veintitrés años conversaba con sus padres. Su joven rostro denotaba preocupación-. Ayer actuaba de forma habitual, se despidió de mí con cortesía, pero hoy se ha cruzado por mi lado, me ha mirado y ha pasado completamente de largo. A Remus le ha ocurrido do lo mismo.

-Será un efecto secundario del encantamiento Fidelio- le interrumpió Lily.

El pequeño Harry no podía dejar de mirarla. Cogió un mechón de pelo de su madre y empezó a darle vueltas, mientras hacía pequeños ruiditos con la boca.

-¡No! Eso ha sido esta mañana y está bajo su efecto desde esta tarde... Os digo que no parece él- Sirius hizo una pausa, revolviéndose el pelo oscuro con desesperación-. Voy a buscarlo. Esto me da muy mala espina. Dadme un abrazo antes de irme, chicos. No quiero ni pensar que esta pueda ser la última noche que os vea.

Sirius abrazó a su amigo James.

-No digas eso. Estamos seguros bajo la mente de Peter. Él es nuestro amigo, nunca nos traicionaría, Sirius- respondió James, demasiado seguro de sus palabras-. Dame al bebé, cariño- le susurró a su esposa.

Harry pasó a los brazos de su padre. Intentó quitarle las gafas. Mientras, su madre y su padrino se daban un fuerte abrazo.

-Bueno, ya está bien de sentimentalismos. No sé por qué reacciono así- Sirius intentó reír, mientras se acariciaba violentamente una barbilla que llevaba varios días sin afeitar.

Harry notó movimiento, y al poco se vio en un jardín. La suave brisa de otoño rozaba su cara, mientras los rayos de sol le acariciaban con su calor. Se sobresaltó cuando una áspera cara le rozó las mejillas. Era Sirius, que se despedía de él con un besito que intentaba ser suave.

-Harry, di adiós a Sirius- James se volvió hacia su amigo-. Ten cuidado, ¿vale? Tú también estás en peligro.

El bebé moreno de ojos verdes movió un brazo despidiéndose de su padrino.

Lo último que pudo ver Harry fue cómo el muchacho de la gabardina de cuero negro se montaba en una gran moto, y salía volando entre el estrepitoso ruido del motor.

-Harry, tienes que comer- le instaba Hermione, sosteniendo una tostada-. Esta tarde es el partido, y mírate. Parece como si no tuvieras fuerzas.

-No es eso, estoy bien... Es sólo que... llevo todo el día pensando... no, llevo dos días pensando...

-Hola, chicos. Creo que no estoy más nerviosa porque si no me da un infarto- Ginny llegaba alegre, lista para tomar un buen desayuno-. ¿Qué pasa? ¿Por qué esas caras, Hermione?

-Es Harry. Al señorito le ha dado ahora por no comer- resumió Ron.

-Oye, no te burles de mí... Y no es que no quiera comer, es que no quiero hacer nada- se excusó él.

-¿Cómo que no quiere comer? ¿Y el partido? ¿De dónde vas a sacar la energía necesaria? Verás tú si no vas a comer- Ginny hizo entonces algo que nadie se esperaba: retiró la silla de Harry y se sentó encima de él, a horcajadas, mirándole. Cogió la tostada que sostenía Hermione, e intentó hacer que Harry la comiera-. Come. Vamos.

Harry la miraba atónito. Seguía sintiendo la misma poca vitalidad que antes, pero cualquiera se despertaba si una chica se le subía encima diciéndole "come".

-No tengo hambre, de verdad- insistió Harry.

-Muy bien, tú verás. Puedes comerte la tostada o no hacerlo. Pero te advierto que hasta que no te la comas no pienso levantarme de aquí- aseguró la chica, testaruda.

Harry sopesó las opciones. Por un lado, enfadarla. Por otro, conseguir que se levantara, idea que extrañamente no le entusiasmaba.

-Ginny... - Hermione se reía- ¿Utilizas ese método siempre que alguno de tus amigos no quiere comer?

-No. Es la primera vez que hago este tipo de locuras. Pero como ves, surge efecto- comentó divertida, viendo cómo Harry le quitaba la tostada de las manos y empezaba a engullirla.

-Oh, vaya, Potter -Malfoy estaba detrás de ellos-. Necesitas los servicios de una... chica antes de jugar un partido, ya veo. ¿Has sustituido a la sangre sucia por una pobretona?

Ron se levantó de golpe. También lo hicieron Hermione, Ginny, y después Harry. Las dos chicas los sujetaban por los brazos para que no se lanzaran a matar al desagradable rubio.

-Te lo advierto por última vez: como te vuelvas a meter con alguno de mis amigos, o peor aún, con mi hermana, la vas a pagar cara, Malfoy. Tu papi tendrá que comprarte cremas maquilladoras para tapar las señales de los puñetazos que te voy a dar- aseguró Ron, lleno de rabia.

Harry se revolvió, pero no consiguió zafarse de las manos de Hermione, que lo sujetaban fuertemente.

-Que le vamos a dar. No voy a quedarme sentado viendo cómo te diviertes pegándole- dijo Harry.

-¡Basta ya!- Hermione estaba descompuesta- Los profesores ya están mirando hacia aquí. Tú, Malfoy, 5 puntos menos para Slytherin. Vosotros dos, no le toquéis ni un pelo o tendré que quitaros puntos para nuestra casa, y no tengo ningunas ganas de hacerlo, menos aún por culpa de este cretino.

-No me insultes, Granger, o me quejaré ante Dumbledore de la imparcialidad de su prefecta.

-No soy imparcial. Tú has provocado, ellos no han hecho nada. Sólo defendernos, y ni siquiera les hemos dejado. Pero ten por seguro que si vuelves a fastidiar, me encargaré yo misma de que te caiga un buen paquete.

Malfoy se retiró, con la cabeza alta.

Toda la fuerza que momentos antes tenía Harry se había desvanecido por completo.

-¡Harry!- Ron agarró a su amigo, que se desplomaba en el suelo-. Deberías de haber comido más, esto es grave.

-¿Por qué no vas a la enfermería? La señora Pomfrey podría darte algo para que tuvieras un poco más de vitalidad- sugirió Hermione.

-No, no voy a ir a la enfermería.

-Pero no puedes jugar así el partido.

-Pues comeré más- dijo Harry, cogiendo otra tostada-. ¿Ves? Ya está.

-Bueno. Ron y yo nos vamos un rato afuera, a volar. Menos mal que ya es sábado, no sé qué podría darme si ahora tuviera clases. Harry, ¿nos dejas tu Saeta?- preguntó Ginny.

-Claro, cogedla. Está en mi baúl. Ron, tú sabes abrirlo.

-Gracias, te queremos, estimadísimo amigo.

Los dos hermanos se despidieron, dejando a Harry y Hermione con el desayuno.

-Vale, ¿qué pasa?- preguntó Hermione cuando se hubieron marchado.

-Nada, no me pasa nada- dijo Harry, comiendo otra tostada. Creía que iba a explotar ya, con tanto desayuno.

-No me mientas. Oye, que ellos no se den cuenta de que te pasa algo raro no quiere decir que nadie más se vaya a percatar. Te conozco desde hace cinco años, a estas alturas no hay muchas cosas que puedas ocultarme –Hermione volvió a pasarle un brazo por detrás. Le ponía nervioso cada vez que hacía eso, y, sin embargo, le gustaba-. No es sólo este cansancio lo que tienes. ¿Vas a contarme qué es?

Harry miró su tostada como si fuera lo más interesante que hubiera visto en su vida. En realidad necesitaba contarlo. No podía guardarse durante más tiempo lo que había soñado.

-Está bien... ya veo que no te puedo engañar- dijo Harry, sonriendo vagamente-. Vamos a mi cuarto, o al tuyo, a donde sea, pero lejos de la gente. Me hace sentir incómodo.

Hermione asintió, y se dirigieron hacia la habitación de los chicos.

-Espera... ¿y si entra Neville, o Dean, o Seamus, y me ven ahí? Se supone que no debo entrar. Y encima soy una prefecta, no puedo incumplir las normas...

-¿Vas a olvidarte alguna vez de esas reglas del colegio? No molesta a nadie que entres al cuarto de los chicos, no vamos a hacer nada malo. Si quieres, nos vamos al tuyo.

-No, seguro que están Parvati y Lavender probando maquillajes nuevos. Mejor entramos aquí.

Se sentaron en la cama de Harry.

-Empieza. ¡Venga! –le animó Hermione, dulcemente.

-Bueno, es... es por un sueño. Lo tuve la otra noche, y ayer se me volvió a repetir, pero más completo.

-¿Un sueño? ¿Y por eso estás así?

-Es que era muy extraño... - Harry empezó a narrárselo. La chica le escuchaba atentamente. Se sentía bien contándoselo a alguien, era como revivirlo con más fuerza.- Lo más extraño es que yo podía sentir, podía sentirlo todo. Pero no podía actuar. No podía decirle a mis padres cuánto les echo de menos. Ni siquiera podía controlar mis actos. Era como si hubiese revivido el momento, como si hubiera vuelto a mi cuerpo de hace catorce años durante un sueño, siendo un mero espectador de lo que ocurría, y actuando como el bebé que era.

-¿Crees que todo eso pudo haber ocurrido realmente? No sería la primera vez que te pasa- observó Hermione.

-No lo sé. Sirius se veía muy preocupado, quizás se imaginó lo que ocurriría después- Harry hizo una pausa-. Yo... yo... me sentía tan seguro en los brazos de mi madre... y luego en los de mi padre... él me miraba con ternura, y mi madre irradiaba amor hacia los dos... hacia los tres.

Harry no pudo evitarlo. Se abrazó a Hermione con fuerza. Sentía que le hacía falta en ese momento, y ella le transmitía ese cariño que en aquel momento tanto necesitaba. Hermione no dijo nada, simplemente dejó que el chico se aferrara a ella.

-Ya todo ha pasado. No puedes seguir lamentándolo, Harry. Eso sólo te hará daño- susurró la chica, mientras le acariciaba suavemente el pelo.

Harry sólo quería en esos instantes que le tiempo se detuviera. Que no dejara nunca de abrazarlo. Por segunda vez en su vida, sentía algo extraño ante tanto cariño. Sentía que un abrazo así sólo podía darlo alguien especial.

Estaban en el túnel de los vestuarios, el que daba entrada al estadio de quidditch. Faltaban cinco minutos para que empezara el partido, y todos estaban muy nerviosos, especialmente Ginny y Leo.

Alicia y Katie intentaban calmar al chico, mientras los gemelos y Harry le hacían ver a Ginny que eso era normal.

-La voy a fastidiar, la voy a fastidiar, la voy a fastidiar... - repetía Ginny una y otra vez.

-Escúchame: en las pruebas también estabas nerviosa, y lo hiciste estupendamente. Y en los entrenamientos eres estupenda... –Harry intentaba calmarla. Aún se acordaba de su primer partido- ¿qué puede salir mal? Eres una Weasley, lo llevas en la sangre.

-¿Como tú? Venga ya... –resopló la chica.

-Vale, tómatelo como quieras, Ginny- Fred se cansaba ya de la cabezonería de su hermana-. Estamos intentando que esto sea algo fácil para ti, pero si no pones de tu parte... oye, sólo sal ahí, vuela y disfruta del momento. No tienes que preocuparte de nada más, ¿vale?

-Bueno, sí, de las bludgers que te lancen los de Ravenclaw- dijo George.

-¿Para eso no estáis vosotros?

-Nosotros no tenemos siete brazos. Pero a veces lo intentamos, no te creas.

Oyeron cómo Lee Jordan los presentaba, y salieron al campo.

-Lo voy a hacer mal, y encima con esta birria de escoba del colegio...

-Si tú eres buena, una escoba sólo puede ayudarte a mejorar, pero nunca a empeorar- le gritó Harry, ante los aplausos y gritos de ánimo de los estudiantes que había en las gradas.

-Claro, como tú tienes una Saeta de Fuego, míralo qué gracioso...

Llegaron al centro del campo, y se alinearon. Cho se puso enfrente de Harry, y le deseó suerte en un tono que sonaba más bien a guasa.

-Weasleys, Davies, daos la mano- ordenó Hooch.

Roger Davies tendió una mano hacia cada gemelo, que estrecharon divertidos.

Sonó un silbato y todos ascendieron en sus escobas.

Harry se situó por encima del juego para buscar la snitch. Vio cómo Alicia se hacía con la quaffle y la pasaba a Ginny.

-La chica Weasley con la quaffle, se la pasa a Katie Bell, que se la devuelve, Weasley se prepara, Weasley tira y... ¡GOOOOOOOOOOL! ¡Señoras y señores, primer gol de la temporada a mano de Ginny Weasley para Gryffindor! – Jordan gritaba de alegría, mientras las gradas de Gryffindor estallaban en silbidos y aplausos.

-¡Esa es mi hermanita!- gritó George, golpeando una bludger que se encaminaba hacia Alicia.

Harry se acercó a ella y le dio una palmada en la espalda. La chica le dirigió una sonrisa mientras se acercaba a las gradas de Gryffindor y le lanzaba un beso a Ron, que, olvidando los celos, daba saltos de alegría gritando el nombre de su hermana.

-Y la chica Weasley que dedica su primer gol a su hermano mayor... Weasley, ¿si te invito a salir una noche, serás tan cariñosa conmigo?- preguntó Lee por el micrófono.

-¡JORDAN!- a McGonagall le desesperaban ciertos comentarios de Lee- ¡Eso se lo dices en privado, comenta el partido!

Ginny se acercó a donde estaba Lee y le sacó la lengua, burlona. Mientras, los de Ravenclaw se disponían a sacar la quaffle.

Harry no podía dejar de mirar a Ginny.

-¡Harry! Todos sabemos que mi hermana juega bien, ¡pero te recuerdo que tu trabajo es buscar la snitch!- le dijo Fred mientras golpeaba una bludger que casi tira a Harry de la escoba.

Azorado, Harry se dedicó a recorrer el campo en busca de la pequeña pelota alada. Cho le seguía. Empezó a sentirse cansado. Muy cansado, como lo había estado durante el desayuno. Lee seguía comentando. Gryffindor ganaba 0 a 30.

Y la vio. Brillaba cerca de los aros de gol de Gryffindor, en un extremo de las gradas de su equipo. Se acercó todo lo rápido que pudo. Cho le pisaba los talones.

Cuando estuvo cerca, se dio cuenta de que no era la snitch lo que había visto, sino el destello que lanzaba el borde dorado de una bandera de su equipo.

-¿A qué juegas?- dijo Cho- ¿Ahora te dedicas a despistar? ¿Es la nueva táctica de Gryffindor?

-Puede- respondió Harry, mirándola de arriba abajo. Estaba guapísima, y la túnica azul le quedaba estupendamente.

La chica dio media vuelta, y siguió buscando la snitch.

-Y Ravenclaw cuela su primer gol de la tarde, sinceramente estupendo el lanzamiento de Roger Davies; aún así, ¡10 a 30 a favor de Gryffindor!

Harry empezó a ponerse nervioso. Veía a Ginny jugar, que lo hacía estupendamente, y Cho le marcaba muy de cerca. Desde las gradas, Hermione saltaba ondeando un estandarte de Gryffindor, mientras el viento revolvía su melena, rizada de nuevo. Harry empezó a marearse. Aquello era muy extraño, se sentía realmente agotado, y apenas llevaban diez minutos de partido. Ravenclaw estaba en racha de goles, ya les habían alcanzado. El marcador iba 50 a 30 para Ravenclaw. Harry empezaba a desesperarse. El cansancio iba en aumento, y la visión se le nublaba a veces. Oyó de lejos cómo Alicia colaba un gol, seguido de otros dos de Ravenclaw. El juego iba muy rápido, extrañamente rápido para los ojos de Harry. Todo se arremolinaba ante su vista.

De repente, vio cómo Cho se lanzaba en picado. Estaba a quince metros de la snitch dorada... Harry aceleró todo lo que pudo, pero sabía que le llevaba mucha distancia. Iba a coger la snitch... oía de lejos los comentarios de Jordan:

-Chang va a coger la snitch, Potter date prisa porque lo consigue, ¿Para qué quieres esa Saeta de Fuego? Chang está a punto de atraparla, la va a coger, casi la tiene y... Oh, ¡eso ha debido de dolerles! La chica Weasley se ha lanzado en picado contra ella, qué lastima, ¿verdad, Chang? ¿Se te ha escapado la snitch? No hay problema, Potter te la encontrará...

-LEE JORDAN, ¡DAME ESE MICRÓFONO INMEDIATAMENTE!- gritó McGonagall desesperada.

-Tranquila profesora, ya paro, ya... Y veamos si Hooch señala falta... sí, falta y penalti a favor de Ravenclaw.

-¡Muy bien hecho, hermanita! –gritó Fred, que pasaba por el lado de Harry- Y tú, espabila chico, casi nos ganan.

-Entre la confusión del momento, Ginny se acercó hacia donde estaba el amigo de sus hermanos. Sus palabras se oyeron amplificadas:

-¡Jordan, como vuelvas a llamarme "la chica Weasley" TE TRAGAS LA QUAFFLE! ¡Me llamo GIN-NY!- gritó enfurecida, amenazando con un puño y silabeando su nombre.

Harry se dedicó a buscar la snitch. Estaba quieto, haciendo como que observaba el lanzamiento de Davies, pero en realidad oteaba todo el campo en busca de la pelotita dorada con alas. Cho estaba por encima de él.

-Davies se prepara para lanzar el penalti, coge carrerilla y... ¡FOWLER! – Jordan gritaba de alegría, a la vez que las gradas de Gryffindor- ¡Leo Fowler ha parado la quaffle! Increíble pero cierto, Roger no fallaba un penalti desde hacía años... casi desde que entró en el equipo, y un chico de segundo curso lo ha parado, sin duda su mejor actuación en la tarde...

-¡Sí! –gritó Harry.

Siguió buscando la snitch. ¿Por qué se le resistía tanto hoy? Y Cho había decidido no marcarle... intentó despistarla. Hizo como que veía la snitch cerca del suelo y se lanzó en picado. Le encantaba esa táctica de despiste, el Amago de Wronski. Cho le imitó.

El aire rozaba la cara de Harry, que cuanto más rápido iba, mejor se sentía. Frenó de golpe justo antes de chocar contra el suelo. Cho iba un poco por detrás de él, así que se dio cuenta justo a tiempo y frenó ella también. Era una gran buscadora En ese momento, Jordan anunciaba la nueva puntuación: 70 a 90, a favor de Gryffindor gracias a la actuación de Katie y Ginny.

-Oye, tú que quieres, ¿qué Gryffindor gane, o matarme antes del concierto?

Harry se acercó a la chica.

-Te aseguro que quiero verte viva y bailando a mi lado en el concierto, tranquila.

Cho hizo una mueca con la cara, y salió volando hacia arriba.

La snitch no aparecía. Los minutos pasaban rápidamente, y el marcador inclinó la balanza a favor del equipo de Ravenclaw, que ahora les sacaba una ventaja de seis goles.

Tenía que coger ya la snitch. Pero sentía que no podía, el cansancio volvía a adueñarse de él. De repente, todo lo veía borroso. No eran las gafas, era él mismo. Perdía fuerzas pos segundos, y no podía hacer nada. Sentía que se iba a desmayar, pero si le decía a Hooch que parase el partido... No tenían un suplente, lo perderían.

-Harry, ¿te encuentras bien? –Ginny pasaba al lado de él. Harry no se había dado cuenta de que estaba a la misma altura que el resto de los jugadores.

-Sí, estoy... estoy bien, no te preocupes- mintió Harry.

Vio cómo Ginny se alejaba, mirando hacia atrás y dudando de las palabras de su buscador.

En ese momento, Cho ascendía rápidamente. Había visto la snitch. Harry fue tras ella, pero sintió que el rozamiento del aire podía con él. Las fuerzas se le iban. Estaban aumentando de altura y Harry se sentía cada vez más cansado. A Cho le quedaba poco para coger la snitch... y en ese momento, Harry se resbaló de la escoba, sin que sus fuerzas le permitieran hacer algo para evitarlo.

-¡Harry!- Cho se volvió, al oír los comentarios de Lee Jordan sobre su inminente caída.

-¡CHO, DEJA QUE SE CAIGA Y COGE LA SNITCH! –rugía Davies.

Mientras, Harry se recompuso, sacando fuerzas de dónde no había y subiéndose de nuevo a la escoba. Todo a su alrededor daba vueltas. Tenía que coger la snitch, Cho iba a hacerlo... No... Cho parecía no saber dónde estaba...

Veía todo borroso, sentía que su cuerpo ya no estaba allí, sino en algún lugar lejano... Sentía como si fuera una masa de carne sin voluntad para moverse. Ya casi no podía ni pensar. Y veía peor que si se hubiera quitado las gafas...

Distinguió una figura que se acercaba volando. Pero no sabía quién era. Ya no sabía nada, empezaba a olvidarse hasta de quién era y porqué estaba allí. Apenas escuchaba los gritos asustados de la gente que había en las gradas.

Incendio! –gritó la chica.

Una masa empezó a arder al lado de Harry, que se apartó asustado. De pronto los miembros parecían querer responderle. Empezó a oír poco a poco las voces que había a su alrededor, y sentía cómo las fuerzas le bastaban para poder moverse. Ya casi veía bien...

-¿Qué ha sido eso?- preguntó Harry, cuando se hubo recuperado.

Habían parado el juego, y los jugadores se arremolinaban en torno a él.

-Una sombra. No sé cómo no me di cuenta antes... Ha estado todo el día detrás de ti, durante el desayuno, ahora... –Ginny hablaba atropelladamente.

-¿Una qué?

-Vamos, despejad esto, Potter necesita tranquilidad ahora... -la señora Hooch apartaba a los jugadores, que volvían poco a poco a sus puestos.

-Una sombra. Criaturas que drenan la energía de los seres vivos hasta matarlos o convertirlos en sombras. Ya te explicaré luego, ahora... - Ginny sostenía a Harry. Este se ruborizó cuando se dio cuenta de la situación, y se enderezó en su escoba.

-¡Potter! – Hooch volaba rápidamente hacia donde estaban Ginny y Harry- Potter, la profesora Auranimus me ha dicho que te tomes esto – dijo, tendiéndole varias ranas de chocolate-. Cómetelas rápido, y avisa cuando estés listo para reanudar el partido.

-¿Cómo, lo han parado? Pero...

-Potter, se puede parar unas cuantas veces, ¿recuerdas?

Hooch se fue, dejándolos solos. Harry intentó comerse la rana sin que se le escapara. Estaba recuperando los reflejos. Comió una rana, y sintió cómo el calor le recorría el esófago, para extenderse por todo el cuerpo.

-Ey, esto funciona.

-Sí, esa profesora es genial.

-Toma, para que recuperes fuerzas tú también –dijo Harry, tendiéndole una rana de chocolate a Ginny.

-A mí no me hace falta...

-Que la cojas. Bueno, ya estoy bien. Vamos a decirle a Hooch que seguimos, ¿vale?

Ginny y Harry volaron hasta el centro del campo. Hooch dio un pitido, y el partido se reanudó.

-Potter vuelve al ataque, Chang, no deberías haber desperdiciado la oportunidad de atrapar la snitch, con Potter en buen estado no podrás hacerlo...

-¡Jordan!- la profesora McGonagall perseguía a Lee por las gradas.

-Era broma, era broma... Chang es una excelente buscadora, de hecho, es excelente en su totalidad...

-¡DAME ESE MICRÓFONO!

El partido continuaba normalmente. Harry volvía a disfrutar encima de la escoba. Sabía que debía atrapar la snitch, o Ravenclaw ganaría por vapuleada. Según Lee Jordan, Gryffindor perdía ya por ocho goles.

Y la vio. Cho daba vueltas como un halcón, pero no se daba cuenta de que tenía la snitch al lado de su codo izquierdo. Harry se acercó a ella.

-¿Por qué no cogiste la snitch?- preguntó Harry, acercándose cada vez más.

-Iba a cogerla, pero oí a Jordan gritar que te desmayabas y me volví. Y entonces perdí el contacto visual con la bola.

-Pues... no deberías haber perdido esa oportunidad sólo por ver cómo estaba yo... - Harry ya estaba al lado de ella.

-Bueno, tengo que preocuparme por el chico que me invitará al concierto, ¿no?

Lee Jordan fijó la mirada en ellos.

-Potter, todos sabemos que te gusta Chang (me estoy inventando esto, pero bueno) pero tu trabajo es buscar la snitch, no tirarle los tejos...

-¡JORDAAAAAAAN!

Cho rió.

-¿Me estás tirando los tejos, Potter?- preguntó, con una sonrisa pícara.

-Ese tío es tonto- contestó Harry, ruborizándose a pesar de que lo que decía Jordan era mentira.

-Bueno, no sería tan mala idea...

-Ah, ¿sí? – Harry se acercó a ella- ¿no es mala idea que me acerque a ti, tampoco?

-Esto... creo que esa sí que es una buena idea... aunque mejor en privado.

Harry no podía creerse lo que la chica le decía. ¿Cho Chang le estaba pidiendo salir, o algo así? Decidió centrarse en su maniobra de despiste. Era ahora o nunca... el aleteo comenzaba a hacerse más agitado, aunque si pillaba a la snitch desprevenida... con un rápido movimiento, Harry pasó la mano junto al brazo de la chica, y atrapó la snitch.

-Tenías razón: era una buena idea- dijo Harry, alzando la mano con la snitch dentro de ella, y acelerando la escoba para reunirse con sus compañeros, que gritaban de alegría.

-¡Potter ha atrapado la snitch, sí señor! Bonita táctica, no estaba ligando con Chang, sino despistándola, ¡muy bueno! El partido ha finalizado, ¡ 190 – 240 a favor de Gryffindor!

Hermione y Ron bajaron a darles la enhorabuena. A la hora de la verdad, Ron se sentía orgulloso de su hermana pequeña... Y Harry volvió a sentirse a gusto en los brazos de Hermione, que le palmeaba la espalda, eufórica...

Cuando los amigos de las clases dejaron de vitorearles, se dirigieron hacia la Torre Gryffindor, abrazándose y chillando.

-¡Esta noche hay que celebrarlo, chicos! –chillaban Fred y George sin parar.

Una mano se posó sobre el hombro de Harry, deteniéndolo.

-¡Auranimus! Gracias por el chocolate, me sentó muy bien. Suerte que tenemos una buena profesora- dijo Harry, riendo.

-Suerte que me gusta comer golosinas mientras veo algún partido... Bueno, me hubiera gustado que ganase Ravenclaw, pero qué se le va a hacer... ya haremos papilla a los Hufflepuffs- dijo, hablando más para ella que para los dos chicos-. De todas formas, habéis jugado muy bien, aunque tú te pasaste un poco con Cho Chang- añadió, dirigiéndose también a Ginny, que llegaba junto a ellos.

-Gracias... pero no iba a dejar que cogiera la snitch –respondió la chica, satisfecha de su trabajo.

-Y por cierto, ¿cómo supiste lo de la sombra? Es extraño que vague una por aquí... muy extraño...

-Bueno... Harry llevaba toda la mañana decaído, sin fuerzas. No sé cómo no me di cuenta antes... El caso es que, bueno, las sombras cuando están a punto de matar a su víctima, se vuelven visibles, lo dijo usted en clase, y... Por un momento me pareció verla, así que solté la quaffle y la incendié. No se me ocurrió otra cosa, pero pensé que como son criaturas frías y oscuras, un poco de luz y calor les haría daño... - Ginny hablaba rápido, y miraba a Harry y a la profesora alternativamente.

-Muy bien... –en la cara de la profesora se dibujó una amplia sonrisa- Acabas de salvarle la vida a Harry... creo que eso se merece cincuenta puntos para tu casa.

-¿Cincuenta puntos? –a Ginny se le iluminó la cara- ¿Habla en serio?

-Claro. Y me parece que Dumbledore estará de acuerdo conmigo. Bueno, id a vuestra casa, creo que no me equivoco al pensar que tus hermanos están preparando una enorme fiesta- y diciendo esto, se dio la vuelta para dirigirse a unos jugadores de Ravenclaw que maldecían a gritos por detrás.

Harry cayó en la cuenta entonces.

-Oye... no te he dado las gracias por salvarme la vida...

-No seas tonto.. No tienes que darlas- contestó la chica, esquivando su mirada.

-Sí tengo que darlas. Ese ser me hubiera matado allí arriba si no hubiera sido por ti. Era horrible, me estaba durmiendo sin que yo pudiera hacer nada... y tú con un movimiento de varita te la has cargado... –Harry la miró a los ojos, a pesar de que se sentía avergonzado por sufrir un ataque así- Gracias.

-Bueno, se puede decir que te debía la vida, ¿no? Tú me salvaste cuando estaba en primero. Ahora estamos en paz.

-Oye y cómo... ¿cómo es que llevabas la varita dentro de la túnica?- preguntó Harry extrañado. Nadie solía llevarla. Él siempre lo hacía, pero eso fue desde que unos dementores le atacaron durante un partido, en tercero.

-La llevo siempre encima desde que en primero... – el rostro de Ginny se entristeció de repente- Ante Ryddle me sentí indefensa, impotente. No quiero que me vuelva pasar algo así.

Harry se acordaba de aquello perfectamente. Si saber por qué lo hacía, pasó un brazo por el hombro de Ginny y la besó en la mejilla. La chica le miró entre extrañada y alegre.

Fue como cuando le pidió a Cho que fuera al baile con él. Un sentimiento parecido... las tripas se le revolvían, sólo que esta vez estaba nervioso, pero se sentía alegre. Y hablando de Cho... estaba delante de ellos, y al ver la escena se dio la vuelta. Parecía molesta, no sólo por la derrota de su equipo. A Harry le hubiera gustado ir a preguntarle por qué, pero en ese momento se sentía muy a gusto al lado de la pelirroja, dando saltos de alegría y celebrando la victoria de su equipo. Así que sin entretenerse más, se dirigieron hacia la Sala Común de Gryffindor, donde después de ducharse, harían una gran fiesta.